55
Tyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras más meridionales de su patria fue fatídica y le llevo a encuentros y aventuras cuyas espantosas consecuencias le persiguen aún. El ex militar recuerda su encuentro con un enano en aquella taberna cuyo nombre había olvidado. Como muchas resoluciones importantes en ese periodo de su vida, el ex militar, las tomaba en una taberna bajo la influencia de enormes cantidades de alcohol. Él recuerda aquel enano viejo y desdentado que balbuceaba repetidamente la palabra “oro”, y él también tiene muy claro en su memoria el brillo de mente que apareció en sus ojos mientras escuchaba la descripción del enano. El atractivo de ese metal brillante siempre ha tenido un poder aterrorizador y tremendo sobre las mentes de todas las razas. En cualquier caso, Tyller era una persona que lo había perdido todo, así que no temía cualquier peligro que se le pudiera encarar.

Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Tyller Eisenherz

Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras más meridionales de su patria fue fatídica y le llevo a encuentros y aventuras cuyas espantosas consecuencias le persiguen aún. El ex militar recuerda su encuentro con un enano en aquella taberna cuyo nombre había olvidado. Como muchas resoluciones importantes en ese periodo de su vida, el ex militar, las tomaba en una taberna bajo la influencia de enormes cantidades de alcohol. Él recuerda aquel enano viejo y desdentado que balbuceaba repetidamente la palabra “oro”, y él también tiene muy claro en su memoria el brillo de mente que apareció en sus ojos mientras escuchaba la descripción del enano. El atractivo de ese metal brillante siempre ha tenido un poder aterrorizador y tremendo sobre las mentes de todas las razas. En cualquier caso, Tyller era una persona que lo había perdido todo, así que no temía cualquier peligro que se le pudiera encarar.

-Honradamente, caballeros, no quiero problemas de alguna índole.- declaró Tyller con sinceridad al mismo tiempo que tendía las manos abiertas ante sí. – Solo quiero que dejen en paz a la muchacha, es cuanto pido.

Los cazadores borrachos se soltaron a perversas carcajadas.

Page 2: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-“Solo quiero que dejen en paz a la muchacha”. Lo imitó uno de los cazadores con voz aguda y seseante.

Tyller recorrió la factoría con la vista en busca de apoyo. Unos pocos tipos robustos, ataviados con las gruesas pieles de los montañeses, lo miraron con ojos enturbiados por la bebida. El dueño del establecimiento se volvió y comenzó a colocar frascos de confitura en los estantes de madera rústica, no había ni un cliente más.

Uno de los cazadores, un hombre enorme, se acercó a él. Tyller podía ver las partículas de grasas impregnadas en la barba, y cuando abrió la boca para hablar despidió un hedor de coñac barato. Tyller hizo una mueca.

-Oye Garathor creo que aquí tenemos un muchacho de ciudad – dijo el cazador.- Habla muy bien.

Garathor alzó los ojos de la mesa contra la que tenía sujeta a la muchacha.

-Si Leokar ya lo creo que habla bien, y con todo ese bonito pelo dorado parecido a trigo maduro, yo podría tomarlo a él como una muchacha. Cuando bajo de las montañas, cualquier cosa tiene buen aspecto. Te diré lo que haremos, tú quédate con la muchacha que yo me contentaré con este guapo muchacho.

Tyller sintió que se le arrebolaba el rostro. Estaba comenzado a enojarse, pero ocultó el enfado tras una sonrisa porque no quería meterse en líos, al menos, si podía evitarlos.

-Vamos, caballeros, no hay necesidad de todo esto, permítanme que les invite una copa.

Leokar se volvió para mirar a Garathor, y el tercer cazador profirió una risotada.

-Y encima tiene dinero, es mi noche de suerte.- Leokar sonrió con satisfacción.

Tyller miró tras de sí, desesperado, mientras el hombre avanzaba hacia él.

-Maldita sea, soy un imán para los problemas – pensó Tyller para sí y se volvió para encararse con Leokar. –De acuerdo, siento haberme entrometido, les dejo para que sigan con sus asuntos, caballeros.

Tyller vio que Leokar se relajaba un poco y bajaba la guardia, aunque continuaba avanzando, él permitió que el cazador se acercase mientras observaba como abría los brazos como si estuviese a punto de abrazarlo. De modo repentino, Tyller le dio un rodillazo en la entrepierna. Leokar expulsó todo su aire de su cuerpo y se dobló en dos con un gemido. Después, Tyller se aferró a la barba del hombre y tiró de ella hacia abajo para golpearlo con la rodilla. Entonces oyó un crujido de dientes que se partían, la cabeza del cazador rebotó y salió despedida hacia atrás. Leokar cayó al suelo, boqueando en busca de aire y aferrándose en la entrepierna.

-¡Por la sagrada luz bendita! – Exclamó Garathor, que le lanzó un golpe a Tyller, cuya fuerza lo lanzó por la sala dando traspiés y estrellarse en una mesa, dónde derribó una tarra de cerveza.

Page 3: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Lo siento –se disculpó Tyller ante el sobresaltado dueño de la cerveza, y se puso a forcejear con la mesa para intentar lanzarlo hacia su atacante. Se esforzó hasta que creyó que se desgarrarían los músculos de la espalda.

El borracho lo miró y le dedicó una sonrisa –No puedes levantarla. Está clavada al suelo por si surgen peleas.

-Gracias por decírmelo – respondió Tyller mientras sentía que alguien le aferraba del cabello y le estrellaba la cara contra la mesa.

Un dolor espantoso le recorría el cráneo a Tyller. Entonces, él sintió el rostro mojado

-¡Estoy sangrando! – Exclamó Tyller, pero enseguida se dio cuenta que era cerveza que se había derramado sobre su rostro.

Le estrellaron, a Tyller, la cabeza contra la mesa, una vez más y escuchó como se aproximaba otro sujeto hacia él.

-Sujétalo bien Garathor, vamos a vengarnos por lo que le hizo a Leokar. – Dijo el tercer cazador.

Tyller, desesperado, lanzó hacia atrás un codo y golpeó la dura musculatura del estómago de Garathor. Tyller logró de esa forma que le soltaran del cabello y se zafó para hacer frente una vez más a sus atacantes. Con la mano derecha buscó frenético la tarra de cerveza y se percató que los dos duros cazadores se le acercaban. La muchacha ya había desaparecido. Tyller vio que la puerta se cerraba tras ella y oyó que comenzaba a gritar por ayuda.

Garathor estaba desenvainando un cuchillo que llevaba en el cinturón en el momento que los dedos de Tyller se aferraban a la tarra. Entonces, lo lanzó y el golpe dio en la cara de Garathor y Tyller se lanzó hacia él y tomo la muñeca de la mano de Garathor que sostenía el cuchillo y la presión le obligo al cazador a soltar el arma. A pesar de la resistencia del cazador, Tyller logró doblar la mano del cazador hacia la espalda y empujárselo inexorablemente hacia arriba.

El tercer cazador tomo a Tyller por la espalda y presionó su brazo sobre el cuello de Tyller. El ex militar profirió un gruñido e intentó zafarse, pero no tenía ganas de soltar a Garathor. Su lucha se hacía inútil, Tyller sentía que se desmayaba y pateo bruscamente a su presa para después agitar su cabeza hacia atrás, golpeando contra el rostro de su tercer agresor. Tyller logró zafarse de su agresor y recogió el cuchillo.

-Eso ha sido muy agresivo, muchacho – comentó Garathor – El viejo Leokar solo estaba mostrándote su cariño y tú vas y le haces saltar los dientes. Dime, ¿cómo creías que íbamos a actuar nosotros al respecto que somos sus amigos?

Tyller se tomó un breve momento para limpiarse la sangre del rostro, estaba furioso, pues es de temperamento bajo. –Lárguense antes de que esto termine peor – explicó Tyller mientras apuntaba con el cuchillo a sus atacantes.

Page 4: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

El tercer cazador desenfundó rápidamente su cuchillo. –Veamos de lo que estás hecho, muchacho de ciudad. Ahora estás muy lejos de casa, morirás aquí, sin que nadie llore por tu pérdida.

-Haremos justamente eso – replicó Garathor – te mataremos como a un venado.

Tyller comprendió que los cazadores estaban decididos de matarlo. La violencia que propiciaba el alcohol los disponía al asesinato y él les había dado la excusa que necesitaban.

-Ha pasado mucho tiempo desde que mate al último muchacho guapo – comentó Garathor mientras se acomodaba el arco y el carcaj de flechas.

Tyller, rápidamente, se lanzó girando sobre el suelo hacia donde se encontraba guardada su espada envainada. La funda de su arma tenía grabado el escudo militar de Ventormenta. Los cazadores pudieron percatarse del sello militar mientras Tyller desenfundaba rápidamente su arma. Tyller, al ver la expresión de sorpresa de ambos cazadores, le hubiera gustado escupirles en su cara, pero tenía la garganta seca y las rodillas flojas.

Tyller oyó una risa pastosa tornaba en la garganta de Garathor

-Vaya, no esperábamos ver por estas tierras desoladas a un soldado de Ventormenta. – Explicó Garathor. –Suena incongruente que tu rey envíe a sus fuerzas por esta endemoniada factoría perdida en las laderas.

-Créanme, soy mejor con la espada que con los puños – replico Tyller – Puedo abatir a ambos con un solo movimiento de mi espada.

Garathor se puso a reír de manera nerviosa. –¡Púdrete! – exclamó Garathor. – Aquí no hay leyes que protejan a nadie como en tu amada ciudad, muchacho. Aquí es la ley del más fuerte.

Entonces, Tyller adoptó una posición de guardia, mostrando una gran disciplina militar. -¿De verdad? – preguntó Tyller. – Para cuando yo acabe contigo, cantarás tan alto como un elfo afeminado.

Se produjo una repentina corriente de aire helado, y el sonido de la puerta al abrirse.

-El primero que le haga daño al humano, morirá al instante – dijo una voz profunda que raspaba como una piedra estrellada contra otra.

Tyller observó cautelosamente y sin bajar la guardia, por encima de los hombros de Garathor, a la nueva figura que había entrado en acción. La silueta del enano llenaba la entrada, ya que su cuerpo achaparrado ocupaba todo el bando de la puerta. No era más alto que un niño de 9 años pero tenía la musculatura de dos hombres fuertes. La luz de las de las antorchas convertían las cuencas de sus ojos en cavernas umbrías, desde las que destellaban sus pupilas.

Page 5: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Garathor se volteó para mirar al enano, de pronto, el avalentonado cazador se transformó en algo parecido a un ser espectral, el color abandonaba su rostro hasta volverlo pálido como un cadáver. Tyller les dedicó una ancha y siniestra sonrisa a los cazadores.

El enano entró con pesados pasos en la sala, al mismo tiempo que sacudía la cabeza para quitarse la nieve que tenía acumulado en su cabeza, lo que hacía tintinear los aros dorados que colgaban en la punta de su oreja derecha. El enano sostenía su hacha de dos manos que sujetaba con un puño grande como un jamón.

El cuchillo cayó de la mano del tercer cazador y repiqueteó en el suelo. –No queremos ningún problema – le aseguró el tercer cazador – y menos con usted, Buliwyf Petramano.

Tyller no podía reprochárselo, ningún hombre en su sano juicio se atrevería a cruzar armas con un enano, y mucho menos si se trataba de Buliwyf Petramano, el mismo maestro de armas de Forjaz, el hogar ancestral de los enanos barbabroce.

Buliwyf les echó una mirada feroz y luego golpeó suavemente el suelo con el mango del hacha.

Ambos cazadores parecían presa del pánico.

-Mira, no queremos ningún problema – explicó Garathor – solo nos estábamos divirtiendo.

- Me gusta tu idea de la diversión – replicó Buliwyf tras una carcajada maligna – creo que yo también voy a divertirme.

El enano, maestro de armas, avanzó hacia Garathor y Tyller vio que Leokar había logrado levantarse y avanzaba en gatas hacia la puerta con la esperanza de pasar por la espalda del enano mientras este estaba distraído. Buliwyf descargó un pie sobre la mano de Leokar. El crujido que se escuchó produjo en Tyller una mueca de dolor.

-Está claro que ésta no es la noche de Leokar – pensó Tyller.

-¿A dónde te crees que vas? – Preguntó Buliwyf – será mejor que te quedes con tus amigos, ya que dos contra uno no ofrece muy buenas probabilidades.

-No nos mates – imploró Leokar que estaba ya quebrantado por completo.

