Platon Parmenides Editorial Alianza

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  • 36 GUILLERMO R. DE ECHANDA

    dera en la sexta hiptesis. Las atribuciones negativas no son, en efecto, meras negaciones, sino que enuncian algo distinto en cada caso: aquello de lo que decimos que no es lo distinguimos con claridad de todo otro sujeto po-sible. As, cuando suponemos que el Uno no es, entende-mos lo que decimos, pues ese Uno que pensamos como no existente se nos presenta como algo preciso y diferente de los Otros. Aunque suponemos que no existe, lo ha-cemos sujeto de atribuciones positivas: cognoscibilidad, distincin respecto de los Otros, atribuciones determi-nantes (se, ste). Aunque por hiptesis carezca de realidad, en la medida en que puede pensarse como suje-to del no ser hay que admitir que tiene de algn modo un ser xcx.ni Ayov, que es algo. Y de esta realidad modal suya podemos deducir mltiples determinaciones con respecto a los otros objetos de pensamiento, a los Otros. Diremos que tiene semejanza y desemejanza, igualdad y desigualdad con respecto a s mismo y a los Otros. Y al hacer esto no slo estableceremos participaciones, sino que estaremos pensando el Uno que no es segn lo otro: es en la alteridad ('t'Ept.'t'lJc;) donde se encuentra el fundamento de las relaciones que posibilitan el discur-so de la diferencia. As, el Uno que no es ser tan cognos-cible y discernible como el Uno que es, porque no cono-cemos menos aquello que decimos que 'no es' y que es diferente de los Otros (160 c/d). Ms an: este Uno podr a la vez ser y no ser. Porque cuando deci-mos que no es, tendr que ser lo que no es y no ser lo que es, de la misma manera que para que algo sea pro-piamente tendr que ser lo que es y no ser lo que no es. Slo por participacin en el ser de lo que no es y en el no ser de lo que es tiene sentido hablar del no ser de algo. Por tanto, puesto que lo que es participa del no ser y lo

  • PRLOGO 37

    que no es del ser, es necesario que el Uno, ya que no es, participe del ser para no ser ( 162 b).

    La tesis de que el no ser no es mera supresin del ser, sino lo otro, que hay un eidos del no ser que permite pensarlo en su verdad, va a tener un brillante desarrollo en el Sofista (258 d), donde se sacarn todas las conse-cuencias de este sentido relacional del ser. Todo logos contiene siempre un momento de alteridad, por lo que hay una verdad de la negacin tanto como de la afirma-cin, es decir, un ser del no ser. Tal tesis, que se conver-tira en una pieza clave del platonismo a partir de ese clebre dilogo, est, como vemos, ya formulada en el Parmnides, aunque su importancia y significacin que-da aqu encubierta por el entramado de las paradojas.

    La otra posibilidad de entender la negacin es estudia-da en la sptima hiptesis. En la anterior considerbamos el caso de algo que no existe, pero que de algn modo es en tanto que sujeto40 de un juicio verdadero. Ahora, en cambio, al suponerse el puro y simple no ser del Uno, se destruye su propia identidad, con lo que nos quedamos sin punto de referencia para poder pensar la propia hip-tesis. Estamos, en este caso, en los terrenos del Parmni-des histrico, quien al no distinguir los dos sentidos del no ser haba reducido la negacin a la total ausencia de ser, a la nada. Y la nada, claro est, es impensable. Esta hi-ptesis es la contrapartida de la primera, en la que se nos mostr el Uno como enteramente ajeno a cuanto no fuese su propia unidad, por tanto, como totalmente ajeno al pensamiento, que se mueve siempre en la dimensin del ser. Suponer ahora que el Uno no es significa suponer que el Uno no es en absoluto uno, que no hay tal unidad del

    40. Platn emplea el verbo 7toxe:to-9

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    Uno; no podremos establecer entonces ninguna determi-nacin de este Uno que no es tal, ni respecto de s mismo, porque carece de mismidad, ni respecto de los Otros, por-que suponerlo diferente sera convertirlo en algo. De la pura oquedad de su no ser no se puede pensar ni decir nada en absoluto. En un conocido pasaje del Sofista (237 e) se dir que es imposible predicar de algo el absoluto no ser ( 't'O .L'YJS~.Lwc;; ov), porque tal no ser es una locu-cin que, aunque sea articulable, en realidad no expresa nada, carece enteramente de sentido, es &"Aoyov. Por tan-to, la negacin pura y simple no exige un trmino de refe-rencia, un sujeto, ya que tomada en s misma ('t'o !L~ ov ~u't' x~e' ~&r, 238 e) no es en rigor un predicado: es un mero jlatus vocis, la mscara gramatical de un sinsentido.

    Las dos ltimas hiptesis se refieren a las consecuen-cias para los Otros del hecho de suponer la negacin del Uno. Lo que nos preguntamos entonces es si los Otros que el Uno pueden tener alguna modalidad de ser, aunque por hiptesis no exista un Uno. Ahora bien, el sentido mismo de la suposicin depender del uso que hagamos del vocablo Uno. Si su negacin significa su-poner que no existe nada que sea uno, como en el caso de la octava hiptesis, el problema ser: qu hemos de decir de los Otros, dado que ninguno de ellos podr ser llama-do uno? El problema se agudiza si tenemos en cuenta que ya no podremos entender a los Otros por su alteridad respecto del Uno, puesto que estamos suponiendo que no hay nada que sea uno. Slo podremos hablar de la alte-ridad de los Otros entre s; pero como esta alteridad no podr ser de Un otro a Un otro, los Otros se nos mos-trarn como multitudes (rtA~S'Yj) indefinidas y la alte-ridad slo podr darse entre esas masas ( oyxo t.) infor-mes e ilimitadas en que parecen consistir. En la cuarta

  • PRLOGO 39

    hiptesis se deca que los Otros eran de suyo ilimitados y que llegaban a ser cosas unas y limitadas (rtErtEpClcrlJ.-vot) al quedar afectados por la unidad. El Uno era, as, a la vez que principio de limitacin, lo que haca posible concebir a los Otros como cosas determinadas. Pero ahora, ante la ausencia de ese principio de los principios que es el Uno, no habr manera de hablar con verdad acerca de ellos. Parecern unos a la imaginacin y a la opinin, nica va que nos queda, pero no sern ms que simulacros de unidades y de todo aquello de que la unidad es condicin: parecer que tienen nmero, identidad, contacto, locacin, semejanza, desemejanza, igualdad, desigualdad, pero no sern ms que pura mul-tiplicidad indiferenciada, cmulos de masas siempre fraccionables. Incluso su alteridad no ser ms que aparente, ya que ella supone cosas distintas, unas y limi-tadas; en cuanto intentemos pensarla propiamente se desvanecern sus trminos en pluralidades indefinida-mente divisibles, y nunca podremos encontrar en esas masas informes y caticas una parte ltima, un elemen-to indivisible que sea su principio.

    Esta hiptesis describe el fenmeno de la ilimitacin tal como se nos presenta al intentar concebir la realidad haciendo abstraccin de la unidad o lmite. A lo dicho en las hiptesis cuarta y quinta se aade ahora una descrip-cin positiva de la ilimitacin: aunque supongamos que no existe nada que sea uno, nos queda una pluralidad indiferenciada como algo existente en la apariencia41

    41. Natorp, que entendi el oyxo~ de este pasaje como la diversidad que no posee ms unidad que la que pone el pensamiento, estableci un paralelismo con la x_wprx. del Timeo. Cornford vio tambin analoga con la descripcin del espacio en dicho dilogo (52 d) antes de que De-miurgo introduzca la limitacin.

  • 40 GUILLERMO R. DE ECHANDA

    Hay, pues, aqu una crtica del Parmnides histrico, as como del atomismo, del pitagorismo y de Zenn42

    Pero cabe tambin hacernos cuestin de los Otros su-poniendo la total ausencia de la unidad. Es la novena hi-ptesis. La pregunta ser ahora: qu diremos de los Otros que el Uno si por hiptesis no existe en absoluto la unidad? En el caso anterior, al suponer que no hay nada que sea uno, que el Uno no es uno, hemos terminado en la ilimitacin como residuo apariencia!: aparentemen-te hay algo, pero puramente indeterminado. Pero ahora lo que se supone es de tal alcance que implica la destruc-cin del orden de lo real: si el Uno no es en absoluto, nada puede ser ente, porque negar radicalmente la unidad sig-nifica negar toda entidad posible. En la hiptesis anterior se supona que los Otros no eran unos, aunque se con-ceda la posibilidad de que parecieran serlo; pero ahora ni tan siquiera en apariencia podrn tener determina-cin alguna. Si no se puede hablar ya de un orden del ser en el que los Otros estuviesen incursos de cualquier modo que sea, hasta la propia multiplicidad apariencia} les estar negada. Qu sentido tiene entonces seguir ha-blando de los Otros, ya que ni por la va de la apariencia se podr hablar de alteridad? Si el Uno no es en absoluto, los Otros ni son otros ni parecen serlo. Para tener apa-riencia de mltiples tendran que parecer unos, pero esto sera participar de algn modo en la unidad, que por hiptesis no es en absoluto. En definitiva: si el Uno no es, los Otros no sern nada.

    El dilogo termina bruscamente con una aparente con-clusin general de todas las hiptesis. Conclusin forza-da, artificiosa, que encubre una vez ms el propio pensa-

    42. Cornford, F. M., o. c., pp. 240-41.

  • PRLOGO 41

    miento de Platn. Taylor anot hace ya tiempo: lt seems clear to me that by this enigmatic conclusion Plato is te-lling usas plainly as he can that the whole series of'anti-nomias' is a parody of a logic is not his own 43

    Las hiptesis contienen ciertamente muchas falacias44 Buena parte de ellas se siguen del uso indiscriminado del vocablo es, de las confusiones entre identidad y atribu-cin, entre los usos existencial y copulativo. En este sen-tido el Parmnides es el desarrollo destructivo de estas confusiones. Hay un pasaje en el Sofista que bien se po-dra entender como referido a esa atomizacin eidtica que se practica en buena parte de nuestro dilogo y que termina as: Aislar cada cosa de todas las dems significa la ms completa destruccin de todos logos, porque slo por la complexin de las Ideas entre s puede darse un lo-gos (Soph. 259 e). Hace falta un replanteamiento de los problemas de la segunda parte desde una concepcin di-rectamente relacional del orden del ser.

    Pero el dilogo no es slo una parodia de la dialctica de Zenn. En el entramado de este ejercicio, de este ju-gar a las paradojas mediante la reduccin al absurdo de las grandes tesis sobre la unidad, se puede encontrar una aportica autnticamente platnica. No estamos de acuer-do con el profesor Robinson en que ni tan siquiera indirec-tamente haya aqu atisbos de la doctrina platnica del Uno45 Si slo fuese una gimnstica mental ad usum scho-larum, el dilogo tendra una importancia muy secundaria.

