Los medios y la cultura de paz

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Documento elaborado por el grupo de Investigación del Observatorio de Medios de la Facultad de Comunicación Social para la paz

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  • 1. Los Medios y la Cultura de Paz

2. Friedens- und DemokratiepsychologieBand 1herausgegeben vonWilhelm Kempf & Georg Lind, Universitt Konstanz 3. Zuerst erschienen im Verlag Regener, Berlin, 2001, ISBN 3-936014-00-0, (Friedens- und Demokratiepsychologie ; 1) Wilhelm Kempf y Sonia Gutirrez Villalobos Los Medios y la Cultura de PazKonstanzer Online-Publikations-System (KOPS) URN: http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:bsz:352-opus-78151 URL: http://kops.ub.uni-konstanz.de/volltexte/2009/7815 4. 5ndicePrefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Primera parte:Teora y investigacin1El pensamiento dualista y la cultura de guerra Sonia Gutirrez Villalobos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 De la cultura de guerra a la cultura de paz 15 / Pensamiento dualista y cultura de guerra 17 / Logicas de la cultura de guer- ra: jerarquizacin, carencia, inferiorizacin 202La contribucin de los medios a la cultura de guerra* Wilhelm Kempf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Aspectos psicosociales de la cultura de guerra 28 / Los funda- mentos de la propaganda 33 / La Guerra del Golfo: hacia un Nuevo Orden Mundial 39 / Tcnicas avanzadas de propagan- da: comunicacin de doble vnculo y mensajes de doble sen- tido 453La contribucin de los medios a la cultura de paz* Wilhelm Kempf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Aspectos psicolgicos de la cultura de paz 51 / La escalada de los conflictos y su lgica 54 / El rol de los medios 60 / Descon- struccin del antagonismo entre el bien y el mal 62 / La guer- ra, la lgica militar y las opciones de paz: un balance 68 / Cobertura de reconstruccin y reconciliacin 704La implementacin de un discurso de paz* Wilhelm Kempf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 El papel de los medios en la creacin de una poltica exterior 72 / tica periodstica y elitismo 74 / Atrapados en la lgica militar 77 / La creacin de un discurso de paz 81 / Predominio de la cultura de guerra 86 / Hacia un discurso de reconcilia- cin 90 5. 65Pensamiento diversificado y cultura de paz Sonia Gutirrez Villalobos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 La necesidad de nuevos horizontes 92 / El respeto por las di- ferencias 94 / El reconocimiento de un mundo diversificado 95 / La afirmacin de la igualdad 97 / Pensamiento y periodismo diversificados 98 / Contribucin de los medios a los procesos de paz 100Segunda parte:Metodologa6Aspectos metodolgicos del anlisis de contenido** Wilhelm Kempf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Tcnicas de propaganda 106 / Anlisis de estilos latentes 109 / Anlisis cualitativo 1217Inventario para verificar reportajes pro escalada o pro desescalada de conflictos** Wilhelm Kempf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128 Aspectos pro escalada/Aspectos pro desescalada 128 / Tcni- cas propagandsticas 132Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133Autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138Apendice: La fundacin Heinrich Bll . . . . . . . . . . . . . . . . . 139*Traduccin del ingls: Sonia Gutirrez Villalobos & Danilo Montes** Traduccin del ingls: Sonia Gutirrez Villalobos 6. 7 PrefacioEl espacio pblico representa el mbito primordial en donde segenera el sentido individual y colectivo de toda accin social conconsecuencias generalizadas. Todo evento social, independiente-mente de las coordenadas espacio-temporales en donde ste seejecute y de los componentes que movilice, puede ser analizadodesde la perspectiva de su aporte a la generacin del sentido par-ticular y colectivo de responsabilidad social; esto es, todo eventosocial puede ser desmontado analticamente hasta poder estable-cer la manera en que cumple a cabalidad su funcin social. Lasciencias sociales de orientacin reconstructiva nos han demostra-do que el entramado que se encuentra detrs de cada evento so-cial opera en atencin a motivaciones, normas, reglas y principiossocialmente coordinados. En el lenguaje de Niklas Luhmann, nosolamente debemos hacernos cargo de qu se trata el caso sinotambin, de qu es lo que se esconde detrs.El trabajo que el Prof. Dr. Kempf y la Prof. Dra. Gutirrez nos pre-sentan en esta obra nos permite avanzar significativamente haciael desmontaje de aquellos principios, reglas y motivaciones querigen el proceso de la produccin social de sentido en el que in-tervienen los medios periodsticos y su contribucin y/u obstruc-cin a una cultura de paz. Ellos nos demuestran, adems, que esposible alcanzar un estado de mayor armona y reconocimientomutuo entre las personas y las sociedades. Su aporte, por consi-guiente, no es slo metodolgico, sino sobre todo tico.Vivimos en la era de la informacin. A nivel individual, una de lasexigencias sociales que mejor caracteriza la cotidianidad es elproceso conducente a la discriminacin y seleccin de la informa-cin ofrecidas por mltiples vas. Informacin requerida por losindividuos para cumplir con su responsabilidad social de legitimaro no las acciones que les afectan individualmente y/o nos afectana todos colectivamente. De la misma manera, una de las carac- 7. 8 Prefacio tersticas fundamentales del mundo contemporneo es la com- plejidad alcanzada en el subsistema social que coordina y controla el flujo de informacin socialmente generado y estructu- ralmente significativo. En su vida diaria, cada individuo, cada grupo y cada organizacin dedicada al proceso de informar e informarse debe enfrentarse con una gran diversidad de eventos, datos e informacin, (de)co- dificarlos, procesarlos, interpretarlos, trasladarlos a un determi- nado estilo narrativo, darles un sentido dentro del entramado global y utilizarlos en la toma de decisiones. La mediatizacin en- tre usuarios y medios provoca una complejisima interaccin co- municativa. El proceso comunicativo entre medios y usuarios se posibilita de- bido a la confluencia de motivaciones, intereses, tramas sociales e interpretaciones compartidas y principios de codificacin y de- codificacin de imagos colectivas generalizados; principios que fueron apropiados por los sujetos en sus respectivos procesos de socializacin. Es decir, en el proceso comunicativo entre medios y usuarios nos encontramos frente a una de las habilidades an- tropolgicas bsicas: la de poder interpretar lo ya interpretado. Detrs de lo anterior se encuentra un hecho de suma relevancia: cada medio educa a los sujetos para que stos lleguen a cons- tituirse en usuarios competentes del mismo medio. De esta ma- nera, se da un proceso de instruccin que capacita a las personas para enfrentarse con los medios; es decir, se da un proceso con- ducente a ser alfabetizado en los medios (Media Literacy). Sin embargo, la metfora de la alfabetizacin en los medios debe utilizarse consecuentemente, e inducir a los investigadores a la bsqueda de las especificidades gramaticales, sintcticas, se- miticas y pragmticas -o bien, en el lenguaje chomskiano, ge- nerativas- que para cada medio en particular se hacen presentes en el proceso comunicativo entre medio y usuario. Por otra parte, existe considerable evidencia en favor de la siguiente tesis: el proceso de instruccin con los medios no es homogneo, ni au- tnomo. Es en este ltimo sentido en donde el trabajo que el lector tiene entre sus manos presenta una de sus principales virtudes. Me- diante el uso de novedosas tcnicas de anlisis y aprovechando los desarrollos de la estadstica y la informtica, los autores nos 8. Prefacio 9ilustran cmo podemos apropiarnos de herramientas para desen-traar estas especificidades en el caso de los peridicos.Ahora bien, las noticias son una parte del volumen general de in-formacin participantes en el proceso de evaluacin, interpreta-cin y construccin de la realidad social que los individuosrealizan. Los niveles de comprensin de las noticias se encuen-tran asociados a los niveles de pre-comprensin del mundo socialque los individuos poseen. Los niveles de pre-comprensin, porsu parte, se encuentran vinculados con otras formas de instruc-cin y con las capacidades discursivo-interpretativas de los usua-rios. Por un lado, los individuos no se enfrentan a las noticias enforma indiscriminada; por otro lado, las habilidades alcanzadaspor los productores en el ofrecimiento del material a interpretarjuegan un papel importante.As, por ejemplo, segn Georg Ruhrmann (1989), en el enfrenta-miento del usuario con las noticias se escenifica el proceso dere-reconstruccin de la realidad social por parte de los recepto-res. Ruhrmann parte de la diferenciacin entre los siguientestres tipos de realidad social: realidad social construida, sta eng-loba todos los acontecimientos que son percibidos, observados ycomunicados como realidad objetiva; realidad social re-cons-truida, sta engloba la realidad que los comunicadores constru-yen para transmitir; y, finalmente, realidad social re-reconstruida, sta es la realidad resultado del proceso de elabo-racin e interpretacin del receptor. De lo anterior se desprendeun hecho sumamente significativo: en la situacin de encuentroentre medio y usuario asistimos a un proceso de interaccin yproduccin simblica comunicativamente organizado; las noticiashacen referencia a un mundo social compartido por los comuni-cadores y los receptores; ellas son, sin embargo, una construc-cin interpretativa de dicho mundo; las personas no asumenliteralmente el material que los comunicadores ofrecen; todo locontrario, los receptores construyen interpretativamente su pro-pia interpretacin del mundo social compartido utilizando el ma-terial de las noticias; es decir, las noticias estn construidas y sontratadas por los usuarios como un mensaje simblicamente es-tructurado.El punto relevante relacionado estrechamente con los aportesque el lector puede esperar de Kempf y Gutirrez, es la estructu-racin de las noticias. Estas ofrecen a los usuarios pistas o ndices 9. 