Buliwyf, que se había situado justo delante de Garathor, mantenía la hoja del hacha apoyada en la garganta del hombre. Tyller podía ver como las ancestrales runas destellaban de color rojo a la luz de las antorchas.

Con lentitud, Buliwyf, sacudió la cabeza -¿qué sucede? – Preguntó el enano – son tres. ¿Pensaron que tendrían buenas posibilidades contra aquel guerrero? ¿Se han quedado sin agallas?

Garathor asintió con torpeza, parecía a punto de echarse a llorar, y en sus ojos podía verse el terror supersticioso que le inspiraba el enano. Garathor estaba ya al borde del desmayo cuando Buliwyf señaló la puerta

Page 6: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Fuera de aquí – rugió el enano – no ensuciaré mi arma con unos cobardes como ustedes.

Los cazadores se precipitaron hacia la entrada, Leokar cojeaba mucho. La muchacha se apartaba hacia un lado para dejarlos pasar y luego cerró la puerta. Entonces, Buliwyf le echó una mirada feroz a Tyller.

-¿Acaso no te he enseñado las mejores técnicas de lucha cuerpo a cuerpo, muchacho? – Preguntó el enano – ¡mírate, estás hecho un desastre! – el enano exclamó señalando a Tyller con un gesto con la mano.

-Tal vez sea mejor que me escoltes ante aquel barón el cual me describiste en la carta que me enviaste. – Repuso Tyller – parece que los problemas me siguen a donde quiera que voy. –dijo Tyller con tono sarcástico.

En esa ocasión, Tyller inspeccionó a la muchacha con una mirada más atenta. Ella era menuda y delgada, y su rostro resultado ordinario de no ser por los enormes ojos oscuros. Ella se envolvió en la capa de áspera lana, se apretó contra su pecho el paquete de lo que había comprado en la factoría y luego alzó el rostro para dedicarle a Tyller una sonrisa tímida que confirió belleza aquel semblante pálido y famélico.

-Te lo agradecería, si no es demasiada molestia – dijo la muchacha.

-En lo absoluto supone una molestia –replico Tyller – Puede que esos rufianes anden al asecho ahí afuera.

-Lo dudo –replicó la muchacha – parecían tenerle mucho miedo a tu amigo.

-Deja que te ayude a llevar esas hierbas, entonces – repuso Tyller.

-La señora me dijo con exactitud cuáles tenía que comprar –dijo la muchacha – son para aliviar los efectos de la congelación. Me sentiré más tranquila si las llevo yo.

Tyller se encogió de hombros, y todos salieron al aire libre. El frío era tan intenso, que sus alientos formaban nubes de vapor. En el cielo nocturno, las montañas grises se encumbraban como gigantes y la luz de la luna se reflejaba en los ventisqueros que las coronaban, de tal forma que parecían unas islas suspendidas en el cielo, flotando sobre un mar de sombras.

Avanzaron por la mugrienta aldea de cabañas que rodeaba la factoría. A lo lejos, Tyller vio luces y oyó el mugido del ganado y el amortiguado golpeteo de los cascos de los caballos. Se encaminaban hacia un campamento, en el que estaban llegando otras personas. Macilentos soldados con las mejillas hundidas, ataviados con túnicas andrajosas, escoltaban carros tirados por flacos caballos. Los cansados carreteros, vestidos con ropas de campesinos, lo miraban al pasar. Junto a ellos iban sentadas mujeres que se arropaban apretadamente con chales y tenían la cabeza tapada por un pañuelo que les ocultaba el rostro.

-¿qué sucede? – Preguntó Tyller – parece ser que todo un pueblo está de viaje.

Page 7: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

La muchacha miró a los carros y luego volvió los ojos hacia él - somos la gente de Gareus Ottonmark, lo seguimos al exilio, a la tierra de los humedales.

Tyller se detuvo para mirar hacia el norte y vio que había más carros que descendían por el camino y que detrás avanzaban a pie los rezagados cojeando y aferrados a pobres sacos como si estos contuvieran oro.

Tyller sacudió la cabeza con desconcierto –Tuvieron que haber pasado por el paso del fuego negro de Dun Algaz, en Loch Modan – comentó Tyller.

Tyller, cuando estuvo de servicio en el ejército de Ventormenta, fue enviado a Loch Modan para reforzar a los ejércitos de Forjaz en la guerra civil contra los Barbasnegras. Las fuerzas aliadas habían usado las rutas antiguas de los enanos que discurrían al pie de la montaña para realizar emboscadas contra las tropas rebeldes.

-Estamos muy adentrados en la estación fría para hacer eso – replico Buliwyf – ya deben de estar produciéndose las primeras ventiscas ahí arriba. El paso está abierto únicamente durante el verano.

-A nuestro señor solo le han dado de plazo hasta final de año para abandonar sus tierras – repuso la muchacha. Ella giró y había comenzado a avanzar hacia el interior del círculo que habían formado los carruajes para tener alguna protección contra el viento - Nos pusimos en marcha con tiempo suficiente, pero una serie de accidentes entorpeció nuestro avance. En el paso mismo, nos pilló una avalancha y perdimos a mucha gente.

La muchacha hizo una pausa, recordando algo personal. –Algunos dicen que fue por la maldición de los Ottonmark.

Tyller siguió hacia las hogueras del campamento, sobre ellas había algunas cacerolas, y un gran caldero del que salía vapor. La muchacha señaló el caldero.

-El caldero de la señora –dijo la muchacha- estará esperando las hierbas.

-¿Tú señora es una bruja? –Preguntó Tyller, y la chica le miró con seriedad.

-No, señor. Es una maga de Darnassus, tiene buenas credenciales, ella estudió en Dalaran, en los colegios de magia. Ahora mismo es la asesora del barón en asuntos de magia.

La muchacha avanzó hacia un carromato repleto de signos místicos que parecían danzar con la luz del fuego de las hogueras. La chica comenzó a ascender por unos escalones del carromato, pero se detuvo para encararse con Tyller.

-Gracias por tu ayuda – dijo la chica.

Page 8: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Se inclinó para besarle en una mejilla, y luego se volvió y abrió la portezuela. Tyller posó una mano sobre el hombro de ella y la retuvo con suavidad.

-Un momento, por favor - pidió Tyller -¿cómo te llamas?

- Claribel- replicó la chica- ¿y tú?

-Tyller, Tyller Eisenherz.

La muchacha sonrió antes de internarse en el carromato, y Tyller se quedó mirando la portezuela cerrada, ligeramente aturdido. Luego se dio media vuelta para encontrarse con Buliwyf Petramano.

-¿Estás seguro de querer hacer esto, muchacho? *Preguntó el enano* Míralos, todos ellos son una chusma, un mal chiste –señaló el enano con un gesto con la cara- Ahí afuera, en los humedales, abundan orcos Faucedraco, esta gente no tiene posibilidades.

-¿Entonces por qué los acompañas en su viaje, enano?- preguntó Tyller

*El enano hizo un gesto negando con la cabeza* -No los acompaño por que quiera hacerlo, muchacho – Buliwyf hizo un gesto con la mano señalando a dirección a Forjaz- El Consejo de los Tres Martillos sugirió que escoltáramos a esta gente para vigilar que no cometan actos de vandalismo dentro de nuestras tierras. –El enano se volvió para mirar a Tyller con seriedad- Nadie quiere a un grupo de rezagados acampando en sus fronteras, muchacho.

Tyller se volvió para asegurarse de que nadie los miraba, aunque decidió que era muy probable que nadie lo hiciese, pues las miradas de malhumor del enano mantenían alejados a los curiosos casuales. Así pues, Tyller se inclinó con aire de conspiración.

-Tú bien sabes por qué he venido hasta aquí –dijo al fin Tyller – yo voy a avanzar por los humedales y ellos también, será más seguro si viajo acompañado.

Buliwyf le lanzó una mirada severa.

-¿Acaso crees poder encontrar tesoros antiguos en las montañas de Alterac?

Tyller se encogió de hombros -ciertamente no lo sé, de cualquier forma, Tirfalar es un enano, y un enano nunca olvida la visión del oro.

Buliwyf se animó ante la mención del oro

-En el fondo, todos los enanos son unos avaros –pensó Tyller.

Buliwyf consideró el asunto durante un segundo, pero luego sacudió la cabeza.

-No, si ese barón ha sido desterrado, es un criminal y no va a poner las manos sobre mi oro.

Page 9: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Encorvándose, Tyller miró alrededor con tensión paranoica -. El tesoro es nuestro, tuyo y mío; sobre todo mío, por supuesto, ya que yo cargaré con toda la lucha mientras tú estás de servicio para Khaz Modan.

Buliwyf estaba furioso, pues sentía que le habían faltado al respeto por alguien tan insignificante como un humano.

-Tyller, ni siquiera sabemos si existe tesoro alguno. Lo único que tenemos para guiarnos son las divagaciones de un senil explorador de terrenos que afirma haber visto un tesoro perdido con el tiempo.

Tyller comprendió que no serviría de nada continuar con el tema. Él quería que la historia fuese verídica, y por tanto, para él lo era.

-Al menos, si el barón me contrata, podré viajar en un carro. Es mi oportunidad de darle un descanso a mis pies – señaló Tyller – Me pagarían y no me dolerían los pies.

Buliwyf lo consideró una vez más

-Espero que por tu bien, humano, que aquel barón pueda pagarte lo suficiente como para saldar la deuda que tienes conmigo –señalo Buliwyf –pero recuerda no mencionar tu objetivo a nadie más –concluyó el enano.

Tyller asintió, y Buliwyf alzó una ceja enmarañada para mirarlo con expresión astuta.

-No creas que no sé por qué tienes tantas ganas de viajar con el barón, humano.

-¿Qué quieres decir? – preguntó Tyller con tono curioso.

-Te has enamorado de esa chiquilla con la que charlaste hace un momento, ¿verdad? –replicó Buliwyf

-No –farfulló Tyller -¿qué te ha hecho pensar en ello?

Buliwyf soltó una estruendosa carcajada que despertó a algunos hombres que dormían por su alrededor.

-Si no es así, ¿por qué te ha puesto la cara tan roja, muchacho? –Interrogó el enano de modo triunfal.

El elfo y el dramaturgo

Tyller llamó a la portezuela del carromato que, según le dijeron, pertenecía al maestro de armas del barón.

-Adelante –dijo una voz.

Page 10: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Al abrir la puerta, su nariz fue asaltada por el olor de un incienso que aromatizaba el lugar con hojas de pino.

Dentro del carromato habían cinco hombres reunidos, y a tres de ellos los reconoció: se trataba de los cazadores que se había encontrado la noche anterior. Así que Tyller tendió la mano hacia la empuñadura de su espada.

Los otros dos eran un joven, que iba ricamente vestido y tenía rasgos delicados, con el cabello corto, según la moda de los caballeros nobles, y el segundo era un elfo nocturno, muy alto, de constitución poderosa, con pechos y hombros amplios, el elfo iba ataviado con pieles de gamo. Este último tenía la piel color azul pálido, parecía muy joven, aunque su cabello, largo y amarrado en forma de coleta, era gris plateado. Sus ojos eran de color ámbar y tenía cejas prominentes, y largas y puntiagudas orejas que le implicaban una gracia salvaje a su aspecto. Llevaba una aljaba de flechas colgada a la espalda, y cerca de su mano había un arco robusto y largo. Tyller se sentía intimidado por la presencia del elfo nocturno.

-Éze es el baztardo – dijo Leokar a través de los dientes que le faltaban, y los dos desconocidos intercambiaron miradas.

Tyller los observó con prevención, mientras que el elfo nocturno lo inspeccionaba aparentando indiferencia.

-Así que tú eres el joven que le partió los dientes a uno de mis guías –comentó el elfo

-¿Uno de tus guías? –pregunto Tyller

-Sí, Vermund y yo los contratamos la estación pasada para que nos guiarán a través de las tierras bajas a lo largo de la desembocadura que lleva hacia el puerto de Menethil.

-Son montañeses - respondió Tyller para ganar tiempo, al instante que se preguntaba en qué clase de lío estaba metido esta vez.

-Son cazadores –respondió el joven bien vestido, con acento culto –También atraviesan las tierras bajas en busca de caza.

-Yo no lo sabía –respondió Tyller al mismo tiempo que tendía las manos abiertas ante sí.

-¿Qué has venido a buscar aquí? –quiso saber el elfo nocturno.

-Estoy buscando trabajo como mercenario –respondió Tyller -Quería ver al maestro de armas del barón.

-Ese soy yo –respondió el elfo nocturno -. Me llamo Erumer. También soy un guardabosques de Kalimdor, aquí me dedico a entrenar a los perros de caza y los halcones del barón.

