Berger & Luckmann - Modernidad, Pluralismo y Crisis de Sentido

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Peter L. Berger Thomas Luckmann

Modernidad, pluralismo y crisis de sentidoLa orientacin del hombre modernoPrlogo de Joan Estruch

Titulo original: Modernitat, Pluraiismus and Sinnkrise. Die Orientierung des modernen Menschen Publicada en alemn por Verlag Beileismann Stiltung, Gtersloh Traduccin del Centro de Estudios Pblicos Revisin tcnica de la traduccin de Joan-Carles Melich

SUMARIOCubierta de Mario Eskenazi Esta ed.c.on cst.4 tomaaa. con la debiaa adiorizacion, ae a lraducc 6n a caste Iano p ~ o l cada orig na mente en la rovisra Estud~os Pubbcos 63 Iinv eino de 19961 Centro de Est~alos P901icos. Santago. Chle.

Introduccin, Joan Ertruch

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1. Los fundamentos de la significacin de la vida humana . . . . . . . . . . . . . . . , . . .O-tma~ na.ror;linenIeurolo~as s i %Ia-lorzat o n e ~ ~ ~ a o c ~ i e - n o r 0 0 , ~ ~ 7a.c i:!l. 116 - a ~ ~ o ' l s ~ ~ . ) i o e c en z8s r ) a G rreuror i c c r iuia o p w i a n, i.cm mi?3or c.nq. ri *lec L 2 woceuninnto c ~ i prvnacor n icprog.a 3 o tvata- ei ,g n i - . m i l i r c ni 2 r r o ~ e e r n v d ~ i~ n m ; i n eee q . er ~ u r e s ' r ~ r o o . ~ l~ ~ ~ i a C:

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2. La significacin de las relaciona sociales, la coincidencia de sentido y las condiciones generalespara la aparicin de una crisis de sentido . . .

0 1995 by Verlag Berteismann Stiitung, GterslohO 1997 de todas las ediciones en castellano Ediciones Paids Ibrica, S. A,. Av. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona Www.paidos.comISBN 978-84-493-0417-0 Deposito lega B 13 376 2008 Impreso en Book Print Digital Botanica, 176-178 - 08908 L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain

3. Modernidad y crisis de sentido . .

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4. La prdida de lo dado por supuesto

5 . Hbitos de sentido y crisis de sentido. . . . .

6. La resolucin social de las crisis de sentido: ilusiones y posibilidades . . . . . . . . . . . . .7. Perspectivas. . . . . . . . . . . . . . .

El propsito de estas pginas introductorias no es otro que el de situar mnimamente en su contexto a los autores del ensayo Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. El lector interesado exclusivamente en el contenido del texto de Berger y Luckmann puede, pues, prescindir tranquilamente de d a s , por cuanto no me dedicar a analizar, ni ainterpretar, ni siquiera a glosar dicho texto. Berger y Luckmann son sin duda dos de los socilogos ms importantes y destacados del siglo xx. Se da la circunstancia de que he tenido el privilegio, y la suerte inmensa, de conocer personalmente a ambos, de haberles tratado, de haber traducido al cataln algunos de sus escritos. En una palabra, de saberme no slo discpulo de uno y otro, sino amigo de los dos. De ah que me atreva al ejercicio de tratar de explicar brevemente quines son, y de efectuar un somero recorrido por su obra anterior, con especial hincapi en los textos que escribieron conjuntamente con anterioridad al presente ensayo, a fin de mostrar algunos de los elementos que atestiguan tanto la continuidad de su reflexin como la originalidad y la singularidad de sus aportaciones a la sociologa contempornea.

JOAN ESTRUCH

1Peter Berger y Thomas Luckmann ... Viena, enero de 1991. Un seminario internacional rene, en un hotel de las afueras de la ciudad, a dos docenas de participantes. Mientras la mayora desayuna en la cafetera, a travs de los cristales puede verse el exterior, nevado. Algo difuminada en medio de la neblina, se divisa una figura que, vestida con atuendo deportivo, regresa jadeante de un ejercicio de footing matutino. Es Thomas Luckmann, quien al rato entra en la sala y se sienta en la mesa donde Peter Berger, delante de una taza de caf humeante, saborea el primer cigarrillo del da. Peter Berger y Thomas Luckmann ... Conozco a ambos desde hace aos, pero sta es la primera ocasin en que les veo juntos. Entre sonrisas, y con aquel cmulo de complicidades tcitas de quienes necesitan de pocas palabras para entenderse, inician un divertido dilogo en el que Luckmann advierte a Berger que el tabaco es perjudicial para la salud, y ste replica que lo que realmente perjudicara su salud sera correr en calzoncillos por la nieve, a varios grados bajo cero. Las diferencias entre ambos personajes, en efecto, son ostensibles. Alto, delgado, de constitucin astnica, Luckmann. Robusto y con una ligera tendencia a la obesidad, Berger. El primero, pelo y barba grises, un gris que debi haber sido castao claro. El segundo, cejas negras como nico vestigio en una cabeza reluciente como una bola de billar. Ojos azules en Luckmann, que expresan a la vez ternura y un cierto aire de melancola; oscuros en Berger,

