Aristoteles - Franz Brentano

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  • 8/13/2019 Aristoteles - Franz Brentano

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    FRANZ BRENTANO

    ARISTTELES

    H U N A B K U

    P R O Y E C T O B A K T U N

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    F R A N Z B R EN TA N O

    ARISTTELESTraduccin del alemn

    por

    MOISS SNCHEZ BARRADOCatedrtico del Instituto de Burgos

    EDITORIAL LABOR, S. A. : BARCELONA - BUENOS AIRES

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    P R O L O G O

    De entre los conocimientos, aventaja, segn Arist-

    teles, a todos los otros en valor y dignidad el que l de-nomina sabidura ;msan, su contemplacin conti-nua nos hace partcipes, segn l mismo, de la ms altafelicidad de que el hombre es capaz en principio. Todoslos bigrafos de Aristteles estn en esto conformes ;pero cuando luego pasan a exponer la doctrina aristo-tlica sobre la sabidura, nos presentan algo tan inar-

    mnico y tan plagado de evidentes absurdos, que nopuede uno menos de sentirse disgustado.

    Y si eso es ya bastante para despertar desconfianza,todava es ms sospechoso su modo total de procederen la investigacin del pensamiento y de las doctrinasaristotlicas. Cuando tropiezan con dos tesis que pa-recen contradecirse de la manera ms extraa, sinandar en ms averiguaciones pretenden que hay unarealcontradiccin y se preguntan, por consiguiente, culde las dos afirmaciones contradictorias habr que pre-ferir en la exposicin como la propia de Aristteles. Y,sin embargo, lo ms fcil sera presumir que aquellospasajes podran entenderse en otro sentido que losarmonizara entre s, y con la ventaja de que lo que,

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    a primera vista, pareca crear una dificultad a la com-prensin, sirve ms bien para facilitarla, pues la nece-sidad de justipreciar simultneamente dosafirmacione sal parecer contradictorias, es un puntal firme paralainterpretacin de una y otra. Y todava ms. Quizla explicacin de la coherencia de un juicio con otro,exige ciertos conceptos intermediarios, descubrindo-senos as la totalidad del pensamiento aristotlico de

    una manera mucho ms completa.Ese camino es precisamente el que yo he tomado,

    y creo as, aprovechando varias indicaciones desparra-madas en las distintas obras, haber llegado a un resul-tado que se recomienda de una parte por su coherencia,y de otra porque, apoyndonos en l, se comprende muybien cmo Aristteles poda detenerse con alta com-placencia en la contemplacin de una concepcin deluniverso as configurada.

    Cierto que la teora aristotlica de la sabidura eshoy insostenible en su totalidad y que varias partesde la misma estn completamente superadas. Sin em-bargo, estoy convencido de que si se la comprende bien,

    aun hoy puede ser su estudio verdaderamente prove-choso. Yo, por mi parte, no hago ms que cumplir undeber de gratitud al reconocer que, cuando de joven meempec a ocupar de Filosofa en una poca de la msprofunda decadencia para la misma, ningn maestrocontribuy ms que Aristteles a iniciarme en el ver-dadero camino de la investigacin.

    Hubo ciertamente que poner lo que de l recib, enrelacin con multitud de conquistas cientficas de po-

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    A H I S T T K L E S 7cas posteriores, tomando as mucho, si bien no todo, dela herencia aristotlica una forma esencialmente nueva.Podra, no obstante, aun hoy suscribir las siguienteslneas que un da escrib en su lbum a uno de misoyentes de la Universidad de Viena, que me las pidiamablemente :

    De qu raza desciendo, odlo, vosotros, los blasonados.Semilla soy de Scrates, el que a Platn produjo.Platn cre la fuerza de Aristteles, nunca envejecida.

    Como no se marchit la novia que l, amante, se escogi.Dosmileniospasaron, an florece y da brotes el himeneoa q u e l ;Aunhoy,me gloro de proceder de ese, y no de otro conyugio.A ti,Eudeumo,el piadoso,saiudocual a hermano,Y a ti tambin, boca divina, Teofrasto, dulce como el vino de

    [Lesbos.Por haberle sido ya ofrendado tarde y ser el ms joven delossuyos,Me ha preferido, tiernamente, el padre, a todos los dems.

    Son ya muy instructivos los mltiples puntos decontacto y aun de concordancia de la teora aristotlicade la sabidura con la de nuestro gran Leibniz. Se haridiculizado el magnnimo optimismo de ste, perohoyse empieza a ser ms justo con la significacin de sudoctrina. Seguramente ha de salir sta ganando alnotarque la filosofa helnicadioexpresin yalta estima a lasmismas convicciones que el eminente y moderno pen-sador ense de la manera ms fervorosa y en las quevio los fundamentos de una vida verdaderamente hu-mana y digna.

    He procurado hacer la exposicin todo lo ms ceidaposible. Pero, dada la profunda oposicin en que sehalla con las concepciones corrientes, no era posibleevitar siempre una demostracin a fondo y una refuta-

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    cin de las objeciones ms principales. Y habra tenidoque ser aun ms extenso, si respecto a algunos de lospuntos ms discutidos, como, verbigracia, la doctrinadel (el entendimiento activo), la delobrar del Dios aristotlico, as como la de la anima-cin del hombre y del origen del gnero humano,no hubiera podido remitirme a las respectivas explica-ciones que doy en mi Psicologa deAristteles y en mitratado prximo a aparecer: Doctrina de Aristtelessobre el origen del espritu humano.

    Franz Brentano

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    VidaSi contando siempreentrelos ms altos bienhechores

    de la humanidad a los investigadores cientficos, damosla superioridad a unos sobre otros, sea por haber ejer-citado su actividad en ms ricos y variados trabajoso en un ms alto campo, sea por haber obtenido ma-yores resultados positivos o haber influido a sus con-temporneos o sucesores de modo ms amplio y dura-dero, seguramente y bajo todos estos aspectos, ninguno

    quiz tenga ms derecho que Aristteles a tal homenajede gratitud.

    Haba nacido en 384 a. C., en Estagira, cmdad-colonia de los griegos en Macedonia. Sus padres ydems antepasados haban sido mdicos de los reyesde aquella nacin. Pero espiritualmente poda con msrazn llamar a Atenas su patria, pues habindose tras-ladado a ella a los 17 aos, no la abandon en veinteaos, y esto slo por algo ms de un decenio. All recibitoda su formacin cientfica, all puso ctedra y allparece haber compuesto todos los escritos que de lposeemos. Sus sentidos estaban abiertos a todos losnobles estmulos que entonces poda recibir de Atenas.

    Pero ante todo le atrajo Platn, cuya escuela frecuentdesde luego y cuyo influjo, a pesar de toda la atencin

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    que Aristteles consagr ms tarde a los antiguos fil-sofos y singularmente a los de la escuela jnica, se hace

    notar por encima de la de todos los dems, lo mismoen lafilosofa teortica que en la prctica. Nocabedudatampoco, de que en todo tiempo se sinti obligado res-pecto a aqul a la msprofundagratitud. As nos hablaOlimpiodoro de un discurso epidctico (un panegrico)escritopor Aristteles en honor de Platn, y del poemaelegiaco en que Aristteles celebr a su amigo muerto,el cipriota Eudemo, nos hace notar un pasaje, en quea la alabanza del noble muerto se mezcla la expresinde la admiracin ms alta hacia Platn, entonces to-dava en vida :

    Apenas pis el umbral radiante de la ciudad de Ccrope.Erige, piadoso y devoto, el altar de la santa amistadA aquel, hasta cuya alabanza Temis prohibe al malo,Quien el primero de los mortales, el nico, claramente demostrCon su vida, primero, y con su convincente palabra, despus,Cmo hay un camino que lleva a la virtud y a la felicidad.Pero a nadie encuentra dispuestotal nuncio de salud. (1).

    Y ese sentimiento de la ms alta veneracin no seapag jams. No se puede dar ms eficaz expresin alsentimiento de una deuda de gratitud nunca extinguidaal maestro que le inici en la sabidura, que como lohace Aristteles en el crepsculo de su vida en los librosde la amistad. Es el caso mismo, dice l, de los bene-ficios recibidos de los padres y de la providencia divina,que no se acaban nunca de pagar.

    (1) Eudemo haba muerto en Sicilia envuelto en el ltimoensayo fracasado de reforma de Platn.

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    Cierto que a pesar de esos sent imientos para conPlatn, a cuyas doctrinas parece haberse adherido to-

    talmente en sus primeros ensayos escritos, lo combatiluego en varios puntos muy principales. Pero l mismose explica respecto a este punto con la bella frase deque la verdad debe sernos ms querida que el msntimo amigo y que por la verdad debemos renunciaraun a las propias convicciones. Esa crtica despreocu-pada que en sus aos de madurez no tuvo inconvenienteen ejercitar incluso personalmente frente a Platn, lehonra mucho aun habiendo con ello dado ocasin a lashablillas de malas lenguas (de los epicreos), que que-ran arrojar una luz desfavorable lo mismo sobre l quesobre Platn.

    Es un hecho de experiencia y que Aristteles mismo

    menciona y explica ocasionalmente, que suscitan msamor en el hombre los beneficios hechos que los reci-bidos. No puede dudarse por lo tanto de que Aristtelestuvo siempre una clida simpata para con AlejandroMagno, cuya educacin le haba encomendado el reyFilipo, y sobre cuyo espritu y corazn haba ejercitado

    la ms bienhechora influencia. Pero tampoco esa sim-pata le llev a aprobar en un todo la conducta delgrande hombre, como soberano. Y hasta, si bien seadvierte, no es posible desconocer que ms de unasentencia importante de sus libros sobre el Estadoparecen hechas para sealar como falsos y reprensibleslos fines que persegua Alejandro. ste, en su afn do-

    minador, no pensaba ms que en la guerra y en la ex-tensin cada vez mayor de su imperio. Aristteles dice,

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    en cambio, que todos los Estados cuyas instituciones

    tienen por fin principal la guerra, son Estados fracasados en principio, y se muestra contrario a una ex

    tensin ilimitada del Estado. Pues que al contrario dela divinidad, cuyo gobierno puede abarcar el universoinfinito, el hombre es limitado en todas sus fuerzas,y, en consecuencia, el Estado como todo organismo, tieneuna cierta magnitud natural y relativamente corta. Elrebasamiento de esa medida tiene que traer consigo,porlo tanto, no un acrecimiento sino una mengua de per-feccin. Las mismas relaciones personales que con lacorte macednica tuvieron Aristteles y sus mayores, nole impidieronestimarpoco conveniente al bienestar delEstado la monarqua hereditaria.