-La hacienda de mi tío está pasando por momentos bastantes difíciles –comentó el joven con aspecto de noble.

Page 11: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Este es Vermund, sobrino y heredero de Gareus Ottonmark, barón de Orchard.

-Antiguo barón –lo corrigió Vermund-. El gran consejo real del rey Varian Wrynn creyó conveniente desterrar a mi tío y confiscar nuestras tierras en lugar de castigar a los verdaderos malhechores, la hermadad de los Defias.

>>Política monárquica, ¿no? –Añadió Vermund al ver la mirada de interrogación de Tyller-.

Erumer se encogió de hombros y se volvió para mirar a los cazadores.

-Esperen afuera –les dijo el elfo nocturno a los cazadores –tenemos asuntos que atender con el señor…

-Eisenherz. Tyller Eisenherz. –Dijo el ex militar.

Los cazadores se dispusieron a salir. Leokar, mientras se dirigía a la portezuela, le echó una mirada llena de odio a Tyller. El ex militar lo miró directamente a los ojos y sus miradas quedaron fijas la una en la otra durante un segundo. Luego, los cazadores desaparecieron.

-Me temo que te has ganado un enemigo –comentó Vermund.

-No me preocupa –dijo Tyller.

-Debería preocuparte, Eisenherz. –Dijo Erumer, el elfo nocturno - Ese tipo de hombres son de los que guardan rencor. ¿Dices que estás buscando trabajo?

Tyller asintió –así es.

-¿Qué hay de aquel enano con el hacha de dos manos? –preguntó Erumer, el elfo, alzando una ceja –mis hombres me comentaron que igual les causó problemas la noche pasada.

-Buliwyf Petramano –dijo Tyller –un viejo amigo.

-¿Crees que pueda ayudarnos ahí afuera? –preguntó el elfo nocturno.

Tyller negó con la cabeza –él y sus hombres solo se limitaran a guiarnos hacia los humedales.

-Bueno, si quieres trabajo, ya lo tienes –dijo Erumer, el elfo -. Los humedales son tierras violentas y nos vendría bien alguien que sepa luchar. Por desgracia, no podemos pagar mucho.

-Los bienes de mi tío son ahora escasos –explicó Vermund.

-Mientras tengan comida y transporte, por mí está bien –respondió Tyller y Erumer se echó a reír.

-Me parece excelente –dijo Erumer, el elfo -. Puedes viajar con nosotros, si lo deseas. En caso de que nos ataquen, tendrás que luchar.

Page 12: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Erumer le entregó a Tyller dos monedas de oro –has aceptado la corona del barón. Estás con nosotros. –El elfo nocturno abrió la puerta -. Y ahora, si nos disculpas, tenemos que planificar el viaje.

Tyller hizo una reverencia a cada uno de ellos, y salió.

-Un momento… -dijo Vermund.

Tyller se volvió y vio que Vermund salía del carromato tras de él, y le sonreía.

-Erumer es un elfo estricto, pero te acostumbrarás a él.

-Estoy seguro de que así será, mi señor. –Dijo Tyller.

-Llámame por mi nombre –repuso Vermund –no estamos en la corte de Ventormenta, aquí el rango no es tan significativo.

-Muy bien, mi señor… Vermund –dijo Tyller.

-Solo quería decirte que anoche hiciste lo correcto. Defender a la muchacha, aunque sea servidora de esa elfa bruja. Te lo agradezco –Concluyó Vermund

-Gracias. ¿Puedo hacerle una pregunta? –insistió Tyller

Vermund asintió, y Tyller se aclaró la garganta

-El nombre de Vermund Ottonmark no es desconocido entre los eruditos de Ventormenta. Se relaciona con un dramaturgo.

Vermund le dedicó una amplia sonrisa.

-Soy yo. ¡Por la sagrada Luz bendita, un hombre culto! ¿Quién podría pensar que encontraría a uno por estas tierras? ¿Has leído “Los susurros del crepúsculo”? ¿Te gustó?

Tyller meditó la respuesta de manera cuidadosa. No le había interesado la obra que trataba de la caída a la locura de una mujer de la nobleza cuando descubría que los dioses oscuros le susurraban a través de su mente. Igualmente hablaba de rituales que, supuestamente, permitían invocar las fuerzas de los Dioses Antiguos. El consejo real del rey Varian Wrynn la había prohibido, según recordaba Tyller.

-Resulta una lectura obsesionante, Vermund –dijo al fin, Tyller.

-¡Obsesionante, muy bien! ¡En verdad que muy bien! –Exclamó Vermund con alegría –Ahora debo de visitar a mi tío que está enfermo, pero espero hablar contigo nuevamente antes de que nuestro viaje culmine.

Page 13: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Se hicieron una reverencia y el joven noble se alejó. Tyller se quedó mirándolo, incapaz de reconciliar a ese amistoso joven excéntrico con las imágenes melancólicas y caóticas de su obra. Entre los eruditos de Ventormenta, Vermund Ottonmark era famoso como dramaturgo brillante... y también como un blasfemo.

Hacia caminos peligrosos…

Ya hacía media mañana, los exiliados estaban a punto de ponerse en marcha. Al frente de la larga fila desordenada, Tyller vio a un anciano de cabellos blancos, ataviado con una enorme capa de piel, que montaba un corcel de guerra negro. Junto a él, Vermund se inclinó para decirle algo al anciano; el barón hizo entonces un gesto, y la caravana que formaba su pueblo comenzaba a avanzar.

El ex militar sintió que lo recorría un estremecimiento ante la visión de todo aquello. El escenario era un espectáculo. Fila de carromatos y carros con su escolta armada de guerreros montados y ataviados con armadura.

En torno a ellos, las montañas apuntaban al cielo como gigantes grises, y algunos arroyos desembocaban hacia el lago que había en Peritaje de Tallalosas. Había comenzado a llover y la lluvia le confería a los contornos del paisaje una belleza indómita.

-Hasta aquí llego yo, muchacho –dijo Buliwyf Petramano –sigan la desembocadura del arroyo –dijo el enano señalando el arroyo -y lograrán encontrar puestos de avanzada de la Alianza, quizá, con un poco de suerte, les proporcionen alimentos y bebidas.

-Sé que me echarás de menos, enano –dijo Tyller

El enano lo miró de manera severa –No se te olvide por la que estás viajando, muchacho. Tú y yo tenemos asuntos pendientes.

-Volveré, te lo aseguro –dijo Tyller.

El enano miró al ex militar con los ojos entrecerrados –No olvides lo que te dije, si te enamoras de esa chiquilla será tu perdición, muchacho.

Tyller se dio media vuelta ignorando el aviso del enano, avanzó hacia donde la caravana seguía su camino. Mientras avanzaba hacia la caravana, Tyller, hizo un gesto con la mano para despedir al enano.

Detrás de él, los soldados se colgaron arcos a la espalda, se envolvieron apretadamente con las capas y comenzaron la marcha. Sus juramentos se mezclaban con los latigazos de los conductores y con el relinchar de los caballos. Tyller se inclinó hacia adelante para atisbar a Claribel entre la gente que avanzaba con paso trabajoso hacia las onduladas colinas.

Tyller se sentía ya parte de esa pequeña comunidad errante, una sensación que no había disfrutado hacía mucho tiempo. Sonrió, pero un codazo lo arrancó de la ensoñación.

Page 14: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Mantén los ojos bien abiertos, humano –dijo Erumer, el elfo nocturno –Orcos y Goblins abundan por estas laderas y las llanuras de ahí abajo.

Tyller le lanzó una mirada feroz; sin embargo, cuando alzó la vista se dio cuenta que el entorno era demasiado apropiado para una emboscada

Muy lejos de casa…

Tyller se había expropiado una carreta de provisiones que le pertenecía a un anciano avinagrado.

El ex militar giró la cabeza para mirar las montañas. No lamentaba abandonar aquellas tierras inhóspitas, la caravana había sido asaltada en varias ocasiones por orcos de piel verde, cuyos escudos portaban el emblema del clan Faucedraco.

Los jinetes orcos fueron rechazados, pero con bajas humanas. Tyller tenía los ojos enrojecidos a causa de la falta de sueño, pues todos los guerreros habían doblado turnos para hacer guardia por si se producían ataques nocturnos.

Erumer, el elfo nocturno, había matado al líder de patrulla de los orcos que realizaban escaramuzas a la caravana, y eso permitió que los asaltantes huyeran por las montañas donde descendieron.

Tyller miró el carromato del que, en ese momento, descendían Claribel y una elfa nocturna muy alta que tenía un color de piel blanco pálido. El ex militar se bajó de la carreta y saltó al suelo fangoso para encaminarse hacia donde se encontraba Claribel y su señora, la elfa nocturna.

-Buenos días, Claribel… -Las dos mujeres lo observaron con precaución. La maga elfa nocturna frunció el entrecejo, aunque no pareció que a sus ojos azules aflorará expresión alguna. La elfa nocturna se arregló su largo cabello color gris plateado.

-¿Qué tienen de buenos, señor Eisenherz? –Preguntó la elfa nocturna –Han muerto dos hombres a causa de las heridas. Las flechas estaban envenenadas. ¡Detesto esos asaltantes!

-¿Dónde está aquel sacerdote del barón? –Cuestionó Tyller –pensaba que se encontraría ayudándote.

La elfa sonrío, aunque en opinión de Tyller, se trataba de una sonrisa burlona.

-Estaba ocupado con el heredero del barón. El joven Vermund tiene un corte en un brazo, y el sacerdote prefería dejar que murieran buenos hombres antes que desatender la herida del pequeño Vermund.

La elfa nocturna dio media vuelta y se alejó con el largo cabello y su capa ondulando en la brisa.

Page 15: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-No le hagas caso a mi señora –dijo Claribel –El señor Vermund se burló de ella en una de sus obras, y está resentida. En realidad, tiene un corazón muy noble.

Tyller sintió que los latidos de su corazón parecían ruidosos y tenía las palmas de sus manos muy sudadas. Recordó las palabras que Buliwyf, el enano, le había dicho y sintió que se ruborizaba.

-De acuerdo -admitió para sí, Tyller -Claribel es atractiva. ¿Qué tiene eso de malo?

Tyller pensó que lo único malo era el hecho de que tal vez ella no se sintiera atraída por él. Miró a su alrededor e intentó pensar en algo que pudiese decir.

-¿Cómo estás? –preguntó Tyller, al fin.

-Bien –replicó Claribel –algo temblorosa. Anoche tuve miedo a causa del aullido de los lobos que montaban los jinetes orcos, y las flechas que caían…

Detrás de ellos oían los gemidos de un hombre agonizante. Ella se volvió y luego la dureza cruzó su rostro.

-No es agradable trabajar con los heridos –comentó Tyller

-Te acostumbras –dijo Claribel mientras se encogía de hombros.

Tyller sintió escalofríos al ver aquella expresión en el rostro de la chica. Al mirar a su alrededor, se percató que unos niños jugaban cerca del carromato de heridos: uno de ellos simulaba disparar un arco imaginario y otro profería un grito ahogado, se aferraba al pecho y caía. Tyller se sintió, entonces, muy lejos de su hogar. La vida militar le mantenía alejado siempre de su patria, pero extrañaba ciertas cosas de su pasado, su esposa…, su hija…

-Aquí se muere con facilidad, ¿no es cierto? –dijo Tyller con tono triste.

Claribel lo miró, dulcificó la expresión del rostro y pasó su brazo por el de él.

-Ven, hay que ir a un sitio donde el aire esté más limpio –decidió Claribel.

Detrás de ellos, los chillidos de los niños que jugaban se mezclaron con los gemidos agonizantes de los hombres heridos.

Los Húmedales

Tyller avistó una ciudad amurallada en el momento que salieron de las colinas adyacentes a Dun Algaz. Las colinas eran formidables, y algo en ellas hizo que Tyller se estremeciera.

En el valle que sigue al paso de Dun Algaz, se encuentra una zona cuya superficie se inunda de manera permanente. El suelo de aquel valle, regularmente, se encuentra saturado de agua, quedando desprovisto de oxígeno, dando lugar a un ecosistema híbrido entre los puramente

Page 16: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

acuáticos y los terrestres. A este valle se le conoce como los Húmedales, es una zona plagada de murlocs.

La Alianza tiene el control total de esta región pantanosa, puesto a que es un punto estratégico para la Alianza, sin los puestos de avanzada militar, los renegados podrían marchar libremente hacia Forjaz con paso libre. En la costa oeste del valle se encuentra el Puerto de Menethil, una ciudad portuaria que representa la presencia de la Alianza en los Húmedales.

