Corrientes Ideológicas Contemporáneas - CRÍTICA DE LA REALIDAD SOCIAL (Karl Marx) - KURT LENK

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  • Crtica de la realidad social Karl Marx

    [ Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie, Einleitung, en Karl Marx y Friedrich Engels, Historisch-kritische Gesamtausgabe. W erke, Schriften, Briefe. Erste Abteilung, vol. 1 ( Karl Marx: Werke und Schriften bis Anfang 1844), P seccin, Francfort del Meno, Marx-Engels-Archiv 1927, pg. 607 y sigs.]

    En lo que respecta a Alemania, la crtica de la religin est en lo esencial acabada; y la crtica de la religin es el requisito previo de toda crtica. La existencia profana del error qued comprometida una vez que se recus su oratio pro aris et focis celestial. El hombre, que en la realidad fantstica del cielo, donde buscaba un superhombre, no h:1ll Mo lltH! tl vofl!ljll flg Q micmo, ya nn @(tr diqmt'HO l encontrar solo la apariencia de s mismo, lo no humano, all donde busca y debe buscar su realidad verdadera. He aqu el fundamento de la crtica irreligiosa: el hombre hace a la religin, y no la religin al hombre. Y ciertamente la religin es la conciencia de s y el sentimiento de s del homLre que todava no se ha recuperado a s mismo o que ya se ha perdido. Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el mundo del homb1e, el Estado, la sociedad. Ese Estado, esa sociedad producen

    -la religin, que es una conciencia del mundo invertida porque ellos mismos son un mundo invertido. La religin es la teora general de este mundo, su compendio enciclopdico, su lgica expuesta en forma popular, su point d'honneur espiritualista, su entusiasmo, su sancin moral, su complemento solemne, su fundamento universal de consuelo y justificacin. Es la realizacin fantstica de la esencia humana, porque la esencia humana no posee una realidad verdadera. La lucha contra la religin es por lo tanto la lucha contra aquel mundo cuyo aroma espiritual constituye aquella. La miseria religiosa es en parte expresin de la miseria real, y en parte protesta contra la miseria real. La religin es el suspiro de la criatura oprimida, el alma de un mundo sin corazn, as como es el espritu de los estados de cosas carentes de espritu. Es el opio del pueblo. Superar la religin como felicidad ilusoria del pueblo implica exigir su felicidad_ real. Exigir qubandone las ilusiones acerca de su situacin equivale a .exigir que abandone una situacin que ne.k:_esita - La crtica de la religin es por lo tanto, en

    germen,Ta crtica de este valle de lgrimas, cuya apariencia sagrada es la religin.

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  • La crtica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, mas no para que el hombre la soporte ahora sin fantasas ni esperanzas, sino para que rompa sus cadenas y recoja la flor viva. La crtica de la religin quita al hombre sus ilusiones a fin de que piense, acte y configure su reali ad como un hombre sin ilusiones, que ha alcanzado Ja razon

    a e _que grre eti torno e si mrs con iiO;eiltorno de su sol La religin no es mas que el -sol 'fu'sorio que gira en torno del hombre mientras este no gira en torno de s mismo. Por ello es tarea de la historia, una vez que se ha disipado el ms all de la verdad, establecer la verdad del ms ac. Y es ante todo tarea de una filosofa que se ponga al servicio de la historia, una vez que se ha desenmascarado la figura sagrada de la alienacin de s del hombre, desenmascarar esa alienacin de s en sus figuras no sagradas. As lrtica del

  • Un hombre extravagante dio en pensar cierta vez que los hombres se ahogaban en el agua nicamente po!qire estaban posedos de la idea de la gravedad. Bastara ds de ella, por ejemplo explicndola como una idea supersticiosa o religiosa, para que quedaran a salvo del peligro de ahogarse. Durante toda su vida combati la ilusin de la gravedad, acerca de cuyas perniciosas consecuencias cada estadstica le aportaba nuevas e innumerables pruebas. Del tipo de ese hombre extravagante son los nuevos filsofos revolucionarios alemanes. --

    [Die Deutsche Ideologie, Berln, 1953, pg. 593 y sigs.]

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    El defecto principal de todo el materialismo anterior (incluido el de Feuerbach) consiste en que apresa lo material, la realidad, la sensibilidad, solorma-J:kl o de la contem_placin, no como dad humana sensible ,:omo prax}s: nOSubjetivamente. Por llo e a o ac ue aesarrollado, en contraposicin aT1aterialismo, por el idealismo -que, naturalmente, no conoce la actividad enmrial. real. como tal- feuerbarh onierr ohirtm ,rn sibles, efectivamente diversos de los objetos pensados: pero no apreQs:_nde la actillidad humana misma como una actividad objetivf!_ Por ello en la Esencia del cristianismo considera al solo comportamiento terico como el autnticamente humano, mientras que la praxis es fijada y aprehendida solo en su forma de manifestacin suciamente judaica. Por consiguiente, no concibe la significacin de la activilucionaria, pto_-rtica.

