Alexander Von Bernus - Alquimia y Medicina

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    Verlag Hans Carl, NrnbergTtulo del original alemn: ALCHYMIE UND HEILKUNST

    para la lengua espaola: Lus Crcamo, editor Primera edicin 1981

    Traducido por Manuel Algora Corb

    Depsito Legal M-10461-1981 ISBN 84-85316-53-3

    Impreso por L. CrcamoSan Raimundo, 58Printed in Spain

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    ALQUIMIA Y MEDICINA von Bernus

    INDICE

    Prefacio. 2Advertencia . 5Alquimia y Medicina ... 6Relaciones Alqumicas 31

    Yatroqumica 40E1 misterio de la curacin 52El fuego secreto y el espritu del vino, secreto de los adeptos 55Encuentro primordial de Goethe 76Apndice ........................................... 84

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    PREFACIO

    Conociendo la recuperacin de inters que ha suscitado la literatura alqumica desde hace veinte aos,puede uno asombrarse de que la obra de Alexander von Bernus Alquimia y Medicina no haya encontrado enFrancia la audiencia que merece1.

    En las mltiples publicaciones de los ltimos decenios, solamente lo han citado cinco o seis autores en subibliografa, mientras que la mayor parte de los otros hacan como que le ignoraban.Esta actitud de indiferencia no es fortuita. Hay ah algo del fenmeno del rechazo que se manifiesta en

    los injertos quirrgicos. La obra de Bernus sacude bastante rudamente el confort intelectual de las otrasescuelas alqumicas, y remite a su justo lugar a los comentaristas que se inflan a palabras en menosprecio detoda realidad.

    La realidad alqumica en toda su amplitud, pocos autores la han cernido tan de cerca como Alexandervon Bernus. El habla a menudo del Artista experimentado en elfuego. El mismo, con cuarenta y cinco aosde presencia ininterrumpida ante su horno, fue el modelo ejemplar de ello. Cmo podran prevalecersimples opiniones ante esta suma de experiencia?

    El prejuicio ms frecuente que se le opone sostiene que ha trabajado por las vas de la espagiria, enbeneficio de la medicina. Al decir de los buenos autores, una y otra no seran sino adjuntos del Gran Arte, e

    insuficientes para conferir la Maestra en este dominio...Se invocar, sin embargo, aqu la autoridad de un adepto, cuya cualidad de maestro no es discutible:

    Basilio Valentn, en Las doce claves de la filosofa. En su apndice dice:

    "Al comienzo... ningn azogue es til, pero... del mejor metal, porarte espagrico, viene nuestro azoguepuro, sutil, claro,... transparente como el cristal y sin grasa alguna. "

    Y con anterioridad, en su prefacio, haba informado al lector del origen de su vocacin:

    "Tena en mi monasterio un hermano al que atormentaba el dolor nefrtico. El haba consultado a

    muchos mdicos y, no recibiendo de ellos asistencia eficaz,... ofreca su vida a Dios. Emprenda la anatomade las hierbas... ellas no eran lo bastante activas en su grado para que curasen este mal. Me puse. . .tambin a seguir esta ciencia fundamental que el Creador haba ocultado en los metales y las minas de latierra... Entre todas estas cosas, tom un mineral... que es de grandsima eficacia en el arte. Para elloextraje una esencia espiritual y sta restableci a mi hermano enfermo a su salud de antao...

    Y as, por este tratado, he querido indicarte y abrirte la Piedra de los Antiguos, que nos viene del cielo,para la salud y la consolacin de los hombres en este valle de miserias. . . "

    Despus de eso, quin osar todava sostener que la espagiria no es la antecmara de la alquimia, ni lamedicina uno de sus fines?

    Es ah donde la obra de Bernus fastidia a los especuladores y los hacedores de fbulas, pues es el nico,frente a la prctica, en haber puesto las cosas en su punto, sin escamoteos ni concesiones.

    La separacin entre la alquimia de una parte, y la espagiria y la qumica de otra, ha sido consagrada porFulcanelli, por uno de estos equvocos a los que est acostumbrado, repetido a coro por sus diversosdiscpulos. A partir de una cierta materia primera, que permanece sumamente misteriosa pese a lasindicaciones que la rodean, la obra se lleva a cabo sola o casi, sin adicin ni sustraccin, por disolucin ycoagulacin, inhibiciones, digestiones, circulaciones, etc., y, en fin, por coccin cerrada en el huevofilosfico y multiplicacin espontnea.

    En un sentido, eso no es qumica...Es cierto: pero no lo es sino para la ltima fase del trabajo, calificada obra de mujer y juego de nio.Antes de esta etapa est la preparacin de la materia primera, que es un trabajo de Hrcules, pero sobre

    eso todos los autores modernos, menos Bernus, son mudos, y ello da mucho que pensar. . .

    1 Nota del traductor: Tngase en cuenta que el prefacio es el de la edicin francesa. Esta falta de audiencia puede explicarse por eldeslumbramiento producido por Fulcanelli, eclipsando, entre el pblico, a los representantes de otras "escuelas" alqumicas, (como la de vonBernus).

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    Pues esta materia primera no debe ser entendida en el sentido actual de material bruto o someramenteelaborado. Este "guijarro", suponiendo que sea uno, no se encuentra bajo la pezua de un caballo o el picode un minero. Es un trabajo de larga, larga preparacin, en donde entran por avance todos los elementosque se manifiestan en la obra, el fuego, el aire, el agua, la tierra, que devienen (azufre, sal, mercurio, oalma, cuerpo, espritu), y despus dos, y despus uno, pero depurados anteriormente y conducidos portratamientos espagricos al grado de sutileza necesario para entrar en el compost primitivo (tradzcase: elcompuesto inicial).

    Para nuestro conocimiento, ningn autor contemporneo, e incluso desde el siglo XVIII, ha arrojadouna luz semejante sobre las "claves primeras" de la alquimia. Hay que remontarse a la alta escuela clsicade la alquimia medieval, Raimundo Lulio, Alberto Magno, Roger Bacon, etc, para encontrar suequivalente. Mas, quin puede leerlos todava, en el espritu de su siglo, evidentemente?

    El insigne mrito de Alexander von Bernus fue el de remontarse a esta fuente sin maestro y sinprecursor. El ha renovado una cadena interrumpida desde haca varios siglos, que es la gran tradicin de laalquimia alemana; mas para comprender la amplitud de su obra hay que remontarse a su origen.

    Sus ancestros, hugonotes delfineses, emigraron de Francia en tiempos de la Reforma y se fijaron en elvalle del Rhin, donde establecieron negocios prsperos.

    Su abuelo, senador de la villa libre de Francfort y ennoblecido por el Gran Duque de Bade, se habadesposado con una sobrina del consejero Friedrich Schlosser, l mismo emparentado con Goethe.

    Alexander von Bernus naci el 6 de febrero de 1880 en Lindau, sobre las orillas del lago de Constanza.Pasa la primera parte de su juventud cerca de Heidelberg, en un antiguo claustro benedictino, elStift-Neuburg, del que los Schlosser haban hecho una residencia y un centr artstico. Es ah que laAlemania romntica hace su tertulia en el siglo XIX. Carl Maria von Weber ha compuesto ah el Freis-chtz. Innumerable recuerdos personales de Goethe se encuentran ah reunidos, dando al claustro duranteun siglo el valor del primer museo Goethe de Alemania.

    El joven Bernus, en este marco, no puede pensar ms que en literatura. Entre los veintids y losveinticuatro aos, producir tres colecciones de poesa.

    En 1902, parte para Munich a estudiar la filosofa y la literatura; traba ah -conocimiento con StephanGerg, Rilke, Thomas Mann, y se liga con otros jvenes autores para reconstituir un Sclrattenspiel(teatro desombras) resucitado del siglo XVIII, en donde crean sus propias obras.

    Mas la ligereza de esta literatura, aunque fuese romntica, no le satisface plenamente. Suea con un

    acercamiento ms profundo a los arcanos del pensamiento.La ocasin de ello le es dada en 1913, por el encuentro con Rudolf Steiner, que acaba de romper con laslogias teosficas alemanas y de fundar su Antroposofa. Eventos personales y una comn admiracin porGoethe los acercan. La dimensin filosfica de las concepciones de Steiner suscita en Bernus una vocacinde esoterista convencido. Tiene treinta aos y no vacila en retornar a la universidad, durante tres aos, aestudiar qumica y medicina, de las que conserva el bagaje, pero rechaza el racionalismo, demasiadoestrecho para l.

    En 1921, funda en Stift-Neuburg un laboratorio de preparaciones mdicas espagricas, pero en 1926 elclaustro vuelve a sus antiguos propietarios, los benedictinos, a consecuencia de un acuerdo con la abada deBeuron.

    Bernus transfiere entonces su instalacin a Stuttgart, y coloca su empresa bajo la doble invocacinalqumica del sol y de la luna, al llamar al laboratorio: SOLUNA.

    A partir de este momento, en una vida exclusiva y sin desperdicio, prosigue una triple carrera: 1)contina su obra literaria (que contar en total una cincuentena de volmenes); 2) hace rotar su laboratorio,de donde saldrn veintinueve preparaciones mdicas espagricas reconstituidas en lnea recta con losformularios de Paracelso; 3) descifra por decenas (quiz por centenas) las obras antiguas de la literaturaalqumica y espagrica alemana, que son con mucho las ms numerosas del mundo.

    Mientras tanto, la persecucin del siglo, que no respeta a ningn "hombre de luz", se abate sobre l. Porsus adhesiones esotricas, cae en la inquisicin nazi, se le prohbe la publicacin, y sus obras son ma-chacadas. Su laboratorio, que el furor poltico ha salvado por su utilidad a travs de la penuria, es destruidodurante un bombardeo de Stuttgart en 1943.

    Pero l ya ha hecho de las suyas! Su intuicin ha previsto la tormenta. Ha reconstituido ya un asilo derecambio desde el comienzo de 1a guerra, en una pequea ciudad al borde del Danubio, en el corazn de laBaviera: Donaumnster.

    En 1945, es indemnizado de los tormentos del pasado por su eleccin en la Academia LiterariaAlemana de Darmstadt.

    Y su obra contina... hasta una cierta noche de marzo de 1965, en la que, a la edad de ochenta y cinco

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    aos, abandona el plano terrestre para acceder a las esferas del espritu al que no ha cesado de solicitar todasu vida por la poesa y la reflexin esotrica.