Unas formas blancas, que podían ser ovejas, eran conducidas al exterior a través de las puertas. Tyller creyó ver siluetas que se movían sobre la muralla, pero desde esa distancia no podía estar seguro. Erumer, el elfo nocturno, le hizo una señal para que se acercara.

-Tú hablas muy bien –le dijo Erumer – Baja hasta allí para parlamentar. Dile a la gente de la ciudad que no pretendemos causarles ningún mal.

Tyller miró al elfo oscuro. <<Lo que quiere decir –pensó Tyller –es que yo soy innecesario en caso de que esa gente no sea amistosa. >> Tyller quería mandarlo al infierno, pero Erumer debió adivinar lo que Tyller estaba pensando.

-Has aceptado la corona del barón –le recordó Erumer sin más.

Tyller no le quedó de otra que aceptarlo. Entonces consideró la idea de tomar un baño caliente, beber en alguna taberna, dormir bajo techo… todos los lujos que podía ofrecer el Puerto de Menethil. La perspectiva le resultó muy tentadora.

-De ser así, necesitaré un caballo –pidió Tyller -, y una bandera blanca.

Mientras tomaba las riendas del caballo de guerra, intentó no pensar en lo que unos hombres armados con arcos podían hacerle al mensajero de un enemigo potencial.

Hacia un destino fatídico.

La saeta de la ballesta surcó el aire con un silbido y se clavó en la tierra que había ante los cascos del corcel de guerra que montaba Tyller. Tyller luchó para controlar el animal, que se encabritó. En ese momento, Tyller se alegró de que su padre le hubiese insistido en que el arte de montar formaba parte de la educación de un joven caballero adinerado.

-No te atrevas a dar un paso más, forastero, o te llenaremos de flechas, no nos importa que cargues esa bandera blanca. –La voz era ronca pero poderosa. Estaba claro que era la voz de alguien que se dedicaba a dar órdenes y hacer que fuesen obedecidas. Se trataba del Capitán Puñorrecio, un enano y líder militar del Puerto de Menethil. Tyller logró controlar la montura.

-Soy el emisario de Gareus Ottonmark, barón de Orchard –gritó Tyller –No tiene intención de causarles algún mal. Sólo busca cobijar a su gente de los elementos y renovar las provisiones.

Page 17: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-¡Bueno, pues no puedes hacerlo aquí! –Espetó el capitán enano. –Dile a tu barón Gareus que, si es tan pacífico, puede continuar su camino. Esta es una ciudad militar, no nos interesan los tratos con los nobles.

Tyller estudió al enano que le gritaba desde la muralla de la ciudad. Debajo del yelmo metálico se adivinaba un rostro perspicaz e inteligente. Dos hombres ataviados con armaduras de cuero flanqueaban al enano y portaban unas ballestas que apuntaban a Tyller con férrea firmeza, al ex militar le empezó a correr un frío en la espalda. Llevaba la cota de malla, pero dudaba que pudiera ser útil contra las saetas de las ballestas en una distancia tan corta como en la que se encontraba.

-Por la sagrada Luz bendita, sólo necesitamos un poco de hospitalidad, Señor. –Le suplicó Tyller, de manera exhausta.

-Márchate, muchacho –le espetó el capitán enano -no recibirás hospitalidad ni en Puerto de Menethil ni en ninguna otra población de estas tierras si viajas con veinte caballeros acorazados y cincuenta hombres armados.

Tyller comprendió como eran las cosas en aquellas tierras. Se encontraban en un frente de batalla y el ejército del barón resultaba demasiado poderoso para que los gobernantes locales les abrieran las puertas a sus ciudades.

-¡Tenemos heridos! –Gritó Tyller -¿Al menos podrían aceptar a ellos?

El capitán enano adoptó una actitud de disculpa.

-¡No! –Respondió el capitán enano –ustedes los trajeron hasta aquí, el problema es suyo.

-En nombre de todo lo sagrado, tienen que ayudarlos. –Suplicó Tyller.

-No tenemos que hacer nada, emisario. –Respondió el capitán enano –Soy yo quien gobierna aquí, no tu barón. Dile a tu barón que sigan hasta Dun Modr, ahí encontrarán el puente Thandol que conecta con las Tierras Altas de Arathi. Se sabe que ahí hay mucha tierra que no pertenece a nadie. Tomen los fuertes abandonados de Stromgarde.

Desanimado, Tyller hizo girar las riendas de su caballo. El ex militar estaba consciente de que mientras se alejaba aún lo apuntaban las ballestas de los soldados del Capitán Puñorrecio.

-¡Emisario! –gritó el Capitán enano.

Tyller se volvió en la silla para mirarlo, y vio que el rostro del enano tenía una expresión preocupada.

-¿Qué? –preguntó Tyller

-Dile al barón que en ningún caso entre por el Muro de Thoradin. No quiero tener sobre mí conciencia el hecho de no haberlo prevenido acerca de las Colinas de Trabalomas.

Page 18: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Algo en el tono de voz del enano hizo que a Tyller se le erizara el pelo de la nuca.

-Las colinas están encantadas, emisario. –Le espetó el capitán enano. –Ningún hombre debería desafiarlas, son un peligro para cualquier alma mortal.

Antiguas maldiciones

-No nos permitirán traspasar las puertas –concluyó Tyller mientras observaba los rostros de los reunidos en torno a la hoguera.

El barón Gareu Ottonmark se volvió para mirar a Erumer, el elfo nocturno.

-Mi gente está desesperada, hay quienes exigen tomar Puerto de Menethil por la fuerza –dijo el barón –eso ocasionaría que la Alianza nos persiga hasta el último de nuestros días.

El elfo nocturno se inclinó hacia delante para echar otra rama al fuego. Las chispas que se levantaron ascendieron hacia el cielo e iluminaron el aire frío de la noche

-No soy experto en asedios, pero incluso así me doy cuenta de que no tendrías ninguna posibilidad de tomar la ciudad portuaria. –dijo Erumer, el elfo nocturno

-Entonces, ¿opinas que debemos continuar? –Preguntó el barón.

-Tal vez deberíamos ir a las Tierras Altas de Arathi –comentó Vermund, el sobrino del barón –, y buscar tierras allí. Claro, evitando acercarnos al muro de Thoradin, si es que hay algo por lo que debamos temer.

-Créeme que lo hay –dijo Garathor, uno de los cazadores, cuyos rasgos se veían pálidos y tensos.

-De cualquier modo, ir hacia Arathi es una estupidez –declaró Lunara, la maga elfa nocturna, mientras peinaba su largo cabello gris plateado.

-¿Ah sí? ¿Por qué? –Inquirió Vermund con tono retador.

Tyller se percató de que la elfa observaba directamente al sobrino del barón con una mirada feroz.

-Te crees listo pero no sabes casi nada de tu propio continente, muchacho –le espetó Lunara, la elfa nocturna. –Arathi es una zona muy conflictiva, es morada de ogros, bandidos y, algo peor aún, la Horda. La Alianza y la Horda luchan constantemente para controlar los recursos de la región. Dudo que siquiera tengamos posibilidad de permanecer mucho tiempo ahí.

-Claro que conozco mi continente, bruja –se burló Vermund de la elfa nocturna, y recorrió con la mirada los ojos de los que se encontraban alrededor de la hoguera –. Las laderas de Dun Algaz están infestadas de Orcos Faucedraco y abundan más que los gusanos en un cadáver.

Page 19: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-El peligro acecha en todas direcciones –dijo el barón, y miró a Tyller -¿Confías en la advertencia del capitán enano? Se cuentan historias de las Laderas de Trabalomas para asustar a los niños. Nosotros no somos unos niños. ¿Crees que el capitán nos haya mentido para evitar que exista un frente más para la Alianza en esa zona de conflicto?

Tyller meditó un momento la pregunta del barón. ¿Cómo iba a saber si lo que le decía el enano era verdad? El ex militar nunca había estado tan al norte de su patria y dentro del ejército de Ventormenta corrían ciertos rumores que decían que la plaga había desaparecido cuando Arthas abandonó el continente. Tyller tenía plena consciencia de que lo que dijese influiría en el destino de todos los integrantes de la caravana, y entonces experimentó nuevamente la sensación de responsabilidad que conlleva el liderazgo; inspiro profundamente.

-Ciertamente, el capitán enano parecía ser sincero, barón.

-El enano decía la verdad –afirmó Garathor, el cazador, que estaba llevándose una pipa para fumar en la boca.

Tyller observó que el cazador jugaba la pipa nerviosamente con los dedos. Garathor, el cazador, se inclinó hacia delante y sacó una ramita encendida con fuego, y la usó para encender la pipa antes de continuar.

-Laderas de Trabalomas es un lugar siniestro. –Dijo el cazador –La gente dice que hace años, durante los inicios de la Tercera guerra, unos nigromantes desterrados por el rey Therenas Menethil II. Usaron hechizos oscuros para reunir un ejército de no-muertos. Lograron asesinar al rey Therenas Menethil II y dejar en ruinas el glorioso reino de Lordaeron.

Tyller sintió que un estremecimiento le recorría la espalda y luchó contra el impulso de voltear a mirar por encima de su hombro hacia la oscuridad.

-La gente dice que los nigromantes y sus aliados desapareció con Arthas, el maldito. –Prosiguió el cazador -Hay quienes especulan que fueron arrastrados hacia el vacío infinito tras la derrota de la Legión ardiente en la Tercera Guerra.

-Pero la Legión ardiente fue expulsada de este mundo años atrás –declaró Lunara, la elfa nocturna –Por poderosos que fuesen los hechizos de aquellos nigromantes, estos no se pueden mantener si no existe quien conjure tales invocaciones.

-No lo sé, señora –dijo Garathor, el cazador -pero igual se dice que los profanadores de tumbas jamás regresan de las Laderas de Trabalomas. Algunas noches pueden verse luces sobrenaturales en esas elevaciones, y cuando la luna está llena, los muertos salen a apoderarse de los vivos para que su sangre pueda renovar la vida que les fue arrebatada.

-Tonterías, todos ustedes no hacen más que decir puras tonterías –declaró el hermano Augusto, sacerdote que cuida de la salud del barón.

La elfa nocturna observó detenidamente al sacerdote

Page 20: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-Tenía la certeza de que los clérigos tenían conocimiento sobre este tipo de cosas –dijo Lunara, la elfa nocturna –Es muy sabido, entre los eruditos, que las bibliotecas eclesiásticas son recelosas de sus conocimientos y, por lo tanto, no comparten de sus investigaciones con las bibliotecas ajenas a su orden, como las bibliotecas del Kirin Tor.

El sacerdote palideció ante las acusaciones de la maga elfa nocturna y ambos se mantuvieron observando fijamente los ojos durante un momento. El silencio reinó ante todos por la tensión producida entre la maga elfa nocturna y el sacerdote del barón.

-Los recursos aquí son escasos, las laderas del sur están infestadas de clanes Faucedraco, aquí nos enfrentamos a un peligro seguro y sin garantías de encontrar refugio –concluyó el barón que interrumpió la tensión que se producía en el ambiente. –Nos aseguran que hacia Tierras Altas de Arathi encontraremos tierras libres, aunque podrían esconder los riesgos de un antiguo hechizo. Creo que deberíamos afrontar los riesgos, tal vez los caminos estén despejados. Iremos hacia el Tierras Altas de Arathi.

En la voz del barón no se oía esperanza alguna; parecía hablar como un hombre resignado a la voluntad del destino. <<¿Acaso el barón desea la muerte?>>, se preguntó Tyller aún bajo los efectos de la tenebrosa atmósfera que se había generado tras los relatos del cazador. Igualmente, Tyller recordó haber escuchado de Claribel, la ayudante de la maga elfa nocturna, algo acerca de una maldición que cargaba la familia Ottonmark, y decidió tener que averiguar a profundidad de qué tipo de maldición podría tratarse. Entonces, Tyller observó el rostro de Vermund. El joven noble, sobrino del barón, contemplaba el fuego con ojos hipnotizados y en su rostro había una expresión que era casi de placer absoluto.

PIEDRAS RÚNICAS

-Creo que halle la inspiración para una nueva obra –declaró Vermund Ottonmark con mucho entusiasmo -.La historia que contó el cazador la noche pasada será la trama principal.

Tyller lo miró de manera incrédula. Ambos avanzaban a un lado de la caravana, cruzando el puente Thandol que conecta Los Humedales con las Tierras Altas de Arathi. A esa distancia, se podían avistar la formidable estructura del Muro de Thoradin

-Tal vez la historia del cazador sea algo más que un simple relato, Vermund. –Dijo Tyller -Los relatos de la Tercera Guerra están llenos de hechos desorbitados y poco creíbles, pero algunas otras encierran hechos reales.