    43. The Parm. ofPlato transl., Intr., p. 111. 44. Parece imposible que Platn no las haya advertido, por lo que hay que suponer que son deliberadas; pero entonces, cmo entenderlas? 45. Plato's Earlier Dialectic, pp. 239-264; dadas las limitaciones de este prlogo, no podemos discutir en detalle la interpretacin de Richard Robinson.

  • 42 GUILLERMO R. DE ECHANDA

    Entre las muchas enseanzas que podemos sacar del Parmnides est la de cul es la va impracticable para plantear el problema, esto es, que si ponemos como suje-to de la predicacin ese supuesto primordial del pensa-miento que es la unidad, caemos en contradicciones in-salvables, que el sujeto a determinar es ms bien el otro, los Otros, que el Uno tomado en y por s mismo es una nocin lmite inanalizable, que la unidad slo puede ser considerada desde el punto de vista de las entidades en que se realiza. Y, sin embargo, el Uno mismo es una exi-gencia absoluta de la teora. Cuando en el Sofista se vuel-va a los planteamientos de la segunda hiptesis, la con el u-sin que parece seguirse es que la Unidad, el Ser y el Todo son nociones ltimas, irreductibles, pero que se exigen dialcticamente entre s: Ni el Ser ( oucr.cx) ni el Devenir (yvecrr .. c;) pueden afirmarse como reales si no supone-mos en la realidad el Uno y el Todo (Soph. 245 d).

    Pero no se trata de que haya que hcer caso omiso de la conclusin y volver sobre las hiptesis buscando la que pueda expresar mejor el pensamiento de Platn. Ya nos advirti Dies:

    Chercher a faire un choix entre les hipotheses, vouloir trouver, par exemple, dans la troisieme position de l'Un et dans la notion de l'Instantan, la synthese ou l'Un et le mltiple se concilient, ou bien construire, au gr de ses propres orientations mtaphy-siques, d'autres combinaisons entre les pieces diverses de cette argumentation dialectique est aller contre ses intentions dcla-res46.

    El dilogo no es la exposicin de una doctrina, sino una aportica de la Unidad. Muchos de los problemas

    46. Platon, Parmnide, Notice, p. 45.

  • PRLOGO 43

    que aqu se plantean se van a aclarar en los dilogos pos-teriores, en el Teeteto, el Sofista, el Poltico y el Fileno.

    Hay en el Parmnides un estrecho paralelismo entre las Ideas de la primera parte, consideradas indispensables para el pensamiento a pesar de los problemas que presen-tan, y este Uno de la segunda parte, cuya afirmacin nos conduce a un mar de problemas y cuya negacin significa la total aniquilacin del pensamiento. Esta segunda par-te, al incardinar la discusin en esa oposicin radical de lo uno y lo mltiple en que se mueve el pensamiento, es entonces una respuesta al joven Scrates, que peda que se le mostrase el entramado de las oposiciones en el pro-pio orden inteligible.

    El dilogo es, pues, un desafo, una invitacin a los lec-tores sutiles y dialcticos a que logren separar la paja del grano, las falacias de los verdaderos problemas, la lgica zennica de la autntica dialctica de la unidad. Pero esta dialctica oculta del Parmnides no es slo una lgica trascendental de la unidad como condicin del conoci-miento, sino tambin un logos del Uno como condicin ontolgica de toda Idea. Las Ideas son las autnticas enti-dades de las cosas, principios de su realidad y de su cono-cimiento, y la unidad, el Uno, el elemento fundamental de toda realidad.

    GuiLLERMO R. DE EcHANDfA

  • NOTA SOBRE LA TRADUCCIN

    Ha servido de base a la presente traduccin la edicin de Claudio Moreschini ( 1966), que mejora la de John Burnet ( 1901) y nos proporciona un aparato crtico muy comple-to que incluye las principales conjeturas que se han hecho sobre el texto.

    El uso de las maysculas en trminos como Uno, Se-mejanza, Igualdad, etc., no tiene ningn sentido mstico; el traductor cree que as se hace ms fcil la lectura del texto al poner sobre aviso al lector de que se est hablan-do de

  • 46 NOTA SOBRE LA TRADUCCIN

    lengua alemana el neutro tiene ms juego, como en das Wesen, das Sein, das Seiendes, das Werden). Por lo dems, el neutro lo uno puede despistar al lector y hacerle creer que se trata de un abstracto: lo uno de una cosa sera lo que es una cosa en cuanto una, su unidad. Pero Platn est diciendo algo ms, a saber: que la unidad de una cosa es tal en y por la presencia en ella del Uno en s, de la Idea del Uno. Algunos, como Runciman, optan por Unidad, traduccin que hemos adoptado en algunos pasajes por razn del contexto.

    Unidad, lo uno seran ms apropiados para tradu-cir el Ev abstracto aristotlico. Hay tambin otra razn: el neutro 't'cX ocAA(J.. no hay manera de traducirlo como tal, pues en espaol carecemos de un neutro plural; si se quiere mantener el neutro tendr que ser en ambos extre-mos de la oposicin de la segunda parte ( 't'O ev X.(J..t 't'cX ocAA(J..), pero ello es imposible. Tambin eidos es neutro. Cierta traduccin publicada hace pocos aos en Caracas se esfuerza por mantener en todos los casos el neutro, pero a costa de forzar de tal manera el lenguaje que slo se hace comprensible para los lectores que puedan reco-nocer el pensamiento griego a travs de los neologismos utilizados.

    El verbo yL yve:cr9(J..!., en griego muy plstico y expresi-vo, presenta difciles problemas de traduccin. Carece-mos en nuestra lengua de un vocablo apropiado que lo traduzca en forma unvoca y fija, por lo que lo he vertido de distintas maneras segn el contexto.

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  • SINOPSIS DEL DILOGO

    INTRODUCCIN

    Cfalo y dos amigos llegan a Atenas procedentes de Claz-menas y son conducidos por Glaucn y Adimanto a casa de Antifonte para que les relate el dilogo que en otro tiempo mantuvieron Scrates, Zenn y Parmnides, que l mismo se lo oy a Pitodoro.

    Primera parte

    BJECIONES A LA TEORA DE LAS IDEAS

    Crtica de Scrates a los argumentos de Zenn ( 12 7 e-130a) Objeciones de Parmnides a la teora de las Ideas: De qu hay

    Ideas?(130a-131a) Objeciones a la participacin ( 131 a-134e)

    Argumento del tercer hombre ( 131e-132b) Las Ideas como pensamientos ( 132b-132c) Las Ideas como paradigmas ( 132c-133a)

    53

  • 54 SINOPSIS DEL DILOGO

    Incognoscibilidad de las Ideas ( 133a -134c) Las cosas seran incognoscibles a los dioses ( 134c-134e)

    Las Ideas, supuestos necesarios del pensamiento ( 13 S a -135c) El ejercicio dialctico ( 135c-136e) La hiptesis sobre el Uno (136e-137c)

    Segunda parte

    PRIMERA HIPTESIS: SI EL UNO ES UNO (137c-142a)

    No es mltiple, ni un todo de partes; no tiene lmites, ni exten-sin, ni figura (137c-138b)

    No est en reposo ni en movimiento ( 138b-139b) No es idntico ni diferente (139b-139e) No es semejante ni desemejante ( 139e-140b) No es igual ni desigual ( 140b-140d) El Uno y el tiempo (140e-141d) El Uno no es (141d-142a)

    SEGUNDA HIPTESIS: SI EL UNO ES (142b-155e)

    Es un Uno-Ser ( 142b-142c) Es un todo de partes (uno y mltiple) ( 142c-143a) El Uno, el Ser y lo Otro: la generacin del nmero (143a-144a) Multiplicidad del Uno en s ( 144b-144e) Tiene extensin y figura ( 144e-14Sb) Est en s mismo y en otro ( 145b-145e) Est en movimiento y en reposo ( 145e-146a) Idntico y diferente ( 146a -14 7b) Semejante y desemejante ( 147 c-148d) En contacto y no contacto ( 148d -149d) Igual y desigual (149d-151e)

  • SINOPSIS DEL DILOGO 55

    El Uno y el tiempo (151e-15Sc) El Uno es cognoscible (155c-155e)

    TERCERA HIPTESIS: SI EL UNO ES YNO ES (155e-157b)

    CUARTA HIPTESIS: SI EL UNO ES, QU SERN LOS OTROS?

    (157b-159b)

    El lmite (el Uno) y lo ilimitado (los Otros) ( 158b-158d) Tendrn todas las determinaciones opuestas de la segunda hi-

    ptesis ( 158e-159b)

    QUINTA HIPTESIS: SI EL UNO ES UNO, QU SERN LOS

    OTROS?(159b-160b)

    SEXTA HIPTESIS: SI EL UNO ES, QU SE SIGUE? ( 160b-163b)

    Aunque no es, es sujeto de relaciones (160d-161e) Aunque no es, de algn modo es ( 161 e-163b)

    SPTIMA HIPTESIS: SI EL UNO NO ES DE NINGN MODO,

    QU SE SIGUE? (163b-164b)

    CTAVA HIPTESIS: SI EL UNO NO ES, QU SERN LOS

    OTROS? ( 164b-165e)

    NOVENA HIPTESIS: SI EL UNO NO ES EN ABSOLUTO, QU SE

    SIGUE PARA LOS OTROS? ( 165e-166c)

    CONCLUSIN GENERAL (166c)

  • PARMNIDES

  • CFALO, ADIMANTO, GLAUCO N' ANTIFONTE1'

    PITODORO, SCRATES, ZENN, PARMNIDES,

    ARISTTELES

    Cuando llegamos a Atenas desde nuestra Claz- I26a menas, encontramos en el gora a Adimanto y a Glaucn. Adimanto, tomndome la mano, me dijo:

    -Bienvenido, Cfalo, y si hay algo que poda-mos hacer aqu por ti, dnoslo.

    l. Cfalo de Clazmenas, la patria de Anaxgoras, a quien no hay que confundir con el Cfalo de Siracusa que aparece en el libro 1 de la Repblica, es el narrador del dilogo y reproduce el relato de Anti-fonte (quien, a su vez, se lo escuch a Pitodoro). Adimanto y Glau-cn, hermanos de Platn por parte de madre y presentados en la Re-pblica como interlocutores de Scrates. Antifonte, cuyo abuelo y homnimo fue padre de Pirilampo; no confundirlo con el sofista de igual nombre.

    59

  • 60 PLATN

    -Pues precisamente -contest- para eso estoy aqu, para pediros un favor.

    - Dinos qu te hace falta. b -Cmo se llamaba vuestro hermano por parte

    de madre? -pregunt yo entonces-. Pues no lo re-cuerdo. Era casi un nio cuando vine anterior-mente a esta ciudad desde Clazmenas y ya ha pasado mucho tiempo desde entonces. Creo que el nombre de su padre era Pirilampo.

    -As es -respondi-, y l se llamaba Antifonte. Pero qu es lo que quieres saber?