    La vida de Aristteles fue muy agitada. Habiendoquedado muy pronto hurfano de padre y madre, tuvola suerte de encontrar unos cariosos segundos padresen Proxeno y su mujer que dirigieron sus primerospasos por el camino de la virtud y le guardaron fiel-mente su no insignificante patrimonio paterno. Todavales consagra un recuerdo de gratitud en su testamento.Despus de la muerte de Platn y accediendo a una

    invitacin del prncipe Mrmelas, march a Atarneo,donde fue testigo de la sbita cada y muerte de aquelnoble amigo. Despus de salvar por la huida a Pitias,sobrina e hija adoptiva del mismo, la tom por esposa.Pero pronto se la arrebat tambin la muerte. Sin em-bargo, aunque entretanto haba contrado un. nuevoenlace con Herpile de Estagira, todava se acuerda deaqulla con cario en su testamento. Algunos quieren

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    ARISTTELES 1 V

    hacernos creer que aquel segundo enlace fue un meroconcubinato, pero por muy diferente que hubiera sidola condicin social de Herpile de la de Pitias, no hayque pensar en relaciones como las que designamos conaquel nombre. La injusticia que suponen stas paracon la mujer, contradice en absoluto aquel sentido, tanconocido de Aristteles para la rectitud y la amistad.V en efecto, a Herpile que ledioa su Nicmaco, le fueencomendada como a su segunda madre, la educacin

    de una hija que le dej su primera mujer. Vemos, porotra parte, cmo se ocupa en. su testamento del por-venir de su futura viuda con una disposicin muy sig-nificativa para la cuestin que nos ocupa. S e la hade casar, dice, por segunda vez, en caso de que ella loquiera, pero slo con un hombre que sea digno deella . Vemos, pues, que para aquella segunda unindebi existir alguna sancin, ante todo la de la con-ciencia.

    En general, su, testamento encierra muchas cosasque nos acaban de revelar su noble personalidad, enespecial ciertas disposiciones en relacin con los es-clavos que dejaba,'demostrando en ellas que si l ensu tica nos manda ver en el esclavo no slo al esclavo,una especie de instrumento vivo, sino al hombre, tam-bin supo acomodar a la' teora su propia conductadel modo ms bello.

    Poco antes de su muerte fue alcanzado por gravesinfortunios. Hubo de pasar por la amargura de ver queAlejandro, embriagado, haba dado muerte en un acceso

    de clera a su noble sobrino Calstenes. Cuando muri

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    ) BHKSTA .NO

    Alejandro y lleg la noticia a Atenas, Aristteles, quesiempre haba sido fiel y agradecido a todo favor, ex-periment la ms negra ingratitud de parte de aquella

    ciudad, en cuyo favor haba tantas veces hecho valersu influencia ante la corte macednica. A causa de unpoema que conservamos, en que celebraba al amigomuerto Hermeias, se le movi la acusacin de habertributado honores divinos a un hombre. Conociendobien los apasionamientos del pueblo se sustrajo alproceso huyendo, siendo empero condenado a muerteen. rebelda.

    A pesar de haber sido por completo ajeno a la po-lticade Alejandro, no se libr de ser alcanzadopor losfurores del odiolargamentereprimido contra el poderomacednico y que al estallar violentos hostilizaron lapersona del gran Estagirita.

    Se ha contrapuesto esa falta de todo intento deintervencin prctica en la poltica de Alejandro conla conducta dePlatn,que hizo varios viajes a Siracusapara reformar aquel Estado con arreglo a sus mximaspolticas. Pero ha sido error grande pretender ex-plicar ese contraste por la preferencia que Aristtelestena para la vida contemplativa respecto de la prctica.

    Precisamente esa preferencia por la contemplacin seencuentra lo mismo en Platn que en Aristteles. Y siPlatn, a pesar de ese amor por la contemplacin, sos-tena que el filsofo debe ocuparse en el gobierno delEstado,poique en un Estado noandan bien los cosashasta que el filsofo llegue a rey o el rey sepa filosofarbien, Aristteles era de ese mismo parecer. Indudable-

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    mente hubiera sacrificado gustoso una parte de sutiempo libre, para l de tanto precio, si hubiera vistoa Alejandra inclinado a prestar odos, aun como prn-cipe, a las doctrinas y consejos de su educador, eseguro que esos consejos no se hubieran apartado,tanto como ocurri con ms de una idea revolucionariade Platn, de los caminos que la experiencia evidenciabacomo verdaderamente viables. Si Aristteles se hubiera

    realmente y en principio limitado a la investigacin yno hubiera querido tener participacin alguna en lapoltica cmo hubiera aceptado tan de buen grado lainvitacin del rey Filipo? Desde luego que Alejandrojba a ser educado, no para investigador, sino para di-rector de un Estado. Y, seguramente, no acept la proposicin de Filipopor la remuneracin que de l espe -rase,sino por parecerle de xito ms probable el intentode ganar para sus ideas polticas a un joven prncipe,que no a un tirano asentado ya en el trono, comoPlatn pretendi.

    Aristteles muri a los 62 aos de edad en Calcisde Eubea, que haba acogido al fugitivo en el verano

    delao 322 a. de J. C. Del mismo modo que en vidaeclips con su escuela del Liceo (que recibi su nombrede Peripattica del paseo cubierto del mismo) a laAcademia (que estaba bajo la direccin de Speusipo),asi tambin luego en.poder de sus inmediatos sucesores,el primero de los cuales fue Teofrasto. Al lado de stehay que nombrar tambin a Eudemo, el autor de latica conocida por su nombre, y que es el mejyor deSUS discpulos inmediatos.

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    Escritos

    Pasemos ahora a los escritos del gran hombre,que habiendo ya en tiempos de Platn, hecho sus pri-meras armas deescritor,tom por modelo a su maestroas como en la materia, tambin en la forma de laexposicin. Escribi varios dilogos, de los que emperoslo nos quedan insignificantes fragmentos. Era un

    empeo peligroso el querer rivalizar con Platn encuanto a la belleza de la forma. Pero parece ser que,si no lleg Aristteles a ponerse a la altura del modelo,logr apropiarse algunas de sus excelencias, pues slopor esos escritos, perdidos para nosotros, pudo Cicernsentirse movido a celebrarle en segundo lugar despusde Platn en cuanto al modo de presentar sus doctrinas,

    perfecto no slo didctica sino tambin estticamente.En cuanto a los escritos que conservamos, lo ceido

    y plstico de la expresin les da, aparte del inters defondo, un encanto especial. Pero dejan bastante quedesear (y precisamente ms que ninguno, los ms im-portantes) desde el punto de vista expositivo.

    Hay repeticiones molestas ; una aclaracin que hu-biera estado mejor antes, viene luego muy adestiempo;y hasta la primera condicin que tiene derecho a exigirtodo lector, la claridad, es bastante deficiente. Unasveces la excesiva concisin, otras lo equvoco de lasexpresiones hace ininteligible ms de un pasaje. Y esediverso sentido de una misma palabra no slo tiene

    lugar en pasajes diversos, sino que se permite ese cam-

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    bio de significacin aun dentro de un mismo pasaje ;ms todava, dentro de una misma frase.

    Y lo ms lamentable es que esa excesiva brevedad,de que nos quejamos, suele hacerse notar ms espe-cialmente all donde se trata de las cuestiones msimportantes y difciles : circunstancia que ya en la An-tigedad llev a muchos a formular las ms raras opi-niones. Se quiso ver en ello una intencin expresa de ha-cerse ininteligible, pues, segn ellos, pretenda que ciertasaltas verdades no fueran del dominio pblico sino re-servadas a su escuela. Otros sospechan que no sintin-dose bastante seguro en ciertas cuestiones, .en vez deconfesarlo sencilla y llanamente, hizo lo que el calamarhace para librarse de la persecucin, arrojar tinta :para prevenir una posible crtica o refutacin, se en-

    volvi en una artificiosa oscuridad. Si bien tales supo-siciones carecen de toda verosimilitud por incompati-bles con el carcter de Aristteles tal como nos es co-nocido, no por eso dejan de dar un elocuente testimoniode esa falta de claridad que le censuramos. Claridadque, por otra parte, no poda ganar mucho con las nu-.merosas faltas que pueden haberse deslizado en eltexto, de cuya inseguridad dan testimonio el gran n-mero de variantes de los cdices que se nos hatransmitido. Y lo ms notable es que el intrprete sesiente a veces tentado a enmendar el texto aun allmismo donde convienen todos los cdices, por lo demstan incongruentes entre s: enmienda que puede serla verdadera aun. cambiando el sentido de un pasajeen todo lo contrario mediante la insercin de un simple

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    ov (no). Claro es que no vamos a hacer responsableal escritor de las faltas de los copistas, pero po

    demos en todo caso decir que en un texto difcil decomprender para los copistas por lo oscuro del es-tilo, era de esperar semejante irrupcin de falsaslecciones.

    Pero seremos, por lo dems, ms benignos al cen-surar la oscuridad y los otros defectos de la exposicinen Aristteles, al tener en cuentacundoy cmo fueroncompuestos los escritos que aqul nos dej. Hoy casiunnimemente se admite que la composicin de todosellos corresponde a la poca de la segunda estancia enAtenas, esto es, entre los aos 385-322 a. de J. C. Labrevedad de este perodo est en razn inversa delasombroso nmero y variedad de los t rabajos que enel mismo salieron a luz. Al mismo perodo pertenecenadems de las obras que nos quedan, otras perdidas,como, y sobre todo, la gran obra cuyo contenido erauna exposicin histrica de las principales constitucio-nes polticas antiguas.

    Y si se tienen tambin, en cuenta las siguientes cir-cunstancias : que Aristteles tena que dividir su tiempo

    entre la actividad de escritor y la enseanza oral; lasperturbaciones que a esa doble actividad haban dellevar los incidentes de la vida pblica de entonces yde su vida privada ; y, finalmente, que, segn se nosdice, fue de salud dbil qu de extrao tiene quenuestro autor, para cumplir el gran cometido que sehaba impuesto en servicio de la humanidad en otros

    y ms esenciales aspectos, renunciase al pleno desarrollo

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    de su talentodeescritor,quelo tena, como lo demues-tran sus primeros escritos?

    Ni uno solo de los escritos conservados lo publicl mismo ; ninguno tampoco est realmenteterminado,si bien unos menos que otros. Una buenaparte de ellosdebieron servirle como de apuntes para sus conferen-cias (ms o menos repetidos unos que otros). Algunos,empero, tienen tan del todo el carcter de un meroborrador que ni aun para aquello mismo habran sidobastante.