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    El P.roblema de si al pensamieoto humano corresponde_J,IOa verdap objetiva no es un problema teo sino prctico. Dentro de la praxis debe el hombre probar la verdad -es decir, la realidad efectiva y el poder, el carcter terrenal- de su pensamiento. La disputa en torno de la realidad o irrealidad del pensamiento -en cuanto aislado de la praxis- es meramente escolstica.

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    La doctrina materialista de la transformacin de las circunstancias y de la educacin olvida que las circunstancias tienen que sesfQ!!!la por el hombre y que el pr_s>__pio educado; tiene que__ser eoucaao. Por consiguiente, esa doctrina se ve obligada a dividir la sociedad en dos partes, una de las cuales se encuentra por encima de ella. La conjuncin entre el cambio de las circunstancias y la actividad humana, o la transformacin de s, solo puede ser aprehendida y comprendida racionalmente como praxis revolucionaria.

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    Feuerbach parte del hecho de la autoalenacin religiosa, de la duplicacin del mundo en un mundo religioso y otro profano. Su tarea consiste en resolver el mundo religioso en su fundamento profano. Pero si el fundamento profano desprende de s un reino autnomo suspendido en las nubes, ello slo se explica por el autodesgarramiento y la contradiccin consigomismo de ese fundamento mundano. Por lo tanto, este debe ser comprendido y revolucionado prcticamente en l mismo y en su contradiccin. Por ejemplo, una vez que se ha descubierto que la familia terrenal es el secreto de la Sagrada Familia, la primera debe ser aniquilada terica y prcticamente.

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    Feuerbach, no satisfecho con el pensamiento abstracto, proclama la intuicin, pero no concibe la sensibilidad como actividad prctica humano-sensible.

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    la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la e ca huma no es algo abstracto, inherente a cada individuo. n su realidad efectiva es el conjunto de las relaciones sodale - ----------------bach, que no emprende la crtica de esta esencia real, est por ello obligado a: 1) abstraer del curso histrico y fijar la disposicin religiosa por s, presuponiendo un individuo humano abstracto-aislado; 2) con ello, la esencia solo puede ser aprehendida como especie, como universalidad interior, muda, que liga de un modo natural a muchos individuos.

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    Por eso Feuerbach no advierte que la disposiciqn religiosa es a su vez un prodocial y que el individuo abstracto, analizado por l, corresponde a una forma determinada de sociedad.

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    Lo mximo que alcanza el materialismo contemplativo -esto es, el que no concibe la sensibilidad como actividad prctica- es la visin de los individuos aislados y de la sociedad burguesa.

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    El punto de vista del viejo materialismo es la sociedad burguesa; el punto de vista del nuevo es la sociedad humana o la humanidad socializada.

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    Los filsofos no han hecho ms que interpretar el mundo de diversos modos; lo que importa es transformarlo.

    El carcter fetichista de la mercanca y su secreto

    [Das Kapital, Berln, 1951, vol. I, pgs. 76-91]

    A primera vista una met:.f.EJ,Ca parece una cosa evidente y trivial. Su anlisis muestra que es una cosa muy c9mplicada, llena de sofisteras metafsicas y de caprichos teolgicos. Nada tiene de illiterlUU ei! la lllCUiUa C::11 que:: C::S VU{ur J U.JV_., ,1 la l:VufJcn:.> desde el punto de vista segn el cual ella por sus propiedades satisface necesidades humanas o contiene estas propiedades solo como producto del trabroo.lmmano. Es clarsimo que el hombre modifica medifinresuacvidad las formas de las materias naturales de un modo til para l. Por ejemplo, la forma de la madera es transformada cuando con ella se hace una mesa. Mas no por ello deja la mesa de ser madera, es decir, una cosa sensible ordinaria. Pero en cuanto se presenta como mercanca, se convierte en una cosa sensible-suprasensible. No sclo se apoya con sus patas sobre el suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las otras mercancas y de su cabeza de madera brotan caprichos ms asombrosos que si de pronto empezase a danzar al son de una meloda.1 El carcter mstico de la mercanca no brota or lo tanto, de su