Iwnetrantes e inquisitivos, dispuestos a rer y a hacer rer r i i cualquier momento. Pese a todas las disparidades, en la apatiencia y en el taItinte, son sin embargo muchas ms, y mucho ms importantes, las cosas que unen a ambos autores, las experiencias que a lo largo de sus respectivas biografas han compartido. Ambos nacieron en los ltimos aos de la dcada de los veinte; Berger en Viena, y Luckmann en Eslovenia: O

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siempre, por cierto, la principal funcin social de la reh. gin. A pesar de todo, en la actualidad, cuando las Igle. sias cumplen su papel como instituciones intermedias lo hacen sin coercin. Comparado con su rol anterior, sta es una gran diferencia. pueden adems desempear un cometido importante, de carcter puramente religioso, sin funciones sociales incorporadas o con una mnima cantidad de ellas. Lo anterior es vlido en el caso de personas de edad avanzada y solitarias, sin familia ni empleo, cuyos intereses polticos se limitan a la lectura ocasional de un peridico. Participar en la vida de la Iglesia puede tener para ellas una importancia decisiva: en los oficios religiosos, en la oracin, en las lecturas bbiicas y en otras actividades que trascienden los roles defmidos socialmente, estas personas pueden considerarse miembros de una comunidad de sentido. A travs de funciones sociales, en el caso de que las ejerza, tambin la Iglesia puede comunicar sentido en la forma descrita anteriormente, o bien puede mantener su eficacia slo en la esfera privada de sus miembros. Los pietistas y las ramas evanglicas del protestantismo cultivaron durante largo tiempo este tipo de funciones sociales. Pero incluso esta religin privatizada puede tener importantes consecuencias sociales indirectas (como ya haba notado Max Weber). Por ejemplo, est la interrogante de hasta qu punto una vida familiar regida por valores religiosos puede afectar la conducta en el empleo (y por ende en la economa) o en el mbito poltico. En cualquier caso, la Iglesia en cuanto institucin intermediaria tiene efectos sociales inmediatos, al hacer que el indivi-

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duo conciba su funcin pblica de acuerdo con la visihn del mundo de la Iglesia y luego acte pblicamente en concierto con otros miembros de la comunidad religiosa de sentido. Este papel de las Iglesias cobra, desde luego, particular importancia en sociedades democrticamente constituidas. Alexis de Tocqueville haba llegado ya a esta conclusin en su trabajo sobre la democracia en los Estados Unidos. En resumen. Las condiciones estructurales para la propagacin de crisis de sentido subjetivas e intersubjetivas, que hemos inferido a partir de consideraciones tericas, pueden encontrarse en todas las sociedades occidentales de la actualidad, aunque se manifiestan de maneras muy distintas. La ms importante de esas condiciones es el pluralismo moderno, ya que ste tiende a desestabilizar el estatus de algo dado conferido a los sistemas de sentido y de valores que orientan la accin y sustentan la identidad. Aun as, las sociedades modernas no experimentan normalmente una proliferacin alarmante de crisis de sentido. Si bien es cierto que las crisis de sentido subjetivas e intersubjetivas ocurren con mayor frecuencia en tales sociedades, no se condensan en una crisis de sentido general que afecte a toda la sociedad. Esta condicin caracterstica de la normalidad en las sociedades modernas puede denominarse crisis latente de sentido, y se fundamenta en los diversos factores que neutralizan aquellas consecuencias del pluralismo moderno que tienden a originar crisis de sentido. En nuestra opinin, el ms importante de esos factores es la reserva fundamental (Grundbestand) de instituciones intermedias. Estas 1-