    Todo este conjunto de circunstancias dificultan,pues, esencialmente la recta comprensin de sus doc-trinas, y la dificultad se acrecera an ms, si admi-tiramos como cosa demostrada, con algunos renom-brados crticos, que Aristteles dice a veces cosas en

    que l mismo no cree. Tan pronto, segn ellos, habrahecho las mayores concesiones a la opinin corrienteaun contra su propia conviccin, como en la debelacinde un enemigo no habra tenido inconveniente enecharle en cara algo que l mismo tiene por verdadero,slo para crearle un ambiente desfavorable cerca deaquellos a quienes

    dirige ; finalmente, por afn delucir su maestra dialctica, para poder acumular ra-zones, habra atacado al enemigo en ciertos respectos

    en que l mismo no est muy seguro.Hay quien tiene estas malas maas de escritor de

    Aristteles por tan indudables, que sobre ellas cons-truye un entero sistema exegtico, indispensable, segnellos, si no se quiere que toda la doctrina aristotlicaaparezca como un conjunto decontradicciones. Yhasta

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    llegan a asegurar que cuando slo ocasionalmente em-plea un principio aun para sacar de l importantes con-secuencias, su aserto no tiene tanta autoridad comoall donde se ocupa en asentar y fundamentar ese prin-cipio. Admitir esto traera las peores consecuenciasdadas las incertidumbres que produce lo impreciso deJa expresin o la deficiente transmisin del texto.Porque es natural que los pasajes que tratan de funda-mentar un principio, sean pocos, quiz uno solo, mien-

    tras que laocasin.de emplearlo se repite con frecuencia;y, adems, el principio, cuando es de gran alcance,contribuye a fijar el carcter del sistema en todos susrasgos esenciales. Y, en efecto, es infinitamente msfcil que por u.n descuido de frase o por una corrupcindel texto se desfigure un pasaje, que no en igual medidaun. gran nmero de pasajes.

    Y, de hecho, aquel axioma exegtico ha llevado asacrificar a un pequesimo nmero de afirmacionesun nmero incomparablemente mayor de ellas que figu-rando en los ms diversos escritos y siendo concordesentre s, contradiran sin embargo a aquellas pocas, talcomo se las ha interpretado.

    Felizmente, puedo yo asegurar en virtud de largosy esmerados estudios consagrados a Aristteles, quetodas estas hiptesis de antemano tan extraas son porcompleto infundadas y que se deben slo a falsas in-terpretaciones, que no son muy de extraar dadas lasdificultades que su comprensin ofrece. Nos propone-mos, pues, no hacer uso alguno de tales recursos hipo-tticos. Y si llegamos, a pesar de eso, a una exposicin

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    tan coherente como las otras, tenemos a nuestro favor(en virtud de las reglas de la verosimilitud) la ausenciade tanta complejidad de presuposiciones y, adems, la

    ventaja que resulta al verse por la comparacin, quelas doctrinas a que aqullos se ven llevados por sushiptesis artificiosas, resultan mucho menos armnicasen s y se parecen mucho menos a la doctrina de lospredecesores y sucesores histricos de Aristteles, comoasimismo a la de los grandes pensadores de otros tiempos

    que tienen mucho de comn con Aristteles. Son tanevidentemente absurdas, que un hombre que as inter-prete a Aristteles, jams podr sentirse inclinado aadherirse a sus enseanzas. En efecto, no se han sentidoinclinados a una interpretacin como la que hacennuestros modernos e hipercrticos exgetas, ni los in-mediatos sucesores del filsofo, ni Alejandro de Afro-disia, que por los aos 200 d. de J. C. mereci el honrosottulo de exgeta en sentido eminente(1),niSimplicio,el ms docto de los comentadores de Aristteles y,paraquien ste es la ms alta autoridad despus de Platn,ni los filsofos rabes, ni los Escolsticos, para quienesAristteles era, segn palabra del Dante, el maestrode los que saben .En cambio vemos aparecer ese modode interpretar a Aristteles en Ramus, que, como se

    (1) Como prueba decisiva de ello, vase su comentario, indu-dablemente autntico, del cap. 9 del libro I de la Metafsica.En cuanto al comentario que bajo su nombre nos ha llegado,alimportante libro de su Metafsica, F R E U D E N T H A L ha demos-tradosualtade autenticidad de un modo irrebatible, en su obra :

    Los fragmentos de Alejandro a a Metafsica de Aristteles, conser-Patios por Averroes,

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    sabe, rompi con Aristteles hasta or la Lgica, y queen virtud de una exgesis hasta entonces inaudita,esperaba coa mayor razn desacreditarle como meta-fsico.

    Y as debera decirse que el potente influjo que apesar de todo han ejercido siempre los escritos aristo-tlicos en las ms altas esferas de la filosofa, espropiamente atribuible a un Aristteles mal compren-dido, no al verdadero Aristteles. Vemos a Leibniz, porejemplo, mal guiado por Hamus, atribuir a Aristtelesun modo de pensar (con respecto a los problemas msaltos) muy parecido al que le at r ibuye la moderna in-terpretacin y juzgar, por ello, muy despectivamente lateodicea aristotlica. Y si a pesar de todo est todavatan poderosamente influido por Aristteles aun en lascuestiones ms importantes, slo loest de modo me-diato a travs de los que haban hecho del filsofo,entendido de otro modo, su maestro. Cun distintahubiera sido la situacin, si Leibniz hubiera cono-cido la verdadera doctrina de Aristteles! Con qu en-tusiasmo se hubiera referido a ms de un rasgo con-cordante con los suyos! Y del mismo modo que a Leibnizse ve tambin a la poca moderna privada por ese

    moderno oscurecimiento de la doctrina aristotlica deun influjo saludable y bendito precisamente en el msalto dominio del pensar, dejndose slo sentir la in-fluencia aristotlica en disciplinas relativamente in-feriores.

    Guardndonos, pues, de tener sin ms por realmentecontradictorias las afirmaciones en apariencia inconcj-

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    Hables del filsofo y de cohonestar o e x t r a o procederde repudiar las que parecen menos dignas de crdito,en obsequio a hiptesis aun ms extraas, la d i f icu l tadmisma de armonizar unas y otras dar ms valor a lospuntales que se salven, de ese modo y diremos conAristteles que la (la dificultad) se convierte en (facilidad).Ser, pues, necesario buscar el modode hacer posible la conciliacin de las varias aserciones,de modo que no slo una afirmacin d luz para la

    recta interpretacin de la otra, sino que as podamosllegar a reconstruir varios miembros del sistema totalaristotlico, que no sindonos dados directamente ensu modo de expresarse sucinto y fragmentario, son, sinembargo, necesarios para reconstruir el conjunto. Laestructura ideolgica de un gran pensador se parece al

    organismo de un ser vivo, en. que la estructura de unaparte condiciona la de otra, y lo que consigui Cuviercon los restos de los animales prehistricos : por lanaturaleza de laspartes existentes determinar del modoms exacto la de las partes que faltaban, eso mismodebe ser posible en una obra de filosofa como la de

    Aristteles. Y llegando as a la plena comprensin delverdadero carcter del todo, de modo que haga evidentela afinidad de este pensador con otros cuyas obras seconservan ms completas, esa perspectiva nos propor-cionar nuevos medios de interpretacin y nos llevara la ms fcil comprensin de un caso por analoga conotro. Tales procedimientos nos proponemos utilizar y

    esperamos poder dar de ese modo una imagen muchoms completa del filsofo, sin rebasar nunca, claro

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    est, los lmites de la verosimilitud. No dejaremosnunca de indicar, cundo algo se afirma directamente,cundo se deduce con seguridad, cundo se presume

    de modo ms o menos probable. No nos podr alcanzarpor parte de un crtico inteligente el reproche de faltara la exactitud, porque, no hace falta decirlo, al emplearesos medios auxiliares no renunciamos a ninguno delos que usan los dems sino que procuraremos hacer deellos un uso ms amplio y cuidadoso. Y cuanto ms se

    ensanche nuestro cometido en virtud de lo expuesto,tantomeaosdejaremos de limitarlo, por otra parte, todolo posible dado el reducido espacio de que dispone-mos. (1).

    Haremos tambin referencia, aunque no sea ms que conunas palabras, a la cuestin de la cronologa de los escritos aris-totlicos, y a lo que distingue los llamados exotricos de losllamados esotricos .La cronologa, sobre todo si est fundada en huellas de unaevolucin doctrinal, puede tener una alta importancia para lacomprensin y ordenamiento sistemtico de los varios sectoresdoctrinales. En Platn es, desde luego, innegable un gradual des-arrollo de pensamiento. Cmo Aristteles haba de escapar aesa ley de transformacin? El cambio es seguro, si se retrocedehasta la poca en que escribi sus dilogos.Aun los pocos frag-mentos conservados dan testimonio de ello. Pero es corriente ordecir que en los escritos sistemticosque de l noshan llegadoapenas se notan diferencias de doctrina, y que esto nos obligaa suponer, o que esos escritos fueron compuestos en fechas muyprximas entre s, oque Aristteles (que nopublic por smismo

    (1) Este estudio estabadestinado primitivamente a la obraeditada por el Dr. VON STER : Los grandes pensadores. De ahlaconcisinqueprocurdarle,peroque en fin de cuentasnobastparahacerlo aceptablepor entero. Captulosmuy importantesquehubo que sacrificar, hallan cabida en esta edicin separada.

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    ARISTTELES 27

    ninguno de esos escritos) debi hacer a posterior las debidasrectificaciones.

    Pero el espacio de ms de doce aos (que dur la composicinde esos escritos sistemticos) pudo hacer advertir algo queofrecareparo o que necesitaba reformar a un pensador que seguramenteno era tan presuntuoso que quisiera atribuir a todas sus aser-ciones la certeza de teoremas matemticamente demostrados, yque ms bien se manifiesta muy humilde respecto a la imperfec-cin de toda sabidura humana. Y si eran fciles de hacer a pos-teriori rectificaciones de poca monta, no as las que requeranrefundiciones profundas.

    Muchas veces advertimos que una aclaracin que Aristtelestiene por necesaria, no la pone en el lugar que en el escrito lecorresponde, sino que la yuxtapone luego de un modo comple-tamente suelto, y a veces se siguen varias de esas rectificacionessin orden ninguno entre s, de un modo desmaado. No querani poda tomarse tiempo para ms de eso, l, a quien ocupabanporelmomento otros problemas. Y cmohabra de haberlo en-contrado, cuando se trataba no de un mero complemento dedetalle, sino ms bien de una revisin que no podahaber llevadoa cabo sin importantes reelaboraciones? Para escritos aun no

    editados porl, ni San Agustn se habracredo obligadoa hacerunlberretractationumcomo lo hizopara los yapublicados porl.Pero se dir : y a qu vienen todas esas reflexiones, si laexperiencianosdice que dehechotalesrefundiciones nohantenidolugar en los escritos sistemticos de Aristteles? Precisamente,creen ellos, si esa circunstancia nos priva lamayor parte de lasveces de la posibilidad de fijar su sucesin cronolgica la haceaparecer como nonecesaria ynosdispensa,porlotanto,de echarla

    de menos. Pero aun asi planteada la cuestin, creo habermeconvencido de lo contrario mediante una confrontacin precisa.Es en especial en un punto, y punto muy importante, dondehe encontrado en Aristteles una serie de cambios sucesivos.Y es en la teora de la definicin, sobre la que hace indicacionesen los Tpica, en los Segundos Analticos, en los libros de laMetafsica, y de nuevo en el libro 4. de la Meteorologa y en elescritoDepartibusanimalium, indicacionesque lejosde ser com-patibles entre s, se contradicen abiertamente en muchos puntos.Es importante comparar la conducta prctica de Aristtelescuando tiene que darnadefinicinimportante,y ver elconcepto

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    l , HUK

    (le definicin que es para l regulador, en las di ferentes obras.Todo el inundo reconoce que los Topirt es, de cutre los escritoslgicos conservados, el ms temprano en el orden cronolgico,l.a teora de la definicin en los Senuntlo.i Analticos t iene yamomentos enteramente nuevos. J in ellos la definicinse poneenntima relacin con el conocimiento por causas tal como deboresultar de la demostracin cientfica, y se exige de aqulla quetenga en cuenta la causa en su cudruple sentido de materia,forma, causa eficiente y causa final.

