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Un conocido obrero brasileño ha dicho que hay cuatro epístolas que, por su importancia, se pueden comparar con las cuatro patas de una mesa, que si se comprendiese el significado de ellas, las iglesias tendrían una sólida edificación. Estas epístolas son Romanos, Efesios, Colosenses y Hebreos. La primera mues- tra la gloria del Evangelio; la segunda, la gloria de la Iglesia; la tercera, la gloria de Cristo; y la cuarta, la gloria del caminar cristiano. En ésta y las próximas tres revistas esperamos, Dios mediante, poder sumergirnos en ellas. Comenzamos ahora con Romanos. Romanos nos presenta especialmente – aunque no exclusiva- mente – la obra de gracia de parte de Dios para la justificación del pecador impío, por lo cual se ubica al comienzo. Muchos siervos de Dios empezaron su nueva vida en sus inspiradas pá- ginas. Agustín de Hipona, por ejemplo, cuando era un joven de vida licenciosa, fue tocado por “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias… sino vestíos del Señor Jesucristo” (Rom. 13:13-14). Martín Lutero, cuando era un monje que se esforzaba por hallar la paz de su alma, dio con Romanos 1:17: “Mas el justo por la fe vivirá”, una palabra que no solo cambió su vida, sino, en cierto modo, la faz del mundo. ¿Cuántos otros ejemplos se podrían sumar a éstos? Sin duda muchos, incontables. Esperamos que, a partir de estos estudios, la carta a los Romanos nos traiga una renovada vislumbre de la gloria de Cristo, pues Él mismo es el Evangelio de Dios para el hombre. Damos gracias a Dios, finalmente, por la incorporación de nue- vos colaboradores al equipo de la revista, lo que ha permitido remozar su gráfica y presentación, como también redefinir sus objetivos y su periodicidad que, a partir de ahora, será trimes- tral. ¡Que Dios sea servido, y glorificado! Cuatro epístolas fundamentales

Cuatro epístolas fundamentales · en su libro Seducción Subliminal: «La mente consciente discrimina, decide, evalúa, rechaza o acepta. El incons-ciente, aparentemente, solo archiva

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Page 1: Cuatro epístolas fundamentales · en su libro Seducción Subliminal: «La mente consciente discrimina, decide, evalúa, rechaza o acepta. El incons-ciente, aparentemente, solo archiva

Un conocido obrero brasileño ha dicho que hay cuatro epístolasque, por su importancia, se pueden comparar con las cuatropatas de una mesa, que si se comprendiese el significado deellas, las iglesias tendrían una sólida edificación. Estas epístolasson Romanos, Efesios, Colosenses y Hebreos. La primera mues-tra la gloria del Evangelio; la segunda, la gloria de la Iglesia; latercera, la gloria de Cristo; y la cuarta, la gloria del caminarcristiano. En ésta y las próximas tres revistas esperamos, Diosmediante, poder sumergirnos en ellas. Comenzamos ahora conRomanos.

Romanos nos presenta especialmente – aunque no exclusiva-mente – la obra de gracia de parte de Dios para la justificacióndel pecador impío, por lo cual se ubica al comienzo. Muchossiervos de Dios empezaron su nueva vida en sus inspiradas pá-ginas.

Agustín de Hipona, por ejemplo, cuando era un joven de vidalicenciosa, fue tocado por “Andemos como de día, honestamente;no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias… sinovestíos del Señor Jesucristo” (Rom. 13:13-14). Martín Lutero,cuando era un monje que se esforzaba por hallar la paz de sualma, dio con Romanos 1:17: “Mas el justo por la fe vivirá”, unapalabra que no solo cambió su vida, sino, en cierto modo, la fazdel mundo.

¿Cuántos otros ejemplos se podrían sumar a éstos? Sin dudamuchos, incontables. Esperamos que, a partir de estos estudios,la carta a los Romanos nos traiga una renovada vislumbre de lagloria de Cristo, pues Él mismo es el Evangelio de Dios para elhombre.

Damos gracias a Dios, finalmente, por la incorporación de nue-vos colaboradores al equipo de la revista, lo que ha permitidoremozar su gráfica y presentación, como también redefinir susobjetivos y su periodicidad que, a partir de ahora, será trimes-tral. ¡Que Dios sea servido, y glorificado!

Cuatro epístolas

fundamentales

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ENFOQUE DE ACTUALIDADConsumismo y manipulaciónUna radiografía a la cultura secularizada y suinfluencia sobre los cristianos de hoy.

EVANGELIOEl corazón del PadreMuchos piensan que Dios es severo y que perma-nece alejado del hombre.

LA GLORIA DEL EVANGELIOLa buena nueva universalLa gloria del Evangelio radica en su entera dispo-nibilidad, por la gracia de Dios, y por fe. RubénChacón.Los efectos de la justificaciónLa paz con Dios hace posible alcanzar la paz deDios. Roberto Sáez.La transformación de la menteEl proceso de la transformación del cristiano co-mienza con la renovación del entendimiento.Rodrigo Abarca.Apeles, aprobado en CristoLa historia de un cristiano en el contexto de laepístola a los Romanos. Gonzalo Sepúlveda.La provisión del EvangelioLa provisión del Evangelio es triple: justificación,santificación y redención. Stephen Kaung.

LEGADOLa vida cristiana normalUna panorámica del libro homónimo, un clásicode la literatura cristiana. Watchman NeeRomanos: el Evangelio de la EsperanzaLa epístola que traslada al hombre de la desespe-ración a la esperanza. T. Austin-Sparks.Tengamos pazRomanos 5:1 es un llamado a tomar la paz. JohnH. Jowett.

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ContenidoContenidoContenidoContenidoContenido

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La entrega del «yo» a CristoMuchos de los problemas que enfrentamos proce-den de un yo no sometido a Cristo. E. Stanley Jones.La víctima de la cruzEl único destino de la carne es la cruz. J. GregoryMantle.El «yo» y la cruzTextos escogidos de diversos autores sobre las ca-racterísticas y el lugar que le corresponde al Yo.

ESPIGANDO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIAUn profeta en la selva de cementoSemblanza de David Wilkerson, uno de los cristia-nos más prominentes de los últimos cincuentaaños.Testimonios de David WilkersonUna selección de testimonios autobiográficos deDavid Wilkerson.

ESTUDIO BÍBLICOBosquejo de Nahum. A. T. Pierson.Símbolos y tipos en la vida de Jacob A.B.Simpson.

VIDA CRISTIANACuerpos consagrados y mentes renovadasEl sabio equilibrio entre la enseñanza doctrinal deRomanos y sus demandas prácticas. Marcelo Díaz.Terminando con el pasadoLecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.Watchman Nee.

APOLOGÉTICAGrandes cataclismos terrestresUn enfoque bíblico. Ricardo Bravo M.

Secciones FijasMaravillas de DiosJoyas de InspiraciónHistorias VerdaderasCartas de nuestros lectores

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La mayoría de los países occidentalesdisfrutan hoy de un éxito materialsin precedentes. Esto ya no es un he-cho reconocible solo en los países delprimer mundo, sino incluso en mu-chos de los países otrora llamados ter-cermundistas o «en desarrollo». Sinembargo, a medida que el nivel devida ha ido escalando sin cesar du-rante los últimos cincuenta años, elnivel moral-espiritual-relacional seha venido en picada.

Muy atrás ha quedado la época de lasfamilias tradicionales, de la oraciónantes de comer, de los embarazos feli-ces, de los programas de TV que en-salzaban la familia; la época en quelos problemas eran simples, y las fa-milias vivían en vecindarios tran-quilos y tenían cuentas pequeñas. Lasmetas económicas eran modestas ygraduales, y su consecución hacíasanamente felices a la gente.

Hoy en cambio, queremos alcanzarla gratificación inmediata de nues-tros deseos, así que ya nos olvidamosde pagar al contado. Rara vez podría-mos tener en efectivo lo suficientepara comprar todo lo que compulsiva-mente deseamos comprar en un de-terminado momento. Los hombres de

Una radiografía a la cultura secularizada y suinfluencia sobre los cristianos de hoy.

hoy están consumidos por el deseo decomprar cosas que no necesitan, condinero que no tienen, para impresio-nar a personas que no les simpatizan.

La explosión tecnológica de los últi-mos ochenta años ha marcado estecambio de siglo como el vértice delpotencial y la realización humana entoda la historia. Hemos sido bendeci-dos por los progresos tecnológicos quehacen más confortable nuestra vidadoméstica, nuestros viajes, nuestrascomunicaciones y nuestros empleos.Sí, somos más prósperos. Pero ¿a quéprecio?

Los hombres de hoy están exhaustos.Muchos de los que han alcanzado eléxito han perdido a sus familias. Sondemasiados los niños que han crecidocon un padre ausente. Las facturasde las deudas que asumimos por acu-mular cosas que nunca necesitamos,y que ahora ya no usamos, siguenllegando por correo con la puntuali-dad del reloj.

La manipulación del consumismo

La teoría dominante en el mundo oc-cidental en las últimas décadas hasido el consumismo, que se puede de-finir como «teoría económica que sos-

Consumismo y_________manipulación

ENFOQUE DE ACTUALIDAD

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Los hombres de hoyestán consumidos por eldeseo de comprar cosas

que no necesitan, condinero que no tienen,para impresionar apersonas que no les

simpatizan.

tiene que el consumo cada vez ma-yor de cosas es siempre beneficioso».Pero, ¿es realmente beneficioso?

En 1957, Vance Packard escribió ellibro The Hidden Persuaders (Los Per-suasores Secretos), que produjo im-pacto y alarma en Estados Unidos. Elautor descubrió y alertó sobre una es-trategia a gran escala dirigida a ca-nalizar nuestros hábitos inconscien-tes y manipular nuestra inclinacióna comprar cosas. Los comercianteshabían formado una perversa alian-za con los practicantes de la psicolo-gía para manipular al consumidorestadounidense.

Los stocks habían aumentado, y ha-bía que buscar la forma de achicar-los. A fines de la Segunda GuerraMundial la maquinaria industrialnorteamericana tenía la capacidadde producir mucho más que lo que elpúblico realmente adquiría. De modoque los comerciantes probaron cómoestimular a la gente a comprar más.Así nació la ciencia que investiga lasmotivaciones.

¿Se ha preguntado alguna vez porqué, cuando apenas ha terminado depagar el auto (e incluso antes), em-pieza a sentir una ineludible tenta-ción de cambiarlo por otro más nue-vo? ¿Por qué no lo seguimos condu-ciendo hasta que se agote, antes decomprar otro? La razón obedece alresultado de esa impía alianza, y re-side en lo que se denomina obsolescen-cia psicológica.

Los comerciantes descubrieron cómohacer que nos sintiéramos avergon-zados de ser propietarios de un vehí-

culo considerado como ‘antiguo’. Así,estamos programados para consumirsolo porque la teoría económica do-minante lo sostiene.

Hacia fines de 1955, la publicaciónCristianismo y Crisis criticó severa-mente «la economía estadounidenseen permanente expansión». Señalóla presión ejercida sobre los ciudada-nos para que «consumieran, consu-mieran y consumieran, sin tomar encuenta si necesitaban o si realmentedeseaban esos productos que prácti-

camente les imponían». Agrega quela dinámica de un sistema en perma-nente expansión exigía que «fuése-mos persuadidos a consumir, a fin desatisfacer las demandas del procesoproductivo».

¿No resulta sorprendente que la afir-mación profética de 1955 podría serperfectamente un comentario des-criptivo de nuestra vida actual? Perosus advertencias quedaron ahogadasen la marea de publicidad de los nue-vos e irresistibles productos.

Abra cualquier periódico y verá queel consumismo domina la realidad

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económica. ¿Quién nos persuade a serparte de ese proceso?

La influencia de los medios de co-municación

No hay nada que ejerza tanta in-fluencia en nuestro pensamientocomo los medios de comunicación.Desafortunadamente nuestros me-dios están controlados por humanis-tas seculares, de modo que el sesgo detodo lo que se imprime, programapublicita e informa, transmite unestilo de vida secularizado.

A través de los medios y de la propa-ganda, en gran medida realizadasubliminalmente, se nos induce cons-ciente e inconscientemente a perse-guir el estilo de vida consumista. Elsecreto de avivar nuestros deseos ycaprichos ha sido elevado al rango dedisciplina científica. ¡Después de todo,la meta económica que persigue latelevisión es vender productos y ser-vicios!

Nuestro problema radica más enaquello a lo que está expuesto nues-tro inconsciente que nuestra menteconsciente. Según Wilson Bryan Key,en su libro Seducción Subliminal: «Lamente consciente discrimina, decide,evalúa, rechaza o acepta. El incons-ciente, aparentemente, solo archivaunidades de información que influ-yen en las actitudes o en el compor-tamiento a nivel consciente de ma-nera que la ciencia desconoce. La enor-me industria de la comunicación sedio cuenta, tiempo atrás, de la resis-tencia que la mente consciente levan-ta contra la publicidad. En cambio,en el nivel inconsciente hay muy

poca resistencia, si es que hay algu-na, y es a eso a lo que apela actual-mente la publicidad».

Como puede ver, tenemos alguna po-sibilidad de defendernos a nivel cons-ciente, pero las incitaciones al consu-mo están dirigidas a nuestra menteinconsciente.

Quizá la única forma de superar estedilema sea examinar nuestras fuen-tes de entretenimiento e información.Probablemente los cristianos tenganque llegar a prescindir de la televi-sión, o al menos bajar drásticamentesu exposición a ella. El apóstol Pabloofrece una pauta que vale la penaadoptar: «Todas las cosas me son líci-tas, mas no todas convienen; todas lascosas me son lícitas, mas yo no medejaré dominar de ninguna» (1ª Cor.6:12) .

Lo que debe preocuparnos es que nues-tra mente inconsciente pudiera serdominada en un área en la que notuviera suficiente habilidad para re-sistir. Nuestra mente inconsciente notiene murallas alrededor ni centine-la a la puerta.

Observe una noche cualquiera los co-merciales de la televisión, y luego há-gase la siguiente pregunta: «Si estaspropagandas son verdad, entonces¿quién soy yo, qué soy yo?». La vidaque proyecta la pantalla ensalza elplacer, la sensualidad, el no privarsede nada, y defiende el derecho queuno tiene de obtener cualquier cosaque se proponga.

Hace poco una empresa automovilís-tica presentó su último modelo. Peroel modelo alcanzó marcas bajísimas

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de venta. ¿Cuál es la causa de esto?Muy probablemente se deba a que,como los cambios en este modelo sontan radicales, la gente está esperan-do que le digan «quién» y «qué» lle-garán a ser una vez que adquieranese auto. Es el poder de la publicidad.

El estilo de vida secularizado

Hoy vemos una generalizada falta dedominio propio en el consumidor oc-cidental. Esto se debe a que cincuen-ta o más años de consumismo e in-fluencia de los medios han provocadoun radical cambio de valores.

El deseo de tener cosas ha llegado aser más importante que tener unafilosofía de vida coherente y signifi-cativa. Lamentablemente, son ma-yoría los que procuran el estilo devida que dictan los comerciantes (lla-mémosla una vida feliz y despreocu-pada), que los que el sistema econó-mico puede lealmente sostener. El es-tilo de vida y la imagen por la quenos esforzamos es un modelo artifi-cial, generado por los medios. Losmedios crean la imagen del estilo devida que los productores de bienes yservicios quieren vender. Es un mo-delo irreal, artificial. Son apenas unospocos los que los alcanzan, y cuandolo hacen, quedan extenuados. Loshombres que procuran alcanzar esenivel de vida –y en alguna medidatodos lo intentamos– les resulta inal-canzable, y si lo alcanzan, descubrenque no pueden mantenerlo, o que, alfin de cuentas, no valía la pena.

Este fracaso produce un intenso ni-vel de ansiedad. Una vez que hemosaceptado el modelo impuesto por la

sociedad de consumo, es práctica-mente imposible evitar la ansiedadprovocada por este estilo de vida.Cuanto más tenemos, más queremos.La «ansiedad» es el subproducto in-evitable de la carrera que empren-demos en pos de esa vida hermosa einmaculada.

Está, además, la presión que provo-can las deudas. En la medida quenuestros gastos exceden nuestras en-tradas, acumulamos deudas. Pedirprestado ha llegado a ser un deportepopular. El crédito fácil parece unaidea genial. Si pudiéramos controlarnuestros impulsos, sería maravillo-so. Sin embargo, cuando combina-mos el crédito fácil con el consumis-mo, obtenemos una fórmula alta-mente explosiva. En nuestro afán poralcanzar un buen nivel de vida, so-mos tentados a estirarnos un poquitomás hacia la felicidad que nos ofreceese crédito tan accesible.

El doble golpe que implica la ansiedadproducida por el estilo de vida genera-do por los medios y la presión provoca-da por las deudas resulta altamentedeprimente. No solo cargamos con laopresión de no alcanzar nunca el ni-vel de vida que nos hemos fijado comometa, sino que tenemos que soportarel peso de las deudas que hemos acu-mulado en nuestro intento por llegarallí. La duda nos torna amargados eirritables, porque advertimos que he-mos hecho el papel de tontos y nos he-mos engañado a nosotros mismos. Nosolo eso, sino que nuestras relacionespersonales terminan destruidas.

Cuando decidimos a entrar en estacarrera loca sin destino, muy pronto

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aparecerán fracturas en nuestras re-laciones personales, y en poco tiempovendrá el derrumbe total. Desafor-tunadamente, en esta lucha por al-canzar un buen nivel de vida, con de-masiada frecuencia muchos hombresdejan atrás una estela de relacionesrotas.

La manera en que medimos nuestronivel de vida indica qué carrera he-mos decidido correr. El creyente en-frenta aquí un verdadero dilema.Cada uno de nosotros tiene que hacersu propia decisión, pero hay una enor-me presión que nos persuade a tomarla decisión equivocada, y no debiéra-mos subestimarla. «Puedes elegir tucamino, pero no el resultado». La leyde causa y efecto se impone a nues-tras decisiones.

La triste suerte de la rana

El periodista y escritor cristianoMalcolm Muggeridge ha relatadocómo se cocina una rana. Si uno tomauna rana y la echa en una olla deagua hirviendo, el animalito sentiráel calor y saldrá de un salto. Pero si secoloca la rana adentro de una olla conagua fría, y se va elevando lentamen-te la temperatura, el animal no sen-tirá el cambio y no saldrá de la olla,sino que terminará cocinado.

Tan inadvertidamente como esarana en agua fría, nuestros valoresse han ido «cocinando» lentamentea lo largo de las últimas décadas. ¡Sialguien hubiera sido sometido acongelamiento hace cuarenta añosy regresara hoy a la vida, pegaríatal salto para escapar de esta olla enque hemos transformado el mundo

que nosotros quedaríamos tamba-leando!

¿A qué se debe que no nos espanta,por ejemplo, el aborto, las drogas, lacorrupción, el tráfico de niños y deórganos, y los escándalos de la indus-tria farmacéutica? No reaccionamosporque a lo largo de un pequeño pe-ríodo de años, muchos de nuestrosvalores se han ido deteriorando gra-dualmente, volviéndonos meros cris-tianos «culturales».

Muchos hemos aceptado la culturamoderna tal como se presenta. Conmucha frecuencia, nuestros valoresy creencias reflejan la mediocridadde una sociedad superficial y desespe-ranzada. En lugar de encontrar ennosotros, los cristianos, una esperan-za para este mundo afligido, al ver-nos, reflexionan: «La verdad es queno veo qué diferencia puede haber he-cho Cristo en tu vida. Si eso es lo quesignifica ser cristiano, me quedo conlo que soy».

La pregunta que todos debiéramoshacernos es: ¿Hay alguna diferenciaentre la forma en que vivo y la ma-nera en que vive este mundo derrum-bado y lastimado? Mi vida ¿ofrecedesesperanza o desilusión? ¿Estoy fue-ra de la olla, o estoy cocinándome afuego lento, como la rana?

La batalla se libra en la mente

Muchos cristianos se encuentran a laderiva en esta marea loca delconsumismo y los falsos valores de lasociedad de consumo. La fe cristianaparece totalmente ineficaz para con-trarrestarla y ofrecer al cristiano un

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Los medios crean la imagendel estilo de vida que losproductores de bienes y

servicios quieren vender.Es un modelo irreal, artificial.

lugar seguro. ¿Por qué la fe, que enotro tiempo hizo de los cristianoshombres y mujeres vencedores, hoyse muestra impotente?

Lo que sucede es que muchos de noso-tros simplemente estamos ‘jugando aser cristianos’, repitiendo los gestos co-rrectos cuando estamos en las reunio-nes de la iglesia. Asistimos al culto losdomingos, pero el mensaje que nos lle-vamos no parece tener impacto ennuestra vida. No sabemos exactamen-

a la forma secularizada de vivir. Pa-reciera que no tenemos una miradade conjunto, sino solo fragmentada,acerca de lo que esta cultura secula-rizada nos propone.

Debiéramos ser más desconfiados dela vida secular. Debiéramos analizarcada pedazo, cada idea y teoría queinocula en nuestras mentes y que vany vienen interminablemente, y de-terminar qué perspectiva de la vidarepresentan. Con demasiada fre-cuencia vemos sucesos y circunstan-cias aislados y desvinculados entre sí,cuando deberíamos estar viendo dequé manera encajan en el cuadro to-tal de nuestra cosmovisión.

La batalla se libra en la mente. Debi-do a que no tomamos en serio estaguerra espiritual, muchos estamossucumbiendo. Es una lucha entre laperspectiva secular mayoritaria yla perspectiva cristiana minoritaria,la cual se describe en Efesios 6:12:«Porque no tenemos lucha contra car-ne y sangre, sino contra principados,contra potestades, contra los gober-nadores de las tinieblas de este siglo,contra huestes espirituales de maldaden las regiones celestes».

«Escudriñemos nuestros caminos; ybusquemos, y volvámonos a Jehová»(Lam. 3:40).

Patrick M. Morley(Adaptación libre de

El hombre frente al espejo, cap.1-3).

te por qué sucede esto, y antes de quenos empiece a preocupar, preferimospensar en ese problema laboral quenos está oprimiendo la boca del estó-mago. Salimos corriendo a nuestropróximo compromiso, y cuando llega-mos al lunes por la tarde, el recuerdodel domingo está tan distante como elde las últimas vacaciones.

El vértigo de la vida contemporáneanos impide detenernos a reflexionarsobre lo que nos va ocurriendo, sobresi las decisiones que tomamos seenmarcan en la perspectiva cristia-na del mundo, o si estamos cediendo

Consumismo y manipulación

El Dios del cristiano no es simplemente un Dios que es autor de lasverdades matemáticas y del orden de los elementos… sino un Dios deamor y de consolación.

Blas Pascal (1623-1662), matemático, físico y filósofo cristiano

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El corazón del Padre

Dios es muy incomprendido por lamayoría de la gente. La imagen quese tiene de Él es la de un Juez severo yvengador. Sin embargo, la paráboladel hijo pródigo nos muestra su ver-dadera naturaleza, así como la ter-nura de su amoroso corazón.

El hijo menor se acerca al padre ycon un tono decidido le pide la partede los bienes que le corresponde comoherencia. El padre se sorprende, e in-tenta disuadirlo, pero como aquél estáempecinado, el padre se lo concede.

A los pocos días, el hijo se va de casa,muy lejos. En poco tiempo, desperdi-cia todo su dinero viviendo perdida-mente.

Cuando todo lo malgasta, viene unagran hambre en aquel lugar, y co-mienza a faltarle. Se arrima a unhombre rico quien le da trabajo apa-centando cerdos. No es el mejor ofi-cio, pero no tiene otra opción. Allí,muchas veces desea llenar su vien-tre con el alimento de los cerdos, peroni eso le dan.

Entonces vuelve en sí y dice: «¡Cuán-tos jornaleros hay en casa de mi padreque tienen abundancia de pan, y yoaquí perezco de hambre!». Entonces

EVANGELIO

Muchos, en su ignorancia, piensan que Dios es severo,y que permanece alejado del hombre,

sin inmutarse por sus problemas.

decide volver a casa y pedirle perdóna su padre. No le pedirá que lo tratecomo a su hijo, sino como a uno de susjornaleros.

Cuando llega cerca de casa, su padrelo ve y lo reconoce. Pese a que sus ves-tiduras son andrajosas, y su aspectoes el peor, él lo reconoce. Entonces, elpadre, lleno de compasión, corre ha-cia él, se echa sobre su cuello, y lebesa efusivamente.

El hijo comienza, entre sollozos, a pe-dirle perdón a su padre. Pero el padrele interrumpe dulcemente para or-denar a sus siervos que lo atiendan.

¡Que traigan el mejor vestido paravestirle! ¡Que pongan un anillo en sumano! ¡Que la pongan un calzado her-moso! ¡Que traigan el animal másgordo y que lo sacrifiquen! ¡Que hayacomida y también fiesta! Los siervoscorren para cumplir sus órdenes.¡Nunca había mandado con tantaurgencia! Entonces, dice el padre, convoz entrecortada: «Mi hijo estabamuerto, y ha revivido. Se había perdi-do y lo he recuperado».

***

Muchos hay que no conocen a Dios, yque le atribuyen un carácter duro, y

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El dolor de Moody

El 8 de octubre de 1871, el predicador Dwight L. Moody le habló a lamayor concurrencia que se había reunido alguna vez en la ciudad deChicago. Su tema estuvo basado en la pregunta formulada por Pilato:«¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?» (Mat. 27:22). Al términode su ferviente mensaje, Moody le dijo a la audiencia: «Deseo quelleven este texto bíblico en el corazón y mediten en él durante lasemana. Cuando nos volvamos a reunir la semana próxima, podremosdecidir qué haremos con Jesús».

Pero ese público nunca volvió a reunirse, porque horas después seprodujo el terrible incendio que destruyó gran parte de la ciudad deChicago. Años más tarde, recordando ese hecho, Moody confesó:«Nunca más me he atrevido a proponer una semana para que la gentepensara en su salvación. Nunca más he vuelto a ver a aquellacongregación… Muchas veces le he pedido perdón a Dios, por haberledicho al público, esa noche, que esperara una semana». ¡Se perdiópara siempre esa única oportunidad!

Citado por Enrique Chaij, en Todavía Existe Esperanza

A través de esta historia, el SeñorJesús nos muestra cómo ama Dios alos hombres. Todos nosotros hemossido como este hijo necio. Cuando pe-camos en Adán, nos fuimos de la casapaterna. Y Dios, el Padre, espera aho-ra que volvamos a nuestro hogar.Otros, habiendo ya estado en la casadel Padre, salimos de casa para vivirirresponsablemente.

¿Cómo nos recibirá Dios, si volvemos?¿Nos reprochará por nuestro desca-rrío? ¿Nos condenará? Ciertamenteque no, porque en su corazón solo hayperdón y misericordia.

Es preciso volverse a Dios para reci-bir su perdón, y ser restaurados en lacondición de hijo.

¿Quiere usted hacerlo ahora mismo?Oremos: «Oh Dios, he estado lejos, yhe pecado contra ti; perdóname y re-cíbeme. Creo que Jesús pagó el preciopor este perdón. Gracias, Padre. Enel nombre de Jesús».

un corazón insensible. Muchos hom-bres y mujeres, en su ignorancia,piensan que Dios es severo, y que per-manece alejado del hombre, sin in-mutarse por sus problemas.

Si miramos a Dios a la luz de algunospasajes del Antiguo Testamento, nosparecerá que los hombres tienen ra-zón. Sin embargo, en ese tiempo, Diosno había dado a conocer aún su pre-cioso carácter. Solo cuando se mani-festó Jesucristo, Dios se nos mostró.

El Señor dijo que, por medio de pará-bolas, diría cosas que estaban escon-didas desde la fundación del mundo.Juan dice que a Dios nadie le vio ja-más, pero que el unigénito Hijo le hadado a conocer. El Señor dijo a Felipeque el que le veía a él, había visto alPadre.

¿Qué cosas estaban escondidas desdela fundación del mundo? Una de lasmás importantes es ésta: saber cómopiensa, cómo siente, cómo ama Dios.

El corazón del Padre

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LA GLORIA DEL EVANGELIO12

La epístola del apóstol Pablo a los Romanos muestra, como ningunaotra, la gloria del evangelio. La magnanimidad de éste hace a Pablodeclarar: «No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Diospara salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y tam-bién al griego» (1:16). En Romanos, el apóstol hace una presentaciónsintética del evangelio que predica y que denomina «mi evangelio»(2:16). Este, no es otro que el evangelio de la gracia de Dios. Según Pa-blo, Dios no solo ha resuelto de una manera firme y determinada sal-var a los hombres, sino, además, hacerlo sin consideración alguna dela conducta de ellos, a excepción de la fe. En la proclamación del

La gloria del Evangelioradica en su entera disponibilidad para todo hombre,

gratuitamente por la gracia de Dios,y exclusivamente por medio de la fe.

La gloria del Evangelio Una buena nueva universal

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evangelio, dice Pablo, queda al descubierto la gloria del evangelio,porque en él la justicia de Dios se revela por fe de principio a fin(1:17). La justicia de Dios, no la justicia distributiva que da a cada unolo que merece, sino aquella que justifica gratuitamente por su gracia,mediante la redención que es en Cristo Jesús (3:24).

Ahora bien, a fin de que el evangelio brille en toda su gloria, el apóstolPablo comienza su epístola mostrando primero cómo la ira de Diosestá encendida contra una humanidad que es responsable y culpablede pecado delante de Dios. Así el favor inmerecido de la salvación deDios relucirá con mayor esplendor.

Una condenación universal

Comenzando con los gentiles (1:18-32), Pablo declara que, en efecto,la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticiade los hombres. ¿Por qué razón ocurre esto? Porque lo que de Dios seconoce les es manifiesto. Es decir que, según Pablo, los gentiles no sonignorantes de Dios y, por tanto, son responsables ante Él.

Pero ¿qué conocimiento de Dios tuvieron aquellos pueblos de la épo-ca veterotestamentaria? «Las cosas invisibles de Dios», dice Pablo,«su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde lacreación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas he-chas, de modo que no tienen excusa» (1:20). Los pueblos no son ig-norantes de Dios y, por tanto, no son inocentes ante Él. Como escri-biera Lucas: «En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentesandar en sus propios caminos; si bien no se dejo a sí mismo sin testi-monio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructífe-ros, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones» (Hech.14:16-17). A continuación, Pablo concluye con una afirmación queestremece y que asombra con respecto a los gentiles: «Pues habien-do conocido a Dios…» (1:21). Todos los pueblos no judíos de laépoca veterotestamentaria tuvieron el testimonio del primer testigodivino: La creación. De modo que no tienen excusa. El conocimientode Dios que otorga la creación podemos llamarlo «revelación natu-ral», a fin de distinguirlo de la revelación sobrenatural de Dios.

Luego, Pablo demuestra cómo la conducta de los gentiles no fueconsecuente ni coherente con el conocimiento de Dios que poseían. Apesar de conocer su eterno poder no le dieron gracias y, no obstanteconocer su deidad, no lo glorificaron como a Dios. Así, quedaron jus-tamente condenados bajo la ira de Dios.

Una buena nueva universal

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LA GLORIA DEL EVANGELIO14

Luego, el apóstol Pablo, a partir del capítulo dos de la carta a los ro-manos (2:1-29), comienza a tratar la situación de los judíos delante deDios. Ellos, a diferencia de los gentiles, recibieron una revelación so-brenatural de Dios. Él se les reveló de una manera directa en el monteSinaí y les dio un conocimiento objetivo de su voluntad a través de laley de Moisés. Sin embargo, los judíos no están en mejor pie delantede Dios que los gentiles. ¿Por qué? Porque como dice Pablo, «no sonlos oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la leyserán justificados» (2:13). Pablo pregunta entonces: «¿Piensas quevas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargohaces lo mismo que ellos?» (2:3). Todos los judíos desde Moisés mis-mo en adelante, «con infracción de la ley, habían deshonrado una y

otra vez a Dios» (2:23). De tal manera que «el nombre de Dios erablasfemado entre los gentiles por causa de los judíos» (2:24). Así, losjudíos –al igual que los gentiles– también eran objeto de la justa con-denación de Dios, pues, como concluye Pablo, «ya hemos acusado ajudíos y a gentiles, que todos están bajo pecado» (3:9).

Pablo, ha demostrado así que la conducta de los judíos tampoco hasido consecuente ni coherente con el conocimiento de Dios que reci-bieron. ¿Querrá decir entonces que todos se perdieron? ¿Será eso loque Pablo nos quiere comunicar? En ninguna manera. Lo que Pablo in-tenta decirnos es que según la conducta todos los hombres –tantojudíos como gentiles– están condenados. Por las obras ningún ser hu-mano, ni siquiera Noé, ni Abraham, ni Daniel, ni Isaías ni ningún otro,está aprobado delante de Dios. Por lo tanto, reiteramos la pregunta:¿Querrá decir entonces que todos se perdieron? No. Lo que ocurre esque estamos pasando por alto el punto más importante de esta cues-tión: Que Dios nos envió al Salvador del mundo, al Mesías prometido aIsrael. Y como nos lo dijera Juan: «No envió Dios a su Hijo para conde-nar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él». Pero ¿cómopodría el Mesías salvar a los hombres cuando la conducta de ellos loscondenaba irremediablemente? Precisamente, no por la conducta, sinopor la fe: «La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para to-

En la proclamación del evangelio, dice Pablo,queda al descubierto la gloria del evangelio,

porque en él la justicia de Dios se revela por fede principio a fin.

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dos los que creen en él» (3:22). Los que ponen su fe en el Señor Jesu-cristo son justificados gratuitamente, independientemente de su con-ducta. De esta máxima espiritual ni siquiera los cristianos se escapan.En efecto, aun los cristianos permanecemos salvos, no por nuestra con-ducta, sino exclusivamente por la fe en nuestro bendito Salvador. Sipor el contrario, Dios tuviese que juzgarnos por la conducta, entoncestambién todos los cristianos seríamos condenados. Así como el testi-monio de la creación condenaba a los gentiles por su conducta, y asícomo el testimonio de la ley condenaba a los judíos por su conducta, dela misma manera el testimonio de la ley del Nuevo Testamento conde-naría a todos los cristianos por su conducta. Nuestra salvación es firmey segura porque no depende de nuestra conducta cristiana, que essiempre imperfecta, sino porque Cristo con una sola ofrenda nos hizoperfectos para siempre (Heb. 10:14).

Una salvación universal

Cuando miramos con atención el Antiguo Testamento, descubrimosque el contenido de esta sección de la Biblia es la historia de un pue-blo, el pueblo de Israel. En efecto, con excepción de los primerosonce capítulos del libro de Génesis –que podríamos considerar comohistoria universal– los 39 libros que componen el Antiguo Testamen-to se dedican a relatar la historia de Israel en sus diferentes aspectos:Su origen, su formación, sus peregrinajes, sus victorias, sus derrotas,su poesía, su sabiduría y sus esperanzas. Desde el capítulo doce del li-bro de Génesis hasta el último libro del Antiguo Testamento, el librodel profeta Malaquías, la inspiración divina se concentra en registrarla historia de un solo pueblo, Israel.

No obstante, la causa del interés divino por registrar la historia delpueblo de Israel no radica en el pueblo mismo. De hecho, Israel no esni el más grande ni el mejor de los pueblos de la tierra (Deut. 7:6-8).¿Cuál es entonces la razón de la elección divina? Lo único que explicael interés divino por consignar dicha historia es la promesa de Dios deenviar al Salvador del mundo, quien no es otro que el Mesías de Is-rael. Como dijera el propio Señor Jesucristo: «La salvación viene delos judíos» (Juan 4:22). Así, la atención por registrar la historia delpueblo de Israel tiene como causa la promesa del Mesías que vendríaal mundo. El Antiguo Testamento es entonces, en rigor, la historia dellinaje del Mesías que Dios mismo se suscitaría de las entrañas de estepueblo. Prueba de ello es que, tanto Mateo como Lucas, construyen lagenealogía del Mesías gracias al registro de la historia de este pueblo.Mateo lo hace remontando la ascendencia de Jesucristo hasta

Una buena nueva universal

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Abraham; y Lucas, por su parte, la remonta hasta el mismo Adán. ElMesías sería en su origen, forjado a partir de la simiente de un hom-bre, Abraham. Por ello, la historia del Mesías propiamente tal co-mienza en Génesis capítulo 12 con el llamamiento y la elección deAbraham.

Ahora bien, si bien es cierto que el Mesías nace de Israel, esto no sig-nifica que el Mesías sea únicamente salvador de los judíos. No; elMesías prometido a Israel es también el Salvador de todo el mundo yde todos los hombres. El Cristo fue llamado por nombre Jesús, nosolo porque salvaría a su pueblo de sus pecados –como escribieraMateo (1:21)–, sino porque sería el Salvador de todos los pueblos,como lo registrara Lucas, cuando las huestes celestiales alababan aDios por el nacimiento del Mesías: «¡Gloria a Dios en las alturas, y enla tierra paz, buena voluntad para con (todos) los hombres!» (2:14).

De allí la importancia que Lucas remontara la ascendencia de Jesúsno solo hasta Abraham, sino hasta el mismo Adán. En este hecho radi-ca, pues, la importancia de los primeros once capítulos de Génesis. ElMesías no solo es hijo de Abraham, sino también hijo de Adán. Por lomismo, es salvador de todo el género humano y no solamente de losjudíos. Aún más, el Mesías, nacido de Israel, no solo sería el salvadorde todos los hombres, de todas las razas y pueblos, sino también delos hombres de todas las épocas. El Mesías, que sería levantado deun pueblo en particular, sería el Salvador de todos los hombres delperiodo antes de Cristo y del periodo después de Cristo. Jesucristotrajo la salvación para todos los hombres, desde Adán hasta el últimohombre. Como escribiera Lucas: «En ningún otro hay salvación; por-que no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, enque podamos ser salvos» (Hech. 4:12). Dios no tiene, pues, dos o másmaneras de salvar a los hombres. Los salvados de las épocas de antesde Cristo, se salvarán de la misma manera que los salvados del tiempode Cristo y que los salvados de las épocas después de Cristo. Todos losque se salven, lo serán exclusivamente por medio de nuestro SeñorJesucristo.

