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FILO y SOFA EN DILOGOLa poesa social de la conversacin teraputica................................................................................

Klaus G. Deissler y Sheila McNamee (Editores)

2008

Original en alemn:

Phil und Sophie auf der CouchDie soziale Poesie therapeutischer Gesprche Klaus G. Deissler y Sheila McNamee (Editores)

Carl-Auer-Systeme-Verlag - 2000

Traduccin al espaol: Mario O. Castillo Rangel.

............................................ Contenido Klaus G. Deissler y Sheila McNamee Filo, Sofa y la poesa social: el mundo al revs? Prlogo ............................................................................5 I. Conversacin, cooperacin y comprensin: La cooperacin en la consulta, la terapia y las conversaciones cotidianas ........................................8 Sinopsis: Trasfondo conceptual y resumen de cada artculo ...............................................9 Klaus G. Deissler La poesa social de la conversacin teraputica Inventarse a s mismo mediante una reflexin comprometida con la relacin.......................................12 Gerry Lane y Gianfranco Cecchin La salvacin de Julin Una historia potica o teraputica? ............................24 Alfred Drees La conduccin de la conversacin potica en las sesiones de terapia y en las supervisiones .....................33 Klaus G. Deissler y Roswitha Schug Ms de lo mismo, slo que diferente. La consulta reflexiva: una propuesta para la transformacin de las formas tradicionales de "supervisin...................................................... .............43

II.

Actuar, hablar y conocer? Posiciones reflexivas teraputicas y filosficas.............51 Sinopsis: Trasfondo conceptual y resumen de cada artculo .............................................................................52 Harlene Anderson Relaciones y sistemas lingsticos de colaboracin Un planteamiento postmoderno para la terapia y la

consulta psicoteraputica................................................55 Kenneth J.Gergen La dimensin potica: posibilidades teraputicas .......64 Tom Andersen Una oracin en cinco lneas Acerca de la produccin del significado desde la perspectiva de la relacin, el prejuicio, y la maleficencia ....................................................................71 John Shotter Wittgenstein y las races de la poesa social en las reacciones corporales espontneas: el tercer campo..79 Walter Zitterbarth El aporte de Michail Bachtins al construccionismo social ................................................................................85

III. Conocer, hablar, y actuar: Investigacin y tica ............90 Sinopsis: Trasfondo conceptual y resumen de cada artculo ............................................................................91 Sheila McNamee La poesa social de la investigacin comprometida con la relacin. La investigacin como conversacin ............................95 Klaus G. Deissler y Walter Zitterbarth La investigacin psicoteraputica como discurso social Invitacin a la investigacin cuantitativa de la colaboracin teraputica .............................................102 Ulrike Froschauer Evaluacin cualitativa de los procesos de consulta desde la perspectiva del construccionismo social ........114 Susan B. Levin Entrevistas colaborativas de mujeres que recibieron maltratos fsicos. "Si me hubieran escuchado, me habra ido. Creo que no me hubiera quedado"............125 Thomas Keller Debates tico-conversacionales en torno a la praxis

psicosocial Qu tiene nuestro uso del lenguaje que ver con Oz, Hegel y Habermas? ....................................134 Gerd Richter tica mdica y conversacin teraputica .....................147 Traducciones y fuentes ...................................................155 Acerca de las autoras y los autores ...............................156

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Prefacio Filo, Sofa y la poesa social el mundo al revs? Prlogo

Sofa nos viene justamente a la mente si se trata de asociaciones con la filosofa, pero qu hay de Filo? Y cmo llegan Filo y Sofa a entablar un dilogo? Cmo pueden llegar a sentarse juntos en el divn de la praxis psicoteraputica? Incluso todava en la actualidad, muchas personas siguen viendo el divn como smbolo de determinado mtodo psicoteraputico o de la psicoterapia en general. Abreviando el largo trecho de las explicaciones, y recurriendo sin ms a la sntesis implcita en el juego de metforas y etimologas, se suscita la pregunta: qu tienen que ver la praxis de la psicoterapia y la filosofa una con la otra, y qu provecho mutuo pueden derivar de esta relacin? Esta pregunta puede considerarse de hecho el hilo conductor del presente libro. Es decir, la mayor parte de los artculos aqu compilados tratan de la relacin de las premisas filosficas y su conversin en una prctica psicoteraputica concreta. En la discusin de esta relacin, el sentido de la comunicacin interpersonal se amplia mediante el concepto de poesa social. Tanto el trmino poesa como potica se entienden tradicionalmente como asociados de manera casi exclusiva a una actividad humana que tiene por centro al individuo. Al escucharlos, quin no piensa en el escritor en soledad, en el artista que sufre, inventa, y escribe sus poemas, novelas y obras de teatro, etc. aislado del resto del mundo en su torre de marfil? Sin embargo, otro es el caso con la poesa social. Bajo la denominacin poesa social, deseamos proponer una concepcin que coloca la poesa entendida como conversacin, en un primer plano. Slo en la conversacin alcanzamos a comprender, interpretar y abrir al futuro nuestro mundo. Esto no es difcil de entender si nos hacemos la siguiente pregunta: qu seran poetas y escritores sin lectores, interlocutores, crticos, etc., o los arquitectos sin los clientes, y las firmas que construyen lo que ellos han planeado, o los terapeutas sin sus clientes y colegas? Todos se ven obligados a hablar unos con otros, separados quizs en espacio y tiempo, pero sin el proceso de la conversacin, su trabajo no sera ni concebible ni realizable. Los trabajos compilados en este libro tienen el propsito de mostrar no slo como las conversaciones contribuyen a los procesos de comprensin mediante aportes a posteriori, sino tambin cun centrales resultan para la creacin de nuestras realidades sociales, y por ende para el futuro. No quisiramos aqu adentrarnos en los temas que los autores analizarn en el libro. No obstante, si quisiramos declarar nuestra conviccin de que la poesa social halla su realizacin en el momento en que dos o ms seres humanos se encuentran, entablan relaciones, y comienzan a explorarse, comprenderse, y descubrirse mutuamente al hablarse y comunicarse.

Cuando las personas se relacionan, re-crean en su hablar algo parcialmente nuevo y comn, y cada uno de los participantes sale de la conversacin diferente de como entr. Se cumple aqu lo enunciado por Herclito en su famosa frase: "Nadie puede baarse dos veces en el mismo ro2". La situacin es tambin coincidente con las ideas de Gadamer acerca del dilogo transformativo, del cual los interlocutores salen diferentes de como entraron. Los procesos en los que tienen lugar las transformaciones, designan lo que denominamos poesa social. En otras palabras, la poesa social se refiere a procesos que se verifican en la esfera social y hacen posible una actitud esttica y creativa. Se trata de procesos que recurriendo a fuentes del presente, permiten una nueva comprensin del pasado, a la par que abren nuevas posibilidades para el futuro. Por motivos de su mayor proximidad al lenguaje cotidiano, hemos preferido emplear la denominacin "poesa social" antes que el trmino "potica social"3 . Creemos que la palabra "poesa" se halla mucho ms cercana a nuestra conversacin diaria que la palabra "potica". Esta ltima posee a nuestro juicio una connotacin ms bien acadmica y abstracta. Este hecho tambin se refleja en el empleo que los autores hacen de la expresin "poesa social". Algunos de ellos no emplean ni siquiera esta expresin, ya que les parece demasiado terica, artificial y abstracta. En la primera parte del libro, en el contexto de la poesa social, los autores hacen sus reflexiones sobre su trabajo prctico de consulta y terapia. Los autores de la segunda parte llevan a cabo reflexiones acerca de la relacin entre la terapia y las posiciones filosficas. Con diferencias en cuanto a su enfoque de la prctica, discuten algunas ideas centrales de la poesa social, que encuentran realizacin entre otras cosas en las conversaciones teraputicas. La tercera parte del libro contiene una reflexin sobre el proceso de construccin social y la poesa social como conversacin, con respecto a la investigacin y la tica. Los autores arrojan luz sobre distintos aspectos, convirtindose as en voces de un coro "mixto". Cada parte del libro comienza con una sinopsis en la que se desarrolla un posible trasfondo conceptual para la comprensin. En el mismo se incluyen de forma sucinta los resmenes de cada uno de los artculos. Para concluir, quisiramos expresar nuestro agradecimiento a todos los autores por el trabajo creativo y valioso que realizaron a fin de brindar su contribucin a este libro. Resulta imposible expresar nuestro agradecimiento individualmente a la interminable lista de colaboradores que lo hicieron posible. Igualmente, agradecemos a nuestros compaeros en el dilogo y en la vida, as como a nuestros promotores y crticos en el diario quehacer, en los talleres, seminarios y cursos de entrenamiento. Todos nos han ayudado a aclarar y desarrollar nuestras ideas. Por ltimo y no menos merecidamente, queremos expresar nuestro agradecimiento a nuestra casa editora por su apoyo y estmulo, cuando este libro era slo un proyecto, y los autores no haban tan siquiera escrito sus artculos.

Klaus G. Deissler y Sheila McNamee, Invierno de 1999 Bibliografa Deissler, K.G. (1977a): KoMentieren - Einladung zu einer Systemischen Poietologie. In: K.G.Deissler (Ed.): Sich selbst erfinden? Von systemischen Interventionen zu selbstreflexiven Gesprchen. Mnster (Waxmann). Deissler, K.G. (1997b): Erfinde Dich Selbst - ein therapeutisches Orakel? In: K.G.Deissler: Sich selbst erfinden? Von systemischen Interventionen zu selbsreflexiven Gesprchen. Mnster (Waxmann). Katz, A. a. J.Shotter (1996): Hearing the patient's voice: Toward a social poetics in diagnostic interviews. Social Science and Medicine 46:919-913.