    Pero de que propiamente slo son definibles la s sustancias ,no se hace la menor mencin ni aqu ni en los Tpica, sino que,por el contrario, los ejemplos todos se forman de la esfera de losaccidentes. As, el libro 7. de la Metafsica, al limitar la posibi-lidad de una definicin en sentido estricto a las sustancias,sobrepasa lo que dijo en los Analticos y contradice bien clara-mente a los Tpica, en los que haba dicho que en la definicin,la diferencia especfica no puede contener el concepto del gnero,mientras que en el l ibro ' de la Metafsica se dice expresamentelo contraro, debiendo cada ulterior diferencia contener la pre-cedente y ser, por consiguiente, la ltima diferencia igualen con-tenido a la definicin entera. Sin ello, se dice en la Metafsica,faltara al todo la unidad real. Ahora bien, en referencia a esaidea llega Aristteles a una nueva y notable afirmacin. Despusde haber distinguido una clase de animales como d o t a d a depies , no cabe a su juicio distinguir luego como subclase, porejemplo, animales con pies, alados , especificndose por mediode la diferenciaalados como animalescon pies, alados ,porqueen este caso la ltima diferencia no contendra las anteriores.Lo pertinente sera, partiendo de la clase inmediatamente ante-

    rior : animales con pies , poner como subclase : animales conpies de dedos articulados , verbigracia, atenindose siempre ala misma parte del animal en el avanzar de la definicin.Recuerda esto el mtodo clasificatorio artificial de Linnco.Un cambio las reglas de clasificacin que da Aristteles en elescrito De partibus animalium, rechazan del modo ms expresoel mtodo recomendado en Metafsica 7., y al exigir que se tenganigualmente en cuenta todas las partes de los animales, resultaalgo parecido al mtodo clasificatorio natural de I.inneo.

    Otra considerable diferencia parece separar el De partibusanimalium de Metafsica Z, diferencia que tambin se advierte

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    A R I S T T E L E S 20en un pasaje del captulo final del libro - t . de Meteoroloyia.El libro / de la Metafsica, que limita la definicin en sentidoestricto a la categora de sustancia, jams manifiesta la con-viccin de que no tenemos de hecho conceptos sustancialesdiferenciales ; antes bien, no parece sino que Aristteles estconvencido de darnos tales ejemplos en los ejemplospor l esco-gidos. K n cambio,laMeteorologa dice de la manera ms expresaque nos faltan por completo los conceptos diferenciales sustan-ciales, y deben ser sustituidos por determinaciones accidentalesque les acompaan como propiedades y sobre todo por la indi-cacin de las actividades especficas que ejercita la respectivaespecie ; que esas actividades se destacanms en los seresvivosy que por eso se prestan mejor a la definicin de especies loscuerpos vivos que los muertos, tn este punto se ha operado unaevolucin en el pensamiento ceAristteles, no solo respecto a lamanera de definir, sino t ambin , segn parece, respecto a la cog-noscibilidad de las substancias, y le vemos tomar una posicinmuy parecida a la de Locke y Leibniz en sus ensayos sobre elentendimiento humano.

    Esas mismas convicciones mantiene el escrito De partibusanimalium. No diferencias de substancias mismas, sino propie-dades que legadas a ellas como caractersticas de las mismas,en su conjunto nos ofrecen un substituto de aqullas, es lo queempleamos en las definiciones, no habiendo inconveniente enemplear como caractersticas hasta determinaciones negativas.Estamos seguros de no equivocarnos al afirmar que la causa deestos grandes progresos en la teora de la definicin respectoal libro de la Metafsica, fueron los estudios que produjeronlaHistoriaanimalium.Como una especie de prenuncio de la futuratransformacin de la doctrina de Metafsica L debe quiz con-siderarse el pasaje 3, p. 1029 a 11, en que se dice que si los acci-dentes fueran suprimidos parecera que no quedaba nada. Y pare-cen prepararla el terreno hasta algunos lugares de los Analytica

    posteriora en que se habla de la busca de la definicin como delltimo fundamento de las propiedades. Creo, pues, haber des-truido el prejuicio de que no se puede encontrar por ningunaparte en los escritos sistemticos, que nos quedan de Aristteles,seal de una evolucin esencial en su doctrina, bastando lo dicho

    paraasentar la sucesin cronolgica de algunos de sus ms impor-tantes escritos. De ah resulta tambin, contra lo que general-

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    est, los lmites de la verosimilitud. No dejaremosnunca de indicar, cundo algo se afirma directamente,cundo se deduce con seguridad, cundo se presumede modo ms o menos probable. No nos podr alcanzarpor parte de un crticointeligente el reproche de faltara laexactitud, porque, no hace falta decirlo, al emplearesos medios auxiliares no renunciamos a ninguno delos que usan los dems sino que procuraremos hacer deellos un uso ms amplio y cuidadoso. Y cuanto ms se

    ensanche nuestro cometido en virtud de lo expuesto,tanto menos dejaremos de limitarlo, porotraparte, todolo posible dado el reducido espacio de que dispone-mos. (1).

    Haremos tambin referencia, aunque no sea ms que conunas palabras, a la cuestin de la cronologa de los escritos aris-totlicos, y a lo que distingue los llamados exotricos de los

    llamados esotricos .La cronologa, sobre todo si est fundada en huellas de una

    evolucin doctrinal, puede tener una alta importancia para lacomprensin y ordenamiento sistemtico de los varios sectoresdoctrinales. En Platn es, desde luego, innegable un gradual des-arrollo de pensamiento. Cmo Aristteles habia de escapar aesa ley de transformacin? El cambio es seguro, si seretrocedehasta la poca en que escribi sus dilogos. Aun los pocos frag-

    mentos conservados dan testimoniode ello. Pero es corriente ordecir que en los escritos sistemticos que de l nos han llegadoapenas se notan diferencias de doctrina, y que esto nos obligaa suponer, o que esos escritos fueron compuestos en fechas muyprximas entre s, o que Aristteles (que no publicpors mismo

    (1) Este estudio estaba destinado primitivamente a la obraeditada por el Dr. vox STER: Los grandes pensadores. De ahla concisin que procurdarle,pero que en fin de cuentas no bastpara hacerlo aceptable por entero. Captulos muy importantesque hubo que sacrificar, hallan cabida en esta edicinseparada.

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    ARISTTKLKS 27

    ninguno de esos escritos) debi hacer a posterior las debidasrectificaciones.Peroel espacio de ms de doce aos (que dur la composicinde esos escritos sistemticos) pudo hacer advertir algo queofrecareparo o que necesitaba reformar a un pensador que seguramenteno era tan presuntuoso que quisiera atribuir a todas sus aser-ciones la certeza de teoremas matemticamente demostrados, yque ms bien se manifiesta muy humilde respectoa la imperfec-cin de toda sabidura humana. Y si eran fciles de hacer a pos-teriori rectificaciones de poca monta, no as las que requeranrefundiciones profundas.

    Muchas veces advertimos que una aclaracin que Aristtelestiene por necesaria, no la pone en el lugar que en el escrito lecorresponde, sino que la yuxtapone luego de un modo comple-tamente suelto, y a veces se signen varias de esas rectificacionessin orden ninguno entre s, de un modo desmaado. No querani poda tomarse tiempo para ms de eso, l, a quien ocupabanpor el momento otros problemas. Y cmo habra de haberlo en-contrado, cuando se trataba no de un mero complemento dedetalle, sino ms bien de una revisin que no poda haber llevadoa cabo sin importantes reelaboraciones'? Para escritos aun noeditados por l, ni San Agustn se habra credo obligado a hacerunlberretractationumcomo lo hizo para los ya publicados por l.

    Pero se dir : y a qu vienen todas esas reflexiones, si laexperiencia nos dice que de hecho tales refundiciones no han tenidolugar en los escritos sistemticos de Aristteles? Precisamente,creen ellos, si esa circunstancia nos priva la mayor parte de lasveces de la posibilidad de fijar su sucesin cronolgica, la haceaparecer como no necesaria y nos dispensa, por lo tanto, de echarla

    de menos. Pero aun as planteada la cuestin, creo habermeconvencido de lo contrario mediante una confrontacin precisa.Es en especial en un punto, y punto muy importante, dondehe encontrado en Aristteles una serie de cambios sucesivos.Y es en la teora de la definicin, sobre la que hace indicacionesen los Tpica, en los Segundos Analticos, en los libros de laMetafsica, y de nuevo en el libro 4. de la Meteorologa y en elescritoDepartibusanimalium,indicaciones que lejos de ser com-patibles entre s, se contradicen abiertamente en muchos puntos.Es importante comparar la conducta prctica de Aristtelescuando tiene que dar una definicinimportante,y ver el concepto

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    28 HHKNT.VM)

    de definicin que os pura l regulador, en las di ferentes obras.Todo el inundo reconoce que los Tpica es, do ent re los escritoslgicos ronservados, el ms temprano en el orden cronolgico.La teora de la definicin en los Se/uiuios Analticos tiene yamomentos enteramente nuevos,linellos ladefinicin se pone enntima relacin con el conocimiento por causas tal corno deberc-sultar de la demostracin cientfica, y se exige de aqulla quetenga en cuenta la causa en su cudruple sentido de materia,forma, causa eficiente y causa final.