    ) valor m poco del contenido de las determinaciones valor. Pues, en primer lugar, por diferentes que sean los trabajos tiles o las actividades productivas, es una verdad fisiolgica que constituyen funciones del organismo humano, y que cada una de esas funciones, cualesquiera que sean su contenido y su forma, es esencialmente gasto de cerebro, nervios, msculos, rganos sensoriales, etc., humanos. En segundo lugar, es la duracin de ese gasto o la cantidad de trabajo lo que est en la base deJa determinacin de la magnitud de valor; as, tambin es posible distinguir con nitidez la cantidad del trabajo de su calidad. El tiempo de trabajo que cuesta la produccin de medios de vida debi interesar al hombre en todas las situaciones, aunque no del mismo modo en

    1 Recordemos que China y las mesas empezaron a danzar cuando el resto del mundo pareca mantenerse callado pour encourager les autres.

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  • todos los niveles de desarrollo.2 Por ltimo, en cuanto los hombtt,s tr-biap unos para otros de un modoeualguiera, su trabajo posee tambin una forma social . --De dnde provieonces el carcter enigmtico que presenta el producto del__uaba.jo tan pronto como adopta la_JJ;rma-mercanca?Evidentemente de esa forma m1sma. La igualdad de los trabajos humanos adquiere la forma, propia de una cos!La.llt6a6ma, de Ja idntica sustantividad de valor de lo_productQs de_l trabajo;* la medida del gasto de fuerza de trabajo humana por su duracin cobra la forma de la magnitud de valor de los productos del trabajo; por ltimo, las relaciones de los productores, en que se afirman aquellas determinaciones sociales de sus trabajos, adoptan la forma de una relacin social de los productos del trabajo. Todo el secreto de la forma-mercanca consiste entonces sencillamente en que ella rfleja fret a los cfibreS los--caracter(!S SOCiales de su propio trabajo como si fuesen caracteres sustantivos 'cte1os productos del traba' como propiedades nafurTes1 sociales, l. e estas cosas; re eja, por lo tanto, la relaclon._social de IOSj;!Q-\ductores con el trabajo conjunto cdm fuese una relacin social l en:treol))etOS:e_xistente al margen e a uellos. Mediante este- quid pro quo [permutacin os productos del trabajo devienen canC!.l, e ensibles-m.Qmsemible!; o wciales . As, la impresin la de una cosa sobre la retina aparece, no como estimulacin subjetiva de la propia retina, sino como forma objetiva de una cosa exterior al ojo. Pero en el caso de la visin la luz real es proyectada desde una cosa, el objeto exterior, sobre otra cosa, el ojo. Se trata de relaciones fsicas eh_g __ e sicas. Por lo contrario, la tortnamercanda y la relacin de valor de los productos del trabajo en que esa forma se presenta nada tienen que ver con la naturaleza fsica ni con las relaciones entre cosas que brotan de ella. Aqu es nicamente la determinada relacin social entre los hombres la que adopta la forma fantasmagrica de una relacin entre cosas. Por eso, para hallar una analoga tendramos que remontarnos a la regin nebulosa del mundo de la religin. All lo _Qroductos de la cabeza del hombre aparecen dotados de VIdaPropia, cmo fi-

    2 Nota de Marx a la segunda edicin. Los antiguos germanos calculaban el tamao de una yugada de tierra segn el trabajo de un da, y por eso la llamaban T agwerk -o T agwanne- (iurnale o jurnalis, terra jurnalis, jurnalis o diornalis), Mannwerk, Mannskraft, Mannsmahd, Mannshauet, etc. Vase G. L. von Maurer, Einleitung zur Geschichte der Mark-, Hof-, usw. Verfassung, Munich, 1854, pg. 129 y sigs. '' Hemos traducido sachliche Form por , y Wertgegenstandlichkeit por sustantividad de valor. En todo este pasaje, los trminos