Por esta razón nunca será demasiado enfatizar lo que dijo el apóstolJuan en su evangelio: «Porque de tal manera amó Dios al mundo,que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijoal mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvopor él» (3:16-17).

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Entonces, la elección de Israel en ninguna manera significó que Diosse desentendiera del mundo y de los demás hombres, toda vez que loque Dios estaba comenzando a hacer con Israel era gestar la venidadel Salvador de todos los hombres, de todas las razas y de todos lostiempos. La exclusividad de Israel no significaba, pues, exclusión delos demás pueblos. Todo lo contrario, su singularidad estaba precisa-mente en función de las demás gentes. La preferencia por Israel noera otra cosa que la demostración del favor de Dios por todos los pue-blos.

Una buena nueva universal

De manera que todos los gentiles de la época del Antiguo Testamentotambién podrían, potencialmente, ser salvos por la fe; jamás por mediode su conducta. Por ello, resulta muy interesante que Pablo advierta ensu carta a los romanos que, cuando Dios juzgue a los hombres –inclu-yendo a los de las épocas anteriores a Cristo– lo hará por medio de Je-sucristo. En ese día, dice Pablo, Dios juzgará «los secretos de los hom-bres, conforme a mi evangelio» (2:16). La expresión «los secretos» setraduce en el versículo 29 como «lo interior». Por lo tanto, Dios no juz-gará a nadie por su conducta, sino por su interior. Él no mirará la con-ducta exterior de los hombres, sino buscará la fe en el corazón de ellos.De hallarla, no cabe duda que el sacrificio de Cristo, a quien Dios pusocomo propiciación por medio de la fe en su sangre, cubra toda perver-sidad de los hombres y obtengan así salvación por medio de la fe.

Ahora bien ¿qué fe buscará Dios hallar ese día en los corazones deellos? La fe en un Salvador. La fe que diga que ellos no podían salvarsea sí mismos de su contingencia mortal. ¡Bendita es la gracia de Dios!¡He aquí la gloria magnánima del evangelio!

Rubén Chacón

Nuestra salvación es firme y seguraporque no depende de nuestra conducta cristiana,

que es siempre imperfecta,sino porque Cristo con una sola ofrenda

nos hizo perfectos para siempre.

Un acto de obediencia es mejor que cientos de sermones.

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), pastor y teólogo luterano

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LA GLORIA DEL EVANGELIO18

La paz con Dios, como efecto de la justificación,hace posible dar un paso más en la carrera cristiana:

alcanzar la paz de Dios.

Paz con Dios

La paz con Dios es el primer resultado de la justificación, pues estába-mos enemistados con Dios; la justificación nos reconcilió con Dios yfruto de eso es la paz con Dios. Esto es anterior a todas las bendicionesde Dios para nosotros; sin ello, nada de lo otro podría ser nuestro.

«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio denuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a estagracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de lagloria de Dios» (Rom. 5:1-2).

La gloria del Evangelio Los efectos de la justificación

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Pablo, en la epístola a los Romanos, se propone exponer la certeza to-tal de nuestra completa salvación por medio de Jesucristo. Para esto,nos recordará que no estamos tratando de tener paz con Dios, porquepor medio de Jesucristo ya la tenemos. Pablo usa con énfasis la pa-labra tenemos, puesto que en el siguiente texto nos dice que «tam-bién tenemos entrada por la fe a esta gracia».

El hombre de todos los tiempos ha estado desesperadamente en bus-ca de la paz, sin saber exactamente qué tipo de paz es la que necesita.No es la paz mental, ni la paz como mera ausencia de problemas; tam-poco es la paz del desarme, ni la paz de los acuerdos o pactos de lasnaciones. ¡No! Se trata de la paz con Dios, lo cual es un hecho entera-mente objetivo, que nos viene por la gestión redentora de nuestro Se-ñor Jesucristo en la cruz del Calvario. Allí se llevó a efecto una acciónjudicial, acorde con los requerimientos de la justicia divina, donde elpecado debía ser castigado. Toda la condenación cayó sobre Jesús, elCristo, quien murió representando a la humanidad de todos los tiem-pos, a la raza de Adán, a fin de sufrir por ellos el castigo del pecado,transfiriéndoles la justificación al aceptar para sí el castigo de ellos.

El pecado nos separaba de Dios y nos hacía enemigos, pero Cristo, alsustituirnos en la cruz, hizo posible que Dios nos otorgara la justifica-ción, y por ese hecho, glorioso, fuimos reconciliados con Dios todoslos que hemos acudido por la fe, para apropiarnos de esta gracia. Estehecho, la justificación, es lo que permite que tengamos paz con Dios.

Esta paz no se encuentra en ningún otro lugar más que en la persona yobra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, puesto que Dios quedóabsolutamente satisfecho en la demanda de su justicia, en cuanto alcastigo del pecado. Así queda demostrado el otro aspecto de la virtudde la naturaleza divina: el amor. Justicia y amor son los extremos delcarácter de Dios y ambos aspectos fueron expresados en la obra de lacruz. Es a través de su amor que nos otorga la justificación, que tienecomo primer efecto práctico en nuestras vidas la paz con Dios; a par-tir de ella vienen todas las demás bendiciones del cielo, y sin la cualno tendríamos ninguna.

Esto debería hacernos pensar que lo que el apóstol Pablo quiere en laepístola a los Romanos es hacernos ver cuán firme, completa y sólidaes nuestra salvación. La santificación no es un tema aparte, desco-nectado, sino la continuación de un mismo tema: Los efectos de lajustificación. En realidad, el gran tema de la epístola a los Romanos y

Los efectos de la justificación

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en general el de toda la Biblia, es cómo hizo Dios para reunirnos a él;puesto que la caída nos había separado abismalmente de él. Pero launión con Dios pasaba por la justificación; de ahí la importancia dever la centralidad de la obra de Cristo en la cruz, cuyo primer efecto,para nosotros, fue darnos la paz con Dios.

Primero la justicia y luego, la paz. A partir de este punto, se desata labendición de Dios abarcando todas sus riquezas, lo que hace gloriosoel evangelio de nuestra salvación.

El ser salvos por Su muerte y por Su vida, el ser trasladados de Adán aCristo; nuestra unión en la muerte y resurrección conjunta con Cristo;el que Dios nos haya cambiado de régimen –de la ley a la gracia–; elvivir una vida triunfante por la ley del Espíritu de vida en Cristo; y lamultiforme gracia de Dios en los diversos servicios en el cuerpo deCristo; todos estos temas, que abarcan el resto de la epístola a los Ro-manos, son una realidad a partir de la justificación.

Por eso el gran tema de Romanos tiene que ver con «los efectos de lajustificación» y éste sería el tema que Pablo, de manera tan sistemáti-ca, nos presenta en esta epístola, con el objetivo de asegurar a los cre-yentes en la contundente firmeza de la salvación que Dios nos ha dadoen Cristo.

Por lo antes dicho, el creyente no debería aceptar ninguna acusaciónen su mente, venga de donde venga, pues si Dios declaró la paz paratodo aquel que cree ¿quién podrá acusar o condenar a los que Diosjustificó?

El que ha sido justificado, comienza su vida cristiana con fe y continúapor la fe, permaneciendo en el don gratuito con que Dios le ha favore-cido: el perdón de los pecados mediante la fe en la obra justificadora.Pecados vendrán, pero ni uno de ellos podrá apartar al cristiano delamor de Dios, pues el que cree sabe lo que tiene: «entrada por la fe aesta gracia» (Rom. 5:2).

Justicia y amorson los extremos del carácter de Dios y

ambos aspectos fueron expresados en laobra de la cruz.

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Si bien es cierto que el pecado nos separa de Dios, es muy cierto quela justificación nos restaura a la comunión con Dios. Cualquiera queno sepa lo que Dios nos ha dado en Cristo, podría tomar estolivianamente como licencia para seguir pecando. No obstante, los queconocen de verdad la gracia de Dios, saben que el creyente no solo haencontrado la dicha de la paz con Dios, sino también la dicha de la pazde Dios. Una vez que el cristiano ha experimentado esta dicha, no per-mitirá que nada lo aparte de este disfrute; si peca, no encontrará de-leite en eso, por muy placentero que se muestre el pecado; finalmen-te, se volverá al único y perfecto placer: el de la paz con Dios y la pazde Dios.

Paz con Dios y paz de Dios

La paz con Dios es una cosa y la paz de Dios es otra. La paz con Diosimplica que había una enemistad que fue resuelta con la reconcilia-ción efectuada por Cristo en la cruz. La paz de Dios es algo completa-mente orgánico, y por lo tanto subjetivo. Mientras la paz con Dios esalgo objetivo y, por lo tanto, algo que ocurrió en primera instanciafuera de nosotros en la cruz; la paz de Dios nos viene por la graciainfusa; es lo que Dios, por su Espíritu, puso dentro de nosotros cuan-do creímos. La paz con Dios es la gracia desde el punto de vista de lolegal; en cuanto a nuestra relación con Dios. Antes de gozar de la pazde Dios había que atender la causa por la cual estábamos desligadosde Dios; allí parte todo en cuanto a la obra de recuperación de lo quese había perdido. Fuimos creados para ser uno con Dios, para con-templarle cara a cara, para participar de su naturaleza divina, para sersemejantes a él llevando su imagen, su gloria, su vida, su reino. Perola caída afectó esa posición desvinculándonos de Dios al punto de lan-zarnos a una destitución caótica, tornándonos enemigos de Dios, ex-traviados, al punto de no poder hacer nada por nosotros mismos pararemediar tal fatalidad.

Vinimos a ser calificados como «hijos de ira» (Ef. 2:3). Fuimos entre-gados a «una mente reprobada… atestados de toda injusticia, forni-cación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homici-dios, contiendas, engaños y malignidades, murmuradores, detracto-res, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventoresde males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto na-tural, implacables, sin misericordia» (Rom. 1:28-31), y a esta lista ha-bría que añadir muchas descalificaciones más para referirnos al esta-do caído del hombre que estaba enemistado con Dios. Era este hom-

Los efectos de la justificación

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LA GLORIA DEL EVANGELIO22

bre el que necesitaba desesperadamente tener paz con Dios. Era éstala gravedad de la distancia abismal que había entre Dios y el hombre,distancia que no se podía zanjar de otro modo que no fuese por mediodel precio pagado por Cristo en la cruz.

Todo eso fue causado por un desacato, un solo acto de desobediencia,por el primer hombre Adán. Para un Dios perfectísimo, como el quese nos ha revelado en el macro y microcosmos de un modo natural, yde una manera especial en Jesucristo por las Sagradas Escrituras; esesimple detalle de un acto en contra de la voluntad de Dios trajo consi-go la ruina de toda la humanidad. Y es que en Dios no hay errores, niuno solo; en él no hay tinieblas ni puede haberlas, ni las habrán jamás.Fue por la conducta intachable del Segundo Hombre, que se consi-guió regresar para ser amigos de Dios. Fue «por medio de nuestro Se-ñor Jesucristo», como dice Pablo, que tenemos paz para con Dios.Esto era imprescindible antes de gozar de la paz de Dios.

Pablo se refiere a la paz de Dios como algo que «sobrepasa todo en-tendimiento» (Fil. 4:7), y es que Dios es la fuente de toda paz. Unacosa es tener paz con Dios por la obra que él hizo en Cristo, y otracosa es tener la paz de Dios que es él mismo, la paz que es inherente asu persona y que nos fue infundida cuando creímos. Jesús prometió asus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy», y «estas cosas os hehablado para que en mí tengáis paz» (Jn. 14:27; 16:33). Ofreció«descanso para nuestras almas» (Mat. 11:29); es el «príncipe de paz»prometido en Is. 9:6. Lloró lamentando que Jerusalén despreciara supaz: «Oh, si también tú conocieses… lo que es para tu paz» (Luc.19:42). Pablo dice que Cristo «vino y anunció las buenas nuevas depaz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca» (Ef.2:17). «No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos» (Is. 57:21).

El pecado hace al hombre huir de Dios, pero aquel que se aferra de lagracia que Dios ha dado en Cristo, estando en paz con Dios, se deleitaen la paz de Dios y permanece en ella, sabiendo que Dios recibe conagrado a la «…gente justa guardadora de verdades. Tú guardarás encompleta paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera…» (Is. 26:2-4). Pudiera ser que a un cristiano inmaduro le importara nada másque el perdón de Dios; si tan solo consigue estar en paz con Dios y suconciencia, eso le sería suficiente. Pero el cristiano maduro irá másallá, buscando no solo la paz con Dios y consigo mismo, sino la paz deDios, pues esta realidad espiritual es lo que nos permite tener contac-to con Dios mismo y no tan solo con una de sus obras. La cual, siendola primera y la más importante, por ser esta obra la que nos abre la

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puerta a todas las demás bendiciones, no obstante, una cosa es disfru-tar las bendiciones de Dios y otra mucho más rica es disfrutarlo a élmismo, porque él es la fuente de toda bendición. Dios guardará encompleta paz… quiere decir que hay una paz que, siendo verdadera,no es completa; ésta es la paz con Dios. La paz completa consiste en

Los efectos de la justificación

La fe es la herramientaque se apropia de la paz con Dios;

en tanto que para gozar de la paz de Dios,se requiere de nuestra confianza y obediencia.

que, teniendo la paz con Dios, disfrutemos la paz de Dios, para lo cuales necesario permanecer en él con nuestro pensamiento.

La fe es la herramienta que se apropia de la paz con Dios; en tanto quepara gozar de la paz de Dios, se requiere de nuestra confianza y obe-diencia. Según Filipenses 4:9, «esto haced, y el Dios de paz estarácon vosotros». Es confianza en lo que Dios ha dicho y ha hecho enCristo; es obediencia a la fe respaldada por la gracia de Dios. Fe y obe-diencia son dos categorías de palabras que van juntas en el acercarsey en el caminar con Dios. La fe nos acerca a Dios y la obediencia noshace caminar con él; pero el común denominador es la gracia de Dios.

Todas las barreras que impedían el acceso a Dios fueron removidascon la obra de Cristo; toda enemistad quedó resuelta; los velos fueronquitados y se produjo el acceso a la gracia de Dios «en la cual esta-mos firmes». Esto implica una afirmación contundente en relación ala seguridad de la completa salvación que tenemos en Cristo, y todoesto hace que Dios se nos revele más glorioso, por la gloria de la sal-vación con que nos ha favorecido.

Roberto Sáez

Jesús, el único camino

Un automovilista se detuvo para preguntarle a un peatón el caminohacia determinada calle. Cuando el hombre le indicó el camino, elconductor inquirió, dudoso: «¿Ese es el mejor camino?». El hombrerespondió: «Es el único».

Así también, Jesús no es el mejor camino para llegar a Dios, sino elúnico.

Citado por Billy Graham en El mundo en Llamas

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LA GLORIA DEL EVANGELIO24

El proceso de la transformación –o metamorfosis–del cristiano a la semejanza de Cristo comienza con

la renovación del entendimiento

Lectura: Romanos 12:1-2.

La carta a los Romanos tiene una división en dos partes: una primera,que comienza en el capítulo 1 y termina en el capítulo 11, y una segun-da, que comienza en el capítulo 12 y va hasta el final de la carta, en elcapítulo 16. Romanos, al igual que Efesios, tiene una primera partededicada a los aspectos de la revelación de la obra de Dios en Cristo, yuna segunda parte, que es la aplicación de la primera.

Los que conocen los escritos de Pablo se habrán dado cuenta de queel apóstol se preocupa mucho de que lo que ha sido revelado tengasiempre una aplicación en la práctica. No se contenta con declarar loshechos, las cosas que Dios ha hecho en Cristo, sino que a él le interesa

La gloria del Evangelio La transformación de la mente

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que estas cosas se traduzcan en experiencia para la vida de la iglesia.

Nunca hay una instrucción o una enseñanza sobre la vida prácticaque no esté fundamentada en la revelación. Pero, por otra parte, nun-ca hay una verdad revelada de Dios en Cristo que no esté luego aplica-da a la experiencia práctica. Son como las dos alas de un ave; se nece-sitan ambas para volar.

Entonces, en esta segunda parte de Romanos, el apóstol Pablo nos in-troduce en la vida cristiana práctica; pero esa vida cristiana prácticase fundamenta en los otros once capítulos que él ha escrito.

Las misericordias de Dios

El versículo 1 del capítulo 12 comienza con la expresión: «Así que…».Esta es una expresión que recorre toda la carta. En otras partes se tra-duce «Por tanto…», o «Por lo tanto…», pero la expresión griega es lamisma. Y eso significa que lo que él va a decir está basado en todo loque se ha dicho hasta este momento, que incluye los primeros 11 ca-pítulos de Romanos.

Ahora, vea qué importante esto, porque lo que ha dicho hasta aquí esrealmente abundante en revelación. Y ese «Por tanto…» es la puertade entrada a lo que viene a continuación: la vida cristiana práctica.

«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios…». Laprimera parte de Romanos, entonces, trata de las misericordias deDios. ¡Qué maravilloso! Una de esas misericordias es la elección deDios. Pero Pablo nos dirá que no solo la elección divina es un acto mi-sericordioso de Dios, sino que la totalidad de la vida cristiana se fun-damenta en las misericordias de Dios.

Él va a mencionar por lo menos cinco grandes misericordias que Diosha hecho con nosotros en Cristo Jesús. Y ellas tienen un propósito,son los fundamentos de la vida cristiana. Cuando usted quiere edificaruna casa, primero coloca fundamentos. Si la vida cristiana práctica esla casa, los fundamentos de aquella son estas misericordias de Dios.Sin ellas, no se puede edificar.

Muchos de los problemas que tenemos en nuestra vida práctica se de-ben a que nuestros fundamentos no han sido colocados de maneraadecuada. En 1ª Corintios 3:10, Pablo dice: «Yo, como perito arqui-tecto, puse el fundamento». Luego dice: «Porque nadie puede ponerotro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo» (v. 11).

La transformación de la mente

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LA GLORIA DEL EVANGELIO26

Poner ese fundamento requiere de cierta pericia, que no cualquiera tie-ne. Por eso dice: «Yo, como perito arquitecto…», aunque la palabra ar-quitecto más bien debiera traducirse como constructor. El arquitectoes el que hace los planos, pero aquí está hablando del que construye.

Para poner fundamentos, usted tiene que saber. Y con mayor razónen un país como Chile, que es sísmico. El mismo Señor enseñó, en elSermón del Monte, cuán importante el asunto del fundamento sobreel cual se edifica la casa, en este caso, nuestra vida cristiana.

Después del terremoto de febrero de 2010, viajamos con algunos her-manos a Concepción, y pasamos el único puente que quedaba en piesobre el río Biobío, que justo cruza por el lugar donde se desplomó unedificio. Era un espectáculo realmente aterrador: aquel inmenso edifi-cio completamente acostado en el suelo. Y, cuando los expertos vi-nieron a investigar la causa de la caída, se descubrió un gran proble-ma: el edificio se había construido literalmente sobre la arena. Esto esuna comprobación de la parábola del Señor Jesús.

Ahora, otros edificios también fueron levantados allí, pero con ellosse cavó lo suficiente, hasta encontrar la roca. Sin embargo la genteque construyó aquel edificio, no lo afirmó sobre la roca. «…Y vinie-ron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquellacasa; y cayó, y fue grande su ruina» (Mat. 7:27), porque estaba edifi-cada sobre la arena.

En estas palabras, detectamos algo muy importante. El Señor dijo:«…vinieron ríos, y soplaron vientos…». Siempre e inevitablemente,soplarán los vientos y vendrán los ríos contra nuestra vida. El Señorlo dijo; no se puede evitar. Usted quisiera que no hubiera vientos,inundaciones, peligros; pero el Señor lo dijo. Nuestra vida va a serprobada.

Tu vida, mi vida con el Señor, va a ser probada. Porque la única formade saber si los fundamentos están bien colocados es poniéndolos aprueba.

Hermanos amados, lo que el Señor busca en nosotros es realidad. Loque Dios quiere en tu vida son cosas reales; aunque sea poco, peroque sea real. No quiere apariencias, no quiere cuestiones falsas, erró-neas. Y, como él quiere que la verdad esté en tu vida, él va a conmo-ver una y otra vez los fundamentos de tu vida.

En Hebreos dice que, el Dios que un día conmovió la tierra con su voz,nuevamente conmoverá la tierra y los cielos; y todas las cosas que

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sean movibles serán conmovidas, para que queden las inconmo-vibles. Si pudiéramos describir la vida cristiana, yo diría que es eso.Dios conmueve todo en nuestra vida, para que quede lo que no puedeser conmovido.

Por eso, los fundamentos son esenciales. Si tu vida no tiene buenosfundamentos, inevitablemente, vas a sufrir y vas a tener problemas.Por eso, el apóstol Pablo ha dedicado 11 largos capítulos de su carta alos Romanos, para hablar de los fundamentos o de las misericordiasde Dios.

Y cuando Pablo comienza a decir: «…os ruego por las misericordiasde Dios», está haciendo alusión a todos esos fundamentos, que sonesenciales para la vida cristiana; y para la edificación no solo de lavida personal de cada uno de los creyentes. Si usted sigue leyendoverá que, a partir del versículo 3 del capítulo 12, Pablo nos va a ha-blar de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Porque el lugar donde sevive y se realiza la vida cristiana es, según el diseño de Dios, la iglesia.

La transformación de la mente

Colaborando con Dios

En el versículo 2, dice algo más: «No os conforméis a este siglo, sinotransformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agrada-ble y perfecta». La palabra comprobar significa conocer por expe-riencia. Y, cuando Pablo habla de la buena voluntad de Dios, se estárefiriendo al propósito eterno de Dios (Rom. 8:28-29), ahora conoci-do y experimentado por nosotros.

Una cosa es la revelación del propósito de Dios, pero ahora Pablo ha-bla de experimentar, o vivir en ese propósito. Porque Dios no soloquiere que lo conozcamos intelectualmente; él quiere que vivamospor medio de su propósito. Si usted solo sabe su voluntad, pero novive en esa voluntad, no sirve de nada. Entonces, Pablo dice: «…paraque comprobéis…», lo cual quiere decir: «para que conozcáis y viváisla buena voluntad de Dios».

Muchos de los problemas que tenemos ennuestra vida práctica se deben a que nuestros

fundamentos no han sido colocados demanera adecuada.

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LA GLORIA DEL EVANGELIO28

«…a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesenhechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogé-nito entre muchos hermanos» (Rom. 8:29). Esa es la voluntad deDios. Pero ahora está hablando de que esa voluntad de Dios se con-vierta en nuestra experiencia. A esto fuimos llamados. ¡Gloria al Se-ñor!

Por eso, Pablo dice: «No os conforméis a este siglo, sino transfor-maos…». La expresión «transformaos», en el griego, está en lo quese llama ‘voz media’. En español, tenemos dos voces. Cuando decimosque ejecutamos algo, usamos la llamada voz activa: «Yo hago, yo ac-túo». Cuando digo que yo recibo sobre mí la acción de otro, entoncesusamos la voz pasiva. Pero el griego tiene una tercera voz, la voz me-dia. ¿Cuál es ésta? Cuando yo quiero decir que hago algo y, simultá-neamente, que otro hace también en mí, es decir, la acción la ejecutoyo y a la vez la ejecuta otro sobre mí, uso en griego la voz media.

Esto es muy importante, porque la transformación, el proceso por elcual nos convertimos de la nada a la gloria de los hijos de Dios, es unproceso que hace Dios, pero en el cual nosotros también tenemos unaparte. Por eso, se usa la voz media. «Transformaos…». No dice: «Sedtransformados…», porque esto significaría que tenemos que quedar-nos sentados y esperar que Dios lo haga todo. El énfasis no está en queDios lo hace todo; ni tampoco dice que yo tengo que hacerlo todosolo, porque sería imposible. Dios hace, y yo respondo también a loque él hace.

En estos días, se nos habló de la gracia y la responsabilidad, y se nosmostró que estas dos cosas no se pueden separar. La vida cristiana noes solo gracia ni solo responsabilidad. Si fuera solo gracia, se conver-tiría en libertinaje, y si fuera solo responsabilidad, se convertiría enlegalismo. Pero la vida cristiana es gracia y responsabilidad – en eseorden. Es gracia que busca una respuesta de parte nuestra; nuestracolaboración. Eso significa responsabilidad.

Transformados

La palabra griega que ha sido traducida aquí como «transformaos»,se utiliza habitualmente en el estudio de los insectos, y es metamorfo-sis. Ésta aparece dos veces más en el Nuevo Testamento. Una en 2ªCorintios 3:18: «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descu-bierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transforma-dos –metamorfoseados– de gloria en gloria en la misma imagen…».

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Y el otro texto está en Mateo 17:1-2: «Seis días después, Jesús tomó aPedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un montealto; y se transfiguró –se metamorfoseó– delante de ellos…». El Se-ñor se transfiguró delante de sus discípulos, es decir, adoptó una figu-ra distinta; reveló su gloria. Ellos ya no le vieron con el velo de la car-ne, sino transfigurado.

Cuando vemos a Jesús transfigurado, en aquella gloria con la que seapareció a sus discípulos, nosotros vemos el propósito de Dios paranuestra vida. Jesús glorificado; esa es la imagen a la cual Dios nosquiere transformar. ¿Se da cuenta de todo lo que Dios tiene en mente?Ese Señor transfigurado es la imagen a la cual Dios nos predestinó,para que seamos semejantes a él. Nosotros, que somos menos quenada, pobres, miserables, pecadores, ciegos, desnudos… predestina-dos, para un día ser hechos semejantes a Jesucristo.

Pero uno se pregunta: ‘¿Cómo? ¿Llegaré yo allá algún día? ¿Será posi-ble que yo sea transformado?’. Si observamos nuestra vida cristiana,¿no nos parece que todo el asunto es demasiado lento? ¿No nos pare-ce que no cambiamos nunca? ¿Y que pasan los años, y los mismoserrores, debilidades y fracasos siguen allí? Pues, la mayoría de noso-tros avanzamos lentamente.

Pero yo creo que Dios quiere, y que es su voluntad que seamos trans-formados a la imagen de su Hijo Jesucristo. Lo creo, porque está es-crito, y Dios no puede mentir. Porque para eso nos creó, para eso nospredestinó, y es por eso que lo queremos. Usted quiere cambiar yquiere ser diferente, no porque usted es bueno. Esto no nació de us-ted. ¡Dios lo plantó en su corazón! Es el deseo de Dios que arde en no-sotros, porque somos sus hijos.

Entonces, hermanos amados, yo creo que el Señor, en su misericor-dia, nos da una clave esencial para la vida transformada aquí en Ro-manos 12:1-2.

Pablo nos está diciendo algo importante: la transformación es unaobra de Dios, pero también es una obra nuestra. Hay una parte queDios hace, pero hay una parte que hacemos nosotros. La más impor-tante, la esencial, es la que Dios hace. La parte de Dios está contenidaen esa pequeña frase: «las misericordias de Dios». Ellas contienen laparte que Dios hace en nuestra transformación.

La parte nuestra es la que viene a continuación: «No os conforméis aeste siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro

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entendimiento…» (12:2). El apóstol Pablo coloca aquí una frase clavepara la vida cristiana práctica, y que pienso es algo que nosotros pa-samos por alto constantemente. De alguna manera, no nos damoscuenta con facilidad de esto. Dice: «Transformaos…», y nos dicecómo: «…por medio de la renovación de vuestro entendimiento».

La importancia de la mente

La Escritura nos dice que la transformación, la metamorfosis, en lavida cristiana, ocurre por medio de la renovación de nuestro entendi-miento. Nuestra mente, nuestro entendimiento, juega un papel vitalen la vida cristiana práctica. Y, si nosotros lo descuidamos, descuida-mos toda nuestra vida.

Puesto que estamos hablando de los fundamentos, vamos a tratar deponerlos en orden. Según Tesalonicenses, el ser humano está constitui-do de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. La parte más interior de lanaturaleza humana es el espíritu, que fue creado para tener comunióncon Dios, y también es el órgano consciente de la ley moral de Dios.

El espíritu está consciente de las cosas de Dios, y entiende el lenguajedel Espíritu Santo. Y no solo eso, el espíritu es la morada, la habita-ción del Espíritu Santo en el hombre.

Cuando nosotros nacemos en este mundo, debido a que todos somoshijos de Adán, llegamos con un espíritu muerto. Cuando lo digo así,

no me refiero a que esté literalmente muerto, sino que está carente defunción para Dios. Es decir que, en cuanto a Dios, el espíritu estámuerto por causa del pecado. Por esta razón, el hombre natural nopercibe las cosas que son del Espíritu de Dios (1ª Cor. 3).

Así como un ciego no percibe la luz ni los colores, así también unhombre cuyo espíritu está muerto no percibe las cosas que son delEspíritu de Dios. El Espíritu de Dios puede ser un viento que sopla confuerza alrededor de él, pero él no lo percibe.

El día en que usted creyó en Jesucristo ocurrió un milagro maravillo-so en su vida: Usted fue regenerado. Eso significa que el Espíritu de

El gran teólogo puritano John Owen afirmóque el Espíritu Santo obra en nosotros y con

nosotros, pero nunca sin nosotros.

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Dios entró en su espíritu y lo restauró a su función original. Y, desdeese momento en adelante, su espíritu está vivo y funcionando paraDios. Ahora usted percibe las cosas que son del Espíritu de Dios; ustedestá vivo, siente esa agitación de la vida en su interior, siente la vozdel Espíritu adentro. Esto se debe a que su espíritu ha sido regeneradopor el Espíritu de Dios.

Pero, observe, todavía no ha pasado nada con su alma. Lo que fue reno-vado es su espíritu, y usted ahora está interiormente despierto para lascosas de Dios. Pero la obra de transformación de la que habla el apóstolPablo no se refiere a nuestro espíritu – se refiere a nuestra alma.

Es allí donde debe efectuarse el cambio, la transformación; es allí don-de debemos ser conformados a la imagen de Jesucristo. En nuestraalma, que es el asiento de la personalidad; ahí donde está el yo, dondeestán los pensamientos, los recuerdos, la voluntad, las emociones y lamente. Y ahora viene otra clave: la entrada a la vida del alma no es lavoluntad ni son las emociones; es la mente. Todo pasa a través de lamente.

Si su espíritu ha sido regenerado, pero su mente no se renueva, la vidanueva que está en su espíritu no puede alcanzar su alma. Es una claveabsoluta en la Escritura. Por eso el énfasis – la mente tiene que ser re-novada.

La mente como una ventana

Cuando venía hacia acá, en el camino, me di cuenta que la ventanatrasera de mi auto estaba horriblemente sucia y no podía ver casinada. Así también, si su mente no se renueva, es como una ventanasucia. Usted trata de mirar a través de ella, y no ve nada. Usted tratade apropiarse de las cosas espirituales, y no puede. Si su mente no serenueva, usted nunca se podrá apropiar de las cosas que Dios ha he-cho en Cristo. Por eso Pablo enfatiza tanto este punto.

Todas las misericordias de Dios son cosas reales, son verdaderas; to-das están allí, pero usted no tiene cómo alcanzarlas. Podrá oír predi-cación tras predicación, pero su mente es vieja y todavía no se ha re-novado; aún es terrena y humana. Usted todavía tiene la mente delAdán caído, del Adán terrenal.

Es imposible que usted o yo podamos vivir la vida cristiana con unamente que no se ha renovado; no hay transformación posible. La Es-critura pone un énfasis central en esto.

La transformación de la mente

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Veamos Efesios 4. Cuando Pablo habla de la vida cristiana práctica,parte otra vez con el mismo asunto. «Esto, pues, digo y requiero en elSeñor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la va-nidad de su mente…» (Ef. 4:17). La vida que viven los gentiles esvana, porque viven en la vanidad de su mente. Su mente es vana, llenade pensamientos vanos, sin propósito, sin destino, sin asunto; sin co-nocimiento de Dios, ni de los caminos, ni de los pensamientos de Dios.

«…teniendo el entendimiento entenebrecido –en tinieblas–, ajenos dela vida de Dios» (v. 18). Es una mente que no tiene la más mínima ca-pacidad de percibir las cosas de Dios. Dios no existe para ellos. «Diceel necio en su corazón: No hay Dios» (Sal. 14:1). La expresión no serefiere a una negación teórica. El necio no lo dice en sentido filosóficoteórico, al estilo de Nietzsche y otros. El necio es aquel para quienDios no existe en la vida práctica. Hasta puede ser que crea que existeun dios por ahí, pero eso no hace ninguna diferencia para su vidapráctica. En la vida real, Dios está ausente. Ese es el necio, según la Es-critura.

«…ajenos de la vida de Dios», porque su mente está en tinieblas.«…por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron ala lascivia…» (Ef. 4:18-19). Observe, este es el camino de los pecado-res. Cuando la mente está entenebrecida y se vuelve vana, los hom-bres se vuelven esclavos de deseos desordenados.

Hermanos amados, los que son pastores, recuerden esto: Cuando unapersona está dominada por un deseo desordenado, compulsivo, queno puede manejar, el problema no está en el deseo mismo – está en sumente. Es su mente la que necesita ser renovada para que sea libera-da. Porque la Escritura lo dice claramente: la lascivia es un deseo des-ordenado y compulsivo, que usted no gobierna, sobre el cual no tienepoder; pero esa es la consecuencia de una mente entenebrecida yvana.

La mente produce ese efecto sobre la voluntad y sobre las emociones,porque, en el orden de creación de Dios, la mente debe gobernar lavoluntad y las emociones. Si la mente está en tinieblas, la voluntadtambién está en oscuridad, y los deseos se apoderan de ella.

La importancia de la Verdad

Pero el versículo 20 dice: «Mas vosotros no habéis aprendido así aCristo…». Observe el énfasis y la manera en que Pablo habla de Cristo

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aquí. Usted recuerda las palabras del Señor cuando él dijo: «Yo soy elcamino, y la verdad, y la vida» (Juan 14:6). Y Pablo, aquí, nos hablade uno de esos tres aspectos – Cristo como «la verdad». Observe,porque él está hablando de la mente. Y la manera en que la menteaprehende a Cristo, se apropia de Cristo, es conociéndolo como laverdad. No olvide esto: El espíritu se apropia de Cristo como vida;pero la mente se apropia de él como verdad.

Cristo es tan completo. Él no es solo la vida; también es la verdad. Y,siendo él la verdad, puede renovar nuestra mente. Por eso dice: «…sien verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme ala verdad que está en Jesús». ¿Usted conoce la verdad que está enJesús? ¿Conoce a Jesucristo como la verdad, y no solo como la vida ocomo poder? Porque lo único que puede renovar su mente es Cristo,la verdad.

Y entonces dice: «En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaosdel viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevohombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad»(Ef. 4:22-24). Porque ese es el asunto – la verdad está en Jesús.

Si usted lee Romanos 6, que es una de las misericordias de Dios, unode los fundamentos de la vida cristiana, descubrirá que allí dice que«nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él (Cristo)»(Rom. 6:6). Ese viejo hombre está en tiempo pasado. Algo que ya ocu-rrió; un hecho definitivo, completo, acabado en el pasado.

Lo menciono, porque, cuando usted lee en Efesios 4:22, parece quedijese una cosa distinta. Dice: «Despojaos del viejo hombre…». En-tonces, la pregunta es: ¿qué diferencia hay entre que mi viejo hombrefue crucificado, y el que Pablo diga ahora que nos despojemos del vie-jo hombre? Vea la diferencia: Allá es algo que ya ocurrió; acá es algoque tiene que ocurrir. En Romanos 6 es un hecho completo, acabado;pero aquí se dice que es algo que todavía tiene que ser realizado.

Pero, recuerde, al principio dijimos que la revelación y la enseñanzason las dos alas necesarias para volar. La primera ala es que nuestroviejo hombre «fue crucificado»; y la segunda: «despojaos». ¿Qué sig-nifica eso? Pablo quiere decir que, el viejo hombre, en términos abso-lutos, desde el punto de vista de la verdad, ya fue crucificado conCristo y terminó su carrera. Ese es el hecho, esa es la verdad.

Pero, todavía el viejo hombre habita en mi mente. Aquí, mi mente, es

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todavía la mente del viejo hombre. Entonces –aunque está crucifica-do y fue crucificado con Cristo–, en mi experiencia, está aquí, en lamedida que vive en mi mente. Si mi mente es todavía la mente deAdán, la mente caída del viejo hombre, todavía el viejo hombre estáaquí.

Entonces, ¿qué tiene que ocurrir? Tengo que despojarme del viejohombre. ¿Y esto se refiere a qué cosa? A sacar al viejo hombre de mimente, esto es, los pensamientos, conceptos y creencias asociadoscon él. Cuando nacemos, nuestra mente es como una hoja en blanco.A medida que crecemos, el mundo que nos rodea va escribiendo enella, y la va estructurando a su imagen. Sus ideas, conceptos y creen-cias se graban profundamente en nuestras mentes, y luego gobiernannuestras emociones y voluntad. Este mundo yace bajo el pecado, yasí, a través de nuestra mente, el pecado se apodera de nuestra vida.

Sin embargo, ahora en Cristo estamos libres del poder del pecado, y,por medio del Espíritu, tenemos el poder de renovar nuestra mente, ycon ello toda nuestra vida interior, vale decir nuestra voluntad yemociones. Al hacerlo, al renovarnos en la estructura fundamental denuestra mente, o como lo dice Pablo, «el espíritu de nuestra mente»,toda nuestra vida práctica será afectada y transformada por la vidadivina. La voluntad por sí misma es incapaz de tomar decisiones, amenos que sea alumbrada por el entendimiento y energizada por lasemociones. Por ello, si nuestro entendimiento está entenebrecido, lavoluntad yace esclava de los deseos desordenados de nuestro cuerpo.

La Escuela de Cristo

Necesitamos, por tanto, saber de qué manera práctica colaboramoscon la renovación de nuestro entendimiento. El gran teólogo puritanoJohn Owen afirmó que el Espíritu Santo obra en nosotros y con noso-tros, pero nunca sin nosotros. Comprender esto es fundamental.Como dijimos al principio, Dios desea que colaboremos con él ennuestra transformación. Y aquí cobra una importancia esencial el usode nuestros cuerpos. Por ello, lo primero que debemos hacer, a fin derenovar nuestras mentes, es presentar nuestros cuerpos a Dios en ho-locausto vivo, según Romanos 12:1.

