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Embajada de la República Federal de Alemania
Embajador Dr. Rolf Schumacher
Embajada de la República Federal de Alemania,
Villanueva 1055
C1426 BMC - Buenos Aires
www.buenos-aires.diplo.de
Argentina – AlemaniaUn recorrido a lo largo de 150 añosde relaciones bilaterales
ISBNFotos de tapa, contratapa y solapas: gentileza AGN, ASA,Berlinale, DaimlerChrysler Argentina s.a., Familia Dietl,Guido Gayk, Hambürg Süd, Roberto Litvatchkes, Min. Fed.de Relaciones Exteriores, Rainer Pfisterer, Jorge Royan.
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Grußwort des Bundesministers des Auswärtigenfür die Publikation der Botschaft Buenos Aires
"150 Jahre deutsch-argentinische Beziehungen”
Nicht nur im Titel des "Freundschafts-, Handels– und Schifffahrtsvertrages", der am 19. September 1857 in Paraná
unterzeichnet wurde, findet sich das Wort Freundschaft an erster Stelle wieder. Auch im Vertragstext, der sich sonst vor
allem mit Rechts- und Wirtschaftsfragen befasst, findet es gleich im ersten Artikel prominent Erwähnung.
Seit der Vertragsunterzeichnung hat sich in beiden Ländern vieles verändert, doch der Vertrag hat noch immer
Bestand. Besonders freut mich, dass unsere Bürgerinnen und Bürger die deutsch-argentinischen Beziehungen mit Leben zu
füllen vermochten und das gilt auch und vor allem für das Wort Freundschaft. Das ist nicht nur ein schöner Begriff auf
kunstvoll gesiegeltem Papier von 1857, sondern vielmehr der tägliche Austausch in allen Bereichen des Lebens: in
Wirtschaft, Kultur oder Gesellschaft, wie etwa Tango und Technologie, Borges und Biokraftstoff, Goethe und Gauchos oder
Fußball und Fangio.
Die deutsch-argentinische Freundschaft besteht fort und ist heute enger denn je. Davon legt dieses Buch Zeugnis ab
und lädt Sie ein zu einem bunten Spaziergang durch unsere gemeinsamen 150 Jahre. Dabei wünsche Ihnen eine spannende
und unterhaltsame Lektüre und würde mich sehr freuen, wenn wir die deutsch-argentinischen Beziehungen auch in Zukunft
offen, kreativ und lebendig gemeinsam gestalten könnten.
Dr. Frank-Walter SteinmeierBundesminister des Auswärtigen
Mensaje del Ministro Federal de Relaciones Exteriorespara la publicación de la Embajada Alemana en Buenos Aires
"Argentina – Alemania 150 años"
No sólo en el título del "Tratado de Amistad, Comercio y Navegación", firmado el 19 de septiembre de 1857 en la ciu-
dad de Paraná, figura la palabra amistad en primer término.También en el texto del Tratado, que básicamente se refiere a
cuestiones jurídicas y económicas, el concepto de la amistad se destaca por su mención en el primer artículo.
Desde la firma del Tratado se produjeron numerosos cambios en ambos países. Sin embargo, el Tratado aún perdura.
Me complace especialmente que nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos hayan dado vida a las relaciones entre
Argentina y Alemania y, ante todo, también a la amistad. El vocablo amistad no es solamente una linda expresión en un
documento de 1857 sellado con arte, sino que se manifiesta en el intercambio cotidiano en todos los ámbitos de la vida: en
la actividad económica, cultural o social, como pueden ser el tango y la tecnología, Borges y biocombustibles, Goethe y
gauchos, fútbol y Fangio o cerveza y ciencia.
La amistad germano-argentina persiste y es hoy más estrecha que nunca. El presente libro es un testimonio de esta
amistad e invita al lector a un colorido recorrido a través de nuestros 150 años compartidos. Espero que la lectura le
resulte interesante y entretenida. Sería para mí una gran satisfacción si también en el futuro continuáramos conformando
juntos las relaciones germano-argentinas con espontaneidad, creatividad y dinamismo.
Dr. Frank-Walter SteinmeierMinistro Federal de Relaciones Exteriores
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A modo de prólogo
Desde Buenos Aires hasta Córdoba todo fue de maravillas. Una vez que el Presidente de la República Argentina,
Agustín P. Justo, ascendió en Córdoba al Junkers 10 Junior, un avión de dos asientos con cabina descubierta, se ubicó
en el asiento trasero y se colocó el cinturón de seguridad, la aeronave despegó puntualmente con destino al aeropuerto
de Tucumán. Dado que el modelo Junior estaba equipado con pocos instrumentos, como era usual en aquellos tiempos,
el piloto J. Stunde, uno de los más experimentados de la empresa Junkers, siguió la ruta a lo largo del trazado del
ferrocarril para no desorientarse. Inicialmente las condiciones climáticas fueron favorables pero, de pronto, turbulencias
poco habituales obligaron al piloto al máximo control del avión para mantenerlo seguro en el aire hasta Tucumán, adon-
de finalmente aterrizó algo sacudido, pero en horario. Al igual que en Córdoba, fue recibido con gran despliegue militar.
En ese momento la aeronave desacelera y finalmente se detiene en el lugar donde era esperada con una alfombra roja.
En su asiento el piloto gira hacia atrás para disculparse ante su ilustre pasajero por las condiciones poco confortables
del vuelo y advierte que: ¡El Presidente no está!
¿Qué había sucedido? Durante una de las turbulencias se rompió el tornillo que sujetaba el cinturón de seguridad
del Presidente y, entonces, fue catapultado del aeroplano. El paracaídas se abrió porque la cuerda había sido fijada al
avión. El Presidente se deslizó a lo largo de una de las dunas junto al trazado ferroviario, donde pudo tocar tierra casi
mullidamente sin sufrir lesiones.Tuvo suerte, ya que precisamente en ese instante pasó un tren, lo cual no sucedía con
frecuencia durante el día. Pudo convencer al maquinista desconfiado de que lo llevara y finalmente llegó a Tucumán con
cinco horas de retraso, donde ya se temía lo peor y se había sometido al piloto a un interrogatorio.
Un siglo y medio de relaciones argentino-alemanas implica Historia destacada de la política, de la economía y de la
cultura, pero también implica historias, en las que tanto los individuos como el azar y la suerte fueron factores decisi-
vos. Algunas de ellas están bien documentadas y otras menos, como el relato de este episodio del año 1933 que, si bien
se conoce por tradición oral, no fue documentado por escrito ya que, por lo visto, nunca se comunicó a la prensa.
Me complace que al cabo de 150 años de la celebración del “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación”, firma-
do el 19 de setiembre de 1857, se edite el presente libro, cuyo objetivo es aportar una idea de cuán densa y vasta es la
red de vínculos establecidos en el transcurso del último siglo y medio – y sin exagerar - por miles de embajadores argen-
tinos-alemanes.
Si al leerlo se fortalece en usted el deseo de contribuir al continuo desarrollo de estas relaciones tan importantes para
nuestras naciones, entonces el presente libro habrá cumplido plenamente su objetivo. ¡Espero que disfrute la lectura!
Dr. Rolf SchumacherEmbajador de la República Federal de Alemania
An Stelle eines VorwortsVon Buenos Aires bis Cordoba hatte alles bestens geklappt. Nachdem der argentinische Präsident Agustin P. Justo
in Cordoba die zweisitzige offene Maschine ‚Junkers 10 Junior’ wieder bestiegen hatte und auf dem Rücksitz ange-
schnallt war, startete sie planmäßig Richtung Zielflughafen Tucumán. Da die Junior nur wenige Instrumente hatte, wie
zu dieser Zeit üblich, wählte der Pilot J. Stunde, einer der erfahrensten der Firma Junkers, die Route entlang der
Eisenbahnlinie, um sich nicht zu verirren. Das Wetter war zunächst einigermaßen gut, aber es begannen ungewöhnliche
Turbulenzen, so dass der Pilot Mühe hatte, die Maschine sicher in der Luft zu halten, bis Tucumán, wo sie zwar durchge-
schüttelt, aber pünktlich landete. Ähnlich wie in Cordoba großes Militäraufgebot. Die Maschine rollt aus und kommt an
die Stelle, wo sie mit rotem Teppich erwartet wird. Der Pilot dreht sich in seinem Sitz um, um sich bei seinem illustren
Fluggast für den etwas ungemütlichen Flug zu entschuldigen. Und muss feststellen: der Präsident ist weg!
Was war geschehen? Während einer der Turbulenzen war die Schraube gebrochen, an der der Sicherheitsgurt des
Präsidenten befestigt war. Er wurde aus der Maschine katapultiert. Der Fallschirm ging auf, weil die Reißleine am
Flugzeug befestigt worden war, und der Präsident glitt auf eine der Sanddünen entlang der Eisenbahnlinie zu, wo er,
halbwegs sanft und ohne Schäden davon zu tragen, landen konnte. Er hatte Glück, denn es kam – was nicht oft am Tag
passierte – ein Zug. Er konnte den misstrauischen Lokomotivführer überzeugen, ihn mitzunehmen, und traf mit fünf
Stunden Verspätung in Tucumán ein, nachdem dort bereits das Schlimmste befürchtet worden war und man den Piloten
einem Verhör unterzogen hatte.
150 Jahre deutsch-argentinische Beziehungen – das ist große Geschichte aus Politik, Wirtschaft und Kultur, aber
auch Geschichten, in denen der einzelne Mensch, der Zufall, das Glück eine entscheidende Rolle gespielt haben. Manche
sind gut belegt, manche weniger, wie die obige aus dem Jahr 1933, für die es zwar eine mündliche Überlieferung gibt,
aber keine schriftliche, weil sie offenbar nie an die Presse gegeben wurde.
Ich freue mich, dass 150 Jahre nach Unterzeichnung des Freundschafts-, Handels- und Schifffahrtsvertrags vom
19. September 1857diese Publikation erscheinen kann, deren Ziel es ist, vom dichten und reichen Netz einen Eindruck
zu vermitteln, das im Laufe des letzten eineinhalb Jahrhunderts - ohne Übertreibung - von Tausenden von deutsch-
argentinischen Botschaftern geknüpft wurde.
Und wenn die Lektüre Sie in dem Wunsch bestärkt, an der Weiterentwicklung dieser für unsere beiden Länder so
wichtigen Beziehung mitzuarbeiten, dann hat dieses Buch sein Ziel voll erreicht. Viel Spaß beim Lesen!
Dr. Rolf SchumacherBotschafter der Bundesrepublik Deutschland
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ContenidosAl borde de la guerra por un telegramaDe asnos y rufianes: el incidente Luxburg
La eterna lucha con el Genitiv,Dativ y AkkusativEl auge de las escuelas alemanas
El mecenas intelectualEl argentino-alemán Félix Weil impulsó la
creación de la Frankfurter Schule
El Instituto Ibero-AmericanoInvestigación, información, ciencia y cultu-
ra desde Berlín
La prensa en guerraCómo el Argentinisches Tageblatt y el
Deutsche La Plata Zeitung reflejaron la
división de la comunidad alemana en torno
al nacionalsocialismo
Una visita únicaLa llegada del Graf Zeppelin marcó el fin
de una época
La disputa por el “alma de Buenos Aires”El Obelisco casi se construye dos veces
“Uno era alemán y se definía como tal”El éxodo de los judíos alemanes - Entrevista
al escritor Roberto Schopflocher
El barco que prefirió hundirseEl último viaje del acorazado Graf Spee
El difícil nuevo comienzoLa reapertura de las relaciones bilaterales
después de la guerra
El maestro de UlmEl diseñador y artista Tomás Maldonado
La fuerza de la ambivalenciaUna charla con el compositor Mauricio
Kagel sobre la identidad y los (des)encuen-
tros de la cultura
El primer Presidente argentinoque visitó AlemaniaEn 1960, Arturo Frondizi viajó a Bonn no
sólo para felicitar al país por su recuperación
tras la guerra
Los fantasmas del pasadoEl caso Eichmann revivió un capítulo que
se creía cerrado
Una fuente para la inspiraciónEl Goethe-Institut Buenos Aires: 40 años
creando lazos a través del idioma, la cultura y
la información
La versión alemana del churrascoFleckvieh: la vaca que ayudó a crear el
mito argentino
Los años de plomoEn memoria de las víctimas de la última
Dictadura militar – Entrevistas a
Ellen Marx, Heinz Dressel y Osvaldo Bayer
Una nueva EmbajadaPara una joven democracia
Cuando el programa es más que un nombreLas fundaciones políticas y científicas de
origen alemán
Una apuesta por el desarrolloLa cooperación técnica y económica del
BMZ y la GTZ
“Ahora converge lo que debe estar unido”La reunificación fue para el pueblo alemán
una fiesta pero también un desafío
La competencia de Goethey Thomas MannEl grupo Die Toten Hosen logra más que
los clásicos alemanes
El día en que San Martín llegó a BerlínSu monumento celebra la amistad
argentino-alemana, como lo hiciera la
fuente de la Plaza Alemania
Un cine tan crudo como realLos realizadores argentinos vuelven a des-
lumbrar en Berlín
El que no falla es un alemánSobre etiquetas e intuiciones
Agradecimientos
Anexo
Cronología
Lista de asociaciones
Registro de nombres
Sponsors
Bibliografía
Créditos / Impressum
Un tratado para la historiaCuando nada auguraba que la relación bila-
teral duraría 150 años
Poblar un país a la alemanaLa inmigración que ayudó a consolidar la
idea argentina
Un pilar de lasCiencias NaturalesEl aporte de Hermann Burmeister
La institución que naciópara proteger la vidaEl Hospital Alemán se fundó en plena epi-
demia de fiebre amarilla
El negocio de cruzar los maresLa Hamburg-Südamerikanische
Dampfschifffahrts-Gesellschaft fue uno de
los ejes del intercambio comercial también
gracias a la participación argentina
Los socialistas del VorwärtsEl club que cambió el mapa político de la
Argentina
El inicio de una relación en 2 x 4La llegada del bandoneón a la Argentina
La Patagonia inesperadaLa fundación de Comodoro Rivadavia
El día en que se perforóel suelo de Buenos AiresCómo Philipp Holzmann y Siemens inter-
conectaron la capital argentina
Un motor para el comercio bilateralLa Cámara de Industria y Comercio
Argentino-Alemana
1857
1860
1861
1867
1872
1881
1900
1901/07
1913
1916
1917
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1933
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1954
1957
1960
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204
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Un tratado para la historia Hace 150 años, la idea de iniciar una relación
bilateral entre argentinos y alemanes tenía
fecha de vencimiento. Ocho años era el plazo
previsto en el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en 1857 entre el Reino de Prusia
y los restantes Estados de la Unión Aduanera (Zollverein) y la Confederación Argentina. Sin embar-
go, ese acuerdo se convirtió en la base de una relación que unió a ambas naciones hasta el día de hoy.
Pocos lo habrán imaginado en aquel septiembre de 1857.
La Argentina estaba lejos de ser un Estado en el sentido moderno de la palabra. El representante
alemán, Friedrich von Gülich, llegaba a un país dividido ya que Buenos Aires acababa de hacer su últi-
mo intento de independizarse del resto del territorio argentino. Apenas cinco años habían pasado
desde la caída de Juan Manuel de Rosas y otros cuatro faltaban para que la Batalla de Pavón defi-
niera el camino hacia un futuro común. Por tal motivo, von Gülich no presentó sus Cartas
Credenciales en lo que hoy es la capital argentina.Tuvo que desplazase hasta Paraná y presentárselas
al Presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza cuyo Gobierno mantenía desde
allí una durísima contienda con el de Buenos Aires.
Cabe resaltar que von Gülich no fue el primer representante alemán que llegó a suelo argentino.
Casi tres décadas antes, en 1829, la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo había designado a
Johann C. Zimmermann en el cargo de Cónsul Honorario en la
región del Río de la Plata. En 1845 Prusia nombró al comercian-
te Franz Mohr como su representante.Tres años más tarde ocupa-
ría ese cargo Franz Halbach.
En el legado de Mohr figura un espacio que hasta el día de
hoy marca como pocos las relaciones entre la Alemania y la
Argentina: él era propietario de la estancia en la que hoy se
ubica el Aeropuerto Internacional de Ezeiza Ministro Pistarini.
Por su parte, la joven Argentina había entablado tempranos
contactos con los Estados alemanes mediante
los nombramientos de Ferdinand D. Schlüter
como Cónsul en Hamburgo y de Augusto
Borchers como Cónsul en Bremen.
No obstante, el tratado celebrado el 19
de septiembre de 1857 entre la
Confederación Argentina y el Deutscher
Zollverein, representa para los historiadores
Cuando nada auguraba que larelación bilateral duraría 150 años
Pág. anterior: la firma delTratado de Amistad, Comercio yNavegación, el 19 de septiembrede 1857, fue la base para unarelación bilateral que este añocelebra 150 años.El tratado se firmó en la ciudadde Paraná, que entonces era lasede provisoria del Gobierno dela Confederación Argentina.(Fotos: Min. Fed. de RelacionesExteriores)
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el inicio de una relación bilateral regulada y estable. Es considerado
el primero entre ambas naciones en el marco del Derecho
Internacional y firmado en representación de los Estados actuales.
Dijimos que el Cónsul General Friedrich von Gülich llegaba a un
país en conflicto. Pero la realidad de su nuevo destino no le era total-
mente ajena. En ese entonces Europa se reponía aún de las secuelas
del movimiento nacionalista y revolucionario de 1848. Lo que hoy
conocemos como Alemania era un conjunto de reinos, ducados y ciu-
dades independientes. Bajo el liderazgo de Prusia, funcionaba una de
las primeras uniones aduaneras entre Estados soberanos, el Deutscher
Zollverein. En total, participaban de esa unión 14 Estados, que luego
pasaron a ser parte de los Länder: Hesse, Baviera, Mecklenburgo-
Pomerania Occidental, Berlín, Brandenburgo, Sajonia, Baja Sajonia,
Sajonia-Anhalt,Turingia, y Baden-Wurtemberg. Sin olvidar, por cier-
to, el Gran Ducado de Luxemburgo.
El Zollverein había sido creado para fortalecer la posición de
los mercados alemanes ante la competencia comercial de la cre-
ciente industria británica. La impulsora de la unión había sido
Prusia. Con un territorio que se extendía por el Este hasta lo que
hoy es Polonia y por el Oeste hasta los Países Bajos y Francia y,
por otra parte, con el Rey Federico Guillermo IV con una salud
cada vez más deteriorada, Prusia necesitaba reducir costos de transferencia para consolidar su liderazgo político
y económico. La autoridad prusiana se afirmaría luego con la llegada de un joven ministro, Otto von Bismarck, y
de su contraparte monárquica, el Rey Guillermo I, que sucedería a su hermano mayor Guillermo IV.
A su vez, la Confederación Argentina de Urquiza requería cooperación económica. Había perdido sus más
importantes ingresos al quedarse sin la Aduana de Buenos Aires. Peor aún: la crisis mundial de 1857 había
desalentado el interés por invertir en la región del Río de la Plata y había debilitado los flujos mercantiles. La
demanda de materias primas declinaba, los precios de los productos argentinos caían.
El tratado que suscribieron entonces von Gülich y su contraparte, Bernabé López, en nombre de sus res-
pectivos Gobiernos, constaba de 15 artículos, en los cuales principalmente, se establecían facilidades para la
navegación, para la importación y para la exportación, así como acuerdos en materia de precios, protección de
la propiedad privada y libertad de culto.
El acuerdo buscaba aprovechar una situación tan particular como beneficiosa para ambas partes. Para la
Argentina, la Alemania del Zollverein era un socio ideal: no ostentaba aún el poder de un Estado tan impor-
tante como lo eran Gran Bretaña o Francia. Más importante aún, el tratado le abría a la joven Confederación
Argentina la vía hacia una región con potencial inmigratorio considerable. El acuerdo, además, permitía el
acceso a un nuevo mercado que experimentaba un crecimiento económico y exportador importante.
Para el Zollverein y, particularmente, para Prusia, el tratado era un elemento ideal para nivelar y redirigir
la corriente emigratoria que salía de los Estados alemanes hacia los Estados Unidos de Norteamérica. La
El tratado consistía de 15 artículos.(Foto: (Fotos: Min. Fed. de Relaciones Exteriores))
Una pasión por América Latina
Friedrich von Gülich fue un diplomático de carrera. Con estudios en
Ingeniería, Química, Economía, Derecho e Idiomas, cursados en el
Politécnico de Karlsruhe y en la Universidad de Berlín, había ingresado
en 1849 al Servicio Exterior del Gobierno de Prusia.Tenía 29 años. Su
primer destino fue la Secretaría del Consulado General que su país
mantenía en la ciudad de Barcelona. Poco pudo haberse imaginado el
joven diplomático que, de allí en más, el mundo latino se convertiría en
su segunda patria. A los cuatro años fue promovido al nivel de
Consejero y fue enviado como Encargado de Negocios a Chile.
Cuatro años después von Gülich se convertía en Cónsul General y representante diplomático ante
los gobiernos de los países de la región del Río de la Plata. En septiembre de 1857 presentó sus car-
tas credenciales en la Argentina. Un año antes lo había hecho en Uruguay. En 1860 se le agregó el
encargo de velar por los intereses alemanes en Paraguay.
Acerca del siguiente golpe de timón en su vida, la historia discreta no dice mucho. En 1864 von
Gülich se casó con Auguste Schwabe. El primero de los cinco hijos del matrimonio llegaría en 1871,
justo a tiempo para festejar la consolidación del Segundo Imperio alemán.
En enero de ese año, y tras la victoria en la guerra franco-alemana, los Estados alemanes, impulsados por
el Canciller Otto von Bismarck, coronaron a Guillermo I de Prusia como emperador. Su proclamación signifi-
caba también la transformación de la Confederación Alemana del Norte que había sucedido al Zollverein, en
el Imperio alemán. En este Estado, de carácter federal, el Rey de Prusia llevaba el título imperial, pero tam-
bién el de Presidente, para distinguirse entre los monarcas que se habían integrado al Imperio.
Para entonces, von Gülich ya había cambiado nuevamente varias veces de destino.Tras regresar en
1868 desde el Río de la Plata a su patria, fue enviado en 1870 a la capital venezolana, Caracas.Tres
años más tarde se trasladó a Tánger, en Marruecos. Sin embargo, finalizó su carrera casi donde la había
iniciado. En 1877 fue nombrado Embajador en Santiago de Chile, puesto del que se retiró en 1881.
futura Argentina representaba un destino migratorio que –según las negociaciones llevadas a cabo en
Berlín por el representante argentino Delfín B. Huergo– no exigiría la asimilación total de los inmi-
grantes alemanes. Permitiría una estrategia de asentamiento en colonias que mantendrían un estrecho
contacto con la tierra natal y conservarían la cultura alemana, como lo indicaba en el artículo 12.
Este tratado nació así, aquel 19 de septiembre de 1857, en medio de una enorme inestabilidad
política. Sólo los más idealistas pudieron imaginar que se convertiría en la base de una relación bila-
teral que abarca hoy 150 años. El camino no fue fácil. Más de una vez la relación entre ambos países
estuvo a punto de quebrarse y en una ocasión llegó a interrumpirse. Pero el impulso generado un siglo
y medio atrás permitió que, según lo confirman los datos oficiales, cerca de 1.200.000 descendientes
de alemanes vivan, trabajen y construyan hoy un porvenir en la Argentina.
Poblar un país a la alemana
“La compañía se encarga de fijar el precio del pasaje desde
Europa al puerto de Buenos Aires, víveres comprendidos, en
la suma de 260 francos. (…) La diferencia será pagada al
contado, justo después de la partida del navío y contra
reembolso a quien contrajo esas obligaciones en provecho
del Gobierno argentino.”
No eran objetos ni máquinas lo que la carta ofrecía. Era algo mucho más valioso para el joven
Estado argentino de 1860: inmigrantes. En este caso, el agente, desde su sede en París, ofrecía inmi-
grantes alemanes y suizos. Los preferidos eran los que tenían preparación y capacitación en el enton-
ces difícil arte de cultivar la tierra. Hacia la segunda mitad del siglo XIX la Argentina necesitaba con
urgencia personal capacitado para cultivar su territorio, tan amplio como virgen. Sin embargo, deman-
da y oferta no estaban al mismo nivel. Como destino, la Argentina era eclipsada por las promesas de
tierra y fortuna de los Estados Unidos, el país de la inmigración por excelencia. El gobierno de
Buenos Aires necesitaba ofrecer un incentivo adicional. Pagarle al inmigrante la travesía y su primer
alojamiento era una posible opción, aunque no muy innovadora.Todos los países competidores en el
afán de hacerse con la valiosa mano de obra que salía de Europa adoptaban sistemas similares.
No faltaban razones para buscar especialmente pobladores alemanes. Cabe recordar que los alemanes
habían estado presentes desde los comienzos de la colonización, con figuras como Hans Vage, sargento de
artillería con Magallanes, en 1520, y Ulrich Schmidl y sus “einhundert treffliche Deutsche, Niederländer
und Österreicher”, en 1534. Le seguirían religiosos, como el misionero jesuita Florian Paucke. El joven
sacerdote llegó a los territorios del Río de la Plata en 1752. Aquí, en la reducción de San Javier, inició a
los indios mocovíes en las tareas de la agricultura.También les enseñó los secretos de la carpintería y de
la curtiembre, y puso en marcha una de las primeras escuelas.
Un siglo más tarde, alrededor de 1850, las primeras colonias de agricultores alemanes en la
provincia de Santa Fe fueron protagonistas de una tendencia que el Estado argentino quería
impulsar. A pesar de que en aquel entonces el total de inmigrantes alemanes en
la Argentina era de apenas unos pocos centenares, es
difícil imaginar la historia de esta tradicional provin-
cia agricultora sin su aporte. El nombre de sus colo-
nias –algunas tan antiguas como Esperanza, funda-
da en 1858– reflejan aún hoy una forma de vida
arraigada en los valores religiosos y del trabajo:
Esperanza, San Jerónimo, San Carlos,
La inmigración que ayudó aconsolidar la idea argentina
Pág. anterior: los inmigranteseran el activo más importantepara una joven Argentina. Elpuerto de Buenos Aires era lapuerta de entrada por excelen-cia. (Foto: AGN).
Derecha: las navieras alemanaseran, en muchos casos, el mediode transporte predestinado.(Foto: Nico Pérez / GentilezaHotel de Inmigrantes)
1716
Guadalupe.
Ya más cerca de la actual capital argentina, les seguirí-
an, a partir de 1865, los asentamientos como Helvecia,
Humboldt y Cañada de Gómez. La región se convirtió tam-
bién en un centro para el contacto diplomático. A poca dis-
tancia de Cañada de Gómez estaba la estancia La Germania,
fundada en los primeros años de la década 1870, por
Guillermo Nordenholz, el mismo que poco antes había parti-
cipado en la fundación del Hospital Alemán.
Otro establecimiento agrícola de envergadura era La
Hansa, de Woltje Tietjen.Tanto él como Nordenholz se des-
empeñaron como cónsules alemanes, en Rosario y en Buenos
Aires. El interés diplomático alemán por la zona quedaba a
la vista de cualquiera que contemplara los campos de trigo y
alfalfa que se cultivaban por entonces. Asegurarse una pre-
sencia oficial en estos centros de producción alimentaria, en
la joven República Argentina, tenía que ser una prioridad para cualquier gran Estado europeo. En
1869, ese afán se tradujo en la creación de viceconsulados alemanes en las ciudades de Rosario,
Gualeguaychú y San Juan.
La segunda mitad del siglo XIX fue así una de las épocas más intensas de la inmigración alemana al
país. A partir de 1878 se sumaron los aportes de los colonos del Volga en las provincias de Entre Ríos y
Santa Fe. Por esos años se produjeron también los asentamientos en los viñedos de Mendoza, la región
por excelencia para la vitivinicultura de estilo europeo. Además, a finales del siglo, no hay que olvidar a
los pioneros que se animaron a buscar un nuevo destino en las profundidades de la Patagonia.
Por su parte, las provincias de Córdoba, Corrientes y Misiones se convirtieron a partir de 1919 en
el refugio de aquéllos que necesitaban dejar atrás la desesperación de un país derrotado en la Primera
Guerra Mundial. En el Noreste argentino se encontrarían con otros alemanes que habían llegado
antes desde el Sur de Brasil. El resultado son zonas como Montecarlo y Eldorado, en las que más de
un turista todavía hoy se queda perplejo cuando en plena ribera del Paraná, algún baqueano se dirige
a él en un alemán perfecto, aunque tal vez un poquito anticuado.
Para 1920, la comunidad alemana en la Argentina ya se contaba por miles. Según los datos de la
Dirección de Migraciones, rondaba la marca de 150.000, con lo cual representaba el 2,3 por ciento
del total de la población en la Argentina.
La guerra seguiría catalizando la inmigración. La tercera ola llegaría apenas treinta años des-
pués. Los primeros llegaron a partir de 1933, desde una patria natal enceguecida por un fanatismo
sin igual en la historia de la humanidad. Eran de ascendencia judía. Pocos años después, les seguirían
aquéllos que trataban de dejar atrás a una Alemania derrotada.
La historia se repetía.También sus protagonistas. Porque el inmigrante seguía siendo lo que había
sido siempre – un inmigrante. Sus problemas son los mismos a lo largo de toda la historia: otro idio-
Carlos Gessel y su esposa, ejemplos de la inmigración ale-mana (Foto: AGN)
El Manual del Inmigrante buscaba facilitar el difícilproceso que significaba dejar atrás el hogar de todala vida, para volver a empezar en un país tan prome-tedor como desconocido. Sus contenidos abarcabandesde consejos para el trabajo agrícola hasta lasrecomendaciones para moverse en la ciudad. Elhumor era, en algunos casos, el ingrediente preferi-do para ilustrar el primer encuentro con la culturaargentina. (Foto: Nico Pérez / Original gentilezaHotel de Inmigrantes)
Un pilar de las Ciencias Naturales
Carl Hermann Conrad Burmeister no fue
un inmigrante más. No dejó atrás una vida
destruida por la guerra, el hambre o la
miseria, como tantos que lo siguieron. Al llegar a la Argentina en 1861, Burmeister era un reconocido
científico en su país natal.Tenía 54 años. Estudió Medicina y Ciencias Naturales y se especializó en el
estudio de los insectos. Había publicado varios libros, que luego se convirtieron en clásicos de las
Ciencias Naturales. Su Handbuch der Entomologie (Manual de Entomología) en cinco tomos, publi-
cado en 1832, se tradujo al inglés. Su Geschichte der Schöpfung (Historia de la Creación), de 1849,
llegó a tener seis ediciones y fue traducida a cinco idiomas. El hecho de que en 1859 su teoría fuera
refutada por la teoría de la evolución de Charles Darwin, publicada en El origen de las especies, no le
quita el mérito de haber sido una obra esencial en su época.
Burmeister llegó a gerenciar el Museo de Ciencias Naturales de su universidad en Halle-
Wittenberg y lo convirtió en uno de los más importantes de su país. Fue discípulo y amigo personal
del naturalista quizás más reconocido en su época, Alexander von Humboldt. Cabe, entonces, la
siguiente pregunta: ¿Qué fue lo que lo motivó a dejar todo eso atrás y a aventurarse a trabajar para
un gobierno que era todo menos estable, en un país que recién comenzaba a encontrar su camino
como Nación y Estado?
Al igual que von Humboldt, Burmeister había viajado en varias ocasiones por América Latina.
Entre 1850 y 1852 había realizado investigaciones en Brasil. Cuatro años más tarde viajó por el
Cono Sur. De 1856 a 1860 recorrió Chile, Uruguay y la Argentina. Fue este últi-
mo viaje el que marcó su destino.
A pesar de haber regresado a Alemania, luego de su último viaje, con
muestras de 10.000 objetos y con el prestigio de haber sobrevivido a una
travesía por una de las regiones del mundo menos conocidas en su
época, el naturalista alemán se encontró con la indiferencia y el
desinterés de sus conciudadanos. Por eso, al enterarse de que
su colega francés, el naturalista Auguste
Bravard, había rechazado la oferta del
entonces Ministro de Educación
argentino, Domingo Faustino
Sarmiento, de asumir la conducción
del nuevo Museo Público de Buenos
Aires, Burmeister no lo dudó
mucho. Le ofreció sus servicios a
El aporte de Hermann Burmeister:una historia particular
Pág. anterior: Carl HermannBurmeister, en 1891, cuando yaera reconocido como uno de lospilares de las Ciencias Naturalesde la Argentina.
Derecha: el joven científico, en1837, como profesor en laUniversidad de Halle (Fotos:gentileza Museo de CienciasNaturales / Héctor A. Leanza)
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través del representante alemán en Buenos Aires, Friedrich von Gülich. Sarmiento no vaciló.
Al llegar a Buenos Aires en noviembre de 1861, después de tres meses de travesía, los vientos
políticos habían cambiado. Sarmiento ya no era ministro y aún tampoco era presidente. Burmeister
tuvo que esperar otros cuatro meses hasta que el nuevo Ministro de Educación, Eduardo Costa, ratifi-
cara su nombramiento. Recién el 21 de febrero de 1862 el naturalista alemán pudo asumir su puesto.
No tardó, sin embargo, en dejar su marca. En poco tiempo transformó los desordenados materiales de
los depósitos del museo en colecciones científicas. Hacia 1864 se publicó la primera edición de la
revista Anales del Museo Público de Buenos Aires, que rápidamente fue reconocida también en el
exterior. En 1866 fundó la Biblioteca del Museo Público. Contribuyó a la misma con su propia obra
Los caballos fósiles de la pampa argentina y fundó la Sociedad Paleontológica.
Pero sólo cuando Sarmiento volvió a ocupar un cargo público Burmeister pudo convertirse en lo que
hasta el día de hoy muchos expertos consideran que fue: uno de los pilares de las Ciencias Naturales en la
Argentina. Poco después de asumir como Presidente de la Nación en 1868, Sarmiento le encargó la crea-
ción de la Academia de Ciencias de la Universidad de Córdoba y le encomendó la contratación de profe-
sores extranjeros. El flamante director no dudó en asegurarse el apoyo de los colegas con los que mejor
congeniaba. En la Academia prevalecían apellidos extranjeros: Sievert, Lorentz, Stelzner,Weyenbergh,
Schultz-Sellak y Vogler. A pesar de que por su carácter dominante Burmeister no logró retener a la mayo-
ría de ellos mucho tiempo, el ejemplo hizo escuela. Hacia finales del siglo XIX, la Argentina se había con-
vertido en un punto de encuentro de los más renombrados científicos de habla germana.
Entre los más conocidos figura la colectividad de científicos que colaboró en la creación del
Museo de La Plata. Un resultado –mucho menos conocido– es seguramente el peso que adquirió la
influencia alemana en el área de la Física. Tanto es así, que en 1985 el historiador Lewis Pyenson
llegó a afirmar que hacia 1913 La Plata fue el segundo centro mundial de Física Teórica después
de Alemania. Cabe recordar también que la fuerte presencia de los investigadores de origen alemán
causó no poca resistencia dentro de la comunidad científica local. En 1928 el Centro Pro Defensa
Universitaria de la Plata llamó a la resistencia abierta para evitar que se nombrara al alemán
Erich Dauert al frente de la sección de Zoología del Museo de La Plata. La consigna fue:
“¡Egresados del país: Es necesario reaccionar!”.
No obstante, pocos dudan hoy del valor que tuvo la llegada al país del responsable de tanta
influencia alemana, Carl Hermann Conrad Burmeister. Entre sus alumnos hubo algunos que dejarían
su propia huella en la Historia argentina: Francisco Pascasio Moreno y Florentino Ameghino. Con
éste mantuvo incluso una disputa científica. Contrariamente a su maestro, Ameghino, considerado, a
su vez, como uno de los pilares de la Paleontología y de la Antropología en la Argentina, apoyaba las
teorías de Charles Darwin, quien había realizado investigaciones en la Patagonia Argentina.
Al cumplirse el 50° aniversario de su doctorado Carl Hermann Conrad Burmeister se había con-
vertido en una figura del ámbito nacional. Vivió todavía para ver “su” museo convertido en Museo
Nacional de Ciencias. Al fallecer en 1892 dejaba atrás una tradición que, según la opinión de los
expertos, sería fundamental para el trabajo de los científicos argentinos durante varias generaciones.
El entonces Presidente Carlos Pellegrini lo reconoció así al encabezar el cortejo fúnebre.
Burmeister había visitado la región del Cono Sur antes de radicarsedefinitivamente en la Argentina. Amigo personal de Alexander vonHumboldt, el científico alemán llegó en 1861 a Buenos Aires, porinvitación del entonces Ministro de Educación,Domingo Faustino Sarmiento.(Fotos: Nico Pérez / Originales gentileza Museo Histórico Sarmiento)
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La institución que naciópara proteger la vida
Página anterior: el centro mater-no infantil del Hospital Alemán,se convirtió en uno de los másimportantes de su época.