    Desde su desaparicin, ha encontrado un bigrafo minucioso en la persona del doctor Schmitt, directorhonorario de la Biblioteca de Estado de Karlsruhe, quien lo ha hecho conocer en las villas universitariasalemanas por medio de una exposicin itinerante de objetos y de documentos ligados a su vida,acompaada de un voluminoso catlogo: Alexander von Bernus, Dichter und Alchymist ("Alexandervon Bernus, poeta y alquimista") (*). Todo lo que se pueda desear saber a este respecto se encuentra ah

    recogido.El laboratorio, por su parte, funciona como en los mejores das, gracias a la fidelidad espiritual y a la

    perseverancia de su viuda Isa von Bernus.Frente a una obra literaria voluminosa, Alquimia y Medicina es el nico mensaje de la asombrosa

    prctica que Bernus ha adquirido en este laboratorio. Tras una primera aparicin en 1936, la versinalemana definitiva fue establecida en 1948. Esta obra constituye una suma de conocimientos y deinformaciones nica en su gnero. Rechaza rpidamente al lector superficial que busca en la alquimia unafuente fcil de habladuras paradjicas; pero, para los buscadores pacientes y atentos, que saben del preciodel trabajo, ser una gua irreemplazable.

    Alexis Maleg

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    ADVERTENCIA

    Los siete ensayos reunidos en esta obra constituyen un todo. El autor es consciente de haber ido muchoms lejos de lo que lo haba hecho antes que l ningn testigo informado, en la divulgacin de la realidadalqumica y del secreto que los Adeptos han preservado en todo tiempo, no desvelndolo nunca de otromodo que no fuera por la alusin cifrada del lenguaje simblico. Levantar completamente el velo seracomprometer la salvacin, pues lo revelado en estas pginas conducir hasta el prtico del templohermtico al que se encuentre sobre la buena va. Y -si ha podido avanzar hasta ah y sus astros lo decidenas- tambin penetrar en el santuario. Pero el autor se propone mostrar antes que nada que -por oposicin a

    la qumica moderna, a la que su cualidad de disciplina cientfica vuelve esencialmente tributaria del tiempo-la alquimia es una concepcin del mundo cosmogentico; se propone, pues, presentar la alquimia bajo suverdadera luz, y probar su autenticidad por sus efectos prcticos.

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    ALQUIMIA Y MEDICINA

    El que se arriesgue a sondear a la Naturaleza en su abismo,debe primero recordar cul es del hombre el origen.

    Alexander von Bernus

    Laalquimia ante la ciencia materialista de entre las dos guerras

    El inters manifestado por las ciencias marginales, en el curso de los aos que han precedido a la guerra1914 - 1918, no ha cesado de aumentar, pese a todos los obstculos encontrados durante el perodo 1933 -1945. La fsica y la biologa han conducido a concepciones enteramente nuevas. Las leyes que la generacin

    precedente tena todava por irrefutables se han revelado caducas, y el espritu libre, al que nada podrencadenar jams, se encuentra ante un nuevo punto de partida. Todava a principios de siglo nadie habra

    osado hablar seriamente de la astrologa -por lo menos en Alemania- sin comprometer para siempre sureputacin escolar; hoy en da, parece del todo natural hacerlo. Y lo mismo ocurre con la grafologa, laquirologa, la radiestesia, la iridologa y con todas las otras disciplinas conexas. La concepcin materialistade la naturaleza era la nica que reinaba sobre los espritus a finales del siglo pasado. En las universidades-estas fortalezas del pensamiento y de la enseanza materialistas- conserva todava su poder, incluso si hadebido renunciar a la mayor parte de sus apoyos. Se halla, en primer lugar, el cuerpo mdico formado en lasfacultades, que lucha por todos los medios de que dispone para mantener su vacilante hegemona. Y, sinembargo - o es sta precisamente la razn?- la primera brecha seria en los mtodos y en la concepcinmaterialista fue abierta justamente en el dominio de la medicina. En efecto, en el curso de los cuatro o cincoltimos decenios, la medicina ha beneficiado amplsimamente a la ciencia de disciplinas herticas. Sin apuroalguno, ha asimilado discretamente esta herencia, para renegar de su origen una vez llevada a cabo laasimilacin. La "cura por el agua" de Kneipp y las sugestiones de Louis Kuhn se encuentran en el origen delos procedimientos hidroterpicos universalmente reconocidos hoy en da; toda la diettica encuentra suorigen en la medicina naturista, y en una concepcin "natural" del organismo humano; la isopata es pocoms o menos un vstago de la homeopata, pues combate las enfermedades infecciosas por vacunas espe-cficas, es decir, por las substancias producidas por la misma afeccin; la sueroterapia, igualmente, inmunizacon la ayuda de sueros cargados de antitoxinas. Pero, sobre todo, los diversos alcaloides y extractos de

    plantas no son sino los sustitutos insuficientes de las antiguas tisanas y tinturas vegetales, ya que losconstituyentes aislados, arrancados de su conjunto orgnico, son privados de sus fuerzas curativas vivientes(vitaminas). Las vitaminas sintticas de la industria farmacutica moderna no reemplazan a las vitaminasnaturales, aunque puedan ser indispensables al organismo en perodos de carencia. No es menos cierto que laantigua fitoterapia se encuentra as adoptada de nuevo, bien que sea bajo una forma artificial. Podramosmultiplicar estos ejemplos. Nada justifica, pues, la pretensin de la medicina moderna que se atribuye

    demasiado exclusivamente el xito de sus recientes adquisiciones. No es cuestin de discutir la seriedad yencarnizamiento de su voluntad e investigacin, pero la orientacin de esta medicina es demasiado limitada.Slo la ciruga constituye una excepcin: sus consecuciones tcnicas son convincentes -precisamente porqueson exclusivamente tcnicas- y, en la medida en que permanece dentro de sus propios lmites, puededepositarse en ella unaplena confianza. Para conseguir su objetivo, la ciruga debe, no obstante, contar conla colaboracin entera del patologista, quien pone a su disposicin todos los medios de la hematologa, de laserologa, de la bacteriologa, de la qumica biolgica, de la toxicologa y de la anatoma patolgica, como esel cas en nuestros das en los laboratorios de los grandes hospitales, sobre todo en Amrica. Pero en lo queconcierne a las afecciones internas, inaccesibles al bistur, comenzando por la gripe, el mdico sigue estandoan ms o menos desarmado, a pesar de los antibiticos, y las -sulfamidas, a menos que apele a los mtodosteraputicos "naturales". Hay que asombrarse si, en estas condiciones, el individuo aislado -y el conjunto delos individuos que componen la comunidad nacional- se vuelve cada vez ms hacia las teraputicas no

    oficiales, trtese de naturismo, de "bioqumica", de homeopata o de medicina espagrica?.El mdico no alpata juicioso no deber, naturalmente, caer en el error de querer curarlo absolutamentetodo por un solo y mismo mtodo, como lo hacen los fanticos del naturismo ortodoxo, que rechazan por

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    principio el empleo de todo medicamento. As, por ejemplo, la "bioqumica" no es lo suficientemente ampliacomo para bastar a todas las necesidades; la homeopata y la homeopata compleja, por su parte, presentan a

    buen seguro sobre las otras disciplinas la ventaja de englobar el conjunto del arsenal frmaco-qumico, perosu materia mdica comprende una tal riqueza de remedios que el practicante ms advertido corre el riesgo deun error de indicacin. Ms an, sin ser materialista, puede estimarse que las diluciones elevadas noconvienen en todos los casos, incluso si pueden ser indicadas en ciertos estados crnicos y para naturalezassensibles.

    La medicina espagrica

    Queda por ver la medicina espagrica. En Alemania no cuenta an sino con un nmero relativamentelimitado de partidarios, comparada con la "bioqumica" y la homeopata, bien que haya recobrado un nuevo

    prestigio bajo el impulso del autor, despus de la primera guerra mundial. Y, sin embargo, la medicinaespagrica -al menos la verdadera- es una teraputica que engloba y sobrepasa tanto la "bioqumica" como lahomeopata compleja; en efecto, rene, por una parte, el conjunto del arsenal medicamentoso de estos dosmtodos y, por otra parte, gracias al tratamiento espagrico, aporta al organismo enfermo bajo una formaabierta, y por lo mismo asimilable, los ingredientes que necesita. Esto es particularmente cierto de losmetales, de los metaloides y de los minerales. Por lo que respecta a las plantas medicinales, cualesquieraque sean, no es ventajoso, ni siquiera recomendable, someterlas al tratamiento espagrico, es decir, al

    procedimiento de fermentacin. En efecto, este tratamiento hacer perder ms o menos a un gran nmero deestas plantas sus constituyentes ms activos. Sin duda, un laboratorio conocido y estimado de la Alemaniadel sur justifica su derecho a llamarse "espagrico" precisamente porque aplica este mtodo de tratamiento alas plantas medicinales, mientras que para las substancias metlicas y minerales no procede de mododistinto a los laboratorios alopticos y homeopticos, es decir, los aade al remedio, en su estado bruto, sinningn tratamiento anterior. Este laboratorio reclama para s, por otra parte, la autoridad de Juan RodolfoGlauber, lo que slo tiene fundamento parcialmente, pues es Glauber mismo el que subraya con insistenciaen su Pharmacopea spagyrica: "No hay muchos vegetales que tengan necesidad de esta correccin, de

    suerte que se les puede prepararper se en sus esencias. "Seguimos compartiendo esta opinin de Glauber y quisiramos todava precisarla, enunciando el

    siguiente principio: slo las hierbas medicinales txicas, tales como Conium maculatum (cicuta), Nux vo-mica (nuez vmica), Semen strichn, etc., tienen necesidad del tratamiento espagrico, mientras que, porejemplo, ninguna de las plantas medicinales no txicas que encierran principios amargos, como Cheli-donium- (celidonia),Lignum Quassiae, Taraxacum (diente de len), Cichorium intybus (achicoria amarga),etc., debe ser privada de este constituyente amargo por una fermentacin, que estara aqu del todocontraindicada.No ensea acaso la ley "similia similibus curantur"que, en las afecciones del hgado y de lavescula biliar, es precisamente el principio amargo el ms eficaz? Lo mismo sucede con muchas otrassustancias amargas y alcaloides que, conservadas en su conjunto orgnico, en tanto que parte integrante dela planta entera, poseen una elevada virtud teraputica; importa, pues, evitar en toda la medida de lo posibleeliminarlas en la fermentacin.

    No es menos cierto que las tinturas vegetales corrientes (extractos alcohlicos de plantas medicinales),que son las tinturas-madre oficinales de los alpatas, as como de los homepatas (la extraccin es, todo lo

    ms, un poco ms prolongada y mejor conducida entre los ltimos), sern juzgadas insuficientes por elespagirista. Estas tinturas no contienen, en efecto, ni las sales que convendra extraer posteriormente, nisobre todo los aceites esenciales de la planta, mientas que sales y aceites esenciales juegan un rol primordialy a menudo determinante en la accin de conjunto armonioso de la planta medicinal.

    Mas, por qu seguir a un autor tardo y ya considerablemente alejado de las concepciones de unaalquimia autntica, como Juan Rodolfo Glauber, cuando se puede proceder directamente de Paracelso?