De hecho, nuestros cuerpos han sido desde el principio el lugar dondeel pecado reside y realiza sus actos. Nos hemos convertido, a lo largodel tiempo, en pecadores habituales, pues nuestros cuerpos se en-cuentran casi automáticamente orientados a hacer lo malo. En otras

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palabras, estamos condicionados por un sinnúmero de hábitos peca-minosos que residen en nuestros cuerpos.

Por esto, la transformación requiere de la adquisición de un conjuntoenteramente nuevo de hábitos espirituales. Y esto es algo que debe-mos hacer nosotros, aunque fundamentados en las misericordias deDios en Cristo. Dios nos ha dado todos los recursos espirituales paraque seamos hechos conformes a la imagen de su Hijo. Pero el hacer unuso adecuado de estos depende de nosotros.

¿Cómo podemos, luego, renovar nuestras mentes? La respuesta delapóstol, en la línea de lo que se ha dicho hasta aquí, podría ser llama-da la «escuela de Cristo». En ella Cristo es tanto el maestro como elcontenido a ser aprendido. En Efesios, como hemos visto, Pablo nosdice que en ella somos enseñados por Cristo según la verdad que estáen Jesús (4:21).

Es interesante observar que el apóstol usa aquí el nombre «Jesús»para referirse al Señor. ¿Por qué razón? Porque éste tiene en mente aJesús como hombre perfecto (el nuevo hombre), a quien somos lla-mados a seguir e imitar como sus discípulos o aprendices. En el mun-do antiguo, los alumnos no solo debían aprender la enseñanza de sumaestro, sino también su forma de vida. Esto era básicamente un dis-cípulo. Y de ello se trata la «escuela de Cristo».

Por cierto, para entrar en esta escuela necesitamos, como punto departida, un conjunto de habilidades y capacidades espirituales total-mente nuevas, que el hombre natural (y pecador) simplemente no po-see. Pero estas nuevas habilidades nos han sido concedidas y garanti-zadas por las misericordias de Dios. Estamos, por tanto, en condicio-nes de enfrentar la tarea de ser discípulos de Cristo y ser conformadosa él en todo. Se trata de conformarnos en todo a Jesús, tal como él fuey anduvo mientras vivió en este mundo. Ser semejantes a él en suvida y en su muerte.

Aprendiendo de Jesús

Sobre esto habría mucho que decir, pero al menos podemos fijarnosen dos o tres puntos básicos:

En primer lugar, en hacer de la práctica de la comunión con Diosnuestra ocupación principal, puesto que esto es lo que hacía Jesús.Los evangelios nos dicen que el Señor se apartaba habitualmente paraestar a solas con Dios, a veces muy temprano en la mañana. Nada era

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más importante para él. De hecho, antes de tomar algunas decisionesmuy importantes, pasaba la noche entera en oración. De modo que,cuando afirmaba no hacer nada por sí mismo sino lo que veía hacer alPadre, se refería también a su práctica habitual de pasar tiempo a so-las con Dios. Estos son hechos que pasamos normalmente por alto,pensando equivocadamente que el Señor estaba exento de estas prác-ticas. Pero no era así.

La encarnación del Hijo significó que éste decidió recorrer el caminodel hombre, y relacionarse con Dios como hombre. De esta manera élse convierte en nuestro Maestro y ejemplo de vida espiritual. Si quere-mos ser como él, nos dice Juan, debemos andar como él anduvo. O, enpalabras de Pedro, debemos seguir su ejemplo y andar en sus pisadas.

En consecuencia, el tiempo a solas con Dios implica el disciplinarnuestros cuerpos para dedicar tiempo a la comunión a solas con Dios,y hacer de esto la meta principal de nuestra vida cristiana.

En segundo lugar, necesitamos meditar en la palabra de Dios habi-tualmente. Esto debe ser una práctica disciplinada y constante. Puessolo la palabra de Dios tiene el poder de desnudar y remover de nues-tra mente los hábitos de pensamiento del viejo hombre. El salmo 1nos habla de que meditar en la ley de Dios de día y de noche es la con-dición esencial para una vida de abundancia espiritual. Pues al hacer-lo, obligamos a nuestras mentes a sintonizarse con las cosas y realida-des del Espíritu.

Renovando la mente

Nuestras mentes están habituadas a recorrer de manera automáticalos caminos, conceptos y creencias falsas de este mundo. Por lo tanto,necesitamos ejercitarlas de manera consciente para pensar según laverdad que está en Jesús. Cada día y a cada momento debemos traernuestras mentes a la verdad que está en Jesús y rechazar los pensa-mientos antiguos que solían gobernar nuestra vida y conducta, hastaque hábitos completamente nuevos de pensamiento se formen enellas.

En otras palabras, necesitamos traer, junto con nuestros cuerpos,nuestras mentes al Señor. Para muchos de nosotros, acostumbrados alo rápido e instantáneo, todo esto puede parecer demasiado extrañoy esforzado. Pero, no existen atajos en el camino de la transformaciónespiritual. En la medida en que la verdad renueve nuestra mente, larealidad de la cual ella nos habla se convertirá en nuestra experiencia.

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Las misericordias de Dios solo se harán parte de nuestra vida y expe-riencia cuando aprendamos a pensar y ver todas las cosas a través deellas. Nuestra mente debe ser renovada por ellas. Y para ello, necesi-tamos aprender a fijar nuestras mentes en la palabra de Dios,memorizarla y repetirla constantemente a nuestro corazón. De estamanera, los viejos hábitos de pensamiento serán cambiados por elpoder de esa palabra, que es la espada del Espíritu, capaz de examinary desnudar nuestros pensamientos y creencias más profundas. Enton-ces, la vida que está en nuestro espíritu fluirá hacia nuestra alma ynuestro cuerpo mortal.

El Cuerpo

En este camino, finalmente, necesitamos vivir en comunión y suje-ción al cuerpo de Cristo. Aprender a confiar nuestras luchas, dudas ydificultades a otros y a esperar dirección, sabiduría y consejo divinosde parte de ellos. Esto es parte fundamental de la escuela de Cristo.

La disposición para ser enseñados, corregidos y ayudados por Cristoa través de nuestros hermanos, forma parte esencial de nuestro se-guir a Cristo como discípulos, para aprender de él y ser enseñados porél. De hecho, éste será el asunto a tratar por Pablo en el texto que si-gue a las misericordias de Dios (Rom. 12:3 ss.).

Finalmente, es necesario decir que la gracia no es contraria al esfuer-zo, sino al mérito. Nada de lo dicho hasta aquí nos hará más justos oaceptables delante de Dios. Esto es un don gratuito de Dios en Cristo,de acuerdo con la primera parte de Romanos. No obstante, existe, deacuerdo con el mismo apóstol Pablo, la necesidad de esforzarnos en lagracia que es en Cristo Jesús (1ª Tim. 2:1). Sin este esfuerzo «en lagracia», las maravillosas misericordias de Dios y todo lo que ellasimplican, permanecerán como un ideal, un anhelo o una hermosa en-señanza, pero nunca se convertirán en algo que hemos probado ycomprobado por experiencia.

Rodrigo Abarca

La transformación de la mente

Gozo en la tribulación

Recientemente oí el testimonio de un hombre y su esposa que habíansido prisioneros en la China comunista. Ellos afirmaban con triunfoque fue sólo después que dejaron de soportar su prisión y comenzarona gozarse en ella que las cosas realmente empezaron a cambiar. Lagratitud a Dios produjo la diferencia en la situación.

Frank Barker, en Filipenses

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LA GLORIA DEL EVANGELIO38

Sin duda, la epístola de Pablo a los Romanos constituye un valiosísi-mo documento que define magistralmente el evangelio que profesa-mos. Podemos también considerarlo como una guía para nuestro cre-cimiento en Cristo.

Más aun, a medida que vamos avanzando en el estudio de cada capí-tulo, podemos discernir cuántas de las verdades en ella contenidas sehan cumplido o no en nuestra experiencia cristiana. Somos creyentes,hijos de Dios, salvados por la gracia del Señor desde el momento enque hemos creído en el evangelio, y de esa manera, ya estamos ubica-dos en el capítulo tres de Romanos. Si estamos andando en la fe y nos

La historia de un cristianoen el contexto de la epístola a los Romanos.

La gloria del Evangelio Apeles, aprobado en Cristo

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alegramos con la experiencia de Abraham, ya estamos en el capítulo4, y así sucesivamente, esta epístola nos permite conocer nuestro es-tado espiritual y el de muchos hijos de Dios.

También, si seguimos esta línea de pensamiento, los creyentes de Ro-manos 3 estarían en la etapa más temprana de su experiencia en Cris-to, y quienes estén viviendo y sirviendo coordinadamente en el cuer-po de Cristo que es la iglesia, podrían ser llamados «creyentes» o«hermanos de Romanos 16», maduros, quebrantados en su fuerza na-tural, capaces de recibir a los más débiles y soportarlos; además, se-rían hermanos capaces de sostener batallas espirituales y seguir avan-zando en los propósitos de Dios.

Apeles

Entre los muchos hermanos y hermanas mencionados en el último ca-pítulo, nos llama la atención la forma como Pablo se refiere a Apeles.Seguramente el apóstol conocía bien la vida y testimonio de este her-mano, por tanto puede decir de él, que es un hombre «aprobado enCristo». Normalmente llamamos «aprobado» a una persona que hapasado por muchas pruebas y las ha superado; si se tratase de un es-tudiante regular, diremos que aquel no fracasó a mitad de camino,sino que logró calificar en sus estudios y ahora puede llegar a ser con-siderado un profesional en el área en que fue formado… es decir, fueaprobado.

¿Qué será, entonces, para nosotros un hombre aprobado en Cristo?

A la luz de las verdades expuestas en los 16 capítulos de Romanos, po-demos asumir que un hombre como Apeles (su nombre puede repre-sentarnos a cada uno de nosotros), fue «superando etapas» en su vidacristiana.

En primer lugar, nos hará bien como ejercicio, imaginarnos a Apelescomo un hombre más de este mundo en tinieblas: negando a Dios, co-rrupto, atestado de toda injusticia como lo define 1:29. Tal es la con-dición del hombre caído, del cual todos fuimos parte antes de que laluz de Dios irrumpiese en nuestros corazones. Precisamente aquí par-te la eficacia, el poder del evangelio, pues está dirigido, no a personasbuenas, correctas o de buen nombre – les incluye por cierto, puesbondadosos y todo, sin Cristo todos estamos perdidos. El evangelio,pues, llega al corazón del hombre, mediante la proclamación o me-diante la lectura… y el milagro se produce, la Palabra convence, el co-razón se quebranta, el hombre se ve pecador, miserable, necesitado

Apeles, aprobado en Cristo

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de Dios, y, a la vez, culpable de haberle negado y ofendido. Esta pala-bra del evangelio contiene así tanto el juicio como la atractiva miseri-cordia que triunfa sobre el corazón más endurecido.

Como un fuego

Las palabras de Juan el Bautista, el precursor, ya fueron pronunciadascon fuego, pues él mismo era una antorcha que ardía y alumbraba(Juan 5:35).

Luego el propio Salvador en persona, viene llamando al arrepenti-miento. Reunió multitudes con una palabra que convencía y a la vezles llenaba de esperanza…el reino de los cielos se había acercado, yaquellos hombres no vieron sino una realidad potente en cada sílabapronunciada por el Señor. Sus almas eran alcanzadas y se convencíande que Sus palabras eran verdad. ¡Como pronunciaría el Señor cadapalabra que lograba capturar el corazón de los hombres! El reconoci-do expositor bíblico G. Campbell Morgan escribió: «La autoridad deJesús residía y reside en el hecho de que Él decía la verdad pura, eter-na, de la cual nadie puede huir. Sus palabras nos sondean, son comouna llama de fuego. Deseamos escapar de ellas, pero sabemos que Élestá correcto».

Así, podemos imaginarnos a Apeles, un pecador como todos, que oyela verdad pura, eterna, no puede huir de ella –esa palabra es el evan-gelio–, se siente escrutado, como por una llama de fuego de la cual noconsigue escapar.

Bienaventurado el hombre que llega a experimentar esta hermosacrisis que antecede a la genuina conversión, pues bajo tal contri-ción, al hombre no le queda sino recibir el evangelio, es decir, elperdón de los pecados, mediante el sacrificio de Jesucristo en lacruz, y la inyección de vida del Espíritu Santo. El resultado viene aser nada menos que un hombre regenerado, de las tinieblas a luz, demuerte a vida. ¡Tal es el poder del bendito evangelio de Jesucristonuestro Señor!

Nueva vida

Ahora Apeles comienza una nueva vida, es maravillosa, pero es soloel principio de una gran carrera. Extrañamente, Apeles siente quenada ha hecho, solo ha creído lo que ha oído y/o leído acerca de lapersona y obra de Cristo. Desde ahora, su vida será como un río quefluye y que solo le conviene dejarse llevar por esa bendita corriente.

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Comienza a descubrir que Las Sagradas Escrituras hebreas cobranhermosa vigencia, que lo anticipado en los Salmos se cumple en Cris-to, que la doctrina de la gracia era una realidad en los personajes bí-blicos de mayor relevancia como Abraham o David, a quienes su feles fue contada por justicia, o sea, creyeron a Dios y aquello bastópara agradarle. Los capítulos 3 y 4 de Romanos exponen abundante-mente este tema.

Apeles entonces descubre el valor de la sangre de Cristo, sabe queDios el Padre no podrá rechazarle si se acerca ante él limpio y redimi-do por ella, su conciencia también descansa, pues ya no hay acusacio-nes por los hechos pasados… ¡Se siente un vencedor!

Sin embargo, hay más todavía: quien le ayudó a convencerse de peca-do, justicia y juicio, no fue sino el bendito Espíritu Santo, que ahora lehabita, y que ha venido a llenar su corazón con el amor (ágape) deDios. Ahora Apeles es un hombre que no se avergüenza de ser creyen-te y se gloría en la esperanza que le conduce a la gloria de su Dios. ¿Esésta su condición? Entonces, usted es un cristiano de Romanos 5.

Viviendo Romanos

Si consideramos las enseñanzas del libro de Romanos como la historiade la vida espiritual de un hijo de Dios, veremos que quien haya alcan-zado en experiencia lo descrito en el capítulo 5, sin duda ha experi-

Apeles, aprobado en Cristo

Si no logramos superar Romanos 5 en laexperiencia, nos quedamos en el ABC del

evangelio, salvos, pero inmaduros. Hijos deDios, pero en un estado de permanente

infancia.

mentado un cambio radical en su vida. ¿Cómo es o cómo se siente al-guien que tenga la experiencia de Romanos 1? El estado espiritual noes sino de muerte, angustia y dolor. Es una persona incapaz de serverdaderamente feliz, sus alegrías serán pasajeras y sus frustracionesmuchas. Pero, si esa misma persona, ahora puede decir que es unbienaventurado (4:7), que tiene paz para con Dios, que está firme enla gracia y se gloría en la esperanza (5:2), que el amor de Dios ha sidoderramado en su corazón por el Espíritu Santo que le fue dado (5:5),que reinará en vida, que ha recibido en abundancia la gracia y el don

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de la justicia (5:17), que por la obediencia de Cristo ha sido constitui-do justo, escapando así de su herencia adánica (5:19), etc. La expe-riencia es maravillosa; se necesitarán varios años para asimilar estasriquezas. Muchos cristianos, cuando han llegado a este punto, se sien-ten tan plenos, tan gozosos, tan seguros, como si nada más necesita-sen. Es más, muchos cristianos permanecen aquí en su historia conDios por el resto de sus vidas.

Avanzando

Sin embargo, la carta continúa, según el parámetro divino; aún haymuchas cumbres que escalar; si la meta es Romanos 16, recién nosacercamos a la mitad del camino.

Los capítulos 6, 7 y 8 contienen elementos no sencillos de compren-der, son como una escarpada montaña. Incluso entender estas verda-des mentalmente puede ser algo medianamente sencillo, pero vivir enexperiencia que hemos muerto al pecado, que nuestro viejo hombrefue crucificado, que hemos muerto con Cristo, que también hemos re-sucitado con él, etc.

¿Cómo puede una persona asimilar que por una parte está muerto (alpecado) y que por otra está vivo (para Dios)? Ciertamente no es algoque se experimenta con solo oír una vez un mensaje al respecto. Aquíel cristiano, Apeles en nuestro caso (o nosotros), se enfrenta con algu-nos problemas. Comienza a descubrir que no son solo sus hechos pe-caminosos los que lo separaban de la comunión con Dios –aquellos yafueron limpiados gracias a la sangre de Cristo–, ahora el problema pa-rece ser su propia naturaleza. Los argumentos son abundantes, pre-viendo el Espíritu Santo que no sería fácil para nosotros internalizaruna enseñanza tan vital.

Muriendo para vivir

Ahora bien, si el capítulo 6 nos cambia totalmente el esquema de los ca-pítulos anteriores, peor aún es lo que viene en el capítulo 7. «Muertos ala ley». Si se hiciese una encuesta a un número de cristianos de distin-tos contextos doctrinales, con al menos diez años de convertidos, lomás probable es que la mayoría de ellos nunca ha comprendido cabal-mente estos dos importantes capítulos. Muchos llegan a dudar que Ro-manos 7 sea la experiencia de un renacido; más parece el lenguaje unperdido pecador, un inconverso ignorante de la vida de Dios. ¿Qué esesto de «habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo» (7:4),«ahora estamos libres de la ley, por haber muerto»? (7:6).

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Seguramente Apeles vivió este conflicto, cuántas veces habrá debidocaminar sin comprenderse a sí mismo, sin comprender a sus herma-nos en Cristo. ¿Cómo puede un cristiano llegar a exclamar: «¡Misera-ble de mí!» (7:24)?

El problema es que si no logramos superar Romanos 5 en la experien-cia, nos quedamos en el ABC del evangelio, salvos, pero inmaduros.Hijos de Dios, pero en un estado de permanente infancia. Como si nose lograse el objetivo divino de obtener un pueblo que agrade su cora-zón. Convengamos que Romanos 6 y 7 no pueden permanecer comotierra desconocida para la mayoría de los cristianos. Romanos 16 estáallá adelante, hay que avanzar.

Si Apeles llegó a exclamar: «¡Miserable de mí!», es un buen augurio; elhombre comenzó a llegar «al fin de sí mismo». Ahora comenzamos acomprender que la obra de Dios en Cristo para nosotros incluye nosolo el perdón de los pecados, sino también llevarnos con él en sumuerte, para terminar con nuestra antigua naturaleza. Entonces lamuerte de Cristo vino a ser mi propia muerte, «morimos en él». Diosno nos quiere conformados a Adán, el hombre caído, rebelde, enaje-nado de Dios, independiente y soberbio. Adán debe morir, solo Cristodebe vivir. Ahora bien, el conflicto por el que inevitablemente pasa-remos, es que en la realidad de la experiencia cotidiana, muchas ve-ces aparecemos «muy vivos aún».

Hasta Romanos 5 no había problema: la fe, la gracia, el perdón, el dondel Espíritu Santo, todo nos fue dado sin que fuésemos «tocados» –por así decirlo. Ahora aparezco con un cuerpo mortal sujeto a concu-piscencias, con un pecado que pretende recuperar a su antiguo escla-vo y enseñorearse de él. Me encuentro con que en mí, esto es en micarne (no se habla de esto en Romanos 5), no mora el bien (7:18), tansolo hay en mí «un querer», pero no «un hacer» el bien que deseo.

Proceso

Nadie piense que este es un proceso fácil, la experiencia ha demostra-do reiteradamente que a partir de Romanos 6, el cristiano es tocadoen sus fibras más íntimas. Toda apariencia tarde o temprano darápaso a una cruda realidad: a menos que muramos, somos inútiles enla vida y servicio cristiano. Multitudes de cristianos han quedado tris-temente a mitad de camino. Apeles debe haber sido testigo, como tú yyo, de una gran cantidad de hermanos que partieron bien, se gozaroncon la gracia de Dios, recibieron la palabra de la justificación por la fe,

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recibieron vida nueva, se alegraron con la esperanza de ver la gloriade Dios… pero su caminar demostró que no estaban dispuestos a to-mar su cruz, sucumbieron a la hora de tener que ser quebrantados;ellos nunca llegaron a gemir con angustia un «¡Miserable de mí!». Per-manecieron «enteros», firmes en sus buenas intenciones, con un altoconcepto de su propia naturaleza, con la efímera gloria de una huma-na reputación. No siguieron al Maestro, no aborrecieron su carne, seamaron a sí mismos más que a Cristo el Señor.

Sin alternativa

Más allá de Romanos 6 y 7 está la vida conforme al Espíritu, la victo-ria sobre la carne y sus pasiones. Hay un andar, un pensar, un ocupar-se en las cosas del Espíritu del Señor. Hay una comunión viva con elEspíritu de Dios. Notemos que en Romanos 8 no se enfatiza nada ex-terno, no se está enseñando ciertas normas de conducta, más bien seva profundo a la vida de Dios dentro del creyente, allí donde «el Espí-ritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos deDios». No hay alternativa posible a la crisis de Romanos 7; quienes nohan sido entrenados en estas verdades, no avanzan en Cristo; no por-que no hagan un estudio bíblico al respecto, pues el mero conoci-miento no nos concede la realidad de las cosas espirituales.

Notemos que estos conceptos del «espíritu y de la carne», no se utili-zan hasta después de Romanos 5, son algo así como «conceptos nue-vos». Esto es porque hasta entonces, solo estábamos conscientes denuestros pecados cometidos, de los hechos conductuales, sea de pala-bra o de obra, de los cuales nos estábamos desprendiendo. Ahora, apartir de Romanos 6, «el hombre» comienza a ser tocado, y no pode-mos negar que se trata de un proceso doloroso. Quizás ahora podemoscomenzar a comprender mejor la forma como Pablo define la vida cris-tiana en Gálatas 2:20: «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí».

Aliento

Es muy posible que algún lector esté pasando por una incomprensiblecrisis. De pronto, ya no siente el mismo gozo del principio, ha intentadohacer las cosas lo mejor posible, ha procurado alejarse de todo cuantosabe que es dañino o pecaminoso, pero la tentación arrecia, y los fraca-sos parecen ser inevitables. En vez de avanzar, siente que retrocede; sucarne, su yo, sus sentimientos, se hieren con bastante facilidad; en fin,el desaliento viene en aumento, la comunión se dificulta, los amigos es-casean. El caminar cristiano se ha puesto pesado, hermano Apeles, ¡lacumbre es escarpada, parece que estamos a punto de resbalar!

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Comprendamos, con el socorro del Señor, que es nada menos que SUmano la que está detrás de todo esto. Todo cristiano sincero, que de-sea avanzar en el Señor, vivirá el fracaso de la energía natural, deberácomprender por experiencia (aquí la doctrina solo cobra un valor in-formativo) que sin el Señor nada podrá hacer, que deberá abandonar-se al Señor y a su Espíritu, sufrir el dolor, más bien la agonía, de lascualidades de la carne, es decir, las que son propias de su naturaleza,sea esto bueno o sea malo. Cuando el Señor trata con nosotros, nosolo tiene en cuenta lo ‘malo’ de mí, sino también lo que considero‘bueno’ de mí mismo.

Con propósito

Cuando aquella «noche oscura del alma» haya pasado, Romanos 8 yano será una mera predicación linda, ni un buen tema para el sermónmás inspirado: será una sólida realidad de victoria. ¿«Más que vence-dores»? (8:37), sí, porque la victoria ha sido del Señor – es «por me-dio de Aquel que nos amó». Los pecados fueron perdonados, Roma-nos 3 y 4; la carne fue vencida, Romanos 6 y 7; la vida del Espíritu havenido a tomar su lugar, Romanos 8. Ahora el propósito de Dios secomienza a cumplir.

Apeles, aprobado en Cristo

Toda apariencia tarde o temprano dará paso auna cruda realidad: a menos que muramos,somos inútiles en la vida y servicio cristiano.

«Propósito», palabra nueva, que no aparece antes de Romanos 8:28.Ahora comprendemos la razón de ser de tanto conflicto con la carne,el hombre viejo, Adán, o como se le llame. Ahora vemos que Diostodo lo hizo o lo permitió porque tenía este propósito en mente:«…que seamos conformados a la imagen de su Hijo, paraque él sea el primogénito entre muchos hermanos».

Entonces valió la pena el trato, la meta era mucho más alta de lo quepudimos imaginar. Debíamos ser limpiados, no solo de los pecadoscometidos (en plural), sino más aun, del pecado (singular) que mora-ba en nosotros. Ahora el camino ha quedado expedito, nuestro enten-dimiento puede ser renovado, ahora podemos pensar con cordura.Ya podemos comenzar a coordinarnos con el resto del cuerpo.

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Romanos 12 y 13

¿«Cuerpo»? Otro concepto nuevo. ¡Nada se dijo del cuerpo entre loscapítulos 1 y 8 de Romanos! Aún estábamos muy inmaduros, muy«enteros», muy niños; nosotros aun estábamos vivos, dominándolotodo, no podíamos «ver» el cuerpo de Cristo, menos aún podríamosrespetar o coordinarnos con el resto del cuerpo… Ya estamos en elcapítulo 12, parece que hemos dado un gran salto; Apeles se alegra, sucorazón se ensancha, la estrechez ha quedado atrás, la crisis del capí-tulo 7 fue necesaria, ahora la visión se amplía, en el amor a los herma-nos, en el servicio diligente, en el fervor del espíritu (12:10-11). Nossometemos a las autoridades, desechamos las tinieblas, nos vestimosde Cristo… Ya estamos en Romanos 13… Nuestra vestidura habla denosotros, si estamos elegantes o harapientos; la ropa es muy vistosa,si nos vestimos de Cristo, si nos escondemos en Cristo. El mundo va acomenzar a verlo a Él formado en nosotros. ¡Qué maravilla!

Recibiéndonos

«Recibid al débil en la fe». Solo uno que es fuerte, maduro, crecido enCristo, puede obedecer este mandato. Un débil no recibe ni contiene aotro débil. Volvemos a pensar en Apeles… Ahora nuestro hermano hacrecido, se puede esperar mucho de él. Antes, cuando aún conocíasolo las verdades hasta Romanos 5, otros debían soportarlo a él. Peroahora ha crecido, ha superado los apremios de Romanos 6 y 7; apren-dió a vivir por el Espíritu Santo; ha cambiado de mentalidad, es unmiembro del cuerpo cumpliendo su función; es maduro, es fuerte;puede recibir a quienes Dios ha recibido; no contiende sobre opinio-nes, sobre días, o sobre comidas; vive para el Señor; no juzga, deja losjuicios al Señor (Rom. 14); más aun, soporta las flaquezas de los másdébiles, no se agrada a sí mismo (o sea, el «sí mismo» ya no importa).

Apeles ya es un cristiano al nivel de Romanos 15. ¿Qué pasó con el «símismo»? Murió, fue sepultado y no resucitó. Otro se levantó, y ese Otroes Cristo morando en Apeles, o podemos decirlo también: ahora ya novive por sí mismo, dejó de ser él la fuente de su vivir. Ahora la vida deCristo, la vida del Espíritu se manifiesta en él. Noten la frase contenidadentro del versículo 18 del capítulo 15: «lo que Cristo ha hecho pormedio de mí». ¡Que todos lleguemos vivir esa bendita realidad!

Aprobado

Finalmente, llegamos al anhelado capítulo 16. No miremos este capí-tulo como un conjunto de meros «saludos personales», veamos al

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cuerpo de Cristo en acción; todos los miembros bendiciéndose unos aotros, cada cual cumpliendo su función. Entre ellos aparece nuestroamigo Apeles. Solo se dice de él: «Aprobado en Cristo». No en sí mis-mo, no. Apeles ya no está en Adán, está quebrantado en su fuerza na-tural; se puede ver claramente la obra del Señor en su vida. Ha pasadolas estrecheces más grandes, ha permanecido cuando muchos claudi-caban en su fe; quemó etapas, maduró, comprendió que el propósitode Dios para con él era muy alto; ahora Cristo es visible en él, y, portanto, puede vivir corporativamente aportando vida al resto de lossantos – y con toda seguridad también al resto de los hombres, lle-vándoles el simple, pero poderoso evangelio que lo transformó a él.No está entre quienes causan divisiones; está entre quienes libran labuena batalla, confiado en la plena victoria de su Señor por medio desu iglesia.

Apeles ha venido a ser un hombre aprobado en Cristo.

La vida de la iglesia

Romanos nos enseña la gloria del evangelio. El capítulo 16 nos mues-tra el resultado que el evangelio ha logrado: muchos miembros sir-viendo al Señor y sirviéndose unos a otros.

Resulta clave observar las expresiones: «en el Señor ... en Cristo».Hasta aquí, casi en toda la epístola no se había mencionado la palabra«iglesia»; podemos concluir entonces, que el evangelio ha tenidocomo resultado el expresarse en la iglesia, que estaba en el corazóndel Señor.

En la iglesia cada miembro tiene su función: unos ayudan, otros cola-boran, otros han trabajado mucho, otros han abierto sus casas, otroshan hospedado a los apóstoles, otros han expuesto sus vidas por elevangelio, ¡nadie está ocioso!

La riqueza de Romanos 16 es inmensa, son los miembros redimidospor Cristo, vivificados por el Espíritu, que siguiendo a su Señor, alum-bran en medio de las tinieblas de este mundo. En fin, ¡es la iglesia!

La victoria del evangelio

Finalmente, esta iglesia recibe la promesa de que «Dios aplastará enbreve a Satanás bajo vuestros pies» (16:20). Tal es la iglesia, tal es laobra del Señor. ¡Tal es la GLORIA del EVANGELIO!

Gonzalo Sepúlveda H.

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Hay tres cosas mencionadas en los capítulos 1 a 8 de Romanos, que elEvangelio provee para nosotros. En los capítulos 3 y 4, y hasta el ver-sículo 5:12, tenemos la justificación. De 5:13 a 8:17, la santificación, yde 8:18 a 8:30, encontramos la glorificación. Tal es la provisión deDios para nosotros en el Evangelio.

La justificación

A menudo oímos a las personas decir que la justificación significa«como si nunca hubiésemos pecado». Nosotros pecamos, mas ahora,siendo justificados, estamos delante de Dios como si nunca hubiése-

La provisión del Evangelio es triple:justificación, santificación y redención.

La gloria del Evangelio La provisión del Evangelio

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mos pecado. Sin embargo, en la realidad, la justificación es muchomás que eso. La justificación significa que ahora nosotros somos‘aceptos’ en el Amado.

Pero ¿cómo somos justificados? Esa es una pregunta muy antigua, yse encuentra ya en el libro de Job. En este libro, en el capítulo 9, Jobhace la siguiente pregunta: «¿Y cómo se justificará el hombre conDios?». Dios es un Dios justo; entonces, ¿cómo puede él justificar apersonas injustas? Por otro lado, si Dios simplemente justificase a laspersonas injustas sin tomar ninguna otra providencia, eso lo volveríainjusto a él, distorsionaría su justicia, y eso él no podría permitirlo.

Dios ama a los pecadores; sin embargo, él aborrece el pecado. Pero,gracias a Dios, ese es el problema que el Evangelio viene a resolver. ElEvangelio dice que de tal manera amó Dios al mundo, que dio su Hijounigénito al mundo. Su Hijo vino a este mundo como un hombre, Je-sús, quien tomó sobre sí nuestros pecados y murió en la cruz comonuestro sustituto. Él derramó su sangre por nuestros pecados, y susangre satisfizo la justicia y la rectitud de Dios. Vale decir, somos jus-tificados, pero no por nosotros mismos.

Muchas veces tratamos de justificarnos a nosotros mismos; sin em-bargo, nuestros esfuerzos son inútiles, y no somos justificados de estamanera. Es Dios quien tiene que justificarnos, y lo realiza a través dela sangre de su propio Hijo amado. Los pecados son perdonados por-que la sangre ha sido derramada. De esa forma, puede Dios justificar-nos de manera recta, y la justicia de Dios viene a nosotros.

¿Cómo nos volvemos justos delante de Dios? Hoy, Dios mira hacia no-sotros y dice: «No veo iniquidad en ustedes». Dios no ve pecado algu-no en nosotros; al contrario, él nos ve como justos. ¿Cómo es posibleesto?

La expresión «la justicia de Jesucristo» se encuentra en un solo lugaren el Nuevo Testamento, y significa que cuando el Señor Jesús estabasobre la tierra, él era justo en todo. Ahora él es ‘el Justo’, sentado a ladiestra del Padre. Él es el único justo, porque él satisface al Padre entodas las cosas. No hay ni siquiera uno justo, solo Jesucristo es justo.Esa es su justicia.

Sin embargo, ¿sabías que la justicia de él no te justifica a ti? Al contra-rio, su justicia va a condenarte, porque él es tan justo y tú tan injusto.Cuanto más justo es él, nuestra injusticia se hace más notoria. Por tan-to, mayor es nuestra condenación.

La provisión del Evangelio

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La justicia de Jesucristo no nos justifica a nosotros, sino que lo califi-ca a él para ser nuestro sustituto, porque él es sin pecado. Por tanto,él pudo ser hecho pecado por nosotros. Si él no fuese justo, no podríaser nuestro sustituto; tendría que morir por causa de su propio peca-do. Sin embargo, gracias a Dios, él es totalmente justo, y pudo ser he-cho pecado por nosotros, de modo que la justicia de Dios pudiese ve-nir sobre nosotros. Su justicia lo califica para ser nuestro Salvador,nuestro sustituto. Mas, su justicia no es algo que nos es dado para sernuestra justicia.

El Evangelio no significa que Cristo, lleno de justicia, tome su justiciay la ponga sobre ti, y a partir de allí te vuelves justo. Nosotros nosvolvemos justos porque Dios nos dio a su Hijo amado. Cristo Jesús, él,fue hecho nuestra justicia (1a Cor.1:30).

Esto no significa que su justicia nos es dada a nosotros, sino que Diosnos da a su Hijo, Cristo, y nosotros somos revestidos con Cristo. Es enla unidad con Cristo que nos tornamos justos. Hoy, cuando estamosdelante de Dios, él no nos ve a nosotros, sino a Cristo, pues nosotrosestamos revestidos con Cristo.

Amados hermanos, esta es la forma en la cual somos justificados; deesta manera nos tornamos justos. Nosotros no cambiamos. Él no nosdio simplemente algunos de sus méritos; antes bien, nos revistió de símismo. Hoy estamos unidos con Cristo; de tal manera que cuando es-tamos delante de Dios, él no te ve a ti o a mí. Dios ve a su Hijo amado ydice: «Eres justificado como si nunca hubieses cometido pecado; eresacepto, ten paz».

La justificación, o la justicia, no es una enseñanza, una doctrina, unmétodo, una fórmula o una técnica. Es una Persona, y esta Persona esJesucristo. Cuando tienes a Jesucristo, eres justificado. Si no tienes alSeñor Jesucristo, aunque conozcas la doctrina de la justificación porla fe, no eres justificado. Eres justo delante de Dios porque Jesucristofue hecho justicia para ti. Él es tu justicia. Eso es el Evangelio.

La santificación

El segundo aspecto del Evangelio es la santificación. Esta es una pala-bra tremenda, pero significa simplemente «apartado para Dios». En lapráctica, la santificación significa vivir una vida piadosa y santa, ven-ciendo las tentaciones y el poder del pecado – vivir una vida victorio-sa. Tal es la santificación.

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Es verdad, después que fuimos justificados, debemos vivir en la pre-sencia de Dios y andar delante de él en santidad (lo que significa serigual a Dios) y en justicia. No se espera que un cristiano continúe pe-cando, o caiga en tentación. Se espera que un cristiano viva comoCristo vivió en esta tierra, venciendo al poder del pecado y viviendouna vida santa.

La provisión del Evangelio

«Sed santos, porque yo soy santo». Esta no es solo una exhortación,es una orden. Dios nos manda que seamos santos. Santo significa‘poco común’. Debes vivir de forma poco común, diferente al modoen que el mundo vive. Debes ser diferente, porque has sido apartadopara Dios.

Ahora, ¿cómo podemos ser santos? ¿Cómo podemos vivir esa vidavictoriosa? En Romanos 7, Pablo dice: «En mi corazón, yo sé; en mimente renovada, yo sé, sé que debo obedecer a los mandamientos deDios, y deseo hacerlo. Trato de hacerlo, pero cuanto más lo intento,más fallo. El quererlo está en mí, mas no el hacerlo. ¡Qué hombre mi-serable soy! ¿Quién me podrá liberar de este cuerpo de muerte?».

¿No es esa la experiencia de muchos cristianos de hoy? Estás justifica-do delante de Dios, eres salvo, reconciliado con Dios, y tienes la vidade Dios en ti mismo. Sin embargo, de alguna forma descubres que nopuedes vencer el poder del pecado. De alguna manera descubres queel desearlo está presente, pero no la fuerza. Ciertamente, eso no es elEvangelio.

Hermanos, el Evangelio no es soólo para los pecadores; es tambiénpara los creyentes. La parte del Evangelio concerniente a los creyen-tes es: «¿No sabéis que fuisteis crucificados con Cristo?». En otras pa-labras, para nuestra justificación tenemos la sangre del Señor Jesús, ypara nuestra santificación, la cruz de nuestro Señor Jesús.

Cuando nuestro Señor Jesús fue a la cruz, él cargó nuestros pecadosen su cuerpo sobre el madero, y allí murió por nuestros pecados. De

El Evangelio no es solo para los pecadores; estambién para los creyentes. La parte del

Evangelio concerniente a los creyentes es: «¿Nosabéis que fuisteis crucificados con Cristo?»

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la misma manera, cuando Cristo Jesús fue a la cruz, el te llevó a ti y amí. Gracias a Dios, él no solo llevó nuestros pecados, sino que nos lle-vó a nosotros mismos con él a la cruz, y allí él murió como nosotros;no solo por nosotros, sino como nosotros.

Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, no solo es nuestro sustituto,para pagar las deudas por nosotros, sino que es también nuestro re-presentante. Cuando él murió, tú moriste en él y con él. Él fue levanta-do de entre los muertos, y tú también fuiste levantado juntamentecon él de entre los muertos. Por esa razón, Pablo dice en Gálatas 2:20:«Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne,lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismopor mí».