Derecha: desde 1881, cuandollegó un grupo de enfermerasdiplomadas por la Cruz Roja yespecialmente contratadas, elhospital se caracterizó por el altonivel de capacitación de su per-sonal. (Fotos: HA)
En aquel 1867 los planos del edificio, que
sería el Hospital Alemán y que consolidaría
así el aporte alemán a la atención médica en
la Argentina, no eran nuevos. Durante tres años la Sociedad Alemana de Socorros para Enfermos
Deutscher Krankenverein (DKV, por su sigla en alemán), fundada en 1857, había analizado la
posibilidad de construir un centro de atención médica en Buenos Aires. Fue el horror de una gue-
rra lo que dio el impulso final para concretar los planes de construcción.
La Triple Alianza –Argentina, Brasil y Uruguay– libraba su segundo año de guerra contra el
Paraguay. A pesar de que el Norte del país era el centro donde se desarrollaban las batallas, la
capital argentina no tardó en llenarse de heridos. Tampoco tardó en aparecer otro hecho común
de las guerras de entonces: el cólera. La ciudad carecía de las condiciones mínimas de higiene
para una población que, tanto por la guerra como por la constante afluencia de nuevos inmigran-
tes, rondaba los 170.000 habitantes. En la capital argentina todo atentaba contra la salud públi-
ca: el hacinamiento, la ausencia de cloacas y la escasez de agua.
Buenos Aires no contaba con un sistema de eliminación de residuos y el abastecimiento de agua era
insuficiente. En los edificios se aprovisionaba el agua de lluvia por medio de cisternas en las terrazas. Las
casas particulares tenían pozos de agua. Los retretes eran excavaciones más o menos profundas que
alcanzaban la napa de agua subterránea, a veces estancada. Pocos de los rudimentarios baños habían
sido construidos por obras de albañilería. Las aguas servidas fluían en los fondos o en zanjones. Los resi-
duos que se recolectaban se utilizaban para nivelar las calles y los terrenos bajos de la ciudad.
Sólo en los barrios del centro las calles tenían empedrado, realizado sobre des-
echos orgánicos, por lo cual se inundaban con fre-
cuencia. Para la iluminación de las calles más
importantes ya se empleaba el
gas, pero el resto se alumbraba
con faroles de aceite. Aún se veían
los zanjones que demarcaron la
traza primitiva de la ciudad.Todos
ellos eran focos de infección y
medios de propagación de las enfer-
medades epidémicas. Este marco
desolador empeoraba por la presen-
cia de los saladeros, el Riachuelo -
El Hospital Alemán se fundó enplena epidemia de fiebre amarilla
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que ya empezaba a oler mal- y los mercados, que se transformaban en poderosas fuentes de infección.
El 26 de agosto de 1867, reunido en sesión extraordinaria, el DKV decidió ponerse manos a la obra para
ayudar a mejorar la saturada situación sanitaria. Compró un terreno de 230 metros de frente por 106 metros
de fondo. En aquellos tiempos el lote estaba localizado fuera de los límites de la ciudad, sobre una calle de
tierra denominada Central América, que en la actualidad es la Avenida Pueyrredón.
Por disposición de sus promotores la gestión del nuevo centro quedaría a cargo de una Sociedad de
Hospital. Como primer presidente se designó al entonces Cónsul de la ciudad de Bremen en la Argentina,
Guillermo Nordenholz. Pero todavía antes de que se pudiera empezar la construcción, la comunidad médica
alemana debió participar en la lucha contra otro nuevo reto que enfrentaba la ciudad: la epidemia de fie-
bre amarilla que azotó a Buenos Aires a partir de enero de 1871.
No era la primera vez que la ciudad se enfrentaba a esta plaga.Ya se habían registrado brotes en los años
1852, 1858 y 1870. No obstante, el daño causado en 1871 alcanzó cifras no conocidas hasta entonces.
De acuerdo con crónicas de la época, la enfermedad habría sido traída por un viajero llegado en un barco
francés, procedente de Río de Janeiro. La epidemia, que duró seis meses, se cobró 14.000 muertos. Entre ellos
hubo 233 alemanes. Sin embargo, el mayor número de muertos se registró en la comunidad italiana: perdió
6.201 miembros, según las estadísticas de la época.
Finalmente, una vez controlada la epidemia, la comunidad médica alemana inició las obras. El Hospital
Alemán (HA) abrió sus puertas en 1878. Su capacidad era de 24 camas, repartidas en dos pabellones. En un
principio, los estatutos habían indicado que los alemanes pobres tendrían derecho a tratamiento médico gra-
tuito. Además, todo alemán, socio o no, podría hacer uso de sus servicios. Por entonces, unos 5.100 alemanes
vivían en la República Argentina. No obstante, pronto resultó evidente que el HA se encaminaba a convertirse
en un centro que no sabía de nacionalidades: sólo sabía de pacientes.
Apenas tres años después de su apertura, el hospital amplió sus instalaciones para poder atender la
afluencia de nuevos socios, entre los que figuraban apellidos sin procedencia alemana. Se construyeron dos
nuevos pabellones y hacia 1884 se abrían los consultorios externos para pacientes de menores recursos,
dónde la atención se ofrecía gratuita.
No tardó en llegar el agradecimiento de una ciudad, que veía a su población cada vez más cerca del medio
millón de habitantes. En 1886, la Municipalidad de la ya proclamada capital argentina, declaró al HA entidad
modelo. Ante una nueva epidemia de cólera que amenazaba con afectar a la ciudad, el hospital se esforzó por
hacerle honor al título. Amplió su capacidad de enfermería e incorporó en 1889 a la primera camada de 27
enfermeras diplomadas en la Cruz Roja que el HA había contratado especialmente en Alemania. Llegaban con
el encargo de enseñar, sobre bases científicas, el oficio de atender y curar.
En la actualidad el aporte del Hospital Alemán a la ciencia médica argentina se refleja en un total de ocho
departamentos y 52 servicios. A principios de 2007, con la construcción de un nuevo edificio de alrededor de
4.000 metros cuadrados, que se convertirá en el Instituto de Oncología, comenzó la más reciente obra de
ampliación. A esto se suma una importante labor académica en asociación con la Universidad de Buenos Aires
y la realización de conferencias tanto en el país como en el exterior, por lo cual, a 140 años de su creación, el
HA es también un referente en medicina a nivel internacional. Su Comisión Directiva incluye, además de argen-
tinos, a representantes de Alemania, Austria y Suiza. Entre sus pacientes se registran más de 60 nacionalidades.
La nursery del HA fue para muchos argentinos y alemanes elprimer lugar desde el cual saludar al mundo. (Foto: HA).
El Presidente alemán Heinrich Lübke (izq.) y su par argentinoArturo Illia inauguran instalaciones del Hospital Alemán en 1964.(Foto: AGN)
El frente del antiguo edificio del Hospital Alemán. (Foto: HA)
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El negocio de cruzar los mares
Aquel día de 1872, poco hacía
pensar que la Hamburg-
Südamerikanische
Dampfschifffahrts-Gesellschaft,
iba a convertirse en un actor
que haría historia en la relación entre la Argentina y Alemania. La empresa matriz –la Hamburg-
Brasilianische Dampfschiffahrts-Gesellschaft– había sido fundada tres años antes por un grupo de
once armadores de Hamburgo. Esta reunía a lo más selecto de la entonces ya poderosa ciudad
mercante. Entre sus fundadores se destacaban nombres como August Bolten, Heinrich Amsinck o
W. Milburn & Co.
Juntos esperaban poder asentarse en la costa atlántica del continente sudamericano. Apostaban
así a uno de lo mercados menos desarrollados de la época. Del lado del Pacífico esperaban las
minas de cobre y salitre de Chile, con recursos vitales para satisfacer el hambre industrial de una
Europa en pleno desarrollo.
La meta era crear un servicio de transporte diseñado específicamente para esta ruta. Los funda-
dores esperaban poder diferenciarse de la competencia feroz de las navieras británicas de esos años.
Ello implicaba contar con barcos apropiados para poder aprovechar la red de puertos de poco calado
de la región.
Los buenos resultados obtenidos en la ruta a Brasil llevaron a los armadores hamburgueses
a ampliar el servicio. A la flota inicial de tres barcos –Santos, Río, Brazilian– se incorporaron
los buques Bahía I y Bahía II y se conformó la Hamburg-Südamerikanische Dampfschifffahrts-
Gesellschaft. El 14 de julio de 1872, el primer barco de la nueva naviera atracó en el puerto de
Buenos Aires.
El momento no podía ser más propicio. La Argentina comenzaba a destacarse como uno de
los principales proveedores de alimentos en el mundo. A los pocos años –ya con los territorios de
la Patagonia incorporados al ámbito nacional– se afianzaba en el país el modelo agroexportador.
La combinación de nuevos aportes de capital extranjero a empresas rurales y el fuerte desarrollo
de la red ferroviaria permitió la expansión no sólo de la ganadería, sino también de la produc-
ción de granos. En 1898 Alemania era uno de los principales clientes de la Argentina. Según el
Anuario de Comercio Exterior de la época, poseía una participación del 15,2 por ciento en las
exportaciones argentinas. El 22,4 por ciento de las exportaciones estaba destinado a Francia,
mientras que Gran Bretaña alcanzaba una proporción del 14,3 por ciento. Las
compras de los tres países representaban el 50 por ciento del valor total de las
exportaciones argentinas.
La Hamburg-SüdamerikanischeDampfschifffahrts-Gesellschaft se convirtióen uno de los ejes del intercambio comercialtambién gracias a la participación argentina
Pag. anterior: el mítico vaporCap Arcona en una de sus llega-das al puerto de Buenos Aires enlos años ´30. (Foto: AGN)
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Para entonces, la Hamburg Süd ya contaba con 60 buques y era una vía de referencia para el trans-
porte hacia los mercados de habla alemana. A pesar de contar durante algunos años con la competencia
de empresas como Norddeutscher Lloyd, de la ciudad de Bremen, o Hamburg-Amerikanische Packetfahrt-
Actiengesellschaft (HAPAG), la Hamburg Süd supo hacer de la individualidad su marca de distinción.
Sinónimo de tal expansión fue Antonio Delfino. Miembro de una de las tradicionales familias
argentinas, el primer agente general de la naviera alemana en la región del Río de la Plata, supo
reconocer, a partir de 1894, las oportunidades que se le presentaban a una empresa de transporte
especializado. Al cabo de pocos años Hamburg Süd no sólo vendía servicios de transporte rápido para
los cada vez más requeridos cereales, frutas, algodón y cueros argentinos. Ofrecía, además, buques
especialmente concebidos para el transporte del bien más preciado para la creciente economía argen-
tina: inmigrantes. Varias generaciones de ellos llegaron a la Argentina con barcos como el Cap Roca o
el Cap Verde. A ellos se sumó a partir de 1902 la categoría de buques Santa, como el Santa Bárbara
y el Santa Catharina, y, posteriormente, la famosa línea Monte, como el Monte Cervantes y el Monte
Olivia. En ellos llegaron también familias alemanas, cuyos apellidos se convertirían en algunos de los
más representativos de la comunidad germano-argentina como, por ejemplo, Bieckert (Bieckert),
Bemberg (Quilmes) o Staudt (Staudt&Cia.).
En los primeros años del nuevo siglo Hamburg Süd instauró, además, el primer servicio marítimo
regular entre Ushuaia y Buenos Aires. Entre los favorecidos estuvieron también aquéllos que optaron
por la aventura de poblar el territorio patagónico, recién incorporado al ámbito nacional. Hacia 1904
la naviera dominaba gran parte del transporte marítimo hacia el Sur. Para ello aprovechaba también
otras vetas del negocio: ofrecía a sus clientes el viaje a Chile por la vía férrea que, a principios del
siglo XX, ya permitía cruzar desde el Atlántico hacia el Pacífico. El impacto de la empresa de
Hamburgo se veía también en el puerto de Buenos Aires: operaba allí con la mayor flota de remolca-
dores y barcazas, reproduciendo así el modelo con el cual trabajaba ya en el puerto de Hamburgo.
El broche de oro de esta primera etapa aún estaba por llegar. El negocio de transporte de pasaje-
ros, cuyo auge se produjo entre las dos guerras y su imagen por excelencia fue el buque Cap Arcona.
En esa época éste fue el barco insignia para los servicios de traslado de pasajeros hacia América del
Sur, es decir, entre Alemania y la Argentina. Con una capacidad de 27.561 toneladas brutas de regis-
tro, el Cap Arcona tenía capacidad para transportar 1.300 pasajeros. Su tripulación constaba de 650
personas. Los interiores de aquel mítico barco le sirvieron de escenario a anécdotas, que hoy forman
parte de la historia de las relaciones bilaterales. Entre ellas se puede mencionar el episodio de las
vacas que eran embarcadas para proveer de leche fresca a los niños de las familias que viajaban en
primera clase. O bien, la historia de aquella familia, que optó por comprar la cabina en la que regu-
larmente viajaba a Europa para asegurarse que nadie más durmiera en sus camas.
En esos años, la interacción con su puerto de destino en Argentina era tal, que la Hamburg Süd
confiaba a un proveedor en la Argentina el suministro de uno de los elementos más preciados. “Nadie
lo sabía, pero la cerveza alemana, que se ofrecía en las grandes recepciones que se organizaban en los
barcos, no era otra que Quilmes”, recuerda Karl Wolfgang Keymer, quien durante 25 años fue director
de la naviera en la Argentina.
No obstante, el Cap Arcona alcanzó su mayor notoriedad internacional hacia el final de la
Segunda Guerra Mundial. Al igual que otros buques de la flota como el Antonio Delfino, el Monte
Olivia, el Monte Rosa o el General San Martín, la antigua estrella de los mares del Sur fue utilizada
entonces para evacuar a habitantes y refugiados desde la costa alemana del Mar Báltico. En los últi-
mos días de la guerra muchos intentaban escapar por la vía marítima del horror. Anclado en la Bahía
de Lübeck, el Cap Arcona fue atacado y hundido por la aviación británica el 3 de mayo de 1945.
Llevaba 5.000 refugiados a bordo, de los cuales 350 sobrevivieron, según lo recuerda Joachim Wölfer,
autor del libro Cap Arcona: Biographie eines Schiffes, Geschichte einer Reederei.
A pesar de la destrucción sufrida en toda su flota, tras la guerra la Hamburg Süd volvió a esta-
blecerse como transportista de referencia para satisfacer las necesidades de un país en ruinas. El
motor de tal renacimiento fue el empresario Rudolf August Oetker, quien antes de la guerra había sido
un importante empresario en el sector alimenticio e industrial.
Impulsado por una legislación que favorecía la inversión en el sector, Oetker tomó el control de la
compañía. Hacia 1950/51 la naviera ya contaba con sus primeros barcos nuevos. El Santa Ursula
sería el primero en llegar a Buenos Aires en mayo de ese año. Luego le siguió una de las tantas histo-
rias de éxito de una Alemania de posguerra.
En la actualidad la Hamburg Süd cuenta, entre propios y rentados, con una flota de 139 barcos.Tras
varios años de consolidación, en los que llegó a adquirir 16 competidoras, cuenta hoy con servicios que
cubren todo el mundo. Con un total de 4.000 empleados en el mundo, la Hamburg Süd se mantiene no sólo
como la principal naviera en las rutas a América Latina. Sigue siendo además lo que fue desde sus princi-
pios: uno de los protagonistas en el desarrollo de la comunidad alemana y, a través de ella, de la Argentina.
Izquierda: carga de carne en el puerto deBuenos Aires.Derecha: menú del Cap Arcona.(Fotos: gentileza Hambürg Süd / AGN)
31
Un año nuevo y el número 13 no parecen, necesariamen-
te, la combinación más propicia para iniciar una agrupa-
ción de carácter comunitario-político. Sin embargo, para
los fundadores de la asociación socialista Vorwärts (Adelante) la confluencia resultó perfecta. En la
noche del 31 de diciembre de 1881, trece inmigrantes alemanes firmaron, en un café del centro porte-
ño, el acta constitucional de lo que se convertiría más tarde en un actor destacado del escenario polí-
tico argentino y, especialmente en las relaciones bilaterales.
En sus comienzos la asociación no tenía otro fin que prestar ayuda a los inmigrantes alemanes. Se
parecía así a otras instituciones que se habían formado en otros países de inmigración como, por ejemplo,
los Estados Unidos. En esos días, según las estadísticas oficiales, la Argentina recibía a más de 500.000
inmigrantes, de los cuales, de acuerdo con la investigación ¿Dónde durmieron nuestros abuelos?, realizada
por los historiadores Jorge Ochoa de Eguileor y Eduardo Valdés, cerca de 18.000 eran alemanes.
Gran parte de los alemanes venían de una Berlín en pleno torbellino político. Allí, el Canciller
Otto von Bismarck había proscripto a los movimientos de ideología socialista. El partido de esa ten-
dencia, el Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD), estaba proscripto. Sus instalaciones habí-
an sido clausuradas y prohibidos los medios de comunicación que publicaban. Muchos de sus miem-
bros se vieron obligados a emigrar. En su mayoría eran artesanos y trabajadores especializados, que se
habían manifestado en las calles de la capital alemana en reclamo de mejoras sociales.
En la Argentina, Vorwärts aspiraba a coordinar la ayuda para estos refugiados políticos, que, en
más de un caso, venían con muy poco más que lo puesto. Por otro lado, la asociación quería intensifi-
car los contactos con los trabajadores argentinos, cuya fuerza venía creciendo desde la fundación del
primer sindicato, la Unión Tipográfica.
Para 1884 el Vorwärts se había convertido en un punto de referencia en el entorno de los inmigran-
tes. En su sede ubicada, primero en la calle Comercio, y luego en Rincón 1141 de la flamante Capital
Federal, los asociados podían utilizar instalaciones como bibliotecas, asistir a obras de teatro o partici-
par en coros y grupos de debate. Más tarde, la asociación adquirió una propiedad en la afueras de la ciu-
dad, que bajo el nombre de La Perlita se convertiría en uno de los primeros centros recreativos del país.
La asociación editó, además, lo que fue –junto a El Artesano, de 1863– uno de los primeros periódicos
obreros de la Argentina. Se trataba de una publicación semanal que incluía artículos, daba consejos e infor-
maba sobre actos y reuniones. Su nombre: Vorwärts-Adelante. Emulaba así a otras publicaciones socialis-
tas, que se editaban en Portugal (Avante), Italia (Avanti) o Rusia (Wperiod).
Para fines de la década del ´80 la importancia de este actor comunitario alemán-
argentino había trascendido las propias fronteras. Cuando en 1889 se celebró en
París la Segunda Internacional, el movimiento obrero argentino –por pedido del
Vorwärts– estuvo representado por un socialista alemán de peso: Wilhelm
Los socialistas del Vorwärts
Pág. anterior: con el mismonombre, la asociación editó unode los primeros diarios obrerosde la época. Su contenidocomentaba, en alemán, la reali-dad nacional. (Foto: FriedrichEbert Stiftung).
El club que cambió el mapapolítico de la Argentina
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Liebknecht, el padre de quien luego se convertiría en una de
las principales figuras de la República de Weimar, Karl
Liebknecht. Un año más tarde, para el 1º de Mayo de 1890,
Vorwärts –el “Club” como lo llamarían muchos– organizó en
la Argentina la primera celebración del Día del Trabajador.
El acto se llevó a cabo en el Predio Español, donde cerca de
3.000 asistentes escucharon los discursos en varios idiomas,
entre ellos en alemán e italiano.
En junio de ese mismo año cayó el Gobierno de Miguel
Juárez Celman. Una de las causas de esa caída fueron los efec-
tos de una crisis financiera, originada en la Inglaterra de los
Baring Brothers, y la presión por reformas democráticas, lide-
rada por Leandro N. Alem y Bartolomé Mitre, quienes encabe-
zaban la Unión Cívica. No obstante, tampoco se debe subesti-
mar la presión que generó el sector obrero: el 29 de junio de
1890 quedó conformada la Federación de Trabajadores de la
Región Argentina, la primera central obrera de América Latina.
Sin embargo, la repercusión más importante que Vorwärts llegó a tener en la Argentina se gestó
cinco años más tarde. En 1896 la agrupación alemana impulsó la creación del primer partido socia-
lista del país. Entre los fundadores e ideólogos del partido se encontraban varios miembros de
Vorwärts.Tanto es así, que la reunión constituyente del partido se celebró en la casa matriz del Club.
Una vez conformado el partido, Vorwärts volvió a concentrarse en el trabajo comunitario.
Posteriormente, en otras dos oportunidades, la asociación tuvo un protagonismo particular para la rela-
ción bilateral. Como lo recuerda hoy su ex presidente, el escritor y médico austríaco Alfredo Bauer (ver
recuadro), durante las dos guerras mundiales volvió a ser un punto de encuentro y refugio para muchas
personas que, desde la Alemania derrotada, llegaban a una Argentina tan prometedora como extraña.
“Era algo único”
Alfredo Bauer (Viena, 1924) fue presidente de la asociación
Vorwärts en el período 2000 - 2004. Llegó a la Argentina en
1939, huyendo con su familia del terror, que de la mano de los
nacionalsocialistas había invadido su patria natal, Austria.
Médico de profesión, es, además, escritor. Con obras como DerMann von gestern und die Welt. Ein biographischer Roman umStefan Zweig y también Hexenprozess in Tucumán und andereChroniken aus der Neuen Welt, Bauer es considerado como una
figura central de la literatura del exilio.
-¿Cuál es el mayor logro que le atribuye usted a la asociación Vorwärts en la Argentina?-En primer lugar, hay que mencionar la fundación del Partido Socialista. No se olvide que el acta fundacio-
nal del partido se firmó en 1896 en la sede de la asociación Vorwärts. Además, destacaría como un logro
que, a pesar de haber declarado desde el principio que se trataba de una asociación con claro mensaje políti-
co, una vez fundado el Partido Socialista se fijó como objetivo principal el trabajo en el ámbito comunitario y
cultural. Pero no desistió de exigir a los socios que participen en el proceso político argentino.
-¿Dónde se percibió, además, el impacto de Vorwärts?-En el aporte a la vida cultural y social que, de manera múltiple difundió la tradición humanista alema-
na. Otro elemento importante fue el papel de La Perlita, la quinta que la asociación ponía a disposición de
los socios para su esparcimiento al aire libre. Allí también se ofrecían instalaciones para hacer deporte.
Era algo único. Aquí se originó también la Federación Argentina de Faustball y también la Federación
Argentina de Handball. Algo para recordar es además el teatro. En el Vorwärts funcionó el grupo de teatro
del que surgió la Freie Deutsche Bühne, bajo la dirección de Paul Walter Jacob.Todo esto tuvo un impor-
tantísimo efecto para toda la comunidad alemana.
Los refugiados políticos encontraron también en la asociación un lugar en donde difundir sus ideas. La
asociación era un lugar de encuentro cultural para los perseguidos “raciales”, que en Alemania no habían
podido visitar ni un cine. El Vorwärts se esmeró por ofrecerles un ambiente de plena igualdad. El hecho de
contar, además, con una quinta, un centro comunitario, que les permitía alejarse de la ciudad para relajarse,
era algo único en esos años.Yo mismo me beneficié y mucho. Pero atención, la asociación Vorwärts no fue la
única organización de origen extranjero que aportó ideología social a la Argentina. Hubo organizaciones ita-
lianas y españolas que también hicieron su parte. Pero seguramente, junto a ellas, Vorwärts cumplió un papel
no menor. Al respecto, se debería recordar que uno de sus miembros, Germán Avé Lallemant, un agrónomo
alemán oriundo de la ciudad de Lübeck, fue quizás el primero que analizó la historia argentina desde el punto
de vista marxista. Nosotros se lo agradecimos con una plaza, aquí en Buenos Aires: logramos que en su honor
llevara su nombre. En San Luis hasta le dedicaron una montaña: el Cerro Lallemant.
-¿Qué posición adoptó Vorwärts durante las dos guerras mundiales?-En la Primera Guerra Mundial mantuvo una estricta actitud antibélica e internacionalista. Rehusó apoyar
el imperialismo del Imperio alemán, como así también a las potencias imperialistas occidentales. En la Segunda
Guerra Mundial Vorwärts apoyó activamente a la coalición anti-hitleriana, en particular, a la agredida Unión
Soviética.Tras el final de la guerra la asociación ayudó a la arruinada población alemana con envíos de víveres
y ropa, con especial atención de los sobrevivientes de los campos de concentración después de 1945.
-¿Y después de 1917 y la Revolución rusa, que llevó a la creación de la Unión Soviética?-Como institución Vorwärts no se pronunció en ningún momento a favor o en contra del régimen. En la
asociación los socialdemócratas y comunistas colaboraban en un clima amistoso. Haber procurado mante-
ner tal concordia fue mérito de Erich Bunke, quien durante muchos años fue el presidente de la asociación
Vorwärts. Bunke, era comunista –como lo soy también yo– mientras que, por ejemplo, el presidente actual,
Alfredo de Renzis, es socialista. Bunke, además, tuvo el destino de ser el padre de Tania, la guerrillera que
cayó con el Che Guevara cuando este murió en Bolivia.
-¿Dónde se puede apreciar hoy en la política argentina la impronta de la asociación Vorwärts?-En los actos que recuerdan a los desaparecidos durante los años del Proceso Militar, cada 24 de marzo.
Alfredo Bauer (Foto: A. Schwartz)
Existe un tango finlandés, existe un tango danés. Fuera
de Buenos Aires y de la Argentina, Berlín parece haber-
se convertido en la segunda capital del tango. Cada
semana se organizan allí por lo menos 30 milongas en
bares y cafés bailables con nombres como Roter Salon, Salón Urquiza o Tangoloft.
La movida tanguera berlinesa también incluye a Klaus Gutjahr, uno de los últimos expertos en el
arte de construir bandoneones. Lo que es casualidad para algunos, resulta lógico para otros. Al fin y
al cabo, desde Alemania salió el primer bandoneón con rumbo a la Argentina. Llegó en 1900 a los
muelles porteños de la mano de marineros alemanes.
Según se sabe hoy, fueron los lutieres Carl Friedrich Zimmermann y Heinrich Band quienes –cada
uno por su lado e inspirados en la concertina alemana, un acordeón de forma hexagonal inventado en
1820– idearon el bandoneón. Pero fue el desarrollo de Band que le generó el prestigio y relevancia
que hoy tiene. Quien le dio su nombre al instrumento tenía un gran bagaje musical en su haber: uno de
los tíos de Band habría sido el violinista y compositor Nicolás Paganini.
A pesar de tan aristocrática herencia musical, el instrumento que es sinónimo de tango en la
Argentina, se utilizó en Alemania únicamente para la música popular. “Muy pocos sabían que la
extensión de su registro permite tocar música con una amplitud tan grande como la del piano”, expli-
ca Gutjahr desde Berlín.
“Cerca del 90 por ciento de los bandoneones que se usan en la Argentina provienen de Alemania”,
cuenta el lutier alemán, quien a los ocho años aprendió a tocar el instrumento de la mano de su padre.
Después profundizó sus conocimientos en el Julius-Stern-Institut de la Universidad de Bellas Artes de
Berlín, donde se despertaron su curiosidad y su pasión por el mecanismo de este instrumento.
Gutjahr construyó su primer bandoneón en 1984. Su primer cliente fue nada menos que el vir-
tuoso Juan José Mosalini. Desde esos días pasaron por sus manos cerca de 600 de estos instru-
mentos. El también músico comenta que, cuando él comenzó su labor de lutier nada hacía presu-
mir que la fascinación que irradia el sonido
del bandoneón se expandiría también entre la
población alemana. Sin embargo, eso ocurrió.
A tal punto, que a algunos les cambió la vida.
Nicole Nau es uno
de esos casos. Nacida en
la ciudad de Düsseldorf
en 1963, hasta fines de
1980 sólo pensaba en
35
El inicio de una relación en 2 x 4La llegada del bandoneóna la Argentina inició unfenómeno sigue seduciendo
Pág. anterior: la bailarina alemana
Nicole Nau y su esposo, el argentino
Luís Pereyra, son un referente para una
relación que vive al 2x4. (Fotos: Guido
Gayk / Jorge Royan).
36
un futuro ligado al mundo de la publicidad y el diseño gráfico. Para eso se había preparado. Hoy, sin
embargo, es bailarina de tango y junto con su esposo, Luis Pereyra, es un referente de este baile a
ambos lados del Atlántico.
-¿Cómo se originó la fascinación por el tango en Alemania?
-Todo empieza en la década de los años 80. En mi caso comenzó con el espectáculo Tango
Argentino, de Héctor Orezzoli y Claudio Segovia, que se presentó en Alemania en 1988. En ese tiem-
po vivía en Düsseldorf y viajé especialmente a Munich para verlos bailar en el Deutsches Theater.
Quedé tan fascinada, que al salir del teatro fui directamente a una agencia de viajes para tratar de
comprar un pasaje de avión. Lo que no sabía en ese momento es que en ese primer espectáculo había
visto también a quien luego se convertiría en mi esposo y compañero de baile: Luis Pereyra. Ese día
dejé mi vida anterior de diseñadora gráfica y me entregué al tango.
-¿Por qué el tango tiene tanto auge en un pueblo como el alemán, que es considerado conserva-
dor y poco expresivo?
-Si, es notorio que, con excepción del pueblo argentino, sea el pueblo alemán el que tenga la
mayor tendencia hacia la cultura del tango.Tal vez porque Alemania jamás tomó el tango como una
danza de moda, como fue en otros países.También influye el hecho de que en Alemania se haya des-
arrollado un sistema de enseñanza de tango, que es deslumbrante. Por otra parte, como bien sabemos,
los alemanes son de hacer las cosas a conciencia (ríe..).
Sin embargo, hay que reconocer que hoy el tango en Alemania está un poco cargado de clichés: el
abrazo, la melancolía, etc.. Sigue aferrado a imágenes que le fueron impuestas al tango para comer-
cializarlo: hay cierto abuso de la imagen que el tango debe ser frívolo, sensual, erótico. En realidad, es
una danza sencilla del pueblo. Fuerte, alegre, potente, llena de ritmo.
-Aún así, posee un encanto palpable: ¿Cómo explica usted, una alemana radicada en Buenos
Aires, que vive el tango como propio?
-Creo que el alemán se identifica más que nadie con esta danza porque se puede encontrar con
las raíces de su propia cultura. El abrazo viene de las danzas europeas, el bandoneón es un instrumen-
to, en realidad, muy alemán. Y, claro, está el otro elemento: el alemán encuentra en esta danza liber-
tad, ritmo, sensibilidad. Hombre y mujer pueden volver a vivir la danza compartida, dependiente.
Ambos vuelven a encontrarse con roles definidos. La mujer encuentra un ambiente, en el cual puede
volver a lucirse desde su lado más femenino, el ser mujer.También esto es un cliché, pero es algo muy
importante en un país, en el que como consecuencia de una fuerte emancipación, se perdieron los
roles tradicionales del hombre y de la mujer. A tal punto, que ambos perdieron casi su identidad.
-¿Pero el alemán entiende el tango?
-Es una muy buena pregunta. Creo que, en parte, siente que el tango posee algo muy especial.
Pero dudo que lo entienda, que realmente lo pueda comprender. Porque viene muy ligado a la cultura
37
argentina. Yo misma viví ese proceso: Descubrí el
tango cuando llegué a él a fines de los 80. Por más
que viviera en Buenos Aires, era extranjera. Yo veía,
sentía las cosas del tango. Pero, desde una perspecti-
va alejada: interpretaba lo que veía en mi ser ale-
mán. Comparaba mis experiencias emocionales con lo
que había vivido antes.
Al conocer a Luis fue cuando comencé a convivir
con una vida argentina normal. Al sentir sus ideales,
sus valores, sus dificultades, su ser, me di cuenta de que
jamás –y estoy hablando de 16 años– había entendido
algo de lo que es el tango. Esa experiencia me llevó a
aprehender el tango de nuevo, me obligó a rehacerme
como bailarina.Tuve que viajar por el país para poder
entender al argentino. Por eso, opino, que el alemán
cree haber entendido. Pero, en el fondo, dudo que sea
así. Se puede compartir la cultura. Pero no se puede
enseñar la cultura, tampoco aprenderla.
Por ejemplo, veo las fotos de la familia de Luis y
no hay fiesta, ya sea un cumpleaños, la Navidad o lo que fuere, en que no bailen todos: chacarera,
zamba, bailecito, chamamé, lo que sea. Un tango, cada tanto. Esta gente jamás va a bailar para mos-
trarse. Sencillamente baila.Tampoco baila para olvidar el trajín del día. Simplemente baila.
Pero, obviamente, no es así en todos los casos. En Buenos Aires mucha gente baila tango porque
quiere mostrarse: las mujeres para ser vistas, los hombres para llamar la atención. Eso existe también
en Alemania. Existen aquéllos que se acercan al tango pensando que consiste en vestir minifalda y
mostrar el cuerpo. Con el tango creen que son alguien.
-¿Qué le pide el público en las giras por Alemania?
-El público alemán no pide. Pero vive cuando va a ver tango. Es increíble. Desde hace muchos años,
Luis y yo vamos de gira a Alemania. Les llevamos un tango muy cercano a las raíces. Un tango lejos
del cliché. Un tango normal. ¡Un tango! Siempre eligiendo grandes composiciones.También llevamos
otras facetas de la cultura argentina, por ejemplo, la música folklórica, el zapateo, la chacarera, la
zamba.Y es fascinante ver cómo se entusiasman, cómo lo viven con nosotros. Después nos dicen que
jamás vieron algo igual. En virtud de estas experiencias creo que el alemán no quiere ver el cliché: la
mina y el macho.Tampoco quiere ver la carita linda del tango. Quiere el baile, quiere ver cómo uno se
desangra cuando interpreta un tema. Que se es dulce cuando la música lo es. Aprecia mucho las gran-
des composiciones. Pero aprecia también mucho lo sutil, lo puro, lo verdadero. No hay que olvidarse
que el pueblo alemán es muy culto. No le gusta lo falso. Quiere lo auténtico, quiere la verdad.
El tango seduce a cada vez más alemanes.
Sólo en Berlín funcionan hoy más de 30
milongas. En la capital alemana se organiza,
desde 1996, el Internationales Tango Festival
Berlín. (Foto: Michael Grasmann)
39
La Patagonia inesperadaViajar por la Patagonia significa encon-
trarse una y otra vez a lo largo del cami-
no con apellidos como Madsen, Otten, Musters, Saint-Exupéry, Jones o Egger. Valles, lagos y monta-
ñas llevan los nombres de estos pioneros, que buscaban un nuevo destino al sur del paralelo 42. Sin
olvidar, claro, al pionero de los aires, Günther Plüschow, quien con su avión Taube se adentró en lo
más profundo del Sur argentino.
Sin embargo, entre tantos nombres extranjeros, poco se habla de un alemán, Juan Plate. Es sor-
prendente, ya que, según documentos disponibles en el Archivo General de la Nación, fue él quien
impulsó la fundación de Comodoro Rivadavia, hoy la ciudad más grande de la región con 130.000
habitantes y, además, la capital del petróleo argentino.
Claro que, allá por 1900, las aspiraciones de Plate eran otras. El alemán era propietario de las
estancias Nueva Lubeka y La Emma. Las tierras estaban ubicadas al pie de la cordillera, a 750 kilóme-
tros de la costa. Si quería sacarles provecho, Plate debía vencer esa distancia. Un reto no menor si se
considera que el viaje en carreta hasta Madryn, el puerto más cercano, exigía una travesía de 22 días.
Juan Plate había adquirido en 1895 esas casi 75.500 hectáreas del sur. Hijo de pobladores de la
ciudad de Neuhaus an der Ostsee, en el norte de Alemania, llegó a la Argentina en 1880. Cuatro años
más tarde tuvo la visión de fundar una empresa importadora de artículos de ferretería. Plate & Cía.
traía al país mercadería que un país en pleno desarrollo y crecimiento necesitaba en cantidad: alambres,
herramientas, cerrojos. Hacia la segunda mitad de la década de 1890 la empresa era un éxito comercial.
Por ese entonces, el Gobierno del Presidente Julio A. Roca se esforzaba por darle incentivos a la
población del territorio, que el propio Roca había sumado al Estado diez años antes.Tras el fracaso del
primer intento de asentamiento de soldados, el Congreso argentino autorizó
la venta de títulos de propiedad en la Bolsa. Juan Plate fue uno de
los que sin dudar mucho se decidió a comprar. Como lo recuerda
hoy su nieto, Alfredo (Vito) Plate, decía: “Damit muss man
was machen” (“¡Hay que hacer algo con esas tierras!”).
En 1896 el emprendedor abuelo de Vito envió a un
amigo, August von Thunn, con una tropa de caballos,
mulas, vacas, ovejas y carros para que tomara posesión
de las tierras. Von Thunn partió
desde el Fuerte Ítalo, población ubi-
cada en el sur de Córdoba, hacia
Nueva Lubeka. Tardó un año y medio en
cubrir los 2.100 kilómetros. La distancia
La fundación de Comodoro Rivadavia
Pág. anterior: ComodoroRivadavia desde el aire, en 1967,cuando su imagen todavía recor-daba los días del pionero queimpulsó su fundación: JuanPlate (Fotos: gentileza Diario LaNación / Fam. Plate)
40
amenazaba con hacer poco rentables los
emprendimientos de su propietario.