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timas generan sentidos, a la vez que refuerzan los ya exla. tentes en la vida de los individuos, y contribuyen a la ea. hesin de las comunidades. Proporcionan orientacin h . cluso cuando la sociedad, en su conjunto, deja da sustentar un orden omnicomprensivo de sentido y de vi. lores y acta, ms bien, como una especie de instancia re. guladora para los distintos sistemas de valores. Aquellea normas que son vlidas para toda la sociedad permiten le coexistencia y la necesaria cooperacin entre las distintas comunidades de sentido, sin que sobre eiias se imponga un orden de valores comn. Por consiguiente, sugerimos la hiptesis de que mientras el sistema inmunolgico de las instituciones intermedias siga funcionando eficazmente, las sociedades modernas normales no sufrirn la propagacin pandmica de crisis de sentido. En tanto se mantenga esa condicin, el virus de las crisis de sentido, que se siente a gusto dentro del organismo de todas las sociedades modernas, ser reprimido. Sin embargo, si el sistema inrnunolgico ha sido suficientemente debilitado por otras influencias, nada podr detener la expansin del virus. (Lo habitual es que el Estado sea el que contribuya a debilitar las instituciones intermedias; ser acaso como una forma de competir?) Esta hiptesis nos parece razonable, por simplista que sea su formulacin, aunque por cierto requiere una investigacin emprica cuidadosa. En la tima seccin volveremos a analizar este punto.

LA RESOLUCIN SOCIAL DE LAS CRISIS DE SENTIDO: ILUSIONES Y POSIBILIDADES

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Las quejas acerca del decadencia de la cultura*, la prdida de sentido en la modernidad, la alienacin de la persona en el capitalismo tardo*, la inflacin de sentido en la sociedad de masas, la desorientacin de la persona en el mundo moderno y otras por el estilo, carecen de novedad. Aparte de los empresarios de la moral no acadmicos, diversos telogos, filsofos y socilogos, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, han formulado estas denuncias durante varias generaciones. Bajo diferentes signos ideolgicos se han promocionado todos los remedios imaginables para estas enfermedades que afectan al individuo y a la sociedad, desde el fortalecimiento moral del individuo hasta la transformacin revolucionaria de todo el sistema poltico y econmico. Nuestras dudas acerca de los diagnsticos ms exagerados de la situacin cultural fueron insinuadas en la seccin introductoria. Cabra aadir que vemos con igual escepticismo las terapias propuestas: tanto las opciones radicales-colectivistas,que en definitiva resultan ser siempre totalitarias, como el individualismo radical, que en el fondo es un solipsisrno.

RESOLUCINSOCIAL DE LAS CRISIS DH S I ~ N ' l ' t l l l l

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Para determinar si es posible encontrar un atisbo de verdad detrs de las exageraciones, y si acaso los diagnnticos slo se equivocan en cuanto a la gravedad de la cri. sis especficamente moderna, hemos intentado describu el organismo en su estado saludable. Primero nos referimos al sentido de la accin y de la vida, que es un elemento constitutivo de la especie humana,. v a la forma en . que est condicionado por procesos y estructuras sociales. Luego, en una segunda etapa, definimos los cambios histricos que determinan los procesos especficamente modernos de construccin, transmisin y proteccin del sentido de la vida y de la accin en la era moderna. Antes de formular nuestras propias y comparativamente modestas sugerencias teraputicas, resumiremos los resultados de nuestro diagnstico. En todas las sociedades hay procesos de generacin de sentido, incluso si no se han desarrollado instituciones especializadas para la produccin del mismo. De cualquier manera, las instituciones controlan el proceso mediante el cual los elementos de sentido son absorbidos por los acervos sociales de conocimiento, as como organizan la transmisin de las reservas histricas de sentido a los miembros de la sociedad, adaptndolas a nuevas necesidades. Gracias a las instituciones las sociedades pueden conservar los elementos bsicos de sus reservas de sentido, que transmiten sentido al individuo y a las comunidades de vida en que ste crece, trabaja y muere. Ellas determinan el sentido subjetivo en extensas reas de accin, mientras que las grandes instituciones de dominacin y la economa dictan el sentido objetivado de esas