Hermanos, ¿saben ustedes lo que significa la santificación? Sí, la santi-ficación requiere que vivamos una vida santa; sin embargo, ¿quiénpuede vivir tal vida? Hay solo un hombre que puede vivir esa vidasanta, y ese hombre es Jesucristo, y tú sabes que él vive en ti, él viveen ti. Sin embargo, ¿tú permites que él viva a través de ti? Si estás vi-viendo a través de tu propio esfuerzo, esa es la razón por la cual nopuedes vivir una vida santa. ¡Si solo pudieras quedarte a un lado, ydejarlo vivir a él! Entonces, no sería problema el vivir una vida piado-sa y justa delante de Dios todos los días de tu vida, porque él vivió esavida hace dos mil años atrás. Él simplemente libera esa vida en y a tra-vés de ti y de mí.

¿Qué es la glorificación? La glorificaciónsignifica simplemente que Dios va atransformarte de gloria en gloria, y

conformarte a la imagen de su amado Hijo.

Recuerda esto: la santificación no consiste en una vida transformada,la santificación es una vida sustituida. Tú no cambiaste, pero tuvisteun trueque. No más tú mismo, es Cristo quien vive en ti.

La santificación no es una doctrina, ni una segunda bendición. Haypersonas hoy que creen en una segunda bendición. Ellos sostienenque la primera bendición es ser salvos, y la segunda bendición, sersantificado, tornarse santificado. ¿Cómo? Bien, la raíz del pecado esdesarraigada, es arrancada. Entonces tú ya no puedes pecar más.

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Pero el pecado no es erradicado. El pecado permanecerá en ti mien-tras vivas; sin embargo, gracias a Dios, tú eres erradicado. No el peca-do, sino tú. La cruz te eliminó. Tal es la santificación por la fe.

La santificación es Cristo. Él es la santificación. En consecuencia,cuando tú crees en él, eres santificado. Es sencillo. Simplemente,créelo, y tómalo como tu santificación. La santificación no es unadoctrina, no es alguna cosa que Dios te da. La santificación es Cristo.Cristo te es dado. Él es nuestra santificación. Ese es el Evangelio deDios.

La glorificación

Muchos creyentes piensan que si somos justificados no iremos al in-fierno, sino al cielo, y que eso es todo. Hay otros creyentes que pien-san que eso no lo es todo. No es suficientemente bueno solo el que enel futuro no vayan al infierno sino al cielo. Ellos desean vivir una vidajusta y santa en la tierra, y damos gracias a Dios por esos creyentes.No obstante, si tú piensas que eso es bueno y suficiente, Dios dice queeso no es suficiente para él.

El Evangelio no precisa satisfacerte a ti, mas el Evangelio precisa sa-tisfacer a Dios, y él no se satisface solo por justificarte y santificarte.Dios declara: «No, yo voy a hacer algo más: voy a glorificarte».

Hermanos amados, ¿qué es la glorificación? La glorificación significasimplemente que Dios va a transformarte de gloria en gloria, y confor-marte a la imagen de su amado Hijo (Rom. 8:29-30).

La glorificación no significa que tu hombre natural es glorificado,transformado. No, nosotros dijimos que tú no cambias. «Lo que esnacido de la carne, carne es. Lo que es nacido del Espíritu, espíritues». Ser transformado significa simplemente que el Espíritu Santo va aobrar de tal forma en tu vida, que te retirará a ti y va a agregar a Cris-to, hasta que Cristo sea formado completamente en ti, o hasta que túseas conformado a su imagen. ¡Eso es la gloria!

Nosotros damos vergüenza; solo Cristo es glorioso. Entonces, cuandoCristo es formado en ti, hay gloria. En otras palabras, gloria significaque Dios está siendo visto, Dios está siendo expresado, Dios está sien-do conocido. Siempre que vemos a Dios, vemos gloria. Ese es el pro-pósito de Dios. Él no irá solo a justificarte, ni solo a santificarte; él de-sea glorificarte. Él anhela que Cristo sea completamente formado enti, para que tú seas conformado a su imagen.

La provisión del Evangelio

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LA GLORIA DEL EVANGELIO54

Sin embargo, ¿cómo él va a obrar eso? El Espíritu Santo es responsablepor ese hermoso trabajo. El Espíritu Santo es como un bordador. Élestá dando puntadas, punto tras punto en tu vida, para tejer a Cristo enti. Y a medida que él está haciendo eso, tú estás siendo vestido con unatuendo bordado. Serás adornado para ser la novia de Cristo. Lo que esentretejido en ti, construido en ti, no es nada más que Cristo.

Cristo es nuestra redención, y la redención apunta hacia la filiación; osea, la posición de hijo maduro. Ustedes ahora crecerán y se transfor-marán en hijos de Dios. Eso es la glorificación, y nuevamente, eso noes una enseñanza, ni una doctrina. La glorificación es Cristo. Cuandovemos a Cristo, hay gloria; esa es la obra del Espíritu Santo.

Stephen Kaung(Adaptado de «Romanos», en

Vendo Cristo no Novo Testamento, Vol. II).

La provisión del Evangelio

Una analogía sobre la justificación

Imagine que digo a Bernabé, mi hijo adolescente: “Ordena tucuarto antes de irte a la escuela. Si no tienes tu cuarto ordenado,no irás a ver el partido esta noche”. Bueno, imagine que no seplanifica bien y se va para la escuela sin ordenar su cuarto, eimagine que lo encuentro desordenado y lo ordeno. La tarde se lecomplica y llega a casa justo antes de la hora de irse a ver eljuego; se da cuenta de lo que ha hecho y se siente muy apenado.Se disculpa y humildemente acepta las consecuencias. Cero juego.

Ante esto, le digo: “Bernabé, voy a tomar tu disculpa y sumisióncomo el cuarto ordenado. Yo dije: ‘Debes ordenar tu cuarto o nopodrás ir a ver el juego esta noche’. Como tu cuarto está ordenado,puedes ir a ver el partido”.

Lo que quiero decir cuando le digo que “voy a tomar tu disculpacomo el cuarto ordenado” no es que la disculpa sea el cuartoordenado ni que en realidad lo haya ordenado. Fui yo quien loordenó. Fue pura gracia. A lo que me refiero es que, en mi manerade contar (en mi gracia), su disculpa lo liga a la promesa dada delcuarto ordenado. El cuarto ordenado es ahora su cuarto ordenado.Se lo atribuí o tomé su disculpa como el cuarto ordenado. Puededecirse de cualquiera de las dos maneras. Y Pablo lo dijo deambas maneras: “La fe es contada por justicia” y “Dios nos atribuye

justicia”.

Así, cuando Dios le dice a los que creen en Cristo: “Cuento tu fepor justicia”, no quiere decir que su fe sea la justicia que losjustifique, sino que su fe lo une con Cristo, quien se convierte ensu justicia ante los ojos de Dios, ante la justicia de Dios (1ª Cor.1:30).

Tomado de Hermanos, No Somos Profesionales, de John Piper

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Un milagro de guerra

MARAVILLAS DE DIOS

Durante la guerra en Corea, unhombre fue gravemente herido en uncampo de batalla en Heartbreak Rid-ge. Sus amigos estaban parapetadosen una cueva de zorros como a 10metros del lugar cuando éste fueherido en una emboscada. Mientrasel fuego continuaba, los otros hombresdiscutían entre ellos qué hacer. Elfuego intenso hacía difícil arrastrarsey traer a su compañero herido, pueseso significaría la misma muerte.

Por un rato nadie se movía. Loshombres que estaban en la cuevapodían escuchar a su compañeroherido clamar por ayuda. Entoncesuno de los hombres queestaba en la cueva em-pezó a mirar insisten-temente el reloj. To-dos los demás lo no-taron y empezarona preguntarle co-sas, pero el soldado

miraba el reloj y permanecía ensilencio.

De repente, el hombre del reloj saltóde la cueva y se arrastró hasta dondeestaba su compañero herido. Lo tomópor la solapa del uniforme, y de unamanera lenta empezó a regresar a lacueva, bajo un intenso ataque alre-dedor.

Sorprendentemente, ambos lograronllegar a la cueva sin ser heridos porbala alguna. Luego que el fuegocesara, le preguntaron al héroe porqué había esperado tanto tiempopara rescatar a su amigo. A lo cual

respondió: «Mi madre me dijoque exactamente a esta

hora, todos los días,ella estaría orando

por mí. Así que yodejé la cueva cuan-do ella empezó aorar».

(Tomado de la Web).

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La vida cristiana normal

El perdón y la liberación

Los primeros ocho capítulos de Roma-nos forman una unidad. Esta secciónde Romanos se divide naturalmenteen dos partes, muy diferentes la unade la otra. La primera termina en elverso 11 del capítulo 5 y la segundaen el fin del capítulo 8. La primera sedirige a los pecadores, y la segunda alos creyentes; y hay considerable di-ferencia entre las dos. Por ejemplo,en la primera sección se usa la pala-bra «pecados» repetidamente; en lasegunda casi nunca. En la primerasección tenemos «pecados» en el plu-ral; en la segunda tenemos «pecado»en singular.

En la primera sección, es cuestión delos pecados que he cometido ante Dios,que se pueden enumerar, mientrasen la segunda es asunto del pecadocomo principio de vida en mí. Lo pri-mero necesita perdón, lo último libe-ración. Aunque alcance perdón portodos mis pecados, todavía por causade mi condición de pecador no gozo deconstante paz del alma.

Cuando al comienzo la luz divina pe-netra en mi corazón, mi único cla-mor es por perdón; pero, una vez re-cibido el perdón de pecados, descubro

algo nuevo, a saber, el pecado, y medoy cuenta que no solo he cometidopecados delante de Dios sino que hayalgo mal en mí, un poder que me lle-va al pecado. Puedo buscar y recibirperdón, pero luego peco de nuevo. Yasí sigue la vida en un círculo vicio-so, pecando y siendo perdonado, yvolviendo a pecar. Aprecio el perdóndivino, pero ansío algo más que eso:¡Liberación! Necesitamos perdón porlo que hemos hecho, pero también ne-cesitamos liberación de lo que somos.

Así en estos primeros ocho capítulosde Romanos se nos presentan dos as-pectos de la Salvación – perdón de pe-cados y liberación de pecado. Ahoradebemos notar otra diferencia.

La sangre y la cruz

En la primera parte (3:25 y 5:9) semenciona la Sangre del Señor Jesúspero nunca la Cruz. En la segundaparte, en el versículo 6 del capítulo6, se introduce un nuevo tema: el ser«crucificado» con Cristo. La enseñan-za de la primera parte se centralizaen aquel aspecto de la obra del SeñorJesús representado por «la Sangre»derramada para nuestra justifica-ción por la «remisión de pecados».Estos términos no se usan en la se-

LEGADO

Una panorámica del libro «La Vida Cristiana Normal»–que es un estudio de Romanos–, la obra más conocida de

Watchman Nee. Un clásico que ha cambiado lamanera de ver la vida cristiana.

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gunda sección, donde la enseñanza secentraliza ya en el aspecto de su obrarepresentado por «la Cruz», es decir,por nuestra unión con Cristo en sumuerte, sepultura y resurrección.

¿Por qué esa distinción? Es que la San-gre trata con todo aquello que noso-tros hemos hecho, mientras que laCruz procede con lo que nosotros mis-mos somos. La Sangre es para expia-ción, y tiene que ver con nuestra po-sición ante Dios y nuestro sentido depecado. La Sangre puede quitar, re-mitir mis pecados, pero queda el «vie-jo hombre». Se necesita la Cruz paracrucificarme a mí, el pecador.

Dos aspectos de la resurrección

Además, se mencionan dos diferen-tes aspectos de la resurrección en es-tas dos secciones, en los capítulos 4 y6. En Romanos 4:25 se menciona laresurrección como prueba de nues-tra justificación: «Jesús, Señor nues-tro... fue entregado por nuestras trans-gresiones y resucitado para nuestrajustificación». Aquí se trata de nues-tra posición ante Dios. Pero en el ca-pítulo 6, versículo 4, la resurrecciónse menciona como una comunicaciónde vida a fin de que andemos en san-tidad: «A fin de que como Cristo resu-citó de los muertos... así también no-sotros andemos en vida nueva». Aquíse trata de nuestra conducta.

Dos clases de paz

La paz es tratada en ambas secciones,en los capítulos 5 y 8 respectivamen-te. ¿A qué clase de paz se refiere Ro-manos 5:1? Paz con Dios: «Justifica-dos, pues, por la fe, tenemos paz paracon Dios por medio de nuestro Señor

Jesucristo». Ahora que tengo el per-dón de pecados, Dios no me será máscausa de preocupación y terror – yoque era un enemigo de Dios he sidoreconciliado por la muerte de su Hijo(Rom. 5:10), pero muy pronto en-cuentro que yo mismo voy a ser grancausa de preocupación. Aún hay des-asosiego dentro de mí porque hay algoque me lleva al pecado. Hay paz conDios, pero no conmigo mismo.

Hay guerra en mi propio corazón.Esta condición está bien descrita enRomanos 7 donde se ve que la carney el Espíritu están en conflicto mor-tal dentro de mí. Pero de aquí el ar-gumento nos lleva al capítulo 8, don-de se nos destaca la paz interior pro-ducida, por un andar en el Espíritu.La mente carnal es muerte, porquees «enemistad contra Dios», pero lamente del Espíritu «es vida y paz»(Rom. 8:6-7).

Justificación y santificación

Investigando más, hallamos que la pri-mera mitad de la sección, trata de lajustificación (ver ejemplo, Rom. 3:24-26; 4:5, 25), en tanto que la segundamitad, tiene como tema principal lasantificación (ver Rom. 6:19, 22).Cuando conocemos la preciosa verdadde la justificación por la fe, conocemosapenas la mitad de la verdad. Solo he-mos solucionado el problema de nues-tra posición delante de Dios. A medidaque avanzamos, Dios tiene algo másque ofrecernos, esto es, la solución delproblema de nuestra conducta; y elpensamiento que se desarrolla en es-tos capítulos sirve para enfatizar estepunto. En cada caso, el segundo pasosigue al primero, y si solo conocemos

La vida cristiana normal

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58 LEGADO

el primero, estamos viviendo una vidacristiana subnormal. Pero entonces¿cómo podremos vivir una vida cris-tiana normal? ¿Cómo entraremos enesta vida? Por supuesto debemos, enprimer lugar, tener el perdón de nues-tros pecados, necesitamos la justifica-ción, debemos tener paz con Dios: és-tas constituyen nuestro fundamentoesencial.

Pero una vez establecida esta base pormedio de nuestro primer acto de feen Cristo, se desprende claramente

La Sangre trata con todoaquello que nosotros hemoshecho, mientras que la Cruzprocede con lo que nosotros

mismos somos.

de lo que ya se ha dicho que debemosseguir adelante, que hay algo más.

Condiciones para la vida cristia-na normal

A medida que estudiamos los capítu-los 6, 7 y 8 de Romanos encontrare-mos que las condiciones para vivir lavida cristiana normal son cuatro: (a)Saber, (b) Contar, (c) Presentarse aDios, y (d) Andar en el Espíritu; y sedan en ese orden. Si queremos vivirla vida cristiana normal tendremosque dar estos cuatro pasos; no uno nidos, ni tres de ellos, sino los cuatro.

El significado de Romanos 7

Pero, ¿cuál es el significado de Roma-nos 7? ¿Qué tiene que ver con todoesto?

Hay la tendencia de sentir que estecapítulo está mal situado en el lugardonde se halla. Nos gustaría ponerloentre los capítulos 5 y 6. Al fin delcapítulo 6 todo es tan perfecto: en-tonces viene un quebrantamientocompleto en el capítulo 7 y el grito«¡Miserable de mí!». Entonces, ¿cuáles su enseñanza?

El capítulo 6 trata de la liberación delpecado: y el capítulo 7 de la liberaciónde la ley. En el capítulo 6 Pablo nos harelatado cómo podemos ser liberadosdel pecado y suponíamos que eso fuetodo lo que hacía falta. El capítulo 7ahora nos enseña que la liberación delpecado no basta, sino que también ne-cesitamos liberación de la ley.

Si no somos del todo emancipados dela ley, nunca podremos experimen-tar la plena emancipación del pecado,pero ¿cuál es la diferencia entre la li-beración del pecado y la liberación dela ley? Todos conocemos el significadode la liberación del pecado, pero nece-sitamos conocer también el significa-do de la ley, si hemos de apreciar nues-tra necesidad de liberación de ella.

Muchos cristianos son lanzados de re-pente a la experiencia de Romanos 7y no saben por qué. Se imaginan queRomanos 6 es suficiente. Habiéndoloentendido claramente, piensan queno puede haber más cuestión de fra-caso, y entonces con gran sorpresa seencuentran repentinamente en Ro-manos 7. ¿Cuál es la explicación? Ro-manos 7 nos es dado para explicar yllevarnos a la experiencia de la ver-dad de Romanos 6:14: «El pecado nose enseñoreará de vosotros; pues noestáis bajo la ley, sino bajo la gracia».

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El cuerpo de pecado y el cuerpode muerte

Romanos 6 trata del «cuerpo de pe-cado» (6:6); Romanos 7 trata del«cuerpo de muerte» (7:21). En el ca-pítulo 6, todo el tema que nos presen-ta es el «pecado»: en el capítulo 7 nospresenta la «muerte». ¿Cuál es la di-ferencia entre cuerpo de pecado ycuerpo de muerte? Mi actividad res-pecto al pecado hace de mi cuerpo uncuerpo de pecado: mi inactividad conrespecto a la voluntad de Dios lo haceun cuerpo de muerte.

En el tiempo cuando fue escrita laepístola a los Romanos, era castigadoun asesino en una manera rarísimay terrible. El cadáver del muerto eraatado al cuerpo viviente del asesino;cara a cara, mano a mano, pie a pie;y el viviente quedaba ligado al muer-to hasta la muerte. Estaba libre elasesino de ir donde quisiera, pero pordoquier tenía que arrastrar el cadá-ver del muerto. Pablo se sintió ligadoa un cuerpo muerto e incapaz de li-brarse. Donde quiera que fuera, fueimpedido por esta carga terrible. Ala larga no pudo aguantar más y cla-mó: «¡Miserable de mí! ¿Quién me li-brará de este cuerpo de muerte?». Perosu grito desesperado es seguido inme-diatamente por un canto de alaban-za. Esta es la contestación a su pre-gunta. «Gracias doy a Dios, por Jesu-cristo Señor nuestro» (Rom. 7:25).

Posición y experiencia

Tenemos cuatro diferentes aspectosen relación con la obra de Dios en laredención: el capítulo 5, «en Adán»;el capítulo 5, «en Cristo»; el capítulo

7, «en la carne»; el capítulo 8, «en elEspíritu». En esto vemos cuatro dife-rentes principios y debemos discer-nir claramente la relación entre ellos.Tenemos «en Adán» contra «en Cris-to», mostrando nuestra posición; loque éramos por naturaleza y luego loque ahora somos por la fe en la obraredentora de Cristo. También tene-mos en «la carne» contra en «el Espí-ritu» y esto se relaciona con nuestroandar, como asunto de experienciapráctica. Creemos que hasta estar«en Cristo», pero debemos tambiénandar «en el Espíritu» (Rom. 8:9). Heaquí uno de los más importantes pun-tos de la vida cristiana. Aunque dehecho estoy en Cristo, con todo si vi-viera en la carne, es decir en mi pro-pio poder, entones experimentaré loque está «en Adán». Si quiero experi-

El capítulo 7 ahora nos enseñaque la liberación del pecadono basta, sino que tambiénnecesitamos liberación de la

ley. Si no somos del todoemancipados de la ley, nuncapodremos experimentar la

plena emancipación delpecado.

mentar todo lo que está en Cristo,entonces debo aprender a andar «enel Espíritu». El uso frecuente de laspalabras «el Espíritu» en la primeraparte de Romanos 8 sirve para enfa-tizar esta nueva e importante lecciónde la vida cristiana.

La vida cristiana normal

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La vida en el Espíritu

La carne se relaciona con Adán; el Es-píritu con Cristo. Vivir en la carnesignifica sencillamente que tratamosde hacer algo en nuestra propia ener-gía natural. Esto es vivir por la fuer-za que emana de la vieja fuente na-tural de vida que heredé de Adán.Vivir en la carne significa que cree-mos que nosotros mismos podemoshacerlo: en consecuencia ensayamosprobarlo.

Vivir en el Espíritu, en cambio, sig-nifica que yo confío que el EspírituSanto hará en mí lo que yo no puedohacer. Esta vida es totalmente dife-rente de la que yo naturalmente vi-viría por mí mismo. Cada vez que meencuentro frente a una nueva de-manda del Señor, le miro para que élhaga en mí lo que requiere de mí. Noes un caso de probar sino simplemen-te de confiar: no de luchar sino de des-cansar en él.

Si vivimos en el Espíritu, podemosquedarnos a un lado y contemplarcómo el Espíritu Santo gana nuevasvictorias sobre la carne cada día.«Andad según el Espíritu, y no cumpli-réis los deseos de la carne» (Gál. 5:16, V.M.). El Espíritu Santo nos hasido dado para encargarse de esteasunto. Nuestra victoria reside en es-condemos en Cristo, y en confiar ensencillez que su Santo Espíritu ven-cerá en nosotros las concupiscenciascarnales con sus propios nuevos de-seos.

¿Quién me librará?, es el clamor deRomanos 7, pero Romanos 8 nos da larespuesta. El grito de alabanza de Pa-

blo es: «Gracias doy a Dios, por Jesu-cristo Señor nuestro» (Romanos7:25). Así que, aprendemos que lavida que gozamos es la del Señor Je-sucristo solo. La vida cristiana no esvivir una vida parecida a la de Cris-to, o tratar de ser parecido a Cristo,ni tampoco es Cristo dándonos el po-der de vivir una vida parecida a lade él. Es Cristo mismo viviendo su pro-pia vida en nosotros: «Ya no vivo yo,mas vive Cristo en mí» (Gálatas 2:20);«Cristo en vosotros, la esperanza de glo-ria» (Col. 1:27).

El paréntesis de Romanos 11

Después de los primeros ocho capítu-los de Romanos, sigue un paréntesisen el cual se trata del proceder sobe-rano de Dios con Israel, antes de vol-ver al tema de los primeros capítu-los.

Así, el razonamiento del capítulo 12sigue al del capítulo 8 y no al del ca-pítulo 11. Podríamos resumir estos ca-pítulos sencillamente de esta mane-ra: Nuestros pecados son perdonados(cap. 5), somos muertos con Cristo(cap. 6), por naturaleza somos com-pletamente impotentes (cap. 7), porlo tanto confiamos en el Espíritu quemora en nosotros (cap. 8). Despuésde esto, y como consecuencia, «somosun cuerpo en Cristo» (cap. 12). Es elresultado lógico de todo lo que ante-cede y la meta de todo ello.

Un llamado a la consagración

Romanos 12 y los capítulos siguien-tes contienen instrucciones muyprácticas para nuestra vida y nues-tro andar. Estas se introducen con

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un nuevo énfasis sobre la consagra-ción.

En el capítulo 6, verso 1:3, Pablo hadicho: «Presentaos vosotros mismosa Dios como vivos de entre los muer-tos, y vuestros miembros a Dios comoinstrumentos de justicia». Sin embar-go, en el versículo 12:1, el énfasis esun poco distinto. «Así que, hermanos,os ruego por las misericordias de Dios,que presentéis vuestros cuerpos en sa-crificio vivo, santo, agradable a Dios,que es vuestro culto racional».

La visión del cuerpo

Esta nueva exhortación a la consa-gración se nos hace como a «herma-nos», recordándonos los «muchoshermanos» del capítulo 8, verso 29.Es una llamada a dar un paso de fejuntos, el presentar nuestros cuerposen un «sacrificio vivo» a Dios.

Esto es algo que sobrepasa lo solamen-te individual e implica una contri-bución en conjunto. El «presentar»es personal, pero el sacrificio es colec-tivo; es un sacrificio. El culto racio-nal, servicio inteligente, es un servi-cio. Nunca deberíamos pensar quenuestra contribución no se necesita,porque, si en verdad contribuye aaquel servicio, satisface a Dios. Y espor tal servicio que experimentamos«cuál sea la buena voluntad de Dios,agradable y perfecta» (12:2) o, enotras palabras, alcanzamos el eternopropósito de Dios en Cristo Jesús. Así

que, la llamada de Pablo «a cada cualque está entre vosotros» (12:3), sehace considerando esta nueva ver-dad divina de que nosotros, siendomuchos, «somos un cuerpo en Cristo,y todos miembros los unos de losotros» (12:5) y es sobre esta base quetenemos las instrucciones prácticasque siguen.

El instrumento por el cual el SeñorJesús puede revelarse a esta genera-ción no es el individuo, sino el cuer-po. Dios repartió a cada uno una me-dida de fe (12:3), pero por separadocada miembro nunca puede cumplirel propósito de Dios. Se necesita uncuerpo entero para llegar a ser «unvarón perfecto, a la medida de la esta-tura de la plenitud de Cristo» y mani-festar su gloria.

De esta manera Romanos 12:3-6 sacade la figura del cuerpo humano la en-señanza de nuestra dependencia mu-t u a .

El Cuerpo no es una mera ilustración,sino una realidad. La Biblia no diceque la iglesia es parecida al cuerpo,sino que es el Cuerpo de Cristo. «Asínosotros, siendo muchos, somos uncuerpo en Cristo, y todos miembros losunos de los otros». Todos los miem-bros juntos son un cuerpo, porque to-dos gozan de su vida como si El mis-mo se distribuyera entre sus miem-bros.

Watchman Nee

Obrero cristiano chino (1903-1972).

La vida cristiana normal

Las aguas se están levantando, pero aquí estoy. No estoy pasandopor debajo, sino por encima de ellas.

Catherine Booth, co-fundadora del Ejército de Salvación

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La epístola a los Romanos es una expresiónviva del evangelio, que traslada al hombre de la

desesperación a la esperanza.

Hay en el Nuevo Testamento cuatrograndes designaciones para el asun-to básico que en él se desarrolla, laverdad vital a la que se refiere: elEvangelio, el Camino, la Fe y el Tes-timonio. Aquello que ahora ha veni-do a ser conocido como «cristianismo»fue entonces expresado por alguno deestos cuatro nombres. De los cuatro,el más empleado es el Evangelio. Esetítulo para el mensaje inclusivo delNuevo Testamento aparece allí, ensu forma sustantiva, por lo menoscien veces.

La forma verbal de la misma pala-bra griega aparece, en tanto, tradu-cida como «declarar», «predicar»,«predicar el evangelio». Tomando elsignificado de la palabra, predicar elevangelio sería «dar buenas nue-vas», «dar buenas noticias».

Es impresionante ver cómo esta pa-labra, este título, para la fe cristiana–«el evangelio»– abunda en veintede los veintisiete libros del Nuevo Tes-tamento. Las excepciones son: el evan-gelio de Juan, y las tres epístolas deJuan. Tampoco aparece en la segun-da carta de Pedro, ni en Santiago oJudas. Pero estos escritores tenían suspropios nombres para la misma cosa.

Mencionamos antes, entre los cuatronombres «el testimonio»: ese es títu-lo peculiar de Juan para la fe cristia-na – a menudo, con él, «el testimoniode Jesús». Con Santiago y Judas es«la fe». Sin embargo, usted ve la pre-ponderancia de este título: «las bue-nas nuevas», «el Evangelio».

La amplitud del término «Evan-gelio»

Entonces, hemos de tener en cuentadesde el comienzo un hecho muy im-portante: que este término, las bue-nas nuevas, cubre toda la extensióny el contenido del Nuevo Testamen-to. No son solo aquellas ciertas ver-dades que se relacionen con el princi-pio de la vida cristiana – la conver-sión, la salvación. El evangelio vamucho más allá de eso, abarca todolo que el Nuevo Testamento contie-ne.

El término «buenas nuevas» cubretodo el terreno de la vida cristiana deprincipio a fin. Tiene un contenidoextenso y diversificado, tocando cadaaspecto y cada fase de la vida cristia-na, del relacionamiento del hombrecon Dios y del relacionamiento de Dioscon el hombre. Está todo incluido enlas buenas nuevas. El no salvo nece-

LEGADO

Romanos: el Evangelio de la Esperanza

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sita las buenas nuevas, pero igual-mente los que han sido salvados ne-cesitan las buenas nuevas, y constan-temente. Todo el Nuevo Testamentoestá lleno de buenas noticias para loscristianos. ¡Cuánto necesitan los sier-vos del Señor buenas noticias que losanimen en la obra, y los socorran entodas las exigencias y dificultades desus trabajos! La iglesia necesita lasbuenas noticias para su vida, parasu crecimiento, para su fortaleza,para su testimonio. Y el evangelioentra en cada punto, y toca todas lasáreas.

Ahora, todos sabemos que la epístolaa los Romanos es el gran tratado so-bre la justificación por la fe. Pero lajustificación por la fe es mostradacomo algo infinitamente mayor de loque la mayoría de nosotros todavíaha captado o ha entendido; la justifi-cación por la fe tiene una connota-ción y una relación muy amplias.Todo lo que está contenido en estacarta resuelve en sí mismo una glo-riosa cuestión, y esto es porque co-mienza con la declaración de que loque ella contiene es «el evangelio».«Pablo, siervo de Jesucristo, llamadoa ser apóstol, apartado para el evan-gelio de Dios ... acerca de su Hijo».

Ahora, todo lo que sigue es «el evan-gelio». ¡Pero qué tremendo evange-lio está allí! Y tenemos que, de algu-na manera, resumirlo todo en unaconclusión. Tenemos que preguntar-nos: «Después de todo, ¿cuál es la con-secuencia de nuestra lectura y denuestra consideración de esta cartamaravillosa?».

El Dios de esperanza

El resultado puede resumirse en unasola palabra. Es una gran cosa cuan-do usted puede captar un documentode la envergadura de éste, y reunirloen una sola palabra. ¿Cuál es esa pa-labra? Bien, usted la encontrará alfinal de la carta. Es significativo queaparece en el punto donde el apóstolestá resumiendo. «Y el Dios de espe-ranza os llene de todo gozo y paz en elcreer, para que abundéis en esperan-za por el poder del Espíritu Santo»(Rom. 15:13).

Romanos: el Evangelio de la Esperanza

El Nuevo Testamento estálleno de buenas noticias para

los cristianos. ¡Cuántonecesitan los siervos del

Señor buenas noticias que losanimen en la obra, y los

socorran en todas lasexigencias y dificultades de

sus trabajos!

Si la nota al margen de su Biblia esbuena, le dará referencias a otrasocurrencias de esta palabra en estamisma carta. Usted la encontrará enlos versículos 5:4; 8:24-25; 12:12;15:4, y finalmente aquí en nuestropasaje, versículo 13. «El Dios de es-peranza». Ésa es la palabra en la cualel apóstol recapitula el conjunto deesta carta maravillosa. Este es, en-tonces, el evangelio del Dios de espe-ranza; más literalmente: las «buenasnuevas», o las «buenas noticias» del

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Dios de esperanza. De modo que lo queesta carta nos revela, de principio afin, es la esperanza.

Una situación sin esperanza

Ahora, es absolutamente obvio: la es-peranza no tiene ningún significadoni sentido, a menos que exista el con-trario. Por lo tanto, el método divinoen esta carta, en primer lugar, esponer las buenas nuevas en contras-te con una situación desesperanzada,para dar un claro relieve a esta granpalabra – este último asunto, estaconclusión, este resultado. Primero senos describe la más desesperada delas situaciones. La situación se pre-senta bajo dos aspectos:

(a) En el asunto de la herencia

En primer lugar, es expuesta en re-lación a la raza humana – todo elasunto de la herencia. Si miramos elcapítulo 5, con el cual estamos tanfamiliarizados, vemos que allí la razaentera está ligada retrospectivamen-te a Adán – «…por un hombre» (v.12). Toda la raza humana está liga-da a su origen y cabeza en el primerAdán. Lo que es claro en este capítuloes esto: hubo un acto de desobedien-cia, cuyo resultado fue la ruptura dela relación del hombre con Dios. «Porla desobediencia de un hombre» (v.19). Y, por tanto, todos los hombresdescendientes de ese hombre, Adán,fueron involucrados en aquel acto dedesobediencia y en sus consecuencias.

Pero eso no es todo. Lo que siguió acontinuación, como efecto de aquelacto, fue que el hombre se tornó des-obediente e incrédulo en su natura-

leza. No fue solo un acto aislado que élcometió, no solo una cosa en la cual élcayó por un momento. Algo salió deél, y algo también entró en él, y elhombre se volvió por naturaleza unacriatura desobediente e incrédula. Nosolo él actuó de esa forma, sino que élse convirtió en aquello; y a partir deese momento, la naturaleza real delhombre es la incredulidad y la des-obediencia. Está en su constitución,y todos los hombres han heredado eso.

Esto es algo irremediable, como us-ted ve. Cuando usted se ha vuelto unacierta clase de ser, careciendo de cier-to factor, usted no puede remediarlo.Es un estado desesperado. Ningúnhombre puede creer, a menos quereciba de Dios la capacidad de creer.La fe no es de nosotros, pues es don deDios (Ef. 2:8). Ningún hombre pue-de ser obediente a Dios a no ser por unpoderoso acto de Dios en él que lo hagaasumir una naturaleza o una dispo-sición obediente. Usted no puede re-mediar algo que no está allí. Así,pues, la situación es bastante desespe-ranzadora, ¿no es cierto? Algo se haido, y algo más, que es contrario aaquello, ha entrado y ha tomado sulugar. Esa es la condición de la razaaquí. ¡Qué cuadro de inútil desespe-ranza para la raza entera! Esa es nues-tra herencia. Estamos en ese aprieto.

Es absolutamente desesperanzadorpara nosotros intentar hallar en no-sotros mismos aquello que Dios re-quiere. Nos agotaremos, y al final,llegaremos a esta misma posición de-clarada y establecida por Dios. ¡Lasituación es irremediable! Si ustedestá luchando para ser una clase de

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persona diferente de la cual usted espor naturaleza, tratando de librarsede lo que ha heredado – bueno, ustedestá condenado a la desesperación:¡pero cuántos cristianos nunca hanaprendido esa lección fundamental!Para la raza entera, la herencia sig-nifica desesperanza.

Si a este respecto nos surgiese algunaduda, basta considerar el conflicto yla batalla que se libra en torno al creeren Dios, de la fe en Dios. Solo una obraprofunda del Espíritu de Dios en us-ted puede llevarlo, inicial o progresi-vamente, a creer. Es «el pecado quenos asedia» –la incredulidad–, segui-do, naturalmente, por la incapacidadde obedecer. Somos lisiados de naci-miento; nacimos condenados al fra-caso en esta materia, debido a nues-tra herencia.

(b) En el asunto de la tradiciónreligiosa

En seguida el Señor lleva esta cosa aotro ámbito. Espero que usted reco-nozca el significado del contexto, elfondo oscuro contra el cual se pone lapalabra «esperanza». El Espíritu deDios, a través del apóstol, la lleva alcampo de la tradición religiosa,ejemplificada por los judíos. Paraellos, todo está ligado a Abraham y aMoisés. Todo lo que el apóstol tieneque decir sobre Abraham y su fe es:«Abraham creyó». Y luego habla so-bre Moisés y el advenimiento de lal e y .

Y aquí hay algo de tremendo signifi-cado e importancia que debemos no-tar, porque aquí vemos la funciónparticular que tenía en vista la sobe-

rana elección de la nación judía porparte de Dios. Hay muchas cosas quese podrían decir sobre la nación ju-día, su pasado, presente y futuro, perolo que destaca tan definitivamenteaquí es su función en la soberanía delDios. Era, y sigue siendo todavía, eltestigo de su historia. ¿Qué aprende-mos nosotros con este testimonio?Que usted puede tener antepasadosilustres, y puede tener la mejor tra-dición religiosa, pero nada de eso lohereda, nada de eso afecta a su natu-raleza.

¡Qué padre fue Abraham! ¡Qué suer-te tener a «Abraham nuestro padre»!¡Qué magnífico ejemplo de fe y de obe-diencia fue Abraham! Como nación,ellos provenían de Abraham. ¡Y quésistema era el sistema religioso judío,en cuanto se refiere al modelo moral,ético y religioso! No hay nada quepueda superarlo en las religiones delmundo.

¡Qué magnífico sistema de preceptosreligiosos era la religión judía, quevino a través de Moisés! No solo losDiez Mandamientos, sino toda la en-señanza que propuso la ley, cubrien-do cada aspecto de la vida del hom-bre. Y ellos eran los hijos de aquello.Sin embargo, usted no encuentra lafe de Abraham, y no encuentra en sunaturaleza el reflejo de ese gran siste-ma. Ellos, viniendo de una personacomo Abraham, y siendo herederosde todos los oráculos del sistema mo-saico, en sus naturalezas estaban des-provistos de todo lo que representa-ban Abraham y Moisés. ¡Aquellaspersonas se caracterizaban por su in-credulidad, a pesar de Abraham, y

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salva, no sé qué podría hacerlo. «Por-que a los que antes conoció, tambiénlos predestinó para que fuesen hechosconformes a la imagen de su Hijo»(Rom. 8:29). Él debió tener en vistaa su Hijo, el Modelo magistral, el Ar-quetipo, aun antes de que el hombre

Cuando el Señor proyectóel plan entero de

redención, no fue porquehabía ocurrido algo que

requiriese una medida deemergencia para intentar

salvar la situación delmomento. Él ya había

anticipado todo, y teníatodo a la mano para

resolver la contingencia.

por su desobediencia, a pesar de Moi-sés! ¿Qué podría haber más desespe-ranzador?

Algunas personas tienen la idea deque, si tienen un buen padre y unabuena madre, eso los pone en unaposición muy segura, pero la natu-raleza humana no confirma esto.Puede haber ventajas en haber teni-do antepasados piadosos – algunasventajas; pero no es ninguna garan-tía final de que usted va a escapar detodas las dificultades, todos los con-flictos y todos los sufrimientos, si notiene una fe propia. El hecho es quelos padres pueden ser muy consagra-dos a Dios, pueden ser los más santos,los más piadosos, pero sus hijos pue-den ser los más renegados. Es unacosa extraña, ¿verdad?