    Pero de que propiamente slo son definibles las sustancias,no se hace la menor mencin ni aqu ni en los Tpica, sino que,porel contrario, los ejemplos todos se forman de la estera de losaccidentes. As, el libro 7. de la Metafsica, al limitar la posibi-lidad de una definicin en sentido estricto a las sustancias,sobrepasa lo que dijo en los Analticos y contradice bien clara-mente a los Tpica, en los que hab a dicho que en la definicin,la diferencia especfica no puede contener el concepto del gnero,mientras que en el libro de la Metafsica se dice expresamentelo contrario, debiendo cada ulterior diferencia contener la pre-cedente y ser, por consiguiente, la ltima diferencia igual en con-tenido a la definicin entera. Sin ello, se dice en la Metafsica,faltara al todo la unidad real. Ahora bien, en referencia a esaidea llega Aristteles a una nueva y notable afirmacin. Despusde haber dist inguido una clase de animales como dotada depies , no cabe a su juicio distinguir luego como subclase, porejemplo, animales con pies, alados , especificndose por mediode la diferenciaaladoscomo arrmalesconpies,alados porqueen este caso la ltima diferencia no contendra las anteriores.Lo pertinente sera, partiendo de la clase inmediatamente ante-rior : animales con pies , poner como subclase : animales conpies de dedos articulados , verbigracia, atenindose siempre ala misma parle del animal en el avanzar de la definicin.Recuerda esto el mtodo clasificatorio artificial de Un n e o .En cambio las reglas de clasificacin que da Aristteles en elescrito De partibus animaliurn, rechazan del modo ms expresoel mtodo recomendado en Metafsica Z, y al exigir que se tenganigualmente en cuenta todas las partes de los animales, resultaalgo parecido al mtodo clasificatorio natural de Linneo.

    Otra considerable diferencia parece separar el De partibusanimalium de Metafsica Z, diferencia que tambin se advierte

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    AhlST T l L E S 2f )en un pasaje del captulo f ina l del libro 4. de Meteorologa.El libro / de la Metafsica, que l imi ta la definicin en sentidoestricto a la categora de sustancia, jams manifiesta la con-viccin de que no tenemos de hecho conceptos sustancialesdiferenciales ; an tes bien, no parece sino que Aristteles estconvencido de darnos tales ejemplos en los ejemplos por l esco-gidos. K n cambio , la Meteorologa dice de la manera ms expresaque nos faltan por completo los conceptos diferenciales sustan-ciales, y deben ser sustituidos por determinaciones accidentalesque les acompaan como propiedades y sobre todo por la indi-cacin de las actividades especficas que ejercita la respectivaespecie ; que esas actividades se destacan ms en los seres vivosy que por eso se pres tan mejor a la definicin de especies loscuerpos vivos que los muertos. IMI este punto se ha operado unaevolucin en el pensamiento de Aristteles, no solo respecto a lamanera de definir, sino tambin, segn parece, respecto a la cog-noscibilidad de las substancias, y le vemos tomar una posicinmuy parecida a la de Locke y Leibniz en sus ensayos sobre elentendimiento humano.

    Esas mismas convicciones mant i ene el escrito De partibusanimaliam. No diferencias de substancias mismas, sino propie-dades que legadas a ellas como caractersticas de las mismas,en su conjunto nos ofrecen un substituto de aqullas, es lo queempleamos en las definiciones, no habiendo inconveniente enemplear como caractersticas hasta determinaciones negativas.Estamos seguros de no equivocarnos al afirmar que la causa deestos grandes progresos en la teora de la definicin respectoal libro de la Metafsica, fueron los estudios que produjeronlaHistoriaanimalium.Como una especie de prenuncio de la futuratransformacin de la doctrina de Metafsica debe quiz con-siderarse el pasaje 3, p. 1029 a 11, en que se dice que si los acci-dentes fueran suprimidos parecera que noquedabanada. Ypare-cen prepararla el terreno hasta algunos lugares de los Analytieaposteriora en que se habla de la busca de la definicin como delltimo fundamento de las propiedades. Creo, pues, haber des-truido el prejuicio de que no se puede encontrar por ningunaparte en los escritos sistemticos, que nos quedan de Aristteles,seal de una evolucin esencial en su doctrina, bastando lo dichopara asentar la sucesin cronolgica de algunos de sus ms impor-tantes escritos. De ah resulta tambin, contra lo que general-

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    iiO P R A Z B R E N T A N Omentesecree, que ciertos tratados de ciencias na tura les se escri-bieron ms tarde que una parte de los libros de Metafsica.Y no slo hay que atribuir una fecha ms tarda a la composicindel De partibus animalium y al cuarto libro de Meteorologa,sino que, siendosegurala posterioridad de esta ltima, ha llegadotambin a hacerse cierta la del De generatione animalium y pro-bable la Historia animalium. Aun podemos inferir con certezaque los tres libros, tan importantesDe anima(que entran tambinen la categora de escritos de ciencias na tura les ,y naturalmentelos llamados Parva naturalia, anejos a los De, Anima) han sidoescritos tambin en fecha posterior a las mencionadas partesde la Metafsica, como se ve inmediatamente cuando se advierteque el modo de definir el alma no se acomoda a los postuladosdel libro de la Metafsica y, en cambio, se muestra en perfectaconformidad con las doctrinas del captulo final del cuarto librode Meteorologa. Adems, si Aristteles al escribir los libros Deanima hubiera perseverado en el punto de vista adoptado enMetafsica Z, sera incomprensible su teora de los objetos propiosy comunes ( l'dta ), pues, derivndose segn l,como veremos luego, todos nuestros conceptos de la percepcin,si tuviramos conceptos de diferencias sustanciales, entre los

    objetos propios y comunes de los sentidos, se contrariaran no Jasdiferencias accidentales sino tambin tales diferencias sustan-ciales. Ahora bien, esto no es as.

    Por otra parte, los tratados reunidos en laMetafsicano formanuna obra nica, pudiendo suceder muy bien, que lo que se dicede los otros libros, valga igualmente paraellibro,importantesobre todos, y el nico que entra afondoen las cuestiones sobre elprimerprincipiode todos los casos. Est escrito muy en esbozo yno contiene nada respecto a investigaciones sobre los principios

    del conocimiento ni se ocupa nunca tampoco de la cuestin dela definicin, de modo que no tenemos por esta parte medio desituarlo cronolgicamente. Pero en cambio, del hecho de que ade-ms de la Astronoma de Eudoxo tiene en cuenta tambin lad Kalipo, se deduce que es ms moderno que los librosDe celo.K n cuanto a la ordenacin de las materias en l tratadas y quele son comunes con las investigaciones metafsicas anteriores msextensas, lo vemos superior a stas. As, pues , apenas puede du-darse de que el libro pertenece a la poca ms madura de la

    filosofa aristotlica. Pero al mismo tiempo hay que considerarlo

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    ARISTTELES 31como un prlogo o preparacin, no ms, de una obra extensasobre la misma materia, obra que no lleg nunca a escribirse.

    A esa obra habra reservado nuestro filsofo la discusin am-plia de ciertos problemas que roza ac y all en los escritos natu-ralsticos pero que, perteneciendo a la primera filosofa, no tienepor conveniente tratar ah a fondo. Y esa es tambin la explica-cin ms fcil del hecho que tanto asombro y enfado produce,de que precisamente cuando comienza a hablar Aristteles delas cuestiones ms importantes y difciles, es cuando resulta msoscuro a fuerza de ser avaro de palabras. Ya en los tres libros delAlina da a la parte ms excelente, la intelectiva, una extensinexcesivamente corta en relacin con la parte vegetativa y sensi-tiva. Y sobre muchas de las cuestiones a aquella relativas que noencontramos tocadas en modo alguno en los libros De anima,hallamos slo alguna indicacin en observaciones ocasionales dela tica. Todo ello viene de que perteneciendo segn Aristteleslos tres libros del alma a las ciencias naturales, la parte intelec-tiva del alma, segn el mismo, noperteneceal campo de la Fsica,sino al de la Metafsica. Pero eso no se encuentra tampoco entrelos interesantes pequeos tratados como los que versan sobre el

    sentido y sus objetos, sobre la memoria y el recuerdo, etc. y quedeben considerarse como un apndice a los libros del Alma,ni uno solo queaborde la parte intelectiva, cosa que le hubiramosagradecido mucho dada la sobriedad, mezquindad ms bien, delo dicho en los libros del alma. Una vez en stos (III, 7, al fin),rehusa expresamente entrar en una cuestinque vena a propsito,dejndola para un trabajo especial que proyectaba. Indudable-mente pensaba al decir eso en la Metafsica, pero nunca lleg acumplir la palabra que alldio.No debe perderse de vista tampocoesta circunstancia cuando nos disponemos a juzgar a Aristtelescomo escritor, si hemos de ser justos con l.

    Algunas otras caractersticas que encontramos sobre todo ensus escritos prcticos como la tica, Poltica y Retrica, son mscilmente comprensibles. El fin que en ellos se propone, est,por confesin propia, no tanto en el conocimiento que nos comu-nica, cuanto en el fruto que ha de reportar aplicado a la vida

    del particular y de la sociedad. Por eso quera hacerla accesibleaun a los menos interesados por la teora, en un crculo lo msamplio posible. Por eso se propone, en trminos expresos, evitartodo problema psicolgico-filosfico que exija una mayor profua-

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    32 FRAKZ B nRNTANAdidad. Poresa razn de mirar a un crculoms amplio se l lamanexotricos a esos escritos, mientras que se suelen llamar eso-tricos a los que no aspiran a esa popularidad.

    Claro es que Aristteles no se mantiene siempre fiel a su pro-psito en el curso do la exposicin, sea que se deje arrastrarinsensiblemente por sus aficiones y hbito de Hacer hincapi enlos ms hondos problemas, sea que rio pudiera mantenerse enaquellos lmites sin tener que renunciar a la plena realizacinde las mismas necesidades prcticas (esto misino sucede sobretodo en el curso de la tica). Ll espectculo que da Aristtelescon esta su inconsecuencia, es interesantsimo, y nos permitecalar hondo en lo ms ntimo de su vida : aun queriendo dejar

    los problemas, stos no le dejan a l. Podemos quiz ver en estehecho (al lado de otros indicios) una prueba de que esos escritosprcticos lo mismoque los metafsicos, aunque no en igual grado,no llegaron a alcanzar su forma definitiva. Pertenecendesdeluegoa los aos ms sazonados de su vida, pero eso mismo quiere decirque le ocuparon poco antes del fin de su vida, y si bien tienenun precio singular corno productos de su poca ms sazonada,llevan tambin la desventaja de una evidente falta de perfeccin.

    Ya en la tica el orden deja mucho que desear, pero en laPoltica es tan deficiente que Bar thlemy Saint Hilaire y otrosqueran cambiarlo por completo.

    Tambin es indudable que algunos t rabajos en proyectono llegaron nunca a verse realizados.

    La Sabidura

    El conocimiento que tenemos de una cosa es, aveces, un mero conocimiento de hecho, como cuandola percibo. En otros casos, empero, no s ya slo queuna cosa existe, sino que puedo dar la razn de porqu existe. Quiz esta razn misma es para m algomeramente efectivo que tiene su fundamento en otrarazn y que no est bien explicado hasta que no seconozca sta. Y as ser siempre, mientras no se llegue

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    ARISTTELES 33

    a algo que como inmediatamente necesario, ni es capazde ulterior explicacin nila ne cesita.Slo el que reduceun hecho a su ltimo fundamento, ha dado una expli-cacin, definitiva del mismo. Guaridoalguien ha llegadoa uno de esos grados intermedios, puede,s, decirse del que sabe en cierto modo y que essuperiorenconoci-miento al que no hace ms que percibir, pero no lecuadra el nombre de sabio. La sabidura consiste en elconocimiento de lo inmediatamente necesario y en laexplicacin por l de lo mediatamente necesario : loque Aristteles expresa en la tica a Nicmaco con lassiguientes palabras: la (wpia es (sabidura es inteligencia y ciencia).