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acciones. Todo este proceso ocurre de una u otra forma en todas las sociedades, aunque con distintos grados de xito. Por lo tanto, procuramos en primer lugar responder a la pregunta de si existen razones generales que expliquen estas diferencias. Comenzamos con la identidad personal, el punto de referencia individual de sentido del acto y de la vida. La identidad personal del nio es moldeada a medida que ste ve que su conducta se refleja en los actos de quienes le rodean. Cierto grado de coherencia en las acciones de esas personas es, por ende, la condicin ms importante para que la identidad personal se desarrolle sin perturbaciones. Si no se cumple este requisito, aumentan las de que se produzcan crisis de sentido subjetivas. Adems, hemos intentado demostrar que las comunidades de vida necesitan un mnimo grado de coincidencia en las interpretaciones de la realidad. Slo en estas condiciones las comunidades pueden asumir un papel de apoyo en la generacin y en el mantenimiento de sentido en la vida de sus miembros. El grado de concordancia entre la comunidad de sentido que se anhela y la que se logra obtener efectivamente parece tener especial importancia. A nuestro juicio, mientras mayor sea el grado de discrepancia, aumentarn las probabilidades de que surjan crisis de sentido intersubjetivas. Cuando dirigimos nuestra atencin hacia las sociedades modernas qued de manifiesto que esas caractersticas que las diferencian de sus predecesoras son las que tambin impiden la estabilizacin del sentido. No slo resulta ms dificil mantener la congmencia en estos proce-

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sos a travs de los cuales se moldea la identidad, sino que tambin es ms difcil promover en las comunidades de vida sentidos compartidos. La frecuencia de las crisiii de sentido, tanto subjetivas como intersubjetivas, es comprensible una vez que consideramos las consecuencias de las caractersticas estructurales de las sociedades modernas, en particular de las occidentales. El hecho de que se hable de crisis de identidad, ms las cifras ascendentes en las estadsticas de divorcio, confirman lo anterior. Una caracterstica general y fundamental de las sociedades modernas es la completa diferenciacin de los actos (que en otro tipo de sociedades an estaban conectados y relacionados por su sentido) dentro de sus propias esferas institucionales: cada una de estas esferas procura, y lo consigue en su mayor parte, alcanzar autonoma para fijar sus propias normas; por ejemplo, la emancipacin de valores sociales supraordinales. Los esquemas de accin defmidos por este conjunto de instituciones (economa, poder poltico, religin) tienen un sentido objetivado que se relaciona con su funcin principal. Puesto que, con excepcin de la religin, este sentido es instrumentalmente racional, debe ser desconectado de los esquemas subjetivos de interpretacin de la vida. Los individuos deben subordinarse a las metas de la organizacin en lugar de adaptar a sus propias concepciones valricas las exigencias que se les imponen. La diferenciacin estructural de las sociedades modernas es, por tanto, incompatible con la permanencia de sistemas de sentido y de valores supraordinales de validez general. sta es, sin embargo, la condicin para que exista una congruencia socialmente ga-

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rantizada en la formacin de la identidad personal y para que haya un alto porcentaje de sentidos compartidos en las comunidades de vida. A lo anterior debe agregarse otra caracterstica propia de las sociedades modernas, principalmente occidentales, que guarda una estrecha relacin con su propiedad esencial. Se trata del pluralismo moderno, una situacin en la que ya no es posible mantener absolutamente inclumes las barreras de proteccin que rodean las reservas de sentido dentro de las comunidades de vida (las barreras del precepto*). A travs de los boquetes en las vallas, la gente atisba lo que hay ms all. Esto conduce a la prdida de la calidad de obvio de ciertos estratos de sentido que orientan la accin y la vida. Esperamos haber demostrado que sta es una causa tpica del estallido de crisis de sentido. Hay dos reacciones extremas y contradictorias frente al pluralismo moderno. Podramos decir que all donde algunos intentan desesperadamente cerrar los boquetes en la valla de proteccin, otros desean derribarla en otros sectores. Estas reacciones se fundan en dos actitudes diferentes que se observan no slo en los individuos, sino adems en las instituciones, comunidades y movimientos sociales. La posicin fundamentalista pretende reconquistar la sociedad entera para restaurar los antiguos valores y tradiciones. De esta forma, en las sociedades occidentales los polticos han intentado una y otra vez, aunque con poco xito, explotar para su propio beneficio las actitudes que se asocian con este anhelo. El Primer ministro britnico John Major, con su retorno a los basic ualues, es slo el poltico ms re-