10 Prefaciointerpretativos que los guan en su decodificacin. Estos ndicesse encuentran primordialmente presentes en forma de estructu-ras latentes. Los estilos latentes sirven entonces como dispara-dores para reforzar y activar esquemas prototpicos y/o clissinterpretativos estructuradores del mundo social.En este momento es oportuno recordar los sealamientos de W.Andrew Collins (1983): la comprensin y la interpretacin de losofrecimientos de los medios demanda, no solamente de una ins-truccin en la interpretacin del medio en s mismo, sino tambinde una instruccin en la comprensin de eventos y acciones delmundo social en general. Estos esquemas interpretativos se de-ben ubicar dentro del marco que proveen dos formas generalesde informacin social; formas a las cuales recurren los sujetos in-eludiblemente en sus interpretaciones de los eventos sociales; asaber: (a) memoria social conceptual, generalmente en corres-pondencia con categoras abstractas de conocimiento establecidopreviamente; (b) memoria de eventos sociales o memorias rela-tivamente especficas acerca de eventos sociales, en particularlocaciones temporales y espaciales.Especficamente la temtica tratada en este libro gira en torno ala llamada cultura de guerra: "Desde el fin de la Guerra Fra va-rios conflictos militares, algunos de los cuales se haban desarro-llado por dcadas, han sido exitosamente resueltos.Particularmente en Amrica Central, la situacin de post GuerraFra facilit la implementacin de un proceso de paz. An as, lasola ratificacin de un acuerdo de paz no soluciona el problemade cmo reparar material, social y humanamente a las socieda-des que ha sido destrozadas por la guerra." Tambin, han surgi-do nuevos conflictos internacionales.De acuerdo con Gutirrez y Kempf: "la cultura de guerra es do-minada por un pensamiento dualista y las polaridades que stegenera. Fortalecer la paz significa entonces debilitar, socavar,esas polaridades antes de que el conflicto haya escalado a violen-cia explcita, durante la poca de violencia y despus de que seha logrado el cese del fuego o llegado a un acuerdo de paz. Losperiodistas y los medios de comunicacin masiva pueden haceruna contribucin significativa a estos procesos. La pregunta escmo hacerlo. Sin esfuerzos sistemticos para construir la paz losconflictos pueden perdurar y siempre existe el peligro de que laviolencia brote de nuevo. " 10. Prefacio 11En este contexto, este libro es el producto de una cooperacinentre la Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional y laUniversidad de Konstanz (Alemania) que se remonta al mes denoviembre de 1998. En esta fecha Wilhelm Kempf visita CostaRica invitado por Sonia Gutirrez para ofrecer una serie de con-ferencias sobre La Contribucin de los Medios en la Construccinde la Paz, realizadas en la Universidad de Costa Rica, la Univer-sidad Nacional y la Universidad para la Paz. Estas charlas generanun intenso debate entre los autores el cual tuvo lugar a travs delos continentes gracias al correo electrnico. Cuando SoniaGutirrez visit la Universidad de Konstanz en julio de 1999, losautores decidieron escribir la presente publicacin. En marzo del2001 Wilhelm Kempf regresa a Costa Rica para impartir un semi-nario sobre aspectos metodolgicos de este tipo de investigaciny tambin para finalizar el manuscrito del presente texto el cualse imprime ahora con el apoyo financiero de la Fundacin Hein-rich Bll y el Foro de Sicologa para la Paz, el cual financia la edi-cin e impresin del libro. Se ha contado tambin con la valiosacolaboracin de la editorial irena regener, localizada en Berlin.Esta es una nueva editorial especializada en Investigacin para laPaz, Estudios en Comunicacin , Psicologa y Lingustica.Basados en estudios de la cobertura de la Guerra del Golfo, elconflicto en Bosnia, y el proceso de paz Palestino-Israel, la pri-mera parte de este libro se concentra en el papel de los periodis-tas y los medios de comunicacin en tiempos de transicin deguerra a paz e investiga como es que los periodistas pueden con-tribuir al proceso de construccin de la paz.La segunda parte del libro se dedica a discutir asuntos metodo-lgicos. Aunque de naturaleza ms tcnica, estos captulos noson menos relevantes, ya que procedimientros y enfoques quegaranticen el rigor metodolgico hacen ms slidas y crebles lasinterpretaciones sustantivas. En este sentido y desde el punto devista de las tcnicas para anlisis de contenido, la propuesta deGutirrez y Kempf resulta muy novedosa en nuestro contexto. Laaplicacin de sofisticadas tcnicas estadsticas de anlisis multi-variado para descubrir estilos latentes es una herramienta dereciente desarrollo. Se trata de un salto cualitativo de gran im-portancia desde los das del anlisis clsico de contenido cuanti-tativo, cuya aplicacin poda dar cuenta nicamente sobrecontenido manifiesto. 11. 12 PrefacioDe esta manera, al desentraar las estructuras y los contenidoslatentes ocultos detrs de los noticieros periodsticos, utilizandouna metodologa novedosa y rigurosa, Kempf y Gutirrez tam-bin arrojan una viva luz que sirve para percatarnos de los patro-nes estructurados que utilizan los usuarios para representarse elgran escenario del mundo actual.Dra. Eiliana MonteroEstadstica, Investigadora Instituto de Investigaciones Psicolgi-casDr. Domingo CampoPsiclogo, Director Instituto de Investigaciones PsicolgicasUniversidad de Costa Rica, Setiembre 2001. 12. Primera parteTeora y investigacin 13. 151El pensamiento dualista y la cultura de guerraSonia Gutirrez VillalobosImagnese en el Polo Sur donde se le pide avanzar sin po-der dirigirse al Norte. El pensamiento hegemnico, a sa-biendas de que cualquier paso debe dirigirse al Norte, lelleva a la paralizacin. El pensamiento creativo, no para-digmtico y contestatario, le lleva a saltar. [Por ello] unahiptesis razonable sera la de que se necesita suficientecreatividad para trascender el pensamiento hegemnico.(J. Galtung, 1996:80. Traduccin de la autora).1.1 De la cultura de guerra a la cultura de pazLa transicin de una cultura de guerra a una cultura de paz es Una situacin hbridauna situacin hbrida, la cual permanece como tal an despusde firmados los acuerdos de paz. La idea de una transicin per-mite desarrollar acciones para debilitar los elementos que consti-tuyen la cultura de guerra con el fin de permitir un florecimientode la cultura de paz. La hibridacin nos lleva a pensar que duran-te la transicin se da una coexistencia de elementos de apoyopara ambas culturas. Si se desea que la paz prevalezca, se re-quiere entonces el estudio, la teorizacin y el apoyo a accionesen dos sentidos: Debilitar aquellos elementos de una cultura de guerra que so-brevivan en la posguerra. Reformular y resaltar los elementos de una cultura de paz quese hayan mantenido latentes durante la etapa de conflicto, ascomo incorporar a los que vayan generndose en la etapa deposconflicto.Hasta cierto punto, la hibridacin existente en la transicin deuna cultura de guerra a una cultura de paz, contribuye a explicarcualquier retroceso a una cultura de guerra y enfrentamiento. Enotras palabras, la hibridacin es un elemento por tomar en cuen-ta si se busca la sostenibilidad de la paz. 14. 16 Sonia Gutirrez VillalobosLa coexistencia de los elementos de ambas culturas durante elconflicto y el posconflicto contribuye tambin a explicar el avancehacia una cultura de paz y cooperacin. Todo depende entoncesde cules elementos de la transicin vayan a cobrar fuerza.Existe, en tal caso, una demanda permanente de los esfuerzosconstructores de una cultura de paz por cuanto los elementos dela cultura de paz estn presentes, aunque sea en forma latente,cuando la cultura de guerra predomina, y viceversa. Por tal mo-tivo la hibridacin les confiere su rol de actores permanentes alperiodismo por la paz, su enseanza e investigacin.Sin embargo, el paso de una cultura de guerra a una de paz, y lasustentabilidad de esta ltima, requiere de otros factores ademsde la crtica al pensamiento dualista y su lgica polarizada (UNES-CO, 1996). Esta crtica es un punto de partida para incluir en laagenda la discusin acerca de un pensamiento de apoyo y forta-lecimiento a una cultura de paz, los roles de los medios masivosorientados a construir la paz, as como la necesidad de desarrollardiscursos pro paz.1 Con ese sentido, en el captulo quinto de estelibro se sugieren varios elementos tiles para formular una lgicaorientada a construir un pensamiento diversificado, sustentadorde una cultura de paz.Pensamiento diversi-La contribucin del pensamiento diversificado a la construccinficadode una cultura de paz depende de su capacidad para ir ms allde las oposiciones maniquestas que subyacen a la violencia y laguerra. As que, dicho pensamiento se caracteriza por exaltar yrespetar las diferencias, el respeto por un mundo diverso,2 y laafirmacin de la equidad.Es de esperar entonces que una diferenciacin de las maneras depensar subyacentes en la cultura de guerra y en la cultura de paz,as como en las prcticas que estas generan, haga una doble con-tribucin:1. Generar un mejor entendimiento de cules son los roles asu-1. Se habla de discursos por la paz como plurales porque ellos ofrecen espacios para integrar los puntos de vista y las voces que existen en la sociedad.2. Un mundo diverso resurge despus de la Guerra Fra, el cual libera lo que Tehranian (1993) denomina la diversidad centrfuga, (tnica, racial, tribal, religiosa, etc.). Es importante recordar que aunque el final de la Guerra Fra signifique el principio del fin de un orden mundial modernista y bipolar, el cual se construy basado en el pensamiento dualista, el fin de la Guerra Fra no implica el fin del pensamiento dualista. Este subyace en varias instituciones, lenguajes y prcticas sociales. 15. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 17 midos por los medios masivos, el periodismo, la investigacin en comunicacin y el diseo de polticas, en el proceso de construir la paz.2. La creacin de un discurso por la paz.Estos aspectos se desarrollan con detalle en los captulos siguien-tes de este libro.Una manera de pensar acerca de la guerra y la paz es en tantopolaridades, las cuales luchan por desplazarse una a la otra. Otramanera es en tanto culturas (UNESCO, 1993; Roach (ed.), 1993;Urrutia, 1996; Galtung, 1996; Global Education Associates,January-April 1999 issue). En tanto culturas, la guerra y la pazpueden ser criticadas, construidas y sostenidas por formas depensar y conocer, creencias, prcticas, instituciones y lenguajes.Por ello, estos aspectos se tornan importantes a la hora de estu-diar ambas culturas.1.2 Pensamiento dualista y cultura de guerraEste captulo contribuye a diferenciar ambas culturas por las for- Pensamiento dualistamas de pensar que las sustentan. Se asume que la cultura deguerra tiene como sustento el pensamiento dualista y las bipola-ridades que este genera: Nosotros/ellos; bueno/malo; amigo/enemigo; Primer/Tercer Mundo; etc.El pensamiento dualista maniqueo florece con la modernidad ysus violentas empresas, tales como la conquista, el esclavismo,las guerras, las dictaduras, el segregacionismo de cualquier tipo,entre otros. Todos estos casos tienden a subyugar la naturaleza,espacios, gentes y prcticas, tanto dentro como fuera del mundode quien las lleva a cabo. As que, por razones prcticas, la em-presa modernista necesitaba una versin simplista del mundo, yel pensamiento dualista se lo proporcion. Adems, el pensa-miento dualista facilita la construccin de credibilidad y autoim-genes para las elites.Como se sealara anteriormente, la crtica al pensamiento dua-lista realizada aqu se basa en el supuesto de que el pensamientodualista juega un papel muy importante en la sostenibilidad deuna cultura de guerra. Ello ocurre al propiciar una respuesta hos-til hacia los dems, despus de ubicarlos en alguna dicotoma,por ejemplo, "nosotros/ellos". Esto se agrava cuando el pensa-miento dualista obliga a quien adopta su forma de pensar, a rea- 16. 