    -Estos que me acompaan -dije yo- son con-ciudadanos mos, autnticos filsofos, y han odo decir que ese Antifonte tuvo trato frecuente con

    e un tal Pitodoro2 , amigo de Zenn, y que recuerda perfectamente el dilogo que mantuvieron en cierta ocasin Scrates, Zenn y Parmnides, por habrselo odo muchas veces a Pito doro.

    -Es verdad -dijo l. -Pues bien -dije a mi vez-, es ese dilogo lo

    que quisiramos or. -No ser muy difcil -dijo-, pues mi hermano

    se ejercit en aprenderlo a fondo desde su moce-dad, aunque en la actualidad dedica la mayor parte de su tiempo a los caballos, siguiendo la tradicin de su abuelo y homnimo. Pero si es eso lo que deseas, vayamos a verle. Precisamente

    2. Pitodoro, hijo de Isoloco, presentado en el Alcibades como alumno de Zenn (Ale. I, 119 a).

  • PARMNIDES 61

    acaba de dejarnos para irse a su casa. Vive muy cerca de aqu, en Melita3

    Y dicho esto nos pusimos en marcha. En con-tramos a Antifonte en su casa, en el momento 127a en que le estaba dando instrucciones al herrero para que le arreglase un freno. Cuando se deso-cup, sus hermanos le comunicaron el objetivo de nuestra visita. Record haberme visto en mi primer viaje y me salud con cordialidad. Pero al pedirle nosotros que nos repitiera el dilogo, mostr al principio ciertos reparos, pues dijo que era una tarea muy difcil, pero termin por dar-nos una completa relacin del mismo.

    Antifonte cont entonces que Pitodoro deca b que con ocasin de las Grandes Panateneas4 ha-ban venido Zenn y Parmnides; que Parmni-des era ya muy viejo y tena el pelo casi blanco, pero de aspecto noble y hermoso, bordeando por aquel entonces los sesenta y cinco aos; que Ze-nn tena cerca de los cuarenta, que era alto y de agradable figura, y que se deca que en otros tiempos haba sido el preferido de Parmnides. Dijo que se hospedaron en casa de Pitodoro en el e Cermico5 , fuera de los muros, y que hasta all

    3. Barrio ateniense al oeste de la acrpolis. 4. Las fiestas panatenaicas tenan lugar cada cuatro aos. Atenas se converta entonces en un lugar de encuentro de forasteros venidos de toda Grecia. El dilogo referido aqu entre Zenn, Scrates, Par-mnides y el joven Aristteles es considerado por los especialistas como una ficcin literaria del autor. 5. El Cermico era un barrio de Atenas al norte de la ciudad y estaba

  • 62 PLATN

    lleg Scrates en compaa de muchos otros, de-seosos de or la lectura de los escritos de Zenn, que por primera vez seran dados a conocer por ellos; que Scrates era en aquel tiempo muy jo-ven. Y Zenn entonces se los ley, encontrndose Parmnides fuera por casualidad. Y que cuando faltaba poco para terminar la lectura de los argu-mentos, segn dijo, entr Pitodoro junto con

    d Parmnides y Aristteles, que haba sido uno de los Treinta, por lo que pudieron or muy poco de los escritos, aunque Pito doro ya se los haba odo antes a Zenn.

    Primera parte

    Crtica de Scrates a los argumentos de Zenn

    e Scrates, entonces, habindolos escuchado, pidi que se leyese de nuevo la primera hiptesis del primer argumento, y hecho esto dijo:

    -Qu es lo que dices, Zenn? Acaso que si las cosas son mltiples es preciso que sean semejan-tes y a la vez desemejantes, lo que sera imposible, ya que ni las desemejantes pueden ser semejan-tes, ni las semejantes, desemejantes?6 No es eso lo que dices?

    dividido en dos partes por las murallas: intramuros inclua el gora y extramuros era una zona residencial elegante. 6. Zenn, para Platn, es el gran maestro de los discursos dobles, de

  • PARMNIDES 63

    -Eso mismo -respondi Zenn. -Por tanto, si es imposible que las cosas dese-

    mejantes sean semejantes y las semejantes, de-semejantes, entonces es imposible que las cosas sean mltiples, pues si fueran mltiples sera im-posible escapar a esta consecuencia. No es esto lo que pretenden tus argumentos cuando, contra la opinin comn, niegas que lo mltiple exista? No crees que cada uno de tus argumentos da prueba de ello, hasta el punto de que piensas que cuantos argumentos has escrito son otras tantas pruebas que ofreces sobre la no existencia de lo mltiple? Dices esto o soy yo quien no ha enten- 12sa dido bien?

    -No, por el contrario -dijo Zenn -,has en ten-dido muy bien todo lo que el escrito quiere decir.

    -Veo, Parmnides -prosigui Scrates-, que Zenn no slo quiere mantenerse vinculado a tu amistad por encima de todo, sino tambin a tu obra. Porque ha escrito de algn modo lo mismo que t, aunque al cambiar el planteamiento in-tenta hacernos creer que dice cosas diferentes. Pues t, en tu poema, afirmas que el Todo es uno,

    las antilogas de la dialctica como tcnica de reduccin al absur-do. Acaso no sabemos que el Palamedes eletico hablaba con tal arte que a sus oyentes les pareca que las mismas cosas eran seme-jantes y desemejan tes, unas y mltiples, inmviles y a la vez mvi-les? (Phdr. 261 d). Al margen de si le haca justicia o no, Platn lo consider como un sofista. Sin embargo, el esquema formal de la dialctica de la segunda parte de nuestro dilogo parece tomado de la dialctica de Zenn. Cmo entender esto? Es una parodia?

    b

  • 64 PLATN

    y nos das buenas y brillantes pruebas de ello; l, por su parte, niega que sea mltiple, y nos pro-porciona muchas y poderosas pruebas al respec-to. Pero al afirmar t la unidad y negar l la multi-plicidad, hablando cada uno de tal manera que parezca decir cosas distintas aunque est di cien-do lo mismo, da la impresin de que hablis para vosotros y no para los extraos como nosotros.

    -S, Scrates -replic Zenn-, aunque no has comprendido del todo la naturaleza de mi escri-

    e to. Ciertamente, eres tan hbil como los perros de Laconia en olfatear y seguir el rastro de una argu-mentacin. Pero lo primero que no adviertes es que mi libro no se eleva en absoluto, con la in ten-cin que supones que ha sido escrito, a fin de ocultar a la gente lo ms importante que persi-gue. T hablas de aspectos accesorios; mi obra es en realidad una defensa de la doctrina de Parm-

    d nicles contra los que intentan desacreditarla di-ciendo que si el Uno es se siguen muchas y absur-das consecuencias en contradiccin con dicha doctrina. Este libro es, pues, una rplica a los que afirman la multiplicidad, devolvindoles los mismos argumentos y muchos ms, e intenta mostrar que de la hiptesis si el ser es mltiple, desarrollada suficientemente, se siguen conse-cuencias todava ms absurdas que de la hipte-sis sobre el Uno. Con tal espritu polmico lo es-crib cuando era joven, pero alguien me rob el libro antes de que decidiese sobre la conveniencia

  • PARMNIDES 65

    de darlo o no a publicidad. Te equivocas tambin, e Scrates, al suponer que fue escrito con la ambi-cin de un hombre maduro y no con el ardor po-lmico de un joven. En lo dems, como ya he di-cho, tu descripcin no est equivocada.

    -Acepto tus palabras -dijo Scrates-, y admito que sea como dices. Pero respndeme a esto: no 129a crees que hay una Idea en y por s misma de la Se-mejanza, y que hay otra que se le opone, la De-semejanza en s, y que de estas dos Ideas participa-m os t y yo y todas las dems cosas que llamamos mltiples? No crees que las cosas que participan de la Semejanza resultan semejantes, por eso mismo y en tanto que participan de ella, y dese-mejantes las que participan de la Desemejanza, y semejantes y desemejantes las que participan de ambas Ideas? Y si todas las cosas participan de ambas Ideas opuestas, qu hay de sorprendente en que las mismas cosas sean semejantes y dese-mejantes entre s por participar de ambas Ideas? Pero si se mostrase que los semejantes en s se b convierten en desemejantes y los desemejantes en semejantes, creo que sera algo prodigioso7 Pues no me parece nada desconcertante, Zenn,

    7. ste es el ncleo de la argumentacin de Scrates hasta 130 a: con la introduccin de la doctrina del eidos cree que se pueden superar las contradicciones de los 1to"A"Ari o'\l't'tX de Zenn. Pero tambin la propia multiplicidad de determinaciones segn el eidos se ve ame-nazada por el caos mientras no se d solucin al problema de lo uno y lo mltiple a nivel de las Ideas.

  • 66 PLATN

    que las cosas que participan de ambos opuestos se me muestren afectadas por ambas Ideas, como tampoco si se me muestra que todas las cosas son unas por participar de la unidad y que estas mis-mas son mltiples por participar de la multiplici-dad. Pero si se me demostrase que la Unidad en s es mltiple, y que la Multiplicidad en s es una,

    e esto s que me llenara de perplejidad. Y lo mismo digo respecto de todas las dems Ideas: si los g-neros o Ideas se mostraran afectados en s mis-mos por ambas determinaciones, esto sera dig-no de toda perplejidad. Pero si se me demostrase que soy uno y mltiple, no habra nada de sor-prendente: cuando se quiera mostrar que soy mltiple se dir que hay en m una parte derecha opuesta a una parte izquierda, una parte delante-ra opuesta a una trasera, y de la misma manera un arriba y un abajo, pues creo participar de la pluralidad; y cuando se quiera mostrar que soy

    d uno, se dir que de los siete que estamos aqu el hombre que yo soy es uno por participar tambin de la unidad. As ambas afirmaciones parecen verdaderas. Por tanto, si alguien intentara mos-trar que las mismas cosas son unas y mltiples, como las piedras, los maderos y cosas similares, diremos que demuestra que una misma cosa es una y mltiple, no que la Unidad sea mltiple o que lo Mltiple sea uno, con lo que no dira nada extraordinario, sino algo en que todos estn de acuerdo. Pero si, con respecto a lo que dije hace

  • PARMNIDES 67

    un momento, alguien comenzase por distinguir y separar las Ideas, tomndolas en y por s mismas, e como la Semejanza y la Desemejanza, la Plurali-dad y la Unidad, el Reposo y el Movimiento, y to-das las dems similares, y luego mostrase que en s mismas pueden mezclarse y distinguirse, en-tonces, Zenn -dijo-, yo me quedara profunda-mente maravillado y perplejo8 Creo que has dis-currido con gran vigor; pero, como digo, me sorprendera an ms si alguien mostrase que es-tas mismas oposiciones estn entreveradas de mil maneras en las Ideas mismas y, tal como ha- Boa bis hecho con las cosas sensibles, las pusiese de manifiesto en las que captamos por el pensa-miento.