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ciente que ha descubierto esta realidad, para su desgracia, En contraste, las posiciones relativistas desisten dei intento de reivindicar cualquier tipo de valores y reservan de sentido comunes. Los tericos posmodernos hacen de la necesidad una virtud e incluso trasladan el pluralismo de la sociedad al interior del individuo acosado. Ambas reacciones son indebidas e incluso pueden volverse peligrosas. En su variante radical la posicin fundamentalista conduce a la autodestruccin cuando determina la accin de grupos dbiles. Lo otro (Fremde) es destruido si los grupos fuertes asumen esa actitud. En su forma moderada, esa actitud conduce a la eguetizacinw del propio grupo dentro de la sociedad general. Ahora bien, esto no es fcil de lograr y sus costos son diversos, como lo demuestra el caso de los amish en Pensilvania, de los judos hasdicos en Nueva York, de los argelinos en Francia, de los turcos en Berln-Kreuzberg, etc. Ni la posicin fundamentalista ni la relativista pueden conciliarse con la razn prctica, y la relativista adolece adems de contradicciones internas. Si se pusiera en prctica dara motivo para que el individuo fmalrnente abandonase la sociedad. Una persona que acepta por igual normas absolutamente distintas y mutuamente contradictorias no podr realizar acciones coherentes, de las cuales pueda responsabilizarse. Esa persona ser incapaz de explicar razonadamente por qu acta de una manera y no de otra; sus acciones parecern del todo arbitrarias y nadie tendr la seguridad de que no cambiar por completo de carcter en el futuro. En consecuencia, los individuos que ya no son responsables de sus acciones no

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pueden cumplir con las obligaciones mutuas que son propias de las relaciones sociales. Se perdera el mnimo nivel de recproco respeto que es esencial para la existencia de las comunidades de vida y por ende de toda una sociedad. Con todo, mientras los fundamentalistas actan segn sus creencias, los relativistas se limitan a hablar. Para juzgar de qu manera pueden ser contrarrestadas las crisis de sentido de las sociedades modernas, es fundamental advertir que dos caractersticas estructurales muy distintas de la sociedad moderna tienen consecuencias muy distintas. La diferenciacin estructural de la funcin (y su organizacin instrumentdmente racional en la economa, la administracin y el sistema jurdico) y el pluralismo moderno son algunas de las precondiciones para disfrutar de la larga lista de ventajas que las sociedades modernas pueden ofrecer a sus miembros: la prosperidad econmica y la seguridad, no slo material sino tambin psquica, que proporcionan un Estado benefactor sometido al imperio del derecho y una democracia parlamentaria. Las mismas caractersticas estructurales son, sin embargo, responsables adems de que las sociedades modernas ya no tengan que desempear la funcin antropolgica bsica que todas las sociedades han cumplido (a saber, la generacin, transmisin y conservacin de sentido) o, al menos, de que las sociedades modernas ya no realicen esta tarea con el mismo grado de xito relativo con que lo hicieron otras conformaciones sociales anteriores. Las sociedades modernas pueden contar con instituciones especializadas para la produccin y transmisin de sentido, o pueden haber permitido el desarrollo

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de las mismas, pero ya no son capaces de transmitir o de mantener a nivel global sistemas de sentido y de valores destinados a toda la sociedad. La estructura de las sociedades modernas, junto con la riqueza y otros beneficios, tambin crea las condiciones para la aparicin de crisis de sentido subjetivas e intersubjetivas. Si en la sociedad moderna no hubiera procesos y estructuras que permitan contrarrestar el estallido y la propagacin de las crisis de sentido, entonces aqulla sera el husped ms frtil para las crisis de sentido pandmicas. Se tratara sin duda de un alto precio que las sociedades modernas tendran que pagar por disfrutar de esa proteccin y seguridad, cuyas causas son las mismas que las de las crisis. Las curas radicales que se han propuesto para las supuestamente graves enfermedades de la sociedad moderna obedecen a que la atencin se concentra, de modo exclusivo, en ese alto precio, sin considerar los beneficios alcanzados al mismo tiempo. En los casos en que regmenes de regresin totalitaria intentaron de hecho poner en prctica tales remedios, stos resultaron ser ms nocivos que la enfermedad. Aun as no vale la pena intentar siquiera juzgar de manera imparcial las ventajas y desventajas de ese clculo, ya que sus premisas son falsas. La reconstruccin de estructuras premodernas con una reserva nica de sentido y de valores, generalmente vlida y que se da por supuesto, no puede compararse con una sociedad cuya riqueza material es desbordada por una crisis general de sentido. Todos los intentos por restaurar las estructuras premodernas de la sociedad, que slo pueden ser exitosos si se