    Realizamos muchas clases de percepciones y cabedistinguir tambin una multitud de ciencias. Podemosdecir tambin que hay ms de una sabidura? La con-testacin aesta pregunta depender de si aquello dondehay que buscar la itima raza de todo ser condicionadoporotro, es una sola y misma cosa. Y ello es as, segnAristteles, pues para l, como veremos, no hay msque un. nico ser inmediatamente necesario, por el queen ltimo trmino estn determinados todos los seres

    restances, esto es, el entendimiento divino. El quecomprendiera plenamente este principio, con l ten-dra la clave del conocimiento apririco de todas lascosas.

    A ese principio divino, que es un conocimiento quea s mismo se tiene por objeto, se le revelan y mani-fiestan en ese solo conocimiento todas las dems cosas.Posee una omnisciencia puramente apririca.

    3. BRENTANO : Aristteles. 228

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    Kn lacircunstancia de seresa esencia infinitamenteperfecta a la que siempre vamos a parar, cuando pre-

    guntamos por el ltimo fundamento de las cosas, esdonde radica especialmente el valor excelso de la sa-bidura.Aristteles lo elev sobre todos los valores. La msaltabienaventuranzaseencontrar ensus meditaciones:la vida prctica integral del individuo y la ordenacincompleta del Estado, en ltimo trmino, slo a sus in-tereses sirven. No desconoce, sin embargo, que hay unaenorme diferencia entre el modo como poseen la sabi-dura los hombres y como la posee Dios. Si para stelo inmediatamente necesario se da tambin inmedia-tamente como objeto, para nosotros lo primero en elorden del conocimiento es lo que en el orden de \anaturaleza es posterior. A falta do la contemplacinde un ser incomparablemente superior a nosotros, todolo que podemos recoger de los elementos de nuestrasrepresentaciones de experiencia, es un sustituto in-finitamente pobre. Aunque Dios es infinitamente sabiopor el conocimiento que tiene de s mismo, al llegarnosotros a referirlo todo a l como a la ltima causa,no por eso se nos abre la visin de toda verdad aunques arroja aqul cierta luz sobre todas y cada una de lascosas.

    As pues, viene a coincidir lo que comnmente seentiende por un sabio con lo que hemos dicho acercadel conocimiento por la ltima causa. En efecto, seentiende por sabio, uno que conoce lo ms difcil de

    conocer ; ahora bien, esto es lo que ms dista de los

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    ARISTTELES 35

    sentidos. Se entiende tambin por sabio aquel cuyoconocimiento sebasa sobre el fundamento ms seguro;ahora bien, el fundamento ms seguro es lo inmediata-mente necesario, que condiciona todo lo dems. Seentiende adems por sabio uno cuyo conocimiento seextiende en algn modo a todo. Finalmente, se tienepor sabio a aquel cuyo saber es en cierto modo divino,tanto porque se refiere a lo ms excelso y divino, comoporque es un saber de algo de que slo Dios tiene unsaber perfecto. Es, pues, una la sabidura. No slo enel captulo II del libro I de la Metafsica que es el quehe tenido en este patito ms en cuenta, sino tambinen el captulo X del libro XII de !a misma, aparece lasabidura como nica. Y tambin la tica a Nicmacola contrapone como nica a la tambin nica sabidura

    prctica ( ), para evidenciarla como la virtuddianotica ms excelente en relacin con aqulla.Cierto que vemos a Aristteles hablar en varios

    lugares de una primera y de una segunda filosofa : laprimera que trata de los seres espirituales, la segundade los corporales. Pero en realidad se trata slo de partesde una misma cosa.

    Y aun a veces hace distinciones todava ms pre-cisas, verbigracia,al distinguir la Astronoma como unafilosofa lo ms cerca posible de las ciencias matem-ticas. Pero que un saber de la naturaleza pueda con-servar el carcter de sabidura separado del saber quese refiere a los seres espirituales, es algo ajeno al pen-samiento aristotlico, puesto que Aristteles dice ex-presamente que las sustancias espirituales son la con-

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    ot) BRENTANO

    clicinprevia aunde las sustancias corporaleseternas,de tal modo que si aqullas no existiesen, no existiranada (1).

    El objeto de la sabidura humana\ Hay que preguntarse ante todo : cul es para nus-otros el objeto de la sabidura?

    Si nosotros conociramos desde luego, como Dios,toda verdad, es claro que sera tambin objeto de lasabidura humana el primer principio de todas lascosas. Ahora bien, no es as. Tendremos, pues, quesealarla como objeto, otra cosa. Y como el horizontede lo que dependedel primer principio, lo abarca todo,no podemos considerar como objeto de la sabidura

    humana, sino el concepto del ser en general.Pero aqu se nos presenta una dificultad, porqueel nombre de ser no parece usarse en un solo sentido.Se llama ser todo lo que existe, pero esto no significalo mismo en todos los casos. Cuando decimos que unhombre, una planta existe, la palabra existe segnAristteles se usa en sentido propio. Pero cuando de-

    cimos que existe lo bpedo, lo virtuoso, nos expresara-mos segn l ms propiamente si dijramos que unacosa es bpeda o virtuosa. Esto mismo se hace evidentecuando decimos que existe un no-hombre, con lo queno queremos decir otra cosa sino que una cierta cosano es hombre.

    (t) Met. E, 1 y Mcl. , ( , .

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    Sucede tambin que cuando uno pregunta si esimposible un cuadrado redondo, respondemos : as es .Nada hay ms evidente que en este caso no se afirmaalgo real. La imposibilidad de un cuadrado redondono es una cosa que exista fuera de nuestro espritu, peroel que rechaza un cuadrado redondo como imposible,juzga rectamente y esto es lo que yo quera expresarcon mi as es .

    Cuando de un cuerpo que tiene la figura de cubo,decimos que es posiblemente redondo, porque no esimposible hacerlo cambiar de figura, tambin dice aquAristteles que usamos la palabra es en un sentidomuy impropio. Y cuando hablamos en expresiones abs-tractas de la forma cbica, de la bpeda, no designamosalgo que exista en realidad, y hablaramos con ms

    propiedad si dijramos que hay algo de forma cbicapor la cubicidad y de magnitud de dos pies por la bipe-dalidad. Y as tambin, cuando caliento algo fro, noes el calor lo que aparece ni es el fro lo quedesaparece,

    sino que algo caliente surge de algo fro.Cuando dos hombres existen, decimos acaso de am-

    bos juntos que son un par de hombres. Pero ,qu eseste par? Ciertamente no es algo existente en el mismosentido que cada uno de estos hombres, pues en esecaso existiran no dos cosas sino tres cosas en igualsentido propio. Dos cosas jams son una sola cosa y, porel contrario, tampoco una cosa nica puede ser variascosas (1). Y cuando, verbigracia, un cuerpo es un ver-

    (1) Sentencia muy caractersticaparatoda la filosofaaristot-lica.Met.Z, 13.p. 1039u3. VasetambinPhys.V I ,5, p. 254 a 24.

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    dadero cuerpo nico, no por eso son las dos mitadescosas tan reales como el cuerpo.sino que nicamentepueden llegar a ser cosas reales partiendo el cuerponico en dos : hasta tanto existen slo en posibilidad,repitiendo uaa expresin ya usada. Precisamente estodemuestra bien claramente que una cosa que est aqu,comoaqu localizadaexiste tan propiamente como encuanto cuerpo, pues que el mismo cuerpo est ya aqu,ya all. El cuerpo mismo, en efecto, se s que es una

    cosa, aquella precisamente que era ya antes de estaraqu. Y esa cosa est como parte en lo aqu localizado.Ahora bien, si la parte es una cosa real, el todo no puedeconsiderarse como una cosa realmente nica.

    La diferencia entre este caso y el antes discutidode un par de hombres es nicamente la siguiente : delos dos hombres cada uno podra existir por s; aquempero slo una parte, porque el cuerpo sigue siendo,est aqu o no est aqu, el mismo cuerpo ; mientrasque lo que se aade, no es una segunda cosa que existapor s y que pueda subsistir separada de este cuerpo.Si se aleja el cuerpo y entra otro en su lugar, no tenemosindividualmente el mismo ser aqu localizado. Se ve,pues, bien claramente, piensa Aristteles, que cuandose habla de estar aqu, no se habla de un ser en el mismosentido que cuando se habla de un ser-cuerpo.

    Lo mismo, cuando uno es gramtico y msico, estecompuesto no es un ser en sentido propio, no slo por-que se trata de propiedades queestainherentes a unacosa, es decir, a un hombre, que lo. que es, lo era yaantes de alcanzar esas propiedades, sino tambin porque

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    AitisrTi:r. i- .s 3les falta la unidad, puestoqueno tienen de comn entres sino esa casual coincidencia en el mismo sujeto. Estemsico es. como dice Aristteles, gramtico /. ( (por aad idura) y al revs. Y tambin el todoes un ir -/.ara

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    4 ISRT;NT. \Mlo que lleva el nombre en sentido propio. As llamamossano no slo al hombre que goza de salud sino tambina un alimento, una medicina, un color de rostro : alalimento y a la medicina, porque sirven para conservaro restablecer la salud ; al color, porque es seal de saludEn el mismo caso est lo equvoco de la palabra ser :siendo varias sus significaciones, estn todas en relacincon una, de tal modo que si desaparecise el que llevael nombre en este ultimo sentido,caera ipso factotodolo que lleva el nombre en otros sentidos. Toda cienciaversa slo sobre una clase de objetos, pero de stos,asienta todo lo que, como tales, les pertenece. Tam-bin la sabidura, si tiene por objeto el ser en sentidopropio, ha de comprender al mismo tiempo todo lo quese denomina ser en sentido impropio.

    Explicacin de los trminosEl gemetra empieza su exposicin cientfica con

    la explicacin de ciertos trminos y asentando ciertosprincipios que se presuponen como verdades ciertas.

    Siendo tambin necesaria una y otra cosa al filsofo,Aristteles procura satisfacer ambas exigencias.A la explicacin de los trminos est consagrado

    todo el libro V de la Metafsica, si bien lo incompletodel modo de tratar el tema, es una buena prueba decun, poco lleg Aristteles a la completa realizacinde la

    Metafsica soada.