La salida al Océano Pacífico tampoco
era una opción. El mismo Plate lo compro-
bó en una expedición que realizó cuatro
años más tarde, cuando intentó abrir una
ruta hacia Aysen, Chile, el puerto más cer-
cano al otro lado de la Cordillera.
Lejos de desesperarse, el alemán buscó
otra solución. La encontró en un despobla-
do trecho de playa, Rada Tilly. Así se lla-
maba la rada que se formaba en el Golfo
de San Jorge, en la costa argentina donde
los barcos que llegaban a la zona descar-
gaban provisiones y materiales.
Allí, el mismo Plate y otros cuatro
estancieros de la zona –Angel Velaz,
Cosme Llamas Massini, Máximo Abasolo
y el doctor Julio Fernández– habían
hecho construir en 1900, al pie del Cerro Chenque, un galpón de almacenamiento. El encargado de
armarlo fue Francisco Petrobelli, transportista y pionero, que abastecía a la Colonia Sarmiento.
Como lo reconocen hoy las autoridades de Comodoro Rivadavia, el galpón se convirtió en la prime-
ra edificación de la ciudad.
Unir la costa con la Cordillera a través de un ferrocarril era una opción lógica en una época en la
que el Estado trataba de impulsar la ampliación de la red de ferrocarriles, iniciada por la inversión
británica. Pero para eso hacía falta, primero, infraestructura, espacio para aprovisionamiento, y des-
pués, un puerto y una población.
Cartas y documentos conservados en el Archivo General de la Nación indican que a su retorno a
Buenos Aires, a fines de 1900, Plate inició las gestiones para fundar “un pueblo y puerto” en esas
costas. El 26 de enero de 1901 Plate y otros 27 propietarios de la zona presentaron una solicitud por
escrito al Ministro de Agricultura, Martín García Moreno. Entre los firmantes figuraban algunos de
los nombres más conocidos de la comunidad alemana en el país.
La carta tenía como señal de remitente la dirección de las oficinas de Plate&Cía. Decía: “Los que
suscriben, constituyendo domicilio en la calle Defensa Nro. 540, y teniendo presente el interés que el
Supremo Gobierno demuestra para que los territorios del Sur se pueblen (…) se permiten pedir al
Señor Ministro que se digne disponer lo necesario para que en la costa de la rada Tilly se establezca
un pueblo como puerto de mar.”
El petitorio fue enviado para su evaluación a la Dirección General de Tierras y Colonias del
Ministerio de Agricultura. Este solicitó la opinión del Ministerio de Marina para establecer si la rada
Los Ford-T, se convirtieron también en el sur argentino en el medio de trans-porte privilegiado a la hora de hacer frente a las desafiantes travesías. Eranconocidos por su apodo: Henry Viejo, en honor al fundador de la marca esta-dounidense (Foto: gentileza Fam. Plate)
Pág. siguiente: el galpón del poblador Francisco Petrobelli fue la primera casade lo que sería Comodoro Rivadavia. (Foto: gentileza Fam. Plate)
ofrecía condiciones apropiadas como puerto. La respuesta llegó poco después: indicaba la factibilidad
de la fundación en Punta Borja.
Por su parte, Plate activó sus contactos en el ámbito gubernamental. Entre ellos figuraba un
enamorado de la Patagonia de mucho peso: Francisco P. Moreno. El empresario alemán había ayu-
dado y hospedado al perito Francisco P. Moreno, cuando entre 1898 y 1901 éste había asumido la
tarea de velar por los intereses argentinos en el litigio con Chile por el trazado de los límites aus-
trales. Otro conocido de Plate, aunque ya más lejano, fue el mismísimo Presidente Roca.
Cuatro semanas después de haber remitido la carta, el 23 de febrero de 1901, el Vicepresidente
Norberto Quirno Costa firmaba, en representación del Presidente Roca, el decreto que ordenaba: “La
Dirección de Tierras y Colonias procederá a trazar un pueblo en el Territorio de Chubut, sobre la costa
del Atlántico, entre la punta Borja y la punta Marques, que se denominará Comodoro Rivadavia”. El
nombre era un homenaje al Ministro de Marina Comodoro Martín de Rivadavia, fallecido poco antes.
Los trabajos de agrimensura se iniciaron cuatro semanas más tarde. Aquel alemán, que había llegado
a la Patagonia para hacer su América, terminó impulsando así la fundación de una ciudad, que es
todo un símbolo de la presencia argentina en el extremo sur del globo.
4342
Rumbo a lo imposibleLas expediciones alemanas a los hielos continentales, 1914-1916
Resulta irónico que uno de los lugares más fríos e inhóspitos del planeta haya sido el escena-
rio, en el cual las relaciones argentino-alemanas de comienzos del siglo XX hayan vivido uno de
sus momentos más cálidos.
La suposición de que debía existir una conexión entre los grandes lagos del sur de la
Patagonia oriental (Argentino, Viedma y San Martín) y los fiordos del Pacífico ya había sedu-
cido a muchos exploradores hacia 1916. Entre ellos se encontraba el geólogo alemán Rudolf
Hauthal. Como miembro de la delegación argentina en la Comisión de Límites, Hauthal reali-
zó entre 1899 y 1900 una exhaustiva investigación de un glaciar al que llamó Bismarck.
Pocos años después cambiaría de nombre para convertirse en lo que es hoy uno de los íconos
de la Argentina de hoy: el glaciar Perito Moreno.
Durante sus años de investigación Hauthal intentó cruzar la Cordillera desde el Lago
Argentino hacia el fiordo Peel, en el lado chileno, pero no pudo ganar el interior de las monta-
ñas para encontrarse con el mar de hielo que allí aguardaba. Ese honor le correspondió a los
miembros de la expedición Flora Argentina, compuesta por el químico alemán Fritz Reichert,
el botánico Cristóbal M. Hicken, el botánico y biólogo Lucien Hauman-Merck, el pintor Juan
Jörgensen y el peón chileno Rojas.
Si bien los miembros de esta expedición llegaron el 27 de febrero de 1914 “marchando a tra-
vés de un suelo inexplorado y virgen, por ningún pie hollado” desde el Canal de los Témpanos del
Lago Argentino hasta los glaciares que descienden al fiordo San Andrés en Chile, no pudieron
descender hasta el Océano Pacífico debido a las inclemencias del tiempo. No obstante, pudieron
dar un testimonio auténtico sobre los secretos que allí aguardaban a las generaciones futuras.
Como consecuencia de esta primera expedición a la región del Lago Argentino, la Sociedad
Científica Alemana de Buenos Aires preparó una expedición de exploración a los glaciares de la
región del lago Viedma. Formaron parte de ella el geógrafo Franz Kühn, el químico Alfred Kölliker,
el topógrafo Adolf Tomsen, el geólogo Lutz Witte y el pintor Juan Jörgensen. Los acompañaron el
cocinero Augusto Tannert y los peones Pablo Silbermann, Adán Diener y Tobías Buechele.
Fue así que en el verano de 1915/1916 cuatro de estos exploradores –Kölliker, Witte,
Silbermann y Diener– lograron llegar por primera vez a lo más profundo de la zona de los
hielos continentales del lago Viedma. Para ello ascendieron por el valle del río Túnel y cruza-
ron por el Paso del Viento al campo de hielo, que atravesaron en dirección noroeste hasta la
vertiente pacífica.
Al igual que la expedición de Reichert y Hicken, tampoco ellos pudieron descender al mar por
los temporales reinantes en esas latitudes. Kölliker, cuyas fotografías cubren los hielos en un
La expedición alemana sobre el Hielo Continental en 1916.(Foto: A. Kölliker / Del libro In den Einsamkeiten Patagoniens).
ángulo de 360 grados, describió sus impresiones en el libro In den Einsamkeiten Patagoniens,
publicado en 1926: “El campo helado que se extiende entre los dos cordones de cerros Adela y
Mariano Moreno, se extiende desde el lago Viedma en semicírculo, hacia el Norte, para perderse
en el horizonte. Dominamos con nuestra vista una extensión de más o menos 100 kilómetros de
Norte a Sur y aún no logramos ver ninguno de los extremos del campo helado”.
Varias son las huellas que recuerdan todavía hoy que las dos primeras expediciones que pudie-
ron cruzar los Hielos Continentales en dirección Este-Oeste estaban integradas por representan-
tes de la comunidad científica alemana, que desarrollaban sus actividades en dependencias públi-
cas argentinas.
Se recuerda también que aún en plena Guerra Mundial algunos lograron ver más allá del ren-
cor y del enfrentamiento de toda una época. Su legado nos queda en la magia de lugares como
Paso del Viento, Cerro Witte, Nunatak Witte, Cerro Kölliker, Glaciar Hicken, Cordillera Reichert
y Cordón Adela (este último llamado así en referencia a la madre de Alfred Kölliker), que se
convirtieron en destinos del alpinismo internacional.
Hans A. Schulz
El día en que se perforóel suelo de Buenos Aires
Pág. anterior: a principios del siglo XX, la construc-ción del subterráneo cambió la cara de Buenos Aires.Sería el primero de América Latina. (Foto: AGN)
Derecha: a partir de 1928, la empresa Siemens parti-cipó de la ampliación del servicio. Primero comoconstructora y luego como proveedora de tecnolo-gía y vagones. (Foto: Siemens)
Difícilmente alguien se pueda imaginar hoy
cómo se veía en la ciudad aquella profunda
grieta abierta en 1911 desde Plaza de
Mayo hasta el Once. Mucho menos, el impacto que esa grieta debe de haberles causado a los porteños
de entonces. En la capital argentina circulaban todavía tranvías a caballo. Muchos eran los faroles
que aún utilizaban gas para alumbrar el paso, y al puerto seguían llegando barcos repletos de inmi-
grantes de la vieja Europa, que venían a hacerse la América.
Pero la fosa de varios metros de profundidad que atravesaba el centro de Buenos Aires indicaba
que una nueva era estaba por comenzar. La capital argentina se disponía a incorporar un sistema de
transporte como el que tenían, en ese entonces, sólo otras once ciudades del mundo: el subterráneo.
La responsable de ejecutar el grueso de la obra era la filial local de la empresa alemana Philipp
Holzmann. Su aporte sería una de las primeras de las muchas huellas que dejaría la ingeniería alema-
na en el sector del transporte argentino, como prueba de que los comienzos siglo XX fueron tiempos
fructíferos para las relaciones bilaterales. Incluso, la corriente eléctrica que impulsaría los trenes sub-
terráneos llevaría el sello alemán: era suministrada por cuatro usinas de la Compañía Alemana
Transatlántica de Electricidad.
Philipp Holzmann era una de las más importantes constructoras de la época, responsable de
varias emblemáticas obras de transporte en el mundo. Entre ellas, el ferrocarril que unía Estambul
con Bagdad (Bagdadbahn, por su nombre en alemán). Con una extensión de 2.400 kilómetros, su
construcción se había iniciado en 1903, para ser finalizada no antes de 1940.
Especializada desde principios de siglo también en el transporte urbano, la compañía, con sede en
la ciudad alemana de Frankfurt am Main, ganó en la Argentina el contrato para perforar el subsuelo
de Buenos Aires. Concesionaria era la Empresa de Tranvías Anglo-Argentina Limitada.
La obra costó en total 17
millones de pesos de entonces,
Cómo Philipp Holzmann y Siemensinterconectaron la capital argentina
46
los trabajos que requirió significaron un reto. Fue preciso desviar el
sistema de cloacas, desagües, bocas de tormenta y caños de suminis-
tro de agua potable en una de las más pobladas partes de la ciudad.
Para excavar la tierra se emplearon cuatro dragas eléctricas
con sistema de cuchara, que podían mover cerca de cinco metros
cúbicos por hora. La tierra era retirada del túnel con trenes que salí-
an por rampas ubicadas en la Plaza de Mayo, del Congreso y Once,
para luego recorrer las vías del tranvía hasta llegar al depósito.
Según documentan los informes de la época fueron removidos
440.000 metros cúbicos de tierra. Al finalizar los trabajos se habían
aplicado 75.000 metros cúbicos de mampostería y se habían usado
31 millones de ladrillos y 108.000 barricas de cemento Portland de
170 kilos cada una. A ello se sumaban 13.000 toneladas de tirantes
de hierro y 90.000 metros cuadrados de capa aisladora.
A pesar de estas cifras impresionantes, la obra, en la que
participaron 1.500 trabajadores, se completó en no más de
veinte meses. El 2 de diciembre de 1913 se inauguraba la Línea
A, entre Plaza de Mayo y Once, y al día siguiente fue habilitada
al público. Aquellos fueron los primeros sudamericanos que
pudieron disfrutar de las ventajas del subte.
Cada estación tenía una longitud de cien metros y contaba
con frisos de un color determinado para facilitar la identificación.
Debía señalizarse así, ya que gran parte de sus usuarios –muchos
de ellos, inmigrantes– eran analfabetos.
Pero sobrevino la guerra. El desarrollo de este sistema de
transporte urbano se interrumpió después de las obras de prolonga-
ción de la Línea A, que se llevaron a cabo hasta 1914. Pasarían
cerca de quince años antes de que hubiera una segunda línea en el sistema de subterráneos, y nuevamen-
te fue una constructora alemana la que obtuvo el contrato de construcción.
Esta vez la elegida fue la Siemens-Bauunion GmbH, que desde ese entonces quedaría ligada al de-
sarrollo de la capital argentina. Siemens-Bauunion era la filial del conglomerado fundado por Werner von
Siemens. La sucursal había sido fundada en 1921 para ofrecer servicios integrados a clientes internacio-
nales en lo que entonces eran las grandes obras de infraestructura en el mundo: telecomunicaciones, subte-
rráneos y generadoras hidroeléctricas. La empresa tuvo a su cargo la construcción de la Línea B.
Iniciadas las obras en 1928, el subterráneo de la terminal Federico Lacroze quedó inaugurado en 1930.
Seis años más tarde Siemens volvía a remover el subsuelo porteño.Tuvo a su cargo la cons-
trucción y el equipamiento integral de la línea Retiro – Constitución. La línea C quedó inaugurada el
11 de noviembre de 1934. Siemens se había convertido en uno de los principales proveedores de solu-
ciones para el sector de transporte público.
47
La colocación de los vagones sobre los rieles eratrabajo de precisión. El “subte”, como lo llamaríancariñosamente los porteños, acompañó el creci-miento de la ciudad. (Fotos: AGN)
49
A veces hasta el aspecto más oscuro de la naturaleza
humana tiene alguna consecuencia positiva. Tal fue el
caso de la Cámara de Industria y Comercio
Argentino-Alemana en la Argentina. Cuando corría el tercer año de la Primera Guerra Mundial la
comunidad de empresarios de origen alemán debió enfrentar una intensa campaña de discrimina-
ción de parte de la propaganda aliada. Ello incluía desde la conformación de listas negras para
boicotear a las empresas de origen alemán, hasta los actos de violencia contra sus negocios. Para
defender sus intereses ante tales agravios 122 empresarios de origen argentino-alemán se congre-
garon en Buenos Aires el 17 de junio de 1916. Sentaron allí las bases para una entidad, que luego
se convertiría en un excelente canal para las relaciones entre la Argentina y Alemania.
A cinco años de su fundación la Cámara ya formaba parte del grupo de cámaras alemanas de
América Latina. De esta forma se vinculó con el ente responsable para la industria y el comercio en
Alemania, el Deutscher Industrie- und Handelstag (DIHT), y se estableció como interlocutora bilate-
ral e impulsó varios acuerdos económicos entre la Argentina y el Imperio alemán. A ello se sumarían,
ya desde entonces, actos de solidaridad como la colecta realizada para las víctimas del terremoto de
San Juan en 1944. Sin embargo, una vez declarada la guerra por parte de la Argentina a la Alemania
de Hitler, la Cámara no escapó a la suerte que corrió el resto de las instituciones alemanas en el país:
sufrió la expropiación y luego la anulación de su personería jurídica.
La llegada en 1950 del primer enviado oficial de la Alemania de posguerra, el Ministro Carl
Spiecker, impulsó, un año más tarde, la fundación de una nueva cámara, que absorbería el rema-
nente de la antigua asociación. A partir de allí la entidad se convirtió en uno de los interlocutores
privilegiados en el proceso de recuperación del patrimonio de las empresas argentino-alemanas.
Por otra parte, los años de posguerra trajeron aparejada también la apertura de nuevas áreas
de trabajo. Entre ellas se destacan la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la educación. En 1979,
la Cámara introdujo en el país el sistema dual de formación profesional, basado en el modelo ale-
mán. Éste consiste en un programa para egresados del nivel secundario. Durante dos años los
estudiantes alternan entre bloques teóricos, dictados en el centro de capacitación, y bloques de
formación práctica en distintas empresas, entre las que se encuentran también
grandes multinacionales.
El sistema dual ofrece orientaciones como Técnico en Administración
Industrial,Técnico en Comercio Exterior y Mayorista y Técnico en Asistencia
Gerencial. Los respectivos cursos teóricos se dictan en el Instituto Ballester. La
carrera que otorga el título de Técnico en Mecatrónica se cursa en el Colegio
Un motor para elcomercio bilateralLa Cámara de Industria yComercio Argentino-Alemana
Pag. anterior: pasado y presentese encuentran en la sede de laCámara de Industria y ComercioArgentino-Alemana, en la AvenidaCorrientes. La Cámara se convirtióen un centro de encuentro, quehoy es sede para más de 800miembros. (Foto: AHK / CADICAA)
5150
Hölters. Hasta la fecha, cerca de 1.000 profe-
sionales egresaron de estos cursos, de los cuales
hoy muchos ocupan puestos jerárquicos en
grandes compañías. Desde sus puestos de traba-
jo fomentan un creciente interés tanto por parte
de estudiantes como de empresas para seguir
desarrollando y ampliando este programa.
Otra área de trabajo de la Cámara está
dirigida a los profesionales en actividad. Les
ofrece una gama de seminarios de capacita-
ción con el objetivo de acercarles las últimas
innovaciones en su especialidad a nivel mun-
dial. A su vez, y en una renovada apuesta al
futuro, la entidad ha empezado a actuar en
conjunto con los colegios alemanes: un pro-
grama de pasantías, de charlas informativas
con profesionales y de talleres de inserción
laboral permite a los alumnos del último año
de la escuela secundaria tomar contacto con
la realidad laboral. Una función no menos
ambiciosa, que es estrechar el vínculo entre
las instituciones educativas y el ámbito
empresarial, cumple el concurso intercolegial,
orientado a fomentar el deporte, la música y
la literatura.
Un área en el cual la Cámara de Industria
y Comercio Argentino-Alemana se encuentra
trabajando también fuertemente es la responsa-
bilidad social empresarial (RSE), un tema de
creciente importancia en el mundo de los nego-
cios. En este sentido, se ha asumido el compro-
miso de difundir el concepto de manera más
amplia. En conjunto con las cámaras binacionales de Alemania en Brasil, Paraguay y Uruguay se edita una
publicación, en la que se presentan los ejemplos de empresas que ya realizan labores de RSE. Su contenido se
complementa con los aportes de especialistas en la materia. El objetivo de este tipo de actividades es generar
sinergias entre el mundo empresarial y las asociaciones argentino-alemanas, que llevan a cabo proyectos cul-
turales y sociales; y muchas de las cuales son dirigidas por voluntarios y ad honorem.
Durante el año 2007 se destacaron las iniciativas dentro del sector tecnológico, más específicamente
en las especialidades nanotecnología y biomedicina. Estos esfuerzos, enmarcados en el 150˚Aniversario de
la relaciones bilaterales entre Argentina y Alemania, tienen por meta la transferencia de tecnolo-
gía. Para ello incluso se ha formado un Centro de Transferencia de Tecnología para el Mercosur.
Si bien el mundo ha atravesado numerosos cambios desde 1916, la Cámara de Industria y
Comercio Argentino-Alemana ha sabido nutrirse de las experiencias vividas durante más de nueve
décadas, siempre con la mira puesta en el desarrollo y el crecimiento. La prueba más contundente
de ello es que a los 122 empresarios que se reunieron en los comienzos se les han ido sumando
constatemente nuevos socios. Tal es así, que en la actualidad son alrededor de 800 los miembros
que han construido una amplia red de contactos para la institución, y que ofrecen el ámbito ideal
de encuentro para la intensificación de las relaciones bilaterales entre la Argentina y Alemania.
La Sociedad Alemana de Beneficencia(Deutsche Wohltätigkeits-Gesellschaft - DWG)
El primer antecedente de la Sociedad Alemana de Beneficencia, Deutsche
Wohltätigkeits-Gesellschaft (DWG, por su sigla en alemán), se remonta al año 1825, en
que se constituye como la primera entidad alemana sin fines de lucro de la Argentina,
según reporta Josef Winiger en sus Historias de los Alemanes en las Provincias Unidas del
Río de la Plata. En 1850, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas le prohibió a la DWG su
actividad. Fue durante la Primera Guerra Mundial, siendo notable el deterioro de la situa-
ción de muchos alemanes y sus descendientes que vivían en la región, debido a que muchos
fueron echados de sus empleos y nuevos inmigrantes llegaban a diario desde Europa, que se
hizo imperioso organizar la ayuda. El 1° de marzo de 1916 varias personalidades y organi-
zaciones decidieron unir sus fuerzas, constituyendo nuevamente la Sociedad Alemana de
Beneficencia DWG, la cual obtuvo su personería jurídica el 23 de abril de 1917. Una de las
principales tareas de la DWG fue conseguir empleo para los desocupados y atender a quie-
nes no lo obtenían, a los pobres, ancianos, enfermos y a los que habían huído de las gue-
rras. Hoy, entre las actividades destacadas de la sociedad figuran el gerenciamiento del
Hogar de Mayores Los Pinos, el apoyo al Hogar de Niños María Luisa, y la cooperación
con la Asociación Alemana de Asistencia al Enfermo de Lepra y Tuberculosis.Su objetivo es
combatir dichas enfermedades en la región y asistir a los sectores más necesitados en
varias provincias y en el conurbano de Buenos Aires.
Arriba: el ex canciller de la República de Weimar, Hans Luther, conmiembros del directorio de la Cámara de Comercio Alemana, el 28 deoctubre de 1926, en Buenos Aires.
Abajo: reunión de la Comisión Mixta Argentino-Alemana el 30 de agos-to de 1979, en Buenos Aires. (Fotos: AHK / CADICAA)
53
En 1917 la Primera Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo. La
Argentina se mantenía neutral, lejos de la destrucción y el horror que
causaba el primer conflicto a escala global. La relación bilateral con la
Alemania imperial de Guillermo II se desarrollaba en un ámbito de cordial respeto. A diferencia de lo
que ocurriría dos décadas más tarde, la comunidad alemana en la Argentina sólo sufría aislados efec-
tos negativos a causa de la guerra. Sin embargo, a principios del año mencionado los aires cambiaron.
El 4 de abril de 1917, frente a las islas Scilly (Islas Sorlingas), a pocas millas de la costa sur de
Inglaterra, un submarino alemán hundió la goleta Monte Protegido, de bandera argentina. El barco
llevaba un cargamento de lino con destino al puerto holandés de Rotterdam. Según se pudo compro-
bar después, la tripulación entera provenía de Noruega, un país tan neutral en ese momento de la con-
tienda como la Argentina. La protesta del gobierno argentino ante el gobierno alemán por la ofensa a
la soberanía fue respondida con el argumento de que el barco había zarpado antes de declararse la
guerra submarina sin restricciones.
¿Qué era aquéllo? Alemania había declarado en enero de 1917 la guerra submarina irrestricta y
había procedido a bloquear los puertos atlánticos de Gran Bretaña y
Francia y los de parte del mar Mediterráneo. Más tarde, el 2 de
febrero, Alemania le había comunicado a los países neutrales que
evitaran enviar sus barcos a las zonas sometidas a bloqueo ya que
serían hundidos sin previo aviso.
Tras el episodio, el Secretario de Estado de Guillermo II,
Arthur Zimmermann, le aseguró al gobierno de Hipólito
Yrigoyen que se repararía el daño causado. Alemania cumplió
después de la guerra: el 22 de septiem-
bre de 1921 a bordo del acorazado
Hannover se izó la bandera argentina
bajo los acordes del himno nacional.
Pero a pesar de que la respuesta
alemana le permitió al Presidente
Yrigoyen seguir asegurándole a la
Argentina una posición equidistante
respecto de los bandos de guerra, el
Al borde de la guerrapor un telegramaDe asnos y rufianes:el incidente Luxburg
Pág. anterior: el incidente se originóen el tercer año de la Primera GuerraMundial. Las revelaciones en base alos telegramas secretos del represen-tante alemán en Buenos Aires, Karlvon Luxburg, enardecieron la opinionpública argentina.
Derecha: la respetada revista de infor-mación, Caras y Caretas, caricaturizó alos protagonistas del caso. (Fotos:Nico Pérez / Originales gentilezaMuseo Histórico Sarmiento).
daño estaba hecho. El 14 y 15 de abril en el centro de Buenos
Aires se multiplicaron los incidentes de violencia. Un grupo de
jóvenes simpatizantes con la posición aliada –Inglaterra,
Francia, EE.UU.– saquearon negocios alemanes y las dependen-
cias del Club Alemán. Lo mismo ocurrió en la legación alemana
y en las oficinas de los diarios alemanes de la época.
La relación entre ambos países empeoró aún más pocos
meses después. El 22 de junio de 1917 un submarino alemán
hundió a otro buque de bandera argentina, el vapor Toro, a 84
millas al Sudoeste del Cabo Espartel, antes de llegar a Gibraltar.
El barco tenía como destino el puerto italiano de Génova. Su
carga: carne congelada, cueros, lana, grasas, tanino.
Tras este nuevo hundimiento se incrementaron las presiones,
tanto internas como externas. Se le exigía a Yrigoyen que rompie-
ra de forma definitiva con Alemania. Su gobierno se limitó, en
cambio, a exigir la reparación por el daño sufrido y a demandar
“la seguridad de que el gobierno alemán respetará en lo sucesivo
a los barcos argentinos en su libre navegación de los mares.”
Más allá de argumentar que el Toro había entrado en la zona
de exclusión y que se dirigía con “mercancía de contrabando” a
una de las bases británicas más fuertes de la región, Berlín acce-
dió a los requerimientos del mandatario argentino. Otra vez, pro-
metió reparar al país y reconocerle a la marina argentina la liber-
tad de navegar los mares según las normas del Derecho
Internacional. En tal sentido, le aseguró “una actitud acorde de parte de su Marina de Guerra.”
Fue en ese contexto que salieron a la luz cerca de 400 telegramas que el Embajador alemán
Luxburg había estado enviando a sus jefes en Alemania. Los telegramas habían sido filtrados desde
las embajadas aliadas. En un tono claramente distinto del que usaba oficialmente en la relación con
el gobierno local, Luxburg recomendaba mantener una posición pragmática respecto de la Argentina.
Aconsejaba que, en caso de no poder evitarse, los barcos argentinos fueran “hundidos sin dejar ras-
tros”. Más directo que pragmático, calificaba allí al Ministro de Relaciones Exteriores argentino,
Honorio Pueyrredón de “notorio asno y anglófilo”.
También le tocaba su parte al mismísimo Yrigoyen. El representante alemán calificaba al presi-
dente argentino nada menos que de rufián.
Buenos Aires respondió a Luxburg en lenguaje diplomático: le entregó su pasaporte y lo
declaró persona non grata. Esto equivalía a una expulsión del ministro alemán. No obstante, no se
produjo la ruptura de relaciones, a pesar de que el Congreso de la Nación había aprobado dos
resoluciones que recomendaban la interrupción. La Argentina se mantuvo neutral hasta el fin de
la Primera Guerra Mundial.
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Hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, elpuerto de Buenos Aires había sido un lugar de pre-ferencia para la marina alemana. Entre los visitan-tes estuvo también el crucero Strassburg, en 1914.(Foto: AGN)
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La ironía de Caras y Caretas superaba todas lasbarreras. En la mejor tradición de las revistas deinformación modernas, el medio utilizó el humorcomo telón de fondo para informar sobre el desarro-llo de un incidente que estuvo a punto de llevar a laArgentina a la guerra. (Fotos: Nico Pérez / Caras yCaretas, gentileza del Museo Histórico Sarmiento)
La eterna lucha con elGenitiv, Dativ y Akkusativ
Página anterior: alumnos del Instituto Ballester, delantedel edificio en la Calle Colón / Esq. San Martín.
Derecha: el plano del primer edificio del Instituto Ballester,en la calle Lacroze 133. (Fotos: Instituto Ballester)
“Mi destino es la lengua castellana. El bronce
de Francisco de Quevedo. Pero en la noche
caminada me exaltan otras músicas, más ínti-
mas. Alguna me fue dada por la sangre –o voz
de Shakespeare y de la Escritura–; otras por el azar, que es dadivoso. Pero a tí, dulce lengua de
Alemania, te he elegido y buscado, solitario. A través de vigilias y gramáticas, de la jungla de las
declinaciones, del diccionario, que no acierta nunca con el matiz preciso, fui acercándome. (…) Hoy,
en la linde de los años cansados, te diviso. Lejana como el álgebra y la luna”.
Nada menos que Jorge Luis Borges atestiguó con estas líneas la especial relación que lo unía al
idioma alemán. El gran autor argentino confirmaba así, en su obra El oro de los tigres (1972), el temor
de tantos otros que intentaron emularlo: tratar de dominar el idioma de Goethe, Schiller y Brecht puede
llevar toda una vida. No obstante, son hoy cerca de 19.000 los alumnos que lo hacen en alguna de las
escuelas que pertenecen a la Comunidad de Trabajo de las Asociaciones Escolares Argentino-Alemanas
(Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schulen in Argentinien).
Pero, más allá del fuerte dolor de cabeza que puede causar el estudio de la lengua germana a los
alumnos, el modelo educativo alemán ha tenido un papel central en las relaciones bilaterales. Se con-
virtió en uno de sus más importantes protagonistas, especialmente en lo que se refiere a la creación y
fundación de instituciones alemanas.
La primera escuela alemana en la Argentina comenzó a funcionar en 1840. Casi veinte años
antes de que se firmara el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la Confederación
Argentina y el Reino de Prusia y los restantes Estados de la Unión Aduanera, Katharina Keppel fundó
un colegio dominical. Su objetivo: enseñar religión y escritura en alemán.
Con el tiempo, la educación con sello germano fue ganando adeptos en la
sociedad argentina. Uno de los más interesados en la materia fue
Domingo Faustino Sarmiento, quien en 1866, cuando era
Ministro de Educación, le confesó al enviado del
rey de Prusia: “Por su modelo para
El auge de las escuelas alemanasen la Argentina se convirtió en unpilar de las relaciones bilaterales
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una educación popular, la humanidad tiene
una eterna deuda con Alemania.”
La Argentina supo aprovechar ese
modelo: Sarmiento impulsó la contrata-
ción de varios educadores alemanes, entre
ellos, el cuerpo de profesores de la primera
Facultad de Ciencias de la Universidad de
Córdoba. Sin embargo, el impulso no fue
bien percibido hasta los últimos años del
siglo XIX. Su efecto duró hasta poco antes
de la Segunda Guerra Mundial y consistió
en el establecimiento de gran parte de las
escuelas germano-argentinas, que aún
están en funcionamiento.
En 1893 se creó la Escuela
Alemana de Barracas. En 1895 le siguió
la Escuela para Niñas, que, junto a la
Belgrano Schule, fundada en 1897, conformaría luego la Goethe-Schule de la actualidad. Sólo un
año más tarde abría sus puertas la Escuela Alemana de Quilmes.
A principios de siglo el sistema alemán de educación dejaba además otra herencia que trascende-
ría el ámbito de la escuela primaria. El Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno de
Manuel Quintana, Joaquín V. González, creó en 1904 el Seminario Pedagógico, que más tarde se con-
vertiría en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. Su función: preparar a los profesores de
enseñanza superior. González le confió al alemán Wilhem Keiper la dirección de los seminarios y del
programa de enseñanza. Para que lo acompañaran convocó a un grupo de expertos de Alemania. Esos
docentes alemanes trabajaron hasta 1916 en el Instituto y establecieron allí la primera base de la
formación pedagógica argentina.
Mientras tanto, el impulso fundacional de escuelas germano-argentinas no se detenía. En 1907 se
fundaba la Deutsche Schule Bariloche, que en 2007 festeja su primer siglo de vida. En 1910 le seguía
la Humboldt-Schule, y en 1912 la Escuela Alemana en Dock Sud. Su objetivo era educar a los hijos
de los inmigrantes alemanes que trabajaban en la compañía de electricidad del puerto. A esos institu-
tos se sumaban escuelas con materias en alemán en todas las grandes ciudades argentinas como
Rosario, Bariloche, Córdoba y Mendoza.
En los años de la Primera Guerra Mundial se interrumpió el interés por este tipo de enseñanza,
pero con la fundación del Instituto Ballester en 1922 se retomó el contacto. Le siguieron el Colegio
Lanús Oeste (1925), la Escuela de Munro (1928) y en 1934, ya en los albores de la Segunda Guerra
Mundial, que dividiría también a la colonia alemana, la Asociación Cultural Pestalozzi.
Según datos de 2006 relevados por la Comunidad de Trabajo de las Asociaciones Escolares Argentino-
Alemanas (Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schulen in Argentinien), actualmente funcionan cerca de 26
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escuelas e instituciones que integran enseñanza en alemán y español. La mayor parte de estas escuelas tam-
bién fue fundada por inmigrantes alemanes. Sin embargo, su público ha ido cambiando a lo largo de los
años. Si los escolares de antaño eran directa descendencia alemana dentro del alumnado de hoy en día sólo
una minoría desciende de alemanes. Más que el deseo de conectarse con la cultura de los antepasados, es
la calidad de la enseñanza, la que atrae a familias de apellidos italianos, españoles o suecos.
El gobierno argentino les exige a todas que se ajusten a los programas de enseñanza elaborados
por el Ministerio de Educación. No obstante, les otorga -particularmente en los últimos años- un
mayor espacio y margen para ofrecer contenidos en alemán. Una parte no menor de los fondos para
hacer posible tal misión proviene todavía de Alemania. Cerca de 20 escuelas reciben hoy apoyo finan-
ciero directo desde Berlín. El gobierno alemán aporta al sistema de escuelas germano-argentinas
cinco millones de Euros por año. Entre los centros de estudios más importantes se destacan cinco
escuelas: Instituto Primo Capraro en San Carlos de Bariloche, Instituto Ballester, Colegio Goethe,
Escuela Hölters y Colegio Pestalozzi.
Instituto BallesterEn ocasión de su 85° aniversario el Instituto Ballester celebra el aporte brindado para el encuentro entre
las culturas alemana y argentina. Desde sus comienzos el Instituto Ballester ha crecido en sus dos sedes de Villa
Adelina y Villa Ballester. En la actualidad cuenta con más de 1.700 alumnos.
La escuela se define como una institución multicultural, que brinda a sus alumnos- desde el Nivel Inicial
hasta el Centro de Capacitación Profesional- una educación integral bilingüe de excelente nivel académico. En
concordancia con este espíritu, el Instituto Ballester ofrece a los alumnos del Polimodal la posibilidad de optar
por el Programa del Bachillerato Internacional para acceder al Diploma de Bachiller Internacional Bilingüe, que
los habilita para ingresar a universidades muy prestigiosas en todo el mundo.
El Centro de Capacitación Profesional, reconocido tanto por las autoridades educativas argentinas como alema-
nas, es un programa dual que conjuga capacitación teórica en la institución con experiencia laboral en las empresas.
Además cuenta con la participación y el apoyo de la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana (CADICAA).
Una típica mañana escolar en la década de 1930. Para entonces, muchos cole-gios argentino-alemanes ya contaban con medios de transporte propios.Aquí, tres alumnas de lo que es hoy el Colegio Goethe. (Foto: Fam. Heinlein)
El complejo del Instituto Ballester en San Martín 444. (Foto: Instituto Ballester)
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Escuela HöltersCreada en 1931, la Escuela Hölters fue fruto de la inquietud del inmigrante y profesor alemán Hermann
Hölters, quién estableció un internado en la localidad de Villa Ballester, Provincia de Buenos Aires, y fundó en
ese año la escuela que hoy lleva su nombre.
Son sus objetivos la formación de personas libres, capaces de elegir y actuar con responsabilidad y autono-
mía en un clima de libertad, respeto y autenticidad. Esto permite a todos sus miembros crecer en la creativi-
dad, desarrollando conductas democráticas, solidarias y respetuosas del medio ambiente, promoviendo la inser-
ción de la Argentina en la cultura internacional.
La institución tiene una sede en la calle Libertad, donde funcionan el Jardín de Infantes y la Educación
Primaria Básica, y otra sede en la calle Independencia, donde desarrollan sus actividades la Educación
Secundaria Básica y los Polimodales, cuyos alumnos egresan con los títulos de: Bachiller Polimodal en
Economía y Gestión, en Humanidades y en Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Bienes y Servicios con
Trayectos Técnicos Preferenciales en Electrónica (TTP).