emplean los medios de coaccin modernos, han fracasado tarde o temprano. De cualquier modo, este punto es menos importante en este contexto que el hecho de que se tiene una idea distorsionada respecto de cul es el carcter de las sociedades modernas. Precisamente en estas sociedades cuyas estructuras bsicas ofrecen las condiciones para la aparicin de crisis de sentido y la posibilidad de que stas se propaguen, algunos procesos especficos de neutralizacin han creado estructuras que han impedido su proliferacin desenfrenada y evitado que afecten a toda la sociedad. Nosotros hemos procurado comprender la ms importante de esas estructuras empleando el concepto de instituciones intermedias. En la seccin anterior se analizaron sus aspectos positivos y negativos. En trminos simples: la causa de las incipientes crisis de sentido se encuentra en la estructura bsica de las sociedades modernas. En estas sociedades, sin embargo, tambin hay estructuras parciales, principalmente las instituciones intermedias, que impiden que estas crisis de sentido se agraven hasta afectar a toda la sociedad. El grado de xito que aqullas puedan tener depende de su calidad y cantidad. Si existen condiciones estructurales bsicas similares, el nulo desarrollo de las fuerzas neutralizadoras o su abierto debilitamiento pueden dar lugar a la propagacin de crisis de sentido, mientras que su fortalecimiento puede ayudar a contenerlas. A partir de este argumento podemos inferir uno de los pocos mtodos razonablemente realistas que permiten a las sociedades afrontar teraputicamente las crisis de sentido. No deberamos forjarnos ilusiones acerca de

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la causa principal de las crisis de sentido, es decit: las estructuras bsicas de la sociedad moderna. No existe antidoto para la diferenciacin y el pluralismo que no haya resultado ser un veneno mortal. Las instituciones intermedias slo son capaces de administrar dosis homeopticas que no eliminan las causas, por mucho que logren atenuar el desarrollo de la enfermedad y aumentar el grado de resistencia a ella. Slo consiguen mantener las crisis de sentido en su forma incipiente y evitan que se agraven. El paciente es mantenido con vida en un estado que, aparte de una constante propensin a las crisis de sentido, no resulta particularmente desagradable. Entre la imposibilidad de la reaccin relativista frente a la modernidad y las alarmantes posibilidades del O

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comunican no son simplemente consumidos, sino que son objeto de una apropiacin comunicativa y procesados en forma selectiva hasta transformarse en elementos de la comunidad de sentido y de vida. Esta posicin bsica, carente de espectacularidad, pero en ningn caso pasiva, tiene repercusiones adems para las polticas de los medios de comunicacin -mucho ms que para las polticas sociales y culturales del Estad-. Es responsabilidad de los dirigentes de las entidades que transmiten sentidos -por ejemplo los medios de comunicacin- apoyar a las instituciones intermedias dentro del contexto de un mercado abierto de sentidos, sin restricciones. Y sta es una medida que se sita en el mbito de lo posible. En lo referente al contenido, estos dirigentes debieran seguir una va intermedia entre el coleaivismo dogmtico de los fundamentalistas y el solipsismo precario de la posmodernidad. En las sociedades occidentales modernas, las polticas sociales y culturales cumplen muchas funciones en parte contradictorias. Si nuestras consideraciones se acercan a la verdad, debera advertirse con claridad hacia dnde es necesario orientar, en materia de polticas sociales y culturales, los principales esfuerzos del Estado -y de los organismos no estatales responsables y competentes- destinados a hacer frente a las incipientes crisis de sentido: hacia la promocin y el desarrollo de las instituciones intermedias de una sociedad civil>pluralista, apoyndolas en su calidad de fuentes de sentido para las comunidades de vida y de fe. Como ya se seal, no siempre resulta fcil identificar las instituciones intermedias. Pueden ser reconocidas por

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sus efectos, pero no por la forma en que se refieren a 01 mismas. Por aadidura, no hay una frmula sencilla que nos seale cul es la manera ms eficaz de apoyar a esta instituciones. Aun as, al parecer este doble problema podra resolverse mediante la investigacin emprica. El que exista o no la voluntad de respaldar verdaderamente a las instituciones intermedias, es otro problema que depende de las grandes ideologas y de la poltica cotidiana de los partidos, as como de los intereses comerciales de las entidades responsables de comunicar sentido. En el mejor de los casos, los intelectuales pueden contribuir a generar esa voluntad en el mundo de la poltica y de los negocios, pero no pueden responsabilizarse por la conduccin del compromiso de apoyar a dichas instituciones.