.............................................. I. Conversacin, colaboracin y comprensin: la colaboracin en la consulta, la terapia y las conversaciones cotidianas

SinopsisTrasfondo conceptual La primera parte del libro est dedicada a cuestiones prcticas de la conduccin de la terapia y la consulta psicoteraputica. Al respecto, los autores como es lgico representan diferentes enfoques. Espero que esas diferencias no sean ni tan pequeas ni tan grandes, y por ende resulten para el lector o lectora, beneficiosas y apropiadamente inusuales o lo que es igual adecuadamente inusitadas (para decirlo con palabras de Tom Andersen). Antes de decir algo ms de los artculos de la primera parte del libro, quisiera hacer algunas consideraciones preliminares. Maturana, uno de los grandes mentores de la terapia sistmica, acu la frase: "Todo lo que se dice, es dicho por un observador". Esta mxima caracteriza una direccin del pensamiento sistmico, la cual es conocida hoy como "constructivismo radical o simplemente "constructivismo". Esta corriente plantea que el observador mismo es el constructor de su mundo, o lo que es igual, de su imagen del mundo, sujeta a un proceso continuo de conservacin y transformacin. Cuando (como observador) hago entonces un determinado enunciado, digo por ende algo sobre mi imagen del mundo, y de mi juego constructivo con ella, y lo que es quizs todava ms importante digo (sin proponrmelo) ms sobre m mismo que sobre aquello que pretendo describir. El asunto se hace an ms interesante, si pensamos en el caso en el que varios observadores se comunican entre s. Por ejemplo, si digo "El mundo es maravilloso!", puedo estar seguro de que mis interlocutores tambin entienden lo que quiero decir (lo que quiero significarles, o el significado que deseo trasmitirles)? Siempre que uno pueda sealar con el dedo lo que quiere decir, es posible que podamos entendernos de cierto modo con facilidad. Pero, qu hay si hablamos de cosas que no estn presentes, o intercambiamos ideas sobre justicia, o cosas por el estilo? Si se sigue el "principio hermenutico", es el oyente (lector) quien determina lo que mi enunciado significa para l. Es decir, cuando yo como observador enuncio algo, no puedo estar absolutamente seguro de que el oyente tambin entiende lo que quiero decir. Si se quiere tener una mejor comprensin de todo esto, se tiene que emprender el anfractuoso camino de los estudios de la teora del conocimiento. Por mi parte no me detendr aqu en estas cuestiones. Slo quisiera, teniendo en mente la frase de Maturana, permitirme formular lo siguiente: "Todo lo que se observa, es observado por interlocutores". Este enunciado es a todas luces "construccionista social", es decir, pone en un primer plano lo que tiene lugar entre quienes participan del dilogo (conversacin) o comunicacin, relacionndolo a la vez con lo que el individuo piensa, dice, observa, etc. al respecto. Con esta sentencia nos adentramos pues en la arena social de la conversacin, o dicho de modo ms general, en el terreno de la comunicacin y las relaciones. Bien vistas las cosas, pudiera decirse que el libro en su totalidad esta dedicado a este enunciado. En tal sentido, gira en torno a lo que aqu llamamos poesa social. Qu quiere decir todo esto? Cmo podemos establecer una diferencia concreta? Imagine que usted est enamorado o enamorada, y decide visitar con su pareja una ciudad que

ninguno de los dos nunca ha visto. Es de suponer que sea cual sea la ciudad y su apariencia, usted y su compaa la van a percibir (sentir, oler, gustar, ver y or), y finalmente comprender, a partir de sus "plticas amorosas". Esto es algo distinto a decir: "Yo percibo el mundo a travs de lentes color de rosa" (el lente del estado biolgico individual de estar enamorado). La poesa social de la conversacin teraputica Ahora bien, dnde est el beneficio de este libro y los artculos en l compilados? Si aceptamos la metfora presentada anteriormente con respecto a la poesa social de la conversacin teraputica, el beneficio mismo se halla en lo que sealamos: la poesa social puede entenderse como algo que se asemeja al estar enamorado. Si se logra enriquecer la conversacin teraputica con la poesa social, entonces palabra y hecho se hacen una misma cosa, y la conversacin misma constituye el mejor pronstico de lo que ocurrir a continuacin. Un cliente dice: Ahora s cmo puedo cambiar, como un enamorado dice a su enamorada: Yo te amo". Ambos estn en condicin de hacer lo que dicen. Justamente de esta forma de entender la poesa social trata el primer artculo de este libro, y espero que usted, amigo lector, este ya curioso por saber lo que encontrar en ese primer artculo, aunque naturalmente no puedo anticipar con exactitud lo que habr de entender... La salvacin de Julin El segundo artculo centra la atencin sobre la historia del caso de un joven norteamericano negro, su familia y otras personas importantes dentro de su crculo de relaciones. Este joven norteamericano mata a su hermanita, y por tal motivo es llevado a una clnica psiquitrica. Gerry Lane es el autor de esta conmovedora historia, que nos hace preguntarnos junto con el autor, si se trata de una historia de terapia, ms bien que de una historia de poesa social. No obstante, el artculo deja bien claro que esta contraposicin no constituye realmente una cuestin de alternativas, y que poesa y terapia forman una unidad. A Gianfranco Cecchin, maestro de la terapia sistmica, le fue reservado hacer los comentarios pertinentes a esta historia. Asimismo, este ex-campen de la terapia sistmica nos muestra y explica su comprensin de las ideas preconcebidas encerradas en los distintos subsistemas que se han entretejido en este caso, y su visin del juego interactivo entre ellas.

Conduccin de la conversacin potica en las sesiones de terapia y las supervisiones Alfred Drees nos presenta un "abordaje potico" totalmente distinto. Dentro de un marco de referencia orientado ms bien a la psicologa profunda, nos ilustra como especialmente en los problemas psquicos severos como el caso de los enfermos de cncer, los pacientes de dilisis o las vctimas de actos de violencia recurrir a la fantasa con la mayor libertad posible, puede representar una valiosa ayuda. Como seala el autor, la fantasa hace posible nuevas vivencias sensoriales, con las cuales se abren opciones ulteriores de conversacin que estaran vedadas a un acceso puramente verbal. El mrito de Drees estriba en haber complementado la libre asociacin libre con la libre fantasa. Drees no le impone a este fantasear ninguna concepcin apriorstica de ndole terica, renunciando as al desarrollo de las interpretaciones que pudieran derivarse de all. En lugar de ello, aprovecha los efectos de la libre fantasa con el propsito de poder conversar con sus pacientes ms fcilmente sobre temas sensibles. Ms de lo mismo, pero algo diferente

Finalmente mi colega Roswitha Schug y yo, en nuestro artculo "Ms de lo mismo, pero algo diferente!" describimos un procedimiento que hemos venido aplicando exitosamente en distintos contextos desde hace diez aos, y al que hemos dado en llamar consulta reflexiva. Si se desea puede calificrsele como "supervisin con un equipo de reflexin". Pero ah no acaba su rica complejidad. En la consulta reflexiva se da tambin participacin en la conversacin, por ejemplo, a los llamados usuarios terminales (clientes y terapeutas, que solicitan supervisin) junto a los miembros de su familia. Una de las preguntas ms importantes que se plantean en relacin con estas formas de conversacin tan complejas es la siguiente: Cmo podemos organizar conversaciones en las que todos los participantes tengan voz, sean escuchados, y cada cual pueda reflexionar sobre lo que oye? Nuestra experiencia nos ha llevado a la conviccin siguiente: si junto con aquellos que acuden a consulta, se logra establecer estas condiciones bsicas de manera constructiva, se produce una ptima estimulacin de los procesos poticos a que hemos hecho referencia. kd

La poesa social de la conversacin teraputica Inventarse a s mismo mediante una reflexin comprometida con la relacinKlaus G. Deissler Soy escritor, y ello no es slo una profesin, sino la determinacin de ver al mundo como lenguaje. Gnter Eich Introduccin En las exposiciones que siguen, lenguaje y conversacin se describen como procesos de construccin dentro del acontecer social. De este modo, se sustenta el criterio de que los procesos sociales se realizan a travs del mutuo hablar de unas personas con otras, es decir, la conversacin. En ese mutuo hablar podemos diferenciar entre la comprensin recproca y la construccin en comn (invencin). Las conversaciones teraputicas son una forma particular de estos procesos sociales. En estos procesos el comprender y el construir se organizan en torno a los problemas de los clientes que cuentan una historia. Esta historia pueden caracterizarse de la forma siguiente: "Yo, mi problema - y los otros", o tambin, "Nosotros, nuestro problema - y los otros. La tarea teraputica consiste en entender a travs de la conversacin las descripciones que los clientes dan de sus problemas, y abrir nuevas descripciones con nuevas posibilidades a travs de la conversacin. As, el dilogo teraputico contribuye a la auto-invencin de los clientes (Deissler 1997). Mis explicaciones persiguen contribuir a la comprensin de estos procesos dialogsticos. Hablar unos con los otros: dilogos en dilogo No resulta particularmente ocurrente ni tampoco especialmente novedoso, entender el "mundo" como una red de dilogos simultneos y secuenciales, que se hallan a su vez en dilogo unos con otros (vase p.ej. Gadamer 1986, Rorty 1989, Shotter 1993, Gergen 1994). Con estas conversaciones parcialmente enlazadas entre s, se busca entender, re-crear, transformar, y gobernar las realidades. En la actualidad esta concepcin es representada por los defensores del construccionismo social. Esta concepcin postula que no vemos al mundo a travs de pticas biolgicas, fisiolgicas y psicolgicas (lentes, espejuelos, colores), sino que entendemos y formamos nuestro mundo de relaciones, hablando unos con otros (Deissler 1996). Esto ha sido expresando en dos frases famosas: "el ser que puede ser entendido, es lenguaje" (Gadamer 1986, pg. 478), y "Communicamus, ergo sum" (Gergen 1994, pg.VIII). Ahora bien, pueden distinguirse diferentes tipos de dilogos. Por ejemplo, los dilogos cotidianos que tienen lugar en el bar, en las compras, o en el encuentro casual con un alguien conocido. Hay dilogos con un propsito bien definido, como es el caso de las negociaciones de venta, las discusiones de tarifas, o los juicios orales. La variedad de formas de conversacin