  • turas autnomas gue mantienen relaciones entre s y con los .!illllhres. Lo mismo sucede en el mundo de las merca 1as productos de la mano del hombre. A esto llamo yo etic tsmo q_e se adhiere a los productos_
  • trabajo tiene que ser til, y tiene que serlo por cierto para otros; y el carcter social de la igualdad de los diversos trabajos, en la forma del carcter de valor comn a estas cosas materialmente diversas, a estos productos del trabajo. Por lo tanto, los hombres no relacionan entre s los productos de su trabajo como valores porque consideren estos objetos como cosas que no seran ms que meros envoltorios de un trabajo humano igual. A la inversa; en cuanto hacen equivaler como valores sus diversos productos en el intercambio, ponen como iguales sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben pero lo hacen.3 De este modo, el valor no lleva escrito sobre la frente lo que l es. Ms bien el valor convierte cada producto del trabajo en un jeroglfico social. Luego los hombres procuran descifrar el sentido del jeroglfico, penetrar el secreto de su propio producto social, pues la determinacin de los objetos tiles como valores es su producto social a igual ttulo que el lenguaje. El posterior descubrimiento cientfico segn el cual los productos del trabajo, en la medida en que son valores, son meras expresiones concretadas en cosas del trabajo humano gastado en su produccin, hizo poca en el desarrollo histrico de la humanidad, pero en modo alguno disip la apariencia de sustantividad autnoma de los caracteres sociales del trabajo. Lo que rige slo para esta forma particulllr de produccin, la produccin de mercancas, a saber, que el carcter especficamente social de los trabajos privados independientes unos de otros consiste en su igualdad como trabajo humano y adopta la forma del carcter de valor de los productos del trabajo, aparece ante quienes se encuentran aprisionados en las relaciones de la produccin de mercancas, despus de aquel descubrimiento lo mismo que antes, como un hecho inapelable, de igual modo como la descomposicin del aire en sus elementos deja subsistir la forma aire>> como forma corprea fsica. Lo que sobre todo interesa en la prctica a quienes intercambian productos es saber cuntos productos ajenos recibirn por el propio; por lo tanto, las proporciones en que se intercambian los productos. Cuando estas proporciones han alcanzado cierta fijeza por obra de la costumbre, aparecen como inherentes a la naturaleza de los productos del trabajo, de manera que, por ejemplo, una tonelada de hierro vale lo mismo que dos onzas de oro, as como una libra de hierro y una libra de oro tienen igual peso no obstante poseer diferentes propiedades fsicas y qumicas. De hecho, el carcter de valor de los productos del trabajo se afianza solamente a travs de su afirmaci6n como magnitudes de valor. Estas se modifican permanentemente, con independencia de la voluntad, el conocimiento previo y los actos de quienes intercambian. Su propio movimiento social posee para estos la forma de un movimiento de cos, 'bajo

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    3 Nota de Marx a la segunda edicin Por tanto, cuando Galiani dice: El valor es una relacin entre personas -La richezza e una ragione tra due persone-, debi haber agregado: oculta bajo una envoltura de cosas. (Galiani, Delta Maneta, pg. 220, vol. m de la Coleccin de Custodis, Scrittori Classici italiani di Economa Poltica, parte moderna, Miln, 1803).

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  • cuyo control se encuentran en lugar de controlarlas. Hay que esperar hasta que la produccin de mercancas se desarrolle plenamente para que de la experiencia misma nazca la comprensin cientfica de que los trabajos privados, realizados con independencia unos de otros, pero que en verdad mantienen una dependencia recproca y omnilateral como eslabones naturales de la divisin social del trabajo, se ven reducidos de continuo a su medida socialmente proporcional, porque en las relaciones de inbio de sus productos, accidentales y en oscilacin permanente, se impone con violencia, como ley natural reguladora, el tiempo de trabajo socialmente necesario para su produccin, del mismo modo como sobre nosotros se impone la ley de la gravedad cuando se nos cae la casa encima. 4 La determinacin de las amgnitu> (F. Engels, Umrisse zu einer Kritik der Nationali:ikonomie, Deutsch-Franzosische Jahrbcher, dirigidos por A. Ruge y K. Marx, Pars, 1844).