-¡Por supuesto! ¡Por supuesto! -exclamó Vermund, el sobrino del barón -¿Quién mejor para saberlo que yo? Me gustaría titular a esta obra como El paso de la no-muerte. Imagina esto: el chasquido de los huesos, y la piel apergaminada de los muertos vivientes brillando a plena luz de la luna llena. Imaginate un rey imperecedero que cada año se levanta para sustentar su vida con la sangre de los vivos.

Page 21: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

La caravana ya se había adentrado en las Tierras Altas de Arathi, y se encontraban cerca del Círculo de Vínculo Interior. Desde donde estaban, se podían contemplar aquellas malditas murallas de Thoradin, a Tyller le resultaba muy fácil imaginar toda clase de cosas tenebrosas que pudieran ocurrir detrás de aquellas murallas malditas. De toda la gente del barón, casi nadie se atrevía a aventurarse a solas en las Tierras Altas de Arathi, salvo tres personas. Durante el día, el sacerdote del barón, el hermano Augusto, junto con Lunara, la maga elfa nocturna y su hermano Erumer, el elfo nocturno cazador buscaban hierbas entre las pedregosas laderas de Arathi. Durante la noche, era fácil sentir todos los poderes de la Oscuridad que se manifestaban en la región.

-Imagínate… -continuó Vermund, el sobrino del barón, casi susurrando-. Imagínate que estás dormido y oyes unos pasos quedos que se acercan hacia ti, aunque únicamente percibes tu propia respiración… ¿Podrías estar allí tendido, escuchando los fuertes latidos de tu corazón y saber que no hay corazón que se agite lo que sea que se te esté acercando?

-Sí –se apresuró a decir Tyller -, estoy seguro que tú obra será de lo más excelente. Sería fabuloso que me dejes leerla en cuanto hayas acabado.

Tyller decidió cambiar el tema, e intentó dar con uno que pudiese ser atractivo para aquel extraño dramaturgo.

-Me podrías decir un poco más acerca de la maldición de los Ottonmark? -Dijo Tiller, al fin

El brillo que destelló en los ojos de Vermund, y su mirada penetrante, hizo que Tyller se estremeciera; sin embargo, el dramaturgo sacudió la cabeza, sonrió y volvió a comportarse de manera cordial.

-No hay mucho que contar –Vermund, el sobrino del barón, profirió una alegre risilla –Mi abuelo era un devoto paladín de la Luz, se la pasaba quemando brujos, brujas, mutantes para demostrar su devoción hacia la sagrada Luz bendita. En una noche de brujas, mi abuelo decidió quemar a una hermosa joven llamada Deborah Fain. Todos los ciudadanos acudieron a mirar, puesto a que la chica era una belleza. Cuando las llamas se alzaban hacia la muchacha, ella invocó a los poderes viles del vacío infinito para que la vengaran, para que la muerte ocurriera inesperadamente sobre mi abuelo y la descarga del caos sobre sus herederos. “La Oscuridad se los llevará a todos”, fue lo último que se escuchó decir de aquella joven antes de morir incinerada en la hoguera. –Vermund guardó silencio y dirigió su mirada hacia la majestuosa muralla de Thoradin.

-¿Y qué más sucedió? –Quiso saber Tyller.

-Después de eso, mi abuelo desapareció sin dejar rastro alguno –añadió Vermund, el sobrino del barón –hay quienes teorizan que unas entidades demoniacas lo arrastraron hacia el vacío abisal. Tras su desaparición, ocurrió una riña familiar entre los hijos de mi abuelo, todos querían su herencia. El mayor de ellos, Egbert Ottonmark, era el heredero legítimo. Mi padre y Gareu Ottonmark se rebelaron y lo desposeyeron. Algunos dicen que Egbert se volvió un bandido asalta caminos y fue asesinado por un guerrero; otros dicen, que se encaminó hacia Kalimdor y tuvo un

Page 22: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

final mucho más terrible. Mi padre heredó títulos de nobleza y se casó con mi madre, Kristen Maclure.

Tyller lo miró fijamente, pues los Maclure eran una familia de oscura reputación y poco aceptada dentro de la sociedad de Ventormenta.

Vermund prosiguió con su relato.

-Mi tío Gareus Ottonmark se convirtió en comandante del ejército de Ventormenta –explicó Vermund –Mi madre murió tras darme luz, y mi padre simplemente desapareció. Entonces, Gareus se hizo con el poder y la mala suerte nos ha estado persiguiendo.

Tyller atisbó que una figura bajaba de las laderas. Era la maga elfa nocturna, Lunara, y parecía tener mucha prisa.

-¿También desapareció? –preguntó Tyller de manera distraída.

-Sí, simplemente desapareció –recalcó Vermund –pero no fue hasta que mucho más tarde descubrí lo que le había pasado.

La maga elfa nocturna se acercó a ellos al mismo tiempo que le echaba una mirada feroz a Vermund

-Malas noticias, caballeros –anunció Lunara, la elfa nocturna -.He descubierto una extraña abertura en las laderas de las colinas de ahí arriba. Están selladas con piedras rúnicas, pude sentir un terrible poder oculto detrás de las piedras rúnicas.

La maga elfa nocturna continuó con toda velocidad hasta adentrarse en el campamento, Vermund la observaba con repulsión mientras la maga continuaba su marcha. Tyller miro a Vermund.

-No existe ningún afecto entre ustedes, ¿verdad? –Preguntó Tyller

-Ella me odia; sé que está aquí para investigar acerca de la maldición que afama a mi familia. Sabe que yo he estado estropeando sus investigaciones.

Tyller lo miró confundido

-¡Ah, sí!, ¿no lo sabías? –Continuó Vermund - Erumer y su hermana, la bruja elfa nocturna únicamente buscan ganarse una buena reputación dentro de la sociedad de Dalaran a costas de la mala fama que ha tenido el apellido de mi familia.

Amor de luna llena

Page 23: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

La luz de la luna llena brillaba sobre la altiplanicie de Arathi. Tyller se sentía nervioso y solía mirar por encima de su hombro, como si esperará a que pronto le sucediera algo terrible. <<Está noche hay algo en el aire, lo presiento>>, pensó el ex militar; tenía la sensación de que algo no iba bien.

Tyller luchó para controlar sus miedos y la impresión de que el mal se movía a sus espaldas.

-¿Te encuentras bien, Tyller? –Preguntó Claribel, la ayudante de la maga elfa nocturna -.Esta noche te ves muy distraído.

Tyller miró los ojos de la chica y le sonrió, ya que él hallaba placer con su presencia. Usualmente, el ex militar disfrutaba de la compañía nocturna que Claribel le ofrecía, pero esa noche, un mal presagio se interponía entre ambos.

-Estoy cansado, eso es todo –expresó Tyller y, de modo inevitable, lanzó una mirada hacia las colinas cercanas, por donde Lunara, la maga elfa nocturna, había encontrado unas piedras rúnicas que, posiblemente, encerraban alguna cosa terrible. A la luz de la luna llena, la abertura de la ladera tenía un aspecto parecido a unas fauces abiertas de un terrible animal.

-Es en este sitio, ¿verdad? –Preguntó Claribel, la ayudante de la maga elfa nocturna –Puedo sentir algo sobrenatural en él. Se siente como cuando mi señora Lunara hace uno de sus hechizos más peligrosos; Siento que se me erizan los vellos de la nuca. Pero creo que esto es algo mucho peor.

Tyller vio como el terror se mostraba en el rostro de la chica

-Algo antiguo y maligno habita en esas colinas, Tyller –dijo Claribel, la ayudante de la maga elfa nocturna -puedo sentir como si esa cosa estuviese hambrienta. Podemos morir aquí.

Tyller tomó la mano de la chica

-Estaremos a salvo mientras permanezcamos juntos

Sin embargo, a Tyller le tembló la voz, y sus palabras no sonaron para nada tranquilizadoras. El ex militar hablaba como un niño asustado.

-Toda la gente del campamento está asustada, a excepción de Erumer. –Aclaró Claribel -¿Todos los elfos nocturnos serán igual de intrépidos?

-Ciertamente no lo sé –dijo Tyller mientras observaba el carromato de Erumer, el elfo nocturno cazador –Su raza es tan milenaria, supongo que estarán muy acostumbrados a vivir con demasiados peligros. –El ex militar observo de manera curiosa a Claribel –Creí que tú conocerías más de esa raza que yo. Tú trabajas para una maga elfa nocturna.

Claribel negó con la cabeza -Mis padres fueron vasallos del barón Gareu Ottonmark, le servían en Orchard, en Bosque de Elwynn –explicó Claribel -A mí me contrató la señora Lunara, ella me escogió personalmente para que le ayude en sus quehaceres.

Page 24: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Ambos se acercaron hacia un árbol caído, y Tyller ayudó a Claribel para que ella pudiera subir en el tronco; después, Tyller dio un salto y se sentó a su lado. La chica se acomodó el largo vestido de campesina y se metió un largo mechón de cabello negro detrás de la oreja. Tyller vio que la chica tenía un aspecto adorable a la luz de la luna llena. De pronto, comenzaba a formarse una neblina.

-¿Dónde están tus padres, Claribel? –Preguntó Tyller de manera curiosa

La chica se encogió de hombros con actitud penosa

-Ellos… ellos murieron en la avalancha que se produjo en las montañas de Loch Modan, junto con mis hermanas. –Declaró Claribel.

-Lo siento –respondió Tyller -; no lo sabía.

-Han habido muchísimas muertes a lo largo del camino –Dijo Claribel –doy las gracias a la sagrada Luz Bendita de poder estar aquí con vida.

Claribel guardó silencio durante un largo momento, y luego hablo con voz dulce.

-Cuéntame de ti, Tyller, pareces ser alguien muy interesante. ¿Cómo conociste a aquel enano que nos guío de camino a Los Humedales?

Tyller meditó con cuidado lo que iba a responder. La verdad es que él se había prometido nunca hablar de su situación con Buliwyf Petramano, puesto a que eso implicaba contar de como se había convertido en un prófugo de la ley de Ventormenta. Pero ante la mirada de los grandes y oscuros ojos de Claribel, de pronto le pareció importante contarle la verdad.

-Tengo una deuda pendiente con él –Dijo Tyller, al fin –Maté a un aristócrata de la Casa de Nobles de la ciudad de Ventormenta, en un duelo, y eso causó un gran escándalo.-Tyller se encogió de hombros- El infeliz se acostaba con mi esposa mientras yo estaba de servicio en el ejército de Ventormenta, luchando contra los clanes Roca Negra.

Claribel lo miró con expresión interrogadora

-Espera, ¿eres casado?

Tyller adoptó una actitud penosa

-Tuve que renunciar a mi vida pasada –dijo Tyller -, la Casa de Nobles movió todos sus hilos para hacerme pagar ante la justicia por el asesinato de William Bonacresta, hijo del Conde Remington Bonacresta. Me refugie en Khaz Modan, territorio de los enanos, pues en mi vida militar había conocido a Buliwyf Petramano. Él y yo luchamos codo a codo contra los enanos del Clan Hierro Negro. Buliwyf no es un enano que se toma las cosas a la ligera, me hizo jurarle lealtad y servirle a cambio de protección.

Page 25: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Claribel se imaginaba cada detalle de lo que Tyller le contaba y se sentía muy interesada en su relato.

-¿Aún le debes lealtad al enano de Forjaz?

Tyller asintió con la cabeza

-Estoy aquí por él –dijo Tyller –Buliwyf y yo conocimos a un enano llamado Tirfalar en una taberna de Kharanos. Tirfalar es un explorador de terrenos que afirma haber visto un antiguo tesoro en las Montañas de Alterac. Como muchos sabemos, los enanos son avariciosos y yo hice un trato con Buliwyf para comprar mi libertad. Igualmente me podría pagar un viaje hacia las tierras de Kalimdor y poder vivir en paz.

A Tyller ya no se le ocurrió seguir diciendo más y permaneció callado

-¿Sabes? –Inquirió Claribel –Si no hubiese llegado hasta aquí, no te habría conocido.

Ambos se besaron con torpeza, de manera cuidadosa y sin apenas rozarse los labios. Luego, Tyller se inclinó y tomó los largos cabellos de ella entre las manos. Ambos se fueron abrazando con mayor deseo a medida que los besos se hacían más profundos. De manera apasionada, comenzaron a recorrer y explorar el cuerpo del otro con las manos. Ambos cayeron del tronco del árbol y Claribel exclamó fuertemente al caer sobre la tierra y quedaron tendidos boca arriba sobre la blanda tierra húmeda.