    Se encuentra el ms perfecto mtodo de preparacin de las plantas medicinales, cualesquiera que sean a excepcin de las plantas txicas que deben ser sometidas a la fermentacin en la Archidoxias deParacelso, en el captulo titulado: "De Magisteriis". He aqu textualmente la indicacin:

    Los magisterios de las plantas: "Pero las hierbas y sus semejantes deben ser primero tomadas,

    maceradas y podridas en un agua de vida durante un mes; destlalas luego al bao-mara, vuelve aaadirla y procede como anteriormente hasta que la cantidad de agua de vida sea reducida a un cuarto del jugo de las plantas; redestila el producto al bao-mara durante un mes, aadindolo de nuevo a lasplantas, separa, y poseers un magisterio de la hierba que desees. "

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    La "apertura" de los metales, metaloides (marcasitas) y minerales por el procedimiento espagricoplantea, es verdad, arduos problemas, y el que no haya ejercido primero su comprensin de la alquimia porla frecuentacin de maestros ms accesibles, no encontrar jams la clave del laboratorio y de las

    prescripciones de Paracelso.Reproducimos, no obstante, del mismo libro de las Archidoxias, las indicaciones para la preparacin de

    los magisterios de los metales:El magisterio a partir de los metales: "Toma el circulado bien purificado y en su ms elevada esencia, y

    por dentro el metal de tu eleccin, en hojas o en limaduras, batido y limpiado para que devenga lo ms puro y sutil que sea posible; mezcla los dos segn su justa proporcin y deja circular durante cuatro semanas; en esta mezcla, las lminas devienen un aceite, coloreado segn la naturaleza del metal, quesobrenada como una grasa. Separa a continuacin este aceiteper attractorium argentum y. tendrs el oro potable y la plata potable. Lo mismo para los otros metales: se pueden beber y tomar sin perjuicio.Dejmoslo ah ; hemos dicho lo suficiente para el que comprende. "

    El secreto oculto en la espagiria

    En esta ltima frase: "Dejmoslo ah; hemos dicho lo suficiente para el que comprende", Paracelsoindica sin ambigedad que esta prescripcin no es accesible ms que a quien ya posee la llave del labo-ratorio oculto de los Adeptos, clave secreta del arte espagrico en general, cuyo empleo es indicado aqu

    para la preparacin de los potentes arcanos metlicos."Toma el circulado bien purificado y en su ms elevada esencia": aqu se esconde el raro y misterioso

    tesoro que hay que desenterrar para merecer el acceso al territorio alqumico, los derechos del ciudadanodel imperio de Hermes.

    Qu eran, pues, estos Circulata (el Circulatum majus y el Circulatum minus), este Temperatum, estaAqua solvens de Paracelso? Tan slo elAlkahest, el gran disolvente, eternamente buscado, celebrado bajolos nombres ms diversos: el famoso "espritu de vino secreto" de Raimundo Lullio y de los Adeptos.

    Nada ha sido nunca recubierto de un velo de misterio ms espeso por los maestros del hermetismo queeste disolvente, y ellos han amenazado de muerte y de anatema a quienquiera que lo desvelara al profano yentregara as el secreto preservado desde hace milenios.

    Hace siglos, cuando la Tradicin todava estaba viva, era ya una empresa casi vana para un no iniciadoquerer acercarse a este misterio cosmofsico al que Jacob Boehme llama mysterium magnum. Cunto msdesamparado no se encontrar el buscador contemporneo incluso si ya est preparado ante esta puertacubierta de inscripciones misteriosas!.

    Los antiguos maestros de la alquimia utilizaban trminos de tal forma velados que se tenan que haberconsagrado numerosos aos al estudio de la cuestin para simplemente familiarizarse con su lenguaje; susms importantes revelaciones se expresan generalmente por la va de las imgenes y de los smbolos. Ycuando, por un laborioso esfuerzo, se aproxima uno a su concepcin del mundo; se deviene verdaderamentemodesto y se reconoce no haber siquiera franqueado el prtico. Pero se experimenta entonces tanta msindignacin respecto a los que, tras haber nicamente rozado este dominio, o incluso no haber sinoentrevisto sus fronteras, se permiten juzgar de l con soberbia, en la estrecha perspectiva de una ciencia

    positivista, condicionada por la poca.

    Correspondencias astrolgicas

    Y si se prosigue la bsqueda a travs del conjunto de la literatura contempornea, ya poco voluminosaen el dominio de la alquimia en general y del arte espagrico en particular, a la caza de publicaciones queofrezcan no slo esclarecimientos tericos, sino tambin consejos prcticos para el trabajo alqumico en ellaboratorio, en el espritu de los maestros del hermetismo, se est obligado a concluir que no existe ninguna.

    La astrologa aplicada, que procede de los mismos postulados que la alquimia, dispone, sin embargo, ennuestros das de toda una serie de revistas y de obras serias, entre las cuales, no obstante, se impone uncribado severo. Ciertamente, la astrologa no exige verdaderamente conocimientos y formacionesespecializadas, si no son ciertas nociones matemticas elementales; es as al menos para aquellos cuyasambiciones se limitan a querer conocer la astrologa y practicarla para s mismos y para otros, o aun aconsagrarla una obra satisfactoria y digna de leerse, tras algunos aos de observaciones, de experiencia y derecoleccin de materiales estadsticos. No se llega de esta manera, evidentemente, a descubrimientos

    personales importantes ni a interpretaciones metafsicas profundas. Pero, es diferente la situacin para las

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    otras ciencias empricas? Ahora bien, la astrologa es esencialmente una ciencia emprica exacta, al menosla astrologa prctica, es decir, la del establecimiento de los horscopos. Sus errores de pronstico no son,

    por otra parte, ms frecuentes que los errores de diagnstico de la medicina moderna, a pesar de lasfacilidades incomparablemente ms grandes de que dispone esta ltima, con sus numerosos y excelentesauxiliares tcnicos. Pero es justamente porque hay que clasificar la astrologa entre las ciencias empricas(pues sus resultados pueden ser manejados por mtodos puramente estadsticos) que el adversario de estaciencia -sobre todo si es un sabio moderno- parece particularmente ilgico y en contradiccin con sus

    propios principios, al oponerla, para reducirla al absurdo, el argumento del porqu epistemolgico. Noignora acaso este adversario porqu la reunin de dos tomos de hidrgeno con un tomo de oxgenoconduce a la formacin de agua, o, incluso porqu se obtiene, por ejemplo, la combinacin 2Sb + 3FeS, porla fusin de Sb2 S3 + Fe? Si no es as, que explique pues, el porqu epistemolgico de toda afirmacinqumica en general, o de la repulsin y de la atraccin de los polos correspondientes y opuestos, sincontentarse con responder de una manera que no hara sino llevar ms atrs el problema. La investigacinatmica moderna, pese a lo avanzada, no ofrece mayor respuesta epistemolgica. Ahora bien, del mismomodo que el porqu epistemolgico no aparece justificado a propsito de las afinidades qumicas o de laatraccin y de la repulsin de los polos magnticos, es ilegtimo plantear esta pregunta a propsito de lasatracciones y repulsiones resultantes de las constelaciones planetarias o de las afinidades conforme a lasleyes cosmofsicas, en astrologa. En el primer caso, la cuestin sera el objeto de una teora delconocimiento de la qumica y de la fsica, de la misma forma que pertenecera a una teora del conocimientode la astrologa resolver la segunda. Ninguna de ambas cuestiones pertenece al dominio de las cienciasempricas, sino que requieren ambas del conocimiento metafsico (gnosis), de la visin intuitiva, de lafilosofa, de la ciencia oculta.

    Ciencia oculta! El trmino evoca en el espritu del hombre de ayer, de hoy, y probablemente demaana, sobre todo si se trata de un hombre que ha recibido una formacin cientfica, algo sospechoso,turbio, e, incluso si esta actitud es estrecha, es perfectamente legtima y fundada en la perspectiva de lamentalidad actual, que da as su justificacin subjetiva. La objecin lgica es siempre la misma. El hombrede ciencia moderna lo expresa poco ms o menos de la siguiente manera:

    La ciencia ha dejado de ser el privilegio y la propiedad exclusiva de una casta o de una sociedad secreta,como fue el caso antao, como resultado del grado de cultura y de evolucin de la humanidad y de lascondiciones econmicas y sociales de la poca. En nuestros das, la ciencia es un bien comn, internacional,

    accesible a todos, en la totalidad de sus disciplinas, mtodos y adquisiciones. Los laboratorios de fsica, dequmica, de fisiologa, de biologa, de bacteriologa, etc., con sus auxiliares tcnicos, ilimitados por asdecirlo y que se perfeccionan sin cesar, ofrecen las ms vastas posibilidades a la investigacin libre en todoslos dominios; las grandes bibliotecas pblicas, las colecciones de manuscritos y su circulacin internacionaldan a cualquiera la ocasin de informarse de la manera ms exacta sobre el estado de los conocimientos

    pasados y presentes, de asimilarlos y, entenderlos. La colaboracin sin reservas entre la filosofa, lasciencias humanas, las ciencias naturales y las tcnicas, tan caracterstica de la poca moderna, que ignora loslmites arbitrarios, garantiza para el futuro un progreso siempre ms rpido e irresistible en toda la lnea:entonces, cmo podra an tener sentido una ciencia oculta, en el sentido original del trmino? Sinconsiderar incluso cun antisocial e inmoral sera querer conservar para s descubrimientos o invencionesverdaderamente significativos y que tendran un gran alcance general, sobre todo si fuesen susceptibles deelevar el nivel econmico y sanitario del conjunto de la humanidad, cuando vivimos en una poca en la que,

    ms que nunca, el individuo est destinado a salir de su aislamiento para devenir un eslabn viviente de lasociedad humana.

    Conviene responder a esto que el punto de vista as formulado, con las exigencias que comporta, est perfectamente justificado para la ciencia moderna en toda su extensin, lo mismo que para todas lasadquisiciones que ella ha determinado, que proceden de ella y que toman un aspecto correspondiente alestado particular de su evolucin en el momento considerado.

    Pero, en lo que concierne a las ciencias ocultas, no se trata de ningn modo de "ocultar" o de "quererocultar" un dominio cualquiera del saber. Comprender el trmino de esta forma es engaarse enteramentesobre su significacin original, que nunca ha variado. Desde hace milenios, igual que hoy en da, al hablarde la verdadera ciencia oculta, el hermetista entiende un saber que no se puede adquirir por una disciplinacientfica o tcnica cualquiera, sino nicamente por el conocimiento suprasensible, obtenido al precio de unentrenamiento del alma y del espritu; un saber que se conquista en nuestros das, igual que los tiempos de

    antao, por la va de la iniciacin. Las experiencias y las vas a las que se pueden llegar por este camino sonlas mismas en todas partes. Lejos de ser subjetivas, los conocimientos as adquiridos tienen, pues, unarealidad objetiva de naturaleza espiritual, y la sntesis de estos conocimientos en una concepcin del mundo

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    es precisamente lo que el hermetista designa por el nombre de ciencia oculta: una ciencia que no se revela acualquiera sino segn la apertura de su alma y de sus disposiciones espirituales. Pero aqul que, gracias alo, encuentra el acceso a esta ciencia, deviene as su gerente y guardin absoluto. El o, nosce te ipsum, "concete a ti mismo", significa encontrar el macrocosmos en el microcosmos, oms an, segn el lenguaje de Paracelso, contemplar en el Astro del pequeo mundo (uno mismo) el Astrodel gran mundo (astrologa espiritual). Es as que el hombre es "la medida de las cosas", o, como lo formulaLeonardo da Vinci: "El hombre es el modelo del mundo." Siempre es lo mismo en todas partes.