Esperanza en una situación des-esperada

¡Cuán terriblemente desesperanza-dora es esta situación! Pero esa es laforma en que el Señor establece unescenario para esto llamado esperan-za. Y así llegamos a la solución tras-cendental, y utilizo esa palabra cui-dadosamente en este punto, porqueaquí hay algo muy grande. Esto esuna montaña inmensa, esta monta-ña de la herencia: pero hay algo quetrasciende todo, que sobrepasa todo;una solución que se levanta sobre todafalta de esperanza y desesperación dela situación natural; y eso es lo que sellama «el evangelio». ¡Oh, estas de-ben ser buenas noticias! ¡Sin duda, poreso son llamadas «buenas nuevas»!¿Cuáles son? Que hay esperanza aunen esta situación más desesperada.

El evangelio en la eternidad pa-sada

Ahora, si miramos esta carta otra vezen su totalidad, veremos que las bue-nas noticias del evangelio, están nosolo en la cruz del Señor Jesús – aun-que ésta es el punto focal, como vere-mos luego. ¡Las buenas noticias sonalgo mucho más grande incluso quela cruz del Señor Jesús! ¿Qué es eso?Es «el evangelio de Dios… acerca de suHijo, nuestro Señor Jesucristo». Lacruz es solo un fragmento del signifi-cado de Jesucristo mismo.

Entonces, esta carta nos lleva direc-tamente a la eternidad pasada delHijo de Dios. Esto es maravilloso, siusted lo ve. Si este evangelio no le

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intención. Todo fue consumado en-tonces; de modo que el hecho de ha-berse estropeado el vaso no pasa deser un incidente en el tiempo, terri-ble y trágico, es cierto; pero, a pesarde todo, no más que un incidente tem-poral. Y los consejos de Dios trascien-den los meros incidentes temporales.

Querido amigo, cuando el Señor pro-yectó el plan entero de redención, nofue porque había ocurrido algo querequiriese una medida de emergen-cia para intentar salvar la situacióndel momento. Él ya había anticipadotodo, y tenía todo a la mano para re-solver la contingencia. El Cordero«fue inmolado desde el principio delmundo» (Apoc. 13:8). La Cruz retro-cede en el tiempo, antes del pecado,antes de la caída, antes del primerAdán –directo hacia el Hijo eterno,antes de los tiempos eternos. La cruzregresa allí–, al Cordero «inmoladodesde la fundación del mundo».

¡Qué gran esperanza reside en estehecho! Si eso es verdad, si podemoscaptarlo, estas son buenas noticias,¿no es así? Al aceptarlo, la desespe-ranza que hay en nosotros se trans-forma en una extraordinaria pleni-tud. Es el propio Dios que, a través deSu Hijo, viene a nuestro encuentro.

Nosotros mismos causamos toda aque-lla situación tan desesperanzadora;pero Dios provee todo en su Hijo pararesolver nuestra desesperanza. Y Diosno está experimentando porque algoha salido mal – ‘Debemos encontraralgún tipo de remedio para esto, debe-mos hallar algo con lo cual experimen-tar para ver si podemos resolver esta

Romanos: el Evangelio de la Esperanza

fuese creado; el modelo eterno, queera el Hijo: antes de que hubiera ne-cesidad alguna de redención, de ex-piación, la Cruz, el Hijo era el modeloeterno de Dios para el hombre. Y, ob-serve, cuán positivo y cuán claro es.Se trata de un énfasis en un determi-nado tiempo verbal que indica unhecho definitivo, realizado una vezpara siempre. «…a los que antes co-noció, también los predestinó». Antesde que el tiempo fuese tiempo se rea-lizó la elección de aquellos que habíande ser conformados a la imagen de SuHijo. En la infinitud del pasado, en elpropio seno de la eternidad pasada,allí comienza el evangelio.

Sí, vemos al Hijo en su eternidadcomo el modelo eterno de Dios; y en-tonces tenemos la eternidad o laatemporalidad de la soberana reden-ción. La soberana redención está in-cluida en eso. «Él predestinó, él lla-mó, él justificó, él glorificó». Ahora,estas tres últimas cosas no son sub-secuentes. Todas ellas pertenecen almismo tiempo, que no es el tiempopropiamente dicho: es la eternidad.No se dice que él conoció y predestinóantes, y luego, en el curso del tiem-po, él llamó y justificó y glorificó. Veaen lo que usted está involucrado, siacepta esa visión. Muchos de nosotroshemos sido llamados y justificados,pero no estamos glorificados aún. Perose dice que «él glorificó», en el tiempoeterno – de una vez y para siempre.

Esto debe significar, entonces, quecuando él tomó, como Alfarero, estamateria en su mano, en relación a sumodelo eterno, el Señor Jesús, él loacabó todo en su soberano propósito e

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emergencia; el hombre ha caído en-fermo, y debemos buscar un remedio’.No; Dios ya lo ha cubierto desde la eter-nidad, lo ha resuelto desde la eterni-dad, en su Hijo. Es el evangelio, lasbuenas noticias, de Dios «acerca de suHijo». Esto puede suscitar un sinnú-mero de problemas mentales, peroaquí está la declaración de este libro.Ustedes pueden ver que la esperanzano se destruye porque Adán cayó: laesperanza retrocede más allá del pe-cado del hombre.

Usted dirá: ‘Entonces, ¿qué pasa conla cruz?’. Bueno, la encarnación y lacruz solo están efectuando aquello quefue dispuesto en la eternidad – tra-yendo la eternidad al tiempo de unamanera práctica, haciendo eficaz pa-ra el hombre en su condición de des-esperada necesidad, aquel granpropósito, intención, designio de Diosreferente a su Hijo. La cruz es el me-dio que levanta de la depresión, delvalle, del pecado y de la falta huma-nos, hacia el nivel de los consejos eter-nos de Dios, y restaura el curso nor-mal de aquello que en última instan-cia no es afectado por lo que ha suce-dido en el tiempo. Son buenas nue-vas tremendas, ¿no es así?

La Cruz llega a ser la ocasión de la fepor la cual todo esto trasciende. Porsupuesto, ella provee el terreno paranuestra fe. Y, cuando la fe actúa enrelación con la cruz, somos llevados aCristo: no al Jesús de tres y medioaños, o aún de treinta años, sino lle-vados a Cristo como la representacióndel pensamiento eterno de Dios parael hombre. La fe nos introduce en él.Esas son las buenas nuevas, «las bue-nas noticias acerca de su Hijo»; el

evangelio, las buenas noticias del«Dios de esperanza».

Como ven, la esperanza está fundadasobre la provisión eterna de Dios fue-ra del tiempo: ¡y ésa es una roca muysegura sobre la cual permanecemos!Sí, fundados sobre la roca eterna dela filiación en Cristo, no sobre uncambio posterior y una medida deemergencia para enfrentar un hechoinesperado. La esperanza está posi-cionada y anclada fuera del tiempo.El apóstol, escribiendo a los Hebreos,utiliza un cuadro, una metáfora. «Laesperanza… la cual tenemos como se-gura y firme ancla del alma, y que pe-netra hasta dentro del velo» (Heb.6:18-19); tomándonos fuera del tiem-po, fuera de esta vida, anclándonosallí en la eternidad.

¡Cuán grande es la cruz! ¡Cuán gran-de es el mensaje de Romanos 6! Noslleva mucho antes de Moisés, deAbraham y de Adán. Nos lleva antesde la caída y del pecado de Adán, y detoda la condición desesperada de laraza entera. La cruz nos lleva antesde todo ello, y allí, en la eternidadpasada, nos enlaza con aquello queDios pensó. La cruz asegura eso. Y,por otro lado, la cruz alcanza a la eter-nidad futura, y dice: «Porque a losque antes conoció… a éstos tambiénglorificó» (Rom. 8:29-30). La cruzasegura la gloria eterna que viene.¡Cuán grande es la cruz!

La esperanza, entonces, descansa so-bre la inmensidad de la cruz. La espe-ranza reposa sobre el hecho de queCristo –que abrió este camino, tor-nándose el postrer Adán, siendo he-cho pecado por nosotros, soportándo-

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lo todo, ahora levantado por Dios– seha sentado a la diestra de Dios, y portanto nosotros, «en Cristo», fuimospuestos más allá de todo riesgo de otracaída. Siempre pienso que este es unode los factores más benditos del evan-gelio: que Jesús, ahora en el cielo,habiendo abierto este camino, y elcamino de su cruz, que este Adánnunca fallará. Nunca habrá otra caí-da. Esta herencia es segura, es firme,porque está ligada a él. ¡Sin duda, esuna esperanza maravillosa, esteevangelio del Dios de esperanza!

¿Ves cuán vívido se dibuja el cuadrooscuro de la desesperación? Yo he dadosolo el contorno, pero mira los detalles– el cuadro terrible de los gentiles y delos judíos presentados en los primeroscapítulos de esta carta, y la desespe-ración de la situación para ambos. Sí,la desesperanza, de hecho – y luegosobre todo lo que fue escrito, ¡la espe-ranza! Las buenas nuevas de la espe-ranza están de pie sobre todo aquello,a pesar de todo, porque la esperanzareposa en Dios, que tiene, antes de to-das las cosas, predeterminado algo que

Romanos: el Evangelio de la Esperanza

él realizará, y que ha demostrado porla cruz de su Hijo Jesucristo.

Tú y yo sabemos que cuando la fe haactuado en relación a la cruz del Se-ñor Jesús, algo comienza en nosotrosque revierte por completo el cursonatural de las cosas. Ahora la fe estácreciendo, la fe se está desarrollando;estamos aprendiendo el camino de lafe, estamos siendo capacitados paraconfiar en Dios cada vez más. Todoha cambiado: la obediencia es posibleahora.

Y hay otra vida, otra naturaleza, otropoder en nosotros, que fue puesto paraesperanza. Una contradicción de lafe cristiana es un cristiano desespe-rado, un cristiano sin esperanza; unoque no está marcado por este granrasgo preeminente de Dios – la espe-ranza. Él es «el Dios de esperanza».El Señor hizo esto verdadero, paraque nosotros seamos llenos de espe-ranza, «gozosos en la esperanza».«Sufridos en la tribulación» pero «go-zosos en la esperanza» (Rom. 12:12).

T. Austin-Sparks

Falsa espiritualidad

En una ocasión se me habló de una hermana en Cristo que era tanquieta y suave en sus modales que la calificaban de ser «muyespiritual». Yo le pregunté a mi informante: «¿Con quién es espiritual?».La respuesta fue: «Los que pueden llegar a notas tan altas en el cantoencuentran a muy pocos que puedan acompañarles».

¡Era tan espiritual que nadie podía ser su compañera espiritual!Tales personas pueden servir para fines de «promoción», pero no sonútiles para edificar una iglesia. La clase de creyentes que se requierepara edificar una iglesia son aquellos que pueden aceptar a un hermanodetrás, otro delante; uno debajo, y otro encima, y aun, con todo,permanecer espirituales. Dios no sólo planificó un despliegue de piedraspreciosas; Él quiere un edificio».

Watchman Nee, en Aguas Refrescantes

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Romanos 5:1 no es una afirmación del hecho deque tenemos paz. Es un llamado a tomarla.

La palabra «pues», nos remite haciaatrás, a los versículos anteriores dela carta del apóstol. No podemos lle-var una parte de la carta a algún otrolugar que nos agrade, y descuidartoda la otra parte de su desarrollo.Debemos acompañar al apóstol portoda la extensión del camino. Es devital importancia que no solo llegue-mos a los lugares correctos, sino quelleguemos allá con un enfoque correc-to. El enfoque es un factor esencial enel misterio de la revelación.

¿Cuál es, entonces, el enfoque sugeri-do por esta palabra «pues»? Vamos adar una mirada al camino ya recorri-do. Éste comenzó en la devastación,triste y deprimente, de la ruina delpecado del cual no hay ninguna sali-da. Todos perdieron su justicia y todosperdieron su poder de recuperarla.Muchos dispositivos son experimenta-dos y muchos intentos son hechos paraescapar, pero todas las luchas son in-eficaces, y no hay ninguna forma deescapar. En esa horrible esclavitudtodos están presos por toda la vida.

No hay salida. No, no hasta que Diosmismo abriese un camino, un cami-no nuevo y vivo. El infinito Amor en-contró nuestra profunda necesidad y

a través de la devastación aparece uncamino, que clarea cada vez más has-ta que el día es perfecto. En el amor yla gracia expiatorios de Jesucristo losprisioneros de la desesperanza se con-vierten en hijos de la eterna esperan-za. A través del misterio de una Cruz,todos pueden recuperar su corona. Enuna muerte cuyo misterio nadie pue-de explorar, encontramos las fuentesde una nueva vida. Y tan completa-mente la gracia divina encuentranuestra necesidad que no solo pode-mos abandonar la prisión del desier-to, sino que también podemos dejarnuestras obligaciones y nuestras ca-denas. La libertad ofrecida no es solouna posición, es también una fuerzay una provisión. Es más que una am-nistía, más que un decreto de eman-cipación. Es una dádiva y una he-rencia. Es la liberación de la salud.Es la liberación de la armonía.

Es por eso que esta carta comienzanublada y en tinieblas, pero el cielooscuro se abre al final del cuarto ca-pítulo, y el cielo azul aparece y el Rei-no de los Cielos es abierto para todoslos creyentes.

Y es justamente aquí que llegamos ala palabra «pues». «Justificados, pues,

Tengamos paz

«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Diospor medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom. 5:1).

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por la fe, tenemos paz para con Diospor medio de nuestro Señor Jesucris-to». No es una afirmación del hechode que tenemos paz. Es una apelaciónpara tomarla. Una amnistía se ofre-ce, tómela. El perdón gratuito se pro-clama, tómelo.

¿Alguien puede ser tan necio que alver una liberación tan maravillosacomo ésta no la acepte? ¿Podemos verla gran posibilidad y no traducirla enuna feliz experiencia? Sí, esa es la ex-traña sugestión. Se ofrece la paz, unapaz que excede el entendimiento, perono la tomamos. Incluso nos arrastra-mos hasta la misma Cruz con nues-tras sofocantes cargas sobre la espal-da y regresamos como si nada hubiese

¿Qué diremos, entonces, a estas co-sas? Bien, vamos a examinar nueva-mente el camino que nos conducehasta esta gran palabra suplicante.Vamos a examinarlo bien lentamen-te. Vamos a quedarnos con las cosaslo bastante como para sentirlas. Va-mos a demorarnos en el versículotreinta y dos del primer capítulo, yen el cuarto verso del segundo capí-tulo, y en los versículos vigésimo yvigésimo tercero del tercer capítulo.Vamos a hacer una parada en cadauno de estos lugares modificando to-dos los plurales para el singular, has-ta que nos hayamos visto a nosotrosmismos en una comprensión plenade la palabra sagrada.

Y entonces, más que en ningún otrolugar, quedémonos mucho tiempo enel versículo veinticinco del tercer ca-pítulo: «A quien (Jesucristo) pusocomo propiciación por medio de la feen su sangre, para manifestar su justi-cia, a causa de haber pasado por alto,en su paciencia, los pecados pasa-dos». Vamos a encontrarnos a noso-tros mismos en esta palabra tanabarcadora: «nosotros». Vamos aarrodillarnos delante de la Cruz, y adejarnos estar allí hasta que los sen-timientos vitales comiencen a mo-verse en el corazón entorpecido, comosi el invierno se hubiese acabado y sehubiese ido.

Y como un segundo consejo, vamos amirar lejos de nosotros mismos, ha-cia Cristo. Aquí hay un pasaje de unacarta de Klebe, que pienso que es ricaen consejo espiritual sólido: «Piensoque es cosa egoísta y peligrosa el quelas personas estén siempre volviendo

Tengamos paz

En el amor y la graciaexpiatorios de Jesucristo

los prisioneros de ladesesperanza se

convierten en hijos de laeterna esperanza. A

través del misterio de unaCruz, todos pueden

recuperar su corona.

sucedido allí. Continuamos llevandonuestras cargas con nosotros. Es unode los misterios asombrosos de la locu-ra humana. Aquí está el lugar indica-do donde el peregrino cansado puededejar su carga y encontrar descanso ypaz. Pero no, nos volvemos nuevamen-te hacia el lúgubre desierto, hacia lasobligaciones y hacia la prisión.

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su mirada hacia el interior. Por fa-vor, no deje que sus propias faltas oalgo poco confortable sean muchasveces más importantes. No es natu-ral que sea así en aquellos por quie-nes Cristo murió». No, no es natural.La única cosa natural es que debe-mos ser tan atraídos y arrebatadospor la gracia de Cristo, que las faltas,desazones, temores, así como nuestros

Tengamos paz

pecados, sean todos consumidos en sugloria. Es por eso que vamos con fe yconfianza a aceptar Su paz. Vamos aacordarnos alegremente de las cosasque están en Cristo, y en una alegre einflamada esperanza vamos a prose-guir a lo largo de nuestro camino enbienaventuranza y paz.

John H. Jowett (1864-1923),predicador y pastor de la Westminster Chapel.

LEGADO

Un violín de tres cuerdas

Cierta vez el violinista Itzhatk Perlman sufrió un grave contratiempoal comenzar una presentación en el «Lincoln Center» de Nueva York:se cortó una de las cuerdas de su violín, la cual salió disparada comouna bala por el salón. El público enmudeció. Perlman se quedó quieto,como cavilando. En ese momento cabían dos posibilidades: cambiarel violín o reemplazar la cuerda rota.

Perlman no hizo ni una ni otra cosa. Hizo un gesto al director paraque la orquesta siguiera. Luego, tocó con tanta pasión, con tantopoder y con tanta claridad, como nunca antes nadie había escuchado.

Cualquiera sabe que es imposible tocar una obra sinfónica con solotres cuerdas. Pero esa noche Perlman se rehusó a saberlo. Se podíaobservar cómo modulaba, cambiaba y recomponía esa pieza en sucabeza. Por momentos, parecía como si él estuviera desentonandolas cuerdas para obtener sonidos que ellas nunca antes habían hecho.

Cuando terminó, hubo un silencio impresionante en el salón.Después, vino la aclamación. La gente quiso demostrarle cuántoapreciaban el esfuerzo que él había realizado.

Perlman sonrió, se secó el sudor de las cejas, alzó su arco pidiendosilencio, y dijo, con tono tranquilo y reverente:

— Ustedes saben, algunas veces la tarea del artista es averiguarcuánta música podemos producir con lo que nos queda.

Este violinista nos recuerda a Dios, quien también a menudo sequeda con un violín de tres cuerdas en su mano. Puede ser un hombrecon un corazón destrozado, una mujer con su honra perdida, o unjoven con una temprana devastación y un futuro incierto.

Tal vez convenía más a Dios arrojar el violín malogrado y coger otronuevo. Sin embargo, como Él es persistente con lo suyo, y diestro, nohace lo que nosotros hubiéramos hecho.

Él sabe cómo pulsar cada una de las cuerdas que le quedan al violínherido, y en qué momento, para sacar de él las mejores melodías.Para que no quede ninguna duda de que no es por la excelencia delinstrumento… Cuando esto ocurre, todos nosotros aclamamos al granArtista.

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Muchos de los problemasque enfrentamos en la vida cristiana

proceden de un yo no sometido a Cristo.

El «yo» es la única cosa que realmen-te poseemos; la única cosa que real-mente llevaremos con nosotros cuan-do dejemos este mundo. No llevare-mos propiedades o cuentas bancarias;solamente nuestro «yo».

¿Qué sucede con nuestro «yo» en lafe cristiana? En uno de nuestros Reti-ros, alguien testificó en «La Hora delos Corazones Abiertos»: «Pensabaque mi «yo» era una cosa que debe-ría conservar, pero terminé conven-cido de que es un cáncer y que debeser extirpado». Así, antes del Retiro,él estaba en un dilema: ¿su «yo» eraalgo para ser cultivado o un cáncerpara ser eliminado? Su duda, que fuedisipada, ha sido también la de mu-chos hombres y mujeres.

Antes de ver la respuesta cristiana alrespecto, veamos lo que piensan otrasreligiones.

Las religiones que nacieron en la In-dia están cansadas del mundo y de lapersonalidad. Dicen que el mundo al-rededor nuestro es una ilusión del quedebemos librarnos, y sienten que lapersonalidad es un peso. Están esfor-zándose por alcanzar el límite de lapersonalidad y lograr la impersona-lidad. Por eso, para ellos, la más alta

concepción de Dios es Brahma, que esun ser impersonal. Entonces los hin-dúes se sientan y se entregan a lameditación, intentando alcanzar elBrahma, y se pierden en esa inmen-sa impersonalidad.

Así como la gota de agua se pierde enel océano, la persona se pierde en esainmensidad que es lo impersonal, yeso la libra del peso de la personali-dad.

Buda se sentó por largo tiempo parameditar respecto del sufrimiento y eldolor, y llegó a la conclusión de que laexistencia y el sufrimiento son la mis-ma cosa. Mientras estamos existien-do estamos sufriendo, por eso la úni-ca manera de salir del sufrimiento esdesertar de la vida, y la manera delibrarse de la existencia es dejar deobrar, porque la acción es lo que hacecontinuar girando la rueda de lavida. La única manera de dejar deobrar es no tener sentimientos. Cor-temos las raíces de los deseos, inclusode vivir, y la vida se tornará estáti-ca. Así, los seguidores de las religio-nes hindúes se preparan para la com-pleta inactividad: el Nirvana.

Le pregunté a un budista, en Ceylán,si en el Nirvana había alguna vida.

La entrega del «yo» a Cristo

LEGADO

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Él me respondió: «¿Cómo puede ha-ber vida si no hay sufrimiento?».

Buda quiso resolver los problemas dela vida abandonando la vida. Es lomismo que librarnos del dolor de ca-beza cortándonos la cabeza. Es unprecio muy alto como para pagarse.

Existe también otro grupo de hindúesque son devotos de un dios personal.Uno de ellos vino a uno de nuestrosRetiros. Él se había dedicado a Rama,uno de sus dioses. Le pregunté: ¿Dedónde viene usted? Me respondió: «DeRam-Ram». ¿Para dónde va? «ParaRam-Ram». ¿Cuál es su deseo? «Ram-Ram». Él se ha había consagradopara no decir nada excepto el nom-bre de su dios. Su personalidad des-apareció y él desapareció sumergidoen la vida de ese dios.

Cuando dejamos de considerar las fi-losofías de la India y nos volvemoshacia la psicología moderna, encon-tramos el reverso de las actitudes an-tes descritas. La psicología modernatiene tres afirmaciones respecto de laverdad: Conócete a ti mismo, Acépta-te a ti mismo y Exprésate a ti mismo.

Por las mismas razones por las cualesrespeto las filosofías hindú y budistasobre la personalidad, también ten-go que respetar la teoría de la moder-na psicología. Sin embargo, deseoconsiderar los errores de las tres afir-maciones de la psicología.

Conócete a ti mismo

No podemos conocernos estudiandonuestra personalidad separada deDios. Tenemos que saber cuál es nues-tra relación con Dios. En este caso,

podríamos conocernos sabiendo denuestras relaciones para con Dios, quesomos hijos de Dios, que tenemos undestino, el cual es ser transformadosa la medida de la estatura del Hijo deDios. No podemos conocernos separa-dos de este destino. Por lo tanto, ana-lizarnos separados de esta relación esinfructuoso. El psicoanálisis ha sido,comparativamente, muy infructuo-so. Ha sido muy bueno en el análisisy muy pobre en la síntesis. Él puedesepararnos en pedacitos, pero no sabecómo juntarnos de nuevo.

LEGADO

Cuando somos más de Cristo,somos más de nosotros

mismos. Entrégate a Cristo yentonces no te entregarás a

ninguna otra cosa. Obedece aCristo y entonces tendrás unmundo libre. Nunca somos

nosotros mismos tanto comocuando somos de Cristo.

Acéptate a ti mismo

¿Pero cómo podemos aceptar a un serinaceptable, lleno de problemas, mi-serias y preocupaciones? Pedir a al-guien que se acepte a sí mismo es pe-dir lo inaceptable.

Exprésate a ti mismo

Pero si tomamos una docena de per-sonas queriendo expresarse a sí mis-mas, ¿qué tendremos? En una ciu-dad de los Estados Unidos hice estapregunta durante una reunión pen-sando que responderían: estaremos

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preparando ambiente para conflictosy pánico... Tomemos cualquier gru-po de personas con la finalidad de ex-presarse y tendremos un ambientede conflictos y problemas.

Entonces, ¿qué está errado en estastres afirmaciones? Esto es exacta-mente lo que la fe cristiana tendríaque colocar en el lugar de estas afir-maciones: «Sométete a ti mismo». Lafe cristiana demanda de nosotros laúnica cosa que poseemos. Jesús dice:«El que quiera venir en pos de mí, nié-guese a sí mismo», y también: «El quequiera ganar su vida, la perderá». Élpide la única cosa que poseemos.¿Quiere decir esto que nuestro «yo»desparece? Algunas personas dicenque sí, e incluso hay un himno enInglaterra que dice: «Todo de mí ynada de ti», en la primera estrofa;«algo de mí y algo de ti», en la segun-da estrofa; y «nada de mí y todo deti», en la tercera estrofa.

Es una poesía hermosa, pero nuncapodemos llegar a la posición en queno exista el yo. El yo es parte inte-grante de nuestra personalidad y nopuede de ninguna manera ser elimi-nado. Si lo lanzamos puertas afuera,volverá por la ventana, tal vez convestiduras religiosas, pero será elmismo yo. No podemos librarnos deél. ¿Qué podemos hacer? La respues-ta es: entregarlo a Jesús, que nos lim-pia de ese egoísmo natural y nos de-vuelve nuestro yo; y cuando somosmás de Cristo, somos más de nosotrosmismos.

Entrégate a Cristo y entonces no teentregarás a ninguna otra cosa. Obe-dece a Cristo y entonces tendrás un

mundo libre. Nunca somos nosotrosmismos tanto como cuando somos deCristo.

Nos conocemos a nosotros mismosbajo un destino maravilloso. Es lo quese encuentra en el pasaje bíblico: «Portanto, nosotros todos, mirando a caradescubierta como en un espejo la glo-ria del Señor, somos transformados degloria en gloria en la misma imagen,como por el Espíritu del Señor» (2ª Cor.3:18). Esto significa que somos trans-formados a la imagen de lo que hayde más precioso y maravilloso en estemundo. Este es el destino que nos hacelevantar los hombros, que hace quenuestra sangre corra con más inten-sidad por nuestras venas.

No puedo detenerme ante mi «yo».Todo lo que hay en mí de odio y egoís-mo desaparece. Y no odiamos nues-tro yo, porque nuestro yo nos ama; ylo que él acepta, nosotros podemosaceptar también. Ahora podemosaceptarnos, porque somos transfor-mados en algo aceptable.

Estamos bajo la redención, salimosdel hombre viejo hacia el hombrenuevo. Por lo tanto, podemos aceptarese yo que está bajo la redención, eincluso amarlo.

El cristianismo enseña el amor al«yo». «Amarás a tu prójimo como a timismo». Es tan malo odiarnos a no-sotros mismos como odiar a los demás.Podemos amarnos, porque nos ama-mos en Dios.

Deseo contarles sobre un amigo míoque considero un santo y posee aque-llo que podemos llamar ‘humor divi-no’. Él dice: «Me gusta hablar conmi-

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go mismo, porque me gusta oír a unapersona inteligente». Si todos noso-tros tuviésemos un «yo» como elsuyo, diríamos lo mismo. No conde-no a las personas que no gustan ha-blar consigo mismas, porque tal vezsu «yo» no esté en condiciones de con-versar, pero si pertenecemos a Cris-to, podemos gustar de nosotros mis-mos.

Pablo dice: «Para mí el vivir es Cris-to». Él sabía que cuando se estaba ex-presando estaba expresando a Cristo.Nosotros también podemos expresar-nos a nosotros mismos cuando expre-samos a Cristo. El gran pasaje de lasEscrituras que dice todo lo que estoyintentando decir es éste: «Sea Pablo,sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo,sea la vida, sea la muerte, sea lo pre-sente, sea lo por venir, todo es vues-tro, y vosotros de Cristo, y Cristo deDios» (1ª Cor. 3:22-23). Es una afir-mación maravillosa. Él dice que sipertenecemos a Cristo, todo nos per-tenece. Todos los grandes maestrosnos pertenecen, pero nosotros no lespertenecemos a ellos, sino a Cristo.Todo el mundo, la vida y la muerte(todos los grandes acontecimientos),nos pertenecen, porque pertenece-mos a Cristo. Y Pablo agrega que auntodo el tiempo –el presente y el futu-ro–, todo nos pertenece por cuantopertenecemos a Cristo.

Cuando comencé a envejecer, perci-bí que me levantaba más tempranocada mañana. Al principio no megustó y me pregunté a mí mismo quéharía con aquellas horas libres. En-tonces resolví oír la voz de Dios. «Nopediré nada», me dije, «pero lo que

Él quiera que yo haga, eso quierooír». A veces Él me decía cosas dife-rentes, pero cierta mañana Él me dijoalgo que yo nunca había oído: «Túeres mío y la vida es tuya». Yo le pedíque lo repitiese. Y Él lo repitió: «Túeres mío y la vida es tuya». Entoncesyo dije: «Señor, Tú diste todo, yo tepertenezco a Ti y la vida me pertene-ce; si la vida me pertenece, yo puedodominarla». Yo no pertenezco a lavida; ella es la que me pertenece. Sino pertenecemos a Cristo, la vida nonos pertenece, y ninguno de nuestrospensamientos nos conducirá a la sen-satez; al contrario, todos nos llevarána la insensatez.

La vida cristiana puede resumirse enuna frase: «Pertenezca a Cristo y lavida le pertenecerá a usted». Acos-tumbro tener, todos los días primerode cada año, un retiro con los funcio-narios del gobierno en Washington.Nos reunimos de las 10 de la mañanaa las 5 de la tarde. Hace unos añosatrás, estuvo con nosotros el Secreta-rio de Defensa, Mr. Wilson. Despuésde la reunión le pidieron que dijesealgo, así que habló: «Me gustó mu-cho lo que el señor Jones ha dicho,excepto una cosa: él habló sobre laentrega. Yo lamento no poder hacer-lo por la posición que ocupo. Sería unapalabra muy impopular allí». Enton-ces le dije: «Si usted se entrega a Dios,no se entrega a ninguna otra cosa».Entonces él respondió: «Correcto, esoestá bien».

Cuando nos sometemos a Dios, no es-tamos sometidos a nada más. Todo esnuestro, porque pertenecemos a Cris-to.

LEGADO

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El centro de todos los pecados es el«yo» no sometido, pues él se coloca enel lugar de Dios, y procura organizarla vida como si fuera Dios. Este es elpecado central y todos los demás sonfrutos de esa raíz. Así como mis dedosestán unidos a la palma de la mano,los pecados exteriores están unidos alcentro, que es el «yo».

¿Por qué tenemos mal humor y riva-lidades? Porque alguien hirió nues-tro «yo». ¿Por qué mentimos? Por-que con eso podemos defender nues-tro «yo». ¿Por qué somos deshones-tos? Porque pensamos que eso traeráventajas a nuestro «yo». ¿Por quésomos impuros? Porque pensamos queasí daremos placer a nuestro «yo».¿Por qué sentimos envidia? Porquepensamos que alguien se está sobre-poniendo a nuestro «yo».

Todos estos pecados son frutos del «yo»insumiso.

Llegamos ahora al clímax del asun-to: ¿Tenemos que entregar nuestro«yo» a Jesucristo o no?

Un hombre se acercó a mí y me dijo:«¿Usted no me recuerda?». Siempretuve dificultades para reconocer a al-guien, porque veo a muchas perso-nas en muchos lugares diferentes. Sinembargo, había algo que me hacíarecordar a aquel hombre. Pero él seme adelantó, diciendo: «Soy el hom-bre que le buscó en un hotel deOklahoma». Entonces me acordé decuando él entró en mi cuarto y medijo: «Estoy buscando la vida cristia-na, pero es un infierno. Veinte vecesal día mi «yo» dice que desista detodo». Le repliqué entonces: «Es por

eso que usted enfrenta el infierno.Necesita quitar ese «yo» de sus pro-pias manos y ponerlo en las manos deCristo. Oramos juntos y entonces élse entregó a Cristo, diciendo: «Recí-beme y transfórmame», y se levantóradiante.

La entrega del «yo» a Cristo

El centro de todos los pecadoses el «yo» no sometido, pues

él se coloca en el lugar deDios, y procura organizar la

vida como si fuera Dios. Estees el pecado central y todoslos demás son frutos de esa

raíz.

Cuando lo vi por segunda vez, su es-posa vino hasta mí, diciendo: «Gra-cias por haberme devuelto el esposo».Pero yo no le devolví el esposo, él seentregó a Cristo, que lo devolvió a símismo, a la esposa y a todos.

Un pastor en Estados Unidos cuentaque estaba muy enojado porque suobispo no lo ponía en iglesias suficien-temente grandes para él. «El obispoy el gabinete me están sacrificando.Estoy colgando de la cruz». Uno desus feligreses al oírlo, le dijo: «Ustedestá colgando de la cruz, pero aún noha muerto, pues está luchando conlos resentimientos». En aquel mo-mento, aquel pastor se arrodilló y oró.Él dijo después que al levantarse eraotro hombre, sin recelo alguno. Aquelmismo año, 285 personas se convir-tieron en su congregación, la misma

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de la cual decía que no era suficiente-mente grande para él. No había nin-gún domingo sin que alguien se en-tregase.

En verdad, cuando aquel pastor de-cía que se le trataba injustamente alasignarlo a una iglesia pequeña, eraél el pequeño para esa iglesia. Nues-tro propio «yo» a nuestro servicio esmotivo de sufrimiento y dolor; peronuestro «yo» en las manos de Dios esuna posibilidad y un poder.

El hijo de Asa Candler, heredero de losmillones de su padre, se volvió un al-cohólico. Él luchaba contra el alcoholy perdía siempre. Un día cuando en-traba en su casa, oyó una voz que de-cía: «Entrégate», y esto lo golpeó.«¡Qué cosa rara! Yo he intentado en-tregar el alcohol y esta voz me dice:«Entrégate». Al encontrarse con suesposa le contó lo que le había pasado.

LEGADO

Se arrodillaron y entonces entregó, noel alcohol, sino a sí mismo. Al contaresto, dice: «Mi esposa oró como nuncaantes lo había hecho, y cuando nos le-vantamos, yo sabía que el alcohol yano sería un problema para mí».

Mientras aquel hombre estaba inten-tando dejar el alcohol nada conse-guía, pero en el momento en que en-tregó su «yo» a Cristo, lo consiguiótodo. El «yo» insumiso era su proble-m a .

Nosotros encontramos la libertad através de la sumisión. Todo el proble-ma no está alrededor de lo que somos,sino en lo que somos. Si Cristo nos con-quista, nosotros conquistamos almundo.

E. Stanley Jones (1884-1973)Teólogo y misionero metodista.

Traducido de «Jesus é Senhor», ImprensaMetodista, Sao Paulo, Brasil, 1969).

La entrega del «yo» a Cristo

Atravesado por la Palabra

El Dr. H.A. Malan, un ministro de Génova, Suiza, contó cierta vez laexperiencia que tuvo en un viaje a París, cuando un pasajero comenzóa discutir con él sobre el Evangelio. Malan respondió a todos loscomentarios del hombre con citas de las Escrituras, sin ningunainterpretación personal. Pero cada cita era ignorada o evadida por sucompañero, quien seguía argumentando, sin obtener respuesta algunaexcepto otro versículo de las Escrituras. Finalmente, él se volvió conimpaciencia, gritando: «¿No se da cuenta que no creo en su Biblia?¿Qué va a conseguir con esas citas?». La única respuesta de Malanfue otro mensaje de la Palabra de Dios: «Si no creéis que yo soy, en

vuestros pecados moriréis» (Juan 8:24).

Años después, el Dr. Malan recibió una carta con una letradesconocida. En ella estaba escrito: «Usted tomó la espada delEspíritu y me atravesó varias veces por todas partes. Intentérápidamente huir de aquella hoja y hacer que usase sus manos y no elacero celestial, pero usted simplemente me atravesó de nuevo,haciéndome sentir que yo no estaba luchando contra usted, sinocontra Dios». Al final de la carta se encontraba el nombre de sucompañero de viaje de años atrás.

«Á Maturidade»

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Ésta es la víctima de la cruz, sea lla-mada «el cuerpo del pecado», o «la car-ne», o «la mente carnal», o «el pecadoque mora en mí», o «el viejo hombre»;ella posee muchos nombres, ella notiene otro carácter sino uno, ni otracura sino una, que es la muerte. Ellaes una implacable enemiga de Dios,pues «los designios de la carne sonenemistad contra Dios» (Rom. 8:7).Ella es odiosa a Dios, quien no puedehallar placer alguno en ninguna par-te de esta naturaleza bajo maldición,por más agradable y atractiva quesea para el hombre: «los que vivensegún la carne no pueden agradar aDios» (v. 8). Ella es improductiva,incorregible, incurable. Con cultura,educada y estimada, o desfavoreciday amenazada, su naturaleza perma-nece inmutable. «Ella no se sujeta ala ley de Dios y tampoco puede» (v.7). No queda, entonces, ningún re-medio sino aquel que Dios proveyó –condenación, crucifixión, muerte conCristo.

Las Escrituras hablan de la simientede la carne, de la voluntad de la car-ne, la mente de la carne, de la sabidu-ría de la carne, de los designios de lacarne, de la confianza de la carne, dela inmundicia de la carne, de las obras

de la carne, de la militancia de la car-ne, de la glorificación de la carne.