    Mientras Scrates deca estas cosas, Pitodoro, segn me comunic, tema a cada momento que Parmnides y Zenn se molestasen, pero stos le escuchaban con gran atencin e intercambiaban miradas y sonrisas como maravillados de Scra-tes. Y cuando ste acab de hablar, Parmnides dijo:

    8. Scrates parece contentarse con la individualidad y mismidad de cada Idea; suponer mezcla entre ellas sera suponer la destruccin de su identidad. Pero en realidad tal separacin hace imposible el propio logos, como se pondr de manifiesto ms adelante. De la he-terogeneidad de las Ideas no se sigue que no tengan nada en comn (en el Sofista se dir que tienen en comn al menos esto: el ser hete-rogneas).

  • 68 PLATN

    Objeciones de Parmnides a la teora de las Ideas: D qu hay Ideas?

    -Cun digno eres de admiracin, Scrates, por la vehemencia que pones en los razonamientos.

    b Pero dime: distingues t mismo, segn dices, poniendo aparte por un lado a las Ideas en s y por otro a las cosas que participan de ellas? Te parece que existe una Semejanza en s, separada de la semejanza que nosotros tenemos, y lo mis-mo respecto de la Unidad y Multiplicidad, y de todas las dems cosas que has odo de Zenn?

    -Ciertamente -dijo Scrates. -Y existir tambin -prosigui Parmnides-

    una Idea en y por s de la Justicia, de la Belleza, del Bien y otras similares?

    -S -respondi. -Y qu de la Idea de Hombre, separada de no-

    sotros y de cuantos son como nosotros, una Idea del Hombre en s? O una Idea del Fuego o del Agua?

    -Muchas veces, Parmnides, me he visto en aprietos a este respecto, si haba o no que afir-marlo de estas cosas como en el caso de las prece-dentes o bien de otra manera9

    9. Pasaje importante, no tanto sobre la extensin del orden de las Ideas como sobre las Ideas mismas en cuanto principios estructu-rantes de lo real. El hecho de que Scrates no dude en suponer que hay entidades ltimas, como la Justicia, la Belleza, el Bien, la Se-mejanza, el Uno, pero dude en el caso del Hombre y el Fuego, ha sido

  • PARMNIDES 69

    -Y de las cosas que pudieran parecer ridculas, Scrates, tales como el pelo, el barro, la suciedad o cualquier otra cosa indigna y despreciable, te ves en aprietos tambin acerca de si hay o no que admitir una Idea separada de cada una de estas cosas, distinta de las que estn a nuestro alcance? d

    -De ninguna manera -respondi Scrates-. Aunque estas cosas existen, son slo lo que ve-mos; pensar que haya una Idea de ellas sera de-masiado extravagante. Ciertamente en muchas ocasiones me ha inquietado el pensamiento de si no habra que afirmar lo mismo para todas las cosas; pero cuantas veces he tropezado con esta cuestin he salido huyendo por temor a perder-me y caer en palabreras sin fundamento; he re-trocedido entonces a aquellas cosas de las que he-mos dicho que tienen Ideas y me he limitado a ocuparme de ellas.

    -Eres todava joven, Scrates -dijo Parmni- e des-, y an no ests posedo por la filosofa tal como te poseer algn da, segn creo, cuando no menosprecies ninguna de estas cosas. Ahora, por tu edad, tienes todava demasiado respe-to por las opiniones recibidas. Pero respndeme

    interpretado por algunos especialistas segn la visin cosmolgi-ca de las Ideas propuesta por el Timeo: hombres, fuego, agua>> son cosas que resultan del ordenamiento de la naturaleza por esas entidades ltimas. Sea o no vlida esta interpretacin, el hecho de que no coincida el nmero de las Ideas con los nombres abstractos o clase de los universales pone de manifiesto las insuficiencias de la interpretacin puramente gnoseolgica de la doctrina platnica.

  • 70 PLATN

    a esto: a ti te parece, segn dices, que existen ciertas Ideas y que las cosas reciben sus nombres

    13Ia por participar de ellas, tal como semejantes por participar de la Semejanza, grandes por parti-cipar de la Grandeza, justas y bellas de la Jus-ticia y la Belleza?

    -Sin duda-respondi Scrates.

    Objeciones a la participacin

    -Y participa cada participante de la totalidad de la Idea o bien de una parte? O es que puede ha-ber otra forma de participacin que stas?

    -Cmo podra haberla? -dijo. -Crees, entonces, que la totalidad de una Idea

    estar presente en cada una de las mltiples cosas como una unidad, o bien de otra manera?

    -Qu impide, Parmnides, que sea como una unidad? -respondi Scrates.

    b -Luego al ser una e idntica, presente a la vez como un todo en las mltiples cosas separadas, estar separada de s misma 10

    10. La cuestin de la inmanencia de las Ideas parece haber sido tema de discusin en la Academia (Jaeger, W., Aristteles, pp. 22-34; Cherniss, H., Aristotle's Criticism ofPlato and early Academy, Balti-more, 1944). Aristteles retoma la cuestin a propsito de la rela-cin entre el gnero y sus especies: si el gnero animal es uno e idn-tico en la especie hombre y en la especie caballo, cmo puede este uno ser uno en las cosas que estn separadas, y por qu este animal no ha de estar tambin separado de s mismo? (Met., 1039 a 33-b2).

  • PARMNIDES 71

    -No -respondi-, si fuese como el da, que siendo uno e idntico est presente a la vez en muchos lugares, sin que por ello est separado de s mismo; si as fuese, cada una de las Ideas esta-ra presente como una unidad y a la vez como identidad en todas las cosas.

    -Haces con demasiada facilidad, Scrates, que lo uno e idntico est a la vez en lo mltiple; es como si, extendiendo una vela de barco sobre muchos hombres, hablases de una unidad que est presente como un todo en las mltiples co-sas. O no es esto lo que quieres decir?11

    -Quizs. -En ese caso, la vela estar en su totalidad so-

    bre cada uno, o bien una parte de ella sobre uno y otra distinta sobre otro?

    -Una parte. -Luego las Ideas, Scrates, estn en s mismas

    divididas en partes, y las cosas que participan de ellas participarn slo de una parte, con lo que no estarn en su totalidad en cada cosa, sino slo parcialmente.

    -Parece que es as. -Y estaras dispuesto a afirmar, Scrates, que

    11. El cambio de ejemplo es fatal para Scrates, como apunta Crombie, pues the principie of individuation of a day is different from that of a physical objects, whereas the principies of individua-tion of sails and human bodies are roughly the same in kind (An Exam. ofPlato's Doctrines, 11, p. 331 ).

  • 72 PLATN

    aunque la unidad de la Idea se nos muestre divi-dida en partes contina siendo una?

    -De ninguna manera-respondi. -Considera entonces esto: si divides en partes

    d la Grandeza en s, cada una de las mltiples cosas grandes, por ser una parte de la Grandeza, ser ms pequea que la Grandeza en s. No te parece absurdo?

    -Sin duda. -Y entonces qu? Si cada cosa recibe una pe-

    quea parte de la Igualdad, podr esa cosa, con una pequea parte de la Igualdad en s, hacerse igual a otra cosa?

    -Imposible. -Y si alguno de nosotros tuviese una parte de

    la Pequeez, por ser una parte suya la Pequeez ser mayor que tal parte, y as la Pequeez en s ser mayor. Por el contrario, aquello a que se

    e agregue la parte extrada de la Pequeez ser incluso ms pequeo y no ms grande que antes.

    -Eso no puede ser as -respondi. -Pero entonces, Scrates, cmo, segn t,

    las cosas participarn de las Ideas, si no pue-den participar ni de una parte ni de su totali-dad?

    -Por Zeus! -respondi-. No me parece nada fcil precisarlo.

  • PARMNIDES 73

    Argumento del tercer hombre12

    -Y qu dirs, entonces, de este otro problema? -A qu te refieres? -Creo que piensas que cada Idea es una uni- I32a

    dad por lo siguiente: cuando te parece que m u-chas cosas son grandes, al verlas como un todo crees tal vez que hay en ellas un nico e idntico carcter13, por lo que piensas que la Grandeza es una.

    -Es verdad -respondi. -Y qu de la Grandeza en s y las mltiples co-

    sas grandes? A la visin de conjunto de los ojos del alma no aparecer entonces la unidad de otra Grandeza, en virtud de la cual parecen necesaria-mente grandes todas las otras?

    -Eso parece. -Se nos aparecer, entonces, otra Idea de la

    Grandeza, que se habr generado ms all de la Grandeza en s y de las cosas que participan

    12. Sobre los antecedentes histricos del argumento del tercer hombre, vase Cornford, F. M., o. c., pp. 88-90; para un estudio sis-temtico del mismo, los trabajos de Vlastos reseados en bibliogra-fa; para el estado actual de la cuestin, vase Hagler, R.-P., Platons Parmenides, pp. 175-193. Aristteles, que repite el argumento sin citar a Platn, viene a decir que la nica manera de superarlo es ne-gar que la Idea sea una sustancia separada. Pero es una exigencia de la doctrina platnica tal separabilidad sustancial? 13. LScx. significa en este pasaje, como en el Fedn, el carcter co-mn que se supone que poseen las Ideas y las cosas que participan de ellas ( Cornford).

  • 74 PLATN

    b de ella; y, a su vez, por encima de todas ellas, otra, en virtud de la cual todas sern grandes. Pero en-ton ces cada una de las Ideas ya no ser una uni-dad, sino una infinita pluralidad.

    Las Ideas como pensamientos

    -Pero, Parmnides -replic Scrates-, no ser cada una de las Ideas un pensamiento sobre ellas, que no puede acontecer en ninguna otra parte sino en las almas? De esta manera cada una de las Ideas sera una unidad y ya no sucedera lo que acabamos de decir.

    -Y qu! -dijo Parmnides-. Cada uno de estos pensamientos es uno, pero es un pensamiento de nada?

    -Eso es imposible -respondi. -De algo entonces? -S. -De algo que es o que no es?14

    -De algo que es. -Y de algo uno, que el pensar piensa que

    est presente en todas las cosas, como siendo un cierto carcter singular?

    14. Las Ideas platnicas son ciertamente objetos de pensamiento, ya que slo por l pueden ser captadas y conocidas; pero Parmni-des aduce que describirlas slo como pensamientos no resuelve el problema de sus relaciones con los particulares, que es la cuestin de fondo que se est planteando aqu.

  • PARMNIDES 75

    -S. -Y no ser entonces una Idea eso que es pen-

    sado como uno, como una identidad siempre presente en todas las cosas?

    -Parece necesario. -Y entonces qu? -dijo Parmnides-. Puesto

    que dices que las cosas participan de las Ideas, no te parece necesario que cada cosa est hecha de pensamiento y todas piensen, o bien que sien-do pensamiento no piensen?