    Pero ya en esto se ve unanotable diferencia entre el modo de proceder del ge-

    metra y el de Aristteles. Mientras que el primero,por

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    amor a la claridad, evita usar una expresin en variossentidos, Aristteles se ve imposibilitado, cree l, dehacer eso. Para ello tendra que alejarse demasiado dellenguaje comn, tendra que crear demasiados trminosnuevos y cargar demasiado la memoria. Y procuracompensar en lo posible esa desventaja comparandoentre s las varias significaciones de una palabra y pre-cisndolas con toda exactitud una enfrente de otra.Renunciamos a detallar ms las correspondientes ex-

    plicaciones para dirigir inmediatamente la a tencin alo que dice de las verdades fundamentales.

    Conocimientos inmediatosSi no conocemos inmediatamente la verdad primera

    en el orden, de la naturaleza no estamos siquiera enposesin inmediata de algunas otras verdades? Y quclase de verdades son sas? Toda ciencia presuponeverdades de ese gnero.Peroninguna otra sino la cienciaprimera, se ocupa cu fi jar su carcter general y endefender su certeza contra los ataques escpticos.

    Dos clases de verdades inmediatamenteevidentes, la primera de las cuales es lade los hechos inmediatamente evidentesAs pues, poseemos realmente conocimientos que

    tienen una certeza inmediata y son de dos clases:1., hechos inmediatamente evidentes (percepciones);

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    2.,juicios universales que rechazan a priori algo comoimposible.

    Los primeros se nos dan siempre que estamos en

    actividad de sensacin o pensamiento, pues que la ac-tividad psquica, cualquiera que sea su direccin, vasiempre acompaada de una percepcin infalible denosotros mismos como actores psquicos. Cuando vemosalgo colorado, en el acto mismo de ver percibimos in-mediatamente que lo vemos. Y no es esto solo, sino

    que cuando ejercitamos varias actividades psquicas,distinguimos con evidencia una actividad de otra encuanto al objeto, y en otros aspectos. Por ejemplo,cuando vemos y omos al mismo tiempo, notamos quemientras la vista se dirige a un color no se dirige aun sonido, y el odo al dirigirse a un sonido no se di-rige a un color. Igualmente, cuando reconocemos o

    rechazamos algo juzgando, nos damos cuenta deque mantenemos una actitud opuesta en uno y otrocaso.

    En cambio, respecto a los objetos primarios, notenemos una evidencia inmediata de su real existencia.Por muy fuerte que sea la sensacin visual que de ello

    tengamos, no por eso podemos estar inmediatamenteseguros de que lo colorado exista en realidad tal comose nos presenta. Del mismo modo, un recuerdo, por vivoque sea, no nos garantiza con evidencia inmediata laverdad de aquello de que nos acordamos : nicamentela actividad actualmente dada de recordar es objetode esa percepcin secundaria a la que atribuamos una

    evidencia infalible.

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    En cuan to a la cer teza queA ris tte les suele atribuira nuestras percepciones aun en relacin con el m u n d oexterior, hay que guardarse muy bien de interpretarmal sus palabras. Aristteles suele hablar de un tripleobjeto depercepcin. Al uno lo llama lo prop iamenteperceptible ( uiGS^ ), porque la percepcinde ese objeto es propia exclusiva de un sentido, verbi-gracia, el color, de la vista ; el sonido, del odo. Al otrolo llama lo c o m n perceptible (y.oivov aa iTn>),porque es percibido por varios sentidos, ms bien, portodos, verbigracia, el movimiento, el reposo. Lo terceroperceptible es algo que no nos muestra propiamentela percepcin misma sino que lo creemos ligado a ellaen virtud de experiencias anteriores, verbigracia, cuandodigo : veo al hijo de Diaro . A esto lo llama Arist-teles (sentido por aadidura).Ahora bien, de las dos ltimas clases de percepcindice Aristteles que muy frecuentemente nos engaan,sobre todo, las de la segunda clase. En efecto, cuandonos movemos nosotros mismos, nos parece que lo in-mvil se mueve y lo movido quiz nos parece estar enreposo ; y segn la distancia y la situacin respecto anosotros, las cosas nos parecen de distinta magnitudy figura. En cambio dice que la percepcin sensible essiempre infalible en cuanto a lo propio perceptible.

    Podra creerse, pues, que Aristteles atribuye a lapercepcin sensible exterior una evidencia inmediata,si bien con alguna restriccin. Sera en.verdad algo muyextrao esa evidencia inmediata, pues que presentndoseea la misma sensacin algo como coloreado y con una

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    cierta extensin y en movimiento o reposo, habra evi-dencia y no evidencia en un mismo acto.

    Y as le vemos en otra parte hablar, a propsito de

    lo propiamente perceptible, de una verdad de la im-presin sensible, no universal sino prxima a la univer-salidad. Estando sano el rgano y supuesta una dis-tancia conveniente y las dems condiciones normales,lo propio perceptible debe ser rectamente percibido.Pero como, naturalmente, todas esas condiciones no

    se cumplen, es claro que al atribuir verdad a la percep-cinen cuanto a lo propio perceptible sensible, no puedeAristteles haber pensado en una evidencia inmediata .Y todo su pensamiento respecto a este punto acaba dedescubrrsenos, cuando le omos decir en varios lugaresy sobre todo en su escrito sobre la sensacin y lo sen-sible, que si no hubiera uno que viera, ningn cuerpo

    tendra realmente un color, y que por consiguiente sucolorido no consiste en otra cosa sino en que puededespertar en nosotros la sensacin de algo coloreado ;que slo cuando la provoca, es en realidad coloreado,de otro modo slo en potencia ; y que, de la mismamanera, slo es realmente dulce, amargo o calientealgo que como tal sentimos, cuando de hecho lo senti-mos ; que las cosas exteriores no son en modo algunoiguales a nuestros fenmenos sensitivos primarios rela-tivos al propio objeto del sentido ; y que, por consi-guiente, si aquello que vemos tal cual se nos aparece,lo atribuysemos como propiedad a una cosa exterior,estaramos en el ms completoerror respectoa lo propioperceptible. Esto no quiere decir que Aristteles haya

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    negado que existan en realidad cuerpos extensos configura en algn modo delimitada, en movimiento o enreposo, aunque s precisamente que correspondan conexactitud y en todos sus detalles a mi percepcin.

    Si comparamos lo que dice Aristteles sobre la dife-rencia de loperceptiblecomn y propio con la doctrinade Descartes y Locke sobre las cualidades primarias ysecundarias, los encontraremos plenamente coacordes.La verdad por l atribuida a la percepcin sensible enrelacin con lo propio perceptible n.o quiere decir otra.cosasino que l cree tener en,el fenmeno sensitivo (encuanto al momento de lo propio perceptible) una seal,todo lo desemejante que se quiera pero constante encircunstancias normales, de algo que existe fuera donosotros. Advirtese, pues, que se interpreta equivoca-damente a Aristteles, cuando se le hace atribuir a la

    percepcin sensible exterior una evidencia inmediata,por lo menos en cuanto al objeto propio sentido. Nadams cierto sino que slo atribuye una tal evidencia ala percepcin y distincin interna (1).

    (1) Adems del escrito De sens. el scnsib., vase tambinMet. , 5. p. 1010 b 19 . y 30, en que para defenderse contra losescpticos, se acoge a laesferadlapercepcin interna, y tambinDe partibns Animaliiim, en que distingue lo ms caliente en elsentido de lo que nosotros sentimos como ms caliente, de loque es ms caliente porque comunica ms calor a otros cuerpos,y de lo que tieneun calor natural mayor, y De eoeln en que tratade las estrellas que, segn l, debendar calor sin ser ellas clidas,y de la relacin del calor con ciertos movimientos que se danen el frotamiento.

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    AxiomasDespus de esas percepciones inmediatamente evi-

    dentes vienen los juicios negativos, tambin inmediata-mente evidentes, como queda dicho, que rechazan algono ya slo como falso de hecho,sino como absolutamenteimposible. Un juicio as es el principio de contradiccinen 'susentido ms general, que se enuncia de este modo:Es imposible que unamismapropiedad y en un mismosentido se afirme y se niegue al mismo tiempo de unacosa (y todo lo dems que haya que aadir para cerrarel camino a cavilaciones sofsticas).

    Se ha atribuido recientemente a Aristteles la opi-nin de que este principio se ha obtenido mediante laexperiencia y la induccin. Y sin embargo, el libro IVde la Metafsica dice de la manera ms explcita queese principio es contemplado con evidencia inmediatapor todo el mundo ; y la tica a Nicmaco, hablandode los axiomas matemticos, dice que subsisten inde-pendientemente de la experiencia, yas explica por qulos jvenes , a causa de su falta de experiencia sonincapaces de conocimientos fsicos, no lo son de los

    matemticos. Todos ellos deben participar del carcterdel principio de contradiccin, al rechazar algo comocontradictorio en un caso especial.

    Y esto se aplica de igual modo a la Aritmtica y ala Geometra. Como vemos, Aristteles no compartelos escrpulos de Kant sobre el hecho de que el prin-cipio : Ninguna lnea puede ser ms corta que la lnearecta , no pueda ser un caso del principio de contra-

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    diccin, porque la nota recta no sea relativa, comola nota de corta , a la magnitud del lnea. Cierto quela magnitud no es una figura y que la figura no es una

    magnitud, pero ambos, conceptos estn entre s ntima-mente ligados. De otro modo no podra ser evidenteel siguiente principio como un caso del principio decontradiccin : E s imposible un circulo que no tengaalguna magnitud .

    Es interesante observar que Aristteles llega unavez a hablar en especial de la cuestin, tan debatidaen los tiempos modernos, de las lneas paralelas, queparece haber ya en su tiempo dado ocasin a diversidadde pareceres. Y tambin aqu es para l una verdadinconcusa que contradice quien pone en duda la posi-bilidad de lneas rectas que se prolonguen a igual dis-tancia siempre una de otra. Se trata, pues, en estos y

    otros posibles ejemplos, no de un nico axioma, evidentea priori para nosotros e innato, sino de una multitudinfinita de aserciones en que tan pronto como se notauna contradiccin entre los trminos, se conocen comoverdades con la misma evidencia que el principio ge-neral de contradiccin.

    Tambin el principio de exclusin de un. tercero sederiva del principio de contradiccin, segn Aristtelesmismo hace resaltar. En efecto, si algo al mismo tiempono fuera ni A ni no, sera al mismo tiempo no yno no. Igualmente, el principio de que un correlativo

    no puede existir sin el otro (as, verbigracia, lo mayorsin lo menor, una accin sin una causa), es tambin,segn l, un principio que tiene el carcter de la mayor

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    contradiccin. Cierto que unco rrela t ivo110 es el otro,pero as como figura y magnitud sin ser lo mismo, socorresponden en pensamiento, as es evidente que locorrelativoest indisolublemente unido con su correlatoen pensamiento, y como en pensamiento, tambin enrealidad.