    Aqul que ha franqueado el umbral del templo que lleva este o se encuentra, segnParacelso, "en la luz de la naturaleza"; ve con el ojo interior del alma, es hermetista. "Aprende por esto laalquimia, que lleva tambin el nombre de Espagiria que ensea el arte de separar lo falso de lo verdadero.

    As es la luz de la naturaleza"(Paracelso).

    Examen histrico

    Estas consideraciones explican al mismo tiempo porqu no existe sobre la alquimia, sobre la espagiriaterica y prctica, obra alguna, publicada en los ltimos ciento cincuenta aos por un iniciado, que pueda

    comunicar al buscador esclarecimientos tericos y sobre todo consejos prcticos. Esto es igualmente ciertopara las literaturas alemana y extranjera, bien que los franceses se hayan acercado a esta disciplina marginalcon mucha menos prevencin, con una actitud mucho ms dedicada y resuelta de lo que ha sido el casoentre nosotros, en Alemania. Eruditos notables han consagrado, sin embargo, al conjunto del tema estudiosmuy concienzudos y meritorios, para obtener de ellos una historia de la alquimia concebida en un espritu

    positivista, como es el, caso de la obra publicada en 1886 en Heidelberg por Hermano Kopp, o de la obraenciclopdica del profesor Edmund von Lippmann sobre el origen de la difusin de la alquimia(Entstehung und Ausbreitung der Alchymie, vol. I, Berln 1919; vol. 2, 1931; vol. 3, Weinheim 1954).Estos trabajos representan una rica coleccin de materiales cuyo valor para la historia de la civilizacin esconsiderable, pero la actitud racionalista de los autores con respecto al tema tratado y su mentalidaddemasiado sujeta a las concepciones del tiempo, les impiden acercarse a la esencia y al espritu delhermetismo en tanto que ciencia oculta. Se est as lejos de satisfacer las condiciones requeridas para guiarel paso del lector, an incierto y a tientas, y permitirle descubrir la puerta secreta y nica desde la que es

    posible embarcarse para el viaje aventurero, en busca del vellocino de oro. La ltima estrofa de un viejopoema alqumico ingls dice:

    Pues es preciso que lejos, lejos viajePor mar y pases vagabundosEl que busca los viejos montesDonde se encuentra la Piedra de los Sabios.

    Desde que los verdaderos hermetistas entraron en la sombra un poco antes de la Revolucin francesa-el mejor, de lejos, de todos los libros de lengua alemana escritos en el espritu alqumico, es La historia de

    la alquimia de KarlChristoph Schmieder, publicado en La Haya en 1832, el ao mismo de la muerte deGoethe, lo que no podr aparecer como una coincidencia fortuita, simple capricho de la pequea historia, alos-ojos de quien tenga la menor intuicin de las correspondencias profundas. La manifestacin de losacontecimientos -trtese de la historia o de la historia del espritu en su desarrollo cronolgico- obedece aleyes cosmofsicas determinadas que se manifiestan a menudo bajo esta forma simblica, precisamente conocasin de fenmenos secretos, pero que no son por ello menos esenciales.

    Schmieder no era un iniciado del hermetismo, pero haba baado su juventud en los ltimos afluentesde la tradicin alqumica, incluso si su perfume estaba ya casi desvanecido. Su disposicin de espritu era talque, tras haber consagrado decenas de aos al estudio en profundidad e imparcial del universo alqumico yal examen escrupuloso de las tradiciones, debi sentir que se encontraba ante realidades que convenaabordar con discrecin y respeto. Este espritu gua toda la concepcin de la obra. Para testimoniarlo, bastereproducir aqu el corto prefacio, tan bello y ejemplar:

    "Se expondra a una justa reprobacin el que quisiera volver a poner en entredicho una causa juzgaday desde hace largo tiempo entendida, y se podra bien parecer ser aqu el caso, a los ojos de los numerososlectores.' Es cierto: la alquimia ha perdido su proceso en primera instancia; pero si ella ha encontrado

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    despus nuevos medios jurdicos, sigue siendo libre de introducir una demanda de revisin. Los siglospueden muy bien transcurrir; ello no podra tener prescripcin a este respecto, pues la verdad es eterna yno debe ser condenada.

    "En muchas aulas de enseanza se juzga naturalmente que el asunto est zanjado. Pero escucharquiere decir dejar a los otros pensar para si: el estudio debe venir a continuacin. Para m, el perodo deescucha se sita en una poca en el que este proceso pareca llegar a su conclusin. Hombre joven deveinte aos, juraba pues, por la palabra del maestro que la alquimia era un cuento inventado por el engao,

    y el joven doctor de entonces no dejaba de menospreciar con soberbia a los que pensaban diferentemente.El hombre de treinta aos encontraba ya cosas que lerepugnaba tomar en consideracin. El cuadragenariolea cada vez ms y devena soador de ella. Y es as que el quincuagenario lleg a no saber qu deba

    pensar."Fui mortificado y pronto decid engancharme de una buena vez a la tarea, a fin de investigar e1

    verdadero fondo del asunto. Los maestros que habamos escuchado no haban dejado de hacerlohonestamente; yo estaba lejos de dudarlo. Pero desde aquellos tiempos, nuevos hechos han venido aaadirse a los antiguos y se ha aprendido igualmente a conocer mejor a los antiguos. Ms an, en lostreinta aos de mis estudios, se han producido eventos que permiten dudar que el cdigo en virtud del cual

    fue juzgado el proceso siga siendo vlido todava."No todo hombre encuentra el tiempo y la ocasin de reunir las actas necesarias para obtener una

    vista de conjunto del asunto. Ofrezco al que lo desee lo que he reunido y comparado. Si esto puede serletil, seria dichoso de saber que no slo he rendido servicio a m mismo. Lo que refiero est probado. Loque pienso est netamente separado y no debe influenciar a nadie.

    En casos de este gnero hay que saber separarse de una opinin devenida cara parasometer a unnuevo examen lo que ya pareca probado. Hay que saber imponerse hacer la abstraccin de la inverosimi-litud para examinar una cosa inverosmil. Grandes pensadores nos invitan a ello. As, Sneca confiesa:Quod primum incredibile videtur, non continuo falsum est; credo si quidem faciem mendacii veritas retinet.YVoltaire dice casi en los mismos trminos: Lo verdadero no siempre es verosmil.

    Bien que hayan transcurrido ciento veinticuatro aos desde la publicacin de este prefacio, laafirmacin que contiene conserva todava todo su valor.

    Ciertamente, al examen superficial, la obra de Schmieder no es ms que una revisin histrica de lasinvestigaciones y descubrimientos, fracasos y triunfos de los alquimistas, desde los comienzos, de los que la

    historia conserva el testimonio hasta la aurora del siglo XX, cuando laalquimia se, retir ante el progresocontinuo de las ciencias positivas. As, quien abra este libro con la nica esperanza de encontrar en lconsejos y sugerencias para la prctica alqumica, no hallara en l su cuenta. En cuanto al aspectoteraputico del arte espagrico, que debe sobre todo interesar a la mayora de los lectores de este libro, esteaspecto no es, por as decirlo, tomado en consideracin. Pues lo que se designa por yatroqumica (medicinaalqumica) no es en realidad sino un aspecto secundario y accesorio de la verdadera alquimia.

    Espiritualidad e iluminacin de los maestros

    Es verdad que los grandes alquimistas eran tambin grandes mdicos -y en primer lugar Paracelso y VanHelmont-, ya que la segunda cualidad resulta directamente de la primera; no es tambin la piedra filosofalel elixir de la vida y la medicina suprema? Mas, para el alquimista autntico, esta facultad de curarse y derejuvenecerse no era ms el trmino y el objetivo final de lo que lo era "hacer oro", o ms exactamentetransformar un metal inferior en metal noble. La lapis philosophorum es, antes bien, el ms perfecto de los

    presentes terrestres y temporales, que le cae en gracia en cierto modo como un fruto maduro al que haseguido "en la luz de la naturaleza" el camino de la iniciacin de los alquimistas, y ha llegado en l a unaetapa determinada. Aquellos, por el contrario, que no se dedican a la Gran Obra ms que para hacer oro y

    para encontrar el elixir de larga vida, siguen siendo vulgares sopladores y aventureros que no cesan en todasu vida de errar con los ojos vendados en la niebla que rodea al templo hermtico. Mejor que a ningunosotros les conviene la palabra de Cristo: Amontonad primero los bienes del cielo y todas estas cosas os serndadas por aadidura.

    Pero siempre hubo hombres que poseyeron por iluminacin interior los conocimientos sobre lanaturaleza y sobre la preparacin de la piedra filosofal, que han hablado de ello abundantemente en sus

    escritos, sin haberla, sin embargo, preparado ellos mismos, porque en su alma "ya estaba hecha". JacobBoehme fue uno de estos grandes tesofos y msticos. La preparacin prctica de la piedra no fueemprendida ms que por sus discpulos y sucesores, como Valentn Weigel y Sincerus Renatus.

    Todos los maestros de la alquimia colocan sus escritos y su trabajo hermtico bajo el signo de la

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    Invocatio Dei. As, Basilio Valentn, al comienzo de su tratado De la gran piedra de los antiguos sabios(Vom grossen Stein der ur-alten Weisen):

    "Es por esto que te digo, con toda veracidad, que si quieres, hacer nuestra gran piedra antigua, siguemi consejo y ora por todas las cosas a tu Dios, el autor de todas las criaturas, para que te d fortuna y

    prosperidad en tus empresas. "

    Y en otro lugar:

    "As, la primera leccin y exhortacin no puede ser confirmada ahora mejor que por la oracin quetiene nombre y que es: Invocatio dei, la invocacin de Dios."

    Un codicilio atribuido a Raimundo Lulio comienza as:

    "Oh, Dios, es bajo los auspicios de tu trinidad, que no comporta atentado alguno a la unidad de tudivinidad, que comenzamos el presente resumen. "

    Alano (Alain de Lille), el ms antiguo de los alquimistas franceses, escribe:

    "Hijo mo, adhiere antes tu corazn a Dios que al Arte, pues el Arte es un don de Dios y lo acuerda aquien l quiere; as, pues, que tu paz y tu gozo sean en Dios y tendrs el Arte. "

    Es en este estado de alma que los alquimistas franquean el umbral de su laboratorio para emprender laGran Obra.