Todos los poderes del hombre, todossus razonamientos, sus emociones ysu voluntad, están, naturalmente,bajo el poder de la carne. Lo que seaque la mente carnal pueda proyec-tar o planear –por más hermosa quesea su exhibición, y por más que loshombres puedan gloriarse en ella– notiene valor alguno a los ojos de Dios.La carne, con sus pensamientos, vo-luntades y esfuerzos es, por lo tanto,una víctima de la cruz. Nosotros ve-mos la necesidad de la liberación delas cosas que comúnmente son llama-das «pecados de la carne», pero cuánescasamente nosotros incluimos en-tre esas cosas nuestros poderes de ra-ciocinio, de pensar y planear. ¡Ah!¡Cuán frecuentemente confiamos enellos y nos desalentamos angus-tiosamente porque el Espíritu no haceprosperar lo que la carne planeó!

Existe una tentación sutil, como enel caso de Saúl, de destruir lo que noposee valor alguno y mantener vivolo mejor; en otras palabras, destruirlo grosero y perdonar las refinadasmanifestaciones del mal. Pero cuan-do nosotros proclamamos habercumplido el mandamiento del Señor,

La víctima de la cruz

«Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificadojuntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destrui-

do, a fin de que no sirvamos más al pecado» (Rom. 6:6).

LEGADO

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viene a nosotros la penetrante pre-gunta, con el mismo tremendo podercomo debe de haber venido sobre alrey desobediente: «¿Pues qué balidode ovejas y bramido de vacas es este

LEGADO

Lo que sea que la mentecarnal pueda proyectar o

planear –por más hermosaque sea su exhibición, y por

más que los hombres puedangloriarse en ella– no tiene

valor alguno a los ojos de Dios.

que yo oigo con mis oídos?» (1 Sam.15:14) .

Aquello que es totalmente destruidono puede balar ni bramar. Esto sig-nifica, entonces, nada menos que lamuerte de cada cosa condenada.Muerte a la vanidad, orgullo, codi-

cia, frialdad inmisericorde, ambi-ción, ira, impaciencia, temor y duda;todo lo que pertenece al viejo hombredebe ser despojado antes de que poda-mos revestirnos del nuevo.

¿Hemos consentido con la crucifixiónde esta víctima de la cruz?

Es a través de la crucifixión con Cris-to que el alma entra en la comunióncon su Salvador resucitado, y apren-de a vivir en Su vida. Su santifica-ción no es completa, hasta que lleguea ser «semejante a él en su muerte»(Fil. 3:10). El «viejo hombre», contodo su encadenamiento de «pasionesy malos deseos», fue crucificado en lacruz del Calvario. La carne no tieneningún derecho de estar en el poder,ni siquiera por una hora. Por dere-cho, ella está muerta – consideradamuerta por la fe, y muerta debe se-guir en todos los que son de Cristo Je-sús.

J. Gregory Mantle (1853-1925)Predicador inglés asociado a Keswick.

La víctima de la cruz

Sepultado con Cristo

Macario, un ilustre maestro egipcio del siglo IV, fue consultado porun joven sobre cuál era el significado de estar muerto y enterradocon Cristo. «Hijo», le dijo, «vaya al cementerio y cuente a su hermanocarnal ya muerto todas las calumnias que usted ha oído sobre él, yescuche su respuesta». Dubitativo ante la extrañeza de la orden, eljoven partió.

«Bien», dijo Macario a su regreso, «¿qué dijo su hermano?». «Él nodijo nada: él está muerto». «Ahora, hijo», dijo el viejo hombre, «vayay cuéntele todas las alabanzas que usted ha oído de él en toda suvida, y después, venga, y dígame su respuesta». Comenzando apercibir lo que Macario estaba buscando, el joven partió nuevamente.A su regreso, Macario le dijo: «Usted ahora sabe lo que es estarmuerto y sepultado con Cristo. La alabanza y la calumnia del mundono significan absolutamente nada para el discípulo sepultado».

Tomado de Á Maturidade

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El «yo» y la Cruz

El ídolo maligno

¡Oh qué dolor y qué muerte es parami naturaleza, transformarme, a mímismo –mi concupiscencia, mi bien-estar, mi reputación– hasta el «miSeñor, mi Salvador, mi Rey y miDios», hasta la voluntad de mi Se-ñor, la gracia de mi Señor!

Pero, ¡ay de mí! Ese ídolo, esa indó-mita criatura, YO MISMO es el ídolo-maestro, ante el cual todos nos incli-namos. ¿Qué empujó a Eva a apresu-rarse impetuosamente para comer elfruto prohibido, sino aquella horri-ble cosa que es su YO? ¿Qué llevó aaquel hermano asesino a matar aAbel sino su indomable YO? ¿Quiénindujo a aquel viejo mundo a corrom-per sus caminos? ¿Quién, sino ELLOSMISMOS y sus propios placeres? ¿Cuálfue la causa de que Salomón hayacaído en la idolatría y en la multipli-cación de esposas extrañas? ¿Cuál fuela causa sino su YO, a quien él prefe-ría agradar en vez que a Dios? ¿Cuálfue el anzuelo que cogió a David y loredujo a adulterio, sino su DESEOPROPIO? ¿Y después en el asesinato,sino su REPUTACIÓN-PROPIA y suHONRA-PROPIA? ¿Qué llevó a Pedroa negar a su Señor? ¿No fue una par-te de su YO y de su AMOR PROPIO por

auto-preservación? ¿Qué hizo a Ju-das vender a su Maestro por treintapiezas de plata, sino la idolatría delavariento YO? ¿Qué hizo a Demassalir del camino del Evangelio paraabrazar este mundo? Otra vez elAMOR PROPIO y un amor por el LU-CRO PROPIO.

Todos los hombres acusan al malignopor sus pecados, ¡mas el gran malig-no, el mal interno de todo hombre, elmal interno que reside en el seno detodo hombre es aquel ídolo que todomata, el YO! ¡Bienaventurados sonaquellos que pueden negarse a sí mis-mos, y poner a Cristo en lugar del YO!¡Oh dulce frase: «Ya no vivo yo, masvive Cristo en mí»!Samuel Rutherford, teólogo presbiteriano es-

cocés (1600-1661)

¿Qué es estar crucificado inte-riormente?

¿Qué es estar crucificado interior-mente? Es no tener ningún deseo,ningún propósito, ninguna meta,sino aquella que viene por inspira-ción divina, o recibe aprobación di-vina. Ser crucificado interiormentees cesar de amar a Mamón, para po-der amar a Dios; es no tener ningún

Diversos autores de la historia de la Iglesiahan escrito sobre las características y el lugar

que le corresponde al «yo» en la vida cristiana.He aquí algunos textos escogidos.

LEGADO

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ojo en los aplausos del mundo, ningu-na lengua para las conversacionesambiciosas e inútiles, ningún miedode la oposición del mundo. Ser cruci-ficado interiormente es ser, entre lascosas de este mundo «un peregrino yextranjero»; separado de lo que esmalo, en comunión con lo que es bue-no, mas nunca de manera idólatra;viendo a Dios en todas las cosas y to-das las cosas en Dios. Ser crucificadointeriormente es, en el lenguaje deTauler, «cesar completamente lavida del yo, abandonar igualmentelo que vemos y lo que poseemos –nues-tro poder, nuestro conocimiento ynuestros afectos– para que así, elalma, con respecto a cualquier acciónoriginada en sí misma, sea sin vida,sin acción, sin poder, y reciba su vida,su acción y su poder, de Dios solamen-te».Thomas C. Upham, teólogo del movimiento de

santidad estadounidense (1799-1872)

El reconocimiento de un hecho

Dios nada espera del yo, sino que élsea crucificado, lo que judicialmenteya sucedió. Como cristianos, nosotrosno somos llamados a morir al pecado;sino a reconocer el hecho de que yamorimos al pecado en la muerte deAquel que, en la cruz del Calvario,puso fin a la antigua creación, paraque en el poder de su resurrección élpudiese traer la nueva. Nuestro vie-jo hombre fue crucificado con Cristo,y en vista de ese hecho, nosotros nosreconocemos a nosotros mismos comomuertos al pecado y vivos para Dios.El reconocimiento no produce el he-cho; él simplemente brota del hecho.

Este es un hecho en el eterno consejode Dios. Es un hecho en la economíadivina de la redención. Es un hechoen la consumación labrada por el Hijode Dios en la cruz del Calvario. Es unhecho porque, cuando el bendito Re-dentor murió la vergonzosa muertede un esclavo y un criminal en elmaldito madero de la cruz, Dios nosdice en su Palabra santa (y toda laBiblia se centraliza en ese hecho y escomo el coro de un millón de vocesresonantes con sus alabanzas), que fuepara quitar el pecado del mundo.Cuando el pecador cree y es salvo, élno crea el hecho, él simplemente des-cansa en el hecho establecido desdela fundación del mundo cuando,como leemos en Apocalipsis, el Cor-dero de Dios fue inmolado. El Calva-rio fue la expresión visible de un he-cho ya establecido por el determina-do consejo y presciencia de Dios.

«Así también vosotros consideraosmuertos al pecado, pero vivos paraDios en Cristo Jesús, Señor nuestro»(Rom. 6:11)

F.J. Huegel (1889-1971)Predicador norteamericano y autor de la vida

más profunda.

La carne, especialista en el «Yo»

«Porque si vivís conforme a la carne,moriréis; mas si por el Espíritu hacéismorir las obras de la carne, viviréis»(Rom. 8:13).

Aunque el creyente haya emergidodel desorden y la confusión de Roma-nos 7, a través de la orden de Pablo:«consideraos muertos al pecado»,aún así permanece el hecho de que éldescubrirá muchas maneras por las

LEGADO

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cuales el ego busca satisfacción, a tra-vés de las esferas de su ser aún no ren-didas. La carne, el cuerpo, todo nues-tro complejo mortal, evidentementetodavía está presente en Romanos 8.Este capítulo representa muchas ma-neras por las cuales la mortificacióndebe ser establecida. El creyente vic-torioso tomará conciencia de las mu-chas formas del ego que aún necesi-tan ser tratadas.

Nosotros descubriremos:

*En nuestro servicio para Cristo: auto-confianza y auto-estima;*En el más leve sufrimiento: auto-sal-vación y auto-piedad;*En la menor incomprensión: auto-de-fensa y auto-reivindicación;*En nuestra posición en la vida: egoís-mo y egocentrismo;*En la menor tribulación: auto-inspec-ción y auto-acusación;

*En nuestras relaciones: auto-afirma-ción y respeto propio;*En nuestra educación: orgullo pro-pio y expresión de ideas y sentimien-tos propios;*En nuestros deseos: vida regalada yauto-satisfacción;*En nuestros éxitos: auto-admiracióny auto-congratulación;*En nuestras fallas: auto-disculpa yauto-justificación;*En nuestras realizaciones espiritua-les: justicia propia y auto-complacen-cia;*En nuestro ministerio público: auto-reflexión y gloria propia;*En la vida como un todo: amor pro-pio y egoísmo.

LA CARNE ES UNA ESPECIALISTAEN EL «YO».

Leslie E. Maxwell, ministro y autorestadounidense (1895-1984).

El «Yo» y la Cruz

La sabiduría de Blas Pascal

Blas Pascal fue uno de los cerebros más brillantes de la historia. Eraun maestro de la física y las matemáticas, y era también un hombre deDios. Fue capaz de deducir algunos teoremas de Euclides por sí mismocuando tenía trece años de edad, sin conocer aún lo que Euclideshabía hecho. Las personas lo buscaban para hablar con él sobre físicay matemáticas.

Cierta vez él cortó una ramita de un rosal, con espinas, y la puso enla parte de atrás de su camisa. Cada vez que le buscaban parapreguntarle cómo había hecho esto o aquello, o cuando empezaban aelogiarlo, él apretaba la ramita contra su espalda.

Pascal quería recordar quién era él – solo carne, solo polvo. Sugloria no estaba en ser un genio de las matemáticas, sino en haberconocido y haberse entregado a Cristo.

La más conocida de sus obras es: «Pensamientos». Uno de esospensamientos dice: «Conocer a Dios y no conocernos a nosotrosmismos, es orgullo. Conocernos a nosotros mismos y no conocer aDios, es desesperación. Pero conocer a Dios y conocernos a nosotrosmismos es verdadera humildad».

Adaptado de Visión y Vocación, de Romeu Bornelli

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La gran cantidad de maestros es lacausa de que existan tantas sectas,para las cuales pronto no habrá másnombres que ponerles. Cada iglesiase considera a sí misma como la ver-dadera, o a lo menos, como la partemás pura y verdadera de la iglesia,mientras que al mismo tiempo se per-siguen entre sí con el odio más im-placable. No se puede esperar ningúntipo de reconciliación entre ellas: tra-tan la enemistad con una enemistadirreconciliable. De la Biblia extraenforzosamente sus credos; estos son susfortalezas y baluartes detrás de loscuales se atrincheran y resisten to-dos los ataques. Yo no diría que estasconfesiones de fe –pues admitimos quelo son en la mayoría de las veces– sonnocivas en sí mismas. Sin embargo,se convierten en algo muy nocivocuando alimentan el fuego de la ene-mistad; solo después de hacerlas to-talmente a un lado sería posible dar-nos a la tarea de sanar las heridas dela iglesia […]

A este laberinto de sectas y confesio-nes diversas se une otro mal, el amorpor la disputa. ¿Qué se logra con esto?¿Acaso alguna vez se ha resuelto unconflicto erudito? Nunca. Más bien sehan incrementado. Satanás es el ma-yor sofista; él nunca ha sido derrota-do en una disputa de palabras […] Enel servicio divino por lo general laspalabras de los hombres se escuchanmás que la Palabra de Dios. Cada unoparlotea a su antojo, o mata el tiem-po mediante discusiones aprendidasy al desaprobar las opiniones de losdemás […]

JOYAS DE INSPIRACION

En pocas palabras, la cristiandad seha convertido en un laberinto. La feha sido partida en miles de pedacitospequeños, y te conviertes en hereje sihay uno de ellos que no aceptas […]¿Qué se puede hacer? Solo lo úniconecesario: volverse a Cristo, recurrira Cristo como el único Líder, y andaren sus pisadas, dejando a un lado to-dos los otros caminos hasta alcanzarla meta y llegar a la unidad de la fe(Ef. 4:13). Como el Maestro celestiallo edificó todo sobre el fundamentode las Escrituras, asimismo debemosdejar todas las particularidades denuestras confesiones especiales y es-tar satisfechos con la Palabra de Diosrevelada, la cual pertenece a todosnosotros. Con la Biblia en nuestrasmanos debemos clamar: «Creo lo queDios ha revelado en este Libro. Guar-daré obedientemente sus manda-mientos. Espero lo que él ha prometi-do». ¡Cristianos, presten atención!Hay una sola Vida, mas la muertellega a nosotros en miles de formas.Hay una sola Verdad, mas el errortiene miles de formas. Hay un soloCristo, mas hay miles de anticristos[…] De modo que ya sabes, oh cris-tiandad, lo único que es necesario. Ote vuelves a Cristo o vas a la destruc-ción como el anticristo. Si eres sabiay deseas vivir, sigue al Líder de lav i d a .

En cambio ustedes cristianos, regocí-jense al ser arrebatados, […] escu-chen las palabras de su Líder celes-tial: «Venid a mí» […] Respondan alunísono, ‘Amén; sí, vamos’».

Juan Amos Comenius, teólogo,filósofo y pedagogo checo (1592-1670).

Lo único necesario

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Un profeta en la selva de cemento

¿Cómo pudo un oscuro predicador ru-ral norteamericano convertirse casien una leyenda viviente, protagonis-ta indudable de la escena evangélicamundial, admirado y criticado almismo tiempo, pero difícilmente ig-norado, a causa de sus gigantescas yosadas predicciones? ¿Cómo pudo unpredicador callejero, con escasa pre-paración académica y ninguna pre-paración profesional, levantar y sos-tener un ministerio que ha recupe-rado miles de hombres y mujeres delas drogas en todo el mundo, con lamayor eficacia conocida en institu-ciones del ramo? A pocos meses de sumuerte –aun sin tener todavía laperspectiva suficiente para evaluarcabalmente su persona y su obra–David Wilkerson puede ser conside-rado una figura emblemática de fi-nales del siglo XX, uno de los grandestestigos de la fe de la historia recientede la iglesia.

David Ray Wilkerson nació en Ham-mond, Indiana, en Estados Unidos en1931. Fue el segundo hijo de una fa-milia de creyentes pentecostales. Secrió en Barnesboro, Pennsylvania,bajo la influencia de su padre KennethAnn Wilkerson y de su abuelo JayWilkerson, ambos predicadores, en

una casa «llena de Biblias». Comen-zó a predicar a los 14 años.

Después de la escuela secundaria, es-tudió en el Central Bible Institute(1951-52) de las Asambleas de Dios,a fin de prepararse para el ministe-rio. En 1953 contrajo matrimoniocon Gwen Wilkerson, y empezó a ser-vir como pastor junto con su esposa,en pequeñas iglesias de Scottdale yPhilipsburg, Pennsylvania.

Comienzo de sus andanzas de fe

En 1958, mientras oraba tarde enla noche, llamó poderosamente suatención una ilustración que apare-cía en la revista Life, de siete adoles-centes de la ciudad de Nueva Yorkacusados del asesinato de un niño en-fermo. Más tarde escribiría que sesintió movido a compasión, y se sin-tió atraído hacia esa ciudad pocotiempo después, para ayudar y pre-dicar el evangelio a jóvenes pan-dilleros y adictos a las drogas, traba-jo que comenzó de inmediato a ha-cer y que continuó en la década delos ‘60. Así comenzó su ministerio dela calle, entre los que un escritor hallamado «desesperados, confundidos,y a menudo violentos jóvenes adic-tos».

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Semblanza de David Wilkerson, uno de los cristianosmás prominentes de los últimos cincuenta años,

polémico, vehemente –hasta rudo a veces–,pero incuestionablemente honesto y fructífero.

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Desde entonces, su ministerio se ca-racterizó por el contacto personal conla gente, y por su estilo de predica-ción franco y directo.

Ese mismo año, fundó el ministerioTeen Challenge (Desafío Juvenil) enBrooklyn, Nueva York, un programacristiano de recuperación de droga-dictos, con una red social cristiana ycentros de trabajo y evangelización,que ha llegado a jóvenes y adultos entodo el mundo. Su efecto se ha inves-tigado y se ha documentado reitera-damente, y sus resultados han mos-trado ser absolutamente asombrosos.Teen Challenge ha crecido hasta con-vertirse en el mayor, el más antiguoy más exitoso programa de recupe-ración de la droga de su clase, con másde 170 centros en los Estados Unidosy 250 en el mundo.

En una encuesta del Instituto Nacio-nal de Abuso de la Droga de EstadosUnidos, en 1975, Teen Challenge de-mostró tener un 86 por ciento o másde éxito en la recuperación de adic-tos, además de que el índice de rein-cidencia es notablemente bajo. La in-vestigación reconoció también cuálera el aspecto más distintivo del pro-grama, el que vino ser conocido como«el factor Jesús».

«La Cruz y el Puñal»

Wilkerson se ganó el reconocimien-to nacional después de que publica-ra en 1963, con la participación deJohn y Elizabeth Serrill como co-autores, el libro La Cruz y el Puñal,sobre los inicios de su ministerio enla calle. El libro se convirtió en unbest-seller, con más de 15 millones

de copias publicadas en más de trein-ta idiomas, y ha sido consideradoentre los cien libros cristianos másimportantes del siglo XX. La revista«Christianity Today» lo incluyó en-tre los 50 mejores libros que han for-mado a los evangélicos.

En «La Cruz y el Puñal», Wilkersonrelata, entre otras cosas, la conver-sión del pandillero Nicky Cruz, quienmás tarde se convirtió en un evange-lista y escribió el libro Run Baby Run(«Corre, Nicky, Corre») de corteautobiográfico, que está siendo lleva-do al cine en 2011.

En 1970, La Cruz y el Puñal se con-virtió en una película de Hollywoodprotagonizada por Pat Boone comoDavid Wilkerson y Erik Estradacomo Nicky Cruz, que ha registradounos 50 millones de espectadores. Lafilmación de esta película estuvo su-pervisada personalmente por Wil-kerson, quien además escogió a PatBoone para su papel solo después deun largo tiempo de oración y entre-vistas personales. Él exigió y esperóa que Boone viviera ciertas experien-cias espirituales que considerabaesenciales para poder representarbien su rol.

Para muchos, el libro La Cruz y el Pu-ñal cambió la faz de la evangelizaciónen el mundo occidental, e inspiró yalentó a los cristianos de todo el mun-do a dar un paso de fe. También mar-có el comienzo del movimientocarismático actual, tanto entre cató-licos como entre protestantes, quie-nes comenzaron a interesarse por eltema de «las lenguas».

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A través de este ministerio, fue fun-dado el CURE Corps (Esfuerzo Cole-giado de Renovación Urbana) –unaespecie de versión cristiana del Cuer-po de Paz y Voluntarios al servicio deAmérica (VISTA, por su nombre eninglés)–, en un esfuerzo por aprove-char el entusiasmo y consagración demuchos jóvenes cristianos que que-rían dar a sus vidas un sentidocristocéntrico.

Expansión del ministerio

En 1971, el ministerio de Wilkerson,en constante expansión, trasladó susede central a la ciudad de Lindale,Texas, donde fundó World Challenge(Desafío Mundial). Al alero de esteministerio se organizan cruzadas yconferencias; se publican y distribu-yen libros y tratados; se producen

videos, se promueve la evangeliza-ción en las calles, se establecen pro-gramas de alimentación y rehabili-tación para drogadictos y alcohólicos,y otras iniciativas de caridad, en unesfuerzo gigantesco de ayuda espiri-tual y material a los necesitados entodo el mundo. Su excelente trabajohumanitario fue citado públicamen-te como ejemplo por el PresidenteGeorge Bush.

Hasta el momento de su muerte,Wilkerson estuvo al frente de WorldChallenge, que contaba con una listade correo de cientos de miles de perso-nas que recibían periódicamente co-pias de sus sermones y actualizacio-nes del ministerio.

Su ministerio profético

En abril de 1973, Wilkerson publicóLa Visión, un libro de profecías quepuso a su autor en el ojo del huracán.En él anuncia numerosos hechosproféticos relativos a Estados Unidos,Latinoamérica y el mundo.

Algunas de las predicciones que plan-tea en el libro son: una recesiónmundial provocada por una confu-sión económica; la implantación deun sistema monetario unificadomundial; un alarmante comporta-miento de la naturaleza con cambiosde tiempo y terremotos violentos(que alcanzarán fuertemente a Es-tados Unidos y Japón); una inunda-ción de inmundicia, ocultismo, ho-mosexualidad, aun en los ambien-tes eclesiásticos; una rebelión gene-ralizada de los jóvenes; una locurade persecución contra los cristianos;el surgimiento de una súper iglesia

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El libro se convirtió en unbest-seller, con más de 15

millones de copias publicadasen más de treinta idiomas, yha sido considerado entre los

cien libros cristianos másimportantes del siglo XX.

En 1967, Wilkerson comenzó su tra-bajo con Youth Crusades (CruzadasJuveniles), un ministerio de evange-lización dirigido a los adolescentes, alos que llamó «goodniks» –niños declase media inquietos y aburridos–,para evitar que sean seducidos poruna vida de esclavitud a las drogas,el alcohol, la violencia o la anarquía.

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ecuménica mundial; un despertarespiritual detrás de las cortinas dehierro y de bambú, etc.

Desde la publicación de «La Visión»,Wilkerson siguió produciendo librosproféticos, con predicciones más es-pecíficas de desastres económicos, es-casez de alimentos, aumento de la de-lincuencia, y en última instancia, dela caída de la grandeza de los EstadosUnidos. A fines de los ‘90, con la pu-blicación del libro God’s Plan to ProtectHis People in the Coming Depression(El plan de Dios para proteger a supueblo ante la llegada de la depre-sión), instó al pueblo cristiano a al-macenar alimentos, agua y medici-nas por inminentes desastres.

Sus últimas expresiones apuntaronal estado lamentable de la Iglesia, enparticular, de los países occidentales.Fue especialmente crítico con el mo-vimiento de la prosperidad («la ma-yor aberración del Evangelio en todasu historia»), en el que identificamuchos errores doctrinales, algunosde gravedad suficiente para colocarsus seguidores en una posición muyseria con Dios. También atacó fuer-temente a aquellos que «no hablande la cruz ni de la santidad; del peca-do ni del juicio». Pero, en contrapar-te, predijo que la Iglesia en Asia yÁfrica experimentaría una gran pros-peridad, aunque bajo condiciones se-veras, si no terribles.

«Times Square Church»

David Wilkerson enfrentó permanen-temente críticas desde muchos secto-res. Pero no solo por sus expresionesproféticas, sino que, en general, por

su carácter algo excéntrico –sin de-jar de ser respetado por la comuni-dad cristiana en general–, probable-mente debido a su serio y firme enfo-que ministerial, y por atreverse aentrar en el ghetto y los barrios mar-ginales de Nueva York para ayudara las pandillas y drogadictos.

No solo se sumergió en las calles máspeligrosas de la ciudad para ayudara los marginados, sino que más tardehabría de establecer una iglesia allí.Después de haber estado radicado porvarios años en Texas, en 1986 volvióa la «encrucijada del mundo». Mien-tras caminaba por la calle 42 en Nue-va York una medianoche, durante superíodo de oración, el corazón deWilkerson se rompió una vez más, ysintió que el Espíritu Santo lo llama-ba a volver a esa ciudad y levantarun ministerio en Times Square. «Túvas a hacer algo. Comienza una igle-sia. Ya conoces la ciudad y te encan-ta». En ese momento, la Iglesia de Ti-mes Square, una iglesia no denomi-nacional, nació en su corazón. Estefue su segundo movimiento haciaNueva York, veintiocho años despuésdel primero.

En esa época, Times Square era malvista por ser una zona frecuentadapor prostitutas, fugitivos, adictos alas drogas, indigentes y estafadores,junto con shows en vivo y salas decine para adultos.

Con la colaboración de su hermanoDon y Robert Philips, la iglesia abriósus puertas en octubre de 1987, enun principio en salas alquiladas(Town Hall y el Teatro Nederlander)

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y, finalmente, en el histórico Teatrode Mark Hellinger, desde 1989. Hoyen día, la iglesia de Times Square –una congregación-centro de misio-nes– es una de las más numerosas deNueva York, un verdadero micro-cos-mos de la ciudad con cerca de 8.000personas que representan a más de100 nacionalidades adorando juntosbajo un mismo techo.

El último énfasis de suministerio

El postrer énfasis en el ministerio deDavid Wilkerson fue el trabajo conlos pastores. En efecto, desde la déca-da de 1990, se sintió guiado por elEspíritu Santo para animar a los pas-tores y sus cónyuges en todo el mun-do a renovar su pasión por Cristo.«He sido un evangelista por 50 años–declaró–, pero yo no quería predi-car a los pastores hasta que tuvierael pelo gris, hasta que hubiese pasto-reado verdaderamente. Ahora, des-pués de 15 años de pastorado, com-partiendo los dolores y las dificulta-des del ministerio, sentí que el Señorfinalmente me liberaba, ya que po-dría tener algo que decir». Desdeentonces, cada año dedicó tiempopara viajar por todo el mundo paracelebrar conferencias. En septiem-bre de 2005, él y su hijo Gary estu-vieron dos días ministrando en San-tiago de Chile, para pastores y susesposas.1

El sitio web del ministerio fue creadoen 1998 (www.tscpulpitseries. org),tiene versiones en 43 idiomas. El mi-nisterio publica un boletín de noti-cias sin fines de lucro que cuenta conmás de 850.000 suscriptores men-suales. Su blog, davidwilkersontoday.blogspot.com, con versiones en 16 idio-mas –entre ellos el español–, publicameditaciones periódicas desde 2008.

Wilkerson y su esposa Gwen se tras-ladaron a Nueva York en los iniciosde la Iglesia Times Square en 1987, yen 2006 comenzaron a dividir sutiempo entre Nueva York y Texas.Tuvieron cuatro hijos y once nietos.

La partida

El 27 de abril de 2011, mientras con-ducía hacia el este por la ruta 175 enTexas, en compañía de su esposa,Wilkerson cruzó hacia el carril con-trario, y colisionó frontalmente conun camión con remolque, en las afue-ras de Cuney, cerca de 95 kilómetrosal suroeste de Dallas. Según los infor-mes, no llevaba puesto el cinturón deseguridad, y fue declarado muerto enel lugar. Su esposa Gwen, que sí lle-vaba puesto su cinturón, solo resultócon heridas leves. Wilkerson tenía 79años de edad.

«El Señor ha tomado a nuestro ama-do hermano, David Wilkerson, enaquel terrible accidente de auto enTexas» – ha dicho Lance Lambert ensu último Middle East Update. «ElSeñor lo llevó instantáneamente a supresencia. La última voz amones-tadora de los Estados Unidos ha en-mudecido. Aunque las cosas que éldijo ocurran o estén por ocurrir, él

1 Los cuatro mensajes de esa Conferencia fue-ron publicados por Aguas Vivas, en los núme-ros 36 al 39 (correspondientes al período oc-tubre de 2005 a junio del 2006), y están dispo-nibles en nuestro website.

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era un siervo de Dios que se levantóen medio de mucha crítica y algo deantagonismo, para advertir a los Es-tados Unidos de que el juicio estabaviniendo sobre la tierra».

El 14 de mayo se realizó un servicioen memoria de David Wilkerson di-rigido por su hijo Gary, el pastorCarter Conlon y su hermano Don, enTimes Square, que se transmitió envivo a distintas partes de Nueva Yorky Estados Unidos, así como porinternet online, recibiendo la visitade más de un millón de personas.

En el último posteo de su blog,Wilkerson escribió lo siguiente:«Aquellos que atraviesan el valle desombra de muerte, escuchen esta pa-labra: El llanto durará por algunasnoches oscuras y horribles, y en esaoscuridad usted de pronto escucharáel susurro del Padre decir: «Yo estoycon vosotros». No te puedo decir porqué en este momento, pero un día todotendrá sentido. Verás que todo eraparte de mi plan. No fue un acciden-te».

Tributo al padre espiritual

El converso más notable de DavidWilkerson fue Nicky Cruz quien, a suvez, es un predicador internacionalentre los marginados.

Nicky Cruz recuerda al «predicadorflaco», con el cual él se encontró enlas calles de Nueva York en los años50 – donde aun la policía temía en-trar. Incluso la mayoría de las pan-dillas no se atrevían a ir allí y en-contrarse con gente como Nicky, queen ese entonces lideraba a los temi-

dos Mau Mau de Brooklyn. Él recuer-da al pastor vigoroso, un «francoti-rador» que «nunca bailó alrededorde cualquier cosa. Él era muy recto,de quien siempre tú dirías: ‘Oh, él esduro’».

Para Nicky, Wilkerson era un amigocercano y un padre espiritual. «Siem-pre cuando lo veía y lo abrazaba, ledecía: ‘Te amo’. Igual en el teléfono:‘Te amo, David’ –declara Cruz en unaentrevista– él no era muy expresi-vo, pero siempre que estábamos so-los, él me decía: ‘Te amo, hijo’».

La última vez que Nicky lo vio, hacealgunas semanas, hablaron por treshoras. Cruz le habló acerca de Mil Pe-dazos, una película sobre su vida quese estaba rodando, incluyendo el en-cuentro con Wilkerson que lo condu-jo a su conversión. El nombre de lapelícula fue tomado de las palabrasque le dijo a Nicky después de queéste amenazara con matarlo: «Tú po-drías cortarme en mil pedazos y ti-rarlos a la calle, y cada pedazo teamaría».

«Nueva York en ese tiempo fue bom-bardeada por las pandillas, y noso-tros éramos los líderes supremos delas bandas», recuerda Nicky. «Inclu-so Frankenstein y Drácula tendríanmiedo de caminar en esos barrios. ¡Yél era un escuálido predicador veni-do de ninguna parte! No hay mane-ra de que un tipo de individuo comoese pudiera ser tan fuerte como parapermanecer en pie allí solo».

«Él podía recibir una bala, podía serasesinado, pero él estaba allí porqueera obediente a Jesús. Jesús lo envió

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allí para llevar el mensaje a las pan-dillas. Casi lo maté entonces, porquerealmente yo estaba totalmente lle-no de odio. Entonces fue cuando él medijo que Jesús me amaba».

Más tarde, cuando ya podían ellos ha-blar como dos colegas de ministerio,Wilkerson le dijo: ‘¿Sabes, Nicky?, es-tar en el ministerio no es fácil, siendo

so que él era muy precioso», dice. «Delo profundo de mi corazón… siento suausencia».

Legado

Robert Crosby, en un artículo publi-cado en «Christianity Today» pocodespués de la muerte de Wilkerson,se pregunta acerca de la influenciade su vida y ministerio: «¿Cómo unpastor pentecostal de una ciudad pe-queña, pudo «formar a evangélicos»y al mundo?». Y reconoce tres facto-res que según él son, a la vez, su le-gado, y que transcribimos a conti-nuación:

Servir a la humanidad llenos del Espí-ritu. Wilkerson nos recordó –escribeCrosby– que el «revestimiento de po-der del Espíritu» tiene como fin ser-vir con valentía y compasión a lagente desesperada, no simplementebuscar una experiencia religiosaemocional autogratificante. Muchoantes que la «acción social» o el «ser-vicio compasivo» fuesen palabras enboga en la iglesia, Wilkerson lo asu-mía, no por el interés de hacer algo«relevante» sino a partir de un sen-tido puro del llamado divino. El énfa-sis renovado de hoy en el ministeriocompasivo entre pentecostales yevangélicos debe mucho a su ejem-plo.

Una renovada reverencia por Dios. Lasantidad puede parecer un términoanticuado para nuestros estándares,pero no para Dios. Eso es lo que diríaWilkerson una y otra vez. Los segui-dores de Cristo todavía son llamadosa ser santos así como Dios es santo(1ª Ped. 1:16). Teen Challenge nos

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Mucho antes que la «acciónsocial» o el «servicio

compasivo» fuesen palabrasen boga en la iglesia,

Wilkerson lo asumía, no por elinterés de hacer algo

«relevante» sino a partir deun sentido puro del llamado

divino.

un pastor, a veces me desaliento. Y aveces, cuando estoy desalentado,pienso en ti, en ese primer encuentroque tuve contigo, y eso levanta miespíritu, y comienzo a olvidarme detoda dificultad’».

«David me recordaba a Jesús», diceNicky. «Dos cosas preciosas me fasci-nan sobre Cristo: Que él tenía ojosatentos, y que siempre estaba allí per-cibiendo las necesidades de la gente.Dave tenía el corazón compasivocomo Jesús».

Recordándolo, Nicky evoca el Salmo116:15: «Estimada es a los ojos delSeñor la muerte de sus santos». «Pien-

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ayuda a considerar la conexión en-tre la santidad bíblica y la integri-dad personal. La salud adquirió nue-va significación a través de este lí-der cristiano – sanidad de la mentey del alma.

Wilkerson ha sido conocido por déca-das por su inflexible estilo de predi-cación y llamado a la santidad. Mien-tras que algunos han sentido su men-saje a menudo profético en su hon-radez emocional y ética bíblica, otroslo han calificado como irrelevante,anacrónico o pasado de moda. Wil-kerson predicó constante y firme-mente contra el pecado, posiblemen-te porque él conoció de primera fuen-te lo que el pecado podía causar enuna vida. Los rostros incontables devidas desamparadas y los gritos delos adictos endurecidos quizás des-pertaron una ira dentro de su alma,ira contra el pecado y contra el ene-migo de nuestras almas, que sonabaen su predicación como un clamorconmovedor.

Reconocer las señales de los tiempos.Wilkerson vio y creyó constantemen-te que el juicio de Dios es inevitable yque los cristianos deben ser persuadi-dos a arrepentirse y a orar. Cuando

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él era tildado por otros de profeta, ci-taba a menudo a Amós: «No soy pro-feta, ni soy hijo de profeta». Sus escri-tos proféticos, sin embargo, marcanla diferencia…

Mientras reflexionaba hoy sobre suvida, di una lectura fresca a La Vi-sión. Al hacerlo, es claro que muchode lo que él predijo en aquel momen-to se ha vuelto real (algunos inclusoen los dos últimos años)… Como su-cede con la mayoría de los predica-dores apasionados, es necesario dis-cernir entre la visión divina y laopinión personal, entre el trigo y lapaja. Sin embargo, nunca sus pro-nósticos me parecieron insinceros oautocomplacientes. Al contrario,han venido constantemente máscomo advertencias que como esfuer-zos sensacionalistas. Y, honestamen-te, lo que me preocupa en este puntono es lo que predijo Wilkerson en susescritos, sino más bien aquellas pre-dicciones suyas que aún no se hancumplido.

Wilkerson trajo advertencias y la es-peranza de Cristo no solo a los droga-dictos, sino también a la iglesia. Élnos rogaba leer «las señales de los tiem-pos».

Muy simple

Un día, caminando por el recinto universitario, un profesor delseminario se encontró con un guardia que estaba leyendo la Bibliadurante la hora del almuerzo.

El profesor le preguntó qué estaba leyendo. «El Apocalipsis», dijoel guardia. «Estoy seguro de que usted no entiende el significado deeste libro», dijo el profesor de manera condescendiente. «De hecho,sí lo entiendo», respondió el guardia. «Significa que Jesús gana».

JS, en Nuestro Pan Diario, 2008 (adaptado)

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Testimonios de David Wilkerson

Conversión

«Dios me llamó para que trabajarapara él cuando tenía once años. Eseverano fui a un campamento juve-nil con una beca de trabajo, ya quemis padres no podían pagarme lamatrícula. Lo pasé muy mal. Los otrosmuchachos me decían «el flaco» o «elhijo del predicador», y se burlabande mis lentes gruesos.

Cuando escogían a los que iban a for-mar parte de un equipo para un jue-go determinado, nadie quería al fla-co. Recuerdo una vez que quedamosseis sin escoger para ninguno de losdos equipos para un partido debásquetbol. Bud Impesivo, excelenteatleta pero que también me parecíaen esa época el peor abusador delmundo, gritó: «¡Tomaremos a estoscinco si se quedan con el flaco!».

Así fue todo el tiempo en ese campa-mento. Había ido con la esperanza dedisfrutar de un cambio en relacióncon la escuela, donde había estadosacando malas notas en clase y pa-sando momentos difíciles fuera deella, pero resultó todavía peor en elcampamento. Me preguntaba porqué había venido.