18 Sonia Gutirrez Villaloboslizar una escogencia: apoyar a uno de los polos mientras seopone al otro. La ubicacin en uno de los polos (nosotros o ellos),es el primer paso hacia la polarizacin.La religin, como espacio cultural, puede proveer un lugar paraobservar el pensamiento dualista y sus polarizaciones. En losejemplos siguientes, la polaridad principal genera una secuencialineal de bipolaridades tendientes a cumplir dos funciones:1. Crear un sistema constituido por bipolaridades, las cuales se apoyan mutuamente.2. Representar la realidad de manera polarizada.El caso de la religinTomemos el caso de la religin cristiana. La bipolaridad Dios/Dia-cristiana blo genera, y a la vez se apoya, en las siguientes: escogidos/re-chazados; salvados/condenados; cielo/infierno; objetividad/subjetividad; etc. Veamos algunas de ellas en detalle:La bipolaridad Dios/1. Dios/Diablo: En primer lugar, Dios existe "fuera, en el cielo, yDiablo muy por encima de la gente. En segundo lugar, Dios es bueno y superior. Para completar la bipolaridad anterior, hay un Dia- blo "fuera en el infierno, y por debajo de la gente". EL Diablo es malo e inferior.La bipolaridad bueno/malo apoya la bipolaridad Dios/Diablo.Adems, esta bipolaridad religiosa es estrictamente jerrquicatanto desde el punto de vista del concepto como del espacio. Diosencarna todo lo bueno y el Diablo todo lo malo; Dios ocupa unlugar superior y el Diablo se ubica en lo ms bajo; a Dios se leasocia con luz y al Diablo con oscuridad, etc.De toda la anterior conceptualizacin resulta el premio para unoy el castigo para el otro. Premio/castigo como polaridad de apo-yo, genera otra polaridad til para clasificar gente: escogidos yrechazados.La bipolaridad esco-2. Escogidos/rechazados: en primer lugar, la gente escogida porgidos/rechazados Dios es buena y resulta premiada con la salvacin. La otra par- te de la polaridad, la conforma la gente rechazada, mala, a la cual se la lleva el Diablo, y resulta castigada con la condena- cin.Esta polaridad permite clasificar a toda la humanidad en dos ca-tegoras: escogidos y rechazados. Ni los unos ni los otros puedencompartir el mismo espacio. As que se les debe segregar. Y lasegregacin clama por la bipolaridad espacial cielo/infierno. 17. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 19Esta lgica no solamente genera identidades para los potencialesescogidos o rechazados, sino que tambin provee un marco dereferencia para evaluar a "los otros". Dicho marco se basa en lasegregacin (apartheid) y el castigo.Los ejemplos anteriores nos dejan ver cmo es que el pensa-miento dualista se ha encarnado en la cultura, especficamente lacultura religiosa cristiana. No es de extraar entonces que estahaya contribuido a generar violencia manifestada en una historiade genocidios, tales como las cruzadas y la inquisicin (o en faltade oposicin a genocidios tales como los holocaustos de Amricadel Sur y Centroamrica). Dichos genocidios se apoyaron tantoen la idea de la lucha del bien contra el mal, as como en la creen-cia de que toda violencia perpetrada contra algo o alguien, es ex-terna a quienes la infligen. As, la violencia solo afecta a "quienla recibe" y no a quien la lleva a cabo. Esta ltima creencia generala ilusin de "objetividad".3. Objetividad/subjetividad: La objetividad establece una distan- La bipolaridad objeti- cia entre Dios y creyente. La religin y la ciencia moderna vidad/subjetividad comparten esta idea: tanto Dios como Satans se ubican fuera de los creyentes, de la misma forma que el objeto de conoci- miento se ubica fuera de quien conoce. De igual manera, quie- nes ejercen violencia consideran ejercerla sobre algo o alguien externo a s mismo; es decir, al "objeto" de la violencia. Esta objetividad le crea la ilusin a quien ejerza violencia, de que esta no va a afectarlo ni a l ni a su sociedad. Existen muchos ejemplos para comprobar la inconsistencia de esta dicotoma. En situaciones de posconflicto, una vez terminada la guerra, la violencia se traslada a la calle, a los hogares, a las escuelas, etc.El concepto de trascendencia es importante tambin para poner El concepto de tras-de manifiesto la inconsistencia de la objetividad de la violencia. cendenciaEllo implica que las bipolaridades del pensamiento maniqueo sus-tentadas por la religin, por ejemplo, van ms all del mbito re-ligioso y trascienden a lo poltico, o a otro campo. Por lo tanto,cuando un conflicto pasa de lo militar a lo cultural, o a lo poltico,las contradicciones que lo originaron pueden permanecer intac-tas. Como lo podemos observar en los captulos siguientes deeste libro, los maniquesmos resurgen en el modelo de resolucinde conflictos denominado GANE-PIERDA. Ellos resurgen en la formade una batalla entre el bien y el mal, entre escogidos y rechaza- 18. 20 Sonia Gutirrez Villalobosdos, entre superiores e inferiores, entre blancos y negros, etc.Esas bipolaridades sirven para construir la imagen del oponentecomo enemigo.1.3 Logicas de la cultura de guerra: jerarquizacin,carencia, inferiorizacinLa discusin anterior gener la pregunta acerca de cules son laslgicas mediante las cuales el pensamiento dualista apoya y man-tiene la cultura de guerra. Como una respuesta preliminar a estapregunta, se discuten aqu tres lgicas: la mana jerarquizante, elprincipio de la carencia, y la transformacin de lo diferente en in-ferioridad, as como algunos mecanismos reforzadores de la infe-rioridad, entre ellos, el rechazo de la empata y el desprecio porla vida.La mana jerarquizanteLa simplificacin del Se ha afirmado anteriormente que el pensamiento dualista sim-mundo plifica el mundo, y esto lo hace mediante las bipolaridades o di-cotomas que ofrece para pensar la realidad. Adems, elpensamiento dualista le aplica una organizacin jerrquica a larealidad, en la cual una de las bipolaridades domina a la otra.Como resultado de esta forma de pensar, el mundo se puedeconcebir como bidimensional: superior e inferior.El pensamiento dualista, una vez apoyado en la lgica jerarqui-zante, genera una prctica denominada aqu como la mana je-rarquizante. Esta mana permite clasificar gente, lugares,artefactos, prcticas (entre ellas la de generar conocimiento), yplaceres. La clasificacin establece una jerarqua cuando asumeque una de las polaridades es superior a la otra. Generalmente,la posicin ms alta, la superioridad, se les asigna a las personas,lugares y prcticas relacionadas con las elites. Cabe, sin embar-go, sealar que esta forma de pensar no es propia nicamentede las elites.La mana jerarquizante transforma la relacin existente entre laspolaridades y la asimila a una jerarqua. Por ejemplo, en vez derelacionar una nacin con otra como entidades diferentes, esta-blece una jerarqua entre ellas, con el resultado de naciones su-periores e inferiores. De la misma manera se pens de las razas.A pesar de haberse creado la nocin de raza sobre bases pocoslidas, se lleg a pensar que una raza pudiera ser superior a otra 19. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 21en vez de establecerse una diferencia. Lo mismo ocurre con loslugares: en vez de ser diferentes y basarse en ello para las pre-ferencias, estos tambin se jerarquizaron. De igual manera seprocedi con las culturas, la razn (como superior a la emocin),o el alma (como superior al cuerpo), o lo escrito (como superiora lo oral), etc. En algunos de estos casos quiz ni exista relacinalguna entre los elementos, pero aun as se procedi a jerarqui-zarlos.Por tanto, la jerarqua no solo asimila relaciones sino que hastalas crea cuando no las hay. Ello pone de manifiesto la monotonade esta manera de pensar, la cual reduce una cantidad de posi-bles relaciones a una sola: la jerarqua.Hay una forma ms mediante la cual la jerarqua puede contribuir La creacin de espa-a generar violencia. La jerarqua establece espacios marginales o cios marginalesperifricos para ubicar lo inferiorizado. Este procedimiento tienecomo resultado la segregacin. A menudo, la maldad se localizaen los espacios inferiorizados-segregados, los cuales fcilmentese transforman en espacios `legtimos para practicar la violencia.Por ejemplo, al finalizar la Guerra Fra, la mayora de las amena-zas y enemigos provinieron de un espacio inferiorizado como loes el Tercer Mundo. Ello gener violencia al dar pie a guerras.Igualmente, la jerarquizacin posee un gran potencial para gene-rar conflicto en tanto una de las partes sea capaz de mantener ala otra en una situacin segregada, subyugada, y disminuida.Esta condicin promueve una doble hostilidad: la que provienedel dominador, quien justifica el ejercer violencia contra quienesresultan inferiores en la escala de valoracin. La segunda hostili-dad proviene de quien resulta marginado y lucha por liberarse dela condicin de inferior que se le ha asignado.El principio de la carenciaEl principio de la carencia es la segunda lgica utilizada por el La definicin de lospensamiento dualista para entender las bipolaridades una vez otroscreadas mediante la jerarquizacin. En primer lugar, se aplicapara definir a la polaridad inferior casi siempre los otros entrminos de lo que les hace falta. La caresta, por lo general, seestablece en relacin con lo que se le asigna a la polaridad supe-rior por lo general `nosotros. A esta polaridad se le consideracomo valiosa y con entidad propia, mientras a la inferior se leconcibe como devaluada y sin identidad propia. 20. 22 Sonia Gutirrez VillalobosEl principio de la carencia se aplica para pensar acerca de los`otros y las diferencias que los caracterizan, en trminos de au-sencia, vaco o muerte. La carencia se manifiesta entonces comoausencia de confianza, inteligencia, capacidad, buenas intencio-nes, civilizacin, o inclusive, ausencia de historia. El rol del prin-cipio de la carencia consiste en generar pobreza de imagen, unaespecie de cero cultural o historia negativa, para todo lo que secatalogue dentro de la carencia cultural. En realidad, el rol deeste principio, cuando se aplica, es el de ayudar a construir la po-laridad inferior como contrapuesta a la bien dotada polaridad su-perior.El uso de esta lgica tiene varias consecuencias:1. Favorecer a la polaridad superior al asignarle una imagen po- sitiva basada en la confianza y la credibilidad.2. Afectar negativamente la polaridad inferior cuando la rechaza y segrega. Pero antes de que el rechazo ocurra, el marco in- terpretativo basado en la carencia, le prive de su cultura y existencia.3. Crear un espacio vaco a partir de la segregacin de la polari- dad inferior. Esta consecuencia coincide con lo que Spur de- nomina la estrategia retrica de la negacin: La estrategia retrica de la negacin (...) concibe al otro como ausencia, va- co, la nada o la muerte. (Esto) se relaciona con el principio de oposicin entre el no existir y el existir, entre la carencia y la abundancia. (Spur, 1996:93. Traduccin de la autora).Esta tercera consecuencia, la del espacio vaco, permite, en pri-mer lugar, eliminar al otro mediante una violencia discursiva.Ello ocurre cuando se le excluye de la representacin y se le cie-rra el espacio para expresar su voz. Por lo tanto, el espacio se-gregado resulta vaco y unilateral, despus de que la polaridadsuperior (nosotros) lo ha llenado con sus propios puntos de vistae imagen positiva. No es de sorprenderse entonces cuando lacreacin de un espacio unilateral incentive dos procedimientos:1. El primero consiste en faciliar una sola manera de pensar, ge- neralmente la propia, mientras se imposibilita pensar multila- teralmente acerca de la variedad de dimensiones existentes.2. El segundo procedimiento consiste en cerrar de antemano la posibilidad de una pluralidad de voces, tan necesaria para crear un discurso en favor de la paz. 21. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 23Cmo opera el principio de carencia en una situacin de conflic- La creacin de una si-to? La escalada del conflicto desde la etapa de cooperacin hacia tuacin unilateralla de competencia (descrita en el Captulo 3: Divergencia de Pers-pectivas, Figura 8), provee un caso para observar cmo el prin-cipio de la carencia se aplica en una situacin de conflicto. LaFigura 8 ilustra la manera en que una de las partes en conflictocrea una situacin unilateral: una de las partes invisibiliza los de-rechos y objetivos de la otra parte en conflicto. En otras palabras,una parte asimila los derechos y objetivos de la otra, para asegu-rarse as su propia presencia. De esa forma, el conflicto se trans-forma en una situacin con una sola perspectiva. Reducir lasituacin a una sola perspectiva es un prerrequisito para que elconflicto escale hacia las etapas de competencia y lucha.La siguiente etapa en la escalada sucede cuando las acciones dela otra parte se transforman en una amenaza. Pero, para queesto ocurra, debe suceder lo anterior.La dicotoma guerra/paz es otro ejemplo til para observar cmo La dicotoma guerra/opera el principio de carencia en una situacin de conflicto. Cuan- pazdo la bipolaridad se construye de acuerdo con la lgica del prin-cipio de carencia, se hace evidente cmo a la guerra se le hadotado con una imagen positiva: las guerras y a sus hroes seles transforma en hitos histricos. Al contrario, varios hechos pa-cifistas y sus protagonistas pasan inadvertidos para la historia(historia negativa o historia cero), as como para los reportajesde los medios de comunicacin guiados por este principio. Obvia-mente, el pensamiento dualista dota a la guerra de emocin yplacer, mientras a la paz se le representa como aburrida. Por ellose le deja ausente de la representacin y escasamente llega a serobjeto de reportaje, y an peor, se le presenta como amenaza.1Este principio de carencia le asigna a la polaridad superior (laguerra en este caso) no solo una representacin algunas vecespositiva y atractiva, sino que a la polaridad inferior (paz en estecaso) tambin le asigna una imagen de devaluada con statusmarginal. Ello facilita dejar ausente a la paz y generar un espaciovaco, el cual queda disponible para ser ocupado por la perspec-tiva de la guerra.1. La dicotoma guerra/paz sobrevive el fin de la Guerra Fra cuando la paz se transforma en amenaza por parte del ejrcito de EE.UU. (M. Klare Facing South: The Pentagon & the The World in the 1990s. Charla impartida en la Universidad de Minnesota, 5 de octubre de 1990). 22. 24 Sonia Gutirrez VillalobosEl modelo GANE-PIER-Los ejemplos anteriores permiten concluir que el principio de ca-DArencia contribuye a generar un mundo de una sola perspectiva yunilateral, muy adecuado para generar y escalar conflictos.El principio de la carencia tambin contribuye a orientar el con-flicto hacia el modelo GANE-PIERDA (analizado en el captulo 3 deeste libro). La lgica de este principio contribuye a crear y soste-ner el modelo GANE-PIERDA despus de que una de las partes enconflicto defina a la otra como inferior, basada en lo que, a su jui-cio, carece la otra, para as despojarla de sus derechos y metaspropias. El problema es que ambas partes en conflicto usan lamisma lgica basada en los siguientes aspectos: Una construccin de s mismas como superiores, capaces deganar. Una concepcin de la otra parte en conflicto como inferior-per-dedora.En este caso, cada parte en conflicto construye ambas imgenes: La autoimagen positiva, basada en creencias sociales de supe-rioridad y dignidad. La imagen inferiorizada y denigrada de la otra parte.Vemos as cmo ambas partes en conflicto se aplican mutuamen-te el principio de carencia a fin de cimentar una jerarqua en lacual se niega a la otra parte mientras se afirma a s misma.Las partes en conflicto no solo construyen imgenes de s mismasy de las otras, sino tambin del mundo, de acuerdo con la pers-pectiva propia. En dicho mundo cada parte se ciega ante las ver-dades de los otros y las perspectivas del conflicto. Las partes enconflicto ven solamente su propia perspectiva del conflicto: suspropias intenciones, sus propias metas, sus propias actuaciones.Con esta discusin se ha tratado de dejar en claro cmo es queel principio de carencia obstruye ambas posibilidades: que laspartes en conflicto se reconozcan mutuamente sus cualidades, yque tengan la voluntad de reconciliarse y cooperar. Quin puededesear reconciliarse y cooperar con quien carece de aspectos po-sitivos?La transformacin del El predominio de la perspectiva nica propiciada por este princi-conflicto en un proce- pio de la carencia contribuye a entender el modelo GANE-PIERDA.so autnomoEste modelo conduce a dos etapas de la escalada -la lucha y la guerra- una vez ajustado a los siguientes procedimientos: 23. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 251. La parte autodesignada ganadora le niega a su oponente los derechos, le "demoniza" sus intenciones y le condena sus ac- tuaciones porque las considera peligrosas. Este cero cultural lleva a desconfiar del oponente, pues no ha quedado nada en qu confiar.2. La parte autodesignada ganadora idealiza sus propios dere- chos y metas, justifica sus actuaciones, y por eso confa en s misma y tiene la confianza de ganar.El procedimiento es simple: el principio de carencia no se lo aplicaa s misma la parte autodesignada ganadora, solamente a suoponente. Desde esta perspectiva, lo que Kempf (Captulo 2), de-nomina "Transformacin del conflicto en un proceso autnomo",se sostiene mediante el aferramiento de cada parte a su autoima-gen positiva versus la imagen diezmada del oponente.El predominio de la perspectiva nica caracteriza las creenciassociales presentadas en el captulo 2. Dichas creencias le permi-ten a una sociedad sobrellevar un conflicto recalcitrante. Todasesas creencias van dirigidas a presentar a una de las partes comola nica que posee objetivos, seguridad, autoimagen positiva, esvctima, patriota, aora la unidad y la paz. Hasta aquellas creen-cias que deslegitiman al oponente contribuyen a la autoimagenpositiva y la legitimacin de una de las partes. As que estascreencias sociales favorecen a una de las partes, mientras a laotra la despojan y la empobrecen.La transformacin de lo diferente en inferioridadLa transformacin de lo diferente en inferioridad es una forma deentender lo diferente. Esta forma de entender lo diferente utilizatres mecanismos: polarizacin, objetividad,1 y asimilacin.La polarizacin construye una relacin opuesta entre la mismidad La polarizaciny la diferencia al categorizarlas como nuestras diferencias versuslas de los otros. En realidad, ambas son diferencias y por lo tantono relacionadas del todo. Aqu entra en juego la mana jerarqui-zante, mediante la cual se transforma en superior a la mismidad,a expensas de lo diferente. La superioridad de la mismidad se tra-duce en pensar lo diferente como inferioridad, lo cual tiene comoresultado gentes, lugares y prcticas inferiores.1. Objetividad, para efectos de esta crtica, se entiende como el proceso mediante el cual algo se transforma en un objeto. 24. 26 Sonia Gutirrez VillalobosLa objetividadLa objetividad establece una distancia entre mismidad y diferen-cia, la cual, al mismo tiempo, transforma la diferencia en otre-dad. De esta forma, la objetividad le asigna a la diferencia elstatus de objeto, en el cual solo `nuestras diferencias cuentan.Una vez que la distancia entre el nosotros y el ellos ocurre, lasdiferencias de ellos se transforman en amenazas, desconfianza,irracionalidad, primitivismo, etc. Esta es una forma de entenderlo desconocido y encontrarse con lo no cotidiano. A esta altura,el principio de la carencia resulta un aliado para transformar lodiferente en inferioridad.La asimilacinLa asimilacin procesa lo diferente como si fuera la mismidad ocotidianidad de quien encuentra lo diferente. Por ejemplo, la ima-gen del dictador malvolo y desptico con la cual a menudo losmedios informan de diferentes figuras polticas del Tercer Mundo,tales como Noriega y Khomeini. Dicha imagen indica cmo lo di-ferente en cada uno de ellos se funde en una misma imagen quese rellena una y otra vez.Una vez que lo diferente se clasifica como inferioridad y se segre-ga o margina en la otredad, lo diferente deja de existir, exceptodesde el punto de vista de la mismidad. Se hace evidente enton-ces que la asimilacin ha ocurrido puesto que lo diferente conti-na existiendo, aunque desde un status asimilado, inferior einvisible. El ejemplo de la escalada de un conflicto desde la co-operacin hasta la competencia ilustra la asimilacin cuando auna de las partes se le sustituyen sus propias metas e intencionespor las de la otra parte en el conflicto.Cuando se coloca a alguien dentro de la categora de otredad se-gregada, se est dando un paso importante para transformarlaen enemigo malvolo. Una vez que esta transformacin se llevaa cabo, hay dos mecanismos que se activan: el rechazo a la em-pata y la devaluacin de la vida.El rechazo a la empa- El rechazo a la empata es el paso siguiente a la segregacin porta la distancia y la otredad que la segregacin genera. Algunas ve-ces no se requiere construir un enemigo ya que cualquier otra in-ferioridad facilita el rechazo a la empata. Sin embargo, elpensamiento dualista s permite la empata, pero solamente conla polaridad superior. La antipata y la hostilidad a menudo susti-tuyen la empata con los inferiores. 25. El pensamiento dualista y la cultura de guerra 27La devaluacin de la vida se aplica a la gente y la naturaleza lo- La devaluacin de lacalizados en la inferiorizacin1. Para ellos, la prdida del respeto viday la admiracin les significa un vaco rellenable con maldad. Lavida devaluada que resulta se puede utilizar para invocar genoci-dios y actos criminales tales como invasiones al Tercer Mundo.La discusin en este captulo se ha centrado en contestar la pre-gunta acerca de cmo la estrechez de perspectiva y el mundosimplificado, propiciado por el pensamiento dualista, tiende acrear y a sostener una nica perspectiva. La perspectiva nicacrea tanto la confianza como la desconfianza: la confianza sola-mente en una de las partes en conflicto y la desconfianza en laparte oponente. Por ello, dicha perspectiva cierra espacio paraterceras iniciativas y desfavorece los procesos de construccin dela confianza. Sin embargo, la perspectiva nica favorece la cons-truccin de la auto-credibilidad, la cual trabaja como lgica demotivacin para crearse una base de apoyo para s y para el con-flicto.1. A menudo, las vidas del Tercer Mundo se consideran devaluadas; as que, no es necesario informar acerca de ellas. 26. 