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  • la economa burguesa. Son formas de pensamiento socialmente vlidas, y por lo tanto objetivas, respecto de las relaciones de produccin de este modo de produccin social histricamente condicionado: el rgimen de produccin de mer
  • jos y productos no necesitan adoptar una figura fantstica, distinta de su realidad. Entran en el engranaje social como servicio y prestaciones naturales. La forma natural del trabajo, su particularidad, y no su universalidad como sucede sobre la base de la produccin de mercancas, constituye aqu su forma inmediatamente social. Las prestaciones de trabajo son medidas por el tiempo al igual que el trabajo productor de mercancas, pero cada siervo sabe que l entrega a su seor una determinada cuota de su fuerza de trabajo personal. El diezmo que debe pagarse al sacerdote es ms claro que sus bendiciones. De cualquier manera que juzguemos las mscaras caractersticas con que se enfrentan los hombres en sus relaciones mutuas, las relaciones sociales de las personas en sus trabajos aparecen en cada caso como sus propias relaciones personales, y no se disfrazan como relaciones sociales entre cosas, entre productos del trabajo. Para estudiar el trabajo comn, es decir, directamente asociado, no necesitamos retroceder hasta su forma natural, tal como la encontramos en los comienzos de la historia de todos los publos civilizados. 6 En efecto, podemos tomar un ejemplo ms prximo: la industria rstica y patriarcal de una familia campsina, que produce pra sus propias necesidades cereales, ganado, hilo, lienzo, vestidos, etc. Estas diferentes cosas se enfrentan a la familia como productos diversos de su trabajo familiar, pero no como mercancas_ que se intercambien recprocamente. LQs dife_ntes trabajediante los que se producen estos clc=tos -agricultura, cra de' ganado, filatura, tejedura, sastrera- son, en. su forma natural, funciones socialegt:t!!_Q!liJI!lCiQ11ei-g:=ra familia, que posee su divisin del trabajo pia LJ1aturl como tambin 1::_osee el _rgimen de la p!_o_duci_t_lCle mercanca Las diferencias e sexo y de edad, as como las condlc!oes naturales del trabajo, que varan con el cambio de las estaciones, regulan su distribucin dentro de la familia y el tiempo de trabajo de cada uno de sus miembros. Pero el gasto de las fuerzas individuales de tr,aOOjo, medido por su dn, aparece aqu naturalmente como una determinacin socif de los trbajos mismos, porque las fuerzas individuales de trabajo operanmturalmente solo como rganos de la fuerza de trabajo comn de la familia. Representmonos por ltimo una unin de hombres libres, que trabajen con medios de produccin comunitarios y empleen con plena conciencia sus muchas fuer.zas_jpdividuales de trabajo como ua fuerza de trabajo sociai Todas las determinaciones del trabajo 6 Nota a la segunda edicin. Es un prejuicio ridculo, difundido ltimamente, el de que la forma de la propiedad comunal, natural, sea especficamente eslava y aun con exclusividad rusa. Ella es la forma originaria que podemos sealar entre los romanos, germanos y celtas, y de la cual subsiste entre los indios todo un mapa de variados ejemplos, aun cuando en parte en estado ruinoso. Un estudio ms preciso de las formas de comuna asitica, en especial de la comuna india, mostrara cmo de las diferentes formas de propiedad comn resultan formas diversas de su disolucin. Por ejemplo, los diferentes tipos originarios de la propiedad privada romana y germana pueden deducirse de diversas formas de la propiedad comn india.

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  • de Robinson se repiten aqu, pero en un plano social y no individual. Todos los productos de Robinson eran su exclusivo producto personal, y por lo tanto inmediatamente objetos de uso para l. El p l:1 unin e __ _n produc:to__J:_QL:ial. Una parte efe l es utilizada de nuevo como medio ae produccin. Sigue siendo social. Pero otra parte es consun:da por los miembros de la unin en calidad de medios de vida. Por consiguiente, debe ser distribuida entre ellos. El tipo de distribucin variar segn la ndole particular del organismo de producin social y el correspondiente nivel de desarrollo histrico alcanzado por los productores. Solo para establecer un paralelo con el rgimen de la produccin de mercancas supondremos que cada productor recibe medios de vida segn su tiempo de trabajo. El tiempo de trabajo cumplira por lo tanto un doble papel. Su distribucin socialmente planificada regula la proporcin correcta de las distintas funciones de trabajo en relacin con las diferentes necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo sirve tambin como medida de la participacin de cada productor en el trabajo comn, y por lo tanto en la parte que cada uno puede consumir del producto comn. Las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos y los productos de su trabajo son aqu transparentes tanto en la produccin como en la distri-ci.

    . -

    Una sociedad de productores de mercancas cuya relacin de produccin social dominante consiste en comportarse respecto de su.

    1 pro;r;t::>s cmo mcas.' es d.ecir, _c6m!S. re leo re zgzoso del mundo ral solo puede en general desaparecer s1 a v1 a cotidiana, JaVda prctica, se compone de relaciones racionales y trans-

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    - .. -

    -

    - --_.