Lo descubrí la última noche. Se cele-braba un culto especial y de repentepareció como que el predicador meestuviera hablando solo a mí.

«No importa quién eres», decía, «Dioste quiere. No importa si eres grandeo no, qué edad tienes. No importacuán flaco seas y si sacas malas notasen la escuela».

Esto me impactó. Seguí escuchandocon toda atención, mientras prose-guía: «Lo que Dios quiere de ti es uncorazón dispuesto. Quiere oírte decir:«Heme aquí, utilízame!».

Cuando el orador invitó a los jóvenesque acampaban allí a que pasaran alfrente para entregar sus vidas a Cris-to, recorrí apresurado el pasillo parair a arrodillarme y levantando lasmanos por encima de la cabeza lomás alto que pude, exclamé con to-das mis fuerzas: «Jesús, no soy nada,pero quiero que me utilices. Toma loque tengo. Es todo tuyo».

Esa noche comenzó a arder en mialma el fuego de Dios y supe que nun-ca más volvería a ser el mismo. Des-pués de esto, muchas veces, cuandootros muchachos jugaban, yo oraba.Mientras otros veían películas o leían

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Una selección de testimoniosautobiográficos de David Wilkerson.

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historietas, yo buscaba a Dios o leíala Biblia. Había aprendido que mivida tenía un propósito y una misión,y nunca he perdido esto de vista».

«Ministerio en el infierno», 1968.

Predicador callejero

Cuando era pastor en Pennsylvaniapredicaba hermosos sermones sobreel testificar. Hacía todo lo posible paraque mi congregación fuera una igle-sia evangelística, salvo testificar yomismo. Entonces, un día, Dios mesacó del templo a las calles.

Todos los miércoles y sábados me in-troducía en los restaurantes, salonesde billar y boleras de Phillisburg, pes-cando almas. Cada cierto tiempo pes-caba una. Me emocionaba tanto conlo que empezaba a ocurrir, que contémis experiencias en mis sermones.

Poco después, mi esposa comenzó a re-cibir llamadas telefónicas de variosjóvenes de la iglesia: «¿Dónde está elpastor Wilkerson esta noche?», pre-guntaban. «¿En la calle Tres? Gra-cias. Hasta luego». Y muy pronto uncreciente número de adolescentes meacompañaba mientras le hablaba deJesús a gente que tenía hambre deoír de Dios. Sin ningún programa,salvo la dirección del Espíritu, tenía-mos con nosotros una genuina cruza-da para Cristo.

«¡Hombre, sí que tengo problemas!», 1969.

El comienzo de La Cruz y el Puñal

Toda esta extraña aventura comen-zó tarde una noche mientras sentadoen mi despacho leía la revista Life, yvolví una página.

A primera vista, no parecía que hu-biera nada en la página que me inte-resara. Figuraba un dibujo a tinta deun proceso que se realizaba en la ciu-dad de Nueva York, a unos 560 kiló-metros de distancia. No había estadojamás en Nueva York, ni había de-seado ir allí nunca, excepto quizápara ver la estatua de la Libertad.

Comencé a dar vuelta la hoja. Pero alhacerlo, mi atención se concentró enla mirada de uno de los personajes deldibujo. Era un muchacho. Uno de lossiete muchachos procesados por ase-sinato. El artista había captado unamirada tal de estupor, de odio y des-esperación en su rostro, que abrí larevista cuán ancha era para obser-var con más detenimiento. Y al ha-cerlo solté el llanto. «¿Qué me pasa?»me dije en voz alta enjugándome im-pacientemente una lágrima. Luegomiré con más atención el dibujo. Losmuchachos eran todos jovencitos.Eran miembros de una pandilla lla-mada los Dragones. A los dibujos delos muchachos les seguía la historiade cómo habían ido al parque High-bridge en la ciudad de Nueva York,donde habían atacado brutalmentey muerto a Michael Farmer, un jo-ven de quince años de edad que su-fría de polio. Armados de cuchillos,los siete muchachos habían asestadoa la víctima siete puñaladas en la es-palda, para luego golpearlo en la ca-beza con cinturones de cuero reforza-dos. Y se fueron limpiándose las ma-nos ensangrentadas en el pelo, dicien-do: «Le dimos una buena paliza.» Lahistoria me dio asco. Me revolvió elestómago. En nuestro pueblecito ubi-cado en las montañas, tales cosas eran

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misericordiosamente increíbles. Espor eso que quedé pasmado ante elpensamiento que nació de repente enmi cerebro, un pensamiento madu-ro, como si procediera de alguna otraparte.

Ve a la ciudad de Nueva York y ayudaa esos muchachos.

Lancé una ruidosa carcajada. «¿Yo?¿Ir a Nueva York? ¿Un predicadorrural meterse en una situación quedesconoce por completo?»

Ve a la ciudad de Nueva York y ayudaa esos muchachos. El pensamiento es-taba aún allí, vívido como siempre yal parecer del todo independiente demis propios sentimientos e ideas.

«Seré un necio si voy. No sé nada demuchachos como ésos. Y no quierotampoco saber nada de ellos». Perono había nada que hacer. La idea nose borraba de mi mente: tenía que ira Nueva York y además era impres-cindible que lo hiciera de inmediato,mientras se ventilaba el proceso.

La noche siguiente era miércoles, no-che de culto de oración en la iglesia.Decidí informar a todos respecto demi experimento de oración de las docea las dos de la mañana y acerca de laextraña sugerencia que había resul-tado de ese experimento de oración.La noche era fría. Era a mediados delinvierno y había comenzado a nevar.No muchas vinieron esa noche a laiglesia. Los agricultores, según creo,temían ser sorprendidos por una tor-menta de nieve en el pueblo. Hastalas gentes del pueblo que asistían alculto llegaron tarde y ocuparon losúltimos asientos de la iglesia, que es

siempre una mala señal para el pre-dicador. Significaba que tendría unacongregación «fría» a la cual dirigirla palabra.

No intenté siquiera predicar un ser-món esa noche. Cuando me puse depie tras el púlpito pedí que todos pa-saran a sentarse en las primeras ban-cas, «porque tengo algo que quieroenseñarles,» les dije. Abrí la revistaLije y se la enseñé.

«Miren bien la cara de esos mucha-chos», les dije, y luego les narré cómoel llanto había acudido a mis ojos ycómo había recibido instruccionesclaras de ir yo mismo a Nueva Yorky procurar ayudar a esos muchachos.Mis feligreses me miraban impasi-bles. No me daba a entender y medaba cuenta del porqué. El instintonatural de cualquiera sería de aver-sión hacia esos jóvenes, y no de sim-patía. Ni aún yo podía entender mipropia reacción.

Luego ocurrió algo maravilloso. Le in-formé a la congregación que queríair a Nueva York pero no tenía dinero.A pesar de que había tan pocas perso-nas presentes esa noche, y de que noentendían lo que yo trataba de ha-cer, mis feligreses se pusieron de pieen silencio, avanzaron hacia el fren-te de la iglesia, y uno por uno coloca-ron su ofrenda sobre la mesa de lacomunión.

La ofrenda alcanzó a setenta y cincodólares, más o menos, lo suficientepara un viaje de ida y vuelta en au-tomóvil a Nueva York.

La Cruz y el Puñal, 1963.

Testimonios de David Wilkerson

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La vida renovada

Cito de mi diario, 24 de agosto de1965: «Luego de siete años de servi-cio a mi Señor, todavía no puedo com-prender por completo el acto de lacrucifixión y la vida renovada quesigue a la resurrección. Debo llegar asaber qué significa morir; que nuncase vuelva a saber de uno».

Ahora, permítame decirle cómo mellegó la muerte, qué me mostró Dioshoras antes del momento de morir.

Estaba caminando dentro de mi es-tudio e invocando a Dios: «Oh, Señor,crucifícame, crucifícame. Permíte-me morir. Permíteme vivir la vidacrucificada». Mentalmente me esta-ba dirigiendo despacio hacia el Cal-vario, tratando de volver a captar yrevivir esos últimos momentos conCristo en el Calvario. Trataba de ima-ginarme el sufrimiento, la vergüen-za, el dolor que él había soportado pormí. Intentaba atrapar las miradas dequienes estaban de pie, mofándose.Luchaba por verlos clavar a Jesús ensu cruz y luego elevarlo sobre la coli-na. Esperaba oír el sonido del truenoy ver los relámpagos que significa-ban que los cielos estaban observan-do la escena. Pero no hubo ningúntrueno. En cambio, en forma clara yfuerte, resonando sobre las colinas,provino el grito del Salvador: «Con-sumado es».

De repente, me encontré gritando envoz alta: «Consumado es». Su muer-te es mi muerte. Yo estoy muerto conCristo. Todo ha terminado». En esemomento todo estuvo claro, y la luzcomenzó a brillar en mi alma.

La crucifixión es un acto, no una for-ma de vida. Gracias a Él, las siguien-tes verdades que nunca había llega-do a comprender del todo, comenza-ron a convertirse en reales. Nuestracrucifixión finaliza cuando nosotros,con Cristo en nuestra cruz, podemosgritarle al mundo entero: «Consuma-do es». Debemos reconocer de una vezpor todas que Jesús completó la obra,que no es nuestra, sino de él.

No estoy enojado con Dios, 1967.

Ministrando en Europa

Una de las experiencias más irritan-tes de toda mi vida la tuve en Finlan-dia, en una iglesia repleta de jóvenesinquietos. La liturgia formal no lesinteresaba. Me encontraba sentadoen el presbiterio, de ornamentaciónrecargada, y mientras se interpreta-ba un majestuoso coral en el gran-dioso órgano, vi la luz oscilante deunos fósforos: dos jóvenes barbudos yuna muchacha de minifalda estabanencendiendo cigarrillos. Durante unhimno muy largo capté el intercam-bio de miradas entre una muchachavestida de forma extravagante y sucompañero de pelo largo que se en-contraban en la segunda banca. Susmiradas eran más elocuentes que laspalabras: «Todos estos lamentos sondemasiado; ¡larguémonos!»

Eso colmó mi copa. Le hice llegar elsiguiente mensaje al pastor: «Si endos minutos no me cede el púlpito,¡me voy!».

La dureza de mis palabras debe de ha-ber sacudido al buen ministro hastalas entrañas, porque en una formamuy elegante dio por concluido el

ESPIGANDO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

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himno y me invitó a que tomara elpúlpito. Lo que dije probablemente lechocó todavía más. Pero quería con-seguir rápidamente la atención deesos jóvenes.

Esa tarde, al recorrer las calles de esagran ciudad finlandesa, había vistorevistas increíblemente explícitasexpuestas a la vista de todos. Habíahablado con decenas de confundidosadolescentes. Había orado con dos delos drogadictos más desesperados deEuropa. Y ahora, de pie en el púlpito,mirando a esa gran cantidad de jóve-nes, podía sentir con cuánta ansiamuchos de ellos buscaban la realidad.Intenté, de una manera muy senci-lla y directa, hacerles ver claramen-te que el único camino para salir dela confusión y el aburrimiento es pormedio de una entrega total a Jesu-cristo. Les hablé del poder que yo mis-mo he visto y que ha cambiado lasvidas de centenares de criminales,drogadictos y suicidas en potencia.

Antes de que hubiese acabado de ha-blar, pude sentir que ese poder esta-ba actuando en medio nuestro. Pocoa poco, en pequeños grupos, algunosde esos jóvenes comenzaron a pasaral frente del gran santuario y a arro-dillarse ante el altar. Esa noche másde doscientos se concentraron en laparte delantera para encontrarse conla realidad.

Ministerio en el infierno, 1968.

La Visión

He tenido solamente dos visiones enmi vida. La primera me vino en1958, cuando una visión de Dios mellevó de una pequeña población de

Pennsylvania a la ciudad de NuevaYork, a trabajar con las pandillas deadolescentes y con los adictos a lasdrogas.

Aquella no fue una falsa visión. Aho-ra, transcurridos los años, su reali-dad queda demostrada por los cen-tros juveniles esparcidos por todo elmundo. No solo se han convertidopandillas y adictos, sino que muchosde ellos están incluso predicando elevangelio.

Una segunda visión vino a mí esteverano (1973). Ha sido una visiónde cinco trágicas calamidades quevienen sobre la tierra. No vi lucesdeslumbradoras; no escuché vocesaudibles ni oí hablar a un ángel.Mientras yo estaba orando tarde unanoche, estas visiones de calamidadesmundiales vinieron sobre mí con unimpacto tal, que no pude hacer otracosa que seguir arrodillado, estupe-facto, y captarlo todo.

Al principio yo no quería creer lo quehabía visto y oído. El mensaje de lavisión era demasiado amedrentador,demasiado apocalíptico, demasiadoaflictivo para mi mente materialis-ta. Pero la visión volvió a mí nochetras noche. No podía librarme de ella.En lo profundo de mi corazón yo es-toy convencido de que esta visión pro-cede de Dios, que es verdadera, y quellegará a verificarse (…) Partes deesta visión vendrán a ocurrir en unfuturo muy próximo. Algunos de loseventos son más remotos. ¡Pero estoyseguro de que todos los eventos que semencionan, habrán de acontecer eesta generación!».

La Visión, 1974.

Testimonios de David Wilkerson

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Palabra clave: Aniquilación Versículo clave: 1:8-9

Esta es la sentencia contra Nínive. La advertencia de Jonás, tal vez un sigloantes, condujo al pueblo al arrepentimiento; sin embargo, la sentencia, apesar de retrasarse, no podía ser revocada. Dios ya no perdonaría. La ame-naza de destrucción se convierte ahora en una amenaza de completa aniqui-lación. La ruina de la capital es retratada utilizando imágenes sin paralelo.

En lo que se refiere a la persona y elperiodo de Nahúm, él parece haberprofetizado en Palestina aproxima-damente entre 712 a.C. y 685 a.C.,en la última parte del reino deEzequías.

Él describe el ejército sirio de Sena-querib de forma vívida y gráfica.

ESTUDIO BIBLICO Claves para el estudio de la Palabra

Nahum

La última tentativa de éste de aplas-tar a los judíos, en el año decimo-cuarto de Ezequías, resultó en unaderrota desastrosa.

Cincuenta a cien años después deesta predicción (625 a.C.), las fuer-zas de Ciáxares y Nabopolasar des-truyeron Nínive y Asiria.

A.T. Pierson

Orando juntos

El conflicto religioso que azotó a Irlanda del Norte durante lasúltimas décadas del siglo XX, entre protestantes y católicos, tuvosus primeros destellos de paz cuando grupos carismáticos, de ca-rácter interdenominacional, empezaron a orar juntos.

Cierta vez tres muchachas protestantes entraron en un barrio ca-tólico de Belfast, para participar de una de esas reuniones de ora-ción.

¿Es que ustedes no se dan cuenta que podrían haber sido muer-tas?, les preguntaron algunos católicos. «Nosotras estudiamos esaposibilidad cuidadosamente», respondieron ellas. «Pero estamos pre-paradas para perder la vida a favor de ustedes».

Las jóvenes podrían haber dejado que su corazón se contagiara porla amargura y desconfianza que las rodeaban. Podrían haber cedidoal miedo y a la incertidumbre, pero prefirieron dejar que Dios llenasesus corazones con las emociones que se hallaban en el de él – latristeza de la separación causada por el odio y la amargura, y el amorpor aquellos que no eran de la misma facción, pero que, sin embargo,eran hijos de Dios. Y cuando aquellas jóvenes exteriorizaron talessentimientos, contagiaron a los demás. Los católicos abrieron elcorazón para abrigar el mismo sentimiento. Las murallas del prejui-cio comenzaron a caer.

Adaptado de A Mente Renovada, de Larry Christenson

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Símbolos y tipos en la vida de Jacob

Símbolos en la vida de Jacob

Jacob tiene mucho que decirnos, másque ningún otro de los antiguos pa-triarcas. Está más cerca de nuestravida, en nuestras flaquezas e imper-fecciones humanas, indignidad e in-utilidad humana, sufrimiento, prue-bas y disciplina humana, y en la gra-cia de Dios, que quedó engrandecidapor todas esas insuficiencias.

El nacimiento de Jacob

El primer símbolo que vemos en lavida de Jacob es su nacimiento. Te-nemos aquí una figura de su futuro.Podría parecernos que había en él, yaen la misma matriz de su madre, algode su espíritu innato: el comienzo deaquella fe que luego se desarrolló tanpoderosamente. Por ello Oseas dice:«En el seno materno tomó por el cal-cañar a su hermano», como si en al-guna forma tuviera en él algo de loque luego le impulsó a reclamar laspoderosas promesas de Dios.

Su derecho de primogenitura

El derecho de primogenitura, para losantiguos patriarcas, parece llevarimplicado no solo el ser cabeza de latribu, sino también privilegios espi-rituales del pacto divino. Indudable-

mente, su madre le había hablado delas esperanzas enlazadas con su naci-miento y de las promesas que lo ha-bían anunciado, y mirando a las eda-des venideras, es posible que hubieravisto la venida del Salvador, y, uni-da a ella, la esperanza de su futuroeterno. Fue esto lo que le hizo obrarreclamando el derecho y que, a pesarde todo lo bajo y egoísta en la formaen que lo obtuvo, es un acto digno deelogio. Si hubiera reclamado esto porlos derechos que le correspondían,según las promesas dadas antes de quenaciera, habría sido un acto del tipomás elevado. Es el mismo acto querealizamos cuando evaluamos y re-clamamos la oferta de nuestra salva-ción y la filiación en la familia deDios, y dejamos todo lo demás paraasegurárnoslo. Esto le había sido pro-metido antes de su nacimiento, comosin duda le había sido enseñado porsu madre, y él debería haber presen-tado sus derechos y dejar todo lo de-más para asegurárselo. Jacob, sinembargo, mezcló su propia flaquezacon la fe que de otro modo habría sidorecta y en su lugar.

Reclamó la recompensa con la tena-cidad de la fe, y luego dañó la fe alañadir sus propias obras. Dios consi-

Aunque las Sagradas Escrituras son un relato literal e histórico;con todo, por debajo de la narración, hay un significado

espiritual más profundo.

ESTUDIO BIBLICO

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cogió a Dios cuando escogió la primo-genitura. Pero Dios no había tenidoningún encuentro con Jacob. Jacobera como nosotros cuando aceptamosla promesa pero no hemos visto toda-vía al que promete. Te arrodillas ante

La escalera de Jacobempezaba en la hora más

oscura de su vida; y lo mismonuestras bendiciones nacen

de nuestras grandes pruebas.¿Es tu almohada dura? ¿Es tucielo nublado, oscuro? Busca

la escalera; está allí,apoyándose

en su extremo en el cielo.

deró la fe, puso a un lado las obras yconsumió el pecado con la disciplinay el sufrimiento. Y, con todo, no po-demos olvidar que Jacob vio el valordel derecho de primogenitura en tan-to que Esaú lo despreció. Esaú dijo:«He aquí, yo me voy a morir; ¿paraqué, pues, me servirá la primogenitu-ra?». Él no tenía sentido del futuroeterno, pues de otro modo le habríadado valor por sobre todos los tesorosmateriales, aun en la hora de sumuerte. Jacob vio el tesoro y lo recla-mó con insistencia y lo hizo suyo. Asíque estamos con Jacob cuando recla-mamos la primogenitura; cuandoechamos mano de los derechos delEvangelio, cuando tomamos con fefirme, no solo el pacto de la miseri-cordia prometida antes de haber na-cido nosotros, sino cuando seguimosadelante y echamos mano de toda laherencia de Dios; no solo el ser salvos,sino el ser santificados; no solo el creer,sino el llegar a ser herederos de Dios,príncipes en Israel y participantes dela gloria de nuestro Salvador. Este esel significado del derecho de primo-genitura y la fe que lo reclama.

Pero, en tanto que imitamos la fe, evi-temos la incredulidad. El que creeentra en el reposo. El que obra, obraporque no cree. Cuando estamos se-guros de que Dios nos ha dado la ben-dición, reposamos. Pero cuando teme-mos que Dios va a fallar, o Esaú ma-niobrando se saldrá con la suya, otratamos de hacer algo que solo ser-virá para estorbar. Las caídas deJacob fueron causadas por lo turbiode su propia naturaleza que Dios te-nía que clarificar. Dios nos ayude aaprender la lección y a creer de for-

ma que «en quietud y en confianzaserá vuestra fortaleza», y no solo es-peraremos, sino que esperaremosquietos la salvación de Dios.

La visión de Jacob

Sigamos el tercer símbolo de su vida,esto es, la visión de Bet-el.

Llegó en el momento más oscuro desu vida, cuando le circundaban la no-che, cuando tenía una piedra por al-mohada: un símbolo de la suerte duray triste que parecía aguardarle. Y contodo, fue en esta hora oscura en eldesierto, y en esta almohada de pie-dra, que el Dios del cielo iba a conce-derle la bendición del pacto. La vi-sión de Betel nos habla de la primerarevelación que hace Dios de sí mismoal alma que le ha escogido. Jacob es-

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años, pero la escalera de Jacob, paraentonces, apenas ha empezado; llegaal cielo. ¡Oh, tú que eres joven y estásmirando al futuro y cuentas tanto conél, ¿estás seguro que te has asegura-do de las cosas más importantes de lavida y de la eternidad? Deja que tuescalera llegue al cielo.

Y luego, la escalera de Jacob no soloera larga, sino que se subía peldaño apeldaño; no solo de un salto, sino pocoa poco, momento a momento; de estemodo también nos conduce a Dios,paso a paso. ¿Estás dispuesto a andarde esta forma, con paciencia, momen-to tras momento, venciendo y ascen-diendo?

Además, la escalera de Jacob empe-zaba en la hora más oscura de su vida;y lo mismo nuestras bendiciones na-cen de nuestras grandes pruebas. ¿Estu almohada dura? ¿Es tu cielo nu-blado, oscuro? Busca la escalera; estáallí, apoyándose en su extremo en elcielo. La verás si miras hacia arriba.Cierra los ojos y los oídos a todo otrocuidado, duérmete en el seno de Cris-to en la confianza de la fe, y tendrástu visión y en ella, vistas celestialesy sus pactos divinos de promesa.

Pero lo mejor de la escalera de Jacobes que terminaba con Dios, y tenía aDios en lo alto de la misma, y Diosdebajo de la misma, sosteniéndolapara que no se deslizara, apoyando alviajero a cada paso. Deja que tu esca-lera sea guiada por su mano, no apo-yándose en alguna torre de nubes detu ambición sino en las manos quefueron taladradas por ti. ¿Has nota-do, cuando alguien en tu casa ha desubir una escalera de mano, cómo

Símbolos y tipos en la vida de Jacob

el altar y reclamas la bendición, lahaces tuya por fe, pero Dios siemprehace una realidad de la fe. Pasan losdías y cuando parece que Él ha olvi-dado su promesa, la fe empieza a des-fallecer y es entonces que todo el cielote va rodeando más y más de cerca.Tú confías en Dios. Cuando empiezaa oscurecerse y a hacerse peligroso,cuando Esaú amenaza tu vida, cuan-do te hallas en el yermo y a mediano-che con la cabeza sobre una almoha-da de piedra, entonces viene Dios atu encuentro, y hace real para tualma lo que habías aceptado por sim-ple fe antes. Así te ha ocurrido con larevelación del Espíritu de Cristo quete reviste: quizá en la curación de tucuerpo, o ha sido así en la oración enpetición de cosas temporales que ha-bías creído obtendrías. La visión pri-mero; la simple confianza en su Pala-bra, y luego Dios mismo en toda laplenitud de su bendita realización.

La visión de Jacob era también unaprefiguración del camino de su pro-pia vida. Vio una escalera cuyo ex-tremo tocaba el cielo, y Dios aparecióen lo alto, como el Dios de sus padres.Esto nos enseña que la única verda-dera escalera de la vida es la que al-canza el cielo. La escalera de Jacobllegaba al cielo. Las escaleras de laambición humana solo llegan a unospocos años adelante. La máxima am-bición del hombre queda satisfechacuando llega al pináculo de la fama oalcanza el cumplimiento de algúnsueño acariciado; conocimiento, amis-tad, o quizá riqueza. Esta es la longi-tud de su escalera; solo llega a un tre-cho del camino. Son cincuenta, se-senta, setenta, o si se quiere, ochenta

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desea que tú la sostengas? Hay uno,queridos amigos, que te sostiene laescalera mientras tú subes a las altu-ras, que te harían temblar si no fue-ra por sus brazos eternos.

Y además, se nos enseña que no soloestá Dios en lo alto de la escalera, sinoque los ángeles de su providencia es-tán subiendo y bajando por ella, guar-dando tus pies en los peldaños. Cadapaso está bajo tu cuidado. Y así él tedice, como a Jacob: «He aquí, yo estoycontigo, y te guardaré por dondequie-ra que fueres, y volveré a traerte aesta tierra; porque no te dejaré hastaque haya hecho lo que te he dicho».

Además, la visión de Jacob es el sím-bolo no solo del camino de la vida, sinode Jesucristo mismo: la puerta abier-ta, y el único medio de comunión ycomunicación con el cielo. Cristo mis-mo nos ha dado esta interpretaciónde la visión de Jacob. Hablando conNatanael, bajo la higuera (que pare-ce había estado leyendo este mismocapítulo), le dice: «De aquí adelanteveréis el cielo abierto y a los ángeles deDios que suben y descienden sobre elHijo del Hombre». Era como si le hu-biera dicho: «Yo soy la escalera deJacob; es a través de mí que los cielosestarán abiertos; es como resultadode mi obra que los ángeles de Diosvendrán, y a partir de ahora tendréiscomunión con Dios, no en la formaantigua de visiones, sino a través dela carne del Hijo de Dios. De modo queDios no solo está en lo alto de la escale-ra, sino a lo largo de toda ella. Jesu-cristo viene de Dios y llega hasta loshombres, una escalera viva de pel-daños humanos, diciendo a cada paso:

«Yo soy el camino; Yo soy el pastor;Yo soy el guía; Yo soy la vida; Yo soyel autor y consumador de vuestra fe».¿Es Jesús tu escalera, querido ami-go?, ¿es tu camino?, ¿es tu vida? ¿Dascada paso con Jesús? ¿En Jesús? ¿An-dando con Jesús? ¿Andando en Élcomo también con Él; hallando queÉl es algo en ti, esta semana, semanatras semana, algo que no había sidoantes? Éste es el sentido bienaventu-rado de la escalera. Dios está al prin-cipio, Dios está al final, Dios está a lolargo del camino, y Dios lo es todo entodo.

No solo vemos el camino y la escale-ra, sino el pacto y la consagración.Jacob se levantó y en el altar se con-sagró a sí mismo –con palabra pobrese imperfectas, es verdad–, y si pare-ce una fe que vacila, con todo, Dios laaceptó, y a partir de entonces su vidaestuvo enlazada con vínculos tiernoscon el amor eterno de Jehová. ¿Hashecho esta consagración y reclama-do este pacto? ¿Hay una voz que tedice: «Estoy contigo estoy contigo, yte guardaré por dondequiera que fue-res, y no te dejaré hasta que hayahecho lo que te he dicho»? ¿No se estáseguro cuando se deja todo en estosbrazos poderosos? Él te ha dicho: «Nocesaré hasta que haya hecho para titodo lo que te he prometido». ¡Qué te-rribles son los peligros de la vida sinesto; ¡qué benditos si se tiene! ¿Hasdicho como Jacob: «De todo lo que medieres, el diezmo apartaré para ti»?,¿o bien, lo que has dicho es: «Todo estuyo, y yo soy tuyo y tú eres mío»?

(Continuará).

A.B. Simpson

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El sabio equilibrio entre la enseñanza doctrinalde la epístola a los Romanos

y las demandas prácticas que se derivan de ella.

La carta escrita por Pablo a los Roma-nos es el tratado más macizo del cris-tianismo para explicar la Gloria delEvangelio. Grandes hombres en lahistoria de la Iglesia se inspiraron eneste libro para traer renovación espi-ritual al contexto en que vivieron.

La carta contiene 16 largos capítulosen los cuales el apóstol Pablo desarro-lla el pensamiento cristiano. Verda-des como la culpabilidad del hombre,el pecado, la justicia de Dios, la justi-ficación por la fe, la santificación, lagracia, la vida en el Espíritu, la elec-ción, se desarrollan en forma magis-tral. Uno de los rasgos notables de lasenseñanzas de Pablo es que combinael creer con el deber, la doctrina conel comportamiento. Por lo cual, lacarta puede dividirse básicamente endos partes. La primera compuesta poronce capítulos que contiene el desa-rrollo de las verdades antes mencio-nadas y los siguientes cinco capítu-los (capítulos 12-16), aspectos prác-ticos que apelan a la conducta cris-tiana.

El desarrollo de la primera parte cul-mina con una expresión magnánimadonde Pablo, maravillado, exclama:

«¡Oh Profundidad de las riquezas, de lasabiduría y del conocimiento de Dios!¡Cuán insondables son sus juicios einescrutables sus caminos!, porque,¿quién entendió la mente del Señor? ¿Oquién fue su consejero? ¿Quién le dio aél primero, para que le fuera recompen-sado?, porque de él, por él y para él sontodas las cosas. A él sea la gloria porlos siglos. Amén. (Rom. 11:33-36).

Indicativo e Imperativo

En la primera parte de Romanos, elmodo verbal predominante es el in-dicativo, que se define como aquelque expresa hechos reales que hansucedido, que están sucediendo o quesucederán con cierta frecuencia. Porello Pablo, convencido de los hechosocurridos en Cristo, afirma fehacien-temente todo lo sucedido en la esferaespiritual.

Luego, desde el inicio del capítulo 12nos encontramos con un nuevo modoverbal que inaugura la segunda par-te (cap. 12-16), y que determina alcarácter de los últimos capítulos. Esel modo imperativo. Este modo ver-bal es usado para expresar órdenes,ruegos o deseos. El apóstol hace usode él en reiteradas ocasiones, dando a

VIDA CRISTIANA

Cuerpos consagrados y mentes renovadas

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entender a los lectores que las afir-maciones antes dichas requieren deuna respuesta. Que en la vida cris-tiana lo indicativo por sí solo no bas-ta, debe darse a continuación lo im-perativo. Por lo tanto, el que vive lavida cristiana con honestidad, vivi-rá la tensión que se genera desde loindicativo a lo imperativo.

La inflexión observada en los últimoscapítulos es evidente, la intenciónestá puesta en la práctica. La deman-da apostólica es a vivir la consecuen-cia de lo anterior; dicho de otro modo,la carta nos interpela de la siguientemanera: «Dado que (capítulos 1 al11), haced esto (capítulos 12 al 16)»,donde creer y obedecer son una mis-ma respuesta al evangelio.

En conclusión, la epístola nos atesti-gua la realidad que trae el evangelioy nos exhorta a vivir la novedad dela vida instalada.

Los primeros versículos de la segun-da parte, cumplen la función de unirlo anterior como una bisagra que ar-ticula ambas. Pablo inicia esta sec-ción sintetizando todo lo dicho ante-riormente en una sola oración: «lasmisericordias de Dios». En conse-cuencia, despliega su ruego:

«Por lo tanto, hermanos, os ruego porlas misericordias de Dios que presen-téis vuestros cuerpos como sacrificiovivo, santo, agradable a Dios, que esvuestro verdadero culto. No os confor-méis a este mundo, sino transformaospor medio de la renovación de vuestroentendimiento, para que comprobéiscuál es la buena voluntad de Dios, agra-dable y perfecta» (Rom. 12:1-2).

Cuerpos consagrados

El ruego apostólico apela a la consa-gración del cuerpo. Pablo nos aterri-za de golpe con nuestra realidad;nuestro cuerpo es lo más cercano ytangible a nosotros. Por lo tanto, supensamiento es, dado que han acon-tecido profundas realidades espiri-tuales («las misericordias de Dios»),ahora el cuerpo debe entregarsecomo un sacrificio vivo y culto racio-nal (o razonable).

La palabra razonable o racional sonposibles traducciones de la palabragriega «lógicos», que puede entender-se como un culto sensato, lógico, ade-cuado o también, como un culto inte-ligente, es decir, un acto propio de lamente. La primera traducción tienemucho sentido con lo que se viene ha-blando. El ruego de ofrecer el cuerpoen sacrificio vivo es sensato ante tanexcelsa exposición de hechos. La se-gunda traducción (racional), nos su-giere que la entrega del cuerpo es unacto lógico mental, es decir, un actode adoración inteligente.

Cualquiera sea la opción a escogerpara entender el versículo, lo impor-tante está en el imperativo de entre-gar el cuerpo como un sacrificio vivoa Dios. Estamos en un mundo ególa-tra, atestado de una excesiva aten-ción a lo físico. Actualmente el cuer-po es objeto de culto. Basta observarlos íconos sociales que nos rodean paradarnos cuenta de esta pobre realidad,cuya única intención es saciar la va-nidad del ego. En relación a esta con-ducta, la Palabra es categórica al des-cribir las consecuencias:

VIDA CRISTIANA

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«Por lo cual, también los entregó Diosa la inmundicia, en los apetitos de suscorazones, de modo que deshonraronentre sí sus propios cuerpos, ya quecambiaron la verdad de Dios por lamentira, honrando y dando culto a lascriaturas antes que al Creador, el cuales bendito por los siglos. Amén. Poreso Dios los entregó a pasiones ver-gonzosas, pues aun sus mujeres cam-biaron las relaciones naturales por lasque van contra la naturaleza. Del mis-mo modo también los hombres, de-jando la relación natural con la mu-jer, se encendieron en su lascivia unoscon otros, cometiendo hechos vergon-zosos hombres con hombres, y reci-biendo en sí mismos la retribucióndebida a su extravío» (Rom. 1:24-2 7 ) .

Mentes renovadas

Posteriormente, con relación a lamente, la exhortación manda a noconformarse al mundo y, a renovar-se en el entendimiento. La transfor-mación será posible solo a través dela renovación de la mente. Para esto,el cristiano requiere no conformarseal paradigma de este mundo. La ex-presión «no os conforméis a este si-glo», supone la llegada de uno nue-vo. Por lo tanto, el cristiano vive endos siglos, aunque es ciudadano delnuevo. Por ello, su norma de vida, supauta de conducta, sus metas, no vie-nen de este siglo. Solo así podrá com-probar cuál es la voluntad de Diosagradable y perfecta.

La palabra transformación (meta-morfosis) se utiliza pocas veces en elNuevo Testamento. Una de ellas es

en los evangelios, en la transfigura-ción del Señor. También Pablo la uti-liza en 2ª Corintios 3:18.

Ambos pasajes dan cuenta de un cam-bio de aspecto. Motivo por el cual con-cluimos que, al oír la voz del Hijo (quefue la interpelación del Padre en elmonte de la transfiguración), y con-templar a Cristo como en un espejo(la exhortación de Pablo a los corin-tios), la mente se renueva y el ser estransformado a la misma imagen deJesucristo. En definitiva, la meta-morfosis del cristiano vendrá por laatención que ponga en conocer a su

Cuerpos consagrados y mentes renovadas

En la vida cristiana loindicativo por sí solo no

basta, debe darse acontinuación lo imperativo.

Señor y Salvador. Esto es diametral-mente opuesto a la mente reprobadade una voluntad ensimismada quese manifiesta en la corrupción de laconducta. Como está escrito: «Y comoellos no aprobaron tener en cuenta aDios, Dios los entregó a una mente re-probada, para hacer cosas que no con-vienen» (Rom. 1:28).

Conociendo la voluntad de Dios

Concluyendo, observamos que estosdos primeros versículos contienen unruego con un doble carácter. Por unlado, la consagración del cuerpo, ypor otro, la renovación de la mente.Ambos, con el único fin de compro-bar cuál es la voluntad de Dios, que asu vez será la que regule nuestras

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relaciones (Rom. 12:1-15:13). Estaperfecta combinación permitirá lacomprobación de la voluntad de Diospara los aspectos prácticos de la vidacristiana.

El hermano John Stott, en su libroMensaje de Romanos, clasifica estosversículos de la siguiente forma:(12:1-2) Conocer la voluntad de Diosen nuestra relación con Él; (12:3-8)conocer la voluntad de Dios con no-sotros mismos; (12:9-16) conocer lavoluntad de Dios en la relación en-tre nosotros; (12:17- 21) Conocer lavoluntad de Dios en la relación conlos malvados y los enemigos; (13:1-7) conocer la voluntad de Dios en larelación con el estado; (13:8-10) ennuestra relación con la Ley; (13:11-14) con el día de regreso de Cristo; ycon los miembros más débiles de lacomunidad cristiana (14:1-15:13).

Una lectura minuciosa de estosversículos, nos mostrará la gran can-tidad de mandamientos, ruegos ydeseos que presenta el apóstol. Todos,con la determinada intención deaclarar a los santos cuál es la buenavoluntad de Dios en la vida prácticadel día a día.

Los dos últimos ejemplos

Hasta aquí todo hace pensar que losversículos finales (15:14-16:27) sonsolo anhelos y saludos personales dePablo; sin embargo, estos muestranun claro ejemplo de consagración yrenovación en vida del apóstol y enla vida iglesia.

El ministerio de Pablo a los gentiles,la preocupación por los necesitados yel anhelo para extender el reino deDios más allá de las regiones circun-dantes, son una evidencia más de laentrega del apóstol. Pablo escribe conhumildad, afecto y ánimo a una igle-sia que no fundó ni conocía, solicitan-do oración, planificando viajes yllenándose del fuerte pensamiento deseguir predicando el evangelio.

Luego, en los veintiséis saludos si-guientes, observamos la entrega delos hermanos. Pablo reconoce el ser-vicio de cada uno. Pero, ¿cómo es quePablo conocía a los hermanos, si noles había visitado? Me atrevo a supo-ner que estos fueron hermanos oriun-dos de otras localidades, que dispu-sieron sus cuerpos en servicio al Se-ñor, renovaron sus mentes con laurgencia del evangelio, para luegoser enviados por el Espíritu a formarla iglesia en Roma.

Pablo les saluda con familiaridad. Lacercanía afectiva del saludo suponeinstancias de comunión previa; pro-bablemente eran familias colabora-doras en otras ciudades que Pablo fre-cuentaba. Estos hermanos nombra-dos son el vivo ejemplo de cuerposconsagrados y mentes renovadas,que se dispusieron a servir al Señorcon sus manos, oficios y familias, allídonde el Señor les necesitara.