    Las Ideas como paradigmas

    -Eso no tiene sentido -dijo Scrates-. A m, Parmnides, me parece ms razonable lo si- d guiente: que estas Ideas permanecen en la na tu-raleza a modo de paradigmas, que las cosas es-tn hechas a imagen de ellas y son sus copias, y que esta participacin que las cosas llegan a te-ner en las Ideas no es sino un estar hechas a su imagen.

    -Pero si una cosa est hecha a imagen de la Idea -dijo Parmnides-, cmo es posible que tal Idea no se asemeje a lo que es su imagen, en la medida en que sta se asemeja a aqulla? O hay algn medio por el cual lo semejante no sea se-mejante a lo semejante?

    -No lo hay. -Y no es enteramente necesario que lo seme-

  • 76 PLATN

    e jante y su semejante participen de algo que sea uno e idntico?15

    -Enteramente necesario. -Pero aquello por cuya participacin los seme-

    jantes son semejantes, no ser acaso la Idea mis-ma?

    -Sin lugar a dudas. -Luego no es posible que algo sea semejante a

    la Idea ni que la Idea sea semejante a otra cosa, pues de lo contrario aparecer siempre otra Idea ms all de la Idea, la cual, si se asemeja a algo,

    133a suscitar otra Idea, y no cesar nunca este proce-so de generacin de una nueva Idea, si es que la Idea resulta semejante a lo que de ella participa 16

    -Verdaderamente es as. -Por tanto, las otras cosas no participan de las

    Ideas por semejanza y habr que buscar otro modo de participacin.

    -Eso parece. -Te das cuenta, Scrates, de cun grande es la

    dificultad si se determinan las Ideas como entida-des existentes en y por s mismas?

    -S, desde luego.

    15. d~ot:; fue suprimido por Jackson, y tras l por Burnet, Corn-ford y Moreschini. 16. Hemos intentado mostrar en el prlogo la falacia de este nuevo argumento regresivo. Platn parece que no lo tom en cuenta, pues en el Timeo volver a hablar de las Ideas como modelos o paradig-mas y de sus copias como imgenes (e:~xve:t:;) (Tim., 29 b ).

  • PARMNIDES 77

    Incognoscibilidad de las Ideas

    -Pero ten presente, sin embargo, que, por decirlo as, todava no has tocado la dificultad en toda su b magnitud, si supones que la unidad de la Idea est siempre separada de cada una de las cosas.

    -Cul es entonces? -Las dificultades son mltiples y diferentes

    -dijo Parmnides-, pero la mayor es sta: si al-guien afirmase que ni tan siquiera les conviene el ser conocidas, en el caso de que las Ideas sean lo que decimos que tienen que ser, sera muy di-fcil mostrarle a quien dijese eso que est en un error, a menos que se le opusiera alguien de gran experiencia en la discusin y bien dotado por la naturaleza, dispuesto a seguir en sus detalles una trabajosa argumentacin que viene de muy atrs; de lo contrario nos convencera, oblign- e donosa aceptar que las Ideas son incognosci-bles.

    -Por qu, Parmnides? -pregunt Scrates. -Porque creo, Scrates, que t y cualquier otro

    que suponga para cada cosa la existencia de una entidad en y por s misma reconocer ante todo que ninguna de ellas existe en nosotros.

    -Cmo, en tal caso, podra existir en y por s? -repuso Scrates.

    -Dices bien -continu Parmnides-. Porque cuantas Ideas hay son lo que son en sus relaciones mutuas y tienen su ser con respecto a ellas mis- d

  • 78 PLATN

    mas, pero no con respecto a las cosas que hay en-tre nosotros que suponemos semejantes o de cualquier otra manera, y a las que nosotros, al participar de ellas, llamamos con sus nombres respectivos. Estas cosas que hay entre nosotros, aunque tengan el mismo nombre que aqullas, estn relacionadas entre s y no con las Ideas; y de esta manera reciben su nombre de ellas mis-mas, no de las Ideas.

    -Qu quieres decir? -pregunt Scrates. -Por ejemplo -dijo Parmnides-, si alguno de

    nosotros fuese amo o esclavo, no sera esclavo del e Amo en s, de la esencia Amo, ni tampoco el

    amo sera amo del Esclavo en s, de la esencia Es-clavo. Al ser hombres ambos, lo sern de un hombre. El Seoro en s es lo que es respecto a la Esclavitud en s, as como la Esclavitud en s es es-clavitud con respecto al Seoro en s. Pero las co-sas que hay entre nosotros no tienen poder sobre aqullas, ni aqullas sobre stas. Antes bien,

    134a como digo, aqullas estn relacionadas entre s y respecto de s mismas, de la misma manera que stas estn relacionadas entre s. O no entiendes lo que digo?17

    -Lo entiendo perfectamente -respondi S-crates.

    17. Se radicaliza aqu la teora de los dos mundos como dos rdenes incomunicables, sacndose todas las consecuencias del hecho de tratar las Ideas como cosas particulares.

  • PARMNIDES 79

    -As, pues -continu Parmnides-, la Ciencia en s, la Ciencia esencial, no sera ciencia de aquello en s que es esencialmente verdad?

    -Ciertamente. -Y, a su vez, cada una de las ramas de la Cien-

    cia, que es en s, sera ciencia de cada una de las entidades que son en s. O no?

    -S. -Y nuestra ciencia no sera ciencia de nues-

    tra verdad? Y cada una de las ramas de nuestra ciencia no sera ciencia de las clases particulares b de cosas que hay entre nosotros?

    -Necesariamente. -Pero, como reconoces, no poseemos a las Ideas

    en s, ni pueden existir entre nosotros. -No, desde luego. -Y las Ideas en s, lo que son cada una de ellas,

    acaso no sern conocidas por la Idea en s de la Ciencia?

    -S. -Que nosotros no poseemos. -No, desde luego. -As, pues, ninguna de las Ideas sera conocida

    por nosotros, ya que no participamos de la Cien-ciaens.

    -Parece que no. -Luego la Belleza en s, su esencia, el Bien y

    cuanto concebimos como Ideas existentes en s, e seran incognoscibles para nosotros.

    -Eso me temo.

  • 80 PLATN

    Las cosas seran incognoscibles a los dioses

    -Pero he aqu algo todava ms desconcertante. -Ques? -Si hay una Idea en s de la Ciencia, no diras

    acaso que ser mucho ms perfecta que nuestra ciencia, como tambin la Belleza en s y todas las dems Ideas?

    -S. -Y si otro ser participase de la Ciencia en s,

    no diras que nadie mejor que un dios tendr el ms perfecto conocimiento?

    -Necesariamente. a -Sera entonces tal dios capaz de conocer

    nuestras cosas, ya que participa de la Ciencia en s?

    -Por qu no? -Porque -dijo- tal como lo hemos acordado,

    Scrates, aquellas Ideas no tienen poder sobre nuestras cosas, ni stas lo tienen sobre aqullas. Unas y otras slo estn relacionadas consigo mis-mas.

    -As se acord, en efecto. -Por consiguiente, aunque el dios tenga parte

    en la ms perfecta Dominacin y la ms perfecta e Ciencia en s, jams podr ejercer su dominio

    sobre nosotros, ni su ciencia nos conocer a no-sotros ni a ninguna de nuestras cosas. As como nosotros no tenemos poder alguno sobre ellos con el poder que hay en nosotros, ni conocemos

  • PARMNIDES 81

    con nuestra ciencia nada de lo divino, por la mis-ma razn ellos, a pesar de ser dioses, tampoco tienen dominio sobre nosotros ni conocen los asuntos humanos.

    -Pero -dijo Scrates- no es demasiado sor-prendente este argumento, ya que priva al dios de la posibilidad de conocer?

    Las Ideas, supuestos necesarios del pensamiento

    -Estas dificultades, Scrates -prosigui Parm-nides-, y muchas otras, adems de stas, presen- nsa tan necesariamente las Ideas, si existen en reali-dad las Ideas de las cosas y se determina cada Idea como algo en s. De ah que quien nos escuche es-tar perplejo y objetar que las Ideas no existen o bien que, caso de existir, son necesariamente in-cognoscibles por la naturaleza humana. Y al de-cir esto creer decir algo y, como ya dijimos, ser extraordinariamente difcil persuadirle de lo contrario. Slo un hombre muy bien dotado por la naturaleza podra comprender que existe en cada caso una Idea o esencia en y por s misma; y sera ms admirable todava quien, habindola b descubierto, fuese capaz de ensear a otro a dis-tinguir cuidadosamente todas estas cosas18

    18. Parmnides acepta ahora tcitamente la tesis fundamental de la doctrina platnica. El supuesto de las Ideas es el postulado funda-

  • 82 PLATN

    -Estoy de acuerdo contigo, Parmnides -dijo Scrates-. Has dicho lo que yo pienso.

    -Sin embargo, Scrates -continu Parmni-des-, si, por las anteriores dificultades y otras si-milares, alguien no admitiese la existencia de las Ideas de las cosas o no distinguiese una Idea de-terminada en cada caso, no tendr hacia dnde

    e dirigir su pensamiento, ya que no admite que la Idea de cada cosa permanezca siempre la misma, con lo que se destruir enteramente el poder de la dialctica. Me parece que es esto lo que ante todo has percibido.

    -Es verdad-respondi. -Qu hars entonces de la filosofa? Adnde

    te dirigirs si desconoces estas cosas? -Me parece que no veo salida, al menos por

    ahora.

    El ejercicio dialctico

    -Demasiado pronto, Scrates, y sin haberte ejer-citado antes, has intentado definir la Belleza, la

    a Justicia, el Bien y cada una de las Ideas. Me di cuenta de ello el otro da cuando te o dialogar

    mental del conocimiento, pues conocemos todas las cosas segn el eidos, como dir platnicamente Aristteles (Met., 1010 a). La teo-ra es verdadera, pero hay que pensarla con mayor rigor. El Parm-nides del dilogo manifiesta una constante exigencia de precisin conceptual (cixpt~a:t.ot).

  • PARMNIDES 83

    aqu mismo con Aristteles. Es, sin duda, hermo-so y divino el mpetu ardiente que te impulsa a los razonamientos; pero debes esforzarte y adies-trarte ms, mientras eres todava joven, en esos ejercicios que parecen no servir para nada y que la gente llama palabrera sutil; si no lo haces, la verdad se te escapar19

    -Y de qu manera tengo que ejercitarme, Par-mnides? -dijo Scrates.

    -De la que has odo a Zenn -contest-. Salvo algo que me llen de satisfaccin ortelo decir, a saber: que no permitirs que la investigacin se e extrave en las cosas visibles, sino que te dirigirs ante todo hacia aquellas que slo pueden captar-se por la razn y que podemos llamar Ideas.

    -Pues me parece -dijo Scrates- que de esta manera no ser difcil poner de manifiesto que las cosas son semejantes y desemejan tes, y que tienen otras afecciones opuestas.