    El sabio de hoy en da y de maana -mdico, fsico o qumico puede muy bien sonrerse ante estacaduca forma de abordar la naturaleza; es as que no recoge del aire ms que el zoe, y no el mercurio delos filsofos.

    Y, no es acaso en el mismo espritu que Rudolph Steiner dice, volvindose hacia el futuro: "La mesade los laboratorios debe volver a devenir un altar"?

    Se descubre tambin en la obra de Schmieder una ltima traza del presentimiento de que existe unaregin fronteriza, una tierra sagrada. Se percibe claramente, pese a la discrecin del lenguaje, el dominio des y la reserva escrupulosa del sabio historiador. Es por esto que este libro se distingue de todas las otras

    publicaciones que trataron del mismo tema en el curso de los ltimos ciento cincuenta aos. As, aqul quetome este libro para punto de partida de sus estudios alqumicos no encontrar en l sin duda consejos parael trabajo prctico en el laboratorio; como contrapartida, la obra sabr crear alrededor del lector laatmsfera indispensable para quien desee abordar su bsqueda con la comprensin ntima y la penetracinespiritual que convienen.

    Se encuentran igualmente en la literatura alemana moderna escritos aislados cuyo origen es el mismo ode una inspiracin vecina. As, el Tratado sobre la medicina (Traktat ber die Heilkunde), de Hans Bl-her, aparecido poco despus de la primera guerra mundial. Este libro examina magistralmente el

    psicoanlisis freudiano y la tendencia de su evolucin. Pero su mrito esencial es el de exponer todo lo que,desde Hipcrates, es practicado bajo el nombre de medicina y de teraputica, situndolo en la perspectivageneral de la historia de las ideas. Blher distingue netamente ciencia sagrada y conocimiento, en tanto que

    problema de las profundidades (hermetismo, alquimia y ciencias iniciticas), por una parte, y empirismo,completamente superficial, por la otra, tal como el que se ha manifestado e impuesto desde Hipcratescomo la nica ciencia de la naturaleza. He aqu algunas pginas escogidas al azar, a ttulo de ejemplo:

    " . . La medicina ha sufrido un segundo perjuicio grave por causa de la qumica. Se ha producido, enefecto, en el interior de esta ciencia contempornea exactamente el mismo abandono que en la medicina enrelacin con un saber sacerdotal original. Este saber original (regido por conocimientos primordiales) sellama alquimia... La idea fundamental de la alquimia es el perfeccionamiento o cumplimiento de losminerales por una ascensin hacia el oro (y de las plantas hacia `el trigo'). Pero todas las ciencias

    primordiales tienen una estructura doble y, en su significacin profunda, la alquimia encierra la idea deque el hombre (el microcosmos) recorre por su parte el camino hacia el `oro' (el macrocosmos). Latransformacin de los minerales en oro debe acompaarse en el hombre de un caminar interior paralelo,

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    que le conduce igualmente a la perfeccin. Como se sabe, la alquimia de la Edad Media ha naufragadopor la indignidad de los alquimistas.2

    "Leonardo da Vinci y Pico de la Mirandola tenan todas las razones de oponerse a los alquimistas y alos astrlogos de su tiempo, y de acusarles de charlatanera. Es verdad que los minerales se dejan efecti-vamente transformar en oro, y el camino para ello est trazado por la naturaleza; pero encontrar estecamino exige cualidades que se buscarn vanamente, por ejemplo, entre los sabios de hoy en da. . . Se sabeque la alquimia se desplom bajo la indignidad de los alquimistas que no tenan en mente ms que `hacer

    oro' y enriquecerse. La qumica moderna ha salido de los detritus de la alquimia; es por ello que hay quesaber que es una ciencia de segundo orden, y, en consecuencia, inferior a la alquimia e indigna de serlacomparada. Pero la qumica es al menos neta y clara, lo que facilita la tarea de sus discpulos.

    "Continuando el estudio de estos fenmenos de desarreglo de la ciencia, encontraremos toda una seriede eventos que conducen al mismo resultado. La antigua ciencia de los astros (astrologa) se oscureci porlas mismas razones, para renacer bajo forma de segundo orden en la astronoma moderna. No hay, sinembargo, que olvidar a este respecto que los creadores de esta ciencia, sobre todo Coprnico, Kepler, y aunel mismo Newton, no se parecan apenas al astrnomo moderno; Coprnico no era solamente astrlogo,

    sino tambin mdico, y uno imagina que el cannigo de Frauenberg no podra apenas ser un simpleseguidor de Hipcrates. . .". . .Perovolvamos a la qumica y a su objeto. Como es una ciencia de segundo orden, no tiene, por tanto,tendencias microcsmicas, y basta con una cabeza ingeniosa para practicarla. Ella se ha arrojado sobre lamedicina, y en particular sobre las hierbas medicinales. Paracelso ha dicho con este motivo las cosas ms

    profundas. No sospechamos ya qu fuerzas incitan a las praderas, los roquedales y los pantanos. El puntode vista qumico es simple a este respecto: lo que cura no es la planta entera, sino nicamente un desechoque, ella encierra y que se puede extraer, e incluso -he aqu el triunfo- preparar `sintticamente.' No setrata del t, sino de la `tena; no del caf, sino de lacafena, no de la adormidera, sino del `opio y susderivados'. El qumico considera la planta en algn modo como una envoltura diferente de estos desechos,como una diversin en el fondo intil, aunque encantadora, de Dios. Por ciertos procedimientos qumicosaplicados sin el menor escrpulo, se extrae este desecho de la planta, hasta que no queda sobre la mesams que un pequeo polvo blanco. La alquimia designaba los fenmenos qumicos por el trmico `coccin'

    y -en su perodo de expansin- restringa su empleo, definindola como lo que el esto hace con losfrutos. ("La maduracin de los frutos es la coccin natural", dice Paracelso). El pequeo polvo blanco

    sirve a continuacin a la confeccin de pldoras de las que se apodera el mundo de los negocios; as sedesencadena el gran sabbat de los hechiceros de la industria farmacutica. Todo ello no tiene ya nada quever, naturalmente, con el arte de curar. Del mismo modo que cada jardinero sabe que tal manzana

    particular debe ser recogida tal da, sin lo cual sera cida o devendra pasada de madura, as la viejamedicina conoca la hora, es decir, el factor tiempo, de las hierbas medicinales vivientes. Esta hora esindicada por la posicin de los astros, a condicin de que se conozca realmente la naturaleza de cada

    planta particular. No se trata de considerar la virtud curativa de una planta como un dato; esta virtud noest invariablemente presente, como el peso. Debe ser dirigida. No habiendo sido recogida y absorbidaa la hora conveniente, `el tiro sale por la culata' y la planta no produce efecto (Paracelso). Se encuentran aeste respecto unas maravillosas palabras en elParagranum: `Advierte bien esto: qu vale el remedio quedas para la matriz de las mujeres si no eres guiado por Venus? Qu podr tu remedio para el cerebro, sinser conducido por la luna? Y lo mismo para los otros astros: permaneceran todos en el estmago, y

    volveran a salir por el intestino, quedando sin efecto. Pues he aqu la razn de ello: si el cielo no te esfavorable y no consiente dirigir tu remedio, no llegars a nada. El cielo debe guiarte'. As, y de otrasmaneras todava, lo `qumicamente puro' se opone al producto sometido a la coccin y al afinadoalqumico. La medicina de Hipcrates ha conducido pues a la destruccin de todo un imperio que tenemosahora que reconquistar, pues no hay duda de que la medicina, como el mundo moderno, atraviesa en el

    presente una grave crisis. La fe en la medicina enseada en las facultades baja un poco ms cada da,mientras que se refuerza y se precisa el oscuro sentimiento de que la antigua alquimia y todas las otrasciencias primordiales estn en la verdad. Corresponder en primer lugar a los mdicos que se inspiren enlos mtodos naturales de restituir a la medicina su poder perdido. Entiendo por medicina `natural' la que,al romper el lazo contra natura entre la medicina, y las ciencias naturales exactas, restablece su antiguolazo con la religin."

    2Nota del autor: Se trata, naturalmente, no de los maestros y adeptos, sino de los bribones, de los aventureros, de los vagabundosde la alquimia, en el curso del perodo de decadencia.

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    El error de los psiclogos

    Este extracto del Tratado sobre la medicina de Hans Blher muestra que un autor perteneciente anuestra familia espiritual, incluso si viene de una direccin diferente, llega a las mismas conclusiones, pues

    se trata aqu de realidades csmicas.En cuanto a la estrecha concepcin segn la cual el proceso alqumico se refiere exclusivamente a unarealizacin espiritual, esta opinin fue defendida por primera vez por un mdico tesofo, cercano al crculode H. P. Blavatsky, el doctor Franz Hartmann. El autor, muerto a fines del siglo ltimo, expresa estaconcepcin en sus dos obras:La medicina de Teofrasto Paracelso (Medizin des Theophrastus Paracelsus)

    y Esbozo de las doctrinas de Teofrasto Paracelso (Grundriss der Lehren des Theophrastus Paracelsus).En un estudio fundamental, publicado en la edicin de 1936 del Eranos Jahrbuch, el profesor R. Bernoulli,de la Escuela Politcnica Federal de Zurich, opone a esta concepcin la idea de las correspondencias':vuelve as a colocar el problema en la nica perspectiva vlida, pues comprende que todo lo que esrealizable en el dominio del alma y del espritu debe tener en el mundo de la materia su polo y su efectocorrespondientes y puede, por tanto, conseguirse ah de una manera fisicobiolgica, igual que sobre el planometafsico.

    "Si consideramos que la ebullicin en la cornuda corresponde a un acontecimiento espiritual,fisiolgico, astral, lo que se expresa aqu de una cierta manera es una fase del drama csmico divino, queeste acontecimiento particular se refleja en todos los dominios concebibles y representa al mismo tiempo elefecto producido por el conjunto de estos factores, entonces la alquimia se revela como un allisisverdaderamente global, como una tentativa de reconocer en los particular la manera de ser del todo: Pero

    si olvidamos aquello, nos encontramos evidentemente en la situacin fatal que consiste en no ver ya en laalquimia sino una qumica imperfecta: es qumica imperfecta, pero no slo eso. Ella es la doctrina de lascorrespondencias en todos los dominios. Nuestras concepciones actuales nos impiden aceptar esta formade pensamiento. Contiene una afirmacin que no puede ser probada y que no podra, por tanto, tener valorcientfico."