-Creo que ensucié mi capa con la tierra –dijo Tyller

-Entonces, será mejor que te la quites. Así podemos echarnos sobre ella. –Dijo Claribel

Ambos, cobijados por la niebla y alumbrados por la luz de la luna llena, hicieron el amor.

Sueños inquietantes

-¿Dónde has estado humano? –inquirió Erumer, el elfo nocturno

-Paseando, nada más –réplico Tyller.

-Has escogido una mala noche para pasear –replicó Erumer, el elfo nocturno –Fíjate en la niebla, apesta a brujería.

Tyller sintió el terror entre los huesos, y decidió poner una actitud de guardia, posando su mano enguantada sobre la empuñadura de su espada, y miró por encima de su hombro hacia las tinieblas.

-¿Tú hermana, Lunara, sabe algo acerca de esto? –Preguntó Tyller

Page 26: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-He dado órdenes de redoblar la guardia. –Respondió Erumer, el elfo nocturno –Hasta no encontrar pruebas contundentes, prefiero no molestar a mi hermana en sus asuntos.

-¿Qué debo hacer yo? –inquirió Tyller

-Duerme un poco, humano. Pronto será tu turno para hacer guardia.

Tyller se acostó sobre unos sacos de grano que había dentro del carromato en el que viajaba y se envolvió con su capa. Tyller era incapaz de dormir, puesto a que no dejaba de pensar en Claribel, la ayudante de la maga elfa nocturna. La niebla se hizo más densa y el clima húmedo logro hacer que Tyller adquiriera el sueño y el ex militar tuvo terribles pesadillas en donde los muertos se alimentaban de los vivos.

La niebla

Un caballo relinchó a lo lejos, y una mano se apretó contra la boca de Tyller. El ex militar, creyó que Leokar, el cazador al que había golpeado semanas atrás en la factoría de Loch Modan, había buscado vengarse de él. Tyller comenzó a luchar desesperadamente.

-¡Silencio! –Le susurro un guardia del barón –Algo se acerca. No hagas más ruido.

Tyller, al ver la preocupación del guardia, logró despertarse del todo. El ex militar tenía los ojos cansados y se sentía sin energía alguna, puesto a que no había descansado lo suficiente.

-¿Qué es lo que sucede? –Preguntó Tyller en voz baja

El guardia se limitó a hacerle un gesto para indicarle a Tyller que guardara silencio mientras intentaba olfatear el aire.

-Huele como si algo llevará mucho tiempo muerto –indicó el guardia del barón.

Tyller se estremeció y sintió como si en su estómago comenzará a agitarse el miedo. El ex militar tuvo que luchar para reprimir todo el terror que lo invadía, sus pesadillas se habían vuelto realidad.

Tyller echó una mirada por encima de su hombro, temiendo que alguna cosa horripilante pudiese aparecer a sus espaldas. Su corazón palpitaba fuertemente y sentía sus músculos congelados, se esforzó para acomodar su mano sobre la empuñadura de la espada.

-Voy a echar un vistazo –susurró el guardia del barón. El soldado bajó del carruaje y se desvaneció entre las tinieblas.

Tyller se sintió completamente solo en ese momento. Se había despertado de una pesadilla para encontrarse con otra. El ex militar sabía que entre la neblina acechaban criaturas terroríficas, y que apartarse del carromato significaría una muerte segura.

Page 27: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Sin embargo, Claribel estaba ahí afuera, durmiendo en el carromato de Lunara, la elfa maga nocturna. Tyller se imaginó miles de criaturas de pesadilla abalanzándose sobre la puerta del carruaje de Lunara…

Entonces, Tyller desenvainó su espada y se armó del valor que necesitaba para saltar hacia afuera. Sus sentidos se habían agudizado por la adrenalina que le producía su miedo. El ex militar avanzó hacia el lugar dónde sabía que se encontraba el carromato donde Claribel descansaba.

Tyller no dejaba de mirar de manera cautelosa a su alrededor, por temor a que algo entre la niebla le pudiera sorprender. El ex militar quería gritar para alertar al campamento, pero si gritaba, atraería la atención de los terribles acechadores, y eso significaría una muerte aterradoramente segura.

Una silueta apareció entre las sombras, y Tyller levantó su espada. Su corazón estaba a punto de estallar, hasta que se percató que la figura estaba ataviada con armadura y casco. <<¡Por la sagrada Luz Bendita! -pensó Tyller – ¡El guardia!>> Pero cuando la figura se volteó hacia él, Tyller profirió un grito de horror.

El rostro carecía de carne, y sus ojos, carentes de pupilas, brillaban con una tenue luz fantasmal. Unos dientes carcomidos le sonreían desde una boca sin labios. De la armadura que portaba aquel ser, le llegó un hedor de moho y cuero podrido.

El no-muerto le lanzó un golpe con su espada a Tyller. El ex militar se apartó precipitadamente hacia un lado, actuando únicamente por reflejo. El no-muerto realizó otro ataque cuyo golpe le hizo un leve corte en las costillas de Tyller, y el dolor le punzó en el flanco del ex militar. Tyller pudo mover su cuerpo gracias a la disciplina militar del arduo entrenamiento recibido del ejército de Ventormenta, y contraatacó con un golpe dirigido al cuello del no-muerto.

La espada atravesó el fino cuello del no-muerto, y Tyller oyó restallar varias vertebras. Tyller retiró la espada del cuello del ser y giró sobre sus pies, haciendo descender su espada sobre el pecho de la criatura, cuyo golpe le abrió un tajo en el pecho. El guerrero no-muerto cayó con un lamento de ultratumba.

De pronto, el lugar se pobló de figuras que se movían por todas direcciones. Tyller oyó el crujido de la madera al partirse y los gritos de animales que se mezclaban con el de humanos por igual. En alguna parte, Erumer, el elfo nocturno cazador, bramó un grito de guerra en su lenguaje nativo.

Tyller corrió a través de la neblina y casi tropezó con Erumer, el elfo nocturno, que aferraba una lanza de doble filo.

-¡Reagrúpense! –Gritó Erumer, el elfo nocturno -¡A mí, hombres valientes!

El elfo nocturno tocó su cuerno de guerra y, entonces, profirió un grito de guerra parecido al aullido de un lobo, y a los alrededores le llegaron unas pocas respuestas débiles. Tyller decidió ir

Page 28: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

en busca del carromato donde se encontraba Claribel y Lunara, la maga elfa nocturna, pero unos no-muertos le acortaron el paso y le lanzaron estocadas con sus espadas largas. Tyller logró esquivar una estocada y detener la otra con su espada. De pronto, más figuras no-muertas aparecían a escena. Tyller golpeó la pierna de un no-muerto con su espada, lo cual hizo que la criatura cayera al momento que el filo del arma del ex militar le atravesaba la rodilla. Tyller se encontraba invadido por el terror, y únicamente luchaba de manera mecánica. La figura del no-muerto que había caído le atacó desde el suelo y Tyller se vio obligado a saltar por encima del arma y caer por encima de la criatura, partiéndole la columna con su peso. Al instante, el ex militar se encontraba intercambiando golpes de espada con otro no-muerto, hasta queTyller logró cortarlo en pedazos.

Para la mala suerte del ex militar, su peor temor se hacía realidad al ver dos de aquellos terribles monstruos destrozando la puerta del carromato de Lunara, la maga elfa nocturna. Del interior del carruaje, se escuchaban los dulces cánticos de Lunará. Tyller se preparó para cargar contra las abominaciones, pero pronto sus ojos se cegaron por un repentino destello azul. Tras la Tromba Arcana, un poderoso olor a óxido llenó el aire. No quedaba nada de los restos de aquellos no-muertos que se disponían a atacar el carromato de Lunara, la maga elfa nocturna.

En la entrada del carruaje, se encontraba de pie Lunara, apacible, sin temor alguno, sus manos estaban rodeadas de una aureola de luz mágica, sus ojos azules parecían brillar como el fuego de una hoguera a plena luz de luna llena. Su imagen parecía imponente, una belleza de ensoñación mitológica. Lunara miró a Tyller y le hizo un alentador gesto con la cabeza.

Detrás de la maga elfa nocturna, se encontraba Claribel, estupefacta, señaló con su dedo a espaldas de Tyller. El ex militar, se volvió y halló una docena de no-muertos que se dirigían corriendo hacia él. Tyller, sintió tristeza al saber que no tendría oportunidad contra una carga como esa e inclinó levemente la cabeza para susurrar un juramento a la Sagrada Luz Bendita. Sabía que no sobreviviría al encuentro, pero le alegraba saber que al menos Claribel se encontraba sana y salva. Entonces, el ex militar adoptó una posición de guardia, esperando la carga de los no-muertos. Cuando Tyller se encontraba a una distancia considerable de las criaturas, Erumer el elfo nocturno, y sus hombres aparecieron deteniendo la carga de los no-muertos. Tyller sintió un gran alivio de la repentina aparición de la guardia del barón y se unió a la carga.

La noche se transformó en un caos absoluto, se escuchaban los golpes de acero de las espadas por doquier, lamentos y el crujir de huesos. Tyller oyó un extraño ruido cerca de él y se volvió para encararse con un gigantesco ser, parecido a un ogro, hecho de diferentes cuerpos unidos entre sí. Sus tripas salían de su estómago abierto, que daba un parecido repugnante a las fauces de una abominable criatura, y cargaba una sangrienta cuchilla en una de sus extremidades. La criatura se le echó encima. Lunara hizo retroceder a la criatura con diversos ataques arcanos y Tyller aprovechó el momento para dar múltiples tajos con su espada a la espantosa abominación; la criatura parecía no sentir dolor alguno a las estocadas, pero sin embargo, los hechizos de Lunara resultaban más que efectivos ante esa monstruosidad hasta que finalmente cayó con un terrible alarido gorgoteante.

Page 29: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Erumer el elfo cazador y Tyller luchaban espalda con espalda hasta que se encontraron rodeados de pilas de huesos putrefactos. De pronto, la niebla comenzó a desvanecerse, y la horda de no-muertos se alejaba conforme la niebla se esparcía. Los ecos de la batalla desaparecieron tras la neblina; solo los alaridos de los agonizantes reinaban el lugar.

Erumer, el elfo nocturno, se retiró para atender a sus hombres heridos y saber en qué situación se encontraba la caravana del barón. Tyller había quedado solo ante aquel campo de muerte.

Una figura que pasaba atacó a Tyller, y el ex militar reaccionó al ataque. Tyller vio que se trataba de Leokar, el cazador con el que había tenido problemas. El cazador mostraba una sonrisa siniestra que dejaba a la vista los agujeros de los dientes que le hacían falta, igualmente, Tyller pudo percatarse de que Leokar estaba frenético a causa del terror, pues el cazador echaba espumarajos de la boca y su rostro era una máscara de miedo enloquecido.

-¡Baztardo! –Jadeó Leokar, el cazador, que le lanzaba un golpe con la espada.

El ex militar se agachó para dejar pasar la estocada del cazador y Tyller dirigió una estocada a fondo que atravesó el corazón del cazador. Leokar sollozó al morir, y Tyller retiró su espada de su pecho. Si el cazador hubiese matado al ex militar, su muerte se hubiera podido adjudicar a los no-muertos, durante la refriega.

Al regresar al campamento, Tyller quería buscar a Lunara, la maga elfa nocturna, para agradecerle, se sentía obligado a hacerlo, después de que ella le hubiera salvado de las garras de la abominación, pero la maga elfa nocturna se había desvanecido entre las sombras de la noche.

La hueste de no-muertos había retrocedido hacia las colinas por donde Lunara había encontrado las piedras rúnicas. Los guardias del barón aprovecharon el momento para verificar los daños de los carruajes y el número de bajas humanas.

La maldición de los Ottonmark

Las primeras luces de la mañana se hacían presentes, Tyller observaba como Lunara, la elfa nocturna, inspeccionaba las piedras rúnicas. El hedor a descomposición que había en el aire, le produjeron náuseas a Tyller. Los sobrevivientes de la caravana levantaban estructuras de madera con los restos de los carruajes arruinados para hacer piras funerarias en las que pudieran incinerar a los muertos. Nadie quería enterrar a los difuntos, por temor a que pudieran levantarse una vez más, pues las altiplanicies de Arathi parecían estar encantadas con terribles maldiciones.

La maga elfa nocturna estaba pasando su mano de manera experta sobre las piedras rúnicas que se encontraban partidas. Entonces, la elfa nocturna alzó los ojos y miró a Tyller.