es quizs tan interminable como las posibilidades de comunicacin humana. Un tipo particular de esta forma la hallamos en las conversaciones teraputicas. Parafraseando a Gnter Eich, y siguiendo el hilo de las reflexiones anteriores, podemos afirmar lo siguiente: si uno toma la determinacin de ejercer la profesin de psicoterapeuta, toma por ende la decisin de ver el mundo3 como dilogos y describirse a s mismo como parte integrante de estos dilogos. Saludar a un cliente y pedirle que exponga los motivos por los que ha acudido a la consulta, no es un mero floreo teraputico, sino ante todo el requerimiento de que narre una historia que ponga de manifiesto cmo el narrador o narradora describe su problema, qu relacin guarda este problema con relacin a otras personas, y qu posibilidades de desarrollo ven los clientes, entre otras cosas. Es decir, al comienzo de una relacin teraputica se halla siempre el requerimiento de explicarse a s mismo en y a travs del habla, en tanto cliente y terapeuta sostienen una relacin de intercambio en la conversacin. Puede decirse que la historia del cliente puede ser concebida en primer lugar como una narracin en primera persona Yo, mi problema y mis relaciones con los otros..." Si varios clientes describen el mismo problema, se crean varias historias con respecto al mismo, se producen diferencias, y los interlocutores por ejemplo, los terapeutas contribuyen con sus preguntas a que las historias se abran en abanico, contrasten, y creen nuevas posibilidades de percepciones en el curso de una o ms conversaciones. En particular cuando se hallan presentes varios clientes y colegas aunque tambin en el caso del llamado monlogo se puede concebir el dilogo (teraputico) como una secuencia de dilogos que se suceden, y producen comentarios y reflexiones uno sobre el otro, dando lugar a mltiples significados y con ello al desarrollo de distintas percepciones de las historias. Estos dilogos dentro de una conversacin y las conversaciones en dilogo unas con otras abren as una rica gama de posibilidades de comprenderse a s mismo y las relaciones con otros en el pasado, el presente y el futuro, as como de opciones de acciones presentes y futuras, de modo que uno pueda construir desde una nueva perspectiva su propio yo y sus relaciones con los dems. En otras palabras: en los dilogos y a travs de ellos se crea muestro mundo de relaciones. Momentos poticos en las conversaciones A todos nos es familiar el fenmeno siguiente: hablamos con alguien por quien sentimos gran aprecio y con quien tenemos una relacin de confianza. Despus de la conversacin nos sentimos mejor, y le decimos al interlocutor o quizs slo a nosotros mismos: "Fue una buena conversacin." En este punto se suscita una pregunta: Qu es bueno en los dilogos de la vida diaria, o cuando estos tienen xito? He dedicado largas meditaciones a esta cuestin, he conversado al respecto con colegas y amigos, y finalmente he llegado al convencimiento de que las conversaciones de la vida diaria resultan buenas cuando los participantes sienten que hay en ellas algo que les hace progresar. Tales conversaciones permiten comprenderse mejor el uno al otro, penetrando en lo que se nos cuenta, y desarrollando finalmente un entendimiento creativo que abra nuevas posibilidades para el futuro. Las conversaciones permiten que uno se entienda a s mismo en su relacin con otros en el pasado y el presente, y que uno pueda construirse a s mismo en su relacin con otros mirando al futuro. En resumen, estas conversaciones hacen posible dos cosas: una (auto-)comprensin intelectiva, y una (auto-)comprensin creativa (auto-

construccin comprensiva). A los momentos en que esto ocurre, les llamaremos momentos poticos de la conversacin4. Quisiera explicar esto mediante un ejemplo. El seor Kern5, que viva en una urbanizacin en los contornos ms apartados de Marburgo, acudi a m para una conversacin teraputica. Me refera que su esposa estaba descontenta con l y lo haba enviado a la consulta de psicoterapia. A la pregunta de si l mismo considera necesaria la terapia, reaccion de forma evasiva, diciendo que estaba indeciso, tanto ms cuanto que ya tena algunas sesiones de terapia detrs. Refiri, adems, que su mujer era dominante, ganaba ms dinero que l, y que l de cuando en cuando hua de la estrechez de esa relacin. En tales ocasiones, se perda por varios das, y slo se comunicaba con los familiares cuando se quedaba sin dinero. Durante el tiempo de su ausencia, su mujer nada saba de l. Adems, mientras ms tiempo estaba fuera de casa, tanto ms pesado se le haca presentarse de nuevo ante ella. Por tal motivo era muy lgico que su mujer se mostrara airada y descontenta a su regreso. El seor Kern sigui contando sobre su vida profesional, su posicin insegura frente a s mismo como persona, y algunos rasgos negativos que l mismo, su mujer, y otras personas le haban notado. A mi pregunta sobre si no tena tambin aspectos positivos que resaltar, se refiri a algunas caractersticas positivas que l mismo se vea, pero que otros posiblemente las notaban menos. Cuestionado sobre si con el tema tratado estbamos en el rumbo correcto, o si la conversacin iba por un camino equivocado, respondi que nos hallbamos en la antesala de la "problemtica". Esto cambi tan pronto como comenzamos a abordar su "problema" de modo positivo. Le invit a considerar que en todo caso slo nos habamos aproximado al "problema", y que juntos podamos hallarle una solucin, si podamos por ejemplo ver sus "escapadas" tambin como algo positivo. As, nos adentramos en el tema de si para algunos hombres tales "desapariciones" representaban perodos de bsqueda de aventuras erticas. El seor Kern convino en que era as, y dijo que ese pudiera ser tambin su caso. Aadi que este era un tema sensible para l, y que ahora ya nos encontrbamos en el centro de la problemtica. Este ejemplo sencillo pone en claro como una comprensin intelectiva y el entendimiento creador que le acompaa conduce a nuevas reas de conversacin. El momento potico consiste en que se hace posible un entendimiento nuevo en comn, abrindose de este modo para los interlocutores nuevas posibilidades de conversacin y con ello de acciones. As, el dilogo se transforma a s mismo, transformando a su vez a los participantes. Parto del criterio de que estos momentos poticos estn presentes en todas las conversaciones cotidianas. Toda conversacin - ya sea con vecinos, amigos, o, digamos incluso con el taxista - es portadora de tales momentos poticos. De nuevo, la psicoterapia se diferencia de los dilogos de la vida diaria, entre otras cosas, por el hecho de que en esta forma de conversacin se eleva o concentra la frecuencia de aparicin del momento potico. Esto guarda relacin, entre otras cosas, con el hecho de que clientes y terapeutas se comprometen en la bsqueda de la solucin del problema como parte del dilogo que sostienen en comn. A esto podramos llamar, por tanto, una actividad comprometida con la relacin.

La poesa social una perspectiva teraputica Ahora bien, con el objeto de explicar con ms detalles cmo se verifican tales procesos, quisiera en este punto retomar un par de ideas, que ya he formulado en alguna otra parte6: "Relationship precedes" (es decir: "la relacin precede"). Sirva esta cita de Bateson para introducir la siguiente seccin. Formulada en un taller efectuado en Colonia en 1979, la cita no ha perdido en nada su actualidad. Por el contrario: para m simboliza el corazn mismo de la concepcin basada en el lenguaje, que yo represento, y a la que califico como potico-social (vase a Shotter, 1993, 1995, 1997; Deissler, 1997; Deissler y Zitterbarth 2000, en este libro). Qu significa esto en particular? Para responder esta pregunta, quisiera primeramente examinar con detenimiento el concepto "relacin". Existen dos posibilidades de relacionarse. Por un lado, podemos discutir, tratar, dialogar, etc. En resumen: podemos hablar unos con otros. Por otro lado, podemos trabajar juntos, cooperar, colaborar, etc. En otras palabras, podemos actuar en conjunto. Para contrarrestar la impresin errnea que pudiera derivarse de esta contraposicin, es necesario enfatizar que hablar y actuar han de considerarse partes complementarias en la configuracin de la relacin, y no elementos divorciados entre s. Por medio del lenguaje, distinguimos entre hablar y actuar. Esta diferencia se puede por otro lado neutralizar tambin (mediante el lenguaje). En este caso integramos las actividades que habamos visto por separado: hablar unos con otros, unido al actuar en comn, se definen entonces como comunicarse o relacionarse. El "construccionismo social" (Gergen 1994) hace suyas estas ideas, desarrollndolas y extendindolas al campo de la psicoterapia (McNamee y. Gergen 1992; Anderson 1997; Deissler 1997). Conversar se concibe aqu como componente fundamental, productor de significados, de la construccin social de la realidad. Algunos postulados del construccionismo social resultan muy tiles para la conversacin teraputica. El concepto de poesa social representa entonces un intento por aplicar los cuatro enunciados siguientes de forma concreta a la prctica psicoteraputica: 1. En la comunicacin es decir, en la conversacin se producen construcciones sociales, en particular las formas del saber y de la produccin de significados (interpretacin). Las conversaciones pueden considerarse como la fragua del saber y de toda clase de construccin social. 2. Si se quiere describir el proceso de comunicacin, entonces quizs desde el punto de vista lingstico, no se podr menos que recurrir a determinadas premisas de la comunicacin, y pudiera decirse que estas premisas se necesitan para poder tomar parte en la comunicacin. Estas premisas podran ser, por ejemplo, los "aparatos biopsquicos-cognitivos" del ser humano en comunicacin. Queda el hecho de que trminos como "aparato cognitivo", entre otros, son de por s el resultado de procesos lingsticos y por ende socio-construccionistas. En otras palabras, las premisas mismas son construidas socialmente. 3. Del mismo modo que construimos nuestra realidad social hablndonos unos a otros,

oyndonos unos a otros, y actuando juntos, as mismo la percibimos tambin a travs de y dentro de estas actividades, las cuales se encuentran socialmente unidas entre s. No obstante, estas actividades nos unen y a la vez nos separan. As, producimos semejanzas y diferencias con respecto a las ideas, historias, concepciones y significados que desarrollamos en nuestra conversacin. 4. La existencia social de los conceptos tiene que ser vista en dependencia directa de su uso en las conversaciones. En otras palabras: un concepto slo alcanza su significado posiblemente pasajero y su esfera de validez por algn tiempo, en la medida en que se emplea, refleja e interpreta en las conversaciones o dilogos. Se trata de un proceso ininterrumpido, limitado en tiempo y espacio, que se inserta en determinadas "formas de vida" (vase Wittgentstein 1984). As, son tres los postulados de la poesa social de las conversaciones teraputicas: 1) Una conversacin teraputica describe un proceso de construccin dialgico (verbal). 2) Este proceso de construccin verbal tiene lugar en particular con ayuda de diferencias producidas en la conversacin. a) Estas diferencias pueden oponerse, unirse o complementarse, y pueden ser parcialmente o totalmente idnticas entre s. b) Los lmites entre las diferenciaciones producidas verbalmente pueden ser borrados poticamente. c) El objetivo de una sesin teraputica consiste en permanecer en la conversacin, borrando los lmites entre proceso y objetivo. 3) El proceso de construccin (verbal) de una conversacin teraputica presupone una comprensin mutua. Esta comprensin se desdobla en un componente intelectivo y uno creativo, y desemboca en un momento especfico de creacin que puede ser novedoso y sorprendente (no predecible)" (Deissler 1998, pg. 135). Quisiera ilustrar esta concepcin mediante un caso (Deissler 1998, pg. 136 y siguientes). "Se trata de una mujer sola con sus tres hijos, que viva en una pequea ciudad al pie de Westerwald. Su esposo haba muerto de cncer haca ya aproximadamente diez aos. Poco antes de que su marido muriera haba acudido a consulta con l, y asisti todava a un par de sesiones ms tras el deceso del esposo. Alrededor de ocho aos despus, vino con uno de sus hijos, que ya tena diecisis aos de edad en aquel momento. El muchacho presentaba problemas sociales en la escuela. La consulta a causa de este problema tom tres sesiones. Cerca de dos aos despus, la mujer vino de nuevo con motivo de la muerte de su madre, y aqu comienzo el breve relato de esta ltima consulta. La seora Taubert7 contaba que desde haca algn tiempo vena sintiendo mucha ira contra los hombres. Aprovechaba cuanta ocasin se presentaba para detectar comportamientos "machistas" en los hombres, desenmascararlos con agresividad femenina, y ridiculizarlos de ser posible en presencia pblica. Esta conducta suya evidentemente le diverta y a la par le