En 2006 se inició junto con la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana el programa de capa-
citación dual en Mecatrónica (Mecánica y Electrónica). El curso de dos años de duración incluye módulos de
capacitación teórica, que se alternan con la práctica dictada en las empresas argentino-alemanas adheridas.
Colegio GoetheEl centenario Colegio Goethe, fundado en 1897 como escuela de varones, respondió a la necesidad de
la colectividad alemana, que por entonces contaba sólo con el colegio parroquial protestante en el centro
de Buenos Aires. Se inició con sólo ocho alumnos, pero creció rápidamente. En 1907 se fusionó con la
escuela de señoritas de la Srta. Liebau y pasó a ocupar su histórico edificio en la calle Virreyes (hoy José
Hernández). Para 1922 el colegio contaba con planes de estudio alemanes y con el permiso de otorgar el
título de bachillerato alemán (Abitur). En 1927 se fusionó con la Germania Schule, y en 1931 adoptó el
nombre Goethe Schule.
Los avatares de la Segunda Guerra Mundial originaron la confiscación y el cierre del colegio. Pero en
1950 volvió a funcionar al fundarse la Norte Schule en Martínez. Nueve años más tarde egresaban nuevamen-
te bachilleres argentinos hasta que en 1960 el gobierno argentino devolvió el edificio de Belgrano. En 1962 se
recibieron nuevamente bachilleres alemanes. Finalmente, y gracias a la colaboración del gobierno alemán y el
esfuerzo de la comunidad de padres, el colegio se mudó en 1989 a su nueva sede en San Isidro. Allí logró uni-
ficar su propuesta escolar y ofrece hoy educación en los niveles de Jardín de Infantes, Educación General
Básica (EGB) I y II y Educación Polimodal a 1414 alumnos.
El complejo de la Escuela Hölters, en la calle Independencia. (Foto: Escuela Hölters)El nuevo edifico del Kindergarten del Colegio Goethe, en Lomas de San Isidro. (Foto: Nico Pérez)
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Colegio PestalozziEl Colegio Pestalozzi es parte de la Asociación Cultural Pestalozzi, una organización sin fines de lucro, fun-
dada en 1934 por Ernesto Alemann, editor del diario liberal Argentinisches Tageblatt, y, entre otros, por el
industrial Alfredo Hirsch, con el objetivo de crear un lugar de educación libre y humanista en clara oposición a
la ideología imperante en esa época en Alemania.
A 73 años de su creación, los valores fundacionales del Colegio Pestalozzi siguen arraigados y vigentes. Su
objetivo es brindar una formación de excelencia, en la que se articulan los valores humanistas, pluralistas y soli-
darios con los perfiles científico-técnicos requeridos por los desafíos de la época. Cultura, humanismo y tecnolo-
gía constituyen así el pivote estratégico de su misión. Bajo el lema de encuentro de culturas se propone que el
alumno ponga en práctica la comprensión y aceptación de la diversidad, la tolerancia, el contacto respetuoso, la
solidaridad ante las desigualdades y la solución pacífica de los conflictos que puedan manifestarse.
El Colegio Pestalozzi, situado en el barrio de Belgrano, tiene en la actualidad 995 alumnos y cuenta con
nivel inicial, primario y secundario. Sus alumnos egresan con el título de bachilleres bilingües en Ciencias y
Letras y también pueden cursar el Bachillerato Internacional Bilingüe.
Instituto Primo Capraro (San Carlos de Bariloche)
“Más tarde visité la escuela alemana, donde me esperaba una docena de inmigrantes alemanes, gente de
la misma estirpe que yo había visto en mi país y que yo tanto quería. Me sorprendió ver en este pequeño esta-
blecimiento que junto al retrato del emperador Guillermo había uno de Lutero, a pesar de que un tercio de los
alemanes eran católicos. Los sentimientos nacionales habían cedido frente a los religiosos y Lutero había sido
aceptado como un representante más de los grandes pensadores alemanes que querían que sus hijos recuerden.
También había en esta escuela una buena biblioteca, cuyos libros eran, naturalmente, todos alemanes. Era la
única biblioteca del pueblo.”
Resulta una de las tantas ironías de la historia que fuera justo un ex presidente norteamericano el que, a
sólo un año de la Gran Guerra, resumiera con estas pocas palabras el tipo de enseñanza que la Deutsche
Schule Bariloche (hoy Instituto Primo Capraro), intentó fomentar desde sus inicios.
Claro que, para cuando Theodore Roosevelt la visitó, la escuela no era más que un galpón. Un maestro, un
aula y quince alumnos con sus padres con más ambición que recursos, trataban de preservar aquí algo de la
cultura alemana en un entorno que todavía tenía muy poco de urbano.
Quizás fue esa ambición la que despertó la admiración de quien había sido uno de los personajes más
importantes de su época. Roosevelt –quien no fue pariente de Franklin Delano Roosevelt (FDR)– viajó a la
Patagonia en 1913.Tras dejar la presidencia en 1909, pensaba disfrutar aquí de uno de sus más queridos
pasatiempos: la vida silvestre y las actividades al aire libre como la caza y la pesca. Pero, según delatan sus
memorias, entre las experiencias que más recordaría figuró también la visita a esta institución de educación
alemana, que en 2007 festeja su primer centenario.
Fundada el 20 de enero de 1907 como Deutsche Kirchen- und Schulgemeinde, la pequeña escuela ale-
mana del Nahuel Huapi enriqueció desde sus comienzos la incipiente vida cultural de este, por entonces
apartado, rincón del planeta. La cantidad reducida de alumnos en las primeras décadas de su existencia es
un reflejo del lento crecimiento de la aldea y la situación económica de sus habitantes, que, en palabras de
uno de los hijos del maestro Lührs, muchas veces pagaban con leña, leche y queso la enseñanza de sus hijos.
En 1927 la escuela tiene como director y maestro al escritor Max Tepp, cuya estadía en la región influyó
fuertemente en su obra posterior. Libros como Tanahuen, la indiecita del Nahuel Huapi (Die Indianerkinder
in der Löwenhöhle, 1933), que relata las andanzas de dos niños indígenas en la zona del Nahuel Huapi, y
Árboles y Arbustos de la Cordillera Patagónica (Bäume und Blumen am Nahuel Huapi, 1936) pretendían
acercar a los alumnos de las escuelas germano-argentinas a su entorno americano. Todavía hoy su lectura
conmueve a niños y jóvenes.
En los años 1944 y 1945 una nueva guerra mundial, que termina en lugares lejanos, arroja su sombra
sobre la pequeña escuela alemana del pueblo y ésta cierra sus puertas mediante el Decreto 7032 del
Gobierno Nacional.
El Colegio Pestalozzi, en el barrio de Belgrano, instruye hoy a 995 alumnos. (Foto: Nico Pérez)
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Un año de intercambio - Nico de Pro
En su año de intercambio enAlemania, Nico de Pro no sequiso perder la oportunidad derendirle homenaje a uno de losgrandes protagonistas de laamistad argentino-alemana:Juan Manuel Fangio.
Su estatua se ubica enfrente delnuevo Museo Mercedes, enStuttgart. Una réplica se encuen-tra también ante el edificio de laempresa en Buenos Aires.(Fotos: gentileza fam. de Pro)
La Deutsche Schule (Instituto Primo Capraro) en San Carlos de Bariloche. (Foto: Inst. Primo Capraro)
Pero los antiguos habitantes de habla alemana junto con una nueva inmigración, que atraída por las belle-
zas del lugar y las oportunidades económicas llega a partir de la década del 30 y continúa llegando hasta
entrada la década del 60, vuelven a fundar la escuela en 1953. Remontándose a los comienzos de la historia
europea de la región, eligen como nombre el del pionero italiano Primo Capraro, quien, casado con una alema-
na, Rosa Meier, fuera uno de los pilares en la dura etapa inicial de la historia de la escuela. Y como si crecer
al ritmo de la ciudad fuese su destino, la escuela alemana inauguró en 1980 el nivel secundario y en 1993 el
nivel terciario. Los pocos alumnos de habla alemana de comienzos del siglo XX se convierten hacia fines de
siglo en más de 1.000 alumnos de los más diversos orígenes, inaugurando una nueva y fascinante etapa en la
transmisión de cultura alemana en este rincón del planeta.
En el año 2006 el Instituto Primo Capraro abre un espacio para el aprendizaje de su propio pasado en
relación al caso Priebke, y proyecta la película-documental Pacto de Silencio con la presencia de su director,
Carlos Echeverría, con el objetivo de mostrar a la opinión pública que trata el pasado en forma responsable y
con orientación al futuro. Con el legado de estos cien años de historia la escuela alemana, hoy Instituto Primo
Capraro, busca aprovechar la herencia de sus fundadores: ser un puente entre las culturas. Para ello, y a través de
un constante contacto con Alemania en forma de capacitaciones docentes, intercambios estudiantiles y un amplio
programa de pasantías, los docentes han creado un entorno de aprendizaje innovador, en donde aprender es debatir
ideas, reflexionar críticamente, ser tolerante ante las diferencias y solidario con las necesidades de la comunidad,
aprender con todos los sentidos, trabajar en equipo y ser abierto hacia otras culturas.
Lejos quedó esa primera etapa de la escuela fundada por padres alemanes para mantener su cultura euro-
pea. “Con nuestra lengua desaparece o permanece nuestra identidad alemana”, decían los colonos. Hoy, con
una nueva identidad en marcha, la escuela es consciente de que cada idioma aprendido nos abre un nuevo
mundo, enriquece nuestras percepciones, establece nuevos vínculos hacia nuevas culturas y aumenta nuestras
posibilidades profesionales. La identidad europea del Instituto Primo Capraro cumple hoy una función no tan
alejada de la de sus inicios, que es la de enriquecer una comunidad con diversidad cultural.
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El mecenas intelectual
Nacido en Buenos Aires, Félix José Weil (1898-1975) era el heredero natural de la compañía
cerealera Weil Hermanos, de considerable gravitación en el mercado internacional de granos entre 1890
y 1920 junto con Bunge y Born y Louis Dreyfus. Su padre Hermann Weil (1868-1927) fundó la firma
con sus hermanos en Buenos Aires. Provenía del mercado triguero alemán de la ciudad Mannheim al
igual que su competidor, Alfredo Hirsch, gerente general de Bunge y Born. Hermann Weil modernizó el
mercado argentino de trigo, al introducir la medida del gluten, el peso de 78 kilogramos para 100 litros
de trigo y un porcentaje máximo garantizado de otros elementos. Así, el trigo argentino se integró al
mercado internacional. La compañía cerealera Weil Hermanos fue disuelta en la década de 1920.
Antes de la Primera Guerra Mundial, Hermann Weil se trasladó a Berlín donde frecuentó al
Kaiser, Guillermo II, y fue Consejero del Gobierno Imperial durante la guerra. Influyó en el Kaiser
para que en el frustrado acuerdo de paz con Gran Bretaña, ésta le cediera a Alemania las Islas
Malvinas, cuyo destino posterior habría sido el traspaso a la Argentina.
Hermann Weil dispuso que su hijo Félix, tras pasar su niñez en Buenos Aires, estudiara en un colegio
secundario y en una universidad alemana. En la Universidad de Tübingen, Félix Weil se acercó a las corri-
entes filosóficas del marxismo histórico. Ajeno a los negocios, convenció a su padre de que, en 1924, dotara
a su Instituto de Investigaciones Sociales en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt a. M.
con un aporte que asegurara su funcionamiento. El Instituto atrajo a intelectuales de la misma orientación
que Félix Weil, entre ellos a Georg Lukács, Karl Korsch, Karl August Wittfogel, Friedrich Pollock, Max
Horkheimer,Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Leo Löwenthal y Walter Benjamin.
Tras el asalto del nazismo al poder, el Instituto continuó su actividad en Nueva York y se
reestableció en Frankfurt en 1950. Félix Weil, residente en los Estados Unidos, mantuvo el contacto
con su creación. A partir de la revuelta estudiantil de París, en 1968, la llamada Escuela de
Frankfurt (Frankfurter Schule), ejerció una influencia significativa en el ideario de la época, en par-
ticular mediante Herbert Marcuse, portaestandarte del marxismo.
Por su parte, Félix Weil, después de su doctorado con el profesor Adolph Weber en la Universidad de
Frankfurt en 1920, regresó a Buenos Aires, donde observó las condiciones del movimiento sindical argentino.
Weil fue amigo personal de quienes forjaron la política económica argentina en los años 30,
encabezados por Raúl Prebisch, Ernesto Malaccorto y Máximo J. Alemann. Fue consultado para la
redacción del decreto reglamentario de la ley sobre el impuesto a los réditos, actualmente impuesto a las
ganancias, al que contribuyó con sus conocimientos sobre los mercados de granos.
Ya retirado en los Estados Unidos, Félix Weil publicó en 1944 un libro sobre la
Argentina bajo el título en inglés Argentine Riddle, en el cual describe al país y sus
problemas, siempre enigmáticos para los extranjeros. En los últimos años de su
vida, Weil fue testigo de la influencia que la escuela de pensamiento que había sido
creada gracias a su mecenazgo ejerció entre los intelectuales rebeldes de Europa y
de los Estados Unidos.
Félix Weil
Pág. anterior: Miembros delgrupo que frecuentaba Félix Weil(de pie, 2º de la der.). Entre ellosFriedrich Pollock (de pie, 2º de laizq.) y Georg Lukács (de pie, 4ºpor la izq.) (Foto: gentileza Institutfür Sozialforschung Frankfurt)
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El Instituto Ibero-AmericanoEl Instituto Ibero-Americano Fundación
Patrimonio Cultural Prusiano (Ibero-
Amerikanisches Institut Preussischer
Kulturbesitz) representa un ejemplo único de continuidad institucional al servicio del intercambio
científico e intercultural con Iberoamérica. Estrechamente vinculado a la Argentina desde su origen,
es también un importante actor en las relaciones bilaterales. Cuando en 1927 el erudito argentino
Ernesto Quesada, quien a lo largo de su vida había construido sólidos vínculos académicos y persona-
les con Alemania, donó su biblioteca particular de más de 82.000 volúmenes a Prusia, Estado de la
entonces República de Weimar, acompañó tal obsequio con una condición no menor: los libros deberí-
an servir como simiente de una institución encargada de cultivar las relaciones intelectuales entre
Alemania y América Latina.
El Instituto Ibero-Americano (IAI) fue inaugurado en Berlín, el 12 de octubre de 1930. Su pri-
mer director fue Otto Boelitz, ex-Ministro de Cultura y Educación de Prusia. Los planes elaborados
para la institución preveían el establecimiento de departamentos divididos por países y dirigidos por
especialistas de diferentes disciplinas, que realizarían tareas de investigación y llevarían adelante un
programa de publicaciones. Entre las actividades figuraba, además, el apoyo a los artistas y científicos
latinoamericanos residentes en Alemania.
Pero, como tantas otras instituciones de la época, también los primeros pasos del IAI se vieron res-
tringidos tanto por los problemas presupuestarios derivados del derrumbe económico de esos años, como
por el terror del nacionalsocialismo. En 1934, Wilhelm Faupel, un general retirado que había actuado
como asesor militar en la Argentina y en Perú, se hizo cargo de la conducción. Durante su gestión el IAI
actuó al servicio del régimen nazi. Produjo escritos
propagandísticos para el exterior y mantuvo estre-
chas relaciones con grupos simpatizantes. No obs-
tante, el trabajo científico y bibliotecario continuó
desarrollándose con relativa
autonomía en forma paralela
a la estrategia de Faupel.
Finalizada la guerra, el
Instituto pudo sobrevivir
como Biblioteca
Latinoamericana, bajo la
conducción de las autori-
dades municipales de
Investigación, información,ciencia y cultura desde Berlín
Pág. anterior: la Villa Siemens,ubicada en el barrio deLankwitz, Berlín, fue la segundasede –de 1942 a 1976– delInstituto Ibero-Americano, queademás es parte de laFundación Patrimonio CulturalPrusiano, desde 1962.
Derecha: el primer director delInstituto, Otto Boelitz, desempacacon sus colaboradores los librosque llegaron de la Argentina, en1930. (Fotos: IAIPK)
Berlín. Su nombre reflejaba la restricción de sus funcio-
nes a las de una biblioteca especializada. Sin embargo,
pronto comenzaron a revitalizarse las actividades científi-
cas y el intercambio cultural, y en 1954 el IAI volvió a
alcanzar resonancia pública con la exposición Argentina
en el libro y la imagen. Finalmente, al cabo de cuatro
años, el Instituto logró recobrar su nombre original cuan-
do fue incorporado a la Fundación Patrimonio Cultural
Prusiano y se transformó en el IAIPK actual.
En la actualidad la institución constituye el princi-
pal centro de información sobre América Latina,
España y Portugal para los países de habla alemana.
Además, cuenta con la mayor colección europea de
materiales sobre la región, gracias al trabajo continuo a
lo largo de más de setenta y cinco años de completar y
actualizar sus existencias por medio de compras, canjes
y donaciones. No obstante, su característica principal
sigue siendo la integración de servicios de biblioteca,
actividades culturales y tareas de investigación. Los
volúmenes sobre la Argentina incluyen, por ejemplo,
59.000 libros publicados en Buenos Aires, más de
3.400 revistas en total, incluidas 563 suscripciones
activas, 8.000 mapas, 2.500 grabaciones de sonido y
más de 220 videos y DVDs. En la biblioteca se guardan
colecciones únicas como la Biblioteca Criolla, un conjunto de más de 2.000 folletos de literatura popular
argentina (1880-1920), reunidos por Robert Lehmann-Nitsche, y una colección de más de 120 revistas
argentinas de teatro. A ello se suman importantes legados documentales vinculados con la Argentina, entre
los que se destaca el de Roberto Arlt y los archivos del Argentinisches Tageblatt. Los materiales de la
biblioteca no sólo son accesibles en Berlín, sino también en el resto de Alemania y en el extranjero a través
del servicio de préstamos interbibliotecarios o del servicio de suministro directo de documentos SUBITO.
El interior de la sede actual. El IAIPK se mudó en 1977 a estemoderno edifico ubicado en la Potsdamer Straße, en el centrode Berlín. Los usuarios cuentan allí con las más avanzadastecnologías para su trabajo de investigación. (Foto: IAIPK)
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Desde una perspectiva más general, las investigaciones llevadas a cabo en el IAIPK se centran en
dos temáticas: “Las relaciones entre Europa y América Latina en el pasado y en el presente” y
“Construcciones de identidad en América Latina: estrategias de diferenciación y apropiación”. Para
el caso argentino, los trabajos incluyen investigaciones sobre la circulación de conocimientos entre
Alemania y la Argentina, sobre la construcción de la identidad de los inmigrantes de origen alemán
en la Argentina y sobre las relaciones bilaterales.
En el contexto de la cooperación científica el IAIPK organiza regularmente coloquios científicos,
simposios y congresos internacionales. Cuenta, además, con un programa de becas, que permite apo-
yar de ocho a diez proyectos por año para que los investigadores del exterior puedan acceder a los
volúmenes y a las colecciones que se conservan en Berlín.
Las investigaciones realizadas en el IAIPK se reflejan en una oferta de publicaciones. Entre ellas
figuran las series Biblioteca Ibero-Americana y Biblioteca Luso-Brasileira, que están dedicadas a los
estudios monográficos y multidisciplinarios. Por su parte, las Ibero-Analysen, contienen informaciones
de actualidad sobre la evolución política, económica, social y cultural de la región. Sin olvidar a las
Ibero-Bibliographien, que ofrecen selecciones bibliográficas, y la serie Ibero-Online.de, en la que se
publican conferencias y aportes a coloquios en el IAIPK. La oferta se completa con la edición de tres
publicaciones periódicas: la revista Iberoamericana. América Latina–España–Portugal (literatura,
historia y ciencias sociales), el anuario Indiana (estudios sobre los pueblos, los idiomas y las culturas
indígenas de América del Sur y Mesoamérica) y la Revista Internacional de Lingüística
Iberoamericana (aportes sobre los idiomas ibéricos y criollos).
Por su parte, el centro cultural del Instituto desarrolla un programa de eventos culturales, que
incluyen veladas literarias, exposiciones, cine, simposios y conferencias. Un hito en ese sentido fue la
realización del Festival Berlín-Buenos Aires en 2004, que celebró los diez años de hermanamiento
entre las capitales de la Argentina y Alemania. Coordinado por el IAIPK y contando con la partici-
pación de numerosas instituciones y artistas de Buenos Aires y Berlín, el evento presentó un abanico
de actividades integradas en un programa de reflexiones cruzadas, logrando así una amplia repercu-
sión en ambas metrópolis simultáneamente.
Es, por lo tanto, mediante esta combinación única entre centro de información, de investigación y
de cultura que el Instituto se propone seguir actuando también en este nuevo siglo XXI para poder
cumplir con el legado de Ernesto Quesada: ser catalizador del diálogo entre la Argentina y Alemania.
Los medios reflejan los signos vitales
de la comunidad. En tal sentido se
puede decir que a principios del siglo
XX la comunidad alemana en la
Argentina gozaba de excelente salud.
El Deutsche La Plata Zeitung
informaba desde 1884 sobre los acontecimientos más importantes de la Alemania imperial. Cinco
años después de su aparición le siguió otro diario con una línea más liberal, el Argentinisches
Tageblatt, fundado por el inmigrante suizo Johann Alemann. No obstante, la realidad política europea
no tardó en profundizar las diferencias entre ambas publicaciones.
Rápidamente el La Plata Zeitung comenzó a ser percibido como el órgano por excelencia para los
alemanes que residían en la Argentina y se identificaban con los ideales de la Alemania imperial de
Bismarck y de Guillermo II. Por su parte, el Tageblatt –como lo llaman sus lectores hasta el día de
hoy– mantuvo la línea progresista de sus fundadores. No se ocupaba sólo de temas alemanes, sino que
comentaba incluso, críticamente, la actualidad política argentina. En poco tiempo los dos diarios se
convirtieron en los líderes de opinión de una comunidad que crecía.
Las diferencias quedaron en suspenso con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Tanto el
Deutsche La Plata Zeitung como el Argentinisches Tageblatt se volcaron a defender ante la opi-
nión pública argentina la posición de la alianza formada por la Alemania imperial, Austria,
Hungría y –en un principio– Turquía. Para contrarrestar la influencia de la propaganda de guerra
impulsada por Gran Bretaña y Francia, los diarios alemanes
de la Argentina publicaron ediciones en español. Pero con la
derrota alemana aquella unión mediática se quebró.
Las diferencias políticas volvieron a florecer, pero de
forma más radicalizada. El debate, cada vez más pronun-
ciado, se acentuaba con la llegada de una nueva ola de
inmigrantes, provenientes de una
Alemania inmersa en la miseria de la
posguerra. Los medios alemanes de la
Argentina terciaron en la discusión
central que encendía los ánimos en
la República de Weimar. Esa discu-
sión se reducía a preguntas muy
simples: ¿Monarquía o
La prensa en guerraCómo el Argentinisches Tageblatt yel Deutsche La Plata Zeitungreflejaron la división de la comunidadalemana en torno al nacionalsocialismo
Pág. anterior: las tapas delArgentinisches Tageblatt y el LaPlata Zeitung se diferenciabandesde un principio en el tonocon el que reflejaban la actuali-dad alemana. (Fotos: Nico Pérez)
Derecha: en Alemania, elArgentinisches Tageblatt fue pro-hibido por orden del Gobierno.(Foto: gentileza IAIPK)
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República? ¿Un modelo de Estado basado en los valores tradicionales o en los del cambio liberal?
La depresión de 1929 y la posterior crisis económica con sus millones de desocupados definió
la pregunta y la suerte del primer experimento democrático de Alemania: las elecciones de 1933
llevaron al Partido Nacionalsocialista (NSDAP) al poder. Su líder, Adolf Hitler, fue nombrado
Jefe de Gobierno.
Su asunción trajo aparejada la unificación (Gleichschaltung) de todos los medios de prensa. La
oposición intelectual se vio obligada a expresar sus opiniones en el exterior. Buenos Aires y el resto
de la Argentina se convirtieron en uno de los pocos lugares, en los que ambos bandos encontraron
la plataforma para lo que vendría: el debate entre el diario nacional-conservador Deutsche La
Plata Zeitung y su contrapartida liberal Argentinisches Tageblatt, que desembocó en una suerte de
guerra mediática.
El Tageblatt se caracterizó, desde un principio, por una línea clara y directa: con notas y titulares
provocativos denunciaba a los nacionalsocialistas.Tildaba al Gobierno de Hitler de “sociedad de cri-
minales”. Sus miembros eran considerados “piromaníacos, asesinos y corruptos”. El Ministro de
Propaganda, Joseph Goebbels, era denominado germano atrofiado y patizambo (klumpfüßiger
Schrumpfgermane).Tampoco el jefe se salvaba, Hitler. El Tageblatt publicaba regularmente ácidas
caricaturas del máximo gobernante alemán.
Las consecuencias no se hicieron esperar: por orden del Gobierno de Berlín, se prohibió la difu-
sión del diario germano-argentino en Alemania. En 1936, la Universidad de Heidelberg le retiró a su
editor, Ernesto Alemann, el título de doctor que le había otorgado. Además, fue llevado a juicio y
objeto de un boicot de publicidad. Sin embargo, la estrategia no tuvo éxito. La emigración a la
Argentina de opositores del régimen y de cada vez más judíos alemanes le proveían al Tageblatt de
una clientela creciente. Los recién llegados se identificaron con el diario y otras publicaciones oposito-
ras como Das Andere Deutschland y el semanario judío Jüdische Wochenschau.
A pesar de ello, el Deutsche La Plata Zeitung siguió siendo el diario alemán de mayor tirada en la
región del Río de la Plata. Aunque no llegó a convertirse en un órgano de difusión del régimen nacio-
nalsocialista, como lo hizo el panfleto Der Trommler también publicado en la Argentina, sí en cambio
se encolumnó en la promoción de la ideología del Tercer Reich. En períodos de crisis aceptó incluso
ayuda financiera directa de la Embajada Alemana, cuyo titular era entonces Edmund von Thermann
(1933-1942).
El Deutsche La Plata Zeitung intentó por largo tiempo difundir una imagen positiva del régimen
que se estaba instalando en Alemania. Destacaba como logros de los nacionalsocialistas la disminu-
ción de la desocupación, el crecimiento económico y la estabilidad política. A su competidor directo, el
Tageblatt, lo ignoraba por completo.
El ambiente de animosidad se trasladó de las páginas de los diarios a la realidad de una comunidad
alemana que se dividía entre socialistas y liberales, por un lado, y los que propagaban su preferencia
nacionalista, por el otro. Cada uno tenía su diario, su teatro, sus escuelas, sus asociaciones y sus clubes.
Fue por el llamado affaire Patagonia que la opinión pública argentina tomó nota de esa profunda
división. En marzo de 1939 el Tageblatt publicó un presunto informe secreto del Gobierno de Hitler
Derecha: el Embajador alemán,Edmund Freiherr von Thermann, alingresar a la Casa Rosada para presen-tar sus Cartas Credenciales, en 1933.
Abajo: reunión de miembros de la filialdel Partido Nacionalsocialista (NSDAP)en Buenos Aires, en el Luna Park.(Fotos: AGN)
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para colonizar la Patagonia. La prensa argentina no tardó en
tomar en cuenta la noticia y en exigir al Gobierno del Presidente
Roberto M. Ortiz una respuesta enérgica a semejante anhelo. La
presión culminó con medidas contra los seguidores de los nacio-
nalsocialistas en el país. Entre ellos, la sucursal del NSDAP, que
había sido fundada en 1931, como una de las primeras fuera de
Alemania. Esa filial del partido nazi llegó a contar con 2.000
miembros y realizó actos masivos en diversos centros, entre ellos
el Luna Park porteño.
Al poco tiempo se descubrió, sin embargo, que el informe
secreto era falso. Se descubrió que el Tageblatt se había basado
en informaciones provistas por un falsificador recurrente. El La
Plata Zeitung celebró el traspié del competidor. No obstante, la
desconfianza y el temor ante una quinta columna proveniente del
Tercer Reich estaban sembrados.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial –en septiembre de
1939– catapultó la polarización a un nuevo nivel. Buenos Aires se
convirtió en un campo de batalla de los servicios secretos de los
dos bandos beligerantes. Británicos, norteamericanos, alemanes,
todos intentaron influenciar a la opinión pública local en su favor
a través de la prensa, la radio y el cine.
El Deutsche La Plata Zeitung festejaba los éxitos del ejérci-
to alemán sin tapujos y llegó a calificar a la campaña en
Francia y a la ocupación de París “la mayor victoria de la historia humana”. El
Argentinisches Tageblatt, en cambio, comenzaba a describir las derrotas alema-
nas. Entre las primeras figuró la autodestrucción del acorazado de bolsillo Graf
Spee en la desembocadura del Río de la Plata en 1939.
Por su parte, el Gobierno argentino comenzó a seguir con más atención la situa-
ción dentro de la comunidad alemana. Creó a tal fin una comisión para la investiga-
ción de actividades antiargentinas. A pesar de ello, la prensa alemana no sufrió efecto
alguno. Esto no cambió tampoco tras el golpe de Estado en junio de 1943, protagoni-
zado por el general Arturo Rawson contra el Gobierno de Ramón S. Castillo.
La neutralidad argentina siguió vigente hasta que en 1944 la Casa Rosada,
ya entonces bajo el mando de otro militar, el General Edelmiro J. Farell, se vio
obligada por presiones de Gran Bretaña y Estados Unidos a suspender las rela-
ciones diplomáticas con Alemania. El 27 de marzo de 1945 la Argentina le
declaraba la guerra a un régimen nacionalsocialista, al que le quedaban sólo días.
Para entonces, en la Argentina la guerra mediática ya tenía un vencedor: el
Argentinisches Tageblatt. El Deutsche La Plata Zeitung había sido prohibido. Su
Arriba: mientras que elArgentinisches Tageblatt (arriba)no dudaba en ironizar la figura deAdolf Hitler, el La Plata Zeitungpublicaba anuncios afines al régi-men nacionalsocialista.
Página siguiente: la diferenciaentre ambos medios se reflejó,como pocas veces, en la tapaque cada uno publicó despuésde la Noche de los Cristales, el 9de noviembre de 1938 (Fotos:Nico Pérez / Diarios gentileza deBiblioteca Nacional).
último número se editó un día de octubre de 1944, que más tarde llegaría a tener otro significado
para la Argentina: el 17 de octubre.
La lucha encarnizada en el seno de la comunidad alemana en la Argentina tuvo consecuencias.
La división se mantuvo. A un año de finalizar la guerra apareció el diario Freie Presse. El nuevo
periódico se convirtió en el heredero natural del desaparecido Deutsche La Plata Zeitung. Al poco
tiempo ya era, según los datos de la época, el diario alemán de mayor tirada en el extranjero. Sin
embargo, sufrió pronto el mismo problema que su competidor, el Argentinisches Tageblatt: la canti-
dad de lectores disminuyó abruptamente al comenzar a reducirse la afluencia de inmigrantes ale-
manes. Al no contar con una clientela fija y fiel y atravesando tiempos difíciles el Freie Presse se
vio obligado a cerrar. Desde 1977 el Argentinisches Tageblatt es el único medio que se publica en
idioma alemán en la Argentina. Su dirección está hoy a cargo de la cuarta generación de descen-
dientes de Johann Alemann.
Holger M. Meding
Llegar a la Argentina desde el Viejo Mundo exigía a
principios de 1930 una travesía en barco que duraba
más de dos semanas. A ellas se les sumaban las horas, y a veces los días, que demandaba acceder
al puerto de embarque.
Por otra parte, los vuelos de larga distancia seguían siendo un reto para los aventureros. Pocos
años antes, en 1927, Charles Lindbergh había cruzado el Atlántico en su legendario avión Spirit of
St. Louis.Tres años más tarde, una aeronave del tipo Dornier Do-15, piloteada por Wolfgang von
Gronau, unía la ciudad de Warnemünde, en el Norte de Alemania, con Nueva York.
A pesar de que las primeras aerolíneas comenzaban a levantar vuelo, la aviación intercontinental
de pasajeros se encontraba en sus inicios. Entre ellas, la Deutsche Lufthansa Aktiengesellschaft, fun-
dada en 1926, se preparaba para comercializar los destinos más alejados con vuelos regulares de ser-
vicio postal: Asia y América Latina. Lo propio hacían los franceses Pierre-Georges Latécoère y
Marcel Bouilloux-Lafont, creadores de la mítica línea Aéropostale, entre cuyos pilotos figuraban hom-
bres como Antoine de Saint-Exupéry o Jean Mermoz.
No obstante, para aquellos que querían cruzar el Atlántico con algo más que un equipaje de
mano, el barco seguía siendo la opción obligada.
No es difícil imaginarse entonces el asombro y la expectativa que causó la aparición de la platea-
da estructura del dirigible LZ 127 Graf Zeppelin en los cielos de Buenos Aires, el 30 de junio de
1934, a las seis de la mañana. La “ballena voladora”, como la llamaron algunos de los que la vieron
pasar, por sus 236,6 metros de largo y 30,5 metros de diámetro, venía en vuelo oficial desde la ciu-
dad de Friedrichshafen. Representaba la esperanza de poder establecer, finalmente, un servicio regular
aéreo para trasladar correo y pasajeros entre Europa y la Argentina.
El Graf Zeppelin había sido fabricado en 1928 y ya había cruzado varias veces el océano. Con su
nave hermana, el LZ 129 Hindenburg, había efectuado desde 1932 un servicio quincenal entre
Alemania y Brasil. Sin embargo, para seguir viaje a Buenos Aires necesitaba un puesto de reabasteci-
miento que contara con la infraestructura necesaria para revisar los motores o reparar algún desper-
fecto. El problema quedó resuelto cuando los responsables del Zeppelin, entre ellos también su capi-
tán Hugo Eckener, decidieron establecer ese puesto en Río de Janeiro.
El primer viaje al Río de la Plata se convirtió entonces para muchos porteños en el suceso del
año 1934. Desde sus primeras planas los diarios más importantes del país, como La Nación y La
Prensa, habían hecho lo suyo para aumentar la expectativa. Con varios días de
anticipación habían publicado extensos informes sobre los datos técnicos de la
nave, que era capaz de permanecer más tiempo en el aire que cualquier otra a
motor gracias a su capacidad de carga de 105.000 metros cúbicos de gas. No
Una visita únicaLa llegada del Graf Zeppelinmarcó el fin de una época
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Pág. anterior y siguientes: el GrafZeppelín a su llegada a la capitalargentina, en 1934, sobre el centrode Buenos Aires. (Fotos: gentilezaFam. Dietl)
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menos interés generaban las crónicas de sus
vuelos anteriores, los retratos de sus principales
responsables y de sus 26 tripulantes.
El Zeppelin llegó con las primeras luces de
la mañana a la capital argentina. Como lugar
de aterrizaje se había fijado Campo de Mayo.
Pero ni la hora ni las frías temperaturas evita-
ron que ya desde la noche anterior el público se
acercara a las instalaciones militares. Según
cuentan las crónicas, un coro de 18.000 boci-
nas de autos estacionados alrededor del lugar
de amarre recibió al Zeppelin cuando, tras
sobrevolar el centro porteño y escoltado por
siete aviones militares, llegó finalmente a
Campo de Mayo. Allí, a las 08.47 horas, tras
largar parte de su lastre de agua, el dirigible
quedó amarrado a pocos metros del suelo.
Por razones de cronograma su estadía no
duró mucho más que una hora. En ese lapso
se entregaron saludos y distinciones, mientras
la tripulación recargaba los depósitos. A
pesar de una presencia tan breve, el esfuerzo
realizado para hacer llegar la nave a la
Argentina representaba más que un logro de
la aeronáutica moderna. Era, para muchos,
también reflejo del buen momento que atra-
vesaban las relaciones entre la Argentina y el
país germano después de una etapa que había
estado signada por las secuelas de la posgue-
rra. La Alemania de la República de Weimar
había superado los difíciles años de hiperin-
flación y los problemas de la balanza de pagos.
La vuelta a un marco de crecimiento económico y de estabilidad tapaba también los ecos de un
escenario político cada vez más radicalizado. Para una gran mayoría el terror del nacionalsocialismo
era todavía un fantasma demasiado absurdo como para convertirse en realidad. La reactivación eco-
nómica interna provocada por la política económica del gobierno del entonces Canciller Adolf Hitler
había generado un aumento en la demanda alemana de materias primas y alimentos. El efecto se sin-
tió también en las exportaciones argentinas. El problema de divisas que ello causó al Estado alemán
se solucionó con el Acuerdo de Compensación y Clearing, firmado en septiembre de 1934.