Page 30: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

-No cabe duda, humano –dijo Lunara, la maga elfa nocturna –las piedras rúnicas fueron partidas desde afuera.

Tyller la miró y sintió un miedo enorme.

-Eso significa que… -dijo tyller, y Lunara, la elfa nocturna, le interrumpió

-Significa que alguien le ha echado una mano a la maldición de los Ottonmark –dijo Lunara mientras su rostro mostraba una sonrisa salvaje.

El viaje interminable

Había comenzado a llover. El carruaje en el que viajaba Tyller avanzaba traqueteando colina arriba. El ex militar agitó las riendas y los caballos redoblaron el esfuerzo.

Junto a Tyller, se encontraba Claribel. Ella estaba pálida y tenía un aspecto enfermizo como casi todos los demás integrantes de la caravana. Los esfuerzos del largo viaje, y el mal clima los habían hecho vulnerables a las enfermedades.

Se encontraban cerca de Stromgarde. Los exploradores de Erumer, el elfo nocturno, habían dado fe en que la ciudad estaba dividida en tres frentes de conflicto: La Hermandad; El Clan Puño de Roca; Galen Aterratrols.

La Hermandad es un grupo de crueles bandidos liderados por Lord Falconcrest. Se dice que Lord Falconcrest proviene del linaje de Lord Perenolde, quien fue un antiguo rey de Alterac. Su pasado es conocido por la traición que cometió contra la Alianza en tiempos de la Segunda Guerra. Debido a la traición del antiguo rey de Alterac, la Alianza desposeyó de tierras y títulos a todos los líderes y nobles de Alterac. Por lo tanto, Lord Falconcrest, desposeído y exiliado, dirigió a su séquito, que se hacen llamar La Hermandad, hacia Tierras Altas de Arathi. Aprovechando la debilidad del reino de Stromgarde, Falconcrest tomó la Ciudad Capital como base de sus operaciones, pues su verdadera ambición está en tomar las tierras malditas de Lordaeron.

El segundo frente que luchaba dentro de la ciudad de Stromgarde eran los Ogros del clan Puño de Roca. Los Ogros son monstruos grandes, feos y violentos; destacan en dos cosas: comer y luchar. Las razas razonables de Azeroth saben que es mejor desviarse del camino de un Ogro, pues la voluntad de estos seres se impone a los garrotazos y al deseo de devorar a toda criatura viva que atrapan. Se dice que ni siquiera son una raza originaria de este mundo y sus líderes gobiernan a sus súbditos con puño de hierro.

El tercer frente conflictivo era controlado por el verdadero heredero de Stromgarde, el príncipe Galen Aterratrols, cuyo ejército se encontraba notablemente reducido debido a los años de lucha por el control de la ciudad y los acontecimientos que ocasionaron la caída del reino de Stromgarde.

Page 31: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Ni por más que lo deseaba, el barón sabía que para él, Stromgarde, sería imposible de tomar. Teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba su ya destrozado ejército, el barón tomó la decisión de continuar buscando tierras desocupadas. La caravana se había puesto en marcha. Todos tenían la sensación de haber estado viajando siempre y de que nunca podrían descansar. Incluso ya no resultaba inquietante el hecho de saber que alguien del séquito había dejado en libertad a las antiguas maldiciones que ocultaban las piedras rúnicas; aún no habían podido descubrir al responsable, por lo que únicamente se limitaban a hacer frías sospechas.

El viaje se había vuelto silencioso y Tyller miraba fijamente hacia la dirección donde se encontraba el paso a las Montañas de Alterac. El ex militar se preguntó si lograría reunir el coraje necesario para continuar hacia las Montañas de Alterac. Tyller, al principio creía que llegar hasta ahí no sería complicado y que él iba a ser capaz de afrontar todos los riesgos que pudiera conllevar su misión. Ahora, él solo quería establecerse con Claribel. Tyller logró recordar las últimas palabras del enano Buliwyf Petramano: <<“si te enamoras de esa chiquilla será tu perdición, muchacho.”>>

A Tyller le preocupaba la posible reacción del enano si sospechaba que él había dejado a un lado su verdadera misión. Se sentiría desdichado si traicionaba la lealtad de Buliwyf, pues el enano le había dado protección cuando otros le dieron la espalda. No obstante, Tyller amaba a Claribel y le resultaba aún más doloroso tener que separarse de ella. Tyller sabía que si dejaba de informarle de sus avances a Buliwyf Petramano, el enano comenzaría a sospechar de su lealtad.

Claribel estornudó y Tyller se despertó de su ensoñación, se quitó la capa y la acomodó sobre ella. Tyller la observaba con tristeza, él sabía que pronto tendría que separarse de ella.

La Tierra Prometida.

Erumer, el elfo nocturno, se volvió para mirar hacia la mansión en ruinas que habían encontrado. Se podía ver el humo que salía por las chimeneas del edificio recién habilitado. La caravana al fin logró hallar una zona sin dueño y, lo que es mejor aún, tierras cultivables. Las ruinas de la vieja mansión les ofrecían una pequeña cobertura en caso de tener que defenderla.

A Tyller le resultó muy difícil tener que decirle a Erumer, el elfo nocturno y maestro de armas del barón, que debía separarse del grupo. El elfo nocturno miró a Tyller con desaprobación.

- Tyller, te recuerdo una vez más que le debes lealtad al barón. –Dijo Erumer, el elfo nocturno –Estamos a menos de cuatro horas de la muralla de Thoradin. Al otro lado del muro, se encuentran las Laderas de Trabalomas. Al parecer, es una zona controlada por La Horda.

-Eso ya lo sé, elfo –Espetó Tyller –El barón y su gente ha conseguido lo que quería, mi trabajo con ustedes ha concluido.

Page 32: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

A Tyller le resultaba difícil saber que hablaba con seguridad pues aún no quería dejar la caravana, ya que seguía pensando en Claribel, la ayudante de Lunara. Tyller sabía que se dirigía hacia lugares peligrosos, él no quería que Claribel le acompañara en su campaña, pues temía en poder arriesgar la vida de Claribel.

-Ya viste los cadáveres que encontramos en la mansión –dijo Erumer, el elfo nocturno –Al parecer, eran miembros de La Hermandad y les han propiciado una muerte violenta. Las paredes de la mansión están quemadas, y he observado huellas de los Incursores Orcos de la Horda por los alrededores. El lugar no es defendible ahora, humano. Necesitaremos a todos aquellos capaces de luchar para mantenernos aquí.

Tyller se volvió para mirar hacia la mansión en ruinas y se mantuvo pensativo.

-Si La Horda ha atacado aquí recientemente –dijo Tyller –sería prudente hacer una fortificación. Ahora mismo no disponemos de los números para hacer frente a una amenaza como La Horda.

-Estoy seguro de que el barón te pagará generosamente por tus servicios, humano –dijo el Erumer, el elfo nocturno.

-Será mejor que el barón esté dispuesto a subir la cifra a la que paga por mis servicios – dijo Tyller

Erumer, el elfo nocturno, asintió mostrando una amplia sonrisa –Entonces, habría que averiguarlo.

La Horda

Tyller se levantó en silencio al no poder dormirse. Se vistió sin hacer ruido pues no quería despertar a Claribel. Tyller la arropó con cuidado con unas capas que usaban para cobijarse del frío, y luego le besó en la frente. Claribel se movió, pero no se despertó; Entonces, Tyller tomó su espada que tenía a la entrada del granero, y se dispuso a salir al aire frío de la noche.

Tyller avanzó hacia el grupo de casas pequeñas y mal construidas que se encontraban protegidas por las nuevas murallas de madera que rodeaban la mansión. Al fin, la fortaleza había quedado terminada, y a la comunidad del barón aún le quedaban suficientes granos para aguantar el invierno que se avecinaba.

Tyller jamás se había imaginado tener que establecerse en una aldea fortificada en los confines de la nada, y convertirse en un granjero. Siempre había estado orgulloso de servir a su patria. De cierto modo, al ex militar le resultaba emocionante estar en aquel sitio. La comunidad estaba tomando forma y él se sentía ya parte de ese grupo.

Tyller continuó avanzando hacia la torre de guardia, donde se encontraba Erumer, el elfo nocturno. Al parecer, el elfo nocturno era incapaz de dormir; se mostraba inquieto. Por esa razón, el elfo nocturno se pasaba las noches haciendo guardia en la torre.

Page 33: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Tyller ascendió por la escalera de la torre de vigilancia y se encontró a Erumer, el elfo nocturno, observando la oscuridad de la noche.

-Veo que tampoco puedes dormir, ¿no es así, humano? –dijo Erumer, el elfo nocturno.

Tyller asintió con la cabeza. El ex militar no podía dormir, pues se culpaba así mismo por haber olvidado la campaña que estaba llevando a cabo hacia las Montañas de Alterac; se sentía como un cobarde y sabía que, si seguía por más tiempo con aquel grupo de marginados, rompería los juramentos que le había hecho a Buliwyf Petramano. Era cierto que Tyller le había hecho juramentos al enano estando borracho y lleno de gratitud, pues aquel enano le había dado su protección; no obstante, Buliwyf Petramano era un enano que no se tomaba las cosas a la ligera.

Tyller avanzó para situarse junto al elfo nocturno, y ambos se quedaron observando la muralla que la comunidad había construido.

-Erumer… -dijo Tyller, al fin

-¿Si, humano? –preguntó Erimer, el elfo nocturno

-Creo que hemos hecho una buena construcción –comentó Tyller

Erumer, el elfo nocturno, alzó los ojos para mirar al ex militar y le dedicó una sonrisa.

-Pronto lo averiguaremos, humano –replicó Erumer, el elfo nocturno, y levantó un dedo señalando hacia afuera de la muralla.

Tyller miró hacia donde señalaba el elfo nocturno y se percató de que los campos estaban llenos de Incursores Orcos de La Horda que montaban unos terribles lobos gigantes. En ese momento, Erumer, el elfo nocturno tomó su cuerno de guerra y se lo llevó a los labios para hacerlo sonar en modo de alarma, pues La Horda estaba dando la bienvenida a sus nuevos vecinos.

En la boca del lobo

Tyller se dispuso a recoger la ballesta de un guardia que se encontraba muerto por el disparo de una flecha que atravesó su cuello. Al instante que Tyller se agachaba para recoger el arma del difunto, una flecha le pasó por encima de su cabeza. Los guerreros de La Horda disparaban con flechas incendiarias que hacían destellar en la oscuridad. Tyller echó un vistazo alrededor desde la torre de guardia en la que se encontraba, y vio que los Incursores de La Horda rodeaban la Mansión Redilnorte como una manada de lobos que acorrala a su presa. Tyller podía ver la piel verde de los Orcos brillar ante la luz de las flechas incendiarias.

<<Por la Sagrada Luz Bendita, ahí deben de haber un centenar de Orcos>> pensó Tyller, y se sentía agradecido por la presencia de la muralla de madera que habían construido alrededor de

Page 34: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

la Mansión Redilnorte; pero la construcción apenas resultaba adecuada ante la situación en la que se encontraban.

Tyller preparó la saeta de su ballesta y la apuntó hacia un Incursor Orco de La Horda. La saeta que disparó el ex militar logró penetrar la tosca armadura del guerrero Orco y se clavó sobre su pecho, el Orco gritó de dolor y cayó de su temible montura. Tyller volvió a agacharse para cargar su ballesta una vez más.

Las mujeres y los niños corrían a toda prisa en el patio de la fortaleza, transportaban cubetas de agua para intentar extinguir el fuego que se producía a los alrededores. Una mujer cayó muerta al intentar proteger a sus pequeños hijos de las flechas que caían como una lluvia de fuego.

Tyller se levantó una vez más para disparar la saeta de su ballesta, pero el disparo no acertó ningún blanco. A pesar de su experiencia en el combate, el ex militar se ponía nervioso ante los aullidos de los lobos, los gritos de los agonizantes, el llanto de los niños y el silbido de las flechas disparadas.

Tyller preparó una vez más la saeta de su ballesta y, cuando se puso de pie para disparar, las fauces de un lobo se cerraban debajo de su rostro. El ex militar se sorprendió y vio que el jinete Orco de aquella bestia se aferraba con fuerza y preparaba su montura para poder saltar hacia Tyller. El ex militar se apuró en disparar la saeta de su ballesta y alcanzó a dar en el pecho del lobo, que cayó muerto. El jinete Orco no pudo adquirir el impulso necesario para alcanzar a Tyller, cayó y rugió con furia al ver a su preciada montura muerta.