Al único y sabio Dios, sea gloria me-diante Jesucristo para siempre.Amén.

Marcelo Díaz

VIDA CRISTIANA Cuerpos consagrados y mentes renovadas

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Después que alguien cree en el Señor,tiene invariablemente un número decosas del pasado que esperan ser ter-minadas. La pregunta es: ¿cómo lasconcluye?

La enseñanza de la Biblia

En la Biblia, especialmente en elNuevo Testamento, Dios no parecepreocuparse mucho por las cosas queuno hizo antes de entregarse al Se-ñor. Trate usted de encontrar, en-tre Mateo y Apocalipsis, algunos pa-sajes que aborden el asunto de ter-minar con el pasado. Si lo intenta,deberá reconocer que es muy difícilhallarlos. Es verdad, las epístolashacen un recuento de nuestra vanamanera de vivir en el pasado; tam-bién nos revelan cuáles deben sernuestras acciones futuras. Pero ellasno recomiendan qué hacer con nues-tro pasado.

Por ejemplo, en las cartas a los Efesiosy a los Colosenses se menciona nues-tro pasado, pero ninguna nos dicecomo deberíamos concluir con él. Solotratan acerca de lo que deberíamoshacer desde nuestra conversión enadelante. La misma verdad se apre-cia en las cartas a los Tesalonicenses.

Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

Ellas también mencionan el pasadosin especificar cómo debemos con-cluirlo, ya que el énfasis tambiénestá puesto en el futuro, como si elpasado ya no fuera un problema. Sinembargo, no hay duda de que el pa-sado debe ser apropiadamente con-cluido.

Por causa de algunos conceptos erra-dos concernientes al evangelio, elasunto del pasado es a veces tan exce-sivamente acentuado que pone a laspersonas en un dilema. No estamossugiriendo que el pasado no necesitaser tratado, pues hay algunas pocascosas que sí lo requieren. Sin embar-go, debemos decir que esto no es fun-damental.

Dios nos dice que todo nuestro pasa-do está bajo la Sangre. Somos perdo-nados completamente, porque el Se-ñor murió por nosotros. Somos sal-vos a través de Cristo nuestro Susti-tuto, no en el terreno de nuestro tra-to con el pasado. Nadie es salvo porsu buena conducta anterior, ni tam-poco es salvo por arrepentirse de sumaldad pasada. Somos salvos a tra-vés de la redención consumada porel Señor Jesús en la cruz. Este es el

«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;he aquí todas son hechas nuevas» (2ª Cor. 5:17).

Terminando con el pasado

VIDA CRISTIANA

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Empezando desde el primer día desu vida de fe en Cristo, el creyentedebe separarse de los ídolos y de lascosas pertinentes a la idolatría. Nodebe mencionar nunca más el nom-bre de los ídolos, ni consultar adivi-nos. Debe mantenerse alejado detemplos paganos y de cualquier pen-samiento de adoración de imágenes.No debe preguntar cómo otras reli-giones adoran. El pasado debe sertotalmente concluido. Cualquier ob-jeto idolátrico debe ser destruido, novendido. Esto es muy serio, ya queDios es extremadamente celoso de losídolos.

2. Algunos objetos requieren sereliminados

«Asimismo muchos de los que habíanpracticado la magia, trajeron sus li-

único fundamento sobre el cual per-manecemos firmes.

Lo que debe ser terminado

Entonces, ¿qué debemos hacer con elpasado? Después de buscar cuidado-samente en el Nuevo Testamento, en-contramos algunos pasajes sobre estetema. Pero todos estos casos son ejem-plos; ninguno es una enseñanza.Nuestro Señor nos ha dejado algunosejemplos para que seamos guiados enla resolución de los asuntos del pasa-do.

1. Se debe eliminar todo lo rela-cionado con la idolatría

«…os convertisteis de los ídolos a Dios»(1ª Tes. 1:9). El asunto de los ídolosno es tan simple como algunos pien-san. Recuerde, somos el templo delEspíritu Santo. ¿Qué concordia tieneel templo de Dios con los ídolos? Aunel Apóstol Juan, escribiendo a los cre-yentes, exhorta: «Hijitos, guardaosde los ídolos…» (1ª Juan 5:21).

Debemos entender la manera en quela Escritura ve la idolatría. Diosprohíbe hacer imagen o semejanzade cualquier cosa que esté en los cie-los, en la tierra o en el agua, y tam-bién prohíbe cualquier pensamientode que esas imágenes son vivas. Tanpronto como este pensamiento aflora,ellas se convierten en ídolos. Las imá-genes en sí mismas no son nada, perosi ellas son reconocidas como vivas,se transforman en diabólicas. De ahíque la adoración de ídolos está estric-tamente prohibida; ningún corazóndebe volverse a ellos. Uno de los diezmandamientos proscribe la hechurade imágenes (ver Deut. 5:8)

«No preguntes acerca de sus dioses,diciendo: ¿Cómo servían estas nacio-nes a sus dioses?...» (Deut. 12:30b).No pregunte acerca de otros dioses porcuriosidad; no pregunte cómo otrasnaciones sirven a sus dioses. Dios nosprohíbe hacer tales averiguaciones,porque esto solo nos llevará a seguirla senda de las naciones.

VIDA CRISTIANA

Dios prohíbe hacer imagen osemejanza de cualquier cosaque esté en los cielos, en la

tierra o en el agua, y tambiénprohíbe cualquier

pensamiento de que esasimágenes son vivas.

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nencias. Las cosas conectadas con elpecado se deben destruir, y no ven-derlas. Cosas indecentes para los san-tos, como prendas de vestir, por ejem-plo, pueden ser modificadas si es posi-ble, o pueden ser vendidas.

3. Toda deuda debe ser cancelada

«Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijoal Señor: He aquí, Señor, la mitad demis bienes doy a los pobres; y si enalgo he defraudado a alguno, se lo de-vuelvo cuadruplicado» (Lucas 19:8).Zaqueo nos presenta un buen ejem-plo. Extrañamente, no existe ense-ñanza acerca de este asunto; perocada creyente actúa de la forma enque es movido por el Espíritu Santo.Si esto fuese algo meramente doctri-nal o de enseñanza, entonces todo se-ría hecho uniformemente.

Si un nuevo creyente había estafadoo extorsionado a alguien en el pasadoo ha robado y tomado posesión de algomaliciosamente, creemos que debetratar con estas cosas a medida queel Señor obra en él. Financieramente,él puede ser incapaz de pagar lo de-fraudado. Aunque esto no afectará elser perdonado por Dios, sí tendrá de-finitivamente una influencia en sutestimonio.

Cada nuevo creyente necesita pre-guntarse a sí mismo si ha hecho malo defraudado a alguien, si ha lleva-do a casa cosas que no le perteneceno que ha obtenido de forma malicio-sa. Si es así, él puede limpiar estosactos. El arrepentimiento cristianoincluye la confesión de las faltas delpasado. No es un arrepentimientocomún que implica un mero cambio

Terminando con el pasado

bros, y los quemaron delante de todos;y contando el precio de ellos, se hallóser cincuenta mil piezas de plata» (He-chos 19:19). Esto también es algo queun nuevo creyente debe concluir.Esto no es el resultado de una orden ouna enseñanza, sino la obra del Espí-ritu Santo. El Espíritu Santo trabajaen los creyentes de tal forma quetraen adelante estas cosas que no de-berían estar en su posesión, para des-truirlas. Los libros mencionados enHechos 19 valían cincuenta mil pie-zas de plata, mucho dinero. Pero nofueron vendidos para que la iglesiausara lo recaudado; al contrario, fue-ron quemados. Si Judas hubiese es-tado presente, ciertamente habríaobjetado la quema de los libros por suvalor, ya que aquel dinero podríahaber sido usado para ayudar a lospobres. Sin embargo, agradó al Se-ñor que fueran quemados.

Hay muchas cosas que requieren serconcluidas. Las imágenes son una, loslibros esotéricos son otra. El principioes claro: todas las imágenes deben serrechazadas y todas las cosas dudosasdeben ser concluidas también. Tene-mos el ejemplo escritural acerca deque las cosas que tienen en definitivauna conexión con el pecado, como losjuegos de azar o libros obscenos, de-ben ser quemados.

¿Qué ocurre con las cosas que son im-propias de los santos? En la casa deun incrédulo, sería absolutamentenatural encontrar objetos conectadoscon el pecado y cosas no apropiadaspara creyentes. Así, después de quealguien ha creído en el Señor, él de-bería ir a casa y examinar sus perte-

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de conducta. Por ejemplo, si reitera-damente yo me airaba en el pasado,sería suficiente mostrar mi arrepen-timiento no repitiendo esa conductade nuevo. Pero, como cristiano, su-mado al cambio de conducta, debotambién confesar que la ira estabamal. No solo debo controlar mi tem-

VIDA CRISTIANA

peramento ante Dios, sino tambiéndebo confesar ante los hombres miantigua falta de perder la calma.Entonces este asunto puede ser con-cluido.

Watchman NeeTraducido de «Spiritual Exercise»

Christian Fellowship Publishers, 2007.

Terminando con el pasado

Gratitud

Charles Plumb fue un piloto de jet de la Armada norteamericana enVietnam. Después de 74 misiones de combate, el 19 de mayo de1967 su F-4 Phantom fue derribado por un misil tierra-aire, cincodías antes de volver a casa. Plumb logró eyectarse del avión, suparacaídas se abrió y aterrizó en tierras enemigas. Fue capturado,torturado y pasó 2.103 días en una prisión minúscula.

Sobrevivió a la prueba al igual que otros 588 prisioneros que vol-vieron a su país. En febrero de 1973, casi seis años más tarde, elpiloto regresó a su hogar.

Tiempo después, mientras Plumb y su esposa estaban sentados enun restaurante, un hombre de otra mesa se acercó y le dijo:

– ¡Tú eres Plumb! Tú piloteabas aviones caza en Vietnam desde elportaaviones Kitty Hawk. ¡Y fuiste derribado!

– ¿Cómo es posible que tú sepas esto?, preguntó Plumb.

– Lo recuerdo bien porque fui yo quien empacó tu paracaídas –,contestó el hombre.

Plumb se quedó con la boca abierta.

El hombre extendió su mano y dijo: "Me imagino que funcionó".

– Seguro que lo hizo –, le aseguró Plumb, agradecido.

Plumb no pudo dormir esa noche. “Cuántas veces pude haberlovisto y no lo saludé, porque yo era un piloto y él sólo un marinero",reflexionó. Pensó en las largas horas que el marinero habría pasadojunto a una mesa larga de madera en las entrañas del portaviones,empacando cuidadosamente cada paracaídas, teniendo en sus ma-nos el destino de alguien a quien ni siquiera conocía.

Plumb diría más tarde que necesitó muchos tipos de paracaídascuando su F-4 fue derribado sobre Vietnam del Norte: físico, mental,emocional y espiritual. Él recurrió a todos estos soportes antes delograr la libertad y la seguridad.

Tal vez deberíamos pensar en la experiencia de Plumb y reflexionaren quién ha sido el responsable de "preparar nuestro paracaídas" laúltima semana, el último mes, el último año, en nuestra empresa, ennuestra casa, en nuestra carrera, en nuestra vida.

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Grandes cataclismos terrestres:

Grandes desastres como el ocurridoen Sumatra en diciembre de 2004,con cerca de 300.000 muertos o des-aparecidos, producto de un violentoterremoto seguido de tsunami, o elgran terremoto ocurrido en Japón enmarzo de 2011, también seguido detsunami, con un saldo devastador dealrededor de 30.000 personas muer-tas o desaparecidas, inevitablemen-te hacen resurgir profecías bíblicasque consideran estos desastres comoseñales antecesoras del fin del perio-do de tiempo que ha de transcurrirentre las dos venidas a la tierra delSeñor Jesucristo.

Terremotos y juicio divino

En la actualidad se registran variasdecenas de miles de movimientostelúricos al año, de diferentes inten-sidades en distintas partes del mun-do, y lógicamente no es posible atri-buir cada uno de ellos a la voluntaddivina relacionada con juicios sobrela Tierra y sus moradores. No obs-tante, la Escritura muestra clara-mente en muchos de sus libros quealgunos de ellos son utilizados por Dioscomo instrumentos de sus juicios o queforman parte de su voluntad en suaccionar con el ser humano.

En Mateo 24:7-8 Jesús les da a cono-cer señales a sus discípulos que mar-carían el período previo a su regresoa la tierra. Éstas se relacionan conguerras, con incremento de religio-nes que imitan al cristianismo y per-sonas que le imitarán a Él, y de te-rremotos en distintos lugares. De ma-nera coincidente, la revelación quese le entrega al apóstol Juan en Apo-calipsis 6, se relaciona de manera im-portante con estas señales descritasen Mateo 24, previas a su segundavenida a la tierra. Los siete sellos des-criben eventos semejantes a los queel Señor reveló a sus discípulos en pri-vado en el capítulo de Mateo. La aper-tura de los primeros sellos revela lafalsa cristiandad antes de su regreso,desastres provocados por las guerras,y cuando se llega a abrir el sexto se-llo, se nombra a un gran terremotoaltamente destructor, capaz de remo-ver montes e islas de sus cimientos(Apoc. 6:12-14). Este gran terremo-to estaría asociado al retorno de Cris-to a Jerusalén.

Además de Mateo, otros dos evange-lios recogen las profecías de Jesús da-das a sus discípulos, en donde se refie-re a terremotos como anticipo del fin

APOLOGETICA

Un enfoque bíblico

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tre los efectos del terremoto de Toho-ku, Japón, se pueden ver en parteestas potentes predicciones de la pro-fecía, en donde se produjo un despla-zamiento del eje de rotación de la Tie-rra en unos 15 a 17 centímetros yuna disminución de la duración deldía, estimada en 1.8 millonésima desegundo.

Sobre maremotos o tsunamis, la re-ferencia bíblica más explícita se en-cuentra en Amos 9:6, donde el Señormuestra que al menos algunos de es-tos denominados fenómenos natura-les formarían parte de su juicio sobrela tierra; «…él llama las aguas del mary sobre la faz de la tierra las derrama,Jehová es su nombre».

Terremotos épicos

El tipo de cataclismos descritos enApocalipsis (capaces de removermontes e islas de sus cimientos; Apo-calipsis 6:12-14), de seguro no soncomparables a los terremotos regis-trados por el ser humano hasta aho-ra, ya sea por crónicas de la antigüe-dad o en nuestra era con complejosinstrumentos. No ha sido nunca re-gistrado en la historia humana unterremoto en el grado máximo queconsidera la escala de Richter, demagnitud diez o sobre diez (denomi-nados «épicos»). Sin embargo, un te-rremoto capaz de remover islas ymontañas, sacándolas de sus cimien-tos (Apoc. 6:12-14), parece ajustarsemás bien a este último tipo de movi-mientos telúricos. Esta escala, quemide la magnitud de los terremotos,fue establecida por Charles Richteren Norteamérica en 1935 y utilizauna función logarítmica para calcu-

El mayor terremotoregistrado con esta escalaRichter, logró medir una

liberación de energía tal quefue clasificado en la escala de

9,5 grados, ocurrido en laciudad de Valdivia, Chile, el

22 de mayo de 1960.

de la época previa a su segunda veni-da; estos son Marcos y Lucas. Estostres libros que recogen las enseñan-zas de Jesús, señalan que los terre-motos ocurrirán en distintas zonasgeográficas: «…y terremotos en mu-chos lugares» (Mat. 24:7); «…y ha-brá terremotos en diversos lugares»(Mar. 13:8); «…y habrá grandes te-rremotos en varios lugares» (Luc.21:11). Este último escrito (el deLucas) es quien da mayores detallesde ellos, no solo incluyendo el que losterremotos se presentarán en distin-tos lugares, sino refiriéndose a sumagnitud con la frase «grandes te-rremotos».

Otros pasajes bíblicos en donde se des-cribe a los terremotos como un ins-trumento del juicio de Dios sobre latierra y sus moradores se encuentranen Isaías. En el capítulo 24:18 se se-

ñala que: «…temblarán los cimientosde la tierra»; en 24:19 se agrega quela tierra será «…quebrantada… des-menuzada… conmovida en gran ma-nera»; y lo propio se repite en 24:20:«Temblará la tierra como un ebrio yserá removida como una choza». En-

APOLOGETICA

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19:11 se describe un terremoto antesque Dios hable a Elías, y si bien elpasaje bíblico señala que Dios no es-taba en el terremoto, la Escritura dejaentrever que este ocurrió para cum-plir sus propósitos en su trato conElías. Ya en los tiempos de Cristo enla tierra, en el momento de su muer-te en la cruz ocurrió otro gran terre-moto, el cual removió las tumbas le-vantándose algunos de los muertosque en ellas yacían, generando gransusto a los que estaban allí, de modoque incluso soldados romanos quecustodiaban la cruz reconocieron quehabían crucificado al Hijo de Dios(Mat. 27:51-54). A los dos días de lacrucifixión se produjo otro gran te-rremoto (Mat. 28:2), cuando un án-gel que descendió del cielo removió lapiedra de la tumba donde pusieron aJesús, para mostrarla vacía a quie-nes fueron a mirarla.

Terremotos del tiempo final

¿Qué bases científicas existen hoypara sustentar adecuadamente el quenos encontramos en una fase previao cercana al final de la actual dispen-sación cristiana sostenida por la gra-cia del Señor? En relación a los terre-motos considerados como indicado-res, es difícil precisar si están o noaumentando, y si hay un aumento,poder determinar si este es un incre-mento en frecuencia (N° de eventospor unidad de tiempo) o en intensi-dad.

¿Cómo analizar los abundantes datosregistrados acerca de terremotos enel último siglo y también en siglos pa-sados? Generalmente se dice que des-de el penúltimo siglo se cuenta con

Grandes cataclismos terrestres

lar la energía liberada de los sismos.Esta escala de Richter considera encategoría de «Mayor» un terremotodesde los 7 grados hasta los 7,9 gra-dos. Luego está la categoría «Gran»para clasificar terremotos desde los 8grados hasta los 9,9 grados. Estos úl-timos producen devastaciones enor-mes en una escala de miles de kiló-metros. Finalmente está la categoríade terremoto «Épico» de 10 o sobre10 grados Richter, cuyas consecuen-cias de devastación son difíciles deimaginar y solo nos queda como refe-rencia lo descrito en Apocalipsis 6.

El mayor terremoto registrado conesta escala Richter, logró medir unaliberación de energía tal que fue cla-sificado en la escala de 9,5 grados,ocurrido en la ciudad de Valdivia,Chile, el 22 de mayo de 1960.

Grandes terremotos en la Biblia

La Biblia registra eventos telúricoscataclísmicos de proporciones épicas(10 o sobre 10 escala Richter). Esto sedescribe en el libro de Génesis, cuan-do Dios se encontraba modelando latierra para hacerla habitable (Gén.1:9-10). Lo señalado en la Escriturasupone una subducción de las basesoceánicas respecto a la de los conti-nentes, para hacerlos a éstos visibles.Estos movimientos de placas tectó-nicas fueron a escala planetaria, ypor tanto de magnitud cataclísmica.

También la Escritura se refiere a te-rremotos de magnitud probablemen-te inferior a 10 escala Richter, peroseguramente al menos sobre 7 gra-dos Richter por las consecuencias quese señalan. Por ejemplo, en 1 Reyes

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un mayor registro de terremotos por-que existen más instrumentos que losdetectan. Esto es correcto, pero elpunto es establecer qué se quiere sig-nificar cuando se habla de terremo-tos. La palabra terremoto por defini-ción es un movimiento de tierra, quepuede ser débil o fuerte. Pero no esesta la definición a la que se refería elSeñor en su profecía acerca del tiem-po del fin. Se trata, por tanto, de gran-des movimientos telúricos como lodejó registrado Lucas, con consecuen-cias de desastre visibles y mensu-rables. En este sentido, no se trata dedefinir con exactitud de décimas degrado, porque un terremoto con ca-sas derrumbadas y aberturas de lasuperficie terrestre, con centenareso miles de muertos, cabe dentro delconcepto de gran terremoto, ya seaque lo cuantifique con gran precisiónen el último siglo un geólogo, con so-fisticado instrumental, o que se des-criba en crónicas por historiadores, oconquistadores que informaban condetalles a sus principados y reinadosque los enviaban a tomar posesión denuevas tierras, como ocurrió con losespañoles desde su llegada a Américaen 1492. Crónicas que han perdura-do hasta hoy.

Un gran terremoto por tanto nuncaha pasado inadvertido ni para cien-tíficos ni para legos, contándose conun registro confiable de varios cente-nares de años en múltiples documen-tos oficiales y en distintos libros pu-blicados. Se ha de recordar que la es-critura como medio de comunicaciónfue única hasta hace pocas décadas,y este registro ha probado ser dura-ble en el tiempo. Basado en este prin-cipio, el Departamento de Geofísicade la Universidad de Chile tiene pu-blicada una base de datos en su pági-na Web con una importante data deregistros de movimientos telúricos,que abarca los últimos 500 años, paralo cual se ha basado en informacióncompilada por el sistema de base dedatos de terremotos de Estados Uni-dos. A partir de esta información, segraficó todos los terremotos ocurridosen el mundo en el siglo pasado, cuyapuntuación en la escala de Richterfueses de 7 grados o mayor (Figura1), lo que equivaldría a grandes te-rremotos, como escribió Lucas.

Entre 1900 y 1997 se produjeron enel mundo 1.960 terremotos de 7 gra-dos o superiores a 7 grados Richter,con un promedio de 20 por año. La

APOLOGETICA

Figura 1

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Figura 1 muestra la cantidad de te-rremotos acumulada por cada año enel siglo XX. A esta escala de tiempo(un siglo), no se aprecia una tenden-cia al aumento de terremotos, a me-dida que avanzaba el siglo. Al termi-nar la primera década ocurre un in-cremento importante, alcanzandohasta 35 terremotos iguales o mayo-res a 7 grados Richter, pero en los 30años que siguieron, disminuye la fre-cuencia de movimientos telúricosgrandes, para volver a aumentar en-tre 1940 y 1959, alcanzando hasta41 grandes terremotos en un año(1943). Posteriormente baja la fre-cuencia de estos eventos nuevamen-te, oscilando entre un máximo de 30terremotos por año y un mínimo de5, a excepción de 1957, en que se re-gistró hasta 34 grandes terremotosen un año (Fig. 1).

Efectivamente, a partir de los datosanalizados de frecuencia de grandesterremotos por año, en escala de va-rias decenas de años, no se observantendencias claras de incremento. Esta

información por tanto es consecuen-te con lo que generalmente se escu-cha de expertos en el tema, en que noexistiría un aumento de terremotosen los últimos años respecto a siglospasados. Se argumenta que la fuertedestrucción observada, sería produc-to de la mayor población que se asien-ta en lugares con alta actividad sís-mica como Chile y Japón, lo que ledaría una magnificación a estos fe-nómenos.

No obstante, al cambiar la escalacomparativa de decenas de años acentenas de años, se tiene un resulta-do interesante. La Figura 2 presentaun gráfico de frecuencia acumuladade grandes terremotos ocurridos en-tre el siglo XVI y el siglo XX. En lostres primeros siglos el registro degrandes terremotos por año oscilaentre 3 y 6. Luego en el cuarto siglode la serie (siglo XIX), el número deeventos telúricos grandes se incre-menta 5 veces respecto a los siglosanteriores, y el siglo XX muestra unincremento 4 veces mayor que el si-

Grandes cataclismos terrestres

Figura 2

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glo previo, registrando 74 grandesterremotos. De acuerdo a estos datos,habría un incremento de tipo expo-nencial de estos terremotos en los úl-timos tres siglos. Por cierto que se pue-de usar como argumento que este in-cremento puede deberse a mayor tec-

astros porque fue creada de maneraespecial, fue diseñada para albergarorganismos vivos (Isaías 45:18), den-tro de un propósito original perfectoque implicaba el morar del Creadorcon creaturas, con ecosistemas fun-cionando en perfecto equilibrio y Diossustentando todos estos equilibrios através de su palabra poderosa (He-breos 1:3). Pero el ser humano crea-do escogió su propio camino, desobe-deciendo y yéndose contra lo estable-cido por su Creador.

Esto trajo consecuencias complejaspara el funcionamiento sistémico dela Tierra, desde el surgimiento de es-pinos y cardos (Gén. 3:17-18), hastalos grandes desastres naturales a losque asistimos hoy. Algunos de ellosgenerados por el propio accionar delser humano como el calentamientoglobal (el que se le relaciona a su vezcon el incremento en intensidad yfrecuencia de desastres naturales,como tornados, huracanes (Philip-part et al., 2011), y cambios en lospatrones de circulación oceánica, quea su vez influye en el comportamien-to de los climas de la tierra (Johnsonet al., 2011), la destrucción de la capade ozono, la desertificación, la conta-minación de océanos, etc., mientrasque otros desastres naturales pare-cieran obedecer más bien a la pérdi-da de propósito del plan original esta-blecido por Dios, lo que estaría impli-cando que si bien aún su mano de po-der regula y sostiene grandes proce-sos en escala planetaria y tambiénotros pequeños como el preocuparsede la alimentación de animales sil-vestres, algunos de estos portentososprocesos como la dinámica de placas

APOLOGETICA

La prevención humana anteestos cataclismos, aunconsiderando el gran

desarrollo tecnológico actual,resulta por tanto inservibleante las poderosas fuerzas

naturales.

nología o una mayor sistematizaciónen el ordenamiento y registro de losdatos. Pero ello valdría más al consi-derar el paso del siglo XVIII al sigloXIX. Sin embargo este argumento nose sostiene tanto al comparar los si-glos XIX y XX, porque el trabajo sis-temático e instrumental se realizó yaen el siglo XIX y más bien se sofisticóen el siglo XX. Por tanto, el registrode eventos telúricos grandes habríasido adecuado en ambos siglos.

Planeta especial

La corteza terrestre, a diferencia delos otros planetas rocosos del sistemasolar, como Venus y Marte, no estáformada por una capa compacta, sinoque está compuesta por placas. Estola hace notablemente distinta porquele confiere un importante dinamis-mo. La Escritura dice directamente,no en forma poética ni metafórica,que la Tierra es distinta a los demás

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continentales y submarinas ya esta-rían cogiendo una dinámica propiade los sistemas no dirigidos y queavanzarían por tanto hacia el desor-den total, como lo establece la segun-da ley de la termodinámica. Todo elloproducto del despropósito en que cayóel planeta y sus moradores a causade la desobediencia humana (Rom.8:22).

Enfrentando los terremotos

En los últimos 60 años se han produ-cido los sismos más devastadores re-gistrados en la historia (Valdivia,Chile 1960, 9,5°; Alaska 1964, 9,2°;Sumatra 2004, 9,1°; Kamchatka,Rusia 1952, 9°; Japón 2011, 9°; Chi-le 2010, 8,8°). Es probable, de acuer-do a estos antecedentes y a la profe-cía bíblica, que estos colosales even-tos telúricos seguirán ocurriendo.¿Cómo enfrentar este problema? Unaopción es invertir grandes sumas dedinero en tecnología, que permitaproteger a la población. En este sen-tido, Japón ya lo ha hecho. Es tal vezel país que mejor preparado se en-cuentra en el mundo, desde el puntode vista tecnológico, para soportar laembestida de movimientos telúricosde gran magnitud, seguidos detsunamis. Cuenta con edificios anti-sísmicos con bases móviles, con milesde sensores instalados en zonascosteras para alertar tempranamen-te de movimientos telúricos y de even-tuales tsunamis, información que lesllega en tiempo real a los celulares de

los ciudadanos japoneses. Tambiéndesarrollaron barreras naturales yartificiales en las principales zonascosteras para protegerse de tsunamis.

Lamentablemente, todo ello fue ab-solutamente superado por el devas-tador sismo seguido de tsunami ocu-rrido el 11 de marzo de 2011. La pre-vención humana ante estos cataclis-mos, aun considerando el gran desa-rrollo tecnológico actual, resulta portanto inservible ante las poderosasfuerzas naturales. La alternativa queresta es poner la confianza en Quienestá por sobre estas fuerzas natura-les, y que tiene por tanto el controlsobre ellas y sobre su accionar. Unapersona en Santiago de Chile, que seha declarado atea públicamente, alsentir que el terremoto del 28 de fe-brero de 2010 llevaba ya unos dosminutos de intensa destrucción sinmostrar signos de terminar, comen-zó a rezar desesperadamente la ora-ción del Padrenuestro, según lo con-fesaba valerosamente la misma per-sona días después. Tal vez esta seaparte de la respuesta esperada.

Ricardo Bravo Méndez

Bibliografía

Departamento de Geofísica de la U. de Chile, Serviciosismológico. http://ssn.dgf.uchile.cl/index.htmlJohnson C. et al. 2011. Climate change cascades: Shifts inoceanography, species’ ranges and subtidal marinecommunity dynamics in eastern Tasmania. Journal of Experi-mental Marine Biology and Ecology 400, 17–32.Philippart. C. et al. 2011. Impacts of climate change onEuropean marine ecosystems: Observations, expectations andindicators. Journal of Experimental Marine Biology andEcology 400 (2011) 52–69.Reina Valera. 1995. Santa Biblia.

Grandes cataclismos terrestres

El futuro es tan radiante como las promesas de Dios.Adoniram Judson (1788-1850), misionero bautista norteamericano

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Historias de la GraciaSolo la gracia podría hacerlo

Era costumbre de una grande y prós-pera iglesia invitar a otras tres igle-sias misioneras para realizar juntasun culto comunitario el primer do-mingo del año. Algunos ejemplos deconversión en aquellas congrega-ciones eran fuera de serie: ladrones,asaltantes, criminales – todos de ro-dillas, uno junto al otro, participan-do de la cena.

En cierta ocasión, el pastor vio a undelincuente ya convertido de rodillasal lado de un juez de la Corte Supre-ma – justamente aquel que lo habíasentenciado a prisión por siete años.

Al quedar libre, el asaltante habíadado un maravilloso testimonio deconversión, y se volvió un trabaja-dor dedicado. Sin embargo, en aquelmomento, parecía que no se recono-cían, a pesar de la proximidad.

Después del culto, el juez y el pastorcaminaban juntos a casa. Entonces,el juez preguntó: «¿Usted notó quiénestaba arrodillado a mi lado durantela cena del Señor?». «Sí, no sabía queusted se había dado cuenta».

El juez exclamó en seguida: «¡Quémaravilloso milagro de gracia!». «Sinduda, un maravilloso milagro de gra-cia», replicó el pastor. «Pero, ¿a quiénse refiere usted?», preguntó el juez. «¡AFulano de Tal!», dijo el pastor, mencio-nando el nombre del asaltante. «No merefería a él», dijo el juez. «Estaba pen-sando en mí mismo».

«¿En usted mismo?». «No fue muydifícil que aquel delincuente se con-virtiera después de salir de prisión.Él no poseía nada, a no ser un histo-rial de antecedentes criminales.Cuando vio a Jesús como Salvador,descubrió que había salvación y es-peranza para él. Pero, ¡míreme a mí!Desde mi más tierna infancia, fuienseñado a comportarme como uncaballero, mi palabra debía ser pala-bra de honor, debía orar, frecuentarla iglesia, participar de la cena y asípor el estilo. Fui a Oxford, me gra-dué, trabajé como abogado y más tar-de llegué a ser juez. Pastor, ¡nada, ano ser la gracia de Dios, podría ha-berme hecho admitir cuán pecadorera, al mismo nivel de aquel asaltan-te! ¿No le parece que fue más difícilpara mí humillarme, que para aquelhombre?».

Gracia para perdonar

Una madre nos escribió contandocómo el chofer del bus escolar de suhija, que era cristiano, se convirtióen un resentido. El otrora padre deonce hijos, ahora solo tenía nueve sen-tados alrededor de la mesa de fami-lia. El vecindario quedó horrorizadocuando un conductor ebrio se intro-dujo en su propiedad segando la vidade dos de sus hijos, un niño y unaniña. Aunque él conocía a Dios, Loculpaba por lo ocurrido. Sus senti-mientos de amargura solamenteacentuaron su dureza de corazón. Eraimposible perdonar a aquel borrachoque había roto el círculo familiar.

HISTORIAS VERDADERAS

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Cierto día, sin embargo, se produjoun cambio en aquella situación. Des-pués de terminada la escuela, la pro-fesora designada para embarcar a losniños en el bus se atrasó. Al pasarfrente al bus, nuestra hija Miche-lynne dejó caer algunos papeles. Alinclinarse para tomarlos quedó fue-ra de la visión del conductor. Fue asíque el bus en movimiento la golpeó,lanzándola al suelo. La lonchera fuearruinada, en tanto que las ruedasdel bus pasaron paralelas a su cuer-po, una por cada lado. ¡Fue sorpren-dente! Ella sufrió solo un corte en lacabeza. Damos gracias a Dios por ha-berle salvado la vida.

A la mañana siguiente, bien tempra-no, el chofer nos vino a visitar. Él noscontó del accidente con sus hijos ocu-rrido once meses atrás, y cómo no lo-graba perdonar al culpable. ¡Ahora,sin embargo, él tenía una nueva vi-sión! ¿Lo perdonaríamos nosotros porlo que había hecho? Le dimos a aquelhombre total seguridad de que ya lohabíamos perdonado.

Después de lo ocurrido, toda su fami-lia comenzó a frecuentar una iglesia.El conductor se reconcilió con el Se-

ñor, y su esposa se convirtió. En losmeses que siguieron, otros miembrosde la familia confiaron en Cristo comoSeñor y Salvador.

Vea atentamente el testimonio de lamadre de Michelynne con respecto ala provisión de la gracia de Dios: «Po-cos días antes del accidente, alguienme prestó un libro titulado: «El po-der de la alabanza». Aquel libro cam-bió mi vida, y tuve muy luego laoportunidad de poner en práctica loque aprendí.

El día del accidente, la profesora y laenfermera de la escuela trajeron aMichelynne para casa, y a medidaque me relataban lo ocurrido, yoagradecía y alababa a Dios por sumisericordia. En otras circunstan-cias, yo habría ‘entrado en pánico’.

Alguien cierta vez me dijo: «Nuncaenfrente ningún problema sin antesagradecer a Dios por él. Así, el proble-ma no será un mero problema sinouna oportunidad para que Dios leconceda la victoria a través del pro-blema».

(Historias tomadas de«A Janela Mais Ampla», de DeVern Fromke).

Historias de la Gracia

Citas escogidas

El libro de la naturaleza es como una pieza fina y grande de tapiceríaenrollada, que no puedes ver de una vez, pero debes estar contentoesperando el descubrimiento de su belleza y simetría, poco a poco,pues viene gradualmente a estar cada vez más desdoblado o exhibido.

Robert Boyle (1627-1691), el padre de la Química

Para que un siervo de Dios tenga autoridad en cada frase que élpronuncia, debe primero sufrir por el mensaje que va a entregar. Singran tribulación, no hay gran iluminación.

John Sung, evangelista chino del siglo XX

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No se puede detenerLa revista Aguas Vivas es de muchautilidad espiritual para mí y misamigos, a quienes la facilito para lec-tura. Quiero estimularles a conti-nuar con este propósito. Ciertamen-te, muchos hermanos son edificados.Este trabajo no se puede detener. Diosbendiga grandemente la obra que hapuesto al cuidado de ustedes.

Solange Meri Colzani de Borba,

Caxias Do Sul (Brasil).

El privilegio de seguir adelanteEstamos muy agradecidos al Señorpor concederles el privilegio de seguiradelante en este ministerio, no segúnla tradición ni la opinión del hom-bre, sino en la voluntad de Dios. Losartículos de Aguas Vivas han sidomuy fructíferos en Tuxtla Gutiérrez(México), y han sido aguas refrescan-tes en las vidas de estudiantes de launiversidad allí y también de mu-chos otros creyentes, enseñándolesque la vida verdadera se encuentraen Cristo mismo.

Mauricio Bareford, Richmond (USA).

Cartas vivasLa revista Aguas Vivas es la bendi-ción más grande que pueda habervenido del cielo, para la iglesia delSeñor en estos últimos tiempos. Unavez más, quiero bendecirlos y dar

CARTAS DE NUESTROS LECTORES

gracias a Dios, porque ustedes soncartas vivas de nuestro buen Diospara todo el pueblo cristiano.

Pedro Luis Orrillo Flores, Lima (Perú).

Para estudio y archivoSu revista es un tesoro que estudiocon esmero y luego archivo con dili-gencia para futuras referencias. Des-de hace años, los recomiendo incan-sablemente. Dirigí un Instituto Bíbli-co y ahí lo hice. Lo he hecho en laradio, en internet y en todo lugar.Dios está restaurando el ministeriode la palabra de Dios y ustedes sonuna pieza clave en todo esto.

Daniel Iván Reyes, Chihuahua (México).

Continuar el servicioAgradezco al Señor por la revistaAguas Vivas. Su trabajo es de muchabendición para muchos de Sus hijos.Para mí ha sido muy enriquecedor.El Señor sabe lo mucho que valorizoel trabajo que ustedes realizan. Aun-que en este tiempo he tenido la opor-tunidad de leer otros libros, nada secompara con la gracia que el Señorha colocado en sus manos, sin desme-recer a nadie. Oro porque puedancontinuar su servicio, y que nada im-pida que Su Palabra corra y sea glo-rificada.

Sandra Soto Avasolo, Santiago (Chile).

TTTTToda bendición proda bendición proda bendición proda bendición proda bendición procede de Dios;ocede de Dios;ocede de Dios;ocede de Dios;ocede de Dios; por t por t por t por t por tanto,anto,anto,anto,anto, toda la glor toda la glor toda la glor toda la glor toda la gloria es para Dios.ia es para Dios.ia es para Dios.ia es para Dios.ia es para Dios.

AGUAS VIVASPara la proclamación del Evangelio y la edificación del Cuerpo de Cristo

Año 12 · N° 64 · Octubre - Noviembre - Diciembre 2011

REDACCION: Rodrigo Abarca, Roberto Sáez, Marcelo Díaz, Gonzalo Sepúlveda.DISEÑO Y DIAGRAMACION: Mario Cortés, Daniel Cortés, Mario Contreras.