    -Y dices bien -continu Parmnides-. Pero hay que hacer algo ms: no basta con suponer que algo es y examinar las consecuencias que se

    19. Se sugiere aqu que no es posible definir lo que es tal o cual Idea sin un ejercicio dialcticm> previo, es decir, sin una reflexin sobre las condiciones generales del discurso. Una Idea slo puede ser de-finida mediante otras Ideas, que seran as partes dialcticas de su significado definido, por lo que este significado se nos muestra como una unidad que es tambin mltiple. Hay, pues, que replan-tear la teora: no slo hay que tomar las Ideas en y por s mismas, sino tambin por sus referencias y conjunciones mutuas. Scrates tiene que hacer algo que hasta ahora no ha hecho: considerar el pro-blema de lo uno y lo mltiple a nivel de las Ideas.

  • 84 PLATN

    136a siguen de esa hiptesis, sino que tambin hay que suponer que eso mismo no es, si quieres ejerci-tarte realmente20

    -Qu quieres decir? -pregunt Scrates. -Tomemos por ejemplo, si te parece bien, la

    hiptesis que supuso Zenn: si el ser es mlti-ple; habr que examinar qu consecuencias se siguen tanto para las mltiples cosas con respec-to a s mismas y con respecto al Uno como para el Uno con respecto a s mismo y con respecto a la multiplicidad de cosas. Y si se supone que el ser no es mltiple, volver a examinar las consecuen-cias que se siguen para el Uno y las mltiples co-sas, tanto respecto de s mismos como en sus re-

    b ladones mutuas. Y, a su vez, si se supone que la Semejanza existe, o que no existe, qu conse-cuencias se siguen de una y otra hiptesis, tanto para los trminos supuestos como para las otras cosas, con respecto a s mismos y mutuamente entre s. El mismo razonamiento se ha de hacer

    20. El programa del ejercicio dialctico se asemeja al mtodo de las hiptesis de Zenn, si bien se introducen ciertas modificaciones. Por una parte, ha de cumplirse a nivel de las Ideas, examinndose las hiptesis que se elijan desde los ms diversos respectos. Por otra parte, el mtodo tiene que dejar de ser polmico si quiere ser real-mente eficaz: el procedimiento de reduccin al absurdo ha de ser su-perado mediante una reflexin sobre las condiciones de la afirma-cin y la negacin de una misma hiptesis. Sobre el ejercicio dialctico, vase G. Koumakis o. c., pp. 57-66; R. P. Hagler, o. c., pp. 79-98; sobre la dialctica de la segunda parte, vase Liebrucks, B., Zur Dialektik des Binen und des Seienden in Platons Parmenides, Zeit-schr. f. phil. Forschung 2 ( 1947), 244 sq.

  • PARMNIDES 85

    sobre la Desemejanza, el Movimiento y el Repo-so, la Generacin y la Destruccin, el Ser mismo y el No Ser; en una palabra, sobre cuanto se su-ponga que es o que no es, o que est afectado por e cualquier otra determinacin, habr que exami-nar las consecuencias que se siguen con respecto a s mismo y con respecto a cada una de las otras cosas que hayas elegido, luego con respecto a mu-chas y finalmente a todas; y tambin a los otros con respecto a s mismos y con respecto a otro que ocasionalmente hayas elegido, tanto en el caso de que, puestos a suponer, se suponga que es, como que no es, si realmente tienes intencin de ejercitarte a fondo para llegar a conocer lo ver-dadero.

    -Es una tarea interminable, Parmnides -dijo Scrates-, y no s si la entiendo bien. Por qu no nos desarrollas t mismo alguna hiptesis para que la comprenda mejor?

    -Pesado trabajo, Scrates, propones a un hom- d bre de mi edad -respondi Parmnides.

    -Y t, Zenn -dijo Scrates-, por qu no nos desarrollas alguna hiptesis?

    Zenn entonces respondi riendo: - Pidmoselo a Parmnides mismo, Scrates,

    pues no es nada fcil lo que l dice. O no ves qu ingente esfuerzo propones? Si fusemos muchos, no sera digno hacerle esta peticin. Pues es im-propio hablar de estas cosas en presencia de la gente, sobre todo para un hombre de su edad. El e

  • 86 PLATN

    vulgo, en efecto, no se da cuenta de que sin haber explorado estos caminos en todos los sentidos es imposible encontrar la manera de dirigir la m en-te hacia la verdad. As, pues, Parmnides, me uno a la peticin de Scrates a fin de escucharte yo mismo despus de tanto tiempo.

    La hiptesis sobre el Uno

    -Y despus de haber hablado as Zenn -conti-nu Antifn-, Pitodoro deca que tanto l como Aristteles y los dems presentes pidieron a Par-mnides que hiciese una exposicin de lo que ha-ba dicho y que no se negase. Entonces Parmni-des les dijo:

    -Tendr que dejarme persuadir. Me parece que I37a me sucede lo mismo que al caballo de Ibico, un

    campen ya viejo, que uncido para un concurso de carros temblaba por experiencia ante la prue-ba a realizar; comparndose con l, Ibico deca que l, viejo tambin y contra sus deseos, se vea forzado a ir al encuentro del amor. Recordando esto, tambin yo creo sentir un gran temor al te-ner que atravesar a nado, a mi edad, un ocano de razonamientos de tal calidad y magnitud. Pero debo complaceros, ya que, como dice Zenn, todo quedar entre nosotros. Por dnde empe-zaremos? Cul ser la primera hiptesis que ha-

    b gamos? Queris, puesto que parece que vamos a

  • PARMNIDES 87

    jugar este trabajoso juego, que comience por m mismo, por mi propia hiptesis sobre el Uno en s, y suponiendo que el Uno es o que no es exami-ne qu consecuencias se siguen?21

    -S, desde luego -dijo Zenn. -Y quin me responder? -pregunt Parm-

    nides-. Acaso el ms joven? Complicara menos las cosas y contestara ms directamente lo que piensa, a la vez que sus respuestas seran para m un descanso.

    -Estoy dispuesto a ello, Parmnides -dijo Aris- e tteles-; porque al hablar del ms joven te refie-res a m. Pregunta, pues, que yo te contestar.

    21. La ambigedad con que se formula la hiptesis (en cuanto al sentido de los vocablos Uno y es), as como su oscura construc-cin gramatical (m:p -rou :voc; cxtrro07to8.Le:voc;, d-re: v ecrnv e:t -re: .L-1 v ), ha dado pie a tres interpretaciones diferentes: a) si el Uno es (existe) o no es (no existe), interpretacin dada por Schleier-macher, Taylor y Cornford, entre otros muchos; b) si el Uno es uno o no es uno (Willer Lugarini, Klibansky-Labowsky, Stallbaum, Zadro, Dies, Riezler); e) si el Uno es (existe) o el No-Uno (Wundt, Moreau, Robn). Para un examen detenido de las distintas interpretaciones, vase G. Koumakis, Platons Parmenides. Zum Problem seiner Inter-pretation, Bonn, 1971, pp. 79-86. Sobre el es vase Charles H. Kahn, The Verb To Be and the Concept ofBeing, Foundations of Language 2 (1966), 245-265.

  • 88

    Segunda parte

    PRIMERA HIPTESIS: SI EL UNO ES UNO

    No es mltiple, ni un todo de partes; no tiene lmites, ni extensin, ni figura

    PLATN

    -Empecemos, pues! -dijo Parmnides-. Si el Uno es, podra el Uno ser muchos?

    -Cmo podra serlo! -Luego no podr tener partes ni ser un todo. -Porqu? -La parte es siempre parte de un todo. -S. -Y qu es el todo? No es aquello a lo que no le

    falta ninguna parte? d -Ciertamente.

    -Tanto en uno como en otro caso el Uno se compondra de partes, ya siendo un todo, ya te-niendo partes.

    -Necesariamente. -En consecuencia, en ambos casos el Uno ya

    no sera uno, sino muchos. -Es verdad. -Pero es preciso que sea uno y no muchos. -Loes. -Luego si el Uno tiene que ser uno, no podr

    ser un todo ni tener partes22

    22. Si el Uno es tomado en y por s mismo, pura y simplemente como uno, est separado (xwpk) de cuanto no sea su propia unidad.

  • PARMNIDES 89

    -No, en efecto. -Y al no tener partes, no tendr entonces ni

    principio, ni fin, ni medio, ya que stos seran partes suyas.

    -Justamente. -Principio y fin constituyen el lmite de cual-

    quiercosa. -Cmono? -Luego el Uno ser ilimitado23, ya que no tiene

    ni principio ni fin. -Ser ilimitado. -Y tampoco tendr figura, pues no participa ni

    de lo circular24 ni de lo recto. -Porqu? -Es circular aquello cuyos puntos extremos es- e

    tn en todas partes a igual distancia del centro. -S. -Y es recto aquello cuyo centro se antepone a

    ambos extremos. -As es. -Luego si participase de una figura recta o cir-

    cular, el Uno tendra partes y sera muchos. -Sin duda alguna. -Por tanto, no es ni recto ni circular, ya que no

    tiene partes. 138a -Justamente.

    23. &m:r..pov hay que tomarlo en este pasaje como meramente nega-tivo, como muestra el contexto; en la hiptesis siguiente el vocablo tendr un sentido distinto. 24. Alusin a la esfera de Parmnides.

  • 90 PLATN

    -Y si es tal como se nos presenta, no estar en ningn lugar, ya que no puede estar ni en otro ni en s mismo.

    -Porqu? -Si estuviese en otro, estara abarcado circular-

    mente por aquello en que estuviese contenido, te-niendo con ello mltiples contactos y de muchas maneras. Pero es imposible que tenga esos mlti-ples contactos circulares: lo que es uno carece de partes y no participa del Crculo.

    -Es imposible. -Pero si estuviese en s mismo no estara abar-

    cado sino por l mismo, ya que estara en s mis-b mo, pues es imposible estar en algo sin estar

    abarcado por ello. -Imposible, ciertamente. -Seran, pues, distintos lo abarcan te como tal y

    lo abarcado, porque la misma cosa no puede ha-cer y padecer a la vez lo mismo como un todo; con lo cual el Uno ya no sera uno, sino dos.

    -No lo sera, ciertamente. -Por tanto, el Uno no est en ningn lugar, ni

    en s mismo ni en otro. -No lo est.

    No est en reposo ni en movimiento

    -Considera ahora si, al ser tal su condicin, es po-sible que el Uno est en reposo o en movimiento.

  • PARMNIDES 91

    -Y porqu no? -Porque si estuviera en movimiento cambiara

    de lugar o se alterara, ya que stos son los nicos e movimientos.

    -S. -Pero si se alterase sera imposible que el Uno

    fuese uno consigo mismo. -Imposible. -Luego no se mueve por alteracin. -Parece que no. -Se mover acaso por traslacin? -Quizs. -Pero si el Uno se trasladase, o bien girara circu-

    larmente en el mismo lugar o bien se desplazara de un lugar a otro.