    "Si, como contrapartida, queremos comprender la alquimia aunque no fuera sino aproximativamente,debemos aceptar que esta doctrina de las correspondencias se aplica sin restricciones a su domino. "

    El estudio de R. Bernoulli, ilustrado, por otra parte, por algunas reproducciones de smbolosalqumicos, trata esencialmente de la evolucin espiritual de los alquimistas, como asimismo lo indica elttulo del ensayo. La alquimia, la verdadera alquimia es, en efecto, una experiencia inicitica y lo que eladepto hace aparecer en el laboratorio no es ms que un fenmeno secundario, correspondenciacosmofsica. Tanto la una como el otro son fenmenos reales: la primera se desarrolla en el crisol del alma,mientras que el segundo tiene lugar en el crisol del laboratorio alqumico.

    De manera calurosa y convincente, Bemoulli habla de esta experiencia interior en el penltimo y brevecaptulo de su conferencia, con los acentos de un autntico respeto:

    El camino de la metamorfosis, la trasmutacin alqumica

    "Y he aqu el gran e importante captulo: Cmo se hace esto? Cul es el camino que conduce a lameta? Es la vida de la trasmutacin, de la metamorfosis. Puedo hablar de ello brevemente. Hay sobre el

    prtico de la catedral de Trogir, en Dalmacia, un pequeo bajorrelieve finamente ejecutado que muestra alalquimista sentado ante su horno, en el que est encendido el fuego. Ha colocado su cornuda sobre el

    fuego. Con la mano izquierda, eleva una copa. Flotando en el aire, un ngel se acerca y vierte el elixir de lalarga vida en la copa. La imagen significa: sus propias fuerzas no le bastan al hombre para recorrer estecamino, pero triunfar quiz si despierta en alguna forma al gua y conductor que duerme dentro del

    hombre y que puede a continuacin dirigirlo. La prctica de este camino, -dicho de otro modo, de latransmutacin, la metamorfosis de lo imperfecto o incluso de lo demasiado perfecto- esta obra tan grande ylaboriosa fue la meta, el objeto de todos los esfuerzos de la alquimia mstica a lo largo de los siglos. Pero

    seguir siendo para nosotros un secreto, pese a todas nuestras lecturas y a pesar de todo el celo que

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    pongamos en querer captar su significacin. He experimentado yo mismo ltimamente la dificultad decomunicar algo esencial sobre esta metamorfosis. A pesar de todos nuestros esfuerzos por ser claros, escasi imposible hacerse entender. Pues en la prctica de este camino, se trata de experiencias que debehacer uno mismo. Si se habla de ello, como lo hacen los textos alqumicos, la cosa no deviene ms clara. La

    particularidad de este camino es que uno se apercibe de golpe, una vez vivida la experiencia, de lo que lostextos queran decir. Los alquimistas mismos saban muy bien que pocas cosas pueden decirse nicamentecon las palabras. Es por esto que buscan refugio en las imgenes simblicas. Su papel es el de expresar lo

    indecible. La vida debe ser indicada por las imgenes."

    En el mismo volumen del Eranos Jahrbuch que encierra el estudio de Bemoulli, se encuentraigualmente una conferencia del profesor C. G. Jung, trabajo preliminar de la obra Psicologa y alquimia(Psychologie und Alchimie), que deba aparecer en 1944. El psiclogo suizo intenta aqu someter a unexamen fundamental al simbolismo alqumico y a las formas de experiencias psquicas profundas en sus re-laciones con la alquimia. Nuestro propsito no es aqu el de apreciar esta tentativa de apoyar las teoras

    jungianas sobre un material excepcionalmente abundante reunido en 270 figuras. Para nosotros se tratanicamente de oponernos de la manera ms categrica a la concepcin de Jung, que coincide con la deldoctor Franz Hartmann. En efecto, la autoridad del psiclogo suizo corre el riesgo de transformar unaspecto totalmente parcial de la alquimia en una afirmacin cientfica. La tesis errnea de Jung aparececomo totalmente superficial para quien la examine desde una perspectiva espiritual elevada. En efecto,segn esta tesis, las instrucciones y las imgenes alqumicas se refieren nicamente a la interpretacin delos eventos que interesan a la evolucin psquica. Pero aqul que ha sabido orientarse en los crculos de laexperiencia alqumica, y que ha seguido el camino de la alquimia prctica, en lugar de racionalizar a

    propsito de su lenguaje cifrado y de su universo simblico, constata: que la famosa piedra filosofal, elmisterioso elixir, puede ser preparado. Los grandes maestros inmortales del hermetismo, Basilio Valentn,Isaac el Holands, Nicols Flamel, el conde Bernardo de la Marca Trevisana, Paracelso, y tantos otros, in-dican sin ambigedad en sus escritos el camino a seguir en el trabajo prctico, incluso si se expresan con

    palabras cubiertas y en parbolas. Toda persona no prevenida que haya estudiado sus obras debe llegar aesta conclusin, sin que sea, no obstante, necesario que encuentre la clave misma. Para ello tiene queadquirir el sentido de los smbolos por una larga preparacin. Sobre este punto al menos Jung tiene cier-tamente razn. Pero el psiclogo suizo hace una hiptesis arbitraria y completamente errnea, que

    solamente puede ser explicada por la influencia del estado permanente de las ciencias naturales, cuandoescribe: No hay por otra parte la menor sombra de duda de que durante todos los siglos en los que se hatrabajado seriamente, no se produjeron nunca ninguna verdadera tintura, ningn oro artificial. Puede

    preguntarse entonces: qu es, pues, lo que ha determinado a los alquimistas a continuarimperturbablemente su trabajo o -como ellos dicen- su operacin, y a escribir tratados sobre tratados

    sobre `el arte divino' ya que toda su empresa era de una desoladora inutilidad?"Otros tiempos que noestn quiz demasiado lejanos- traern un juicio diferente. De hecho, existen testimonios incontestables detransmutaciones efectuadas en los siglos XVI, XVII y XVIII., y no es siquiera necesario remontarse tanlejos. . . Es as tan incomprensible como lamentable que un investigador de la calidad de C.G. Jung notenga el odo lo suficientemente fino para percibir, en el curso de su estudio en profundidad de la alquimia,el convincente acento de autenticidad en los escritos de los verdaderos maestros, cuando hablan, por su

    propia experiencia, de la realidad de la Gran Obra que ellosmismos han llevado a cabo. Se habra podido

    esperar encontrar en Jung un instinto ms seguro.Ante la incontestable importancia que reviste la obra de Jung para la psicologa, pues sita a la

    alquimia por primera vez en una perspectiva enteramente nueva y que se impone a la atencin de toda in-vestigacin psicolgica futura (es para el alquimista mismo para quien menos til es el libro), el que conocela alquimia y sabe que sus datos son realizables en la prctica est obligado a recusar expresamente estaobra a causa de su parcialidad, pues este libro aleja al investigador de su meta en lugar de acercarle a ella.Evidentemente, un propsito como se no entraba del todo en las intenciones del autor. Sin embargo, alnegar que las aspiraciones alqumicas puedan realizarse sobre el piano de la materia, sin haber hecho lmismo la experiencia de ello, peca -y este es el reproche que se le hace- contra la ley de las correspon-dencias: lo que est arriba es como lo que est abajo.

    La necesidad del secreto

    En un mensaje enviado por el adepto ingls Theodore Mundanus a Edmond Dickinson, se dice: "Noparece que sea en la intervencin particular de la providencia que, no, solamente el populacho grosero,

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    sino incluso los sabios y las gentes ms perspicaces, han rechazado tenazmente este asunto y vuelto al Arteen escarnio como un absurdo y como la ms grande locura de la tierra, sin examinar lo que se producerealmente, ni considerar si la cosa, por su naturaleza misma, es posible. En otras controversias, loshombres sabios-y avisados se toman generalmente el esfuerzo de adquirir una nocin justa del objeto, antesde rechazarlo como perfectamente absurdo; pero aqu se comienza lo ms a menudo por condenar elconjunto de la cuestin, con la ms total desconfianza... Los adeptos estn acostumbrados a ello y nootorgan ms importancia a las palabras de este gnero que al melodioso rebuzno de un asno. Estas

    calumnias no empastarn su gloria, ya que la conservacin de su persona y la salvaguarda de su secretoexigen que ellos se eleven por encima de estas necesidades. "

    Que no se espere, pues, que el presente estudio levante el velo del secreto preservado durante mileniospor los maestros del hermetismo, ni que entregue as un saber que slo la iniciacin permite adquirir o que-hoy como antao- los maestros ocultos transmiten de boca a odo a los discpulos cuyo silencio est

    probado.

    Que se encadenen mrito y oportunidad,Los necios nunca lo han soado.Si tuvieran la Piedra de los Sabios,

    A la Piedra la faltara el Sabio.

    Estas estrofas en la boca de Mefistfeles resumen con una maravillosa concisin lo que en todo tiempoha decidido a los alquimistas a guardar silencio sobre el misterio o a no hablar de l sino en trminoscubiertos. En la respuesta a Edmond Dickinson, ya citada, Theodoro Mundanus expresa esta idea de lamanera siguiente:

    "Pero si la piedra tiene la accin y el poder maravilloso que sabemos, no es sorprendente que los sabios de todos los siglos se hayan esforzado tanto por guardar su materia secreta, sabiendo bien que,cada en el dominio comn, manos indignas y depravadas podran servirse de ella, y causara entoncestanto mal como permite hacer de bien. Esta es la nica razn por la cual han consagrado tantos esfuerzos aocultar ante todo su primera materia y a trabucar y envolver la verdad de la cosa por toda suerte deexpresiones oscuras y enigmticas. "

    Theodoro Mundanus responde igualmente a la objecin que se escucha en nuestros das tan a menudocomo antao: por qu los maestros hermticos describen el proceso alqumico, si es para callarlo o almenos velar lo esencial de l?