  • parentes de es ente s y con la naturaleza. fig11m ?el roceso de v1da soc1 dec1r, del proceso de produccwn matenal,

    so o perder su envoltura mstica cuando sea el pr_sJduto de hombres libremente asociados y est sl!ieta a su controT consciente y

    _pfarlif!cado . Peroeiloexig una bse mterTaTde la sociedad o una serie de condiciones materiales de existencia, que a su vez son el producto natural de un largo y doloroso desarrollo histrico. La economa poltica ha analizado por cierto, aunque de manera incompleta, 7 el valor y la magnitud de valor, as como el contenido que estas formas encubren. Pero jams se ha planteado esta pregunta: Por qu este contenido adopta aquella forma, por qu_el trabajo se presenta como la medida del traba'o -u duracin- cq,mo la 1JJ(l2,nitudrle,alor el producto del trabao? 13

    7 Cun insuficiente es el anlisis de Ricardo acerca de la magnitud de valor -y ese anlisis es el mejor de que disponemos- lo ver el lector en los libros tercero y cuarto de esta obra. Pero por lo que respecta al valor en general, la economa poltica clsica en ninguna parte distingue expresamente y con clara conciencia el trabajo tal como se inviste en el valor de ese mismo trabajo en cuanto aparece como valor de uso de su producto. Por cierto que de hecho establece esa dif)enhia, pues en un caso considera al trabajo cuantitativamente y en el otro o ace de man.era cualitativa. Pero no se le ocurre que una diferencia meramente C11J!titativa de los trabajos presupone su unidad

    ualdad cualitativa1_ y por Io tanto surffiucdori a trq]:>ajo humano e abs act . Ricardo, por ejemplo, declara estar de acuerdo can

    Destutt e racy cuando este afirma: Puesto que sin duda nuestras capacidades fsic y spiri son nuestra nica riqueza originaria, el uso de estas facult es, !rabaj9' d

    .e cie

    .rta ndole, es nuestr

    _o originario; Y

    es sLempre et:mfr_:rea todas esas cosas_que llamamos rias ( ... ) Es indudable, adems, que-toC!as aquellas cosas representan soTo el trabajo que las ha creado, y si tienen un valor, o aun dos valores diferentes, no pueden derivarlos ms que del valor del trabajo del que nacieron ([D. de Tracy, Elements d'ideologie, Pars, 4 y Y partes, 1826, pgs. 35-36] D. Ricardo, The principies of political economy, Londres, Y ed., 1821, pg. 334). Nos limitamos a sealar que Ricardo atribuye a Destutt su propia comprensin del problema, ms profunda. En realidad, Destutt afirma, por una parte, que todas las cosas que forman la riqueza representan al trabajo que las ha creado>>, pero por otra parte dice que ellas deben sus dos valores diferentes [valor de uso y valor de cambio] al valor del trabajo>>. De ese modo incurre en la superficialidad de la economa vulgar, que presupone el valor de una mercanca (en este caso, el trabajo) para determinar luego el valor de las otras mercancas. Ricardo entiende a Destutt en el sentido de que tanto en el valor de uso como en el valor de cambio se expresara trabajo (no el valor del trabajo). Pero a tal punto no distingue el carcter escindido del trabajo, que se expresa de manera doble, que en todo el captulo Valor y riqueza, sus propiedades distintivas>> debe sostener un fati?oso combate con las trivialidades de un ]. B. Say. Por eso al final queda por completo asombrado de que Destutt coincida con l acerca de que el trabajo es la fuente del valor y sin embargo est de acuerdo con Say acerca del concepto de valor. 8 Uno de los principales defectos de la economa poltica clsica consiste en que no logr dilucidar, a partir del anlisis de la a y en especial del v. la merca a, la f()rma del valor, que precisamente la convierte en valor de cambio .. ustamente en sus mejores representantes, como A. Smith y Ricardo, trata de la forma mercanca como algo por entero indiferente o extrnseco a la naturaleza de la mercanca. La razn de ello no reside slo en que el anlisis de la magnitud de valor haya absorbido por completo su atencin. Es ms profunda. La forma mercanca del producto del trabajo