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El Convenio Comercial de 1934
El Convenio Comercial y de Pagos o Acuerdo de
Compensación y Clearing complementaba el Tratado de
Amistad, Comercio y Navegación de 1857. Mediante el nuevo
convenio ambos países se comprometían a que sus importadores
tuvieran un tipo de cambio no menos favorable que el de los
importadores de cualquier otra nación. El acuerdo argentino-
alemán de 1934 permitía a cada país comprar al otro tanto
como le vendía, pero no más.También estableció la creación de
una comisión mixta argentino-alemana, con sede en Buenos
Aires, encargada de decidir sobre las diferencias de interpreta-
ción que acarrease el convenio. Su objetivo era establecer un
sistema comercial mediante acuerdos de compensación que, a
diferencia del comercio con los países anglosajones, equivalía a
un trueque sin necesidad de contar con divisas.
La razón principal para este arreglo era la falta de divisas del
Estado alemán. Aunque su efecto fuera reducido para la balanza
comercial –no aumentó significativamente, a pesar de que en 1935
el comercio de carnes pudo incrementarse–, el acuerdo tuvo un
efecto secundario no menor. A partir de 1936 los contratos del
gobierno argentino, otorgados a empresas alemanas vinculadas
con la construcción, estimularon las exportaciones germanas de
hierro y acero. Hacia 1938 Alemania se había convertido en el
principal abastecedor de estos productos. Las importaciones
argentinas de maquinaria, motores y vehículos provenientes de
Alemania alcanzaron un porcentaje de participación en el total de
las importaciones argentinas del 28,6 por ciento, cercano a la
cifra de los norteamericanos, que registraban el 31,5 por ciento,
mientras que los británicos estaban relegados al tercer puesto con
el 16,3 por ciento.
Mientras tanto –y gracias a la reactivación del intercambio comercial–, la comunidad alemana
residente en la Argentina crecía. La llegada del Zeppelin prometía incrementar ese bienestar.Traía la
esperanza de poder ampliar el todavía limitado margen que presentaba la aviación civil. Sin embargo,
el sueño no se concretó. En el mismo año, un hidroavión del Sindicato Condor, una subsidiaria de la
Lufthansa, rompió el récord que había establecido el Zeppelin.
A pesar de tener que realizar varias escalas a lo largo de su trayecto, el avión tardó sólo seis días
en transportar su carga postal desde Berlín hasta Buenos Aires. El Zeppelin había tardado siete días.
Más aún: los aviones mejoraron su marca el año siguiente.Tardaron sólo tres días y medio.
La majestuosidad del “cigarro”, como se llamaba al dirigible cariñosamente en su patria, había que-
dado obsoleta. Lo que pocos intuían entonces en la Argentina era que su desaparición también marcaría
el comienzo del fin de una época. La relación bilateral estaba entrando en una de sus etapas más difíciles.
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La disputa por el“alma de Buenos Aires”
Su función no era menor: como monumento debía dar testimo-
nio al mundo de los 400 años que habían pasado desde 1536,
cuando Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Buenos Aires.
Nada menos. Quizás por ello se lo llegó a proyectar como algo realmente elevado: en un principio iba a
ser un monolito de 162 metros de altura, que luego se redujeron a los no menos imponentes 67,5 metros
de hoy. Pero antes de convertirse en el ícono de la capital argentina, el Obelisco fue, ni más ni menos, la
manzana de la discordia de los porteños. En el centro de la polémica se ubicó un arquitecto de ascen-
dencia alemana con ideas que parecían demasiado avanzadas para la época.
En 1936 la zona céntrica de la capital argentina era testigo del ensanche de la calle Corrientes,
la que todavía tenía doble mano de circulación. Al mismo tiempo, excavadoras y equipos de demoli-
ción finiquitaban los preparativos para lo que se convertiría en la Avenida 9 de Julio, que cortaría a
Buenos Aires en dos, separando su corazón financiero, el puerto y el barrio de San Telmo de la coque-
ta Recoleta y del barrio de Montserrat.
El Intendente Mariano de Vedia y Mitre decidió que fuera en esta intersección de Corrientes y la 9 de
Julio, dos de las más importantes arterias de la ciudad, donde se levantara un monumento conmemorativo
de dimensiones históricas. Se trataba, además, de un lugar doblemente histórico: según los archivos, aquí
había estado empotrado el listón de madera con el cual Pedro de Mendoza había dado cimiento a la ciu-
dad en nombre de España. Siglos más tarde se había levantado, también aquí, la Iglesia de San Nicolás.
Desde su campanario había flameado por primera vez la bandera nacional, el 23 de agosto de 1812.
Sin embargo, la función del Obelisco no era sólo atestiguar el pasado. Con el ensanche de la Avenida
Corrientes y la finalización de obras en la Diagonal Norte se esperaba que la ciudad creciera hacia el
Norte. Desde un punto de vista urbanístico, había que crear una vía de escape que le diera nuevos aires a
Buenos Aires. Como un símbolo pétreo, el Obelisco signaría el proyecto modernista de una
ciudad que buscaba presentarse como una de las más vanguardistas del mundo.
El diseño quedó a cargo del arquitecto Alberto Prebisch. Su padre era un inmi-
grante llegado al país desde la ciudad de Dresden. Uno de sus
hijos fue otro Prebisch que alcanzaría también la celebri-
El Obelisco casi seconstruye dos veces
Pág. anterior: el Obelisco, en Av.9 de Julio y Av. Corrientes, seconvierte cada noche en el cora-zón iluminado de la ciudad deBuenos Aires.
Derecha: las llaves que dan acce-so a la escalera, que lleva hastala punta de este monumento, de67 metros de altura. (Foto: AGN)
dad: el economista Raúl. El arquitecto Prebisch, nacido en 1899, hizo en sólo dos días la maqueta, convencido de que lo
que se le pedía era que diseñara todo el espacio de lo que sería la Plaza de la República. El resultado fue un conjunto que
se componía de fachadas de diez niveles y una rotonda en un círculo sencillo más el Obelisco.
El diseño se encontró con una crítica feroz. Se lo calificaba de desolador, oscuro y vacío. Los comentarios negati-
vos coincidían en un punto: un monumento nacional no podía tener forma abstracta.También se decía que un monolito
no podía ser hecho en partes ni estar revestido y que, además, era muy alto.
No obstante, según lo recuerdan todavía hoy los especialistas (Cuaderno de Historia N° 9 del Instituto de Arte
Americano) el diseño era coherente con la tendencia urbanística del momento. Además, su forma había sido anticipada
en las discusiones que, según los registros históricos, se habían iniciado en 1905 con motivo de los preparativos para el
Centenario. Allí se había propuesto la construcción de un monolito de piedra de 162 metros de altura.
La discusión llegó a las primeras planas. Prebisch eligió el diario Noticias Gráficas para defender su creación. El 9
de abril de 1936 publicó una carta abierta en la que presentó sus argumentos. Cerró la nota anticipando: “Mi obra, por
sí sola, acabará con todas las objeciones”.
La construcción quedó a cargo de la Siemens-Bauunión, filial de la empresa alemana que venía participando en la rea-
lización de importantes obras de infraestructura como, por ejemplo, la ampliación de la red de subterráneos. En el caso del
Obelisco la empresa empleó 31 días para realizar la obra. Usó 680 metros cúbicos de cemento para levantar la estructura
de base, que se cubrió con 1.360 metros cuadrados de piedra blanca calcárea, traída especialmente de San Luis. Ciento
cincuenta obreros trabajaron en doble turno para levantar el monumento, cuyo costo fue de 200.000 pesos de la época.
El impacto favorable que causó el Obelisco cuando se inauguró el 23 de mayo de 1936 en presencia del presidente
de la Nación, Agustín P. Justo, convalidó la enérgica respuesta de Prebisch a sus críticos.
Sin embargo, dos años más tarde se volvía a levantar la polémica. La legislatura porteña llegó incluso a discutir la
demolición del Obelisco. El motivo era el desprendimiento de varias de las placas de piedra desde sus paredes. Sólo el
veto del Intendente frenó la moción. Para acallar los temores, Siemens retiró las placas y pintó la cubierta con pintura
látex, tal como todavía hoy se ve.
Desde aquel momento inaugural los porteños retoman día a día con especial cariño su relación con el Obelisco, defen-
diéndolo cuando sienten que se lo ridiculiza. La última vez fue el 1° de diciembre de 2005. Para conmemorar el Día
Mundial de la Lucha contra el SIDA el Obelisco amaneció teñido de rosa. Los organizadores lo habían enfundado con un
preservativo gigante, lo que generó no pocas protestas. Un
año más tarde, para festejar sus 70 años, había recobrado
su habitual sobriedad con un vestido nuevo, que demandó
650 litros de pintura. Así se refrescaba el presente de una
presencia urbana insoslayable, que su impulsor, el
Intendente Vedia y Mitre, había definido como “la mate-
rialización del alma de Buenos Aires.”
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Una vista aérea de la Plaza de la República,en 1941. (Foto: AGN)
El día de inauguración del monumento, el23 de mayo de 1936, contó con la presen-cia del Presidente Agustín P. Justo.(Foto: AGN)
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“Uno era alemány se definía como tal”
El escritor Roberto Schopflocher llegó a la Argentina en 1937. De ascendencia judía,
emigró junto con sus padres de la Alemania nacionalsocialista. Atrás quedaban fami-
liares, conocidos y recuerdos.También la humillación y la persecución a la que los suyos se vieron expuestos
en aquel país, que aún hoy denomina patria. Agrónomo de profesión, Schopflocher (Fürth, 1923) es uno de
los exponentes de una nueva generación de autores tan alemanes como argentinos. El autor de obras como
Fuego Fatuo o Venus llega al pueblo recuerda aquí la historia que tuvo en común con 35.000 a 45.000
judíos-alemanes, para quienes la Argentina significó el final de una pesadilla y el inicio de un nuevo futuro.
-¿Cómo vivían los judíos la realidad alemana en los primeros años de la década de 1930?
-Déjeme aclarar antes un punto: Uno muchas veces escucha “los judíos” o “la comunidad judía”.
Pero eso no es del todo correcto. Como en toda confesión, también entre los judíos había muchas dife-
rentes corrientes. En el caso nuestro, se trataba de una familia arraigada en lo que llamaría la burguesía
liberal judeo-alemana. Mis padres eran judíos, pero, en general, no lo tematizaban. Uno era primero ale-
mán y se identificaba como tal, por más que fuera alemán, de confesión judía.
Para darle un ejemplo: en 1914, al iniciarse la Primer Guerra Mundial, mi padre se encontraba en
la Argentina como tantos jóvenes alemanes en aquella época, que recorrían el mundo. Pero al estallar la
guerra él no tuvo mejor idea que ir al Consulado para reportarse. Abortó su visita, se embarcó y … ter-
minó el viaje en un campo de detención inglés, en la Isle of Man, en el Mar de Irlanda. Recién después
de la guerra pudo volver a Alemania.
-Alemania es caracterizada muchas veces como la patria de los pensadores, de los filósofos, de los
“Dichter und Denker”. ¿Cómo se explica un intelectual como usted que esa cultura terminara cayendo
en lo más profundo de la barbarie humana?
-Hay muchas explicaciones. Pero, ninguna es convincente.
Para mí, esto sólo prueba que en todos nosotros hay una fuerza
del bien y, otra, del mal, que aflora bajo las condiciones propicias.
-¿Cuáles fueron esas condiciones en el
caso alemán?
-Hitler fue un desequilibrado mental, pero
muchas grandes empresas lo apoyaron; al igual
que los anticomunistas, trataron de aprove-
charse de él. Luego logró hacerse de millones
Pág. anterior: la amenaza nacio-nalsocialista se hizo sentir encada vez más rincones de la rea-lidad alemana con la llegada deHitler al poder. (Foto: gentilezaHoracio Coppola).
Derecha: el escritor RobertoSchopflocher durante la entrevis-ta (Foto: Nico Pérez)
El éxodo de losjudíos alemanes
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de seguidores. Eso fue contagioso.También hubo razones externas: la humillación sufrida después de la
Primera Guerra, el desempleo y la crisis económica que sobrevinieron a fines de los años 20.También hay
que recordar que no todos los alemanes eran filósofos, así como no todos los alemanes de aquellos años
participaron de la locura. Es lo mismo que en el caso de la Argentina durante la última dictadura, cuando
muchos desviaron la mirada para no tener que ver lo obvio.
-Aún así, la pregunta se justifica: ¿Por qué el seguimiento a Hitler fue tan masivo, por qué llegó a
tantos en vez de a unos pocos?
-El antisemitismo no era nada nuevo para esa época. Pogromos ya los había habido en Europa desde la
Edad Media. Se hacía eco de ese odio en los chistes populares de los gentiles, en los proverbios, en las prédi-
cas de la Iglesia. Incluso los cuentos para niños lo contemplaban, según lo demuestran algunos cuentos de
los Hermanos Grimm. Como lo describiera alguna vez el escritor Heinrich Heine: los actos de antisemitismo
eran como molestas picaduras de mosquitos en una cálida noche de verano. Formaba parte de la vida.
-¿Cómo se percató de ello?
-Fue a principio de los años 30, cuando aparecieron los primeros carteles rojos en las paredes, en las
calles, que llamaban a los actos nacionalsocialistas y advertían: “Juden unerwünscht” (Judíos: indesea-
dos). Eso molestaba.
-¿Molestaba…?
-Si, porque uno sabía que había círculos en los que los judíos no eran bienvenidos. Pero no era
–todavía– nada existencial. Era como en Hamburgo, que no estaba bien visto ser católico (la ciudad de
Hamburgo, se caracterizaba por ser de confesión mayoritariamente luterana-protestante; nota de red.)
-¿Qué otros recuerdos le vienen a la mente cuando piensa en esos años?
-La inscripción con letras de alquitrán en un puente: “Deutschland erwache, Jude verkrache!”
(¡Alemania, despierta; Judío revienta!).También me acuerdo muy bien de aquel 30 de enero de 1933,
cuando en la radio transmitieron la asunción de Hitler como Canciller y Jefe del Gobierno alemán.Yo
tenía nueve años. Obviamente no entendía muy bien lo que pasaba. Pero sí tengo muy presente la cara de
mis padres durante la transmisión. Estaban preocupados, y eso se veía.
A los pocos meses, el 30 de abril, hubo un boicot a los negocios judíos. Ante cada tienda afecta-
da, había hombres vestidos con el uniforme marrón pardo. Les decían a los transeúntes: “Alemanes:
no compren a judíos”. Ahí fue cuando empecé a sentir, que lo que estaba pasando, estaba dirigido
directamente contra mí.
-¿Se notaba ya entonces que el ambiente iba empeorando, que habría más violencia?
-Hay un gran quiebre en lo que respecta a la persecución y a la emigración judía. Esa línea divisoria
fue la así denominada “Noche de los Cristales”, la noche de los pogromos, cuando los seguidores de
Hitler atacaron y quemaron sinagogas en toda Alemania y condujeron a un gran número de judíos a los
campos de concentración. Hasta esa fecha muchos afectados se autoengañaban, pensaban que la situa-
ción se calmaría. Mi propia abuela, ingenuamente, llegó a decir: “Si Hitler supiera lo que está pasando,
seguro que haría algo para parar esta locura.”Y eso era la opinión de una persona que había tenido una
educación bastante rudimentaria. Pero, reflejaba la percepción de una gran parte de la sociedad. Los que
emigraron antes de esa noche, pudieron llevarse algunas de sus pertenencias. Después de 1938, emigrar
significaba muchas veces irse prácticamente con lo puesto.
-¿Cuáles eran las opciones? ¿Palestina?
-En nuestro círculo más bien no. El sionismo todavía no era un concepto tan popular por entonces.
Además, los ingleses habían restringido el ingreso de los inmigrantes judíos a la región. No, la idea era
trasladarse a algún país limítrofe con Alemania o emigrar a los Estados Unidos. De radicarse en otro
continente, como América Latina, Nueva Zelanda o Australia todavía no se hablaba. Eso vino más tarde,
cuando la mayoría de los países cerraron más y más sus fronteras.
-¿Por qué tuvo que ocurrir un progromo como el de la Noche de los Cristales para que la emigración
se convirtiera en un éxodo?
-Dejar todo atrás, todo lo que uno construyó a lo largo de una vida, no es nada fácil. Hay mucho de
material en ello, pero también mucho de lo emocional. Dejar atrás a la propia cultura, el idioma con el
que uno había crecido, la escuela, el negocio, la posición, los amigos, era y es algo muy difícil.
-¿Los actos de persecución eran tan imperceptibles?
-No se trataba de una persecución letal en ese entonces. Desde 1933 era más bien un tema de res-
tricciones, de sustracción de los medios de vida, que fueron en aumento a partir del 9 de noviembre de
1938. Por entonces, –nosotros ya habíamos salido del país–, se prohibió a los judíos la entrada a lugares
públicos como los parques o los cines. Después se les negó el uso del tranvía.Ya más tarde el Estado les
sacó el teléfono y les exigió también la entrega de los aparatos de radio. Finalmente, se les echó de sus
Ambas páginas: con miradaargentina: el fotógrafo HoracioCoppola es uno de los másreconocidos en su arte en laArgentina y en Europa. Vivió enAlemania a principios de losaños 30. Participó allí delmovimiento artístico de laBauhaus. Pero aprovechótambién su estadía paradocumentar la cara de la otraAlemania, que estaba al margende la política.(Foto: gentileza H. Coppola)
“Hay que recordar, que no todoslos alemanes de aquellos añosparticiparon de la locura”,recuerda Roberto Schopflocher.
9392
casas. Muchos se autotranquilizaban con el argumento que el resto de las naciones, “el mundo
civilizado”, no iba a permitirlo. Se equivocaron: la suerte de los judíos no le interesaba en lo más míni-
mo. Por otro lado, tampoco era tan fácil encontrar un país dispuesto a recibir al emigrante.
-¿A qué se refiere?
-Como lo expresó en su momento el dirigente sionista Jaim Weizmann: el mundo se dividía entre los
países que se querían sacar a los judíos de encima y aquellos otros, que no los querían dejar entrar.
-¿Volvamos a la diferencia de haber salido antes o después de 1938: Se nota todavía?
-Hoy ya no tanto. Pero, sí existen todavía casos de aquéllos que cortaron con Alemania y no la quie-
ren volver a pisar nunca más. Es comprensible. Resulta muy difícil olvidar cómo, cuándo y dónde le
arrancaron al padre, la madre, los abuelos para llevarlos a las cámaras de gas. El caso de mi familia era
diferente. Nos salvamos a tiempo, a diferencia del tercio de alemanes judíos que fueron asesinados.
-¿Qué sintió cuando su padre dijo: “Nos vamos a la Argentina.”? ¿Era como irse a la luna?
-No para nada.Yo sabía dónde estaba la Argentina por unos parientes que teníamos aquí. Pero,
también entre mis amigos se tenía una cierta idea de qué eran los países de la región.
-¿Qué lugar ocupaba la Argentina entre los destinos de emigración de su entorno cuando ustedes
se fueron de Alemania?
-Para darle una idea: en su momento, la Argentina recibía más refugiados judíos per cápita que los
Estados Unidos: Las estadísticas indican que, en total, emigraron a la Argentina entre 35.000 y 45.000
judíos alemanes. No hay que olvidar, que a medida que el tiempo pasaba se hacía más difícil entrar.
-¿Por qué?
-Si uno quería inmigrar tenía que ser “llamado” por un pariente cercano que ya viviera aquí. Eso
significaba que su hijo, hermano etc., que debía residir desde hace más de dos años en el país, debía ges-
tionar ante el Ministerio de Relaciones Exteriores un permiso, denominado, precisamente, llamada. Por
su parte, la Asociación Filantrópica Israelita (AFI) trataba de obtener permisos de desembarque para
candidatos sin parientes, procurándoles un empleo, por modesto que fuera, para demostrar su utilidad
para el país. Además, mantenía una chacra de entrenamiento en Río Negro para enseñar a jóvenes solte-
ros el oficio de fruticultores. Estando aún en Alemania, muchos judíos trataban de aprender algún oficio
útil para ganarse la vida en la nueva patria.
-¿Uno no podía ir entonces a un puerto, comprar un pasaje y embarcarse para venir?
-Para nada. Usted precisaba un visado, que le otorgaba el Cónsul argentino de la ciudad desde la
cual partía el barco.Y este sólo se lo daba si usted podía presentar la llamada.
-¿Cómo fue la llegada? Qué impresión le causó Buenos Aires?
-Lo que me impresionó fue la amplitud del entorno. Aquí, por primera vez en mi vida, vi palmeras.
Por otra parte, en la casa de mi tío, donde mi hermano y yo vivimos durante el primer año, todavía se
respiraba ese aire de la burguesía liberal que habíamos conocido. Mi tía era oriunda de la ciudad de
Hamburgo, no era judía.
-¿Cuando llegaron, pensaron que su estadía en la Argentina duraría un tiempo y después volverían
a Alemania?
-No. Estaba claro que no volveríamos a Alemania.
-¿Eso era común entre aquéllos que venían desde allá?
-Diría que, en gran parte, sí. La norma era poder empezar de nuevo, en una nueva sociedad a la que
había que integrarse. Enviar a los chicos a la escuela, ir a la universidad. Era algo muy común.Yo, por
ejemplo, estudié Agronomía en Córdoba; mi hermano se recibió de Doctor en Química.
-¿Y en el caso de aquéllos que llegaron después de 1938?
-Todo fue mucho más difícil. Hasta el año 1936 no era tan complicado encontrar aquí trabajo en el
oficio propio, a no ser que uno fuera médico o abogado. Se encontraban puestos para contador, agente de
seguro, profesor de idioma. Pero, -¡Después…!- algunos que eran abogados llegaron a cargar sus maleti-
nes con salchichas, cigarros o corbatas que vendían de casa en casa. Eso, obviamente, no era la regla.
Pero sí existía.
Nosotros todavía pudimos traer libros, cuadros, muebles y artículos domésticos. Pero, los que vinie-
ron después del 1938 sólo tuvieron permiso para llevar consigo modestas valijas y el equivalente a diez
Marcos alemanes. El intento de esconder más le podía significar a uno –en el caso de ser descubierto–
ser enviado a los campos de concentración.
-¿Con qué ayuda podían contar los emigrantes al llegar, más allá de sus propios medios o de familiares?
-El principal centro que los recibía era, justamente, la AFI, que había sido fundada por judíos ger-
manohablantes en 1933 para ayudar y darse apoyo mutuo.
-¿Existía algún contacto entre los judíos alemanes refugiados y el resto de la comunidad alemana
residente en la Argentina?
-Hubo excelentes relaciones con aquellos alemanes no judíos, que eran de ideas liberales, que no
tenían prejuicios: con la gente del Colegio Pestalozzi, por ejemplo, del Argentinisches Tageblatt, con los
círculos antifascistas del Vorwärts. Pero, naturalmente, no con los nazis declarados.
-¿Hubo tensión entre los dos grupos de alemanes judíos y no judíos?
-Para nada. Ni los nazis tenían demasiado interés en mezclarse con los judíos, ni viceversa. Por otro
lado, no se olvide que, por ejemplo, las escuelas alemanas, en su mayoría, fueron gleichgeschaltet. Eso sig-
nificaba que debían enseñar y responder en base a las consignas que llegaban desde la Alemania de Hitler.
Muchos alemanes que residían aquí, lejos del Reich, eran más nacionalistas que los de Alemania. La razón
es obvia: la distancia no les dejó ver muchas de las cosas, que los que vivían allí sí pudieron ver.
Era una tarde de diciembre de 1939. Apenas unos meses antes
Alemania había iniciado lo que se convertiría en la Segunda Guerra
Mundial del siglo XX. Y en la desembocadura del Río de la Plata, a
pocos kilómetros de Montevideo y de las costas argentinas, esa tarde, la del 19 de diciembre, ya se
cerraba uno de los capítulos más dramáticos de la contienda. El acorazado de bolsillo Admiral Graf
Spee se hundía, mientras la mayor parte de su tripulación viajaba ilesa hacia Buenos Aires. Se llamaba
“de bolsillo” a los acorazados que Alemania había construido ajustándose a las severas restricciones
impuestas por el Tratado de Versalles.
El suceso no sólo traería toda la crudeza de la guerra hasta la región del Plata, sino que signaría la
relación bilateral entre argentinos y alemanes, que volvía a pasar por aguas turbulentas.
El comandante del Graf Spee, el capitán de navío Hans Langsdorff, había ordenado en la mañana la
autodestrucción del buque de 186 metros de eslora y 21,6 metros de manga. Langsdorff entendía que no
tenía escapatoria ante la flotilla de navíos británicos integrada por los destructores HMS Ajax, Achilles y
Cumberland, que lo esperaban en la desembocadura del río para terminar la faena que habían iniciado
pocos días antes en las aguas del Atlántico. Junto con otro buque, el HMS Exeter, los británicos habían
enfrentado al Graf Spee para que no siguiera adelante con su misión de búsqueda y destrucción de los
buques mercantes de bandera inglesa.
En efecto: el Spee había salido el 21 de agosto del puerto alemán de Wilhelmshaven, y su misión era
hostigar a la marina mercantil británica en el Atlántico Sur. Cinco meses después había hundido nueve
barcos de carga, pero no pudo finalmente con la flotilla de buques de guerra británicos, que se le enfren-
taron el 13 de diciembre. La batalla había dejado al Spee con 39 muertos,
59 heridos y graves daños en su sistema de dirección y –lo que era mucho
peor, pero se supo sólo sesenta años después– en el sofisticado sistema
de suministro de combustible. Con el fin de intentar reparar el acoraza-
do, el comandante alemán había buscado refugio
en el puerto neutral más cercano con las condi-
ciones necesarias: Montevideo.
Las reglas de guerra de la época exigían
que cualquier parte beligerante abandonara el
refugio neutral a las 24 horas. Los uruguayos
le concedieron al Spee un plazo de 72 horas.
El comandante alemán aprovechó para liberar
a los prisioneros de guerra que le quedaban
de sus enfrentamientos con barcos mercanti-
El último viaje delacorazado Graf Spee
Pág. anterior: el acorazado GrafSpee se hunde en el Río de laPlata, el 19 de diciembre de1939. El Capitán Hans Langsdorffhabía ordenado la autodestruc-ción para que el barco no cayeraen manos británicas. (Foto:colección privada)
Derecha: una muestra de agrade-cimiento de marineros del GrafSpee hacia la población germa-no-argentina. (Foto: gentilezaFam. Heinlein)
El barco que prefirió hundirse
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les y para enterrar a sus muertos en el cementerio de la capital
uruguaya. Queda la anécdota de Langsdorff rindiendo su home-
naje con el saludo naval internacional, al tiempo que todo el
resto de la tripulación lo hacía con el brazo derecho en alto, el
saludo impuesto por el régimen nacionalsocialista.
Al entierro humano le siguió la destrucción del Graf Spee,
decidida tras una consulta con Berlín. La razón debía buscarse
en el temor de que el buque cayera en manos británicas si la
tripulación se internaba en Uruguay. Los uruguayos ya se incli-
naban hacia el bando de los aliados en contrapunto con sus
vecinos argentinos, que en 1939 se mostraban más cercanos a
las naciones del eje.
Una vez hundido su barco, con su tripulación internada en
un campo para refugiados en la Argentina y los documentos del
navío entregados en la delegación alemana en Buenos Aires,
Hans Langsdorff se suicidó. Fue el 19 de diciembre, en un hotel
céntrico de la capital argentina. Entre los posibles motivos del
suicidio está el deseo de cumplir con aquella ley no escrita, que
dice que un comandante está atado a la suerte de su barco.
Algunos entendieron, además, que Langsdorff quiso realizar
con su muerte un acto de protesta contra el régimen nazi que
comandaba a su país.
Más allá de su contexto dramático, el hundimiento del
Graf Spee representó para muchos de los casi mil marinos
alemanes del acorazado de bolsillo la oportunidad de iniciar
una nueva vida. Aplicados y capacitados en diversos rubros
que la creciente economía argentina necesitaba, muchos se
instalaron cerca de sus centros de internación como Bahía
Blanca o Villa General Belgrano. Gran parte de los 135
marineros enviados a esta pequeña aldea cordobesa se asen-
taron definitivamente allí.
Así ha quedado escrito en la historia de Villa General
Belgrano, que a fines de los años 30 todavía era conocida como
Villa Calamuchita y aspiraba a convertirse en un nuevo modelo
de desarrollo agrícola, en base a los planes del agricultor Paul
Friedrich Heintze. Éste había llegado en 1929 al pueblo con la
idea de poner en práctica su ideal de cooperativas agrícolas y
forestales al estilo alemán. Con sus conocimientos técnicos los
marinos alemanes incentivaron el desarrollo del pueblo.
El acorazado de bolsillo había partido el 21 de agostode 1939 de Wilhelmshaven hacia el Atlántico Sur. Pocodespués se inició la Segunda Guerra Mundial.(Foto: AGN)
El Graf Spee ante las costas uruguayas. (Foto: gentileza Fam. Gollhardt)
No mucho más tarde la colonia cambió de nombre para adoptar el actual. Hoy Villa General
Belgrano es uno de los centros turísticos y cerveceros más característicos de la región, con una pobla-
ción estable de 6.000 habitantes.
Pero el último capítulo en la leyenda del Graf Spee todavía no se ha escrito. La discusión iniciada en
2004 sobre los derechos para rescatar los restos del navío del lecho del Río de la Plata aún sigue vigente.
Para los sobrevivientes y para los familiares de los tripulantes sería un sacrilegio. El barco, dicen, debería
ser considerado un cementerio marino y tendría que quedar tal como está, intangible. Para otros, sus restos
podrían dar testimonio invaluable de una época pasada.
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Asombro, sorpresa, incredulidad, incluso temor. Las sensaciones de Fritz
Dung deben haber sido variadas aquel día de 1950. Sólo cinco años des-
pués del final de la guerra, un representante oficial de la Argentina lo
acababa de saludar con un orgulloso: “Wir hier alle Nazis” (sic).
Era evidente que el miembro de la comitiva oficial no se daba cuenta de la gravedad de sus palabras. “Su
concepción de lo que es hoy Alemania es un tanto particular…”, registró Dung en sus memorias al evocar el
traspié del funcionario argentino durante el primer encuentro oficial para activar las interrumpidas relaciones
bilaterales entre la Argentina y la República Federal de Alemania (RFA).
Dung pertenecía a la delegación liderada por el ministro alemán Carl Spiecker. Este había sido enviado
a América Latina por el gobierno del Canciller Federal Konrad Adenauer para sondear la posibilidad de
reiniciar el intercambio diplomático con los países de la región. El interés alemán venía impulsado por la
necesidad de reactivar el acceso a importantes fuentes de abastecimiento para la población de un país en
ruinas. En la Argentina esperaba un capítulo irresuelto que pesaría sobre las relaciones bilaterales: las
negociaciones sobre la devolución del patrimonio alemán.
Después de declararle la guerra al régimen de Hitler y a Japón el 27 de marzo de 1945, el gobierno
argentino, presidido por el General Edelmiro Farrell, se había incautado de todos los bienes de origen ale-
mán en el país. El conjunto de la “propiedad enemiga” (Feindeigentum) incluía edificios, empresas y fábri-
cas, pero también escuelas, clubes y otras instituciones comunitarias de la colectividad alemana. Se estima
que la medida les había cerrado las puertas a cerca de 30.000 miembros activos de entidades deportivas y
sociales. Al mismo tiempo, un total de 16.000 alumnos de escuelas alemanas en todo el país había quedado
sin lugar para estudiar. Una de las pocas excepciones fue el Colegio Pestalozzi. La razón era la abierta opo-
sición que había tenido respecto del régimen nacionalsocialista.
Entre los últimos bienes expropiados por vía del Decreto 7032 estuvo la propia Embajada Alemana.
Hasta la capitulación del Tercer Reich, seis semanas más tarde, sus tareas fueron cumplidas por la
Embajada de Suiza.
Para administrar el patrimonio del que se había incautado, el gobierno argentino creó un órgano especial: el
Consejo de Administración, que luego se transformó en la Junta de Vigilancia y Disposición Final de la Propiedad
Enemiga. Ésta debía liquidar, administrar y/o disolver el patrimonio ajeno. En el peor de los casos -la liquidación-
la propiedad, el edificio o la empresa debían ser rematados al mejor postor.
Según el trabajo de la investigadora Silvia Kroyer, realizado en base a informa-
ción del archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina, la medida
contra la propiedad privada alemana alcanzó a 139 empresas. De ellas, un total de
68 fueron confiscadas. El resto figura como intervenido. Hasta el día de hoy se dis-
cute el valor del patrimonio alemán expropiado. No obstante, los historiadores con-
La reapertura de las relaciones bilateralesdespués de la guerra
El difícil nuevo comienzo
Pag. anterior: El Presidente JuanDomingo Perón izó personal-mente la bandera alemana, eldía en el que la RepúblicaFederal de Alemania abría suEmbajada en Buenos Aires, en1952. (Foto: Min. Fed. deRelaciones Exteriores)
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cuerdan que debe haber superado ampliamente los 540 millones de dólares. Este había sido el valor de las
inversiones alemanas en la Argentina antes de comenzar la guerra, en 1938.
La medida no era un capricho argentino.Tenía su razón de ser en el documento final de la conferencia
celebrada en Chapultepec, México. Allí, con el liderazgo de los Estados Unidos, los Estados americanos fir-
mantes habían aceptado la estrategia común de expropiar los bienes de las comunidades de las naciones del
Eje en sus respectivos países.
En 1948 la Junta dio por terminada su intervención. Para entonces, cien empresas de capital alemán
habían sido embargadas, y dos bancos habían sido cerrados. La misma suerte corrieron las empresas de
seguros más importantes que funcionaban en el país, sin contar la expropiación de la mayoría de las escue-
las y asociaciones alemanas. A ello se sumaba un sinfín de propiedades intelectuales, marcas y patentes.
Sólo algunas empresas se habían salvado. Eran las que al inicio de la guerra, y en previsión de lo que ven-
dría, habían traspasado su propiedad a terceros. Así lo habían hecho el grupo Siemens, la fabricante de
acero Thyssen y la IG Farben: transfirieron la titularidad de sus acciones a empresas radicadas en Suiza.
Desprovista de su base económica e intelectual, gran parte de la comunidad alemana dejó de tener peso
en la vida social argentina. La poca esperanza que albergaban algunos se debía a que en 1946 había asu-
mido un nuevo presidente en la Argentina. Su relación cercana a la cultura alemana era de conocimiento
público. Su nombre: Juan Domingo Perón.
Por simpatía o cálculo político, el nuevo mandatario se había resistido a la presión de los Estados Unidos y
Gran Bretaña para que se desarticulara el patrimonio germano. En el caso de las empresas, Perón permitió que
éstas mantuvieran su unidad, pero bajo administración argentina. Como tal representaban un valor de negocia-
ción importante al iniciarse los contactos oficiales entre la Argentina y la joven República Federal de Alemania.
El propio Perón se encargó de subrayar su interés por reabrir la relación con aquel país, al que le debía
gran parte de su educación profesional. Acompañado por todo su gabinete, el mandatario argentino asistió al
acto oficial de reapertura de la Embajada Alemana en 1952. Allí Perón no se privó de izar la bandera alema-
na durante el acto oficial, como lo muestran las imágenes de aquel día. Sin embargo, el buen ánimo reflejado
en los calurosos abrazos entre el General y el primer Embajador alemán, Hermann Terdenge, no se canalizó en
una solución rápida de la incógnita sobre qué pasaría con el patrimonio alemán expropiado.
Esa solución requirió, entre otras cosas, de la insistencia de un Ministro de Economía que más tarde
sería Jefe de Gobierno, Ludwig Erhard. Durante su visita oficial del año 1954, el Ministro, conocido por sus
modos campechanos y directos, le recordó al Presidente argentino que la paciencia de la nueva Alemania
en esta cuestión no podía ser eterna. Aún así, el capítulo tardaría todavía veinte años en cerrarse.
Un papel particular cumplió para ello una organización privada sin fines de lucro: la Federación de
Asociaciones Argentino-Germanas (FAAG). Impulsada por ex-alumnos de las inactivas escuelas alemanas,
a partir de 1955, con 120 miembros, la organización encauzó en una acción conjunta los reclamos de
todas las entidades privadas de la comunidad alemana. El argumento central de los abogados Roberto
Brücklmaier y Eduardo Dürnhöfer era que el Estado argentino no había estado en su derecho en lo que
respecta a las expropiaciones, porque tanto en gran parte de las empresas como de las escuelas, clubes y
asociaciones habían afectado a personas jurídicas argentinas. Uno no podía expropiarse a sí mismo, argu-
mentaban los expertos.
En el marco de una actividad cultural y deportiva que, a cinco años de la guerra, volvía a nacer, los
reclamos se intensificaron. Un ejemplo lo daba la educación alemana. Desprovista de los edificios escolares,
las familias contrataban a los maestros directamente para que les dieran clases a sus hijos en sus casas.
“Algunos que tenían garajes grandes, reunían cinco o diez chicos. Y allí se daba clase”, recuerda Rodolfo
Hepe, el vicepresidente de la FAAG, que hoy agrupa a cerca de 300 instituciones y entidades.
El primer objetivo de la Federación fue organizar las distintas actividades diseminadas en los centros
urbanos de la Argentina, para conformar un frente de reclamo conjunto por los bienes incautados. Nada
fácil en una época que no conocía ni el e-mail ni la telefonía celular. A mediados del siglo XX ni siquiera el
teléfono fijo era de uso tan simple y extendido como hoy.