    Conoce Aristteles asimismo el principio que sentLeibniz como principium indiscernibilium, y tambincoincide con Leibniz en considerarlo como un casodel principio de contradiccin : ser indistinguible unacosa de otra y no ser lo mismo que ella, es unacontradiccin.

    Tambin el subjetivismo, segn el cual lo que parauno es verdad, puede ser falso para otro, se le aparececomo absurdo a priori con la evidencia del principiode contradiccin. La verdad consiste en la concordancia

    con lo que es, y tendra una misma cosa que ser y noser al mismo tiempo, si dos juicios contradictorios pu-dieran ser verdaderos al mismo tiempo.

    En medio de una tan. rica plenitud de principiosevidentes a priori que nuestro filsofo pone en relacincon el principio de contradiccin, algunos se han ex-

    traado de no encontrarentre ellos el llamado principiode identidad que se acostumbra a expresar por mediode la frmula : A es A . Pero esa frmula admite undoble sentido. O quiere decir tanto como : n o hayningn A que no sea A , y en ese caso tenemos unprincipio negativo, verdaderamente evidente pero quecoincide con. el principio mismo de contradiccin. Ose loma en sentido positivo, y entonces no es, ni mucho

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    menos, evidente en su generalidad, pues que verbigracia,un caballo slo es caballo, mientras existe. Tendra,pues, que ser evidente que existe un caballo para

    que pueda ser evidente a priori que un caballo escaballo.Otro principioimpor tanteque Aristteles considera

    como un caso del principio de contradiccin, es que nopuede haber un universal fuera de los particulares co-rrespondientes y que,porconsiguiente, no puede haber,verbigracia, fuera de los varios leones un len en s,como Platn lo haba credo. En. efecto qu haba deentenderse por ese len en. general sino algo a lo queconvendra todo lo que conviene a todos los leones ynada de lo que conviene a uno a diferencia de todoslos dems? Ahora bien, a todos los leones conviene encomn ser un len particular. Por consiguiente, el lengeneral no puede ser sino un len particular. Tendraque estar, por lo tanto, ese len general en algn deter-minado lugar, comer, beber, nutrirse, porque esto escomn a todos.

    Otro principio importante que ya antes encontra-mos, es que una cosa real no puede ser muchas cosasreales al mismo tiempo. Tambin le es comn, conLeibniz este principio. Pero mientras que a ste le llevaese principio a su Monadologa, Aristteles admite, s,una sustancia nica, extensa y divisible, pero ningunade las mitades en que sta se divide era antes una cosaen realidad, sino slo en posibil idad; como por el con-trario la multiplicidad de sustancias extensas enque una sustancia nica anterior ha sido dividida,

    4. BRENTANO : Aristleles. 228

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    no puede llamarse una cosa una sino en posibili-dad (1).Tambin. Aristteles da por excluida como contra-dictoria, la existencia real de un nmero infinito decosas. Slo es posible para l una multitud infinitamentecreciente, del mismo modo que, no habiendo contra-diccin en la divisibilidad in infinitum de un cuerpoen partes cada vez ms pequeas, la habra en unadivisin actual e infinita en partes infinitamente pe-

    queas. Y lo mismo que es contradictorio el conceptode un nmero infinito de cosas reales, lo es tambin elde u,n cuerpo nico real e infinitamente extenso.

    Por el contrario, se esfuerza mucho en rebatir losfamosos argumentos de Zenn que pretenden demostrarlacontradictoriedad,de todo concepto de movimiento.Pero reconociendo los mritos de Aristteles en haber

    (1) Si es absurdo concebir con Leibnizelcontinuo como unamultiplicidad infinita de puntos reales, tampoco cabe pretendercon Aristteles que en un continuo realmente uno, una partecualquiera cambie en su realidad simplemente con el desaparecerde otra cualquier parte. Yesto se ve claramenteporlas consecuen-cias que la pretensin aristotlica traera para el continuo temporaluno. Es imposible que el continuar o interrumpirse del lapso

    del tiempo pueda influir por ausencia de la segunda mitad sobrela primera parte. Xo menos extrao sera que en un continuoespecial que se extienda millares de millas, la fal ta de una mil-sima parte por uno de los extremos pueda ejercer una influenciainmediata sobre las partes ms apartadas del otro extremo.Estn, pues, igualmente equivocados en esto Leibniz y Arist-teles. En este lugar no podemos hacerotra cosa que las prece-dentes indicaciones. La exposicin de cmo hay que concebirel continuo para que est libre de contradicciones, nos llevarademasiado lejos.

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    AntsTTni.Rs 51tocado las diferencias posibles en la teleiosis ( termina-cin), segn que se trate de permanencia tranquila enun lugar o de un recorrido, y las diferencias posiblesen la plerosis (plenitud), segn que elpunto-lmite sealmite en una sola o en varias direcciones, hay quereconocer tambin, que no lleg a una solucin plenay satisfactoria de todas las dificultades.

    Tambin fue demasiado lejos en su afn de inter-pretar todos los principios evidentes a priori como casos

    del principio de contradiccin, al pretender subsumirbajo dicho principio todos los principios de oposicinpositiva. Le mueve a ello la idea de, que as como enlo alto y bajo (en sonidos), tambin en lo claro y oscuroy en todos los dems casos de oposicin positiva, louno es menos positivo que lo otro, cosa que no es verdad

    ni aun quiz para blanco y negro, cuanto menos parados colores saturados como, por ejemplo, un violeta yun verde igualmente intensos. Y aqu advertimos tam-bin que Leibniz ha incurrido en el mismo error. Detodos modos le queda siempre a Aristteles el mritode no habrsele escapado la evidencia inmediata lomismo de los principios de oposicin positiva que la delos de oposicin contradictoria.

    Tambin tiene por cierto a priori el principio de quedos cosas no pueden ocupar al mismo tiempo el mismoespacio, debindolo haber comprendido tambin comoun caso del principio de contradiccin, pues desde supunto de vista no se comprende cmo pudiera conce-

    birlo como un caso de oposicin positiva : pues teniendol la determinacin local por un accidente de] cuerpo

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    52 F R ANZ BRF.NfAK

    respectivo cmo un accidente que est en. un cuerpopuede hacer imposible por oposicin positiva un acci-dente similar que est en otro cuerpo?

    El pensamiento de que todo lo que es imposible, loes en. virtud de una contradiccin, es para l algo tanfirme e inconcuso que as como tiene por casos delprincipio de contradiccin los axiomas matemticostodos sin.excepcin, as no duda de que, si las leyes dela naturaleza que nosotros asentamos slo por induc-

    cin, no se nos presentan como evidentes a priori envirtud de la ley de contradiccin, es slo porque nosomos capaces de aprehender intuitivamente la verda-dera naturaleza de las cosas. De otro modo, las pro-piedades inductivamente constatadas se nos aparecerantan necesariamente ligadas con esa naturaleza comolo est con el concepto de tringulo la propiedadde que la suma de sus ngulos es igual a dos rectos.Tambin en. esto hallamos plena coincidencia con loque Leibniz ense en la poca moderna.

    Del mismo modo las leyes sobre lo que debe serconsiderado por s mismo como bueno y mejor, nopueden ser, segn Aristteles, sino casos de la ley de

    contradiccin ; naturalmente empero en virtud de cier-tas intuiciones y conceptos a los que llegamos por per-cepcin. Tambin en. el dominio de la voluntad hay,segn nuestro autor, algo recto y torcido, y la rectitudde u.n deseo se hace notar en casos determinados comoun carcter suyo especfico. Y si el deseo de algo esrecto por s mismo y sin ms condicin, no lo puedeser sino en general, en principio : el respectivo objeto

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    deseado es amable y bueno. Sera una contradiccinel que no lo fuera en algn caso. Del mismo modo hay

    conocimiento de algo ms o menos bueno, sobre lo queAristteles formul en laTpica y Retricavarias leyes,de que hace uso decidido en sus ms altas lucubraciones.

    Expresa tambin del modo ms terminante la leyuniversal de la causalidad : siempre que sean dadaslas condiciones todas que hacen posible un hecho, stetiene lugar inmediatamente y sin. excepcin (1). Msan.,conoce tambin el principio leibniziano de laratiosufficiensen su doble sentido. Tambin aqu la necesidadradica en su ltimo fundamento en la ley de la contra-diccin. Ahora bien, es otra la cuestin de si esa nece-sidad es para nosotros evidente a priori o si, a falta delas intuiciones al efecto necesarias, tenemos que recurrir

    a la verificacin emprica. Volveremos sobre esto luegocuando hayamos de aclarar an ms el concepto aris-totlico de causa eficiente.

    Hay todava algunas observaciones que creemos nece-sarias sobre la teora aristotlica de las verdades necesa-rias de evidencia inmediata. Verdades todas ellas quedebiendo llevar el carcter de la ley de contradiccin,se parecen en todo a los principios que Kant design comojuicios analticos a priori. Hay sin embargo tambin, se-gn ste, juicios afirmativos a priori, pues que stos sonlos que mejor cuadran a su idea de que en los juicios ana-lticos el predicado est contenido en el concepto del su-

    jeto : ah est para l precisamente la explicacin de la

    (i) Eth. Nic, x, 4,

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    posibilidad de su evidencia apririca. Ahora bien, es inte-resante notar cun insuficiente es esta explicacin, pues

    como Aristtelesvio con razn, el principio Aes A >>tomado en sentido afirmativo, no puede enunciarsea priori como verdad universal.

    Tampoco podemos dejar de hacer otra observacinrespecto a la doctrina de que slo los juicios negativosson evidentes a priori como necesariamente verdaderos.Se desprende de ello como consecuencia necesaria, quecuando slo nos son dados hechos positivos en par-ticular y que hayamos de utilizar como presuposicionesjunto a los principios negativos generales, jams po-dremos en principio sacar una conclusin universal afir-mativa, mientras las teyes del silogismo no sean esen-cialmente distintas de las que Aristteles expone en

    su. silogstica.Mencionaremos finalmente el reparo que hace Kantal modo aristotlico de concebir el principio de contra-diccin, esto es, que al emplear el.adverbio al mismotiempo queda restringido y limitado a lo que existeen el tiempo. Y precisamente parece justificado esereproche desde el punto de vista aristotlico, pues segnnuestro filsofo no todo lo que existe, existe en eltiempo. Pero si se tiene una idea ms justa del tiempoque la de Kant, tal como lo concibieron tanto Arist-teles como Platn, resulta verdad lo contrario, y lainclusin, del adverbio al mismo tiempo aparece msbien como una falta de limitacin, pues quiere decir

    que el principio vale no slo para lo que existe y serepresenta con lamo dalidad temporal de presente, sino

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    ARISTTEMiS 55

    tambin para lo que se representa con una cualquieramodalidad temporal de pasado o de futuro.

    Conocimientos mediatosVengamos ahora a su teora de los conocimientos

    mediatos. Los adquirimos, en parte por medio de silo-gismos, en parte por medio de la induccin y analoga.En cuanto