PERSPECTIVAS

En el anlisis anterior aludirnos en varias ocasiones a preguntas que slo pueden ser respondidas por medio de una exhaustiva investigacin emprica. Nuestra argumentacin gir en tomo a una problemtica compleja y mltiple: la estructura del sentido en las sociedades modernas, desde la base antropolgica de la constitucin del sentido en la accin y en la vida humanas, hasta las condiciones especficas de las crisis de sentido en el mundo moderno. De modo que no resulta sorprendente que el estado de la investigacin en la mayona de las distintas esferas de problemas se caracterice por la existencia de preguntas antes que soluciones. Eso significa que aparte de las preguntas de investigacin a las que ya nos hemos referido, es preciso esclarecer una serie de problemas a travs de la indagacin emprica. Al comenzar esta investigacin describimos la constitucin del sentido, desde la separacin de las experiencias individuales en la corriente general de la conciencia, hasta el proceso mediante el cual stas son relacionadas con otras experiencias. Hemos sostenido que el sentido de las experiencias individuales se encuentra en esquemas de experiencia, que el sentido de los esquemas de experiencia se en-

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cuentra en patrones de acto, y que el sentido de estos ltimas se encuentra en categoras generales de conducta de vida. Hemos visto que el sentido de los diferentes esquemas, patrones y categoras se ubica a diferentes distancias de la configuracin supraordinal de valores. Podra afirmarse que el sentido de toda experiencia y accin, y ciertamente de la conducta de vida, se determina con referencia a valores supraordinales, vale decir moralmente relevantes. Sin embargo, el sentido de algunos esquemas de experiencia y accin se encuentra explcita y directamente relacionado con valores, mientras que en otros casos el vnculo con valores supraordinales es indirecto e implcito. La relevancia moral de estos ltimos slo se puede esclarecer al analizar los lazos que conducen desde el esquema hasta los valores supraordinales, y al explicitar las relaciones de valor implcitas. El carcter moral de una accin que quebranta la mxima si encuentro una billetera en la c d e , la entrego en la oficina de objetos perdidos, es obvio. Por el contrario, si alguien comenta que d a sopa est caliente*, la implicacin (moral) es clara slo si sabemos que quien habla no ha preparado la sopa y que el cocinero puede or lo que decimos. El asunto sera ms claro si el que habla hubiera dicho: Otra vez me has servido la sopa demasiado caliente!. Estas distinciones con respecto a las connotaciones morales de distintos esquemas de experiencia y accin son tiles si uno desea analizar sistemas de sentido y de valores, y si nuestra preocupacin central gira en tomo a los aspectos morales del sentido. Estas distinciones nos permiten rastrear la transformacin de las configuraciones supraordinales de valores en normas de accin y mximas, paso por

paso, hasta llegar al nivel de la accin ordinaria y cotidiana. Al analizar los sistemas de valores y de sentido en las sociedades modernas es necesario salvar dificultades particulares. Como ya hemos visto, en las sociedades modernas es imposible hablar de un orden de valores nico y de aplicacin general. Puede ser cierto que haya an elementos de una moral general fuera del sistema legalizado de normas de conducta. Con todo, sin la ayuda de una cuidadosa investigacin no resulta fcil determinar en qu podran consistir y si juntos constituyen un marco de moral establecida. Todo parece indicar que hay una multiplicidad de morales, distribuidas a travs de diferentes comunidades de vida y de fe, que pueden identificarse como catecismos parciales y programas ideolgicos particulares. Hasta qu punto estas diferentes morales - e n este caso no nos referimos a la tica de determinadas esferas funcionales (tica mdica, tica comercial, etc.), lo cual ya analizamos- poseen elementos comunes, es una pregunta abierta que las actuales investigaciones no han podido responder an de un modo satisfactorio. Incluso si no existieran dichos elementos compartidos, eso no quiere decir que las personas en las sociedades modernas no orienten su accin y su compartimiento en la vida hacia valores supraordiales que tienen validez en sus comunidades de vida y de fe. Incluso aquellos que actan inmoralmente, por lo general se adaptan a la moral imperante al intentar ocultar o excusar su infraccin de las normas (la hipocresa es el homenaje que el vicio rinde a la virtud). En todo caso, en las sociedades modernas los individuos tienen que superar tanto la inseguridad de sentido