    -Necesariamente. -Ahora bien, si girase en crculo, no tendra

    que apoyarse forzosamente sobre un centro y te-ner partes distintas de s mismo, girando en tor-no al centro? Pero mediante qu artificio vamos d a conceder un movimiento circular sobre uncen-tro a lo que no tiene ni centro ni partes?

    -No hay ninguno. -Y si cambiase de lugar, no llegara a estar

    aqu y all y as se movera? -Desde luego. -Pero no se nos puso de manifiesto que en

    cualquier caso es imposible que el Uno pueda es-taren algo?

    -S.

  • 92 PLATN

    -Y no es todava ms imposible que llegue a ser?

    -No entiendo bien por qu. -Si algo llega a ser en algo, no es necesario que

    no est todava en ello mientras est llegando a ser y que tampoco est totalmente fuera, puesto que ya llega a ser en ese algo?

    -Es necesario. -Pero si a algo le sucede esto, slo le suceder

    en el caso de que tenga partes; una estara enton-ces ya en aquello, a la vez que otra estara fuera. Lo que no tiene partes, por el contrario, no podr estar de ningn modo, a la vez y como un todo, ni dentro ni fuera de algo.

    -Es verdad. -Y en cuanto a lo que no tiene partes ni se da el

    caso que sea un todo, no es todava ms imposi-ble que llegue a ser en algo, ya que no llega a ser en algo ni como parte ni como todo?

    -As parece. l39a -Luego no cambia de lugar desplazndose y

    llegando a ser en algo, ni gira sobre s mismo, ni se altera.

    -No, segn parece. -As, pues, el Uno es inmvil segn todo tipo

    de movimiento. -Inmvil. -Puesto que, como hemos dicho, es imposible

    que est en algo. -Eso dijimos.

  • PARMNIDES 93

    -Luego no est jams en el mismo lugar. -Porqu? -Porque tendra que estar ya en aquello mismo

    en que est. -Sin duda. -Pero no le es posible estar ni en s mismo ni en

    otro. -No, en efecto. -Luego el Uno no estar jams en ningn lugar. -No, segn parece. -Pero lo que no est jams en el mismo lugar b

    no tiene quietud ni reposo. -No le es posible. -El Uno entonces, segn parece, no est ni en

    reposo ni en movimiento. -As parece seguirse.

    No es idntico ni diferente

    -Ni tampoco ser idntico a otro o a s mismo, ni ser diferente de s mismo ni de otro25

    -Cmoas? -Si fuese otro que s mismo, sera otro que el

    Uno y ya no sera uno. -Es verdad.

    25. En la segunda hiptesis se habla de Otros o los Otros ('t'aAA(X), pero aqu slo de algo otro (hepov ); la palabra dife-rente traduce tambin a un eepov, y literalmente sera: ni ser otro que s mismo ni que otro.

  • 94 PLATN

    -Y si fuera idntico a otro sera ese otro, pero e no l mismo, con lo cual no sera ya lo que es, el

    Uno, sino otro que el Uno. -No lo sera, en efecto. -Luego no ser ni idntico a otro ni diferente

    de s mismo. -Pues no. -Pero en tanto que Uno, tampoco ser otro

    que otro, pues no es propio del Uno el ser otro que algo, sino slo a lo otro el ser otro, y a ninguna otra cosa 26

    -Justamente. -Luego por ser Uno no ser otro. No te pare-

    ce? -No, ciertamente. -Pero si no es otro por esto, no lo ser por

    s mismo, y si no lo es por s mismo no lo ser l mismo. Y al no ser de ningn modo otro, no ser otro respecto de nada.

    d -Justamente. -Ni tampoco ser idntico a s mismo. -Porqu? -Porque el Uno y la Identidad no tienen la mis-

    ma naturaleza. -Cmo dices? -Porque cuando algo se hace idntico a algo no

    por ello se hace uno.

    26. La pura unidad del Uno no admite ninguna mezcla con la alteri-dad.

  • PARMNIDES 95

    -Pero por qu? -Lo que se hace idntico a muchas cosas se con-

    vierte necesariamente en muchos, pero no en uno. -Es verdad. -Si el Uno y la Identidad no se diferenciasen

    en nada, cuando algo llegase a ser idntico se ha-ra siempre uno, y cuando llegase a ser uno se hara idntico.

    -Sin duda. -Por tanto, si el Uno fuese idntico a s mismo,

    no sera uno con respecto a s mismo, y al no ser uno, no ser ya el Uno. Pero esto es imposible. Luego es imposible que el Uno sea diferente de otro e idntico a s mismo27

    -Imposible. -As, pues, el Uno no ser ni otro ni idntico, ni

    con respecto a s ni con respecto a otro. -No, en efecto.

    No es semejante ni desemejante

    -Pero tampoco ser semejante ni desemejante, ni a s mismo ni a otro.

    27. No se trata de un razonamiento sofstico, contra lo que afirma Dies (p. 75 de su trad.), sino de un atenerse a la suposicin inicial so-bre la unidad del Uno que como tal no puede admitir ni siquiera la identidad relacional consigo mismo, porque como la identidad es diferente de la unidad (tesis sobre la que habra que hacer una larga exgesis), ser idntico a s mismo significara participar en algo otro que la Unidad.

  • 96 PLATN

    -Porqu? -Porque lo semejante experimenta una cierta

    identidad. -S. -Y ya hemos visto que la naturaleza de la Iden-

    tidad es distinta de la del Uno. I40a -As se nos mostr.

    -Pero si al Uno le afectase algo distinto de su propia unidad, sera por esta afeccin ms que uno, lo cual es imposible.

    -S. -De ninguna manera, pues, el Uno est afecta-

    do por la Identidad, ni respecto de s ni respecto de otro.

    -Parece que no. -Luego no es posible que sea semejante a otro

    o a s mismo. -No lo parece. -Ni tampoco puede ser otro, pues si el Uno tu-

    viese esta afeccin sera ms que uno. -Ms que uno, en efecto. -Si experimentase ser otro que s o que otro,

    sera desemejante a s mismo o a otro, ya que lo semejante est afectado por lo idntico.

    b -Justamente. -El Uno entonces, segn parece, al no es-

    tar afectado por lo otro en manera alguna no ser de ninguna manera desemejante a s o a otro.

    -No lo ser, en efecto.

  • PARMNIDES 97

    -Luego el Uno no ser ni semejante ni deseme-jante, ni a otro ni a s mismo.

    -No parece.

    No es igual ni desigual

    -Y al ser de tal condicin, tampoco ser igual ni desigual a s mismo o a otro.

    -Porqu? -Siendo igual, ser de las mismas medidas que

    aquello a lo que fuese igual. -As es. -Siendo ms grande o ms pequeo, tendr,

    respecto de las cosas a las que sea conmensu- e rable, mayor nmero de medidas que las ms pequeas y menor nmero que las ms gran-des.

    -S. -Y con respecto a los que no sea conmensura-

    ble, tendr medidas ms pequeas respecto de unos, mayores respecto de otros.

    -Cmono? -Pero no es imposible que lo que no participa

    de lo Idntico tenga idnticas medidas u otra identidad cualquiera?

    -Imposible. -Por tanto, no ser igual ni a s mismo ni a otro,

    ya que no tiene idnticas medidas. -As parece seguirse.

  • 98 PLATN

    -Pero si tuviese mayor o menor nmero de d medidas, tendra tantas partes cuantas medidas

    tuviera, con lo que ya no sera uno, sino tantos como medidas tuviera.

    -Exactamente. -Si hubiese una medida del Uno, ste llegara a

    ser igual a la medida. Pero ya se puso de manifies-to que es imposible que el Uno sea igual a algo.

    -As se manifest. -Luego al no participar de una medida, ni de

    muchas ni de pocas, ni participar de ningn modo de lo idntico, no ser nunca igual a s mis-mo ni a otro, ni tampoco ser ms grande o ms pequeo con respecto a s mismo o a otro.

    -As es enteramente.

    El Uno y el tiempo

    e - t Y qu? tCrees posible que el Uno sea ms viejo o ms joven o que tenga la misma edad?

    - tPor qu no? -Porque lo que tenga la misma edad que l

    mismo o que otro participar de la igualdad y de la semejanza temporal, pero ya hemos dicho que el Uno no participa ni de la igualdad ni de la se-mejanza temporal.

    -Lo hemos dicho, en efecto. -Y hemos dicho que tampoco participa de la

    desemejanza ni de la desigualdad.

  • PARMNIDES 99

    -Ciertamente. -Cmo, pues, siendo de tal condicin podr 14la

    ser ms viejo o ms joven o tener la misma edad que otra cosa?

    -De ninguna manera. -El Uno entonces no ser ni ms joven, ni ms

    viejo, ni tendr la misma edad que l mismo o que otro.

    -Parece que no. -Pero si fuera as, el Uno no podra estar en ab-

    soluto en el tiempo. O acaso no es forzoso que lo que est en el tiempo se haga siempre ms viejo que s mismo?

    -Es forzoso. -Pero lo ms viejo, no es siempre ms viejo

    que lo ms joven? -Yqu? -Luego lo que se hace ms viejo que l mismo b

    se hace a la vez ms joven que l mismo, si tiene que haber algo respecto de lo cual se haga ms viejo.

    -Cmo dices? -Esto: no hace falta que una cosa llegue a ha-

    cerse diferente de otra si ya es diferente; ya lo es de lo que es actualmente diferente, ya lo ha sido de lo que se hizo diferente, lo ser de lo que va a serlo, pero de lo que est hacindose diferen-te no hace falta que lo haya sido, ni que vaya a ser-lo, ni que sea diferente, sino slo que est hacin-dose diferente.

  • 100 PLATN

    -Necesariamente. -Pero lo ms viejo es diferente de lo ms joven

    y de nada ms. -En efecto. -Luego lo que se hace ms viejo que l mismo

    es necesario que se haga a la vez ms joven que l mismo28

    -Eso parece. -Ahora bien, no puede hacerse en un tiempo

    mayor o menor que l mismo, sino que ha de ha-cerse, o ser ya, o haber sido o ser en el futuro en un tiempo igual al suyo.

    -Tambin esto es necesario. -Luego, segn parece, es necesario que cuanto

    d est en el tiempo y participe de l tenga en cada caso la misma edad que s mismo y se haga a la vez ms viejo y ms joven que l mismo.

    -Podra ser as. -Pero el Uno no participa de ninguna de estas

    afecciones. -No participa, en efecto. -Luego ni participa del tiempo, ni est en ti e m-

    poalguno. -As es, segn muestra la argumentacin.

    28. Dies ve tambin aqu un sofisma, aduciendo que no puede ha-ber relacin donde no hay real dualidad de trminos; olvida que Pla-tn est hablando en este pasaje de relaciones x.cx"t'Q: J...yov.

  • PARMNIDES 101

    ElUnonoes

    -Pues qu! El fue, el ha llegado a ser, el lle-g a ser, no parecen significar una participacin en un tiempo que ya ha sido?