preocupaba. Gozaba poniendo al descubierto las prepotentes maneras masculinas, y haciendo comentarios sarcsticos sobre ellas, pero al mismo tiempo senta preocupacin por el trasfondo de su conducta. Esto se hizo evidente al hablar ella de sus fantasas sobre el inminente entierro de su madre. Dijo que lo que ms deseara en esa ocasin sera decirle a todos los presentes en el funeral que haba sido objeto de abuso sexual por parte de su padre y su hermano, en la actualidad agente de la polica, y que su mam haba encubierto tanto el comportamiento de su padre como el de su hermano. Ella se imaginaba la escena con los asistentes a las honras fnebres envueltos en lgrimas y llenos de ira, y finalmente acababa haciendo una sea a los congregados: les mostraba la mano cerrada con el dedo del medio enhiesto. En la conversacin teraputica y en las fases intermedias de reflexin se examin cuidadosamente si el comportamiento agresivo de la cliente en relacin con el abuso de su padre y hermano, por tanto tiempo callado, continuara del todo, y de qu forma. En tal sentido, la ira pareca en todo caso ocupar mucho ms espacio que cualquier forma de tristeza o desesperacin. Otro pequeo episodio de una de las sesiones en torno a este tema, fue el siguiente: la seora Taubert contaba que a menudo reciba la visita de una vecina con la que tena una relacin ms bien discordante. As, por ejemplo, se intercambiaban regalos, pero por otra parte la vecina era dada a observarla a travs de la ventana desde su casa de enfrente y criticarla por vivir sin marido. Cuando la vecina en cuestin le hiciera recientemente una visita junto a otra vecina, y ambas le sealaron que en su casa faltaba el elemento masculino, se sinti presa de sentimientos malsanos, los cuales defini como "rechazo e ira". Inicialmente no encontr mucho sentido a esta historia con respecto al problema declarado. La seora Taubert contaba que su vecina, en primer lugar, era a menudo apaleada por su marido alcohlico; en segundo lugar, que ocultaba los moretones que resultaban de las palizas; y en tercer lugar, que todo el vecindario conoca estos hechos, pero nadie hablaba de ello y mucho menos en presencia de la vapuleada vecina. En la fase de reflexin, que llev a cabo junto con una colega en presencia de la cliente, desarrollamos el tema de la posible conexin existente entre el silencio de la vecina, y el silencio de la cliente: en ambos casos se callaba una mala conducta masculina. Asimismo, se suscit el asunto de si acaso las dos no mostraban una actitud de proteccin frente a los hombres, y la seora Taubert en particular rechazaba en su vecina el comportamiento que no poda soportar en ella misma. Estos nexos fueron analizados reflexivamente como ya sealamos por el terapeuta y su colega en presencia de la cliente. No hay pretensin en cuanto a su verdad y objetividad, y representan simplemente una perspectiva que complementa la historia de la cliente. La cliente hizo silencio ante estas reflexiones por un rato, y luego se mostr cautelosamente de acuerdo con esta percepcin: "Puede ser que exista un nexo aqu". Se sinti entonces comprendida y concibi por s misma nuevas posibilidades de actuar, bien en relacin con la vecina, bien con respecto al entierro inminente de su madre. El escabroso tema del entierro, la fantasa cargada de ira y al mismo tiempo de preocupacin en relacin con el entierro, perdi importancia. Los lmites entre su "problema" y aquello que ella haba considerado como la solucin, se

difuminaron en parte (vase Anderson 1997; Deissler 1997) el asunto no tena razn de ser, por as decirlo, y no constitua ya ms un tema. La estimulacin en las conversaciones teraputicas supresin de los lmites construidos verbalmente Cuando se habla de tentacin, en trminos semnticos se piensa casi siempre en contenidos erticos y/o bblicos que los seres humanos se representan en situaciones en las que se sienten inclinados a hacer algo contrario a una tica dada8. Si hablramos de tentacin teraputica, caeramos en la red de interpretaciones religiosas y/o erticas de mltiples sentidos. No obstante, sigue siendo una tarea psicoteraputica estimular en los clientes aquellas tendencias parcialmente marcadas de su comportamiento, las cuales naturalmente estn tentados a realizar, y que constituyen para ellos una posible alternativa de conducta para sustituir una conducta problemtica. Por estimulacin psicoteraputica entendemos aqu el mostrar las tendencias, modos de hablar y maneras de obrar positivos, que an no han sido establecidos, pero que los clientes desean, y que son promovidas a travs de la atmsfera teraputica. As, podramos preguntarnos como podra construirse una situacin de estimulacin teraputica en el caso de un estudiante que se considera a s mismo inhibido para hablar, en la que ste se sienta inclinado a superar su inhibicin. La cuestin general puede formularse del siguiente modo: cmo se puede como terapeuta crear junto con los clientes contextos estimulantes, en los que los clientes tiendan a desarrollar nuevos modos alternativos de conducta y expresin, y como se puede promover este tipo de situaciones alternativas en colaboracin con los clientes? En la discusin de las ideas del constructivismo radical, se pona sobre el tapete el asunto de la relacin existente entre conocer y actuar. La tesis usual planteaba lo siguiente: cuando se acta con un propsito o se desea realizar una actividad con un sentido, debe antes haberse reflexionado bien o haberse llevado a cabo procesos cognoscitivos deliberados. Otra reflexin en el mismo sentido formulaba que cuando se desea decir algo, debe antes meditarse sobre lo que se quiere decir. En el marco de las ideas del constructivismo radical, Heinz von Foerster (1985, pg. 41) ha puesto estas reflexiones de cabeza, formulando a la inversa su "imperativo esttico", y desatando con ello algunas discusiones en nuestro campo. Von Foerster afirm: "Si quieres conocer, acta". Heinrich von Kleist formulaba desde una perspectiva actual socio-construccionista: "El pensamiento se produce con el habla". De modo similar, Harry Goolishian afirm: "Si deseo saber lo que pienso, tengo que hablar (con alguien)." Naturalmente hay tambin una tercera posicin segn la cual ambas cosas van unidas, y que discutir que sera lo ms importante o lo mejor, equivaldra a la disputa en torno al huevo o la gallina, y a la cuestin de qu es lo primero: el huevo o la gallina, o la relacin entre la gallina y el gallo.

De hecho el asunto de la relacin entre el conocer y el actuar individuales puede slo diluirse cuando nos adentramos en el campo social de la conversacin o del hablar unos con otros. Lo ms importante para el quehacer psicoteraputico es entonces cmo podemos tanto los clientes como los terapeutas hablar unos con otros, de modo que los lmites construidos (entre actuar y conocer) sean suprimidos. Como he tratado de demostrar, esto ocurre a travs de la poesa social del dilogo teraputico. Es decir, a travs de la conversacin teraputica se suprimen los lmites entre conocer y actuar individualmente. De esta manera se originan procesos dialogsticos poticos, que tienen lugar al menos entre dos personas. En estos procesos conversacionales confluyen, hacindose uno solo, el conocer, el actuar y el hablar. Si la conversacin teraputica logra tal confluencia puede concluirse que fue exitosa. Para que estos procesos poticos sean posibles en la terapia, pueden darse determinados pasos tiles, que en su conjunto he denominado estimulacin psicoteraputica (o tentacin), ya que tienen, por as decirlo, el arte de desencadenar y desdoblar los procesos poticos. En general puede decirse, que tales pasos tiles son ms una contribucin a la atmsfera de la conversacin que lo que prevn determinadas tcnicas. Como primer paso quisiera sealar la disposicin a dejarse impresionar por las palabras. Las palabras que pueden impresionar un interlocutor son aquellas que lo mueven a uno mismo. Una historia emocionante como parte de una conversacin, atraer casi seguro la atencin del oyente, y lo conmover. De ah que puede afirmarse que de estas conversaciones se sale distinto de cmo se entra. Si, por ejemplo, una muchacha de catorce aos cuenta en presencia de sus padres, que les tiene muy poca confianza, que confa ms en el terapeuta y de manera muy especial en una amiga por correspondencia a quien no conoce en lo absoluto, los participantes se sienten muy afectados, y salen de la conversacin distintos de como entraron. Como ilustra este ejemplo, el "dejarse tocar por las palabras" puede tambin significar arriesgarse a ser vulnerable, y a transformarse por ese medio. El encanto psicoteraputico, que desata emotivos momentos poticos en el que escucha, se puede desarrollar creando en la conversacin con los clientes diferencias apropiadamente inusuales9, encaminadas a la despatologizacin de aquello que hasta entonces haba sido visto como enfermizo o malo. Este es el sentido en el que han de entenderse los ejemplos clsicos, cuando se habla de "huelga de hambre" en lugar de "anorexia", "expresin fuertemente sentida que mueve a la compasin" en lugar de "agresividad", o "satisfaccin de un deseo irrefrenable" en lugar de "mana". Finalmente, la vieja controversia religiosa entre Zwinglio y Lutero, sobre si el pan de la cena representaba el "cuerpo de Jess", o si era realmente el "cuerpo de Jess", puede ser entendida como una discrepancia lingstica en relacin con el mapa/territorio de la diferenciacin (Deissler 1996)10. Ambos enunciados pueden verse como construcciones del lenguaje11 que tratadas lingsticamente, pueden separarse o unirse, segn el propsito con el que se las quiera utilizar. Slo al darlas a conocer como construccin verbal (conversacional) es posible su comprensin por parte de los interlocutores. De este modo la supresin de los lmites construidos lingsticamente entre digamos conocer y actuar, hablar y actuar, sueo y