Los representantes de la FAAG tuvieron que servirse de restaurantes, bares y casas particulares.
“También de clubes amigos, que les prestaban las instalaciones. No había otros lugares donde encontrarse.
Nuestros edificios estaban cerrados”, cuenta Hepe.
Un ejemplo de esta cooperación, que trascendió a las divisiones políticas de la época, lo protagonizó el
Club de Remo Teutonia.Tras su incautación, la entidad pudo ser reabierta dos años después gracias a la
acción conjunta de otras doce entidades deportivas de Tigre. Lideradas por el Buenos Aires Rowing Club,
éstas solicitaron al Estado argentino que no mezclara política con deporte. Para cuando el Teutonia pudo
retomar su actividad en 1947, restaba aún la devolución de 200 clubes y asociaciones. La última institu-
ción restituída fue en 1961 la sede original del Colegio Goethe, ubicada en el barrio de Belgrano.
Para los representantes alemanes el proceso significó por largo tiempo la necesidad de hacerse presen-
tes día tras día ante las autoridades argentinas, que tenían potestad sobre cada caso. Allí se reconfirmaban
la autenticidad de los reclamos y la autoridad de los solicitantes. Había que ir al Ministerio del Interior, a
la Cancillería y al Ministerio de Educación.
Un obstáculo no menor fue la falta de edificios aptos para que funcionaran en ellos dependencias públi-
cas, particularmente en la Capital Federal. Eso hacía interesante para cualquier administración proveerse
de las instalaciones adecuadas. Otro freno fueron los frecuentes cambios en la cúpula del poder argentino.
La caída de Perón significó también el fin de la estrecha relación entre la Casa Rosada y la Embajada.
Durante el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu, conocido por su postura anglófila, la resolución de la
cuestión quedó postergada. Fue sólo durante la
administración de su sucesor, Arturo Frondizi,
cuando se logró avanzar decisivamente hacia
la devolución de las últimas propiedades.Todos
los reclamos de restitución se habían hecho
antes de finalizar el año 1956. Los últimos
fueron resueltos en 1967.
En 1954, el entonces Ministro de Economía alemán,Ludwig Erhard, le solicitó a Juan D. Perón una rápi-da solución para el problema del patrimonio ale-mán incautado al final de la guerra. (Foto: AGN)
103102
El maestro de Ulm
“Form follows function”, el famoso axioma creado por el arquitecto estadou-
nidense Louis Sullivan, sirve también para trazar la trayectoria de quien es considerado como uno de
los grandes pensadores del diseño internacional,Tomás Maldonado. Pero cabe recordar además que
fue este diseñador argentino, quien en la década de 1950 le abrió a su disciplina las puertas hacia un
mundo en pleno renacimiento: el arte y el diseño en la Alemania de posguerra.
Tomás Maldonado (Buenos Aires, 1922) se incorporó en 1954 a la Hochschule für Gestaltung
(HfG) en la ciudad de Ulm. La hoy legendaria casa de estudios había sido creada tres años antes a
instancias de un grupo de jóvenes en torno a Inge Aicher-Scholl, la hermana de Sophie y Hans Scholl,
quienes en 1943 personificaron uno de los más dramáticos y dignos ejemplos de resistencia contra el
régimen nacionalsocialista. Financiada tanto por el Gobierno alemán como por la administración esta-
dounidense y donaciones privadas, la Hochschule für Gestaltung apuntaba a la formación de una
generación de artistas y académicos integrales. Cuando Maldonado decidió aceptar la propuesta, la
HfG era así poco más que un proyecto ambicioso en un país todavía marcado por la guerra.
Por aquel entonces, el argentino era un reconocido artista. En Buenos Aires había integrado el
grupo fundador de la Asociación Arte Concreto-Invención, había editado la revista de arte, arquitec-
tura, diseño industrial y tipografía Nueva Visión.
No obstante, Maldonado no dudó cuando el director de la HfG, Max Bill, lo invitó a incorporarse
al cuerpo estable de docentes y, finalmente, se radicó en Ulm. Al poco tiempo el diseñador argentino
se había convertido en uno de los motores de la institución.
Junto a sus colegas Otto (Otl) Aicher, Hans Gugelot y Walter Zeischegg, Maldonado aceptó el des-
afío de la época y elaboró un nuevo concepto de programa para la escuela. Max Bill, antiguo alumno
de la Bauhaus, defendía un modelo pedagógico, que ubicaba al diseño en el universo del arte. Los
jóvenes rebeldes, en cambio, entendían que el acento debía estar primordialmente en los aspectos téc-
nicos y en el proceso del diseño. Propugnaban un modelo proyectual.Tomás Maldonado fue el princi-
pal teórico del concepto, según el cual el uso, la función y la eficiencia debían regular el proceso crea-
tivo. La controversia culminó con la renuncia de Max Bill. En los años siguientes la Hochschule für
Gestaltung se convirtió en uno de los centros europeos más destacados en diseño industrial y gráfico.
Tomás Maldonado integró la HfG durante 12 años y fue su rector en los últimos dos años. A prin-
cipios de la década de 1970 se radicó en Italia, donde enseñó en el Politécnico de Milán y, posterior-
mente, en la Universidad de Bologna. Además, fue profesor invitado del Royal College of Art de
Londres y de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos.
Desde entonces,“el maestro de Ulm”, como lo llaman cariñosamente sus discípulos
y amigos, se convirtió en uno de los grandes pensadores del diseño.Tomás Maldonado
vive actualmente en Italia. A los 85 años de edad se lo reconoce como un teórico, que
contribuyó a dar forma al mundo del diseño tal como lo conocemos hoy en día.
Tomás Maldonado
Pag. anterior: Max Bill (izq.) y Tomás Maldonado en Ulm.(Foto: Hans Conrad / Ifa / gentileza MNBA)
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La fuerza de la ambivalenciaEntre los lazos que unen a las naciones, la
música es, quizás, uno de los más fuertes.
El caso de la Argentina y Alemania no es
una excepción. Nombres como Sigismund
Thalberg, Arturo y Pablo Berutti y Ernesto Epstein son sólo algunos de los que marcaron el tono
desde la orilla argentina. Wilhelm Furtwängler y Paul Hindemith hicieron lo propio con sus visitas
a la Argentina.
Entre los que hoy reúnen en su obra lo mejor de ambos países figura Mauricio Kagel. Con obras como
Varieté, Ludwig van, Antithese y La Pasión según San Bach, es considerado uno de los creadores más
importantes de la nueva música a nivel internacional. Su colega norteamericano John Cage lo definió así:
“Es el mejor músico europeo que conozco.” Radicado desde 1957 en Alemania, Kagel (Buenos Aires,
1931) reflexiona para esta publicación sobre lo que significa vivir la historia y la música entre dos culturas.
-Señor Kagel: hace medio siglo que usted llegó a Alemania. ¿Cómo fue esa experiencia, esa
confrontación quizás, para un hijo de emigrantes europeos? ¿Fue un encuentro con viejos conocidos
o el descubrimiento de un nuevo mundo?
-Las dos cosas a la vez. Cuando llegué a Europa, en el otoño de 1957, nada me resultaba nuevo.
La cultura europea ya formaba parte de mi identidad. Pero yo llevaba también raíces sudamericanas.
Lo que me asombró es que mis colegas europeos –alemanes, franceses, italianos– todavía estuvieran
en un período de hegemonía cultural que yo no conocía. Porque la Argentina no posee una hegemonía
cultural.Tiene un idioma común con toda Sudamérica y con España, pero no en el sentido de la hege-
monía, en el afán de pretender que su cultura sea más valiosa que la del vecino.
-¿Con qué relacionó esa hegemonía cultural con la que se encontró?
-Paul Valéry, un poeta francés que yo estimo mucho, habla de la “política del espíritu”.Y lo que yo
encontré aquí, en Alemania, y me asombró muchísimo, fue que los países europeos vivían –y viven toda-
vía– con unas raíces tremendamente fuertes en el pasado. Cuando yo llegué, la educación en Alemania
era de horizontes bastante estrechos. Había compositores alemanes que no conocían a Debussy o com-
positores italianos que desconocían a Reger. Para ellos la propia música era la fuente de mayor informa-
ción. Lo mismo es válido para los franceses y para los ingleses. Algo así, para un sud-
americano, es una cosa inconcebible, porque un intelectual culto en Sudamérica tiene
sus raíces en varias culturas. Entiende y habla varios idiomas.
-¿Usted quería venir a Alemania o fue más bien una casualidad?
-Hubo varias cosas que influyeron. Primero, la radio de Colonia, que ya era muy
Una charla con el compositorMauricio Kagel sobre la identidady los (des)encuentros de la cultura
Pag. anterior: La obra del compo-sitor y director, Mauricio Kagel,es hoy uno de los mejores ejem-plos de los estrechos lazos queunen a Alemania y la Argentina através de la música. (Foto: genti-leza C.F. Peters Musikverlag)
famosa entonces, apoyaba la difusión de la música moderna. Por mi parte, yo estaba muy interesado en tra-
bajar en el estudio de música electrónica de la radio. Luego estaban los famosos cursos de verano de la
ciudad de Darmstadt. Entonces tuve la suerte de obtener una beca del Deutscher Akademischer Austausch
Dienst (DAAD), el Servicio Alemán de Intercambio Académico, por un año. Después me la extendieron otro
año, algo que entonces era muy poco frecuente. Mi interés radicaba en tener el tiempo para componer y
dedicarme por completo a esa actividad. No me interesaba ganar dinero. Entonces tenía 25 años, y esa
edad es una especie de límite para desarrollar la propia carrera. Además, a principios de los años 50, toda-
vía en Buenos Aires, había conocido a Pierre Boulez. Él ya me había recomendado ir a Europa para traba-
jar allí.Tuvo razón: si me hubiera quedado en la Argentina, nunca hubiera tenido las oportunidades que me
ofrecieron no sólo en Alemania, sino también en todo el continente europeo.
-¿Por qué?
-Tomemos el ejemplo alemán. Aquí uno tiene el privilegio de poder estar en muy poco tiempo en el centro
cultural de otra ciudad, en la que se puede presentar música. Eso contrastaba, ya entonces, con las distancias
sudamericanas. Desde Colonia (Nota de la Redacción: Mauricio Kagel recaló en esta ciudad al llegar a
Alemania) se llega en menos de una hora a centros industriales como Essen, Duisburg o Dusseldorf. Eso no sólo
es una cosa extraordinaria, sino que refleja que la fuerza cultural de Alemania es la independencia de sus ciuda-
des. En contraste, en Sudamérica, se necesita un avión para llegar de un lugar a otro en corto tiempo. Esa cer-
canía geográfica de centros culturales importantes hace de Alemania algo muy especial. Sorprendentemente los
artistas y músicos europeos no saben apreciar su suerte. Ellos creen que eso es lo normal, pero no lo es.
-Aquéllos que vivieron la sensación de ser extraños en otra cultura suelen decir que ese choque, esa con-
frontación con el otro, se puede convertir en un motor del trabajo creativo. ¿usted compartió una situación así?
-Naturalmente que sí. Es más: yo descubrí el pasado histórico de Sudamérica en Europa. La distancia
con la Argentina me generó un acercamiento a situaciones históricas importantes de Sudamérica y, al
mismo tiempo, me ayudó a comprender ciertos temas de la política cultural europea. Sobre ese proceso
trata la composición escénica Mare Nostrum, que presentamos también en Buenos Aires. El argumento
cuenta cómo una tribu del Amazonas descubre el mar Mediterráneo y cae en el mismo error que los espa-
ñoles después de descubrir América: tratar de imponer sus valores, su idioma, sus creencias y su religión.
-Usted creció y se formó en el encuentro de culturas que era la Buenos Aires de los años 50. ¿Cómo
vivió el choque con la cultura y la música alemanas de esos años? ¿Experimentó un gran contraste?
-Las décadas de los años 50 y 60 fueron para Alemania años de extraordinario desarrollo. Pero el
punto de partida resultó de la recuperación de los tremendos problemas económicos causados por los efec-
tos de la posguerra. Entonces, todo lo que pasaba desde el punto de vista cultural comenzó a tener una
fuerza más o menos estable después de 1955. Por su parte, la intensidad de la atmósfera cultural de
Buenos Aires en los años 50 era muy especial. Era tan compleja como contradictoria. Ello hacía de la ciu-
dad un lugar fuera de lo común, con un nivel cultural exuberante. La capital argentina tenía, en ese enton-
ces, una vida musical de importancia. Existía, por ejemplo, el Teatro Colón, que como teatro lírico represen-
106
taba, sin lugar a dudas, la principal plaza del continente. Además, existían la Orquesta Sinfónica de Radio
Nacional y la Orquesta Sinfónica Nacional, que también eran de muy buen nivel. Cada semana había un
concierto de relevancia. Diariamente uno podía elegir entre tres o cuatro grandes obras musicales. A direc-
tores de orquesta como Busch, Furtwängler, Karajan, Barbirolli y Sargent pude escucharlos por primera
vez en Buenos Aires. A ello se sumaba la oferta de las sociedades musicales privadas. Una era el Collegium
Musicum, un centro de inmigrantes alemanes. Allí se podía escuchar, en general, por primera vez música
coral e instrumental antigua. Gran parte de la vida musical estaba al cuidado de alemanes y austríacos,
judíos y gentiles, que por una u otra razón habían tenido que emigrar.
-¿De dónde eran sus padres y abuelos?
-De Branderburgo, Odessa y San Petersburgo. Era una mezcla de alemanes y judíos del Este de
Europa. En lo que respecta a mis padres, ellos llegaron a la Argentina después de los pogromos rusos de
1917. Mi madre, en cambio, llegó desde Hamburgo allá por 1922 con el barco Cap Arcona.
-¿Cómo describiría, entonces, la conformación de su identidad cultural?
-Estoy muy agradecido por haber nacido en la Argentina. Me he enriquecido: con el idioma, con mis viven-
cias. Ese bagaje lo traje a Europa y aquí fue revalorado, ampliado. Pero yo creo que mi fuerza reside en la
ambivalencia. Estoy convencido de que nadie puede defender una sola identidad. Es
una suma de identidades lo que hace a una persona. La región en la que usted nació le
da una identidad: si es una persona del Norte o del Sur. A ello se suma la identidad de
Mauricio Kagel es consideradocomo uno de los innovadores dela música clásica y vive en la ciu-dad de Colonia. (Foto: akg)
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su país: si es alemán, sueco, inglés. La tercera es la familia. Luego están las adaptaciones que le exige la
vida profesional, como le sucede a mucha gente en el servicio diplomático o a aquellos académicos u obre-
ros alemanes, que se enamoran del caos que encuentran en algún país extranjero. Al final se adaptan, enri-
quecen su propia cultura con otras perspectivas y éstas pasan a formar parte de su identidad.
-Cuando usted llegó a Alemania en 1957: ¿Se encontró con reservas por ser de ascendencia judía?
-Claro que sí. Sería ridículo querer negarlo. Pero yo era de la opinión que uno no puede vivir con el
odio. Además, uno se vuelve muy sensible a matices que no son democráticos. Por otra parte, los judíos
son bastante especiales. Cuando los dejan vivir en paz se transforman en ardientes defensores de su país.
Los judíos de los años 20, por ejemplo de la generación de mis suegros, se definían como patriotas alema-
nes. Defendían la actitud del burgués-monárquico. La mayoría había peleado en la Primera Guerra
Mundial. Hoy a mi me pasa algo parecido: cuando la gente ataca a Alemania, yo la defiendo. Porque el
proceso democrático que vivió este país en la posguerra no se dio casi en ningún país. Aún así, como regla
propia para vivir con el pasado, por mi parte decidí no ocupar cargos públicos. Por ejemplo, antes de la
caída del muro de Berlín se me ofreció en varias ocasiones dirigir instituciones de música importantes,
como la Staatsoper Hamburg o la Deutsche Oper Berlin. Pero preferí no aceptar. Además, no soy ni
mánager ni empresario, sino sólo un compositor. Es muy importante entender que Alemania fue siempre
muy abierta a los extranjeros. Porque la base de la economía alemana es la exportación, es el intercam-
bio. Eso ni siquiera el nazismo lo pudo cambiar. No nos olvidemos que hacia 1920 en Berlín había más de
80 publicaciones en ruso. La ciudad estaba entonces llena de inmigrantes del Este. Hoy eso se repite con
una inmigración diferente. Hay más de tres millones de turcos viviendo en este país. Entonces, es natural,
que esta convivencia no esté libre de tensiones.
-En 2006 festejó sus 75 años con una visita a Buenos Aires después de estar mucho tiempo
ausente. ¿Qué le llamó la atención entre los cambios con los que, seguramente, se ha encontrado?
-Algo que me asombró muchísimo es que la gente constantemente se besa. En mi época eso era
algo desconocido. Para mí es una consecuencia de los rastros que dejó la crisis espiritual y física des-
pués de las torturas. El país sufrió horrores. El beso demuestra la necesidad de mostrar al otro su
afecto; es como reírse, para poder mantener un equilibrio sentimental.
-¿Cómo compararía el nivel de recepción de conocimiento que hay entre los ámbitos musicales
de la Argentina y Alemania?
-El nivel de información es muy alto.Tiene que haberlo en un mundo donde la comunicación se
caracteriza por la inmediatez creciente. Cuando estuve en la Argentina, en junio de 2006, quedé muy
asombrado por el nivel que encontré. Lo viví en carne propia: yo pensaba que después de no haber
visitado la Argentina durante 35 años me habían olvidado completamente. Pero me fue todo lo con-
trario. La gente joven resultó estar muy al tanto también de mi música. Conocían los discos y mostra-
ban un tremendo apetito intelectual. Eso es algo que se mantuvo a lo largo de los años. Una curiosi-
dad nunca saciada es esencial para la vida musical de un país. ¡Enhorabuena!
Alexander Schwarz
DAAD: Intercambio académico y mucho más
Fundado en 1925, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (Deutscher Akademischer
Austausch Dienst; DAAD por su sigla en alemán) fomenta el intercambio entre Alemania y la
comunidad académica internacional a través de diversos programas dirigidos a estudiantes y egre-
sados de carreras universitarias, así como a doctorandos e investigadores que deseen llevar a cabo
un proyecto en Alemania. En la Argentina cuenta actualmente con un centro de información en la
ciudad de Buenos Aires, un profesor invitado en la Facultad de Derecho de la UBA, cuatro lectores
del DAAD que ofrecen cursos en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de
Córdoba y en el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández. En
2004, como una manifestación más del intenso intercambio académico entre ambos países, se
inauguró el Centro Germano-Argentino de la Universidad de Buenos Aires, donde por iniciativa del
DAAD se instaló también la cátedra libre Walter Benjamin. Como resultado de los intercambios
entre Alemania y Argentina se firmaron varios convenios entre el DAAD e instituciones académicas
argentinas, entre ellas el MECT, el CONICET, la SECyT y muchas universidades nacionales.
“Transmisiones” es uno de sus proyectos más destacados en la actualidad. Este es un proyec-
to de investigación llevado adelante por la Cátedra Walter Gropius, unidad de cooperación aca-
démica argentino-alemana con sede en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la
Universidad de Buenos Aires. Se trata de indagar acerca de la presencia de las tecnologías y las
ciencias alemanas en la Argentina entre 1840 y el presente. Según los responsables del proyec-
to, el flujo de tecnologías, de formas del saber y de objetos europeos tuvo para la Argentina,
como tierra de inmigración, una importancia fundamental. La cultura material alemana fue un
componente central del mismo, pero desvinculado de una política colonial. Por el contrario, en
este caso surgen interacciones y cooperaciones enlazadas en forma individual y local.
El proyecto analiza cómo a lo largo de los años las transmisiones de medios de comunicación,
empresas, ingeniería, objetos y tecnologías made in Germany, como también de expertos y manua-
les científicos y técnicos, fueron construyendo una red de infraestructura cada vez más estrecha.
Por lo general, el análisis de la expansión de la cultura alemana se vincula, desde un punto de
vista de las humanidades, con el idioma alemán y sus hablantes. Este proyecto, por el contrario,
intenta analizar aquellas prácticas y escenarios de origen alemán que pudieron difundirse sin
una conexión específica con el idioma, y cuya asimilación y transformación tuvieron un significa-
do decisivo en la construcción de una cultura argentina. De particular interés resultan aquellos
elementos característicos, como las técnicas de precisión y para la construcción, la Ingeniería, la
Arquitectura, así como las Ciencias Naturales y Exactas.
La investigación iniciada en el año 2005 se desarrolló a través de seminarios, talleres, trabajo
en archivos y entrevistas a contemporáneos, y cuenta con el apoyo y la cooperación de universi-
dades nacionales y de empresas alemanas. En 2007 Transmisiones se presenta en varios lugares
y ciudades del país y se puede acceder también a través de un sitio web interactivo
(www.daad.org.ar/gropius.htm), donde los usuarios pueden seguir construyendo con materiales
pertinentes este mapeo del impacto alemán en la Argentina.
Wolfgang Schäffner
111
El primer Presidenteargentino que visitó Alemania
“El Presidente argentino no se contentó
con intercambiar regalos, recibir condeco-
raciones o participar de lujosos banquetes
de Estado. Aprovechó, en cambio, la opor-
tunidad para discutir abiertamente cuestiones no menores del ámbito económico y político”. Así resu-
mía la visita de Arturo Frondizi en junio de 1960 a Alemania el Handelsblatt, ya entonces uno de los
diarios especializados en economía más respetados del país y poco afecto al elogio oficial.
Durante los cuatro días que duró su estadía en la todavía joven república alemana, Frondizi buscó
sensibilizar especialmente a los representantes del mundo empresarial local para que aumentara su
participación en el desarrollo de la Argentina. Según las estadísticas de la Cancillería argentina de la
época, Alemania era entonces uno de los cinco inversores extranjeros más importantes en la
Argentina. Una de las paradas obligatorias del mandatario argentino fue así también la visita a la
poderosa Asociación Industrial de Alemania.
Pero más allá de lo puramente económico, el desarrollista Frondizi no dudó tampoco en advertir
abiertamente a los representantes políticos locales sobre las consecuencias del cada vez más estrecho
acercamiento que se insinuaba por entonces entre los Estados Unidos y los países europeos. “La
Argentina y, con ella, el resto de los países de América Latina deberán reconsiderar su política exte-
rior, si Europa y Norteamérica decidieran dejarlos excluídos del reordenamiento económico del mundo
libre”, declaró Frondizi en una conferencia de prensa durante la visita. Como ninguno antes y muy
pocos después, el primer Presidente argentino
que visitara Alemania mostró así un temple sin-
gular, que marcó la imagen de una Argentina
que –al igual que la joven Alemania– después
de años de estancamiento volvía a iniciar un
proceso de crecimiento.
En 1960, Arturo Frondizi viajó aBonn no sólo para felicitar al paíspor su recuperación tras la guerra
Pág. anterior: Arturo Frondizi fue el primer Presidente argentino quevisitó la Alemania de posguerra. Fue reconocido como un estadista deprimer nivel por algunas de las figuras más influyentes del gobiernoalemán, como Konrad Adenauer (centro) y, el entonces Ministro deEconomía, Ludwig Erhard (der.). (Foto: BPA).
Derecha: el Presidente alemán, Heinrich Lübke, recibió, junto a su espo-sa, a la pareja presidencial argentina en Bonn. En 1964, Lübke retribuyóla visita en un viaje a la Argentina. (Foto: BPA)
Los fantasmas del pasado
La Argentina fue el último país en donde uno de los
más grandes genocidas de toda la historia de la
humanidad gozó de una injustificable libertad. Adolf
Eichmann, el coordinador de los trenes que llevaron a millones de personas a la muerte en los campos
de exterminio del nazismo, fue condenado a muerte el 15 de diciembre de 1961 y ejecutado el 31 de
mayo de 1962 en Israel.
La presencia de Eichmann en la Argentina duró una década: entre 1950 y 1960. Sus actividades
y relaciones de esos años reflejan un entramado de encubrimientos, de solidaridad nazi de posguerra y
de identificación con los crímenes cometidos. Pero también dan cuenta del profundo antisemitismo
que cundía en algunos sectores de la sociedad argentina de la década de 1950.
En 1960 Riccardo Klement, tal como figuraba en el documento falso que obtuvo en un pueblo
italiano, iba y venía todos los días desde su casa en el barrio de San Fernando hasta la fábrica donde
trabajaba: la filial de Mercedes Benz, que funcionaba en la Argentina. Antes de ese empleo había
estado trabajando en la fábrica Orbis, que producía calefactores y calefones.
La versión más conocida hasta ahora indica que fue la breve relación de una adolescente con uno
de los hijos de Eichmann lo que precipitó el final de su refugio en la Argentina.
Sylvia Hermann era la hija de un prisionero del campo de concentración de Dachau. Éste es tris-
temente conocido por ser el primero (1933) del total de 500 campos, que los nazis construyeron en
toda Europa. Lothar Hermann había perdido la vista debido a las
patadas que recibió en la cabeza por parte de los guardias de las
SS destinados en Dachau. Hermann había ingresado al campo de
concentración en el sur de Alemania porque era socialista. A sus
“delitos” se sumaba el hecho de que parte de su familia fuera
judía. En 1938 logró emigrar a la Argentina.
Dos décadas después su hija llevó a un
joven a su casa para que lo conocieran sus
padres. Allí éste cometió un error que se da
frecuentemente en nuestras tierras, que es
el de interpretar o dar por sentado que en
un hogar de inmigrantes alemanes habría
una automática postura antisemita. Con
la intención de “quedar bien” ante los
padres de la chica, el joven se despachó
ampliamente con expresiones a favor
El caso Eichmann revivió uncapítulo que se creía cerrado
Pág. anterior: El pasaporte deAdolf Eichmann fue redescubiertopor casualidad, en junio de 2007.Muestra el nombre falso con elque logró huir primero de unaAlemania en ruinas e ingresarluego, vía Italia, a la Argentina.
Derecha: la foto en el pasaportefalso de uno de los hombresmás buscados de la posguerra.(Fotos: gentileza Museo delHolocausto)
115
larmente sobre los atropellos contra la población judía. Asimismo, revelaron los hechos del
Holocausto (Shoá) en Europa, tanto antes como después de 1945.
Hubo una loable y honrosa resistencia alemana anti-nazi en la Argentina. Cabe destacar aquí al
movimiento político Das Andere Deutschland (“la otra Alemania”), que luchó contra el régimen en y
desde Buenos Aires. Un movimiento con reconocimiento internacional como el que se dio en la
Argentina no tuvo lugar en ningún otro país del mundo.
En la misma senda estuvo por aquellos años la ya entonces reconocida Asociación Vorwärts, fun-
dada en Buenos Aires por socialistas e internacionalistas alemanes durante el siglo XIX. En el marco
de la enseñanza del idioma alemán el Colegio Pestalozzi de Buenos Aires fue el espacio de democra-
cia y libertad que tuvieron los hijos de los opositores y de los refugiados judíos que fueron llegando al
país en la década de 1930.
Sin embargo, vale la pena recordar también que otros sectores de alemanes y argentinos de ori-
gen alemán residentes en la región del Río de la Plata vivieron el régimen nazi sin alteraciones y, más
tarde frente a su caída, confundieron las revelaciones de todo lo macabro que produjo el Reich, con
un ataque a la propia identidad y a la cultura alemana. La mezcla de vergüenza e indignación rara
vez condujo a una asunción de la realidad y de la historia. Lamentablemente, aún con el paso del
tiempo y el recambio generacional, esta asunción se produjo en forma parcial y sólo a regañadientes.
Se calcula que el número de personas movilizadas por el partido nacional-socialista de la
Argentina superó ampliamente la marca de 30.000. Esto ocurrió desde decenas de sedes partidarias
que se constituyeron a partir de 1931, desde Posadas hasta Comodoro Rivadavia, y desde numerosas
agrupaciones juveniles e infantiles. Esas vivencias, experiencias y los dogmas incorporados por aque-
llos jóvenes no se diluyeron después de 1945. Se sumó “la mentira aliada sobre los campos de exter-
minio y los millones de víctimas” y se transmitió sutilmente a las siguientes generaciones a través de
medios como Die Freie Presse, que sustituyó al diario Deutsche La Plata Zeitung, o a la revista Der
Weg, publicaciones editadas e impresas en la Argentina.
El sinuoso camino de la acción judicial reflejó otros elementos. No sólo había antiguos funciona-
rios nazis refugiados en la Argentina, sino que también los había instalados en distintos estratos y
organismos estatales de la joven República Federal de Alemania. Conscientes de esto, los fiscales ale-
manes que recibieron la información de Hermann sobre Eichmann fueron escépticos en cuanto a
lograr su detención. Por tal motivo, tal como lo consigna Uki Goñi en su libro La auténtica Odessa en
1957, el fiscal general de Frankfurt, Fritz Bauer, transmitió la información sobre el paradero de
Eichmann al Estado de Israel.
No existía en aquel entonces un tratado de extradición entre Alemania y la Argentina. Asimismo,
la experiencia antes y después del juicio a Eichmann en Jerusalén demostró que las autoridades
argentinas eran reacias a colaborar en la búsqueda y en la detención de criminales de guerra.
A fines de 1959 la Embajada Alemana en Buenos Aires solicitó la detención del médico Josef
Mengele. Sin embargo, el trámite burocrático se fue dilatando hasta que transcurridos muchos meses
sólo se confirmó que el “ángel de la muerte” se había fugado a un país limítrofe.
Durante la década de 1950 el panorama para los criminales de guerra era tan confiable que algu-
del Holocausto.Tras la visita el sorprendido Hermann preguntó por el apellido del joven. La sorpresa
fue aún mayor cuando su hija pronunció el apellido del circunstancial huésped.
El padre no vidente se enteró así de que uno de los ejecutores de la “solución final” –tal el brutal
eufemismo nazi para denominar el exterminio de millones de personas– caminaba libremente por
Buenos Aires y, como más tarde pudo comprobar, se escondía tras la falsa identidad de “Klement”.
Sus hijos, sin embargo, habían conservado el apellido Eichmann y concurrían con su verdadera identi-
dad a un colegio alemán de la zona norte del Gran Buenos Aires.
El razonamiento que surge de esta información es lógico: la presencia encubierta de Eichmann
no era desconocida para ciertos dirigentes en Buenos Aires. En el año 2004 el empresario Jorge
Antonio, quien había sido directivo de la Mercedes Benz por aquellos años, reconoció frente al his-
toriador Felipe Pigna que él supo desde el primer momento que su empleado Riccardo Klement era
en realidad Eichmann.
Mientras tanto, otro símbolo de la barbarie (en este caso por sus brutales experimentos con seres
humanos vivos en Auschwitz), Josef Mengele, ejercía la medicina sin inconveniente alguno en el con-
sultorio que abrió en la calle Virrey Vértiz 970 en Olivos.
La comunidad alemana de entonces se sumergió en un profundo silencio. En los años 50, no
hubo claros pronunciamientos de condena a los crímenes del nazismo. Tampoco se registran en las
décadas siguientes. En el resto de la sociedad argentina ocurría más o menos lo mismo; más allá
de los momentos en que se especuló a nivel periodístico con la presencia de
Martín Bormann (último lugarteniente de Hitler) en Brasil, Paraguay o
Argentina, se abandonó la historia del Tercer Reich, sus terribles consecuencias y
su necesario tratamiento.
Al principio había sido diferente: desde aquel fatídico 30 de enero de 1933, en
que Hitler asumiera el poder en Alemania, los diarios argentinos informaron regu-
A través de los sellos en el pasa-porte se puede rehacer el cami-no de Eichmann desde Europa ala Argentina. Aquí vivió bajofalsa identidad en las provinciasde Tucumán y Buenos Aires.(Foto: gentileza Museo delHolocausto)
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nos de ellos, como Erich Priebke y Josef Schwammberger –extraditados en 1995 y 1987, respectiva-
mente– renovaron su pasaporte alemán poco tiempo después de que en 1952 se estableciera la
Embajada de la República Federal Alemania en la República Argentina.
En aquel entonces Eichmann había comenzado a hablar sobre su actuación durante el régimen
nazi. En 1957 se encontraba todos los fines de semana con su amigo Wilhelm Sassen van Elsloo en
una casa de San Isidro, provincia de Buenos Aires, para grabar largas conversaciones con la preten-
sión de disminuir su responsabilidad durante los años del terror nazi y, al mismo tiempo, especialmen-
te a instancias de Wilhelm Sassen van Elsloo, tratar lo imposible: encontrarle una justificación histó-
rica a los crímenes cometidos por el nazismo.
Wilhelm Sassen van Elsloo, un ex-SS y representante del departamento de propaganda de
Goebbels durante la ocupación alemana de Holanda, era entonces el nexo entre los nazis más promi-
nentes del Cono Sur: Barbie, Rudel, Richter y Tank, entre otros. No obstante, en 1960 Wilhelm Sassen
van Elsloo vendió la transcripción de sus charlas con Eichmann a la revista estadounidense Time-
Life, que la publicó por entregas. El testimonio constituyó después una prueba fundamental en el jui-
cio de Jerusalén. Pero reflejó también el fin de una era: la camaradería entre los fugitivos nazis se
había consumido. Irónicamente el principio del fin lo había marcado un golpe militar: el de 1955, que
finiquitó el amparo del que habían gozado los refugiados nazis hasta entonces.
Con él quedaban atrás los años en los que Wilhelm Sassen van Elsloo había trabajado en la Casa
Rosada y en los que Rodolfo Freude –hijo del empresario Ludwig Freude– había sido el Secretario de
Informaciones de la Presidencia. Quedaban atrás también los años en que el banquero argentino-ale-
mán Carlos Fuldner, adscripto a la Presidencia y a la Dirección de Migraciones, organizaba la llegada
de los fugitivos nazis desde Europa y los proveía de alojamiento y empleo. Para ello había creado una
empresa: la CAPRI.
De acuerdo con la documentación existente, fue gracias a la generosa contratación de servi-
cios para el Estado que Fuldner pudo asegurarle muy buenos salarios a numerosos recién llegados
en la sede principal que la CAPRI poseía en la provincia de Tucumán. Allí, en 1950, también obtu-
vo su primer empleo uno de los tantos “inmigrantes” que trajo a la Argentina y que protegió
Fuldner. Su nombre: Riccardo Klement.
Carlos Echeverría
Notas periodísticas comentando lanoticia de la captura de Eichmann yde su juicio(Fotos: gentileza Diario La Nación)
Una fuente para la inspiración
Desde sus comienzos, las actividades del
Goethe-Institut de Buenos Aires (GI) se
caracterizaron por la certeza de que no
hay innovación sin riesgo. Fundado en
1967, en sus cuarenta años de existencia, el Goethe-Institut se convirtió en un referente cultural de la
capital argentina. Los principios de diálogo e intercambio, que hasta hoy rigen todas las actividades
del Instituto, garantizaron desde un principio que la cultura cumpla con sus cometidos esenciales: ser
un proceso en permanente cambio, abierto a los temas de mayor importancia y de actualidad. Este
carácter de avanzada fue uno de los rasgos más valorados por la comunidad cultural argentina, que
aprovechó la oferta del Instituto como estímulo y fuente de inspiración.
Su carácter transgresor tiene su origen en la difícil misión que le tocó cumplir al GI en una
Alemania devastada por la guerra. En 1951 un grupo de pioneros, interesados en la enseñanza y la difu-
sión del alemán, fundó el Instituto con el fin de poder representar la cultura alemana en el exterior, dife-
renciándose así de la Academia Alemana (Deutsche Akademie), que había sido proclive al régimen nazi.
El reconocimiento no tardó en llegar. A comienzos de los 60, ante la falta de infraestructura de las
representaciones diplomáticas de Alemania en el mundo, el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores
resolvió confiar al Goethe-Institut la labor cultural en el exterior. De este modo se convirtió en la repre-
sentación cultural de la República Federal de Alemania en el extranjero. Al mismo tiempo, el GI es una
institución del Estado alemán y no pertenece a ningún partido polí-
tico. En cuanto a los contenidos, lleva adelante sus programas con
total independencia, sin influencias por parte del Gobierno
Federal. Esta independencia es la que le permitió asumir de
manera crítica los retos político-culturales de la globalización.
Actualmente, con 129 institutos, una extensa red de Centros
Goethe, sociedades culturales, bibliotecas, salas de lectura, cine-
matecas y centros de enseñanza, el Goethe-Institut asume tare-
as centrales de la política cultural alemana en el exterior, des-
plegando una intensa actividad en todo el mundo, a veces más
conocida fuera que dentro de Alemania.
En la Argentina, el Goethe-
Institut Buenos Aires se dedica
a la enseñanza del idioma ale-
mán y, a través de su bibliote-
ca y el servicio de informa-
El Goethe-Institut Buenos Aires:40 años creando lazos a través delidioma, la cultura y la información
Pág. anterior: tapa de INFO-D, la revista
para docentes alemanes, Abril 1992.