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como la incertidumbre en la justificacin moral. En primer lugar, no pueden suponer que lo que consideran bueno y correcto sea estimado bueno y correcto por otras personas; en segundo lugar, los individuos no siempre saben qu es bueno y correcto -incluso para s mismos-. Las instituciones cuentan con su organizacin instnunentalmente racional que determina de manera objetiva la accin y, quizs, algn tipo de tica especfica. Las comunidades de vida con diferentes reservas de sentido no estn separadas entre s por elevados muros de proteccin y las comunidades de fe, por as decirlo, atraviesan la sociedad en todas direcciones. Es ms, gracias a los medios de comunicacin masiva, las distintas reservas de sentido se han vuelto accesibles para todos. La investigacin debe dirigirse hacia tres niveles de la produccin, la transmisin y la recepcin de sentido: a) hacia la comunicacin masiva; b) hacia la comunicacin cotidiana dentro de las comunidades, y c) hacia las instituciones intermedias que actan con ese carcter entre las grandes instituciones, las comunidades y el individuo. El nivel de la comunicacin de masas: los contenidos de las comunicaciones de masas tienen una carga moral, en parte implcita (por ejemplo, en la publicidad y en los reportajes periodsticos) y en ocasiones ms directa (por ejemplo, en las pelculas del gnero policial y en pelculas sobre la naturaleza), y a veces abordan conscientemente aspectos morales de la vida individual y de la sociedad (por ejemplo, sermones televisivos, comentarios polticos). En este respecto hay algunas diferencias entre las organizaciones pblicas de difusin y los medios de comuni-

cacin privados, aunque todava no sabemos realmente cun profundas pueden ser esas diferencias. Con todo, resulta claro que los medios de comunicacin masiva son utilizados explcitamente por empresarios morales de diferentes categoras para sus propios fmes, al igual que por el Estado, las Iglesias, las asociaciones de beneficencia, como representantes de comunidades de opinin con programas bastante distintos (ambientalismo, proteccin de minoras tnicas, sexuales u otras). El nivel del individuo en la vida cotidiana de comunidades de diversos tipos: en la comunicacin verbal cotidiana (en el ncleo familiar, en el bar, en conversaciones entre vecinos, en el lugar de trabajo y en las comunidades de opinin, siempre que an no puedan considerarse instituciones intermedias con un nivel superior de organizacin, ya que en ese caso tendran que incluirse en la prxima categora) se observa una constante moralizacin: en las quejas, en las excusas, en las referencias a conjuntos especficos de normas, en los chismes, etc. Los aspectos morales de la comunicacin pueden referirse a personas que estn presentes (por ejemplo en las recriminaciones mutuas) o bien aludii a alguien ausente (por ejemplo en los chismes), o pueden vincularse en trminos generales a ciertos casos (como ocurre en las discusiones entre los miembros de una familia en tomo a un hecho mostrado en la televisin; por ejemplo, las acusaciones contra Maradona). El nivel de las instituciones intermedias: se trata, como ya se argument, de un asunto particularmente problemtico, ya que en primer lugar debemos determinar qu es lo que pertenece a esta categora, lo cual no podemos

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establecer de manera inequvoca sin antes haber iniciado la investigacin. Con todo, es posible afirmar con cierto grado de confianza que en las instituciones intermedias se incluyen comunidades de opinin organizadas a nivel local (por ejemplo grupos ecolgicos; instituciones tales como las Iglesias, en la medida en que sus races locales sean suficientemente profundas para servir como fuentes de sentido de las comunidades de vida; posiblemente organizaciones partidistas a nivel local, y asociaciones de diversos tipos). Cules de estas agrupaciones merecen el ttulo de institucin intermediaria, es algo que slo podr determinarse una vez que se hayan analizado sus modos de funcionamiento a nivel local. Si no actan como mediadoras entre las grandes instituciones de la sociedad y los individuos en sus comunidades de vida, entonces no son verdaderas instituciones intermedias. En el caso ideal, las instituciones intermedias tienen una cara de Jano. Miran hacia arriba, en direccin a las grandes instituciones, y hacia abajo, en direccin a la existencia del individuo. De este modo no slo transmiten reservas de sentido desde la cima hacia la base, sino que adems, tal como lo sugiere la idea de sociedad civiL>,desde la base hacia arriba. Podra parecer, sin embargo, que esto es bastante raro; despus de examinar esta rea deberamos ser capaces de determinar si el escepticismo generalizado se justifica igualmente en distintas sociedades. Sera importante responder a esta pregunt.Sobre la base de algunas investigaciones y consideraciones a previas, al parecer tenemos que suponer que suele haber grandes discrepancias entre la moral ofrecida por el Esta-

do, las Iglesias y otros empresarios de la moral que contactan con el individuo a travs de los medios de comunicacin de masas, y los valores que sustentan los propios individuos. A nivel de la comunicacin cotidiana, por ejemplo dentro del ncleo familiar, estas opciones morales no son simplemente consumidas, sino que son procesadas comunicativamente, seleccionadas, rechazadas y adaptadas a las propias circunstancias del individuo. Aun as, no debera subestimarsela brecha que se abre entre las recomendaciones morales de los medios de difusin y la realidad cotidiana. Si se exhorta a la tolerancia