realidad12, puede ser entendida como una exigencia de la estimulacin teraputica, que permite a los interlocutores de una conversacin comprometida con la relacin, cooperar en la solucin de problemas y descubrir nuevos modos de comportamiento. Asombrarse: Una actitud filosfica o teraputica? Si nos preguntamos qu actitud teraputica requieren los procesos poticos en la terapia, es necesario primeramente meditar con mayor precisin que se desea alcanzar con la actitud teraputica. Se requiere justamente algo como la creatividad en la conversacin, una magia que abre los espacios a nuevas posibilidades, y desvanece los lmites entre pongamos por ejemplo la realidad dura y la fantasa suave. Igualmente, deben por as decirlo destaparse posibilidades de pensamiento y accin para el futuro. Simplificando un poco, podemos decir que se necesita slo una actitud potica a fin de promover procesos poticos. Jostein Gaarder (1993) dice en su libro "El Mundo de Sofa", que todo lo que se necesita para seguir siendo un filsofo es tener la capacidad de asombro de los nios. Con ello quiere decir que es necesario conservar una actitud interrogante infantil, para plantearse los problemas centrales de la filosofa. Puede decirse que "la capacidad de asombrarse" de maravillarse" desata el deseo de querer entender lo que encontramos. Creo que esta disposicin a maravillarse, le hace bien igualmente a los procesos teraputicos, y da lugar a que no se acte como si por ser "experto en preguntas psicosociales" se supiera cosas sobre el interlocutor que no se pueden saber en lo absoluto. Antes de hablar con el interlocutor, slo se le puede abordar con ideas preconcebidas, prejuicios o entendimientos apriorsticos. A mi juicio, el maravillarse en el sentido teraputico est muy cerca de lo que Cecchin (1988) llamara "curiosidad", y Anderson y Goolishian (1992) calificaran simplemente como "no saber". Esta capacidad de asombrarse contiene la disposicin para reconocer como nuevo en una conversacin aquello que todava no se ha odo, y por consiguiente no se puede saber en lo absoluto13, y conservar el asombro sobre aquello que parece conocido. Adems, contiene la disposicin a reconocer que un ser humano nunca puede llegar a ser comprendido totalmente, por lo cual hay que estar listo para preguntar por aquello que no se ha comprendido todava (Gadamer 1996), en la medida en que los interlocutores estn dispuestos a hacerlo. Finalmente, este maravillarse guarda de cierta manera relacin con el afecto hacia los interlocutores. Este afecto dentro del contexto teraputico tiene poco que ver con el amor carnal o la seduccin ertica. El mismo expresa el inters en aquello que los interlocutores tienen que contar, y la disposicin a interesarse y comprometerse en el contenido del dilogo y las relaciones circundantes, como parte de la conversacin. Esto significa que tiene que existir ante todo la disposicin a escuchar (Levin 2000, vase artculo en este libro). Slo cuando se da tambin esta condicin, se abre la posibilidad de reflexionar sobre los contenidos de la conversacin, crear nuevos significados y descubrir nuevas posibilidades. De aqu se sigue que la capacidad de asombro puede ser considerada como una postura teraputica de reflexin y compromiso con la relacin.

Esta postura puede ser "teraputicamente" utilizada promoviendo la estimulacin para adentrarse en nuevos terrenos, descubrir o inventar cosas nuevas, as como para abrir posibilidades para el futuro. A fin de ilustrar esta posicin de asombro, quisiera contarles algo acerca del seor Becker, un cliente a quien conoc al inicio de mi carrera profesional. El seor Becker14 era un hombre joven, aproximadamente de unos treinta aos. Trabajaba en una imprenta, y por entonces trataba de cambiar de puesto de trabajo, porque le molestaba sobremanera el ruido intenso que hacan las mquinas de impresin con las que trabajaba. Lo escuch con un poco de desconfianza, y no le cre la historia del todo. Imagin que estaba tratando de que lo jubilaran, o ganar dinero de un modo ms fcil, sin admitirlo abiertamente. Mi desconfianza en todo caso al principio de la terapia no fue expresada verbalmente, en tanto que l por su parte, con los temas que abordara en sesiones posteriores, segua ocultando sus intenciones. As, en las primeras sesiones de terapia tuve la impresin de que desconfibamos el uno del otro, y no entrbamos en el tema que "realmente" tenamos que analizar. Las cosas cambiaron drsticamente, luego que ocurri lo siguiente. El seor Becker tena la costumbre de saludarme con un fuerte apretn de manos al comienzo de cada sesin. El apretn era de tal magnitud, que siempre senta dolor en la mano derecha, aunque no dejaba que esto pudiera percibirse. En la cuarta sesin decid por mi parte imprimir tal fuerza al darle la mano que el seor Becker no pudiera menos que notarlo. Al saludarnos en esta sesin y darnos la mano, el seor Becker dijo percatndose del hecho y reflejando asombro: Caramba, pero qu apretn de manos tan fuerte!" Para mi sorpresa a partir de este momento pude tomarlo en serio (y l a m). Me result ms fcil dar crdito a sus historias y reconocer su propsito. En el sentido del lenguaje que venimos desarrollando, esto significa que el asombro mutuo por el "reconocimiento va apretn de manos", nos permiti adentrarnos en nuevas esferas de conversacin, dentro de las cuales tambin los temas que yo vea con suspicacia encontraron expresin verbal. La reflexin comprometida con la relacin: los sentimientos en la conversacin teraputica En la terapia sistmica clsica de familia, los sentimientos constituan un tab. Es decir, no poda hablarse de ellos. De ningn modo nos decan los maestros debemos preguntar por ellos. Los sentimientos eran entendidos, por ejemplo, como maniobra para mantener cierto equilibrio homeosttico. Si una madre lloraba durante una sesin teraputica, el padre se pona agresivo, y el hijo de catorce aos se retraa ms y ms en s mismo. Estos modos de comportamiento deban ser entendidos como maniobras individuales, encaminadas a recobrar el equilibrio, fuera de balance, de la familia. De este modo, la familia era concebida como un todo rgido y obligado a un determinado funcionamiento. A la luz del enfoque socio-construccionista y orientado a la relacin (Gergen 1994; McNamee y Gergen 1998) los sentimientos pueden verse y entenderse en una nueva perspectiva. Mi proposicin es que se les defina como ofrecimientos de relacin matizados

cualitativamente o invitaciones a determinadas formas de relacin15, que invitan a su vez a otros sentimientos (ofrecimientos de relacin) de los otros interlocutores que participan en la comunicacin. As vistas las cosas, la interpretacin prescriptiva del sentimiento cede el primer plano ms bien a la multiplicidad de significados, que se halla en correspondencia con la ambigedad de los sentimientos. En la reflexin sobre estos ofrecimientos de relacin (sentimientos) se da a su vez la posibilidad de entenderse y descubrirse a uno mismo, y a los otros participantes. El punto principal de este enfoque consiste pues en la multiplicidad de modos posibles de entender y de oportunidades de desarrollo. As se transfieren en primer lugar no las estructuras o funciones con sus limitantes, sino los procesos de relacin con sus posibilidades. Los sentimientos adquieren pues su verdadero valor en la poesa social: ellos representan una contribucin al espacio de posibilidades que la conversacin teraputica abre. Un nuevo caso nos servir para explicar esto de manera concreta. En una familia de tres miembros se produjeron una serie de conflictos, cuando la hija una muchacha de quince aos quera llegar a la casa ms tarde de lo que sus padres le permitan. El padre tena un certificado mdico debido a una enfermedad cardaca, y ya estaba en discusin si se le deba someter a peritaje mdico para un retiro temprano. La disputa por el comportamiento de la hija comenz una escalada en la misma medida que el padre trataba de impedirle quedarse hasta tarde fuera de casa, recurriendo al problema de la enfermedad cardiaca. Finalmente se dio a amenazar a su hija: "Si sigues regresando a casa ms tarde de lo que te decimos, vas a cargar con la culpa si me muero de un infarto". La situacin pareca no tener salida: los padres y la hija seguan testarudamente aferrados cada cual a su posicin. Las cosas tomaron un rumbo distinto de repente, cuando en una de las sesiones individuales, habl con el padre sobre su "amenaza de muerte" ante su hija. El sostena con plena conviccin que su posicin con respecto a su hija era correcta, y que tena derecho a amenazarla con el asunto de la muerte por infarto cardaco. Mientras lo escuchaba sent una sbita indignacin que se haca tanto mayor, cuanto ms el padre insista en mantener aquella actitud. Finalmente, termin olvidando todo cuanto haba aprendido sobre neutralidad, curiosidad, apariencia de desconocimiento, etc. como postura teraputica. Entonces, no pude ms y estall: Pero cmo va usted a escudarse en su muerte para amenazar a su hija? Eso me parece indignante. O es que acaso usted quiere ser responsable de que en caso de que usted muera su hija desarrolle un sentimiento de culpa del cual no pueda librarse sino hasta su propia muerte?". El resto de la sesin discurri con ms tranquilidad. Not como yo mismo desarroll sentimientos de culpa en relacin con mi cliente, por haberme exasperado de tal manera: No se sentir muy excitado? (Ser yo quien finalmente sea culpable de su infarto?)". Reflexionamos entonces sobre todo el proceso, incluyendo mis sentimientos de culpa, y acordamos que la madre deba acudir la prxima vez que nos reuniramos. Despus de acabada la sesin, no me senta muy bien conmigo mismo, y esper a la sesin con la madre, no sin cierto sentimiento de angustia. Sin embargo, para mi sorpresa, llegado el momento, la madre inform que el problema con su hija estaba prcticamente superado, y que todos los miembros de la familia se estaban entendiendo mejor. La terapia termin despus de otra sesin con los padres en armona. Cmo podemos entender el proceso teraputico descrito sobre la base de las reflexiones hechas hasta aqu? Sin duda la expresin de mis sentimientos puede calificarse de

comprometida con la relacin. Este compromiso con la relacin abri nuevas posibilidades de accin a travs del hecho de que mis propios sentimientos de culpa con respecto a la indignacin que sent frente al padre, pudieron ser objeto de reflexin junto con l. As vistas las cosas, fueron los sentimientos apasionados, o lo que es igual, los ofrecimientos de relacin de ambas partes (padre y terapeuta) los que hicieron posible una reflexin comprometida con la relacin. En el contexto de nuestra discusin esto significa finalmente que la reflexin comprometida con la relacin contribuye a la poesa social de la conversacin teraputica, y promueve la praxis esttica de la terapia, al igual que todos los otros componentes referidos de la poesa social de la conversacin teraputica.