282La contribucin de los medios a la cultura de guerraWilhelm KempfDesde el final de la Guerra Fra, varios conflictos militares, algu-nos de los cuales se han mantenido por dcadas, han sido resuel-tos exitosamente. Sin embargo, la simple ratificacin de untratado de paz no resuelve el problema de cmo reparar, mate-rial, social y humanamente, a las sociedades desgarradas por laguerra.La cultura de la guerra se caracteriza por un pensamiento dualis-ta y por las polaridades que este genera. Fortalecer los procesosde paz significa socavar dichas polaridades. La pregunta es cmohacerlo. Sin esfuerzos sistemticos de construccin de la paz, losconflictos podran perdurar, existiendo siempre el peligro de quela violencia pudiera estallar nuevamente. Los siguientes captulostratan sobre el papel de los medios de comunicacin en tiemposde transicin de la guerra hacia la paz, e investigan, a su vez,cmo los medios podran contribuir a los procesos de construc-cin de la paz.Para cumplir dicho objetivo, se discutirn algunos aspectos psi-cosociales de la cultura de la guerra, as como algunos principiosbsicos de la propaganda, los cuales refuerzan y dan sostenibili-dad a la cultura de la guerra. Luego se discutirn algunos aspec-tos psicosociales de la cultura de la paz, as como la lgica paraescalar conflictos, en la cual se fundamenta la propaganda. Ba-sndose en estos lineamientos, se responder a las siguientespreguntas: cmo revertir el proceso de escalada del conflicto, ycmo pueden los medios masivos contribuir en la construccin dela paz.2.1 Aspectos psicosociales de la cultura de guerraTres verdades dife- La cultura de guerra, como hemos dicho anteriormente, se carac-rentesteriza por el pensamiento dualista y las polaridades que este ge-nera. Fortalecer este proceso significa minar dichas polaridades. 27. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 29La cuestin es cmo hacerlo. Una manera, segn Interiano (cita-do por Gutirrez, 1997), es reconociendo que nadie tiene la ver-dad absoluta, puesto que esta es relativa y da origen a unavariedad de interpretaciones.Cada conflicto involucra tres diferentes verdades: En la primera y la segunda, el conflicto tiene sus propias "ver-dades subjetivas" para cada una de las partes involucradas, locual resulta de la complicacin por su involucramiento en elconflicto. En la tercera, el conflicto tiene, por as decirlo, "una verdadobjetiva" tambin, la cual solo puede ser vista desde afueradel conflicto.1Mientras cada una de las partes cree en la justificacin de sus Transformacin depropios objetivos, intenciones y actos, y los ve como amenazados los conflictos en pro-por el oponente, un anlisis del conflicto desde afuera puede re- cesos autonmosvelar cmo la manera de entender y justificar las amenazas se in-tersectan una a la otra para transformar al conflicto en unproceso autnomo (vase figura 1), en el cual cada parte involu-crada est convencida de que se defiende a s misma de un peli-groso agresor (Kempf, 1993).Con el fin de romper este proceso autnomo, es esencial que laspartes aprendan a ser crticas acerca de su propia visin del con-flicto, y a entrar en el proceso de asumir su rol. No obstante,cuanto ms escale un conflicto, ms difcil resulta resolverlo.1. El trmino "verdad objetiva no implica que una verdad sea ms real que la otra. Ello indica simplemente que la podemos apreciar solamente si se mira el conflicto como un objeto, y si quien observa se ubica fuera de l. Por el con- trario, la verdad subjetiva se refiere al hecho de poder ser vista solamente si observamos el conflicto desde dentro, desde la perspectiva de quienes estn involucrados en el conflicto. Ello no indica que esta verdad sea menos real. Al contrario, esta es la verdadera realidad que el conflicto les ofrece a las partes involucradas. La dinmica objetiva de un conflicto no se puede entender a menos que su verdad subjetiva sea tomada en cuenta mediante la empata o al asumir roles. 28. 30Wilhelm KempfFigura 1: TransformacinGrupo Ade los conflictos en proce- Efectosos autonmos secundario:ataque Situacin: Intencin:Resultado esperado: amenazadefensaAccin lograr sucumplimiento Situacin: Intencin:Resultado esperado: amenazadefensaAccin lograr sucumplimientoEfectosecundario:ataqueGrupo BConflictos sin controlLos conflictos sin control demandan mucha atencin, producentensin, son dolorosos, exhaustivos y costosos en trminos hu-manos y materiales. Ello requiere que los miembros de la socie-dad desarrollen condiciones para poder lograrlo. Un tipo decondiciones que la cultura de guerra provee es una infraestruc-tura psicolgica, la cual consiste, por ejemplo, en la devocin quecada parte dedica a s misma y su liderazgo, sus propios objeti-vos, la alta motivacin para contribuir, as como la resistencia yla disposicin para el sacrificio personal. Segn Bar-Tal (1989,1998, 2000), las creencias sociales cumplen un importante papelen la formacin de estas condiciones psicolgicas.Creencias socialesEl concepto de "creencias sociales", referido a los miembros de lasociedad, comparte percepciones sobre aspectos y temas queson de especial atencin para la sociedad y contribuyen a su sen-tido de singularidad. Estas creencias forman parte de la tica so-cial y construyen la visin del conflicto sustentada por losmiembros de la sociedad, a quienes motivan en dos sentidos:para actuar en beneficio de la sociedad, y para perjudicar al ene-migo.De acuerdo con Bar-Tal, estas creencias sociales incluyen los si-guientes tipos:1. Creenciassobre la justicia de sus propios objetivos.2. Creenciassobre la seguridad.3. Creenciassobre una autoimagen positiva.4. Creenciassobre la propia victimizacin.5. Creenciassobre la deslegitimacin del oponente.6. Creenciassobre el patriotismo. 29. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 317. Creencias sobre la unidad.8. Creencias sobre la paz como la ltima aspiracin de la socie- dad.Las creencias sociales acerca de la justicia de los objetivos pro- Creencias sobre lapios tiene que ver con los razonamientos y explicaciones de los justicia de sus pro-objetivos que llevan al conflicto y justifican su importancia cru- pios objetivoscial. Motivan a los miembros de la sociedad a esforzarse y a lu-char por estos objetivos y permiten soportar y sobrellevar lossacrificios, prdidas, esfuerzos y costos de un conflicto sin con-trol.Las creencias sociales acerca de la seguridad refuerzan la impor- Creencias sobre la se-tancia de la seguridad personal y de la supervivencia de la na- guridadcin, y delinean las condiciones para su logro. Incluyen creenciasacerca de las condiciones militares que son indispensables parael mantenimiento de la seguridad, as como las opiniones sobreherosmo de parte de los soldados.Estas creencias son esenciales para que una sociedad asuma losconflictos fuera de control, los cuales involucran violencia en for-ma de actos hostiles y guerras. Proporcionan seguridad comoelemento de alta prioridad y sirven como sustrato para la tomade decisiones y acciones personales y sociales. Movilizan a losmiembros de la sociedad para la participacin activa en el conflic-to y los forjan en condiciones de vida difciles.Las creencias sociales acerca de una autoimagen positiva tienen Creencias sobre unarelacin con las tendencias etnocntricas que atribuyen a sus autoimagen positivapropias condiciones, valores y conductas positivas. Cuando elconflicto se torna incontrolable se requieren esfuerzos especialespara propagar, por un lado, caractersticas vinculadas con el co-raje, el herosmo o la resistencia, y por otro, todas aquellas ca-ractersticas relacionadas con actitudes humanitarias, moralidad,justicia, confianza, fidelidad y progreso. Puesto que estas carac-tersticas son presentadas en contraste con el enemigo, estaspermiten esclarecer la diferenciacin entre las dos partes, pro-porcionan fuerza moral, y un sentido de superioridad.Las creencias sociales de victimizacin tienen relacin con la au- Creencias sobre latopresentacin como vctima: enfoca un dao injusto, causado propia victimizacinpor las malas acciones y las atrocidades del enemigo. Proveen elincentivo moral para buscar justicia y para oponerse al enemigo. 30. 32 Wilhelm KempfPermiten la movilizacin de la moral, as como el apoyo poltico ymaterial de la comunidad internacional.Creencias sobre laLas creencias sociales de deslegitimizacin del oponente involu-deslegitimacin del cran creencias u opiniones que niegan el humanismo del enemigooponentemediante la deshumanizacin, la caracterizacin negativa extre-ma, la exclusin, el uso de etiquetas polticas negativas, etc. Bajoel influjo de la deslegitimacin, la sociedad caracteriza al oponen-te en forma de categoras socialmente negativas, lo excluye degrupos humanos considerados dentro de los lmites de los valoresy normas aceptadas. Estas creencias explican las causas del es-tallido del conflicto, su continuacin, y la violencia del enemigo.Adems, lo ms importante es que justifican los actos hostilespropios.Creencias sobre elLas creencias sociales acerca del patriotismo generan apego alpatriotismo pas y a la sociedad al propagar lealtad, amor, cuidado y sacrifi-cio. Aumentan la cohesin y la dedicacin, y sirven como una fun-cin importante en la movilizacin de los miembros de lasociedad para tomar parte activa en el conflicto y resistir penali-dades y dificultades.Creencias sobre laLas creencias sociales de unidad estn referidas a la importanciaunidadde ignorar los conflictos internos, a fin de unificar las fuerzasfrente a una amenaza externa. Estas creencias fortalecen la so-ciedad a nivel interno, desarrollan el consenso y los sentimientosde pertenencia o identidad, incrementan la solidaridad, y permi-ten canalizar las fuerzas y las energas sociales para poder en-frentar al enemigo.Creencias sobre laLas creencias sociales sobre la paz, finalmente, se refieren a lapaz paz como el ltimo anhelo de la sociedad. Presentan la paz comofin ltimo de la sociedad, y a sus integrantes como amantes dela paz. Estas creencias sociales cumplen el rol de inspirar espe-ranza y optimismo. Refuerzan una autoimagen positiva y contri-buyen a recalcar su autopresentacin ante el mundo externo.Propaganda y per- De acuerdo con Bar-Tal, ello puede ser asumido en el sentido desuasin que dichas creencias sociales pueden ser encontradas en cual-quier sociedad atrapada en conflictos autnomos, especialmenteen aquellas que pueden sobrellevarlo exitosamente. Estas creen-cias estn lejos de ser suficientes para ganar un conflicto. Desdeluego, deben cumplirse otras condiciones de naturaleza militar, 31. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 33poltica y econmica. Pero dichas condiciones son necesariaspara sobrellevar el conflicto.Cualquier nacin comprometida con la guerra, consecuentemen-te, trata de producir y mantener estas creencias por medio de lapropaganda, la cual apunta a maximizar la buena voluntad de losciudadanos para con la guerra por medio de la persuasin. Comolo anota Lasswell (1927):"La unidad civil no se realiza con regmenes de entrenamiento fsico. Selleva a cabo por medio de una repeticin de ideas en vez de movimientos.La mentalidad civil se "estandariza" por medio de las noticias y no me-diante "adiestramientos". La propaganda es un mtodo por medio delcual se fomenta y se apoya dicho proceso."2.2 Los fundamentos de la propagandaEn su libro "The Ancient Foe", mi colega finlands Heikki Luosta- Mtodos de controlrinen (1986) desarrolla un modelo analtico de la propaganda de de la informacinla guerra, diseado para analizar el contenido de la propaganday para compararla en diferentes guerras. De acuerdo con el au-tor, ambos mtodos de control de la informacin el de apoyo y elrestrictivo son utilizados para desarrollar fuertemente en la per-sonalidad de la gente, la identificacin con los objetivos de laguerra:1. Los mtodos restrictivos tratan de minimizar toda la informa- cin que pueda causar efectos negativos en el espritu de lu- cha. Ello es manejado por medio de la censura.2. Los mtodos de apoyo tratan de maximizar toda la propagan- da con un efecto positivo. Ello es manejado por medio de la fabricacin, seleccin y exageracin de la informacin.La verdad es solamente materia prima para el propagandista, y Medidas manipulado-si tiene que mentir, es nicamente una cuestin tcnica y opera- rascional, no un asunto moral. Pero puesto que las mentiras puedenser reveladas, es mejor si no se necesitan mentiras. Ello puedesuceder si el propagandista tiene xito en manipular a la audien-cia y confundirla respecto del conflicto, a fin de influir en sus in-terpretaciones de una manera apta para reorganizar su jerarquade valores, por lo que ganar la guerra se convierte en la prioridadms alta; as, otros valores, por ejemplo, la verdad, consideracio-nes ticas y derechos individuales, se subordinan a este mximoobjetivo. 