    "Pese a la apariencia ardua y misteriosa de los escritos filosficos, los discpulos de esta ciencia debenconsiderarlos con gratitud a causa de la penosa labor que ha costado a los que no han emprendido estasobras ms que por caridad y voluntad deservir. Pues los autores no han buscado en ellas ni gloria ni

    provecho, obligados como estaban a ocultar su nombre. Todo lo que ellos han hecho encuentra su origennicamente en su deseo sincero de ofrecer en cierta forma un hilo de Ariadna que pueda guiar a los niosdel Arte a travs del laberinto alqumico. En toda la medida de lo posible queran facilitar la tarea de losbuscadores, sin por otra parte revelar el Arte al profano ni entregar la casta Diana a los apetitos de los

    poderosos y de los ricos, que podran ms fcilmente asegurarse su posesin si bastase con invertir en elloel suficiente dinero. Y ya que los filsofos han hecho todo lo que est en su poder, corresponde a losdiscpulos del Arte hacer el resto, es decir, entregarse al trabajo y a la oracin y esforzarse por descubrir el

    sentido de estos escritos por una reflexin sostenida y por la persecucin incansable de experiencias bienmeditadas, que son sus mejores comentarios. "

    Algunos jalones para la investigacin

    No obstante, para facilitar los comienzos del que se proponga consagrarse a la alquimia terica yprctica, sealamos aqu las principales obras que ofrecen la mejor introduccin; pues los libros alqumicosson legin, engaosos y despistantes, bien hechos para desesperar a la mayor parte de los lectores, antesmismo de que hayan podido plantar el pie. Las obras sealadas aqu no contienen ambigedad alguna, ni

    intencin de extraviar, bien que expresen naturalmente el secreto hermtico en trminos encubiertos yparbolas. Son: Elsecreto de la Sal(Das Geheimnis von dem Salz), escrito y publicado por Elias ArtistaHermetica; ABC de la Piedra de los Sabios (ABCvom Stein des Weisen) -una coleccin de los ms

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    importantes textos alqumicos;La brjula de los sabios (Compass der Weisen); Georg Von Welling: OpusMago-Cabbalisticum et Theosophicum, en la que son descritos el origen, la naturaleza, las propiedades y elempleo de la sal, del azufre y del mercurio, en tres partes (Opus Mago-Cabbalisticum et Theosophicum,darinnen der Ursprung, Natur, Eigenschaften und Gebrauch des Salzes, Schwefels, und Mercuri indreyen Theilen beschrieben); el Laboratorium chymicum de Johann Kundel von L wenstern; la obraregia de los Rosa-Cruces:Aurea Catena o La Cadena de Oro de Hornero (Golden Kette des Homer) y, enfin, La historia de la alquimia, de Karl Christoph Schmieder, ya mencionada al comienzo de este libro. Los

    grandes maestros hermticos: Paracelso, Basilio Valentn, Isaac el Holands, no pueden ser abordados conprovecho ms que despus de un estudio profundo de las obras arriba mencionadas, que permiten adquirirlas bases necesarias a la comprensin de estos ltimos.

    El que prosiga sus estudios alqumicos, en este orden tendr -supuesto que tenga la disposicin deespritu necesaria- una lejana oportunidad de conseguir la meta final y verdadera, sin extraviarse demasiadoen los desvos que conducen finalmente a un laberinto del que ya no es posible salir sin el hilo de Ariadnahermtico. Aadamos tambin los ttulos de algunos escritos alqumicos: Filum Ariadnes, AbyssusAlchymise, Purgatoriode los Qumicos (Fegfeuer des Chymisten),Redencin del Filsofo del Purgatoriode los Qumicos Erlsung der Milosophen aus dem Fegfeuer des Chymisten), Coelum reseratumchymicum, y tambin Le Triomphe hermtique ou la Pierre Philosophale victorieuse, Clavissapientiae, Aula Lucis y, finalmente, conquistada la victoria: El Vellocino de Oro o elantiguo Tesoro ocul-to de los Sabios(Das goldene Fliess oder urlteste verborgene schatz der Weisen).

    Desviaciones y resoluciones

    Puede uno extraarse de que este extrao dominio, inabordable y desacreditado, haya seducido en elcurso de los siglos, e incluso de los milenios, a tantos iluminados, charlatanes, bribones y aventureros que,atrados por el tesoro, escondido desde tiempos inmemoriales, que est permitido descubrir, hayan cado

    bajo el encanto de su claroscuro misterioso? Es verdad: la historia de la alquimia est llena ms que ningunaotra de los acontecimientos ms fantsticos y de los ms inverosmiles, buenos hechos para inspirar la

    prudencia con respecto a todo lo que viene de este dominio; y el descrdito que sufre la alquimia no tieneotra razn. Pero, hay por ello que rechazar del mismo golpe las transmutaciones atestiguadas por testigosirrefutables y contar a los verdaderos adeptos, de un valor moral y espiritual, en el nmero de los estafadores

    o, en el mejor de los casos, en el nmero de los engaadores engaados? El problema no se deja resolver deuna manera tan precoz. La ciencia de ayer, de hoy y de maana puede bien no haber acuado estas monedasy rehusar, por lo mismo, reconocerlas: un futuro no demasiado lejano lo juzgar todo de otro modo. Sinembargo, la aureola que rodea a la alquimia todava en nuestros das contina provocando tentaciones yextravos sumamente extraos de los que el autor podra contar ejemplos sacados de su experiencia de msde cuarenta y cinco aos, desde que se consagr a la alquimia, y la extravagancia de estas divagaciones nocedera apenas ante los relatos de los siglos pasados.

    Si se considera la primera mitad de nuestro siglo, se constata -como se ha dicho al comienzo de esteestudio- que no solamente los elementos medianamente o poco educados, sino incluso y sobre todo loscrculos verdaderamente instruidos y hasta los medios cientficos propiamente dichos, se desvan cada vezms de una concepcin puramente materialista y se aproximan a las ciencias llamadas marginales. Elfenmeno se ha acentuado particularmente desde la primera guerra.

    Una sola disciplina, aparecida hacia 1923, y que desde su entrada en escena no deja de extenderse, esincontestablemente espagrico-alqumica en su naturaleza, aun cuando los que la practican no quisieranconvenir en ello y objetasen quiz que su ciencia se funda exclusivamente sobre las concepciones filosficasde la antroposofa. Lo admitimos de buena gana! Pero el mtodo as practicado no es por ello menosalqumico, y es preciso que lo sea, ya que esta va de conocimiento no puede sencillamente conducir a otrofin: las realidades y las leyes cosmofsicas permanecen como datos permanentes, y el iniciado visionario no

    puede obtener en nuestros das un resultado diferente del que obtena antao el adepto, si ambos perciben lasinterrelaciones csmicas `en la luz de la naturaleza' -para designar esta visin intuitiva en las palabras deParacelso-, en su realidad espiritual. La naturaleza, dice Goethe, vive en un acto creador continuo. Slo elaprendizaje que permite desarrollar esta facultad del alma y del espritu ha devenido diferente, y este cambioest determinado por la situacin psicolgica fundamentalmente diferente del hombre moderno.

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    La agricultura biolgica se deriva tambin de la alquimia

    La disciplina que se puede calificar de espagrico-alqumica, y que ha podido registrar xitos tanexcepcionales en el curso de la treintena de aos de su existencia, es el procedimiento de abonado

    biodinmico, establecido en su tiempo por Rudolf Steiner. Este procedimiento representa una innovacinfundamental para la agricultura, la jardinera y la silvicultura, y las imprime una nueva orientacin cuyosefectos no aparecern plenamente ms que en el porvenir. Los lectores que deseen informarse ms

    completamente sobre esta cuestin encontrarn aclaraciones tanto en la revista Demeter como en lacoleccin GaSophiapublicada por la seccin de ciencias naturales de la Universidad Libre de Filosofa enel Goetheanum de Dornach3.

    Los antropsofos cometen, sin embargo, un error cuando pretenden que el abonado biodinmico, talcomo fue creado por Rudolf Steiner, ejecutado y beneficiado por sus discpulos con tanto xito, es un

    procedimiento enteramente nuevo e indito. Los que dicen esto lo ignoran todo de la alquimia y de sunaturaleza, sin lo cual sabran que el abonado, dicho de otro modo la descomposicin, la putrefaccin y lacombustin, representa el problema fundamental de toda la alquimia. Si se poseen aunque sea slo algunasnociones superficiales de esta cuestin, el tratamiento del suelo con un abono artificial cualquiera se excluye

    por s mismo. Los qumicos agrcolas que, en tanto que campeones de los grandes trusts industriales, seconvierten en los propagadores de los abonos sintticos, siguen siendo todava prisioneros de los mismosrazonamientos esquemticos y mecanicistas que han guiado a los fisilogos y estadsticos de la alimentacin

    hasta la primera guerra mundial, e incluso ms all de ella. Fundndose sobre exmenes de laboratorio quehan permitido constatar con razn que las protenas, los azcares y las grasas son los constituyentes

    principales del organismo humano, los especialistas han calculado la consumicin corriente y lasnecesidades diarias mnimas, y establecido tablas esquemticas a la intencin de las diferentes categoras

    profesionales: trabajadores intelectuales, obreros manuales, y trabajadores de fuerza. As, en 1887, Carl vonVoit, el bien conocido fisilogo muniqus, ha concluido, a partir de las experiencias que ha conducido, quelas necesidades diarias de un obrero manual que tenga un peso medio de 70 kilos se establecen como sigue:como mnimo, 500 gr. de azcar, 56 gr. de grasas, y 120 gr. de protenas (racin alimenticia). No es sinomucho ms tarde que ha averiguado que las necesidades diarias mnimas en protenas no sobrepasan dehecho los 40 gr. Sin embargo, el mnimo segn Voit, tres veces superiora las necesidades reales, entr enlos manuales y fue considerado como un dogma durante decenas de aos. Incluso haciendo por otra parteabstraccin de este grave error de clculo concerniente a las necesidades en protenas, es evidente que el

    problema del reemplazo de los alimentos utilizados en el organismo vivo no se deja tratar de una manera tanmecnica, bien que el aporte deba naturalmente corresponder al consumo. Sin duda, la ciencia de lanutricin ha hecho grandes progresos desde la primera guerra mundial, gracias a la orientacin juiciosa delos trabajos de una serie de investigadores tales como Rse, Hinthede, Ragnar Berg y otros, y escomnmente admitido ahora que fuera de los azcares, de las grasas y de las protenas, el valor de unrgimen alimenticio despende igualmente de substancias otras veces descuidadas por la ciencia: productosminerales o sales nutritivas, principios extractivos, aromticos y amargos, y finalmente vitaminas; en una

    palabra, la nocin de la importancia de las substancias complementarias, reconocida en su origen por losoutsiders, es hoy en da verdad corriente, mientras que la ciencia de la nutricin del suelo se atiene an alantiguo punto de vista, hoy superado. Elhecho se explica por la concepcin materialista en virtud de la cualse persiste en considerar al suelo como una cosa inorgnica, a la que basta con aadir cantidades de sales de

    potasio y de fosfatos correspondientes exactamente a las cantidades utilizadas, como se hara para elcontenido de una cornuda en el laboratorio, para asegurar la permanencia del rendimiento; mucho ms an,se imagina poder aumentar este rendimiento en proporciones considerables, en funcin de las cantidades deabono aadidas, y mantener indefinidamente por este mtodo los rendimientos artificialmente obtenidos.Los xitos de los ltimos treinta aos parecen, es verdad, rendir justicia a los partidarios de esta teora. Elobservador superficial adquiere la impresin de que basta realmente con restituir al suelo las substanciasutilizadas en el curso de los aos, y cuyas cualidades pueden ser exactamente determinadas por mtodosqumicos, para conservar indefinidamente su productividad y resolver as el problema esencial de laagricultura. No es menos cierto que el lapso de tiempo tomado en consideracin por los que juzganconfirmada esta teora es demasiado corto para dejar aparecer en toda su extensin la contrapartidacatastrfica desencadenada simultneamente, pero cuyos efectos y consecuencias nocivas se manifiestan conmucha ms lentitud. Sin embargo, la aparicin incesantemente ms frecuente de las "enfermedades de

    carencia", y el descenso general de vitalidad que resulta de ellas constituyen una advertencia elocuente, que

    3N. del Tr.: La direccin es Goetheanum, CH-4143 Dornach (Suiza).