El ex militar pudo ver que Lunara, la maga elfa nocturna, subía en la torre de guardia y se detenía junto a Erumer, su hermano elfo nocturno. Tyller, durante la noche en la que los no-muertos atacaron, logró ser testigo del tremendo poder que era capaz de desatar la maga elfa nocturna, y sintió esperanza de que Lunara pudiera hacer algo para equilibrar la batalla a favor de los defensores. El campo de batalla a los alrededores de la Mansión Redilnorte se había vuelto una masacre total. Por todos lados, se veían cadáveres de los guerreros de La Horda y de los soldados del barón, ambos bandos caían constantemente ante la continua lluvia de flechas; Tyller llegó a creer que la muralla recién construida no parecía ofrecer ningún tipo de protección.

Tyller volvió a mirar hacia los campos del exterior, y pudo observar un grupo de Orcos Brutos con corazas pesadas que corrían hacia la puerta, cargando un pesado ariete. Las pocas saetas de ballestas que caían sobre ellos rebotaban sobre sus escudos. Entonces, el ex militar pudo oír el sonido del ariete al chocar contra la puerta.

Tyller tiró la ballesta que sujetaba y buscó desesperadamente su espada, él sabía que debía de saltar al patio de la fortaleza y correr hacia la entrada de la puerta para poder defenderla. Tyller igualmente sabía que La Horda los superaba en número. Si los atacantes lograban atravesar la puerta principal sería el fin, pues los defensores no tendrían la fuerza necesaria para expulsar las

Page 35: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

huestes de La Horda. Entonces, Tyller sintió miedo; esperaba que Claribel pudiese estar a salvo, rezaba sus plegarias a la Bendita Luz Sagrada para que su amada estuviera alejada de todo peligro.

De pronto, Tyller comenzó a escuchar los dulces cantos de Lunara, la maga elfa nocturna, y una descarga d energía Arcana se manifestó ante las palabras de poder que Lunara pronunciaba. La energía arcana atravesó la noche con un destello azul. Tyller oyó los gritos agonizantes de los Orcos Brutos que portaban el ariete, y el aire se llenó del hedor a carne carbonizada.

Las Trombas Arcanas de Lunara, la maga elfa nocturna salían disparadas una y otra vez, y arremetían contra los Incursores Orcos de La Horda. Tyller observó que Lunara, la maga elfa nocturna, tenía el rostro pálido, y los cabellos de punta. La elfa nocturna parecía tener un aspecto cansado y deshidratado, pues había abusado tanto de sus reservas mágicas.

Las fuerzas de La Horda se retiraron hasta ponerse fuera del alcance de los poderes Arcanos de Lunara, la maga elfa nocturna. Todos los defensores de la pequeña fortaleza comenzaron a bramar de victoria al ver que La Horda se retiraba. Entonces, a lo lejos apareció el resplandor de una luz.

Tyller forzó su vista para poder ver hacia la oscuridad, y pudo distinguir a una mujer Orco que montaba un gran lobo blanco, y sobre el cuerpo de aquella mujer Orco oscilaba una aureola de poder que la iluminaba. De pronto, comenzó a llover muy fuerte, y de aquella mujer Orco salió disparado una corriente eléctrica que surcó en el aire en dirección a Lunara, la maga elfa nocturna.

La maga elfa nocturna gimió, se tambaleó y comenzaba a desplomarse hacia el suelo; Erumer, su hermano elfo nocturno, la sujetó antes que su hermana cayera, y la abrazó con fuerza. Por primera vez, Tyller logró ver el miedo en el rostro de Erumer. El elfo nocturno profirió un grito con ira enloquecida. Lunara, la maga elfa nocturna, gimió y apretó los dientes; su cuerpo estaba lleno de sudor, pues la maga elfa nocturna estaba inmersa en un combate sobrenatural contra una Orco Chamán.

Los guerreros de La Horda se reformaron en torno a la mujer Orco Chamán, y se dispusieron a atacar nuevamente, aunque los guerreros de La Horda se encontraban igualmente agotados como las fuerzas defensoras del barón. La lucha continuaría durante toda la noche.

Crudo amanecer

Las primeras luces del día comenzaban a iluminar las praderas alrededor de la Mansion Redilnorte. Tyller pudo observar como Erumer, el elfo nocturno, cuidaba de su hermana Lunara, la maga elfa nocturna, que parecía estar agotada. La gente se había reunido alrededor de la maga elfa nocturna para observarla con interés y admiración, muchos de los ahí reunidos imploraban a la Sagrada Luz Bendita por la salud de Lunara.

Page 36: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Junto a Erumer se encontraba Vermund, el sobrino del barón. Vermund fue el único quien se pudo percatar de que Tyller se aproximaba hacia ellos.

-¿En qué situación estamos? –Preguntó Tyller

-Mientras ella pueda resistir y sea capaz de invocar su brujería, creo que nosotros también podremos aguantar –respondió Vermund, el sobrino del barón.

En ese momento, el Hermano Augusto, el sacerdote quien cuida de la salud del barón, se aproximaba hacia Lunara, la maga elfa nocturna, con actitud preocupada.

-Señora Lunara –exclamó el Hermano Augusto, el sacerdote –siento mucho por interrumpir en su reposo. Necesito de su ayuda, el barón ha sido gravemente herido por una flecha envenenada.

Lunara, la maga elfa nocturna, se levantó con paso agotado e hizo un gesto de agradecimiento hacia su hermano Erumer, quien cuidó de su salud. La hechicera se encaminó hacia la mansión y Claribel, su ayudante, salió entre la multitud para auxiliarla. Claribel logró ver a Tyller, y el ex militar le sonrió, pues él estaba contento de saber que ambos pudiesen estar aún con vida.

TRAGEDIA A MEDIA NOCHE

Era ya la segunda noche de asedio. Un estruendo se escuchó al otro lado de la puerta de la fortaleza e hizo moverla bruscamente. Mechas y flechas salían volando hacia los aires en dirección a la muralla de madera. La situación era desesperada, muchos de los guardias del barón se encontraban gravemente heridos y no sobrevivirían para volver a luchar. Erumer, el elfo nocturno, disparaba flecha tras flecha hacia los guerreros de La Horda que asediaban las murallas de la fortaleza. Erumer tenía ya los dedos y el antebrazo adoloridos por la cantidad de flechas que enviaba tras las filas enemigas. Tyller se mantenía en guardia tras la puerta, esperando el combate frente a frente que se avecinaba. El ex militar sintió que alguien le daba un tirón por el hombro, y al volverse vio que era Garathor, el cazador; quien se encontraba asustado.

-¿Qué ha sido de la señora Lunara, la hechicera? –Preguntó Garathor, el cazador, y señaló la puerta de la fortaleza con un gesto con la cabeza –Eso no lo hacen con un ariete. Es la maldita Chamán Orco. –Señaló Garathor, el cazador -¡Si la maga elfa nocturna no está aquí para detenerla, todos nosotros estaremos muertos para el amanecer!

Tyller apartó la vista de Garathor y observó el grupo de defensores que se encontraban lastimosamente agotados. Entre los soldados que defendían la fortaleza, se podían ver chicos y chicas adolescentes armados con palas, horcas y algunas otras armas improvisadas. Los aullidos de

Page 37: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

los lobos gigantes que montaban los Incursores Orcos de La Horda resultaban intimidantes, solo Erumer, el elfo nocturno, se mostraba sereno ante la situación.

-No sé dónde esté mi hermana–replicó Erumer –Ya debería haber estado aquí. En estos instantes es más importante defender la fortaleza, que preocuparse por la salud del barón.

-Bueno, pues tal parece que tu hermana está tomándose su tiempo –Dijo Garathor, el cazador.

-Es cierto –replicó Tyller –alguien debería ir a buscarla.

-Iré yo –dijo Garathor, el cazador.

-¡Ah, no! –Le contradijo Erumer, el elfo nocturno, con voz potente –tú te quedas a defender las puertas. Confío más en que Tyller regresará a su posición en cuanto tenga noticias de mi querida hermana. Muy pronto, La Horda atravesarán esta puerta y necesitaremos bloquearles el paso.

Tyller se apresuró en dirigirse hacia la mansión. El ex militar sabía que si las cosas salían tan mal como él temía, al menos podría ver a Claribel una última vez antes del trágico final.

Cuando Tyller llegó a la entrada de la mansión, oyó el sonido de la puerta de la fortaleza al partirse y el estruendo que se produjo cuando estas finalmente cayeron ante la presión de los conjuros de la Orco Chamán. Entonces, Erumer, el elfo nocturno, exclamó un grito de guerra y la última batalla por la fortaleza se estaba por presentar. Tyller se volvió para presenciar el terrible espectáculo.

En la entrada a la fortaleza, se encontraba la mujer Orco Chamán que iba montada sobre un enorme y viejo lobo blanco. El orbe de energía eléctrica oscilaba alrededor del tonificado cuerpo de aquella mujer Orco. Alrededor de la Chamán, marchaban seis grandes Orcos Brutos, ataviados con armaduras con cota de malla y armados con grandes hachas de a dos manos.

Erumer, el elfo nocturno, disparó una flecha que se dirigía velozmente hacia la frente de la mujer Orco Chamán, pero la flecha fue desviada por una fuerza sobrenatural. Detrás de la mujer Chamán, se podían ver a los demás Incursores Orcos montando a sus temibles lobos gigantes. Erumer, el elfo nocturno, aulló como un lobo y se encaró hacia La Horda para cargar. Tyller pudo ver como Erumer arrojaba su arco y blandía su lanza en alto, y todos los defensores lo acompañaban en su carga. El ex militar se volvió hacia la mansión y se dispuso a apresurar la marcha para unirse a la refriega en cuanto antes.

Tyller corría a través de los pasillos al mismo tiempo que gritaba el nombre de Lunara. El eco que se producía por los gritos de su voz, le estremecían.

Al llegar al salón principal, Tyller halló dos cadáveres. A Lunara, la maga elfa nocturna, le habían acuchillado varias veces sobre el pecho, todo su vestido estaba lleno de sangre. La maga elfa nocturna tenía una expresión de sorpresa en su rostro, como si la hubiesen atacado desprevenida. << ¿Acaso esto fue obra de algún asesino pícaro de la horda?>> -Pensó Tyller.

Page 38: Tyller Eisenherz · Web viewTyller Eisenherz Un ex militar del ejército de Ventormenta se dirigía muy lejos de casa, sin rumbo aparente. La decisión de abandonar las fronteras

Cerca de la puerta, yacía el otro cuerpo, le habían apuñalado en el momento que intentaba abrir la entrada. Tyller sentía que se le iba a reventar el corazón a medida que se aproximaba al segundo cuerpo que yacía cerca de la puerta. El ex militar sintió mucho temor al aproximarse, y volvió con suavidad la figura de Claribel, la ayudante de Lunara. Entonces, Tyller se dejó caer de rodillas y sus lágrimas se impregnaban sobre su rostro. Claribel pudo abrir sus ojos y Tyller logró experimentar un gran sentimiento de esperanza. Aun así, el ex militar se percató de la sangre que manaba de la boca de la chica.

-Tyller… -suspiró Claribel; jadeando -¿eres tú? –Claribel hizo un esfuerzo por sonreír- No sé cómo, pero sabía que vendrías por mí.

La voz de Claribel era débil y la sangre manchaba sus delgados labios cuando hablaba. Tyller no soportaba ver a su amada de tal manera y comenzó a llorar más. Abrazó a Claribel.

-Por favor… no hables- suplicó Tyller- es mejor que descanses…

-No puedo… tengo que hablar –interrumpió Claribel- Tyller, me alegro de haber viajado hasta aquí. Me alegro de haberte conocido. Te amo, Tyller…

-Yo… ¡Yo también te amo, Claribel! –dijo Tyller sollozando, y entonces, el ex militar vio que los ojos de ella se habían cerrado –No…, no.., no te mueras…, por favor…, no me dejes solo…, quiero vivir el resto de mi vida estando a tu lado –pidió Tyller mientras mecía con ternura el cuerpo de Claribel.

Tyller sintió que el cuerpo de Claribel quedaba desfallecido, y se le rompió el corazón. El ex militar dejó con suavidad el cuerpo sin vida de Claribel sobre el suelo en tanto las lágrimas le inundaban los ojos. Tyller miró la puerta que Claribel había intentado abrir y, de pronto, el ex militar sintió que a su corazón se le llenaba una terrible furia de venganza. Tyller se puso de pie y, rápidamente, se echó a correr por el pasillo para intentar atrapar al asesino de su amada antes de que este tenga la posibilidad de escapar de la mansión.

Continurá…