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  • Frmulas que llevan escrito en la frente que pertenecen a una formacin de la sociedad en que el prduccin domina a los hombres y no estos a aquel, son consideradas por la conciencia burguesa de la economa poltica el fruto de una necesidad natural tan evidente como la del trabajo productivo. Por eso ella trata las formas preburguesas del organismo de la produccin social como los padres de la Iglesia a las religiones precristianas.9 es la forma ms abstracta, pero tambin la ms universal, del modo de produccin burgus, que de ese modo queda definido como un tipo particular de produccin social, y con ello, al mismo tiempo, como una fase histrica de esta. Por lo tanto, si se lo confunde con la forma natural y eterna de la produccin social, necesariamente se dejar de ver tambin lo especfico de la forma de valor, y por consiguiente de la forma mercanca y de sus desarrollos: la forma dinero, la forma capital, etc. As encontramos, en ciertos economistas que admiten medir la magnitud de valor por el tiempo de trabajo, las ideas ms caprichosas y contraclictorias acerca del dinero, es decir, la figura acabada del equivalente general. Ello salta a los ojos, por ejemplo, en el tratamiento del sistema bancario, donde las definiciones triviales del dinero ya no resultan suficientes. Por contraposicin surgi un sistema mercantilista restaurado ( Ganilh, etc.), que ve en el valor slo la forma social o ms bien slo su apariencia carente de sustancia. Para decirlo de una vez y para siempre, entiendo por economa poltica clsica toda la economa desde W. Petty, que investiga la conexin interna oe las relaciones de produccin burguesas por contraposicin a la economa vulgar, que se agita nicamente dentro de la conexin apariencia!, con el exclusivo fin de presentar de manera comprensible y grata los fenmenos ms groseros, por as decir, y que rumia siempre de nuevo, para consumo domstico de la burguesa, el material ofrecido hace ya mucho tiempo por la economa cientfica; por lo dems, esa economa vulgar se limita a sistematizar, exponer de manera pedante y proL!amar como verdades eternas las ideas triviales y vanidosas que los agentes de la produccin se forjan acerca de su mundo como el mejor de los mundos posibles. 9 Los economistas tienen un modo curioso de proceder. Para ellos existen dos tipos de .instituciones, las artificiales y las naturales. Las instituciones del feudalismo son artificiales, las de la burguesa, naturales. En ello se parecen a los telogos, que tambin distinguen dos tipos de religin. Aquellas religiones que no son la suya, ellos las clasifican como quimeras del hombre; pero la suya es una religin revelada por Dios. De tal modo, ha existido una historia, pero ya no la hay ms (K. Marx, Misere de la philosophie, Rponse a la Philosophie de la Misere par M. Proudhon, 1847, pg. 11.3). Verdaderamente gracioso es Bastiat, quien se figura que los antiguos griegos y romanos habran vivido slo del robo. Pero si se hubiera vivido muchos siglos del robo, habra sido preciso que existiera algo para robar o que se reprodujera de continuo el objeto del robo. Parece entonces que griegos y romanos tuvieron un proceso de produccin, y por lo tanto una economa, que constitua la base material de su mundo de idntico modo a como la economa burguesa es la base del mundo actual. O quiere decir Bastiat que nn modo de produccin basado en la esclavitud de hecho descansa en un sistema de robo? Si tal fuera, se internara en un terreno peligroso. Si un gigante del pensamiento como Aristteles se extravi en la apreciacin del trabajo esclavo, por qu un pigmeo de la economa, como Bastiat, acertara en su apreciacin del trabajo asalariado? Aprovecho esta ocasin para refutar una objecin que me hizo un peridico norteamericano de lengua alemana con motivo de mi obra Contribucin a la crtica de la economa poltica, aparecida en 1859 Afirmaba ese peridico que mi opinin de que los modos de produccin determinados y las relaciones de produccin correspondientes a cada uno de ellos, en suma, que la estructura econmica de la sociedad es la base real sobre la que se levanta una construccin jurdica y poltica, a la que corresponden formas .determinadas de la conciencia

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  • Hasta qu punto una parte de los economistas se engaa con el fetichismo adherido al mundo de las mercancas o con la ilusin de sustantividad autnoma de las determinaciones de trabajo sociales, lo pruea =::entre otras cosas- la insulsa y aburrida disputa acerca del papel de la a formacin del valor de cambio. Puesto que e es una determinada manera\ acial de exsar el trabajo emplea:tl!l.!_C2_ no_:>_I,!(e-cf!i: tener ms matena_naturI que, PQl"_ ejemplo, el 1Z_ursojel cam&_o. _/

    'Como1afrm"a mercanca es ms universal y la menos aesiiollada de la produccin burguesa, por lo cual entra en escena muy temprano, aunque no de la manera dominante, y por lo tanto caracterstica, que hoy presenta, su carcter fetichista se muestra todava con relativa J+:anEparencia. Pero en el caso de formas ms concretas se esfuma ha'sta esa aia de simplicidad. Cul es _ el origen de las ilusiones del sistema monetario? Este no discerna en el oro y en la plata, considerados como dinero, representacione( de una relacin de produccin social, sino que los vea en la forma de cosas naturales dotadas de extraordinarias propiedades sociales. Y la ec moderna, que considera con desdn al sistema.._m.Qnetano, no cae presa del fetichismo cuando trata del Ca,J..ital? Acaso hace tanto tiempo que se desvaneci la ilusin fiiocrtica CETI ]U cual la rm dl \ll9 brota de la tierr} no de la sociedad ( -Pero para no adelan , stenos aqu con un ejemplo tomado de la propia for ercanc . Si las mercancas pudieran hablar,