    -Ciertamente. -Y qu? El ser, el llegar a ser y habr e

    llegado a ser, en un tiempo futuro? -S. -Y el es, el llega a ser, en un tiempo ahora

    presente? -Sin lugar a dudas. -Luego si el Uno no participa de ningn modo

    del tiempo, antes no ha sido, ni era, ni fue; ahora no ha llegado a ser, ni llega a ser, ni es; despus no llegar a ser, ni habr llegado a ser, ni ser.

    -Es la pura verdad. -Pero hay otros modos de participacin en el

    Ser que stos? -No los hay. -El Uno, entonces, no participa de ningn

    modo en el Ser. -Parece que no. -Luego el Uno no es de ningn modo29

    29. La conclusin de que el Uno no puede tener ningn tipo de ser se sigue directamente de la suposicin inicial. Si el Uno es absoluta-mente uno, no podremos establecer sobre l ningn predicado que pueda significarse con el vocablo es en cualquiera de sus sentidos; por tanto, no le pertenecer ni tan siquiera ese sen> propio del su-jeto de un juicio verdadero, como en el caso de la sexta hiptesis; no slo no se puede decir el Uno es, sino tampoco el Uno es uno,

  • 102 PLATN

    -Eso parece. -Por tanto, ni tan siquiera sera uno, porque si

    lo fuese participara en el Ser. Pero, segn parece, el Uno ni es uno, ni es, si hemos de fiarnos de la argumentacin.

    I42a -Temo que sea as. -Pero lo que no es, precisamente por no ser,

    podr tener algo en s o de s? -Y cmo? -Entonces no tiene nombre, ni razn, ni cien-

    cia, ni sensacin, ni opinin. -N o lo parece. -Pero es posible que suceda esto con el Uno? -Me cuesta creerlo.

    SEGUNDA HIPTESIS: SI EL UNO ES

    b -Quieres que consideremos de nuevo la hipte-sis desde el principio, para ver si al reconsiderarla surge algo distinto?

    pues eso supondra considerar al Uno como algo. La pura unidad del Uno excluye el es, porque aqu se est suponiendo que el Uno es distinto (separado) del Ser. Su pura unidad no admite mezcla alguna.

    Los neoplatnicos, por una extraa transposicin de textos, enten-dieron que este Uno ajeno al es no era sino un Uno que est ms all del ser, como el Bien de la Repblica ( 509 b ). Este incognoscible Uno sera el Bien, Dios mismo, del que slo se pueden establecer predicados negativos, por aqu se dispar toda la teologa mstica del ms all. Para una crtica de esta interpretacin vase el Apn-dice E de la traduccin del Parmnides de E. A. Taylor ( Oxford, 1934), donde se muestra que la visin neoplatnica del dilogo par-te de supuestos enteramente ajenos a los escritos de Platn.

  • PARMNIDES 103

    -Lo quiero, desde luego. -Si el Uno es, decamos, hemos de aceptar en-

    tonces todas las consecuencias que se sigan para el Uno, cualesquiera que sean. No es as?

    -S.

    Es un Uno-Ser

    - Examinmosla, pues, desde el principio: si el Uno es, es posible que sea y no participe en el Ser?

    -No es posible. -Luego el Ser del Uno no se identificara con

    el Uno, pues de lo contrario aqul no sera el Ser del Uno ni ste, el Uno, participara en el Ser, con lo que sera equivalente decir el Uno es y el Uno es uno. Pero la hiptesis que nos ocupa no e es si el Uno es uno, qu consecuencias se si-guen, sino la de si el Uno es. No es as?30

    -Ciertamente. -Luego el es tiene una significacin distinta

    que el Uno. -Necesariamente. -Y no significa acaso sino que el Uno partid-

    pa en el Ser? Sera esto lo que se dice cuando al-guien afirma en general que el Uno es?

    -Desde luego.

    30. Frente al Parmnides histrico Platn mostrar que el Uno Ser o Uno que es ( "t'O ~v ov) es mltiple y divisible.

  • 104 PLATN

    Es un todo de partes (uno y mltiple)

    -As, pues, digmoslo de nuevo: si el Uno es, qu se sigue? Considera si no es necesario que esta hi-ptesis signifique que el Uno es de tal condicin que tiene partes31

    -Cmo? d -De esta manera: si el es se dice del Uno que

    es y el uno del Ser que es uno, entonces el Ser y el Uno no son lo mismo. Pero, aquello que hemos supuesto, el Uno que es, acaso no es inevitable que sea un todo, el Uno-Ser, del que vendran a ser partes la unidad y el ser?

    -Es inevitable. -Y a cada una de estas partes la llamaremos

    slo parte o bien lo que es parte tendr que ser llamado parte del todo?

    -Parte del todo. -Luego lo que es uno es un todo y tiene partes. -Ciertamente. -Pues qu! Cada una de las partes del Uno

    e que es, la unidad y el ser, puede carecer de la otra, el Uno del ser y el Ser de la unidad?

    -No es posible. -Luego cada una de las partes poseer a su vez

    unidad y ser, y por pequea que sea una parte es-

    31. La palabra parte>> (!J.poc;, J.pwv) hay que tomarla en el sen-tido de elementos, caracteres o aspectos (v. Cornford, F. M., o. c., p.l37).

  • PARMNIDES 105

    tar constituida al menos por dos partes; y como por la misma razn siempre ser as, cuando sur-ja una parte tendr siempre esa dualidad de par-tes, porque el Uno posee siempre el ser y el Ser el uno, de tal manera que necesariamente se engen-drar siempre una dualidad y jams ser uno.

    -Necesariamente. I43a -Ser entonces el Uno una pluralidad infinita? -As parece.

    El Uno, el Ser y lo Otro: la generacin del nmero

    -Pues considralo tambin as. -Cmo? -Decimos que el Uno participa en el Ser y que

    por ello es? -S. -Y por esta razn el Uno se nos ha mostrado

    como mltiple. -As es. -Pues qu! El Uno en s, que decimos que tiene

    parte en el Ser y que es captado en y por s mismo tan slo por el pensamiento, separndolo de aquello que decimos que participa, este Uno se nos mostrar entonces slo como uno o bien como mltiple en s mismo?

    -Como uno, creo yo. -Vemoslo: tendrn que ser necesariamente b

    distintos su Ser y lo que l mismo es, ya que el

  • 106 PLATN

    Uno no es el Ser, sino que en cuanto Uno partici-pa en el Ser.

    -Necesariamente. -Pero si el Ser y el Uno son otros entre s, no es

    por su unidad que el Uno es otro que el Ser, ni tampoco por su ser que el Ser es otro que el Uno, sino que son otros entre s por lo Otro y la Dife-rencia32.

    -Sin duda alguna. -As, pues, lo Otro no es idntico ni al Uno ni al

    Ser. -Cmo podra serlo? -Pues qu! Si escogemos, segn prefieras, bien

    e sea el Ser y lo Otro, o el Ser y el Uno, o el Uno y lo Otro, lo que hayamos escogido en cada caso no constituir lo que justamente podemos llamar una pareja?

    -Cmo? -As: se puede decir Ser? -Se puede. -Y, a su vez, decir Uno? -Tambin. -No se les llama as a cada uno de ellos? -S. -Y qu? Cuando digo Ser y Uno, acaso no

    digo una pareja? -Sin duda.

    32. En cuanto Uno, el Uno que es tendr entonces dos partes: la uni-dad y la diferencia; otro tanto cabe decir del Ser.

  • PARMNIDES 107

    -Y cuando digo Ser y Otro u Otro y Uno, no digo siempre, tambin en cada uno de estos casos, una pareja?

    -SL d -Y lo que justamente llamamos pareja, pue-

    de ser una pareja y no ser dos? -No es posible. -Pero cuando hay dos, hay algn procedimien-

    to para que cada uno de los trminos no sea uno? -Ninguno. -Luego aunque cada pareja resulte ser una

    dualidad, cada uno de sus trminos ser uno. -As parece. -Pero si cada trmino es uno, la adicin de

    uno cualquiera de stos a la pareja no dar tres en total?

    -S. -Mas tres no es impar y dos par? -Cmo no? -Y qu? No es forzoso que si hay dos haya dos

    veces y tres veces si hay tres, ya que dos se compo-ne de dos veces uno y tres de tres veces uno?

    -Forzosamente. -Y si hay dos y dos veces, no es necesario que

    sean dos veces dos? Y si hay tres y tres veces, no es necesario que sean tres veces tres?

    -Cmono? -Y qu! Si hay tres y dos veces, y si hay dos y

    tres veces, no es necesario que se d tres dos ve- e ces y dos tres veces?

  • 108 PLATN

    -Enteramente necesario. -Habr entonces pares en nmero par e impa-

    res en nmero impar, y a su vez pares en nmero impar e impares en nmero par.

    -As es. -Pero si las cosas son as, piensas que puede

    quedar algn nmero que no tenga que ser nece-I44a sariamente?

    -En manera alguna. -Luego si el Uno es, es necesario que tambin

    el nmero sea33. -Es necesario. -Pero si el nmero es, existir tambin una

    multiplicidad y una ilimitada pluralidad de en-tidades. O acaso el nmero que as surge no es una pluralidad ilimitada que participa en el Ser?34.

    -Sin duda. -Y si la totalidad del nmero participa en el

    Ser, no participar tambin en l cada parte del nmero?

    -S.

    33. Del Uno Sen>, que tiene dos partes y la diferencia entre ambas, se deriva la pluralidad ilimitada de los nmeros. Sobre este pasaje vase: R. E. Allen, The Generation ofNumbers in Plato's Parmenides, Classical Philology 65 ( 1970 ), 31 sq. 34. El ser del Uno Ser es indefinidamente mltiple, de la misma manera que su unidad es indefinidamente mltiple en el anterior ar-gumento.

  • PARMNIDES 109

    Multiplicidad del Uno en s

    -El Ser entonces estar distribuido entre todos b los entes y no faltar a ninguno de ellos, ni al ms pequeo ni al ms grande? O no tiene sentido hacerse esta pregunta, pues cmo podra faltarle el Ser a algo que es?

    -De ningn modo. -Estar, pues, repartido en los ms pequeos y

    en los ms grandes y en todo tipo de entes, y se repartir mximamente entre todos, de tal ma-nera que las partes del Ser sern infinitas.

    -As es. -Luego sus partes sern las ms numerosas. -Las ms numerosas, en efecto. -Pues qu! Habr entre stas alguna que sea

    parte del Ser y que, sin embargo, no sea una par-te?

    -Cmo podra ser eso? -Pienso, por el contrario, que si ella es parte, es

    necesario que sea siempre algo uno, y es impo-sible que no lo sea.

    -Necesariamente. -Luego a todas y cada una de las partes del Ser

    les pertenece la unidad, no faltndole ni a la parte ms pequea, ni a la ms grande, ni a ninguna otra.

    -Ases. d -Y el Uno qu