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La salvacin de Julin Una historia potica o teraputica?Gerry Lane y Gianfranco Cecchin Introduccin El modelo mdico de la psiquiatra considera las ideas extravagantes, el lenguaje metafrico, y las experiencias visionarias y clarividentes como signo de enfermedad psquica. De este modo, el lenguaje potico expuesto a la observacin de la psiquiatra tradicional, podra ser tomado como signo de locura. Este captulo describe como un adolescente negro potico y excntrico con ayuda de sus terapeutas y el pastor, introdujo la poesa social de la Iglesia negra del Sur en el hospital psiquitrico tradicional. Por tal motivo, el joven fue diagnosticado como loco y perverso. No obstante, la cooperacin verbal entre los terapeutas, el paciente, el pastor y la madre permitieron la construccin de una narracin viva, que finalmente disolvi la tremenda historia psiquitrica de la enfermedad mental. La historia de Julin Conoc a Julin en la consulta de un hospital estatal de un estado sureo vecino. Julin, de 14 aos de edad, negro, viva con su madre, dos hermanas y dos hermanos en una pequea ciudad costea, situada aproximadamente a 20 millas del hospital. Erma, la madre de Julin, trabajaba como sirvienta en una casa. Para poder trabajar, encargaba a Julin el cuidado de sus hermanos y hermanas menores mientras estaba afuera. Viva en una comunidad de edificaciones venida a menos y de poco prestigio, dentro de aquella ciudad. Cada uno de sus hijos e hijas tena un padre distinto. Ninguno de estos padres era parte de la vida de los nios, excepto uno que viva en la misma ciudad. All era conocido principalmente por su aficin a la bebida, y sus altercados con la polica. Bay Bluff era una tpica ciudad surea, pequea, de costumbres rurales, y todava escindida por su historia de racismo. El principal refugio de esta familia era la Iglesia Bautista Ebenezer, donde reciban apoyo dos veces por semana. El Reverendo Luther B. Kimbrough haba sido pastor de la Iglesia Ebenezer hasta principios de los aos 50, y haba tomado parte activamente en el movimiento por los derechos civiles de la dcada del 60. Era un hombre de enorme estatura, y muy elocuente en la proclamacin del mensaje evanglico. El Reverendo Lutero como le llamaban en su comunidad se gan el respeto de todos los que se entendan a s mismos como parte de Ebenezer, y cuando se le escuchaba en oracin, se creera estar oyendo la versin de un blues por John Lee Hooker. Asimismo, la sociedad blanca educada le respetaba por el trabajo que haca. Como ocurra con la mayora de las familias en estos tiempos, la madre de Julin haba inculcado a sus hijos la desconfianza frente al poderoso sistema blanco, y esto tuvo un efecto profundo en Julin y sus relaciones con los blancos. La madre de Julin se haba pasado la vida fregando para "los blancos", y limpiando y ordenando detrs de ellos.

Un da, mientras Erma estaba en el trabajo, Julin que cuidaba la casa se sinti molesto por el llanto a gritos, constante e incontrolable, de su pequea hermana, y decidi ponerle una almohada en la cara para ensordecer sus gritos y hacer que se durmiera. Al regresar Erma a la casa, enloqueci al encontrar a su pequea beb muerta en la cama. Su comportamiento dio lugar a que los vecinos llamaran a la polica, que se present de inmediato en medio del caos. Julin, temeroso, se haba amurallado tras del closet, donde la polica dio con l despus de un rastreo. Cuando la polica lo interrogara, Julin admiti haber sostenido la almohada en la cara de su hermana, pero neg saber nada de su muerte. La polica lo arrest, y lo condujo al centro de reclusin de menores. All, la conducta de Julin fue de retraimiento. Cay en un estado depresivo, casi catatnico. El juez instruy que se le hiciera un examen psicolgico, y el resultado del examen fue plasmado en una certificacin que recomendaba que Julin fuese trasladado a un hospital psiquitrico para un ulterior examen y tratamiento. Fue all donde encontr a Julin por primera vez.

Una historia potica o teraputica? Dos veces por semana, yo efectuaba una sesin de terapia de grupo en la que Julin participaba. Uno de los vigilantes del piso me inform que haba notado que Julin mostraba gran inters por la biblioteca del hospital, en particular por los libros de la historia de Egipto. Desde que estaba en segundo grado, ese era el primer inters de Julin en relacin con cualquier cosa que fuese acadmica. Su inters por la historia de Egipto era tan grande que rechazaba todas las restantes actividades. Tambin haca caso omiso de los consejos de sus maestros, estimulndolo a ampliar sus intereses. En mi primera tarde de trabajo con el grupo, Julin se present como Faran y habl sobre las dificultades que afrontaba con la construccin de las pirmides. Se refiri a lo difcil que era dirigir a los esclavos, y forzarlos a trabajar. Dijo entonces gritando: "Soy severo y despiadado y tengo que forzar a estos negros haraganes, buenos para nada, a que hagan su trabajo". Luego se puso de pie con un papel en sus manos, y dijo: "He desarrollado mis propios jeroglficos, y slo la familia real puede entenderlos". Dicho esto, comenz entonces a hablar una jerigonza ininteligible. A mi pregunta sobre qu era lo que estaba diciendo, respondi: "Slo la familia real entiende lo que digo". Acto seguido le pregunt si en el hospital haba alguien que fuese de la familia real, con quien l pudiera hablar. A esto respondi: "Las nicas personas en el hospital son ustedes, blancos de mierda, que me tienen aqu preso, y eso vale tambin para t, negro de mierda, que te crees blanco. Los nicos de la familia real que conozco son el Reverendo B. Kimbrough y mi madre." Le pregunt a Julin si me permita conocer a los nicos miembros que l conoca de la familia real, y me respondi: "Bueno, eso es cosa de ellos". Poco despus de la sesin, me reun con el grupo de vigilantes y el staff, para discutir lo que haba pasado. Un vigilante me culp de haber permitido a Julin controlar al grupo con su estpido parloteo psictico. Otro miembro del staff dijo que sentan que el asunto era ahora ms fcil, por cuanto finalmente haban sido testigos de una prueba de la esquizofrenia y despersonalizacin de Julin. Senta que eso explicaba porque Julin estaba lejos de la realidad

en el momento en que mat a su hermana. Mi impresin de lo que haba pasado, era bien distinta. Para m estaba claro que Julin se estaba comunicando metafricamente. Al identificarse con el faran, estaba comunicando la opresin que senta en el hospital, y el poder que el staff ejerca sobre los pacientes, as como la relacin amo-esclavo entre blancos y negros, que era parte de la realidad de su familia. La impotencia que senta era slo mitigada por su capacidad para identificarse con el faran algo que le confera un sentimiento de dignidad. Se destap mi curiosidad por saber ms de la historia de Julin, y en qu medida su inters por la historia de Egipto corresponda a su propia realidad. Ese fue el comienzo de una historia impactante. En los encuentros que siguieron con Julin, el muchacho se present ante m como si hubiera sido uno de los esclavos que participara en la construccin de las pirmides, y me contaba de su frustracin por su incapacidad para complacer a su maestro de obra. Esto representaba un cambio drstico con respecto a su papel como faran. Este nuevo papel me pareca una seal de que Julin haba perdido cualquier sentido de poder o control que pudiera haber tenido anteriormente. Tambin percib que se senta frustrado por estar institucionalizado, y recluido como enfermo mental, por el momento. Yo hablaba sobre Julin con algunos de los colegas del equipo del hospital, y especialmente uno de ellos observaba fascinado la aficin de Julin por la historia de Egipto. El colega perciba que Julin se identificaba con la miseria de los esclavos en Egipto, y por primera vez tom conciencia de la larga vida de la historia de la esclavitud, es decir, del hecho de que la esclavitud haba estado siempre ah, y que los perjudicados no tenan otra alternativa que sufrir impotentes esa tortura en este mundo. As fue entonces, y ese ser posiblemente siempre la forma y modo en que el mundo funcione un mundo en que la vida se presenta dura y sin esperanza. En el rol de faran, Julin poda experimentar una sensacin de poder y bienestar, que de otro modo sera algo imposible en su vida. Pero algo ms ocurrira: Julin se dio cuenta de la fuerza de sus representaciones, y de como la creacin de su propia realidad mitigaba y calmaba sus dolores. Todo esto se me hizo evidente, a medida que escuchaba a Julin con respeto, y construa con l una relacin de confianza. El jefe de psiquiatra y el supervisor del departamento ya haban decidido que Julin era esquizofrnico, y estaban por consiguiente obligados a prescribir altas dosis de medicamentos antipsicticos. Julin rechazaba los medicamentos y haba que atarlo por ratos para poder administrarle las inyecciones. Al regresar al grupo en las semanas siguientes, hall a Julin en estado de absoluta languidez debido al embotamiento por las drogas. Me molest por lo ocurrido. No pudiendo expresar mi ira (ya que la administracin de los medicamentos se consideraba seriamente como el nico tratamiento responsable que los psiquiatras podan aplicar a los esquizofrnicos), me sent frustrado, e incapaz de dar otra opinin distinta de la del equipo. De este modo, vi arruinada mi oportunidad de ayudar a Julin. Tambin sent que no podra continuar mi trabajo con Julin, si no estaba de acuerdo con el diagnstico que haban hecho. Mi tarea siguiente fue comenzar sesiones de terapia de familia con la madre de Julin. Habl con ella por telfono, y acept a regaadientes encontrarse con Julin y conmigo. En nuestro primer encuentro abraz a Julin, y ambos lloraron abrazados.