    (diran: Nuestro val s interese al hombre. Pero a nosotras, como cosa no nos incumbe. Lo que co e as rl(;"s m be es nues1J:0_1Lalor ."""Prueba de ello es nuestro (omercijl como

    cosmena. Entre nosotras nos relacionamos so vrn-1 res d.ecambio. Pero oigamos ahora cmo se expresa el conollsi: : qmen pretellite conocer el de las mercancL;.: El valor va or de cambio) es una propiedad de las cosas; la riqueza (el valor de 1 uso), de los hombres. El v,ilor en este sentido incluye necesariamente el rcami; la riqueza, no. 10 La riqueza (valor de social, y que el modo de produccin de la vida material condiciona el proceso de la vida social, poltica y espiritual; afirmaba, pues, que esa opinin era sin duda correcta para el mundo actual, en que predominan los intereses materiales, pero no para la Edad Media, en que dominaba el catolicismo, ni para Atenas y Roma, donde predominaba la poltica. En primer lugar, es llamativo que se pueda todava suponer que esas trivialidades archisabidas acerca de la Edad Media y del mundo antiguo puedan ser ignoradas por alguien. Es bien claro que la Edad Media no pudo vivir del catolicismo, ni el mundo antiguo, de la poltica. El modo en que esas .fpocas procuraban su v1da expl!ca, a la mversa, por qu en uno desempeno el papel principal la poltica y en el otro el catolicismo. Por lo dems, se necesita apenas saber algo de la historia de la Repblica romana, por ejemplo, para advertir que la historia de la propiedad del suelo constituye su historia secreta. Ya Don Quijote debi expiar el error de creer que la caballera andante era compatible con todas las formas econmicas de la sociedad. Hl Value is a property of things, riches of men. Value, in this sense, necessarily implies exchange, riches do not (Observations on certain verbal disputes in poltica! economy, particularly relatng to value and to demand and supr1ly, Londres, 1821, pg. 16).

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  • uso ) un atributo deihJJ111brj eLualar-,Un-atributo deJ.@_merC@Cas. Un hombre o una comunidad son ricos; una perla o un diamante son valiosos ( . . . ) Una perla o un diamante tienen valor como perla o como diamante . .n Ningn qumico ha descubierto hasta ahora valor de cambio en la perla o el diamante. Pero los economistas descubridores de esta sustancia qumica, que pretenden poseer una gran agudeza crtica, encuentran que el valor de uso de las cosas es independiente de sus propiedades como cosas, mientras que, por el contrario,u valor es inherente a ellas como tales. Lo que los vence de erroes ia extraordinaria circunstancia de que el '(_lOr d us de las cosas se realiza para el hombre sin intercambio, y--por--tcr!anto en una rela-in directa_entre y hombre, mientras que SU V lo hace solQ en el intercambio, es decirl:lentro de un proc Cmo no ecordaueno de Dogberry, cuando aletc10naba al sereno

    Seacoal: Ser un hombre bien parecido depende de las circunstancias; pero poder leer y escribir es un don de la naturaleza>> ! 112 Las mercancas, no pueden-ir por s solas hasi:a el mercado para cambiarse p otras. Por ello tenemos que volver la vista hacia sus ardianes los p9se!!_dores de merc{!J:KtJs. Las mercancas son cos y n en oponer reSlStencia al hombre. Cuando ellas ge muegtran renuente!:, l puede forzarla: en otrog trmino!>, apoderarse de ellas. A fin de relacionar estas cosas entre s como mercancas, los guardianes de estas tienen que compo!Jtse ref!procamente como [!dr..!!.mas cuya vqluntad mora en esas (osas de manera que cada una e esas personassolo pueda apropiar la mercanca ajena con conso de la otra__Qerona, eni_QJa .suya propia; esto es, que amb obtiene _mtl'!l1ritical dissertation, etc., pg. 165. 12 El autor de las Observations y S. Bailey imputan a Ricardo el haber convertido el valor de cambio, de algo relativo, en absoluto. Lo contrario es cierto. El redujo la relatividad aparente que poseen esas cosas, diamantes y perlas, etc., como valores de cambio, a la relacin verdadera oculta tras esa apariencia: la redujo a su relatividad como meras expresiones del trabajo humano Si los ricardianos contestan a Bailey groseramente, pero sin argumentos decisivos, ello slo se debe a que no encontraron en el propio Ricardo ninguna aclaracin acerca de la conexin interna entre valor y forma de valor o valor de cambio.

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