Derecha: programa de la presentación
del Teatro Alemán Contemporáneo en
1990. (Fotos: gentileza GI)
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Desde Alemania, llegaron Hans-Jürgen Syberberg, Werner Herzog y Harun Farocki, entre otros recono-
cidos cineastas contemporáneos. Los nombres de la escena local mezclados con los de Alemania brindan el
panorama vital de lo que el Goethe-Institut produjo en Buenos Aires: Gerardo Gandini organizó sus ciclos
de música contemporánea cuando esa música no tenía más cabida que en el auditorio, por el Festival
Internacional de Teatro pasó la última obra que Heiner Müller dirigió antes de morir; luego estuvieron
Sasha Waltz, Martin Wuttke y Frank Castorf, así como Mirta Busnelli, Alan Pauls, Luciano Suardi, Ciro
Zorzoli, Daniel Veronese, Emilio García Wehbi, Alejandro Tantanián, Luis Cano, Catherine David, Beatriz
Sarlo, Jutta Brückner, Jeanine Meerapfel, Werner Schröter, Matthias Lilienthal.
Por su parte, el Departamento de Enseñanza del Instituto se erige hoy como uno de los pilares en la
transmisión del idioma alemán. Para optimizar el aprendizaje, el Goethe-Institut Buenos Aires ofrece un
Centro Multimedia para uso exclusivo de sus alumnos.También brinda asesoramiento personalizado para la
selección de cursos y posibilidades de realizar cursos en las 13 filiales del GI en Alemania. A partir de
2007 se incorporan cursos personalizados de español para extranjeros. El área de Cooperación
Pedagógica, integrada al Departamento de Enseñanza, brinda capacitación a profesores de alemán.
La Cinemateca del Goethe-Institut comprende un archivo de 340 largometrajes y aproximadamente
1.000 documentales de procedencia alemana que se actualiza permanentemente. El material fílmico se
ofrece en préstamo para proyecciones públicas sin fines de lucro a instituciones culturales como cinemate-
cas, cine-clubes o museos, y también a instituciones educativas como universidades y colegios.
La Biblioteca y el Servicio de Información están abiertos a todas aquellas personas que requieran
información sobre Alemania o se interesen por su lengua y su cultura. En las instalaciones de Corrientes
323 se brindan una selección actual de medios impresos y audiovisuales en idioma alemán, títulos traduci-
dos al español de autores que escriben en alemán, obras de consulta, diccionarios y enciclopedias, diarios,
semanarios, revistas alemanas y bases de datos. La Biblioteca del Goethe-Institut es de uso público y gra-
tuito.También ofrece la posibilidad de asociarse para poder retirar el material en calidad de préstamo.
Por último, el Programa de Promoción a la Traducción del GI ayuda a cubrir los costos de traduc-
ción de autores alemanes a un idioma extranjero y tiene como meta el acceso del público no-germano-
parlante a obras literarias y científicas.
ción, a acercar la escena cultural alemana. En
el marco de la cooperación se gestan los pro-
gramas culturales específicos con los acentos
puestos en la actualidad: cultura es también
reflexión sobre la escena artística, social y polí-
tica de ambos países. El Goethe-Institut cola-
bora en varios niveles con entidades culturales
privadas y públicas, con la comunidad y con el
sector empresarial.
En este sentido, el área de Programación
Cultural, que invita al diálogo entre intelectua-
les y artistas y a la reflexión sobre las produc-
ciones estéticas, discursivas y sociales, registra
una fuerte y reconocida presencia en la socie-
dad argentina. Así, el Goethe-Institut constitu-
ye un foro para los debates contemporáneos,
que también afectan el desarrollo de la socie-
dad civil en ambos países.
La sala que alberga habitualmente las activi-
dades culturales del Instituto, sita en la calle
Corrientes al 300, es sede de ya legendarios ciclos
de cine alemán, charlas, debates sobre la actuali-
dad cultural, sociopolítica y literaria, conferencias,
eventos musicales y audiovisuales, y muestras de
teatro. Desde su inauguración en 1974, han pasa-
do por el auditorio del Goethe-Institut Buenos
Aires las personalidades más destacadas del arte y
la cultura tanto de Alemania como de la Argentina. Convertido rápidamente en uno de los epicentros del primer cine experi-
mental o underground argentino, allá por 1976, el Goethe-Institut trabajó junto a los referentes ineludibles de este movimiento
que no encontraba espacios de expresión, como Marielouise Alemann, Narcisa Hirsch, Claudio Caldini, Katja Alemann o
Marta Minujín. En plena dictadura militar fueron proverbiales los ciclos de cine documental que no se podían exhibir en otro
lado. Uno de los más destacados fue la muestra de Jorge Prelorán durante el peor período de los años de plomo.
Susanne Linke, Pina Bausch y Jürgen Habermas llenaron hasta el desborde la Sala Martín Coronado del Teatro
Municipal General San Martín. Daniel Melero y Pablo Schanton iniciaron en horarios insólitos las primeras sesiones de
reflexión sobre la escena del rock que se hacían en la Argentina. Vivi Tellas pasó de la escena “under” a brillar en la
cartelera del Goethe con su insólito experimento de “teatro malo”; Iris Schaccheri volvió a estrenar el Bolero de Ravel,
que había bailado Dore Hoyer a comienzos de la década del 60; Ana Itelman hizo que Doris Petroni volviera a las
tablas después de años de resguardo de la escena y Rubén Szuchmacher dio inicio al primer laboratorio de ópera experi-
mental y teatro musical, que hoy sigue desplegándose en la sala del Centro Experimental del Teatro Colón.
Página anterior, arriba: Charla
sobre una película documental,
en el auditorio del GI, en 1979.
Página anterior, abajo: Entradas
agotadas para la presentación del
Tanzforum Köln, en el Teatro San
Martín, Ciudad de Buenos Aires.
Derecha: El escritor Daniel
Kehlmann, en la Feria del Libro
2007. (Fotos: gentileza GI)
123
La versión alemana del churrasco
Impulsar la relación bilateral no fue siempre cosa de
hombres. En el caso que comentaremos el mérito le
corresponde a… una vaca.
¿Difícil de creer? No tanto, si se considera lo que la vaca Milka hizo por el prestigio de Suiza. Sin
mencionar otros ejemplos, como Cow, la vaca más chiflada de la televisión de todos los tiempos, o la
simpática vaca Aurora, o la simple vaca criolla, que en España es considerada como la matriz de la
cual procede “el chuletón más deseado del planeta, gracias a su técnica psicoanalítica y a su ego des-
medido”, según el diario El Mundo, y que es admirada no sólo en España, sino en todo el mundo.
Sin embargo, en el caso alemán poco indicaba, allá por 1967, que una vaca llegaría a dejar su
marca en la relación bilateral con la Argentina. El nombre no despertaba interés: Fleckvieh. Poco
tenía éste de la virilidad de un Aberdeen Angus o de la musicalidad de una Charolais. Para colmo, no
significaba nada. Fleckvieh, en español, equivale a “animal con manchas”.
No obstante, la poco sensual raza vacuna llamada Fleckvieh es hoy la sexta en producción de carne
de la Argentina. Su participación alcanza una producción anual de 1.000 cabezas de raza pura. A ello
se le suman otros 100.000 animales de cruza, según los datos que maneja la Asociación Simmental de
Argentina (ASA), que registra un total de 26 productores empadronados como cabañas y criadores.
“Fue un éxito inesperado.” Así recuerda Pedro María de Ocampo los primeros años. Él lo debe saber:
el ganadero cuenta con la experiencia de 60 años en la actividad. Pero, más importante aún: este estancie-
ro, nacido en Francia en 1924, introdujo la raza Fleckvieh-Simmental en la Argentina. Los primeros ani-
males llegaron en 1967, procedentes de los estados alemanes de Baden-Wurtemberg y Baviera. El lote
era de apenas 23 animales que, además, iban a ser repartidos entre siete socios. No obstante, entre la
comitiva que fue a recibirlos al puerto de Buenos Aires se encontraban el Ministro de Agricultura y el
Embajador alemán. Pocos se habrán imaginado entonces que aquellos temblorosos animales que bajaban
del barco representarían la cabeza de playa de otros cien-
tos, que le darían una tonalidad diferente a la ganade-
ría argentina en los años por venir.
Ocampo, sobrino nieto de la
escritora argentina Victoria
Ocampo, no llegó a la vaca alemana
por casualidad. El ganadero y presidente
honorario vitalicio de la Asociación Mundial de
Fleckvieh reconoce tener una relación muy espe-
cial con Alemania desde mucho tiempo antes de su
encuentro con la ganadería made in Germany.
Fleckvieh: La vaca que ayudóa crear el mito argentino
Pág. anterior: tres años des-pués de haber llegado a laArgentina, la raza era reconoci-da en Palermo.
En sus inicios, poco hacía pensaren el impacto que tendría la intro-ducción en la Argentina de la quesirvió también de modelo para lavaca más famosa del mundo:Milka. (Fotos: gentileza ASA)
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Pág. anterior: Gran Campeón enPalermo, en 1969.
La Argentina fue el segundopaís, en el que se introdujo laraza Fleckvieh-Simmental, en1967. El primero había sidoSudáfrica.
Cerca de 26 productores y caba-ñas están hoy empadronadoscomo criadores de la “vaca conmanchas”. (Fotos: gentileza ASA)
“Es difícil de explicar, como todos los amo-
res”, reconoce Ocampo entre risas. La pasión lo
llevó no sólo a visitar Alemania varias veces en
su juventud, sino también a aprender el idioma.
Fue esta vocación la que, a mediados de los
años 60, lo impulsó a acompañar a una delega-
ción diplomática alemana en la visita a varios
campos argentinos. Allí se engendró la idea:
“Veíamos que con las típicas razas usadas en la
Argentina, como Angus y Hereford, se corría el
peligro de no poder mantener el alto ritmo de
producción. La cruza con una raza europea
para ampliar el número de cabezas disponibles
era, entonces, una alternativa lógica”, recuerda
el criador. Los intentos de hacerlo con animales como los franceses Charolais habían fracasado. “Me
curé de espanto”, reconoce Ocampo, que por ese entonces ya tenía una cabaña de Aberdeen Angus
funcionando en su campo de 2.700 hectáreas en la zona de Pehuajó, provincia de Buenos Aires.
En aquel tiempo la Argentina era la segunda nación fuera de Alemania que iniciaba la cría de
bovinos alemanes. Sudáfrica lo había hecho pocos años antes. Ironía de la historia: criadores británi-
cos se toparon con el Fleckvieh en la Argentina y tanto les gustó lo que vieron, que al poco tiempo los
primeros animales de esa raza desembarcaban en la campiña inglesa. Los Fleckvieh encontraron des-
pués nuevos destinos: Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
El cambio de clima que significaba la llegada a la Argentina –tan duro a veces para los humanos–
tampoco fue un problema, dice Ocampo. “Los animales no tuvieron problemas, porque aguantan el calor
mucho mejor que sus parientes ingleses. Mientras que éstos ya a la mañana buscan la sombra, los
Fleckvieh se quedan todavía por un buen rato al sol”, indica el criador. “Lo único a lo que tenían que
adaptarse era el espacio. No estaban acostumbrados a moverse libremente, a su antojo...” En Alemania
estos animales, muchas veces, deben compartir cama y comida con sus compañeros de establo.
Otro elemento novedoso para los dóciles bovinos alemanes eran los gauchos. “Simplemente, no
conocían hombres de a caballo, y eso generó algunos sustos entre los animales. Pero con el tiempo se
fueron acostumbrando.” Al cabo de pocos años de haberse introducido la raza en la Argentina,
Ocampo tuvo la alegría de ver uno de sus animales galardonado con un tercer premio en la Feria
de La Rural, en la ciudad de Buenos Aires.
Los germanófilos a ultranza piensan que no sólo el aire y las vastas pasturas de la Argentina fue-
ron las razones de la buena evolución de la raza en la Argentina. Al fin y al cabo, Baden-Wurtemberg
y Baviera son conocidos como los Estados más laboriosos de Alemania. Allí tienen su cuna íconos
como Mercedes Benz y el gigante informático SAP. Entonces, era de esperar que el gen del trabajo
también se hubiera extendido al mundo animal.
127
Los años de plomoLa última Dictadura que gobernó a la Argentina entre 1976 y 1983 fue uno de los períodos más oscu-
ros y difíciles para la relación bilateral. Entre los 30.000 desaparecidos que figuran en el registro de
la CONADEP, hay muchos de ascendencia y nacionalidad alemana. Uno de los casos más trágicos fue el
de Héctor Germán Oesterheld. El creador de la historieta El Eternauta desapareció junto a gran parte
de su familia en 1977.
En memoria de todas las víctimas de la Dictadura presentamos las próximas tres historias.
Ellen Marx sufrió doblemente los momentos más oscuros de la historia de Alemania y de la
Argentina.Tenía 18 años cuando en 1939 tuvo que abandonar Alemania para huir del nacionalsocialis-
mo. Ellen Pincus, tal su apellido de soltera, nació en 1921 en Berlín en el seno de una familia de descen-
dencia judía. Fue uno de los últimos de sus miembros en escapar del terror. Sus abuelos, tíos y tías
murieron en los campos de concentración del régimen nacionalsocialista. Cuatro décadas más tarde
debió enfrentar una vez más la historia: su hija menor, Leonor Gertrudis Marx desapareció el 21 de
agosto de 1976 en Buenos Aires.Tenía 28 años.
Desde entonces Ellen Marx exige justicia y castigo para los responsables. Entabló juicio contra
los miembros de la Junta, que hasta el presente sigue sin resolución. Ellen Marx, vive hoy en el Hogar
Hirsch, en San Miguel, Provincia de Buenos Aires. Para esta publicación accedió a contar la historia
en honor y recuerdo de los desaparecidos de esos años.
-Sra. Marx, su hija estuvo entre los primeros desaparecidos. ¿Cuándo tuvo usted indicios o pre-
sentía que ella corría peligro?
-Cada semana la visitaba un grupo de chicas.
Tenían más o menos su edad. Se sentaban en el bal-
cón y hacían manualidades. Obviamente, charlaban.
Y a través de esas charlas yo me daba cuenta de
que eran amistades más bien políticas. Pero no pre-
gunté demasiado.
Una vez, cuando estaba limpian-
do su escritorio, me encontré con dia-
rios que mostraban títulos como: Si
Evita viviera, sería montonera.
Montoneros era para mí gente radi-
Pág. anterior: placa para lamemoria, en el predio de laEmbajada de Alemania enBuenos Aires. (Foto: Nico Pérez)
Derecha: Leonor Marx, a princi-pios de los años ´70. (Foto: gentile-za Koalition gegen Straflosigkeit)
“La desesperación de toda madre”
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-¿En algún momento usted aceptó que su hija no volvería?
-¡Jamás!
-¿Que sintió cuando su hija no aparecía?
-La desesperación de toda madre. Pero, no estaba sola. En
nuestro grupo de madres tuvimos por lo menos a 100 hijos que no
estaban. Entre las madres alemanas, nos reuníamos cada dos
semanas, en la calle Esmeralda. Allí tiene sus oficinas la Iglesia
Evangélica, que nos prestaba una sala. A eso se le unió luego la
Iglesia de Belgrano. Ellos nos apoyaron mucho, siempre con
mucha delicadeza y con disposición a ayudar. El Pastor, por ejem-
plo, atendía siempre al principio, nos preguntaba cómo estábamos,
qué noticias teníamos. Y después nos dejaba, para que pudiéramos
hablar. Y eso trascendió a Alemania. Ésas eran las cosas que noso-
tras, como madres, podíamos hacer. El grupo existió luego por
mucho tiempo y lo que nos quedó es, justamente, el Nunca Más.
-¿Cómo se organizaban?
-Visitábamos a los representantes de todos los cultos y religio-
nes. Les pedíamos información y que recen por nuestros hijos.
Pero, al final del día era siempre lo mismo: nadie sabía nada,
nada, nada…. Era terrible.
Un día, yo había ido a una oficina, creo que era del Ministerio
del Interior; cuando les dije nuestro apellido me llegaron a decir:
“Puede que se la hayan llevado por el nombre”. Otra vez fue: “La
tendría que haber educado mejor. Entonces, eso no hubiera pasa-
do.” Ese tipo de respuestas eran las que uno recibía cuando trata-
ba de averiguar algo.
Cuando ya habían pasado algunos años desde que mi hija había desaparecido, me recomendaron ir a una
dependencia estatal. Ahí un conocido tenía un amigo, que era abogado. Fui, me invitó a pasar y comenzamos
a hablar. Cuando ya estábamos terminando me pregunta:“Dígame: ¿Qué nacionalidad tiene usted? ¿Dónde
nació?” Yo le contesto:“En Alemania”.Y él me dice entonces:“Ah bueno, entonces usted tendría que saber.
Allá también hubo campos de concentración”.Yo sólo pude responderle que justamente el país de los cam-
pos de concentración le había hecho muchísimo daño a Europa.Yo lo sabía por experiencia propia.
-¿Durante los años de búsqueda de su hija, usted no entró también en la mira de los agentes de
la Dictadura?
-Eso no me importó. Con el resto de las madres era lo mismo. Lo único que nos interesaba era
avanzar con nuestra búsqueda. De cualquier forma. Además, nuestros amigos, muchos de la comuni-
Arriba: Ellen Marx de Pincus (Foto: A. Schwarz).
Abajo: Leonor Marx, con su padre y sus hermanos.(Foto: gentileza Ellen Marx).
calizada, nacionalista. Entonces, le dije a mi hija: “No me gusta nada este tipo de culto a la persona-
lidad que se hace ahí”. Y ella respondió: “Bueno, a mí tampoco, pero sólo así se logra que la gente
acá se interese por una causa”.
-¿A qué causa se refería?
-Montoneros, obviamente. Mi argumento de que estábamos en plena dictadura militar y que no
era el mejor momento para este tipo de cosas, la hacía enojar.
En ese entonces, Leonor trabajaba en Mataderos. El trabajo era en el sótano de una imprenta. Allí
se hacían los trabajos típicos del rubro. Pero, también imprimían folletos y panfletos que, en la noche, se
repartían por el barrio. Claro, los impresos trataban de temas como Evita, Montoneros y ese tipo de
cosas.Y eso lo denunció un vecino ante la Policía. Eso me lo contó, después, un amigo de mi hija.
-¿Cómo era Leonor?
-Desde pequeña fue una chica muy enérgica. Se interesaba mucho por el otro. Por ejemplo, cuan-
do yo iba al dentista, muchas veces me esperó delante de la puerta, porque sabía que yo la pasaba
mal cuando me tocaba ir. Después, a eso de los 15 años, comenzó a trabajar en las villas miserias.
Allí se ocupaba de los chicos: les ayudaba con los deberes.
-¿Cómo desapareció su hija?
-El 21 de agosto de 1976, un domingo, ella había acordado con amigos en encontrarse en el
centro (de Buenos Aires) para ir al cine. Todos fueron, pero ella faltó. Yo me enteré enseguida. Y
de inmediato me puse en marcha: la primera semana estuve desde la mañana hasta la noche visi-
tando lugares, oficinas, personas para tratar de averiguar su paradero. En mi lugar de trabajo se
portaron muy bien conmigo. Es algo que nunca voy a olvidar. Me daban consejos a dónde ir, a
quién preguntar. Porque todos sabían, por los comentarios de parientes y conocidos, de lugares en
los que se podía dejar los datos de contacto para que, en el caso de que hubiera algún tipo de
información, uno fuera avisado.
-¿Como soportó la desaparición?
-En esa primera semana fumé muchísimo. Estaba todo el tiempo caminando. Un día, durante el
desayuno, yo estaba sentada entre mi marido y mi hijo menor, y me di cuenta de algo: “Yo también
tengo el deber de estar para ellos dos”. Desde ese día no fumé más, me organicé.
-¿En qué sentido?
-Empecé a visitar los ministerios uno detrás del otro. Después visité todas las comisarías que pudieran
tener alguna relación con el caso. En una dependencia me dijeron:“Acá no llegó ninguno”. Pero, después
me enteré de todo lo contrario.Todos habían estado ahí. A todos los habían maltratado. Habían estado en
las celdas. Algunos fueron lastimados, para que dijeran lo que sabían y para que denuncien a otros. A pesar
de eso, muchos se habían quedado callados. Luego se los había trasladado a otra comisaría.
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Una vida para salvar vidas
El teólogo y escritor alemán Heinz Friedrich Dressel cumplió
con todo lo que un dicho oriental describe como el camino hacia
la felicidad: “Criar hijos, escribir libros y plantar árboles”. Pero
Dressel perfeccionó también el dicho: dedicó su vida a rescatar
personas en peligro de muerte durante los regímenes totalitarios
de América Latina, en las décadas de 1970 y 1980.
Heinz F. Dressel nació el 28 de septiembre de 1929 en la ciu-
dad de Marktredwitz, en Baviera. A los 23 años se graduó como
teólogo en el Seminario Luterano de Neuendettelsau. Seguidamente, durante 15 años, desarrolló su labor
pastoral en Río Grande do Sul, Brasil. En 1972, a los 43 años, asumió la dirección de la Obra Ecuménica
de Estudios (OEE), un organismo de solidaridad de la Iglesia Evangélica de Alemania con sede en la ciu-
dad de Bochum. La OEE había sido creada para apoyar con becas de posgrado a estudiantes de regiones
en crisis. Pero bajo el liderazgo de Dressel la entidad fue más allá.“A través de las becas queríamos salvar
vidas. No nos interesaba la convicción política de los refugiados”, recuerda el pastor y agradece que “los
miembros del Comité demostraran un admirable espíritu de comprensión, solidaridad y amor cristiano”.
En la Argentina el trabajo de Dressel, que en más de un caso no se abstuvo de poner su propia vida en
riesgo, resultó en la ayuda a más de 35 personas que, entre 1975 y 1983 fueron víctimas de la persecu-
ción de la Dictadura Militar.
Uno de los casos más dramáticos fue el de Norma Espíndola, quien había sido detenida en 1975, en La
Plata, junto a Flavio Koutzi Saudemberg, dirigente político de la izquierda de Brasil. En 1979, tras cuatro
años de prisión y tortura, Norma Espíndola fue deportada a Francia. Al poco tiempo la OEE la acogió como
becaria. Flavio Koutzi Saudemberg se convirtió años más tarde en un destacado diputado en Porto Alegre.
Otros argentinos que encontraron un refugio y una nueva vida en Alemania bajo los auspicios del pro-
grama de ayuda dirigido por Heinz Dressel son: José Enrique Núñez, Claudio Gustavo Blasco, la periodista
Nilda Esther Jelenic, la jurista Dora Goldfarb Lucero, la odontóloga María Mercedes Soerensen, la histo-
riadora Beatriz Fernández de Lavigne, el estudiante de Agronomía Hugo Julio López, el médico Esteban
Enrique Pazo, los estudiantes de Arquitectura Luis Héctor Tomé y Francisco Ramos Marrau, la topógrafa
Stella Maris Dreier, la estudiante de Medicina Lidia Teresa Morelli, Celia Marta Rojas, Manuel Ricardo
Zkorenblut, Adriana Laborde Calvo, Edgardo Álvarez Carrera, Mónica Francavilla, el teólogo William
Abdo, Carlos Flaskamp, Susana Rosales de Piévani, Alfredo Alberto Lengert, y Rodolfo Alejandro Bayer.
“Los que fuimos protagonistas de similares historias dolorosas, los que conocimos el infierno argentino,
sabemos qué bien cae una sonrisa, una mano tendida a tiempo, cuando la angustia y el dolor aprieta nues-
tros labios y ahoga la voz. Usted, Pastor Dressel, nos extendió la mano, nos mitigó el dolor, nos ayudó a
recuperar la sonrisa, a levantar la cabeza para ver salir el sol”, agradeció recientemente uno de los tantos
becarios en una carta a Dressel. Es un justo reconocimiento para un ciudadano alemán universal, que se
transformó en el portador de la mejor tradición de solidaridad de Alemania hacia una Argentina en crisis.
Esteban Cuya
dad alemana, pero también otros, nos alentaban a no bajar los brazos, a no perder la esperanza. De lo
que era tener miedo, ya no nos acordábamos.
-¿Y para con el resto de su familia?-Para darle un ejemplo: Mi hijo menor, nacido en 1964, siempre quiso ir a una escuela superior,
una escuela pública. Ahí quería hacer su bachiller. Pero yo le dije entonces: “No podés hacer eso. Sos
hermano de una desaparecida.” Él se enojó muchísimo cuando le dije eso. Pero le insistí. “Te puede ir
igual que ella si atendés una escuela igual a la suya.” Así era el clima en esos años.
-¿Usted se reunía principalmente con madres de la comunidad alemana, que tenían hijas o hijosdesaparecidos, o también con madres argentinas?
-La idea de organizarse en diferentes nacionalidades hacia afuera era sólo para poder aumentar la presión
para obtener más información. Pero todas nos conocíamos.Yo, por ejemplo, tenía una muy buena relación con
la madre de la primera víctima española. Pero, en realidad, nunca hubo una división en nacionalidades.
-¿Participaba también de las marchas de las madres de Plaza de Mayo?-A veces sí. Pero, yo no coincidía demasiado. Sí con la primera organización, que al poco tiempo
también se desintegró.
-¿Al ser ciudadana alemana también le pidió ayuda al Estado alemán?-Claro que sí. Por eso, le pregunté a usted si sabe, quién trabajaba, en ese entonces, en la
Embajada Alemana. Porque muchos de ellos… bueno… no son santos de mi devoción. Pero también
hubo mucha gente excelente y extraordinaria. Uno fue el cónsul.Tengo todavía una carta de él que me
es muy valiosa. Un día, después de habernos conocido, me preguntó, muy tímido, si yo me podía tomar
el tiempo para contarle toda la historia, desde el principio. Eso para mí fue muy especial.
También contrataron a un abogado para nosotros.Todavía, creo que este trabaja en la causa, ya
que en 1999 entablamos juicio contra los principales responsables de la Dictadura, especialmente
contra el ex General (Jorge Rafael) Videla.
-¿Nunca fue una opción abandonar la Argentina en esos años y volver a Alemania? Muchos lo hicieron.-No, nunca.Todos nuestros hijos habían nacido aquí. Además, nosotros, los mayores todavía recor-
dábamos otra Alemania. Claro que se nos ofreció salir, pero no quisimos.
-¿La búsqueda de su hija la llevó a retomar contacto con Alemania por primera vez? -Sí. Fue por encargo de nuestro grupo de madres y por el contacto con la Sra. Annemarie
Zieschank, que había perdido a su hijo Klaus Zieschank. Viajé también varias veces para allá, para
dar charlas y conferencias
-¿El cuerpo de su hija fue encontrado?-No.
Ina Bretz / Alexander Schwarz
Heinz Dressel(Foto: gentileza Koalition gegen Straflosigkeit)
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-¿Usted había estado con el grupo Montoneros?
-No, para nada. Justo ahora estoy escribiendo sobre las discusiones que tuve con Rodolfo Walsh y
Paco Urondo, quienes sí eran montoneros.
Entonces, tras mi vuelta, un día mataron al Jefe de Policía, quien era un Coronel. Ocurrió en el
cuarto mes desde de que había vuelto a la Argentina. Ese día el Ejército invadió la ciudad: los sol-
dados estaban como locos, corrían casa por casa, rompían lo que encontraban. Aquel día, entendí
que me tenía que volver a ir y le pedí ayuda a un amigo que tenía en la Embajada Alemana:
Gottfried Arens. Él era Agregado Cultural. Nos habíamos hecho muy amigos después de la película
La Patagonia Rebelde.
Él, antes, ya me había dicho: “En el momento que te sientas en peligro, venite a mi casa.” Por
eso fuí. Allí me dijo: “Hablé con el Embajador y hoy te vamos a sacar al aeropuerto. El
Embajador ya pidió al avión de Lufthansa, que viene de Chile y que hace escala en Ezeiza, que
espere todo el tiempo necesario.”
-¿Entonces, cómo fue la salida?
-Me llevaron en un Mercedes Benz blanco, que llevaba la banderita, al aeropuerto. El problema
era que Arens no sabía manejar. Por eso manejó la esposa de él.
Todo anduvo bien hasta que llegamos al punto donde empieza la autopista Ricchieri, en camino al
aeropuerto de Ezeiza. Ahí nos paró la Policía. Pero, cuando el oficial nos pidió los documentos,
Gottfried Arends se bajó y le contestó, en un mal castellano y casi a los gritos: “¡Este es un auto de
la Embajada Alemana, no ve que está la bandera ahí? ¡Tengo inmunidad diplomática!” El oficial
miró un poco, pero al final nos dejó pasar.
-¿Usted tenía pasaporte alemán?
-No.Yo siempre me negué a sacar la nacionalidad alemana y también la austríaca, que podía haber
solicitado. Solamente soy argentino. Eso fue por una discusión que tuve con Julio Cortázar una vez.
-Bueno: ¿ Y cómo siguió?
-A mitad del camino a Ezeiza nos paró otra vez una patrulla militar. Esta vez era un Capitán.
Cuando nos pide los documentos, Arens le muestra el de la mujer, el de él y cuando el Oficial me mira
–yo estaba adentró del auto– Arends le dice: “El señor es alemán. ¡El señor es alemán le he dicho!
Es un invitado especial de la Embajada Alemana. Nos está esperando el avión de Lufthansa, así que,
por favor, no nos haga perder el tiempo.” Y otra vez pasamos.
-¿Luego llegaron al aeropuerto?
-Llegamos al aeropuerto.Todo estaba ocupado por la aviación militar. Cuando Arens presenta los
pasaportes dice: “El señor Bayer es protegido de la Embajada de Alemania, va a salir como refugia-
do.” El Suboficial que hacía el control, se agarró un susto bárbaro (ríe...) Pero, nos hicieron pasar a
una habitación y nos encerraron con llave. Estuvimos esperando una hora hasta que llegó el Brigadier
“Cuando te sientasen peligro, venite ami casa“
Nació como hijo de inmigrantes de la Colonia
Humboldt, en Santa Fe. Estudió Medicina e
Historia, fue alumno de Willy Brandt en la ciudad
de Hamburgo en 1955 e investigó una Patagonia
que aún no era un centro turístico, y este trabajo
le significó un Oso de Plata en el Festival de
Berlín. Fue amigo de algunas de las más recono-
cidas figuras de la literatura argentina. Junto a su
familia debió exiliarse dos veces en Alemania: la
primera vez, por la amenaza de un terrorismo de
derecha, la segunda vez, por el terror de un
gobierno militar. A caballo entre Berlín, Bonn y
París se convirtió así en una de las voces del exilio
argentino. En 1983 volvió a la Argentina para participar en la reconstrucción de la democracia. Ocupó
cargos públicos y académicos. Hoy, a sus 80 años, con cuatro hijos y 10 nietos, Osvaldo Bayer sigue siendo
parte de una memoria que no deja de molestar a algunos y fascinar a otros. Él insiste en que lo hace para
asegurarse de que nunca más vuelva a ocurrir lo que le tocó vivir a su generación.
-¿Porqué tuvo que irse del país?
-Mis libros eran parte de la razón.Ya el primero, que fue El Severino Giovanni, y que cuenta la vida
de un antifascista italiano, había sido prohibido por el peronismo. Al segundo libro, Los anarquistas expro-
piadores, lo prohibió Isabel Perón, quien también prohibió La Patagonia rebelde, la película.Y eso que en
el Festival de Cine de Berlín de 1974, habíamos logrado un gran éxito: nos dieron el Oso de Plata.
Pero, el 12 de octubre del 1974 aparecí en la lista del grupo terrorista Triple A. Me daban 24
horas para salir del país, si no estaba condenado a muerte. Y con eso no se jugaba en esos días.
Entonces envié a mi mujer con los cuatro hijos a Alemania. Ellos tenían la nacionalidad alemana y
podían entrar enseguida. Yo me quedé, al principio. Vivía casi de forma clandestina en Quilmes, en una
quinta. Pero al final, como no podía hacer nada, me fui en febrero de 1975 a Alemania.
-Volvió poco más tarde. ¿Por qué?
-Volví en febrero de 1976 porque Isabel Perón había llamado a elecciones. Yo suponía que por
eso se iban a generar más libertades. Volví; pero solo. La familia se quedó en Alemania. Y bien que
me sirvió: a las cuatro semanas de haber vuelto, sobrevino el golpe militar. Para uno como yo era
entonces imposible salir del país. Al fin y al cabo, yo seguía en la lista de la Triple A.
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Santuccione, entonces Jefe Militar de Ezeiza. Le da a Arens su pasaporte y le dice: “Mucho gusto, yo
soy muy amigo y quiero mucho al pueblo alemán, que ha demostrado siempre en su historia ser un
pueblo de lucha. Tengo enorme admiración por los alemanes.” Y agrega: “Por respeto al pueblo ale-
mán lo vamos a dejar pasar al señor, dado que ustedes lo protegen. Pero, a usted, señor Bayer, le
quiero decir una cosa: le permitimos salir del país porque lo pide un pueblo amigo. Pero usted jamás,
me entiende bien, jamás va a volver a pisar el suelo de la patria”. Yo casi le escupo de la indignación.
Pero me callé. Recién ahí Arens y yo pudimos ir al al avión de Lufthansa, que había estado esperando
una hora. Me despedí de Arens y el avión partió.
Ocho años más tarde volví. El primer día me lo pasé recorriendo las calles de Buenos Aires, a ver
si encontraba al Brigadier Santuccione para decirle: “Brigadier estoy de vuelta, pisando el suelo de la
patria.” Pero, luego me enteré que hacía dos años que había muerto.
-¿Cómo fue ese último momento con Gottfried Arens?
-Obviamente le di las gracias por todo. Pero no había tiempo para mucho más. Era un momento
muy especial… Le di un abrazo. Además, estaban todos vigilándonos y no queríamos hacer teatro.
Pero después nos vimos en Alemania. Buenos Aires fue su último destino. Cuando se jubiló se fue a
vivir cerca de Bad Honnef, donde estábamos nosotros y durante el exilio nos visitamos mucho.
-¿Cuando llegó a Alemania con qué se encontró?
-Esa segunda vez fue más dura que la anterior. Parecía más definitva y se sentía más que había
que empezar de nuevo. Es decir, vivimos, primero, en un pequeño departamentito en la ciudad de
Essen. El primer año yo no conseguí trabajo. Me ofrecía para dar cursos de Historia Latinoamericana
en las universidades, en Berlín, en Bremen, en varios lados, pero nada. Mi mujer, que había sido tra-
ductora de libros, trabajaba mientras tanto en un supermercado. Recién con el tiempo se dieron las
cosas. Al final pude trabajar como traductor y locutor de noticias para la Deutsche Welle. Luego
encontré un puesto como docente en la Deutsche Stiftung für Entwicklungspolitik, en Bad Honnef.
-¿Qué se sabía entonces de la Argentina?
-En Alemania había mucha confusión, porque años antes habían llegado los chilenos. Pero, para
los alemanes el peronismo de la Argentina era sinónimo de fascismo. Entonces, para muchos, los mili-
tares argentinos –a diferencia de los chilenos– habían hecho un golpe contra un gobierno semifascista
cuando habían derrocado a Isabel Perón.
-¿Entonces, no había mucha información de lo que era la realidad argentina?
-No. Al principio no. Se hablaba siempre de Chile, pero no de la Argentina. Hasta que comenzó
todo el tema de los desaparecidos y, más aún, con las víctimas alemanas. El gran detonante fue el
tema de las Madres de Plaza de Mayo; eso caló muy hondo. A partir de ahí tuvimos mucho apoyo que
se incrementó cuando el tema apareció en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Un papel muy importante cumplió también la Iglesia Luterana.Tal es así, que el primer premio
Osvaldo Bayer durante la entrevista en la
que recordó algunos de los momentos
más difíciles de los años ´70 y ´80.
(Fotos: Nico Pérez).
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cárceles, las torturas, la muerte, la desaparición de personas, ser arrojados en vida al río desde avio-
nes. ¿Qué mentalidad es esa? Lo de robarle los bebés a las mujeres embarazadas, llevarlas al hospital,
no mostrarles ni siquiera el niño a esas mujeres. Después llevar a la mujer, matarla de un tiro en la
nuca y al chico regalarlo a familias de militares o, como decían ellos, para que no se críen en hogares
marxistas. ¡Qué profundos! ¿No? Fue realmente una tragedia feroz todo esto.
-Pero, justamente, están los que opinan que criticar a posteriori es muy fácil y preguntan: ¿Por
qué no se quedó? ¿Por qué no fue hasta la última consecuencia, como lo hizo Walsh, como lo hizo
Urondo? ¿Qué le responde a aquéllos?
-¿Usted me pregunta por qué me fui al exilio?
-Sí.
-Bueno, primero, porque yo soy un pacifista. Segundo, porque no estaba de acuerdo con el método de la
guerrilla.Tal es así, que en las discusiones con Rodolfo Walsh yo le dije: “Rodolfo, yo no entiendo cómo vos
te pudiste hacer peronista.” Porque nosotros, él ahora tendría también 80 años, igual que yo, vivimos tam-
bién el primer peronismo, que no fue para nada socialista, sino que fue un populismo de derecha.