Luego Erma dijo: "Con ayuda de Jess y el Reverendo Kimbrough, yo te pudiera perdonar, hijo mo. Yo s que tu no quisiste matar a tu hermana." Entonces me mir llena de odio y dijo: "Quiero a mi hijo fuera de aqu. Donde tiene que estar es en su casa conmigo. No tengo confianza en ustedes los blancos como para que cuiden de mi hijo. Qu es lo que hay con l? Parece un zombi. Qu clase de mejunje me le han dado?" Mi respuesta fue: "Seora Johnson, el doctor Fridgheart tiene a Julin bajo toracina, y esos son los efectos colaterales del medicamento. No tengo autorizacin para dar de alta del hospital a Julin." Erma, fuera de s, dijo: "Quin entonces puede soltar a mi hijo?". El director oy el alboroto, y entr en el cuarto. La histeria se hizo cada vez mayor, y a Erma se le pidi que abandonara el hospital, so pena de arresto. Durante todo el episodio, Julin la pas hecho un ovillo, en posicin fetal sobre el sof. Senta la desesperanza de no poder recuperar nunca ms su vida, y se daba cuenta de que su propia madre, que siempre haba velado por l, no poda ayudarlo. Julin mostr un retraimiento an mayor. Rehusaba los alimentos. Se hunda ms y ms en su propio abismo. Comenz a amenazar con el suicidio. Exiga desesperadamente ver a su mam. La direccin del hospital y el Dr. Fridgheart se sentan intranquilos por miedo de que Julin pudiera realmente llevar a cabo su amenaza de suicidarse. Teman que el hospital tuviera que cargar con la responsabilidad de esa muerte, por no haberle permitido ver a su madre. De inmediato se telefone a la seora Johnson, invitndola de nuevo a visitar a Julin. A esta llamada, la seora Johnson respondi:"Ir slo de nuevo, si el Reverendo Luther B. Kimbrough me acompaa. Julin necesita ahora de la mano del buen Jess". Yo acept aquella condicin, sin consultar a nadie de la direccin del hospital. Unos das despus, se present la seora Johnson en compaa del Reverendo Kimbrough en el hospital. Julin y yo les esperbamos en la sala de terapia familiar. Comenc a conversar con ellos sobre la historia de la relacin de Julin y su madre. La reaccin a mi discurso fue un silencio "altisonante". Nadie quera hablar. Finalmente, el Reverendo Kimbrough rompi el silencio, diciendo: "Quizs yo pueda ayudar en este aspecto. Primero vamos a tomarnos de las manos para tener un momento de oracin". Aquello me tom totalmente por sorpresa. Mi sesin de terapia se convirti de repente en un devocional. Quizs aquello era lo que necesitbamos para romper la frialdad de aquel silencio, en el que me haba sentido tan impotente. Me alegraba dar al bondadoso Reverendo Kimbrough la oportunidad de hacer valer aqu la fuerza de la iglesia negra para curar el dolor y la pena. Criado en el delta del Mississippi, yo mismo estaba muy familiarizado con la fuerza de la iglesia negra, y su capacidad para curar. El Reverendo Kimbrough, enorme y vigoroso, tom a Julin de su pequea mano, y comenz a orar: "Jess amado, sabemos que T amas a este joven, y que ya les has perdonado lo ocurrido. Su sufrimiento ha sido ya bastante, y ahora debe saber que T le amas, y le perdonas. Dale fuerza para que te deje entrar en su corazn, para que te invite a su corazn, y para que sepa que T amas a cada uno de nosotros como a ti mismo. Necesitamos saber que todos somos bienvenidos delante de ti, y nos es preciso tu amor incondicional para nuestra realizacin plena. Oh, Jess amado, sta, tu oveja extraviada te busca! Julin, puedes ahora

pedirle a Jess que te perdone?". Julin dijo: "Por favor, perdname, Jess. Yo no quise matar a mi hermana. Jess, lo siento". Las lgrimas comenzaron a correr por su cara. Alc la vista, y vi lgrimas en los ojos de todos. Un aura invisible de curacin se apoder de aquella habitacin. Al percibirla, comenc a llorar. Senta que el Reverendo Kimbrough era un poderoso Chamn que haba realizado un ritual de curacin. En los 15 meses siguientes, nos reuniramos Julin, Erma y yo con el Reverendo Kimbrough. Yo haba decidido dejar correr el proceso sin hacer terapia tradicional. Aqu obraba algo ms poderoso de lo que yo o el tratamiento hospitalario podramos ofrecer, algo que se avena con la cultura negra del sur. Yo asuma una suerte de postura tipo Zen para crear un espacio dentro de un contexto psiquitrico tradicional, en el que pudiera promoverse una curacin espiritual. El director del hospital y el Dr. Fridgheart me preguntaron por qu permita que el pastor participara en las sesiones, y les expliqu que el Reverendo se haba convertido en un sustituto del padre de Julin, lo cual sorprendentemente aceptaron. Tras seis meses de encuentros (regulares), Julin abandon sus papeles de faran y esclavo. Haba incluso hecho una oracin de remisin de los pecados, pidiendo que fueran perdonados el hospital y la direccin por las penas y dolores que le haban ocasionado y por haberlo retenido all en contra de su voluntad. Se mostr cooperativo y comenz incluso a ayudar a otros con sus problemas. Se saba las parbolas de la Biblia, y las comparta con otros cuando tena la posibilidad de ayudar. Julin experiment un cambio dinmico en su comportamiento, que se hizo claramente ostensible para el personal del hospital y los restantes pacientes. El personal mdico estaba convencido de que tanto los medicamentos como la terapia haban sido efectivos, y que el xito se deba a ambos. Mi conviccin era otra. En virtud del espacio para l creado, el Reverendo Kimbrough estaba en posicin de llegar a Julin, de modo que ste pudiera experimentar perdn y salvacin. Julin tuvo de este modo la experiencia de una curacin muy superior a la que hubiera podido alcanzar a travs del tratamiento tradicional. El proceso de salvacin de Julin continu por espacio de un ao. A juicio del hospital, su esquizofrenia haba sido tratada de forma exitosa, y poda ser dado de alta a condicin de que continuara y mantuviera la medicacin a determinado nivel. Eso tendra que autorizarlo el juez, lo cual representaba un obstculo a ser superado todava. El Reverendo Kimbrough se reuni con el juez y se ofreci para ser co-tutor de Julin y darle empleo como conserje en la Iglesia Bautista Ebeneezer. Luego de otros dos aos de tratamiento, Julin fue dado de alta de la clnica psiquitrica. Preguntas del terapeuta y mirada retrospectiva Qu pienso de Julin? Realmente mat a su hermana inocentemente en el intento de hacerla dormir? Tena conciencia de lo que estaba "bien" o "mal"? Haba verdaderamente experimentado la salvacin? Cul es la verdad? Es tarea del terapeuta hallar la verdad, signifique lo que signifique? Son estas preguntas importantes para el terapeuta? Mi opinin es que la curacin del cliente tiene prioridad por sobre todos los prejuicios del terapeuta.

Mirando respectivamente no slo tuve xito en crear un espacio a Julin, y a Erma para que hallaran la salvacin y el perdn con ayuda del Reverendo Kimbrough, sino adems en proteger ese espacio. Mientras protega este proceso, pude presenciar (ser testigo de) que era necesario no permitir la escalada del conflicto con el enfoque tradicional del hospital respecto a la asistencia psiquitrica. Despus de tres aos Julin continuaba su trabajo en la iglesia y daba clases a nios y nias entre 9 y 12 aos en la escuela dominical.

Comentario Gianfranco Cecchin Esta historia es extraordinariamente interesante debido a los muchos planos de visiones e ideas que ofrece. La fe o la religin de esta familia, constituye el fundamento de su visin de la realidad. As se enfrentan al sistema social que ve la realidad de otro modo. Adems de esto, est entonces la realidad de la clnica psiquitrica y del enfoque psiquitrico. Dentro de estas realidades existe la tendencia a patologizar y clasificar a los seres humanos. Hay que dar indicaciones para el tratamiento, hay que encerrar a la gente y mantenerlos bajo control. Por otra parte, est tambin el sistema judicial, en el que subyace una teora del comportamiento humano, segn el cual el ser humano tiene que ser clasificado como criminal o no criminal. De conformidad con ello, se llega a un concepto de organizacin del castigo. De modo que tenemos aqu la confluencia de tres sistemas tres sistemas que se encuentran en comunicacin entre s. Finalmente, el terapeuta tiene tambin su forma de pensar. El terapeuta de familia cree por su parte que el dilogo entre madre e hijo es la base de la organizacin de la terapia de familia. Existen prejuicios psiquitricos, as como los del sistema judicial y los del sistema religioso, adems de los propios prejuicios del terapeuta. Aqu el terapeuta se hallaba en una posicin en la que realmente no deba tomar ningn partido, y el sistema religioso y el psiquitrico efectuaron una especie de cooperacin. El resultado fue bien interesante. Y es que cuando se lee la historia, parece como si la experiencia religiosa hubiera sido lo decisivo. As, lo que Julin necesitara era el perdn. Necesitaba a la madre que lo perdon, y al pastor que lo perdon. Asimismo, necesitaba atravesar todo aquel proceso que lo llevara a perdonar a todos los que le haban llevado a aquel hospital, que para l era una prisin. Esto a su vez representaba ser capaz de perdonar a la sociedad blanca que lo haba encerrado. Por otro lado, el sistema psiquitrico era el que deca que le diramos la oportunidad de atravesar todo aquel proceso. Quizs los medicamentos ayudaron? Cmo podemos saberlo? Puede ser cierto que la medicacin ayudara, pero no podemos tener certeza absoluta al respecto. As, tenemos que el sistema psiquitrico es extraordinariamente leal a su propia forma de pensar. Tiene que ser as, de otro modo no podra funcionar. Otra cosa que resulta interesante es que el terapeuta dijera que el pastor sera el sustituto del padre. En este punto, llegaron a otra teora, que postula que los nios tienen problemas cuando no tienen padre. Esta teora predomina tanto en la terapia de familia como en la sociedad. Otro supuesto es que los nios tienen problemas, cuando viven slo con su madre, sin la presencia del padre. En otras palabras, encontramos una solucin si hallamos un padre. Eso es otro prejuicio. As, tenemos una combinacin de muchas cosas que tienen lugar a un mismo tiempo. En este caso fue muy favorable que todos estos sistemas tuvieran la posibilidad de funcionar unidos, es decir, todos cooperaron. El Reverendo fue co-terapeuta, y la clnica le permiti asistir a las sesiones con el terapeuta, porque ella misma no tena inters en ofrecer terapia alguna. El terapeuta llamaba a aquello "terapia", el hospital le llamaba "terapia" tambin,