32. 34 Wilhelm Kempf Para involucrar a la gente en el conflicto, la propaganda aplica va- rias medidas manipuladoras (Luostarinen, 1986, 2001a). Entre estas medidas se encuentran: la polarizacin de las indicaciones de identificacin la armonizacin de los niveles referenciales del texto (quiz la ms importante), una lgica especfica de motiva- cin, la cual ayuda a los miembros de la sociedad a sufrir la guerra y contribuir con ella. Polarizacin de las indicaciones de identificacin Dicha polarizacin se refiere al hecho de que la identidad de la gente est formada por muchos aspectos: ciudadana, grupo t- nico, lenguaje, religin, gnero, grupo social, etc. La propaganda trata de afectar estas estructuras de identificacin para que la gente d prioridad a las identidades con la guerra. En este contexto, es tpico mostrar que los intereses conectados a cualquier otro aspecto de identidad, dependen tambin del xito militar y de que el enemigo los amenaza a todos.La creacin de super- En la complicada red de valores, la propaganda establece super-valores valores, cuya preservacin promete el cumplimiento de otros va-lores. Al construir dichos supervalores", la propaganda enfatizalas concepciones sociales de lo sacro y lo profano. Tambin exa-mina cuidadosamente los valores y cosas tenidas como sacras oprofanas en los grupos sealados, para vincular cualquier cosasagrada con acciones propias, y todo lo profano, con el enemigo.El propio compromiso con la guerra tambin se presenta comoinmaculado y basado en los ms altos valores. En sus esfuerzos para unir a la comunidad, la propaganda de guerra utiliza simbolismos histricos e institucionales, tales como la bandera y el himno nacional, figuras y personalidades, los h- roes cados en guerras anteriores y aquellos eventos de la histo- ria, aptos para animar e incitar el orgullo patrio. La referencia a dichos smbolos est relacionada con sus propias tropas y con la difamacin del enemigo (o los oponentes internos a la guerra). En la medida de lo posible, hay un intento tambin de respaldar las interpretaciones oficiales de la situacin emanadas de las fuentes autorizadas. Puesto que los valores sociales de la gente varan, la propaganda casi siempre utiliza autoridades vinculadas con diferentes instituciones simultneamente: el Estado, los sin- 33. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 35dicatos, lderes empresariales e industriales, deportistas, acad-micos, sacerdotes, etc. Para la propaganda es importante que laspersonas representantes de diferentes sexos, clases sociales, re-ligiones, as como varias comunidades tnicas o lingsticas, pue-dan ser reclutadas para apoyar la guerra.Otros medios de propaganda lo son la demonizacin del enemigo La demonizacin del(para lograrlo, ignora las perspectivas e intereses del oponente, enemigoeleva a categora de hroe sus propias actividades, una divisinclara entre lo que es una conducta comunalmente funcional o dis-funcional, el uso de modelos con roles positivos (soldados heroi-cos, sus padres, trabajadores), etc. Desde el punto de vista delos medios masivos, la propaganda constituye material llamativoporque ofrece fuertes contrastes y conflictos, historias de intershumano y emociones.En las guerras modernas, la "demonizacin" del enemigo se llevaa cabo sealando al liderazgo del grupo enemigo o a la ideologaen que se apoya. Una guerra es a menudo librada contra otra na-cin, o contra soldados o gente comunes, lo cual puede crear unpuente de identificacin entre las poblaciones en ambos lados. Enel bando contrario, la meta aparente es, a menudo, rescatar a lapoblacin enemiga de las manos de sus lderes, quienes la estnoprimiendo y llevndola al desastre.La armonizacin de los niveles referencialesOtra caracterstica distintiva de la propaganda es la armonizacinde los niveles referenciales, tales como: descripciones concretas de los acontecimientos-tema interpretaciones del contexto del conflicto descripciones de las dimensiones mticas o religiosas del con-flicto.El nivel de los acontecimientos-tema contiene el material de pro- Descripciones con-paganda clsica como descripciones de las batallas, expresiones cretas de los aconte-de apoyo provenientes de otros pases, historias heroicas, histo- cimientos-temarias de atrocidades, etc.En el nivel del contexto del conflicto, la propaganda nos cuenta Interpretaciones dellas races del conflicto, por qu fue inevitable, qu se est defen- contexto del conflictodiendo y por qu el enemigo atac. 34. 36 Wilhelm KempfDescripciones de las En el nivel mtico, finalmente, la propaganda suministra materialdimensiones mticasacerca de la lgica de la historia, acerca del significado de la vida, etc. Cualquier propaganda exitosa es una construccin coherente con enlaces estrechos entre los diferentes niveles. Estos niveles se apoyan mutuamente. Un ejemplo clsico es, a menudo, el tema recurrente de la propaganda de guerra acerca del asesinato de una monja o de un sacerdote. En el nivel contextual del conflicto, el asesinato concreto es interpretado como un ejemplo de las barbaridades y de la agresividad del enemigo, el cual es la ver- dadera raz y causa de la guerra. En el nivel mtico y religioso, el asesinato da credibilidad a la idea de que estamos luchando por Dios mientras el enemigo es el abogado del Diablo. El argumento trabaja en ambos sentidos: el enemigo mata a una monja, con- secuentemente es ateo. Puesto que el enemigo es ateo, este ase- sina a monjas. La armonizacin de los niveles referenciales provoca que los tex- tos aparenten ser heterogneos, pero, en el fondo, muy frecuen- temente, se ajustan al esquema de la propaganda. La lgica de motivacinLos objetivos de laDesde el punto de vista militar, la propaganda es un mtodo nopropaganda material de guerra basado en la voluntariedad. Sus objetivos apuntan a afectar la motivacin de lucha de las propias tropas y de los civiles de una manera positiva, a afectar las tropas del ene- migo y a los civiles de una manera negativa, y a aumentar el apo- yo de la comunidad internacional. Puesto que el objetivo fundamental de la propaganda son las in- tenciones de la gente, sus argumentaciones son tpicamente mo- tivadoras en una variedad de formas: Respecto de terceras partes, el fin de la propaganda es ase- gurar la aceptacin y el apoyo de nuestros propios puntos de vista. Respecto del enemigo, el objetivo de la propaganda es animar la resistencia contra sus propios lderes, promover el derrotis- mo y la pasividad. Respecto de su propia poblacin, la meta de la propaganda es motivarla a actuar en beneficio de la sociedad misma y apro- bar las decisiones de sus lderes militares. 35. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 37Esta es la faena ms exigente de la propaganda: sus propios sol-dados y civiles deben estar motivados a sacrificar su propia liber-tad, salud e incluso la vida, con la finalidad de sufrir lascalamidades de la guerra.Para soportar lo anterior, es importante un cierto balance entre El balance entre el te-el temor y la confianza. Si el enemigo es retratado como muy mor y la confianzafuerte y poderoso, la reaccin puede ser derrotista. Si el enemigoes retratado como un oponente insignificante, el resultado puedeser pasividad e indiferencia.Si pensamos acerca de la situacin desde el punto de vista de lapropaganda, al menos tres factores intervienen en la decisin deactuar voluntariamente en beneficio de la sociedad y en perjuiciodel enemigo: una concepcin del pasado una concepcin acerca de la situacin del presente una concepcin acerca del futuro.La accin o aceptacin de las sugerencias o indicaciones de lapropaganda es estimada en relacin con estas visiones y connuestros propios valores. La propaganda trata de afectar dichosaspectos.En muchos casos, la propaganda es una cuestin de exhortacio-nes categricas o imperativas para actuar de cierto modo o evitarhacerlo de otra manera. En otras palabras, un intento para en-cuadrar la interpretacin de la situacin para que dicha accin oaprobacin parezca una decisin racional, en ambos sentidos,desde el punto de vista de nuestros propios valores y desde elpunto de vista de la racionalidad en general.El propsito de enmarcar y limitar las alternativas tiene como finque el mismo receptor tome las decisiones en las cuales la pro-paganda est interesada.El concepto del pasado ofrecido por la propaganda est orientado El concepto del pasa-al conflicto y saturado por el mundo de los valores militares. T- dopicamente contiene los siguientes elementos: la justificacin y necesidad del uso de la fuerza militar en cier-tas situaciones histricas la prueba histrica de bienestar de su sociedad, as como desu buena disposicin para la paz 36. 38 Wilhelm Kempf y tambin la voluntad y la habilidad para responder ante laagresin externa.Al mismo tiempo, el concepto del pasado destaca la peligrosidaddel enemigo, su agresividad y apertrechamiento, as como lainevitabilidad del conflicto debido a estas razones.Toda toma de decisiones est basada en una concepcin de cu-les son las enseanzas del pasado y qu clase de fuerzas guanla historia.La interpretacin del La interpretacin del presente, segn la propaganda, tiene trespresentecaractersticas tpicas:1. Hay un esfuerzo para guiar la interpretacin con fuertes y atractivos llamados, conceptos y metforas, los cuales ofrecen un enlatado acerca de las races del conflicto. Cuanto ms rpido y claro pueda ser conceptualizada la crisis, mejores oportunidades de cristalizacin, las cuales deben ga- nar una posicin dominante y naturalizada, especialmente en el discurso de los medios. Crudos ejemplos de ello son, por ejemplo, los nombres que Estados Unidos ha dado a varias in- tervenciones: "Furia urgente" (Granada), Causa justa (Pana- m) y "Restauracin de la Esperanza" (Somalia).2. Hay un intento para dirigir, confinar y comprometer perspec- tivas alternas concernientes a la interpretacin de la situacin. Dirigir esfuerzos y perspectivas significa el favorecimiento de algunas de ellas. Confinar perspectivas significa ignorar ciertos puntos de vista. Comprometer significa representar ciertos puntos de vista considerados perjudiciales en el sentido que causa en estos el ser conceptualizadas de una manera des- acreditada. Por ejemplo, estos son mostrados como si estuvieran vincula- dos con los intereses del enemigo, o como si sealaran alguna otra falta moral o cognitiva. Un ejemplo tpico es estigmatizar los movimientos de paz como grupos marginales y extraos, o simplemente como incompetentes en asuntos de seguridad.3. La situacin es interpretada en el sentido absoluto de tomar una accin inmediata; si esta es retardada, el momento opor- tuno se habra perdido para bien.La perspectiva escogida o sugerida usualmente es apoyada coninformacin que parezca tan exacta como sea posible; esta cuen-ta con varias representaciones cuya referencia con la realidad, el 37. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 39pblico ha sido cultivado para pensar como directa y genuina. Enconsecuencia, en una situacin de guerra, el material ms inten-samente usado y manipulado son generalmente estadsticas yotras aseveraciones basadas en figuras, fotografas, filmes nue-vos y las llamadas "noticias fuertes".El futuro es tpicamente presentado por la propaganda como dos Opciones futurasopciones polarizadas: Nuestra lucha es un muro o una barrera protectora de nues-tros valores, tradiciones, comunidad, familia y prosperidadcontra el ataque amenazador del enemigo. Y, al mismo tiempo, la lucha tambin es un puente que noslleva haciaun mundo y un futuro mejor, a un mundo de paz yjusticia.2.3 La Guerra del Golfo: hacia un Nuevo Orden MundialUn ejemplo instructivo de esta lgica motivacional es dada pormedio de las actividades de la informacin oficial de los EstadosUnidos antes y durante la Guerra del Golfo de 1991.1. El pasado: La poltica conciliatoria con Adolfo Hitler caus laLas lecciones del pa- catstrofe de la Segunda Guerra Mundial. Si se hubiera dete- sado nido a Hitler lo suficientemente temprano, la guerra habra po- dido ser evitada. Lo mismo se le aplica a Saddam Hussein: si l no hubiera sido detenido despus de la invasin de Kuwait, habra continuado su agresin a toda el rea del Golfo Prsico. Las referencias a las crueldades previas del gobierno iraqu fueron numerosas.2. El presente: "Escudo del Desierto" y "Tormenta del Desierto" El momento oportuno implican proteccin, poder y un nuevo florecimiento del de-de actuar sierto despus de la tormenta. Se ignor los diferentes marcos interpretativos posibles, tales como la antigua cooperacin en- tre los Estados Unidos e Iraq, y los intereses econmicos y mi- litares de los Estados Unidos.El colapso del socialismo y el triunfo de la democracia occidentalse presentaron como el momento preciso para restaurar la posi-cin de las Naciones Unidas, demostrndoles a los Estados terro-ristas que las ganancias no se pueden obtener por medio de laviolencia. Las sanciones econmicas hubieran trabajado muy len-tamente. Mientras el mundo esperaba, Iraq podra tener listassus armas nucleares y qumicas para el ataque. 38. 40 Wilhelm KempfLa promesa de un3. El futuro: Despus de la guerra, se establecera un Nuevo Or-juego justo que regu-den Mundial, donde los derechos de las naciones pequeas nole el futuro seran pisoteados y donde las reglas de la justicia internacional seran respetadas. En caso contrario, las reservas petroleras mundiales terminaran bajo el control del Iraq armado nuclear- mente. De esta manera, se fomentara dictaduras en otras la- titudes.Cuando George Bush lanz al mundo el concepto de un "NuevoOrden Mundial", ante el Congreso de los Estados Unidos, el 11 desetiembre de 1990, dijo:"Estamos hoy ante un nico y extraordinario momento. La crisis en el Gol-fo Prsico, por ser tan grave como es, tambin ofrece una rara oportuni-dad para dirigirnos hacia un perodo histrico de cooperacin. Luego deestos atribulados tiempos... un Nuevo Orden Mundial puede emerger,una nueva era, libre de la amenaza del terror, ms fuerte en la persecu-cin de la justicia, y ms segura en la bsqueda de la paz; una era en lacual las naciones de todo el mundo, en oriente y en occidente, norte ysur, puedan prosperar y vivir en armona".Es bastante obvio que tal lgica motivacional difiera de las reglasticas y profesionales del periodismo, de acuerdo con las cualesla tarea del periodismo es describir los eventos tan independientey de manera tan variada como sea posible, y dejar las conclusio-nes al criterio del propio pblico. Sin embargo, en todo el mundolos periodistas se unieron al llamado de un Nuevo Orden Mundialen sus tres dimensiones contextuales: las lecciones del pasado el momento oportuno de actuar la promesa de un juego justo que regule el futuro.Un estudio compara- De acuerdo con un estudio comparativo en los medios de los Es-tivotados Unidos, Alemania y Escandinavia, una de cada treinta no-ticias que trataron el tema de la crisis del Golfo, entre el 2 deagosto de 1990 (invasin iraqu a Kuwait) y enero de 1993 (lan-zamiento areo de Estados Unidos contra Bagdad para forzar aIraq a cumplir con las condiciones de cese al fuego), se referanal menos a uno de estos tres aspectos de la lgica de la motiva-cin oficial de la Guerra del Golfo (Kempf, Reimann y Luostari-nen, 2001).Esto podra deberse a las citas de los lderes que utilizaron el con-cepto de Nuevo Orden Mundial en sus declaraciones pblicas. Sinembargo, los medios no solamente cubrieron dicha retrica pol- 39. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 41tica, sino que los mismos periodistas incorporaron el concepto deNuevo Orden Mundial en su propia manera de pensar e hicieronde este un criterio clave en los editoriales que interpretaron la cri-sis del Golfo.A pesar de que el eslogan del Nuevo Orden Mundial pertenece auna tipologa gastada de retrica grandiosa, la cual ha probado,la mayora de las veces, ser vaca y engaosa, los periodistas pro-fesionales deberan haberla manejado con cierto escepticismo;sin embargo, repitieron los mismos patrones retricos menciona-dos por los polticos como si no existieran otros discursos.Especialmente los editoriales suecos (que cuentan con una grantradicin sobre neutralidad poltica) y los editoriales alemanes(que cuentan con un fuerte movimiento antiguerra) hicieron usode esta lgica motivacional para estimular el apoyo a la Guerradel Golfo.Cerca del noventa por ciento de estos editoriales de noticias fue-ron completamente acrticos acerca del Nuevo Orden Mundial ylo apoyaron desde diferentes ngulos.El patrn retrico ms sobresaliente destaca las "lecciones del Retrica sobre laspasado" (100%) en primer plano (vase la Figura 2). En relacin lecciones del pasadocon dicho patrn, la comparacin Saddam-Hitler se mantuvo mso menos aislada, y fue raramente apoyada por el argumento del"momento oportuno" (6,7%), y, casi nunca por la promesa de "eljuego limpio" (0,9%). Figura 2: Retrica sobre las 100%lecciones del pasado (35.9%)80%60%apoyo40%cuestionamiento20% 0% -20% pasado presente futuroEn algunos casos (5,8%), la comparacin histrica fue puesta en Retrica del juegoduda o negada tambin, pero ello se debi al fenmeno llamado justo"mensajes de doble sentido", los cuales formulan contra-argu-mentos solamente con el fin de rechazarlos. 40. 42Wilhelm Kempf Tan prominente como la retrica de las "lecciones del pasado", un segundo patrn retrico destaca en primer plano la promesa del "juego justo" (100%) (vase Figura 3). Al hacerlo, el argu- mento del juego justo se mantuvo menos aislado. Este fue casi siempre apoyado (24%) por el argumento del "momento oportu- no". Algunas veces (16,9 %) por el paralelo histrico entre Sad- dam y Hitler tambin.Figura 3: Retrica del juegojusto (34.7%)100% 80% 60%apoyo 40%cuestionamiento 20%0%-20% pasadopresente futuroRetrica del momen-Este patrn retrico general parece tambin ser ms ambivalenteto oportunoque la "retrica de las lecciones del pasado". Al menos dicho pa- trn ofrece algunas referencias a voces crticas que cuestionan la promesa del juego justo (12,5%), la comparacin histrica con Hitler (3,3%), o el momento oportuno (1,8%). Nuevamente, ello se debe a los "mensajes de doble sentido" y al hecho de que des- pus de la era Reagan (y especialmente despus de la Guerra de los "contras" en Nicaragua y de la invasin de Granada y Pa- nam), parte del pblico europeo todava sospechaba cun serio estaba Estados Unidos respecto de "los derechos de los pases pequeos" (al menos en lo concerniente a su "patio trasero"). Di- cha preocupacin no pudo simplemente ignorarse, sino, ms bien, se constituy en un problema cuyo fin era destruir tales de- rechos. El patrn retrico menos frecuente en apoyo al Nuevo Orden Mundial enfoc el aspecto del "momento oportuno" (vase Figura 4). Nuevamente dicho patrn retrico es menos general y menos ambivalente. El argumento del "momento oportuno" es apoyado por la "comparacin Sadam-Hitler" solo algunas veces (11,7%), y casi nunca (0,1%) por la promesa del "juego justo". A pesar de que el argumento del "momento oportuno" se pone en duda o se 41. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 43niega (9,3%), tambin hay una referencia poco negativa a las"lecciones del pasado" (1,9 %) y el "juego justo" carece de apo-yo.Figura 4: Retrica del mo-mento oportuno (20.0%) 100%80%60% apoyo40% cuestionamiento20% 0% -20%pasadopresentefuturoSolo el 10,0% de los editoriales y noticias fueron crticos acerca Crtica al conceptodel Nuevo Orden Mundial (vase Figura 5). Dicho criticismo se del Nuevo Ordenbas principalmente en dudar o negar la promesa del "juego jus- Mundialto" (68,0%), en cuestionar la comparacin Saddam-Hitler(28,0%), y, algunas veces (14,8%), en la negacin del argumen-to del "momento oportuno".Figura 5: Crtica al conceptodel Nuevo Orden Mundial40% (10.5%)20% 0%apoyo -20% -40%cuestionamiento -60% -80%pasadopresentefuturoMientras los argumentos del "juego justo" y el "momento opor-tuno" nunca tuvieron apoyo (0%), el criticismo fue mucho msambivalente con respecto a la "comparacin histrica". Sin em-bargo, esta ltima fue casi siempre cuestionada (20,1%) o refu-tada (28,0%).Obviamente, la amenaza a Israel de parte de Saddam fue un ar-gumento tan fuerte, que incluso varios periodistas europeos, cr-ticos acerca del Nuevo Orden Mundial, no resistieron, una vezms, la amenaza de gas venenoso producido con tecnologa ale- 42. 44 Wilhelm Kempf mana, el cual haba matado a millones de judos en las cmaras de gas del Holocuasto. Y dicho gas estaba ahora en las manos de Saddam Hussein, quien apuntaba con misiles al Estado de Israel. Como consecuencia, el paralelismo establecido entre Saddam Hussein y Adolfo Hitler fue una metfora tan fuerte no solamente en cada uno de los patrones retricos de apoyo a la idea del Nue- vo Orden Mundial, sino que figura incluso en el patrn minoritario crtico del Nuevo Orden.La retrica del NuevoCasi todos los artculos crticos fueron publicados por los mediosOrden Mundial en los europeos, principalmente en Noruega, Suecia y Alemania, y algu-discursos noticiosos nos pocos en Finlandia. En los medios de los Estados Unidos casinacionales no hubo criticidad del Nuevo Orden Mundial (vase figura 6).Figura 6: La retrica delNuevo Orden Mundial en losdiscursos noticiosos nacio-50%nales 40%F = Finlandia, A = Alemania,lecciones del pasadoN = Noruega, S = Suecia, 30%juego justoE.E.U.U. = Estados Unidos demomento oportunoAmrica20%crtica 10%0% F AN SE.E.U.U.La flexibilidad delLa aceptacin de esta clase de retrica y la lgica de la motiva-concepto del Nuevo cin, son un claro signo de un fuerte vnculo por parte de los me-Orden Mundialdios con el discurso oficial. Ello puede deberse a varios factores, uno de los cuales es la enorme flexibilidad con la cual el concepto del Nuevo Orden Mundial pudiera haber sido adaptado a los dife- rentes discursos nacionales con el fin de legitimar la Guerra del Golfo, a pesar de las diferentes condiciones histricas, polticas y culturales de los distintos pases. En Suecia, Alemania, y Finlandia, la lgica de la motivacin de la Guerra del Golfo enfoc la perspectiva de un futuro radiante, en el cual las leyes internacionales protegeran los derechos de las naciones pequeas. En Suecia, con una arraigada tradicin de neutralidad poltica, dicho argumento estuvo de acuerdo con una larga historia de compromiso positivo con las Naciones Unidas. En Alemania, donde la Guerra del Golfo enfrent una gran oposi- cin poltica de parte de un fuerte movimiento pacifista, el argu- 43. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 45mento estuvo de acuerdo con la tradicin de dichos movimientosen oponerse a las intervenciones de las superpotencias, en losasuntos de los pases pequeos del Tercer Mundo. Y en Finlandia,sirvi para apoyar las necesidades futuras de la poblacin finlan-desa.En los Estados Unidos, la nacin lder de la Segunda Guerra Mun-dial y de la coalicin de la Guerra del Golfo, y en la Noruega dela OTAN, la cual fuera vctima de la agresin hitleriana durante laSegunda Guerra Mundial, el enfoque estuvo basado en las "lec-ciones aprendidas del pasado", y "el momento oportuno", res-pectivamente.En ambos casos, esos dos argumentos dieron suficiente motiva-cin para una accin militar inmediata sin tener que referirse altema de los derechos de las naciones pequeas, lo cual haca laguerra plausible.En el discurso de los medios estadounidenses, el argumento del"juego justo" jug solamente un rol minoritario. En Noruega, losmedios tendieron a obviar lo ms posible este delicado asunto. Silos medios noruegos trataban la promesa del "juego justo", lo ha-can en trminos, por lo general, negativos.2.4 Tcnicas avanzadas de propaganda: comunicacinde doble vnculo y mensajes de doble sentidoLa cultura de la guerra est basada en contradicciones funda- Las contradiccionesmentales. de la cultura de laguerraPrimero, la contradiccin entre: las creencias acerca de que la seguridad debe ser alcanzadasoportando el antagonismo y confrontando al enemigo las creencias acerca de la paz como el ltimo anhelo de la so-ciedad.Segundo, la contradiccin inmanente en que se basa el prolonga-do antagonismo, el cual: estimula el espritu de lucha de los miembros de la sociedad,al retratar al enemigo tan peligroso e inhumano como sea po-sible, al mismo tiempo se describe a s mismo tan inofensivo y hu-mano como sea necesario, para que los miembros de la socie- 44. 46 Wilhelm Kempfdad no pierdan el nimo, estn seguros de la victoria, y nosientan temor por la perspectiva de una posible derrota.La lgica de la Guerra Un ejemplo importante de estas obvias contradicciones es la l-Fra gica de la Guerra Fra que legitim el estacionamiento de los mi- siles de medio alcance y los misiles cruceros en Alemania Occidental durante el principio de los ochentas. Acentuando la necesidad de disuadir a la "inhumana Unin Sovitica" de hacer la guerra, este se refiri simultneamente a la buena voluntad de la Unin Sovitica (la cual supuestamente estaba interesada en proteger a Europa de la destruccin), como la nica garanta se- gura por medio de la cual se prevendra la carrera nuclear arma- mentista, cuyo resultado sera la destruccin de Europa Central (Kempf, 1986). Contradicciones como estas son tpicas en la cultura de la guerra, entretejiendo la propaganda y el reportaje tradicional de guerra, en todos sus niveles, desde la explicacin de la lgica de la his- toria va explicacin de las races del conflicto (Elfner, 1998), la evaluacin de las alternativas a la violencia (Kempf, Reimann y Luostarinen, 2001), a la explicacin de las fuentes del conflicto (Cfr. Elfner, 1998), y la evaluacin de las alternativas de la vio- lencia (Cfr. Kempf, Reimann, 2001), hasta la cobertura de las atrocidades diarias (Kempf, Reimann y Luostarinen, 1996).La situacin de dobleAs, la cultura de la guerra ubica a los miembros de la sociedadvnculoen una situacin permanente de doble vnculo, en la cual ellos tienen que manejarse con mensajes contradictorios, careciendo de la oportunidad de reaccionar ante ambos mensajes, o bien de- jar de lado la situacin. Como resultado del involucramiento emocional con ambos men- sajes contradictorios, se vuelve extremadamente difcil cuestio- nar cualquiera de ellos. Si los miembros de la sociedad no tienen acceso a la informacin independiente, no les queda otra alter- nativa que creer en las conclusiones narradas por los medios de comunicacin, o bien optar por una falta de atencin selectiva, los prejuicios, o el escepticismo evasivo, todos ellos son conse- cuencias al servicio de los objetivos de la guerra psicolgica al pa- ralizar la capacidad de oponerse a la guerra (Kempf, 1992). Desde un punto de vista analtico, las comunicaciones de doble vnculo resultan en confusin emocional. Y, dado que la audien- 45. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 47cia anhela una salida, es susceptible de aceptar las solucionesofrecidas.Desde el punto de vista analtico, la comunicacin de doble vn-culo involucra tres aspectos, ilustrados en un artculo de la revistaTimes del 22 de enero de 1991. Este artculo informa acerca delos pilotos aliados derribados durante la Guerra del Golfo, los cua-les fueron presentados en la televisin iraqu (Kempf, Reimann yLuostarinen, 1996).1. La comunicacin de doble vnculo presenta dos mensajes con- Mensajes contradic- tradictorios, los cuales hacen un llamado a una reaccin ade- torios cuada de parte de la audiencia. En el artculo de la revista Times estos mensajes despiertan el temor y la esperanza de la siguiente manera: por un lado, "Iraq amenaza con usar a los prisioneros deguerra como escudos humanos", y por otro, hay una promesa de "que los pilotos aliados cap-turados no tienen nada que temer de los iraques."2. Mediante la presentacin de incentivos de identificacin social Incentivos de identifi- con respecto a las fuentes, se establece la veracidad y confia- cacin social bilidad de los dos mensajes contradictorios. En el artculo mencionado, la amenaza est vinculada al te- mor, al dolor y a las declaraciones de familiares y amigos de los prisioneros de guerra. la esperanza est relacionada con un "exrehn britnico en Iraq", quien es identificado como un viejo bilogo marino de 59 aos de edad. Todos ellos estn descritos con detalle y sus puntos de vistas son dados con una descripcin detallada y entendible. Al mismo tiempo, estos incentivos de identificacin producen un compromiso social hacia ambas fuentes. En el presente artculo, cualquier cuestionamiento a la amenaza aparece como una deslealtad para con civiles ino- centes, cuyos hijos y amigos estn en las manos de un dic- tador inescrupuloso, quienes claman por compasin de parte de la audiencia. Al mismo tiempo, cualquier cuestionamiento de la esperan- za aparece como un cuestionamiento a la competencia de una autoridad intelectual ("un bilogo marino"), quien, adems, ha experimentado en s mismo lo que es ser un re- 46. 48 Wilhelm Kempfhn en Iraq.Las conclusiones3. Esta doble oferta de identificacin social coloca al lector en unofrecidas por la pro-estado de indecisin ante los mensajes contradictorios, lospagandacuales son dignos de confianza, no pudiendo ninguno de estos ser rechazado sin violar compromisos sociales. Se da entonces un doble impedimento, tanto racional como emocional, para no poder sacar sus propias conclusiones. As, la nica salida es la de aceptar las conclusiones ofrecidas por la propaganda, por ms ilgicas que estas sean. En el artculo antes mencionado, estas conclusiones procu-ran compartir el ultraje de Saddam Hussein con los amigosy los familiares de "nuestros" prisioneros de guerra. mantener la continuacin de los ataques areos contraBagdad, no importa cules sean las consecuencias para losprisioneros de guerra.A pesar de que la comunicacin de doble vnculo es una herra-mienta importante de la propaganda, los resultados de los estu-dios sobre la Guerra del Golfo sugieren que no se utilizarutinariamente, sino solo cuando las contradicciones inherentesa la cultura de la guerra tienden a volverse visibles y la propagan-da se da a la tarea de oscurecerlos.En muchos casos, cuando la propaganda tiene que tratar con in-formacin contradictoria, ello no se debe a las contradicciones in-herentes a la cultura de la guerra, sino, ms bien, a lascontradicciones entre las interpretaciones polarizadas de la reali-dad, o las contradicciones entre las interpretaciones y los hechos.La forma ms simple de manejar las contradicciones sera me-diante la seleccin informativa mediante dos mecanismos: presentando solamente el mensaje propagandstico y aquellosacontecimientos que vayan de acuerdo con l, dejando de lado aquellos acontecimientos que pongan enduda su credibilidad.Mensajes de doble Aunque medidas tan crudas de control informativo se encuentransentido a menudo en la historia de la propaganda, estas, a su vez, con-llevan peligro. Al menos en las sociedades democrticas, la cre-dibilidad de los medios est basada en el pluralismo, y si elmensaje propagandstico es demasiado evidente, la audienciapodra perder la confianza en el mensaje. Adems, como lo handemostrado Lumsdaine y Janis (1952), la propaganda ser ms 47. La contribucin de los medios a la cultura de guerra 49eficaz si es posible anticipar los contra-argumentos del mensajepropagandstico.Al utilizar los mensajes de doble sentido, el propagandista puede: incrementar la credibilidad de la propaganda rechazar posibles contra-argumentos antes de que sean dise-minados por el enemigo.Presentando ambos argumentos y contra-argumentos, la propa-ganda se hace menos obvia y ms resistente a la contra-propa-ganda, cuyos argumentos ya son conocidos.No obstante, el punto crtico acerca de los mensajes propagan-dsticos de doble sentido es que los contra-argumentos no seanaceptados por la opinin pblica. Hay varias formas de lograr es-to:1. Los contra-argumentos pueden ser rechazados mediante el uso de argumentos que presenten hechos, etc. Esto no es es- pecfico de la propaganda, pues se espera lo mismo del perio- dismo crtico tambin.2. Aunque no fuera posible un rechazo argumentado de los con- tra-argumentos, estos podran ser devaluados mediante tru- cos psicolgicos o lingsticos, tales como: presentar incentivos de identificacin social con institucio-Incentivos de identifi-nes y/o representantes que comparten el mensaje de lacacin socialpropaganda; el propagandista puede imponerle a la au-diencia su propio punto de vista. deshumanizando al enemigo y a las fuentes de credibilidadDeshumanizando lasde sus contra-argumentos; el propagandista puede limarlesfuentes de los con-las asperezas. tra-argumentos porque estos reflejan solamente una opinin minoritaria (marginalizacin). porque sus representantes no son de confianza, o bien son incompetentes o inmaduros (desacreditamiento). porque sus representantes estn en el lado equivocado (culpabilidad). Ocultan