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    no se basta a explicar la penuria de los dos perodos de posguerra. Pues el hombre y el suelo estn ligadospor una relacin de causalidad cosmofsica, de suerte que los trastornos del metabolismo, las enfermedadesde la nutricin, el cncer, las afecciones nerviosas, el deterioro de los dientes, y tantas otras "manifestacio-nes de la civilizacin", no cesarn de causar estragos por tanto tiempo como no se imponga un nuevomtodo de tratamiento del suelo, que ya no sea puramente mecanicista.

    La teora oficial queda invalidada por el hecho bien establecido de que el abonado biodinmico -que"incorpora" al suelo cantidades infinitesimales de abonos preparados segn mtodos espagrico-alqumicos-

    permite obtener no slo los mismos rendimientos que los abonos qumicos, sino adems y sobre todocosechas cualitativamente diferentes y muy superiores, como lo prueban sin discusin posible los anlisisefectuados. Est ah establecido que la teora del abonado sinttico industrial es insostenible, al mismotiempo que est probada la plena justicia de la concepcin biodinmica, dicho de otro modo, es-

    pagrico-alqumica.Para un espritu claro, sta es la brillante confirmacin de la antigua concepcin alqumica del mundo,

    por la cual el suelo no es una cosa inorgnica y muerta, sino un organismo viviente anlogo al cuerpohumano.

    Si nos hemos detenido en estas consideraciones de principio, es a causa de su considerable importancia para el conjunto y los detalles de nuestro estudio. Pero hemos igualmente insistido sobre esta cuestin porque este dominio accesible al profano de buena voluntad suministra el mejor medio de adquirir unbosquejo de la naturaleza y del objeto de la alquimia. Una obra anterior, publicada en 1729, trata del mismotema en un espritu autnticamente espagrico-alqumico. Lleva el ttulo: El secreto de la putrefaccin y dela combustin de todas las cosas (Das Geheimnis der Verwesung und Verbrennung aller Dinge). Uno seabstiene de revelar a los curiosos de ambos campos el ttulo de otro libro, ms antiguo todava, que lleva porsubttulo: "Cmo preparar el suelo o ms bien las semillas, con poco gasto y sin gran esfuerzo, de modo quese obtenga, incluso sin abono, una cosecha mil veces superior" (Wie man mit wenig Kosten und mitleichter Mhe den Acker oder vielmehr die Saat so zubereiten knne, dass auch ohne Dngung mehrdenn tausendfaltige Frucht erlangt werde). Esto es ya el abonado biodinmico!

    Si el fundador del mtodo biodinrnico ha escogido este trmino, tomado del lenguaje cientficomoderno, para designar de una manera, por otra parte pertinente, la naturaleza de este procedimiento de abo-nado, lo hace verosmilmente porque ha creado esta disciplina a partir de sus propias concepcionesoriginales, pero tambin para evitar el peligro de que su mtodo sea juzgado como una pseudociencia

    obsoleta. Pues a los ojos del hombre de cultura moderna, y con ms razn a los de un sabio moderno, laalquimia, y todo lo que se relaciona con ella, aparece como balbuceos infantiles, nociones primitivas,esbozos de la futura qumica moderna que, en su vanidad presuntuosa, considera con pena los desmaadosandares a tientas de su precursor en las tinieblas. Esto es lo que se aprende en las escuelas y universidades.Este juicio -o ms bien este prejuicio- procede de un punto de vista enteramente falso. Porque la accin vivay espiritual de la alquimia se ejerce desde hace milenios sobre el mismo dominio de la materia en el queacta la qumica desde hace apenas siglo y medio, esta ltima se cree fundada para concluir que todo lo quela alquimia ha concebido, desarrollado y obtenido desde los caldeos, los persas y los egipcios hasta la auroradel siglo XIX est simplemente errado o, en el mejor de los casos, es solamente una larga preparacin detres mil aos para concluir, en investigaciones conducidas segn el mtodo experimental exclusivamenteanaltico de esta misma qumica moderna.

    La apertura de espritu de la Edad Media: Paracelso

    Se requiere toda la limitada suficiencia de la ciencia acadmica (los grandes pioneros siempre lasobrepasan) para cometer semejante error de juicio, y se requiere al mismo tiempo la inconsciencia propiade estos medios para no ver que la concepcin de la naturaleza, que toda la Edad Media designaba por eltrmino espagrico-alqumica, no era una disciplina cientfica en el sentido actual del trmino. Se trata enrealidad de una actitud con respecto al mundo radicalmente diferente, que no tiene nada en comn en sumanera de plantear los problemas con la ciencia que reina actualmente.

    Si no le ha sido acordado al alquimista determinar por va analtica la frmula de un compuesto y lamodificacin de esta frmula, en el curso de las reacciones que lo transforman en otro, no quiere decir estoque el adepto fuese menos sabio o menos inteligente que el profesor de qumica. Antes bien, la cuestincareca de sentido para los antiguos alquimistas. Su horizonte espiritual mucho ms transparente, su

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    comprensin infinitamente ms profunda del mundo material, de su estructura ntima y de sus leyescosmofsicas, los hacan totalmente extraos a esta forma de considerar y de abordar la materia. El al-quimista no tena necesidad de signos de orientacin de este gnero para volverse a encontrar en lanaturaleza: participaba en ella y la experimentaba adems con toda la lucidez de un espritu viviente. Delmismo modo, un mdico de la poca de Paracelso no tena necesidad de termmetro para conocer latemperatura del enfermo: gracias a la finura y a la delicadeza infinitamente mayores de sus sentidos y gra-cias a un don de observacin incomparablemente mejor desarrollado, evaluaba la temperatura por el tacto y

    por el examen de la orina tan bien como cualquier sabio doctor ayudado por sus instrumentos. Est en todocaso establecido que las facultades ntimas de percepcin del hombre han sufrido una regresin a medidaque progresaba la tcnica, sin que queramos examinar aqu las ganancias o las prdidas que resultan de ello

    para nosotros. Esto es cierto: no se trata para nosotros hoy en da de unprogreso en tanto que juicio de valor,sino tan slo de otra cosa esencialmente diferente.

    Igual que la astronoma actual no procede de la astrologa, la alquimia, muchas veces milenaria, no podra ser considerada como la primera etapa de la qumica moderna. Astrologa y alquimia son con-cepciones del mundo, parientes prximos en su esencia, sistemas esotricos firmemente establecidos desdela ms alta antigedad; en cambio, astronoma y qumica no son ms que disciplinas tributarias del tiempo,sometidas al estado de la ciencia en un momento dado, y variables segn los resultados de lasinvestigaciones cientficas.

    Nos hemos esforzado aqu por aclarar netamente la diferencia fundamental entre estos dos puntos de partida. Si se objetase que la alquimia se desarroll en una poca en la que el sistema de Ptolomeoconservaba an todo su prestigio y que, en consecuencia, estas dos concepciones se apoyan sobre

    postulados errneos, sanos entonces permitido recordar que esta constatacin no tiene objeto, pues no setrata aqu de la exactitud o de la falsedad de tal o cual hecho astronmico, fsico o qumico, pese a lodecisivo que parezca, sino ms bien de una orientacin espiritual fundamentalmente diferente, en el sentidode una concepcin del mundo dinmica espiritual, por oposicin a la ciencia contempornea siempredesprovista de espiritualidad, a pesar de la mecnica de los cuantos y de la teora de la relatividad.

    Desde los tiempos del rgimen nacional-socialista en Alemania, Paracelso fue confiscado a ttulo de pionero y precursor de la quimioterapia. Ciertos medios continan difundiendo todava esta concepcinfragmentaria, que se extiende as cada vez ms ampliamente para el ms grande perjuicio de una verdaderaeducacin popular. Esta obra de posesin se explica porque Paracelso ha vuelto a encontrar su crdito y no

    cesa de ganar en prestigio. Conviene levantarse firmemente contra esta propaganda que se apoderaabusivamente de la autoridad de Paracelso, en favor de intereses econmicos actuales, mientras que la obrade toda su vida es la negacin terica y prctica de todo lo que estos medios defienden ideolgicamente yse esfuerzan por realizar.

    En una poca de transicin entre la Edad Media y los tiempos modernos, mientras el conjunto de lacultura sufra una nueva orientacin, y al mismo tiempo que la farmacia tradicional caa cada vez ms en laincuria, Paracelso empe toda su energa en favor de un trabajo de laboratorio preciso e irreprochable enel dominio qumico y farmacutico; y se propuso acabar de una vez por todas con el frrago de su-

    persticiones acumuladas desde haca siglos. Este hecho no justifica en modo alguno la arbitrariedad dequienes, obedeciendo a una palabra de orden, lo designan como el pionero de la quimioterapia moderna. Sicombata el desorden de la farmacia de su tiempo, es precisamente porque el conocimiento hermtico yalqumico original se haba agotado en las farmacias. Los penosos y falsificados residuos de la antigua

    sabidura inicitica que todava subsistan no eran ya capaces de resistir a las primeras exigencias de unavoluntad de orientacin muy diferente en las ciencias, voluntad que no haca todava ms que apuntar, peroque no por ello preparaba menos la va hacia el pensamiento positivista moderno, del que una de las ramasdeba conducir a continuacin a la quimioterapia actual. La falla no estaba en alguna insuficiencia de laverdadera alquimia, sino en una evolucin que conduca al agotamiento de la cosmofsica, fundada en suorigen sobre conocimientos esotricos, cuya ausencia devena inevitablemente desde el momento en que enesta poca que acababa la pseudo-ciencia se esforzaba por apoderarse de ella, pero "agarraba los pedazos",sin conservar "el lazo espiritual" que los una. En el captulo consagrado al "Encuentro primordial conGoethe", el autor se explica sobre la significacin de esta ley en trminos de destino. Baste aqu conexponer los hechos.

    Los Rosa-Cruces, legatarios de la alquimia

    Por una intuicin proftica, los hermetistas de fines de la Edad Media haban previsto esta evolucin:haban creado la Fraternidad de la Rosa-Cruz de Oro a fin de volver la transicin tan lenta como fuese

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    posible y mantener viva, al menos durante algunos siglos todava, la actitud original de veneracin conrespecto a los secretos hermticos de la naturaleza, aunque no fuese ms que entre un nmero cada vez ms

    pequeo de personas. As, ms o menos desapercibido del mundo exterior, un flujo subterrneo deespiritualidad poda alcanzar aqu y all a la poca y a los contemporneos.

    Pero igual que todo polo tiene su opuesto, la misma poca vio aparecer cada vez ms numerososimpostores, charlatanes y falsificadores de la verdad hermtica; recorran los pases, iban de una corte

    principesca a otra, difamando la alquimia por sus turbias manipulaciones y ofreciendo por todas partes la