los otros le llamaban "iglesia". Cada cual deca que esa era la nica forma en que podan reunirse. De modo que cada uno tena una definicin distinta de lo que estaba pasando. Aqu llegamos al concepto de la desviacin y la excentricidad. Cuando no se tiene respeto por el comportamiento de los seres humanos percibido como anormal o raro, resulta muy difcil superar este concepto y poner en marcha el proceso de curacin. El concepto principal que buscamos desarrollar es el siguiente. No importa cun loca una persona est, tiene que haber un momento en el que esa locura sea reconocida como algo justificado. En tanto que se la valore negativamente ante los ojos de la misma persona o de otros, resulta muy difcil dejarla. Los seres humanos no toleran definiciones negativas como las dadas por calificativos tales como "enfermo mental", "criminal", "desviado", o "inaceptable". El asunto es pues como encontrar un momento de respeto, no importa cun raro pueda ser el comportamiento. Tambin el hospital tiene que hacer su trabajo. Luchar contra Julin, contra el hospital o contra el terapeuta, hubiera sido una invitacin a una escalada de conflictos, en la que el cliente se habra perdido. Aislar a los seres humanos en su posicin significa otorgarle a la misma carcter crnico. El problema principal es que no se puede simplemente informarles a los seres humanos como deben comportarse. Sera fcil poder dirigirse a alguien que se comporta de forma fuera de lo normal, es decir, que est loco, y decirle: "Bien. Aqu tienes un programa de rehabilitacin. Trata de re-educarte y de ensearte como es que debes vivir". De ser as, la terapia sera muy fcil. Con frecuencia ocurre que en particular los seres humanos que se comportan de forma irregular, se rebelan cuando se trata de imponerles reglas. Justamente esto es parte de su problema: rebelarse contra los controles. El viejo dilema de la terapia estriba pues en la cuestin siguiente: "Qu debemos hacer si somos por un lado llamados por la sociedad para ayudar a los enfermos y los desviados a ser normales, cuando por otra parte para muchos clientes parte de su problema estriba justamente en su rechazo a ser obedientes?" Es ah donde comienza el dilema. Es muy fcil hacer terapia con personas que desean cambiar. Cuando se tiene una consulta privada, a menudo uno trata de no tener que ver con personas que no estn dispuestas a cambiar. Siempre se busca tener clientes prestos al cambio. Estos vienen, pagan, expresan su deseo de cambiar, y dicen: "Por favor, aydeme!" Entonces se les puede dar instrucciones. Esa es la forma ms fcil de hacer terapia. Pero la mayor parte de las personas que necesitan una terapia, no pertenecen a esta categora. Son personas que se sienten obligadas por los jueces o forzadas por circunstancias de su vida a ir a un hospital, pero no desean cambiar nada. Hay incluso otros que tienen tendencia suicida o son drogadictos. El dilema fascinante de la terapia es como ayudar a las personas que no desean cambiar. Es parte de una larga experiencia teraputica el hacer que las connotaciones positivas produzcan cambios. Eso lo aprendemos a travs de muchos aos de intervencin en la familia. Ante todo, cuando las personas son enviadas a la consulta de psicoterapia en contra de su voluntad, la clave del asunto consiste en ponerse en posicin de relacionarse con estas personas con valoraciones positivas. En tanto este sea el caso, algo ser posible.

Julin vino como criminal, y fue clasificado como enfermo mental, es decir, como desviado. Entonces la gente del hospital trat de re-educarlo, de administrarle medicamentos, de decirle lo que tena que hacer, y menospreciaron su conducta. Eso demuestra cun difcil resulta hallar la forma de interesarse en las conductas calificadas de locura y las desviaciones. En lugar de clasificar el comportamiento, describindolo como loco o raro, es necesario verlo como interesante. De este modo puede ser abordado como una metfora que se halla en representacin de alguna otra cosa en este caso, el experimentar ser esclavo. Tan pronto asumimos este punto de vista, se nos hace interesante reflexionar al respecto. De igual modo, la curiosidad por saber qu es una persona, representa realmente una actitud bien distinta de la intencin de educar y controlar. De este modo la persona puede sentir que tambin la conducta rara posee valor. Para el caso de las personas que se sienten obligadas a acudir a terapia, hemos desarrollado un mtodo muy claro. Decimos algo as: "Mire, desea estar aqu? Lo obligaron a venir, y a m igualmente a verlo. El juez me dijo que deba atenderlo. Y a usted le dijo que deba acudir a verme. Estamos en la misma situacin. Estamos en una situacin en que nos vemos obligados. Qu debemos hacer? A la sociedad no le gusta lo que usted hace. Yo en cambio tengo curiosidad por saber, porque usted se ha metido en estas dificultades. Por qu usted incurre en una situacin por la que la sociedad protesta? Podemos hablar sobre eso. Quizs eso encierra muchas posibilidades. Una de ellas, la ms sencilla vistas las cosas de acuerdo con la sociedad es comportarse decentemente. Pero usted sabe, que eso lo puede hacer siempre que lo desee. Si no lo hace, sus razones tendr para ello. De modo que tengamos una conversacin. En la actualidad las cosas no van bien. Aprovechemos el tiempo al menos para determinar los motivos de su comportamiento. Tengo curiosidad por saber." Del mismo modo, podemos interesarnos en los casos en que se le retiran los nios a una familia. La sociedad dice entonces: "Usted no puede tratar correctamente a sus hijos, nosotros los tomamos bajo nuestra responsabilidad y le ordenamos asistir a terapia para que se comporte como es debido". Pero es eso terapia? Es esto un intento por ensear a los padres a ser buenos padres? Es as como se busca comprender? A menudo, naturalmente, los padres rechazan estas exigencias irrazonables. Sienten ira por un sistema de asistencia social que les quita a sus hijos. Para tales casos hemos desarrollado tambin una frmula que aplicamos a menudo."Miren, ustedes viven en una sociedad moderna, y desde hace 50 100 aos, los nios no le pertenecen a sus padres. Le pertenecen al Estado. Y los padres pueden cuidar de sus hijos en tanto el Estado lo permita. Hace cientos de aos, uno poda educar uno mismo a sus hijos. Hoy ustedes tienen dificultades porque el Estado ha decidido que la forma en que ustedes se comportan no es de su agrado. Yo no digo que eso est bien o mal. Simplemente al Estado no le agrada. El Estado es la opinin de la mayora. Ellos han decidido que es correcto meterse en la vida de las otras personas. Qu van ustedes a hacer? Ustedes tienen muchas posibilidades. Pueden pasar el resto de sus vidas luchando en contra de esto. O pueden declararse estar dispuestos a aceptarlo. Si lo desean podemos hablar sobre cmo buscar una salida al problema." Cuando se le dice a una madre: "Usted no se comporta como una buena madre. Tiene que

aprender a ser una buena madre", se comienza una terapia sin fin. Esa terapia no puede tener fin porque esta basada en una valoracin negativa. A cualquier madre le resultar muy difcil aceptar la valoracin de que es una mala madre. Bibliografa Andersen, T. (1990): Das Reflektierende Team. Dortmund (Modernes Lernen). Anderson, H. y H. Goolishian (1990): Menschliche Systeme als sprachliche Systeme. Familiendynamik 15 (3): 212-243 Anderson, H. y H. Goolishian (1990): Beyond cybernetics: Comments on Atkinson and Heath's "Further thoughts on second-order family therapy". Family Process 29:157-163. Bateson, G. (1981): kologie des Geistes. Frankfurt a.M. (Suhrkamp). Cecchin, G. (1988): Zum gegenwrtigen Stand von H ypothetis ieren, Zirkularitt und Neutralitt: Eine Einladung zur Neugier. Familiendynamik 13:190-203. Cecchin, G., G. Lane y W.A.Ray (1992): Vom strategischen Vorgehen zur NichtIntervention. Familiendynamik 17:3-18. Cecchin, G., G. Lane y W.A.Ray (1993): Respektlosigkeit. Eine berlebensstrategie fr Therapeuten. Heidelberg (Carl-Auer Systeme). Fisch, R., J.H. Weakland y L. Segal (1982): The tactics of change. Doing therapy briefly. San Francisco (Jossey-Bass). Foerster, H. von (1983): Observing systems. Seaside, CA (Intersystems). Gergen, K.J. (1996): Das bersttigte Selbst. Identittsprobleme im heutigen Leben. Heidelberg (Carl-Auer-Systeme). Hoffman, L. (1986):Beyond power and control: Toward a second-order cybernetics. Family Systems Medicine 4:381-396. Hoffman, L. (1996): Therapeutische Konversation. Von Macht und Einflunahme zur Zusammenarbeit in der Therapie. Die Entwicklung systemischer Praxis. Dortmund (Modernes Lernen). Jackson, D. (1965): The study of family. Family Process 4 (1): 1-20. Jackson, D. (1967): Schizophrenia: The nostalgical nexus. International congress "The origins of schizophrenia". The proceedings of the first international conference. Rochester, NY (Experta Medica), Vol.151, p.111-120. Keeney, B. (1987): sthetik des Wandels. Hamburg (Isko). Laing, R. (1996): The politics of the family. New York (Pantheon). Lane, G. y T. Russell (1987): Neutrality vs. social control: Systemic approach to violent couples. Family Networker 11 (3): 52-56. Maturana, H. y F. Varela (1987): Der Baum der Erkenntnis. Die biologischen Wurzeln des menschlichen Erkennens. Mnchen (Goldmann). Minuchin, S. (1990): Comments made during a presentation by J. Griffith, M. , Elliot-Griffith y T. Andersen: Systemic therapy with mind/body problems. AAMFT Annual Meeting. Washington, DC, October 6th, 1990. Selvini-Palazzoli, M., L.Boscolo, G.Cecchin y G. Prata (1996): Paradoxon und Gegen paradoxon: Ein neues Therapiemodell fr die Familie mit schizophrener Strung (9.Aufl.). Stuttgart (Klett-Cotta). Ray, W. y B.Keeney (1993): Resource focused therapy. London (Karnae Books).

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La conduccin de la conversacin potica en las sesiones de terapia y las supervisionesAlfred Drees El yo cultural del ser humano La conduccin de la conversacin potica puede clasificarse como un rea de comunicacin y vivencias la esfera cultural del ser humano que ocupa cada vez mayor espacio en nuestra vida, y que paradjicamente desempea slo un papel subordinado dentro de las teoras socio-filosficas, pedaggicas y psicolgicas. Estriba esto quizs en que nuestra industria de la cultura y el tiempo libre por lo visto desprovista de sentido no ha sido debidamente comprendida y valorada en cuanto a su funcin e importancia para que el ser humano se encuentre a s mismo? O es tal vez que los valores culturales se pierden en las actuales estrategias de mercado? Se trata acaso de que la solucin de conflictos y la auto-realizacin del yo se buscan por caminos emocionales psicolgicamente trillados? Ser que nuestro pensamiento racional domina entretanto todas las esferas de la vida? O estriba finalmente acaso en que los modelos esotricos-espirituales de explicacin del mundo estn en posicin de llenar suficientemente el espacio del mercado de lo sensual y de la bsqueda de sentido? Donald Winnicott (1984), famoso psicoanalista infantil ingls, formul algunas preguntas similares: Dnde estamos cuando omos a Mozart, cuando jugamos tenis o cuando nos acostamos por la noche