Pero Rodolfo me respondió: “No te equivoques, yo no soy peronista. Yo soy marxista. Pero la
pregunta debe ser otra: ¿Adónde está el pueblo?” Y yo le respondí: “Sin ninguna duda el pueblo es
peronista, pero no es revolucionario. Por eso, Rodolfo, no se equivoquen ustedes. El pueblo no los va
a acompañar.” Y el me dijo: “Vamos a ver.”
-¿La estrategia de Montoneros era equivocada?
-Era equivocada, para mí. Además, meterse en el peronismo, que era –y es– una cosa indefinida,
fue una gran equivocación.
-Volvamos a Alemania. A fines de los 70 allí se vivía el así denominado “otoño alemán”, que
era la versión alemana de toda la era de terrorismo de los 70. Walter Jens, Günter Grass, Max
Frisch, todos escritores e intelectuales de mucho calibre, salieron a criticar la postura del Gobierno
por la forma en que lidiaba con el problema. ¿Los exiliados argentinos supieron contactar a esos
escritores, sensibilizarlos para lo que pasaba en la Argentina?
-Sí. El que mejor se portó de todos fue Heinrich Böll. Él también vino al acto de entrega del pre-
mio a las madres. Lástima que falleció poco después. Günter Grass también se portó muy bien. Firmó
nuestros pedidos, petitorios, y todo eso.
-¿Qué fue lo que encontró cuando usted volvió a la Argentina en 1983?
-Bueno, en el 83 me encontré con un país completamente diferente al que yo había dejado.
-¿Qué había cambiado más? ¿Usted o el país?
-El país. Había cambiado completamente. La Dictadura, pese a que había tenido que irse, había triunfado.
internacional que obtuvieron las Madres de Plaza de Mayo fue por esa Iglesia, en 1981. Se lo otorgó
el Obispo Scharf, aquel famoso obispo que había estado en Dachau, como prisionero. Se hizo en un
gran acto en la Catedral de Bonn. Otro apoyo muy importante fue también el del Pastor Walter
Zielke, que dio de todo. Nos conseguía financiación para que hiciéramos viajes, también por el resto
de Europa, para que pudiéramos contar lo que pasaba. Para que pudiéramos informar. Y también nos
ayudaron mucho los movimientos estudiantiles.
-¿Y qué era lo que alguna vez denominó como las dos Alemanias? ¿A qué se refería?
-Bueno, de las dos Alemanias una era la que recordaba los hechos del nazismo. De esa aprendí
mucho cuando regresé y vi la forma como los políticos acá, después de la Dictadura, trataron de
cambiar todo para no modificar nada. Después estaba la otra Alemania, la Alemania que no se
interesaba por los Derechos Humanos en el Tercer Mundo. Era lo que yo llamo la Alemania políti-
ca, que te escuchaba pero que no mostraba ninguna reacción. Me acuerdo cuando hicimos la huelga
de hambre, en la plaza principal de Bonn, con la madre de Klaus Zieschank. No vino nadie. Esa
parte política fue un desencanto para mí. Otro fue el comportamiento de la Iglesia Católica, que
nunca emitió una opinión. Entonces esas eran las dos Alemanias. La que luchaba por los Derechos
Humanos y la que miraba para el otro lado.
-¿Cómo era vivir en el exilio?
-Bueno, yo lo viví como una gran injusticia. En la Argentina, a principios de los años 70, nosotros viví-
amos en una casa muy linda, en Martínez. Por mi parte, yo vivía el sueño de un intelectual, que es vivir de
sus libros y poder trabajar en casa. Jamás había tenido un juicio por ninguno de mis libros, que eran
hechos bastante contemporáneos y de cuyos protagonistas vivía la mayor parte.Yo había podido demos-
trar, con documentación científicamente histórica todo lo que sostenía en mis libros. ¿Por qué, entonces,
esto de quemarme los libros por “Dios, Patria y Hogar”, como lo hicieron los militares? ¿Por qué tuve
que irme y cambiar mi vida completamente? Porque, al final, mi familia se quedó allá. Mis hijos se reci-
bieron y empezaron a trabajar allá.Todos se casaron allá y tienen sus hijos, mis nietos, que son diez, y
viven todos en Europa. Es decir, la Dictadura nos cambió la vida para siempre, y no sólo a los Bayer.
Además lo viví con mucha nostalgia y tristeza. Principalmente, al ir enterándome de los queridos
amigos que eran asesinados por la Dictadura. Ahí me prometí volver para seguir luchando por la
Justicia que pedían ellos. Con otros métodos, pero por los mismos fines: una Argentina sin niños con
hambre ni gente en la miseria.
-¿Estamos hablando de Rodolfo Walsh?
-Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti, el novelista, y tantos otros. Además, muchos de
ellos también perdieron a sus hijos acá, como el poeta Juan Gelman o como el escritor David Viñas,
quien perdió a sus dos hijos.
Para mí fueron años muy duros. Obviamente estaba agradecido por haber podido salvar a mi
familia y de no haber tenido que padecer todas las cosas que padecieron los que se quedaron acá. Las
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-Después usted tampoco logró arraigarse acá. Va y viene entre Alemania y Argentina. ¿Su
familia todavía vive allá?
-Yo estoy absolutamente arraigado. Pero mi familia se quedó allá. Mi mujer viene dos veces al año acá
y yo voy dos veces al año allá. Pero, mi vida está acá. Allá voy a estar con mi familia, a escribir porque
tengo más tranquilidad o a dar algún seminario.
-¿Ellos no quisieron volver?
-No. Mi mujer no quiso volver por todas las humillaciones que sufrimos.
-¿Cuáles?
-Por ejemplo, un año después de llegar la Dictadura, año 1977, el hermano menor de mi mujer
empezó a padecer una enfermedad, que lo iba a llevar a la muerte. Entonces, mi mujer quiso venir a
la Argentina para despedirse de su hermano. Volvió y se fue a vivir a la casa de una amiga.
Supuestamente nadie sabía nada de su llegada. Al día siguiente, en el buzón de la casa de la amiga,
había un anónimo que decía: “Si querés volver a ver a tus hijos en Alemania te damos 24 horas.” Y
se fue. Volvió a Alemania con una indignación tremenda y nunca más quiso volver a vivir aquí. A eso
se sumaban las memorias de lo que hicieron también nuestros vecinos, cuando vivíamos aquí.
-¿En qué sentido?
-Por ejemplo, en nuestra casa, en Martínez, teníamos un perro. Cuando en 1975 llegó el momento
de irse, se lo llevé a la vecina. Nuestros chicos jugaban juntos, los domingos hacíamos asado. Por eso
le pregunté si me podía cuidar el perro. Y ella me contestó: “No, no me pidas eso. Acá se sabe que es
el perro tuyo, no me pongas en ese peligro.”
Otra fue la que me pasó una noche, cuando fui a la casa para sacar unos libros. Cuando estaba
saliendo de la casa viene el vecino y me dice: “Señor Bayer: ¿Cuándo se va a ir definitivamente de
acá? Imagínese que se equivoquen con la bomba y me la pongan a mi.” Y le digo: “Bueno, mire, si se
equivocan con la bomba, yo no tengo la culpa.” Y él responde: “Lo sé, pero váyase por favor.”
Vivimos cosas así, en muchos lugares. Se veía, se sentía, en esa mirada de: “Por algo será…” La
gente se distanciaba, por las dudas… ¡Fue horrible! Por eso, hoy, hago la doble vida, digamos, estoy
nueve meses acá y tres meses en Alemania. Aunque ya nos estamos cansando un poco.
-De lo que no se está cansando, aparentemente, es de su admiración por Marlene Dietrich. Aquí
en su biblioteca está en todas partes.
-Porque estoy enamorado de Marlene (ríe…)
-¿Y su mujer qué dice?
-(Se ríe) Marlene ya hace muchos años que está en paz en el Paraíso. Pero, Marlene viene todas
las noches y me besa. A veces le tengo que decir que no exagere.
-¿En qué sentido?
-Había acabado con todo el ambiente que había en la Argentina. Es decir, esa juventud tan interesada
en política, esas universidades, donde uno de los temas principales era el Estado político, el Estado social
en la Argentina. Esas organizaciones que luchaban por una mejor Latinoamérica. Las publicaciones que
se hacían. Las películas que se hacían. Por ejemplo, La Patagonia Rebelde, la filmamos en el año 74, ya
con el peligro de la dictadura. Pero no la hubiéramos podido filmar en el año 84, en la democracia.
-¿Por qué?
-Porque a la sociedad ya le interesaban otras cosas. El consumismo. En las facultades los que
ganaban las elecciones eran ahora de la derecha liberal. Incluso en la de Filosofía y Letras.Tampoco
hay que olvidar a Alfonsín. Con su política de cambiar todo para no modificar nada; su política de
Derechos Humanos, hizo todos los cambios posibles para dejar indemne al Ejército, a las Fuerzas
Armadas, pero que terminó en la Obediencia Debida y el Punto Final, donde él queda al desnudo.
Alfonsín también mantuvo a los presos políticos de la Dictadura. Recién salieron en el 89, con el pre-
texto de que habían sido condenados por la Justicia. ¿Pero la Justicia de quién? Además, con declara-
ciones sacadas con tremendas torturas y todo eso. A eso se suma que muchos ministros de la
Dictadura volvieron a ser ministros en la democracia. Era como si nada hubiera pasado….
-Pero, en Alemania también pasó.
-Sí, pero no de forma tan evidente. Muchos habían sido, digamos, funcionarios menores.
-También había muchos que decían que el país ya había sufrido suficiente, a causa de lo que
fuera. Decían: “Basta. Si empezamos ahora a querer elaborar todo este tema, nos vamos a desan-
grar”. ¿Acaso, no es concebible algo así?
-No. Porque yo creo que los crímenes hay que condenarlos. Alemania lo hizo también. Y eso se
refiere a cosas que pasaron después de Nuremberg. Yo me acuerdo de ese famoso juicio en Frankfurt,
donde fueron condenados todos los de Auschwitz. Eso lo hizo la Justicia alemana, en el año 61. Y
siguió la Justicia con eso, no se miró únicamente hacia adelante. En la Argentina, los militares habían
caído en forma miserable. No mantenían ningún poder. La democracia hubiera podido democratizar
todo, y la democracia no se metió.
-¿Y los levantamientos militares de 1987?
-Justo ahí había que demostrar que la democracia tenía la suficiente fuerza. Porque, si no, caía-
mos en el juego de mantener el Ejército, y el Ejército hubiera hecho un golpe como siempre acostum-
bró. 14 golpes en nuestra democracia argentina. 14 golpes militares, y había que acabar con eso. Y
había que aprobar una ley de defensa de la democracia, por la cual cada militar que se levantara
sufriera pena de cárcel para toda la vida, en cárcel común, y pagara de sus bienes lo cometido contra
la democracia. No se hizo nada de eso, al contrario.
Una nueva Embajada
En abril de 1984 la razón para festejar era doble.
Después de pasar uno de los períodos más oscuros de su historia, Argentina celebraba su primer año
en democracia y, en un lugar más que apropiado para la ocasión, Alemania estrenaba una nueva
Embajada. Nada menos que el padre de la aeronáutica argentina, Jorge Newbery, había levantado
vuelo en un globo aerostático desde el predio que ocupa hoy la representación diplomática. Claro que,
allá a principios del siglo XX, el aspecto del terreno de casi 18.000 metros cuadrados era otro. Dónde
hoy las líneas rectas del diseño del arquitecto Dieter Oesterlen marcan el paisaje, se levantaba un cas-
tillo que pertenecía a la familia de banqueros Tornquist. Su nombre: Villa Los Ombúes.
Todavía quedan algunos de esos majestuosos árboles en el predio ubicado en la manzana com-
prendida entre las calles Villanueva, Olleros, Luis María Campos y Gorostiaga, que alberga tanto a las
instalaciones del Consulado como de la Embajada y la residencia del Embajador. Pocos recuerdan, sin
embargo, que también habita allí uno de los últimos mitos de esta zona, ubicada entre los barrios por-
teños de Palermo y Belgrano. Cuenta la leyenda que los diplomáticos alemanes deben compartir el
espacio con un fantasma que vive allí desde tiempos en que el terreno pertenecía a otra importante
familia argentina de linaje: los Blaquier. Las generaciones mayores de la comunidad alemana, que
nacieron y jugaron en la zona, todavía así lo recuerdan.
Pero, al mismo tiempo, el lugar era reconocido como uno de los centros sociales, en el que se lleva-
ban a cabo grandes fiestas y reuniones de gala. En todo caso, tanto el mito como el recuerdo demuestran
que los diplomáticos que trabajan allí hoy deben ser interlocutores en todos los ámbitos y que transfor-
maron este lugar en un centro que impulsa día a día las relaciones argentino-alemanas.
Pág. anterior y siguientes: elnuevo edificio de la Embajadade Alemania se ubica en una delas partes más representativasdel barrio de Belgrano, enBuenos Aires. El diseño lecorresponde al arquitecto DieterOesterlen. (Fotos: Nico Pérez)
Derecha: en 1984, Helmut Kohlviajó a la Argentina para inaugu-rar el nuevo edificio. El entoncesJefe de Gobierno alemán aprove-chó para conversar con elPresidente argentino, RaúlAlfonsín, sobre la renovadademocracia argentina.(Foto: gentileza Diario La Nación)
Para una joven democracia
145
Cuando el programaes más que un nombre
Sus nombres son tan históricos como simbólicos.
Responden a algunas de las figuras más emblemáticas del
pasado alemán. No obstante, las fundaciones políticas
Friedrich Ebert (Partido SPD – social-demócrata), Friedrich Naumann (Partido FDP – demócrata-libe-
ral), Konrad Adenauer (Partido CDU – cristiano-demócrata) y la fundación científica Alexander von
Humboldt prefieren el bajo perfil. A pesar de ello –o justamente por eso– se convirtieron en actores rele-
vantes en las relaciones bilaterales entre la Argentina y Alemania en las últimas décadas. Su principal
virtud es su mensaje: buscan transmitir y compartir las experiencias y los conocimientos que caracteriza-
ron al desarrollo de la democracia en Alemania. En la Argentina el principal aporte de estas organiza-
ciones, de carácter público y privado, se dio particularmente después de 1983. En los años que le siguie-
ron a la última dictadura, las fundaciones representadas en la Argentina participaron activamente en el
trabajo que significó volver a un sistema pluralista y democrático, tanto en el ámbito político como cien-
tífico. Su principal instrumento son las actividades de información y capacitación a través de conferen-
cias, el otorgamiento de becas y también programas de intercambio con instituciones en Alemania.
Fundación Friedrich EbertCreada en 1925, la Fundación Friedrich Ebert (FES, por su
sigla en alemán) se destaca como la fundación política más antigua.
Le debe su nombre al primer presidente de la República de Weimar.
De esta forma da continuidad a un legado de tradición social-demó-
crata de hacer efectiva la libertad, la solidaridad y la justicia social
por medio de la actividad política. A través de sus 18 representacio-
nes en América Latina y el Caribe la cooperación en la región se
centra, entre otros rubros, en: la profundización y consolidación de
la democracia social, el fortalecimiento de los sindicatos como fuer-
zas de la política social, los actores en los procesos de integración
regional y los interlocutores en el debate sobre la configuración de
la globalización o el fomento de la coopera-
ción transnacional en temas de seguridad
regional.
En la Argentina las acciones se concen-
traron en colaborar con las corrientes políti-
Las fundaciones políticas ycientíficas de origen alemán
Pag. anterior: Congresos, seminarios y
capacitaciones representan los instru-
mentos más importantes de las funda-
ciones alemanas en la Argentina.
(Fotos: gentileza Fundaciones).
146
cas y sindicales más avanzadas, en la comprensión de los cambios de la situación mundial y regional, así
como en los problemas nacionales a enfrentar. Simultáneamente se promovió el intercambio de informa-
ción y de experiencias entre líderes políticos, sindicales y académicos del Cono Sur con respecto a los pro-
cesos regionales de transición democrática o a casos paradigmáticos como el de España. La Fundación
participó también en la elaboración de proyectos en el marco del MERCOSUR. Colabora actualmente en
el desarrollo de organismos, que son parte de la estructura institucional del MERCOSUR como, por ejem-
plo, la Comisión Parlamentaria Conjunta (hoy Parlamento del MERCOSUR), la Comisión Sociolaboral y
la Red de Mercociudades. Un trabajo de singular importancia es también el asesoramiento a municipios
argentinos en el diseño, la instrumentación y el monitoreo de programas como los Planes de Igualdad de
Oportunidades o los Consejos de Juventud. En la actualidad la Fundación Friedrich Ebert está presente en
más de 100 países.
Fundación Friedrich NaumannLa fecha oficial de su creación es el 19 de mayo de 1958, día en el que se firmó el acta de fundación
en la casa del entonces Presidente alemán,Theodor Heuss. La creación de la Fundación Friedrich
Naumann (FNS, por su sigla en alemán) se basaba entonces en motivos muy diversos, pero se concentró
en el compromiso con la enseñanza, el asesoramiento y el diálogo político. Inició sus proyectos en
América Latina en 1965. En virtud de las dictaduras militares reinantes en casi toda la región, se com-
prometió con el fortalecimiento de iniciativas y movimientos democráticos y participativos, tanto en el
campo político como también en el socioeconómico. En 1982 llegó a la Argentina con objetivos primor-
diales e inseparables: apoyar el proceso de reapertura democrática y promover la libertad del individuo en
todos los ámbitos. Sus principales instrumentos para transmitir estos aportes se sustentan desde entonces
en tres ejes: la capacitación, el asesoramiento político y la optimización de la gestión municipal.
La FNS destaca como temas centrales la estrecha cooperación con partidos y líderes políti-
cos afines al liberalismo, con organizaciones de Derechos Humanos y con grupos civiles y entidades
públicas del área de la administración de Justicia. El objetivo principal es la promoción del Estado de
Derecho, en el que se respeten y protejan los Derechos Humanos y los derechos de las minorías. A
estas metas se suma el apoyo al concepto de los mercados abiertos, ya que se considera al desarrollo
147
económico y social como la base esencial del bienestar de las personas. Entre las prioridades se
encuentran también cuestiones de responsabilidad social, participación y transparencia. Por eso, el
federalismo, la descentralización, la sociedad civil y la política comunal participativa son también
temas fundamentales de esta fundación.
Fundación Konrad AdenauerLa Fundación Konrad Adenauer (KAS, por su sigla en alemán) fue creada en 1964. Su nombre se
lo debe a quien fue el primer Jefe de Gobierno de la República Federal de Alemania. Sus actividades
se rigen por los principios que determinaron la obra de Konrad Adenauer. En la cooperación interna-
cional sus objetivos se centran en los aportes para el mantenimiento de la paz y la libertad en todo el
mundo, para el fortalecimiento de la democracia, para la lucha contra la pobreza y para la preserva-
ción del entorno de vida natural para las futuras generaciones. La KAS trabaja en la Argentina desde
hace más de 35 años. Actualmente concentra sus esfuerzos en las siguientes áreas: desarrollo local y
regional tendiente al fortalecimiento de los municipios, capacitación y asesoramiento de dirigentes
políticos, capacitación de los partidos políticos para un mejor diseño de sus programas, proyectos de
reforma de política económica y social, fortalecimiento del Estado de Derecho así como de los medios
de comunicación y de la democracia.
Estas actividades se llevan a cabo en instituciones afines a una tradición demócrata-cristiana
como universidades, ONGs, centros de estudios, partidos políticos y medios de comunicación. En mate-
ria de libros, la KAS edita y coedita publicaciones relacionadas con los temas principales de sus pro-
gramas y proyectos. Cuenta para ello con el asesoramiento de expertos nacionales e internacionales y
el trabajo está destinado, ante todo, a actores de la política.
Al igual que las demás fundaciones, su principal instrumento y el de sus contrapartes es la activi-
dad de asesoramiento así como de formación, capacitación y difusión mediante la realización de con-
gresos, seminarios, cursos, mesas redondas y talleres destinados a actores políticos a nivel local y
regional, a funcionarios públicos, a dirigentes sindicales, a periodistas y a jueces. Actualmente la KAS
ofrece sus programas en más 100 países.
148
La Fundación Alexander von Humboldt
Como su nombre señala, la Fundación Alexander von Humboldt, honra a la mayor figura en la
historia alemana de las ciencias, quien se destacó como un naturalista que supo relacionar sus
objetos de investigación con los fenómenos sociales. Von Humboldt fue un hombre ejemplar,
tanto en el campo científico, como en su visión filosófica humanista, democrática y solidaria con
quienes buscaron su apoyo en el campo de las ciencias. De origen noble y cuna rica, Alexander
von Humboldt (1769-1859) fue generoso, hasta el agotamiento de su fortuna, en el apoyo de la
investigación propia y la de muchos otros científicos.
Así lo dispone también la Fundación que lo recuerda: formar elites de investigadores,
“mediante la concesión de becas a científicos jóvenes y altamente calificados, de nacionalidad
extranjera, sin distinción de sexo, raza, religión o ideología. La Fundación pretende que puedan
llevar a cabo un proyecto de investigación en la República Federal de Alemania y mantener las
relaciones científicas que de él se deriven”, según reza el artículo 2 de sus estatutos.
La Fundación tiene sus orígenes en 1860, en el seno de la Academia Prusiana de Ciencias en
Berlín. Organismos similares de Inglaterra, Rusia y otros países aportaron medios para perpetuar
la memoria del naturalista, fallecido un año antes. Hacia 1923, cuando la Fundación contaba
con un considerable reconocimiento, la gran inflación de la República de Weimar licuó el capital
de la Fundación, llevándola a la virtual quiebra. Sin embargo, fue refundada en 1925 con capi-
tales del Estado para un amplio apoyo a las actividades de investigación. También incluía a
investigadores extranjeros. Anteriormente, sólo había respaldado a científicos alemanes.
La Segunda Guerra Mundial y sus secuelas impidieron el funcionamiento de la Fundación, que
recién volvió a establecerse activamente en 1953, en buena medida mediante el apoyo de sus
simpatizantes en el exterior y también del Ministerio de Relaciones Exteriores de la flamante
República Federal de Alemania. Fue su primer Canciller Federal, Konrad Adenauer, quien desig-
nara como Presidente de la Fundación –ahora con su sede en Bonn– al notable físico Werner
Heisenberg, titular del Premio Nobel en Física. Su legado lo mantiene hoy el profesor y germa-
nista Wolfgang Frühwald.
Sin embargo, la red de ex becarios que logró apadrinar en los últimos 54 años es la mejor
forma de medir la trayectoria de la Fundación. Reúne así a 25.000 ex becarios e investigadores
en todo el mundo. Una parte importante obtuvo las más altas distinciones en el campo científico.
Varios han ocupado, además, altos cargos políticos y sociales en sus países.
Entre los países latinoamericanos, Argentina es el más favorecido en cuanto a la cantidad de
becarios Humboldt, que, por otra parte, se han destacado por su alto nivel científico y académi-
co. El padrón de ex becarios de nuestro país supera los 180, seguido por el de Brasil (160) y el
de Chile (121). En lo que se refiere a especialidades, la mayor parte de los becarios argentinos
representa a las Ciencias Naturales (133), seguida por las Ciencias Sociales (32).
149
Una minoría somos descendientes de alemanes, con lo cual nuestro vínculo social y cul-
tural con Alemania se hace perdurable aún por generaciones. Sin embargo, la admiración y
el reconocimiento de los humboldtianos a la obra de “nuestra” Fundación no tiene matices
diferenciales en un país de inmigración como la Argentina, que garantiza una gran variedad
y combinación de ascendencias. El Club Humboldt de Argentina aporta aquí su modesto
esfuerzo para fortalecer y ampliar la red de amigos y colaboradores de la Fundación. En
suma, sentimos como uno de los mayores orgullos poder contarnos entre los discípulos leja-
nos –en el tiempo– del gran Alexander von Humboldt.
Carlos Elbert
Delegación de la AvH liderada
por el presidente Wolfgang
Frühwald en octubre de 2005,
frente al Museo de La Plata.
(Foto: AvH).
150 151
Combatir la pobreza, las enfermedades y el hambre, fomentar la
educación y la capacitación, apoyar la democracia y la paz,
crear condiciones de igualdad de oportunidades y de derechos,
proteger el medio ambiente y sus recursos son desafíos, que la comunidad mundial sólo puede afrontar
en forma conjunta. El objetivo de la política de desarrollo del Gobierno de la República Federal de
Alemania es contribuir a esta meta mediante la promoción del desarrollo sustentable.
El programa de Cooperación para el Desarrollo con la República Argentina radica en una tradi-
ción con origen en la década de 1960. En los años ´70 Alemania y Argentina firmaron el Acuerdo
Marco sobre Cooperación Técnica. Los lineamientos de la política de cooperación son facultad del
Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ, por su sigla en alemán). Los pro-
yectos se ejecutan casi en su totalidad a través de la Agencia de Cooperación Técnica (GTZ, por su
sigla en alemán). En la Argentina la GTZ ha cooperado con organizaciones e instituciones en ámbitos
de muy variada índole.
Las mencionadas organizaciones e instituciones han desarrollado y ejecutado estrategias para
más de 50 proyectos y medidas. Concretamente en la Argentina la GTZ apoyó proyectos en el ámbito
del desarrollo local y rural, de la lucha contra la desertificación, de la gestión forestal y del apoyo a
la industria maderera. A ello se suman acciones en el área de gestión de residuos, la formación técni-
co-profesional, la eficiencia energética en las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) y la contami-
nación industrial y urbana. Un enfoque transversal de la actividad de la GTZ fue el respaldo brindado
a la implementación de las convenciones internacionales en materia de protección del medio ambiente,
ratificadas por el Gobierno argentino (desertificación, biodiversidad y cambio climático).
En todos los programas y proyectos se incentivó a la población involucrada a participar activa-
mente. Se hizo especial hincapié en el respeto por los intereses de la mujer.
La asistencia técnica otorgada en forma de subvenciones ascendió hasta el año 2006 a US$ 50
millones. Gracias al intercambio de experiencias, a los conocimientos adquiridos, al esfuerzo de sus
actores y a la eficiencia en la labor de todas las partes involucradas se han creado bases sólidas para
que la Argentina se convierta en un país donante y comparta las experiencias y capacidades adquiri-
das con terceros.
No obstante, la cooperación técnica y económica seguirá estando presente en la Argentina, ya sea por
medio de la puesta a disposición de expertos alemanes a través de los programas como, por ejemplo,
Expertos Integrados CIM, Senior Experten Service, InWEnt o por medio de apor-
tes financieros a iglesias y organizaciones no gubernamentales, que en la actualidad
reciben más de ocho millones de euros anuales en concepto de subsidios. A ello se
suman proyectos con la Comisión Europea y cooperaciones multinacionales.
Una apuesta por el desarrollo
Pag. anterior: los proyectos del BMZ y
la GTZ abarcan, entre otros, asistencia
técnica y proyectos de desarrollo local
y rural. (Fotos: gentileza GTZ).
La cooperación técnica yeconómica del BMZ y la GTZ
153
“Ahora convergelo que debe estar unido”
Enrique Candioti conoció, como pocos, uno de los capí-
tulos más difíciles de la realidad alemana. Entre 1983
y 1986 el diplomático representó a la Argentina en
Berlín Oriental. La parte Este de la ciudad alemana
era entonces la capital de la República Democrática Alemana (RDA). En el año 2001, Candioti
fue destinado nuevamente a Berlín en función de embajador. Pero en esta ocasión representaría a
su país ante el Gobierno de la República Federal de Alemania (RFA). En la noche del 9 al 10 de
noviembre 1989 la Guerra Fría había finalizado al son de los martillazos sobre un Muro tan pin-
tado como gastado. Todo acompañado con cánticos que le recordaban al mundo entero: “Somos
un sólo pueblo.” (“Wir sind ein Volk.”). Aquel día también había terminado la división alemana,
que en más de una ocasión separó también al mundo.
Enrique Candioti había vivido esa realidad de forma tangible. Cuando cumplió funciones para su país
detrás de la Cortina de Hierro, la Misión Diplomática de la República Argentina en Berlín Oriental se
encontraba a dos cuadras del Muro de Berlín, en Pankow. Los diplomáticos podían cruzar sin problemas
de un lado a otro de la ciudad cuando querían ir a un concierto o visitar un museo. El resto de las per-
sonas no podía hacerlo, a menos que fueran jubiladas o que tuvieran un permiso especial.
La división de Alemania también fue visible en la Argentina. En la década de 1950 el Gobierno
de Berlín Oriental inició el contacto con Buenos Aires para evaluar la posibilidad de una cooperación
comercial. En 1954 la RDA instaló su primera Misión Comercial Permanente. Sin embargo, apenas
ocho años después cerró sus puertas. La Argentina había decretado el cierre de sus propias represen-
taciones en los países del bloque comunista.
La primera Representación Diplomática de Alemania Oriental en la Argentina se estableció recién
en 1973 con la apertura de la Embajada en la esquina de Olazábal y Vuelta de Obligado, en el barrio
porteño de Belgrano. Un cambio de política en Bonn, cuatro años antes, marcó el camino para ello.
En 1969, de la mano del nuevo Canciller Federal Willy Brandt, la RFA inició una política de acerca-
miento al bloque soviético. La denominada Neue Ostpolitik o Nueva Política para el Este pasó a rem-
plazar a la Doctrina Hallstein, que hasta entonces exigía al gobierno de turno evitar relaciones con
todo país que reconociera a Alemania del Este como Estado independiente.
El resultado fue la firma del Tratado sobre las Bases de las Relaciones entre la
República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana
(Grundlagenvertrag), que entró en vigencia en junio de 1973. Ambos Estados ale-
manes reconocían sus respectivas fronteras. Sin embargo, la República Federal de
La reunificación fue parael pueblo alemán una fiestapero también un desafío
Pág. anterior: alemanes del Estey el Oeste festejan después deestar separados por cuatro déca-das. (Foto: BPA)
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Principio y fin: el bloqueo de Berlín de1948 marcó el inicio del proceso de divi-sión que culminó felizmente en 1990.(Fotos: Gentileza Diario La Nación / BPA)
Alemania ponía de manifiesto que no renunciaría a su anhelo de reunificación y se comprometía a
buscarla sólo por la vía pacífica. Por otra parte, ambos Gobiernos anunciaron la apertura recíproca
de respectivas delegaciones oficiales en las capitales de ambos Estados.
Una de las consecuencias inmediatas de este tratado fue la postulación de ambos Estados para ingre-
sar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En septiembre de 1973 ambos fueron admitidos.
Por parte de la Argentina, la relación con Alemania Oriental se concentró en una limitada coope-
ración comercial y cultural. Las grúas que todavía hoy se pueden ver en la parte sur de Puerto
Madero, en la Ciudad de Buenos Aires, son un recuerdo de esta relación. En 1973 las autoridades
argentinas compraron al grupo estatal VEB Kranbau Eberswalde cerca de 40 de estos equipos. Con
una altura de hasta 38 metros y un peso de hasta 12 toneladas eran consideradas grúas rápidas. No
obstante, al privatizarse el puerto de Buenos Aires en 1994 resultaron obsoletas.
Otro recuerdo de esta relación tiene que ver con el Planetario porteño, enclavado entre los bos-
ques del barrio de Palermo. A instancias de un diputado socialista, en 1963 la Ciudad de Buenos
Aires compró los instrumentos de proyección a la reconocida empresa líder en tecnología óptica de
alta precisión Carl Zeiss, con sede, en aquellos tiempos, en Jena. Aún hoy el instrumental adquirido
proyecta en la cúpula del Planetario los astros del firmamento.
Otro acontecimiento local en el capítulo de la división alemana fue la visita de la Orquesta
Gewandhaus de Leipzig. Dirigida por Kurt Masur, los músicos llegaron a la capital argentina en 1980
para presentarse en el marco de los festejos del IV. Centenario de la Ciudad de Buenos Aires. La
orquesta presentó allí su versión integral de las nueve Sinfonías de Ludwig van Beethoven.
Pocos se imaginaron entonces que el mismo Masur se convertiría, nueve años más tarde, en otra
de las importantes figuras que apoyaron con entusiasmo el proceso de la caída del Muro de Berlín y
que pusieron todo de sí para que culminara con éxito y pacíficamente. Hoy parece obvio, pero a fines
de 1989 estas no eran metas sobreentendidas y el desplome del bloque soviético no sorprendió sola-
mente a los burócratas soviéticos.
El proceso, que se había iniciado con la apertura política impulsada por el entonces Secretario
General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov, obligó a las dos Alemanias
a encontrar un camino conjunto en poco más de un año. De pronto, los habitantes a ambos lados de la
Cortina de Hierro tuvieron que aprender a convivir. La reunificación de Alemania significó la integra-
ción de un número de habitantes que superaba los 82 millones. Desde entonces su superficie abarca
357.092 kilómetros cuadrados, ligeramente superior a la superficie de la Provincia de Buenos Aires.
Hoy, al cabo de más de tres lustros, cada año se vuelve a celebrar este hecho histórico sin olvidar,
desde luego, los problemas que aún quedan por superar. El camino recorrido hasta la fecha convalida
lo que Willy Brandt, uno de los pioneros de la Unidad Alemana, manifestó con pocas palabras el 10
de noviembre de 1989 e inmortalizó así el momento histórico de la caída del Muro de Berlín: “Jetzt
wächst zusammen, was zusammengehört.” (“Ahora converge lo que debe estar unido”).
La competencia de Goethey Thomas Mann
Pág. anterior: Campino, el can-tante, se entrega al cariño de losfans locales en uno de losconciertos que consagró a losToten Hosen en la Argentina.(Foto: Slavica Ziener / JKP).
Derecha: 2003 se convirtió en unaño especial para el grupo. Ensu ya tradicional visita a laArgentina, los músicos tocaronen un Luna Park lleno y actuaronen el Quilmes Rock. (Foto: RainerPfisterer / JKP).
El grupo Die Toten Hosen logramás que los clásicos alemanes
¿Por qué la Argentina? ¿Por qué Buenos Aires? La res-
puesta a la pregunta que busca entender el fenómeno que
genera en la Argentina hoy un grupo de punk-rock ale-
mán como la banda Die Toten Hosen, resulta tan simple como obvia: ¿Por qué no? Tan carismáticos
como curiosos, el grupo integrado por el cantante Andreas Fregel (Campino), el bajista Andreas
Meurer (Andi), los guitarristas Michael Breitkopf (Breiti), Andreas von Holst (Kuddel) y el baterista
Stephen George Ritchie (Vom), no tardaron mucho tiempo en hacer las valijas cuando, allá por 1992,
recibieron la invitación de viajar a la lejana Argentina.
Pocos años después, la banda, que se originó en 1982 en la ciudad de Düsseldorf, ya era una marca
registrada entre la juventud argentina. Sin importar que las letras de sus canciones fueran cantadas en tan
extraño idioma como el alemán, hacia fines de los 90 el grupo fascinaba a seguidores de todos los estratos
sociales. La revista especializada Rolling Stone resumía la extraña atracción en dos palabras:“Es amor”.
A los conciertos en lugares como El Teatro le siguió en 2003 lo que para muchos fue uno de los
momentos culminantes en la carrera del grupo. Llenaron el Luna Park, aprobaron el primer “recital de
entre casa” e hicieron vibrar al Estadio Mundialista en el marco del Quilmes Rock de ese año. Nada
menos que el Süddeutsche Zeitung, uno de los medios más reconocidos del país, sentenció luego: “Entre
la juventud argentina son hoy más conocidos los textos de los Hosen que los de Goethe o Thomas
Mann.” No es poco para una agrupación, que en su nombre hace homenaje al equivalente alemán de la
generación sin futuro. Los Pantalones Muertos, tal la traducción literal de su nombre, son así considera-
dos como fiel reflejo de una relación bilateral que a lo largo de los años supo cómo reinventarse.
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Los músicos alemanes realiza-ron en la Argentina todo tipo derecitales.
Encuentro de culturas: Los TotenHosen en la Plaza de Mayo.(Fotos: Thorsten Buhe / JKP)
“Fue amor a primera vista”Entrevista al guitarrista Michael Breitkopf (Breiti)
-¿Cómo se generó esa relación tan especial con la Argentina?
-Llegamos por primera vez en 1992. Vinimos por recomendación de un amigo alemán.
Cuando llegamos pensábamos que nadie nos iba a conocer. Fue todo lo contrario. Y eso que,
por entonces, ninguno de nuestros discos había sido editado en la Argentina todavía. La sor-
presa fue aún más grande cuando dimos nuestro primer concierto en una sala repleta, vibran-
te. Para nosotros fue amor a primera vista.
-¿Cómo son los fans argentinos?
-Para mí, los argentinos están entre el público más informado del mundo cuando se trata de
temas como política, cine o música. Eso se demuestra en que saben perfectamente de qué tratan
nuestras canciones o cuáles son nuestras opiniones, a pesar de que todo esté en un idioma distin-
to. Además, ser fan en la Argentina tiene una connotación diferente. Se siente desde el escena-
rio: cuando uno da todo en el escenario, se ve lo mismo entre el público. Y eso de forma mucho
más extrema que en otros países.
-En vuestro sitio web figura que en el año 2000 no se les permitió tocar en una de las salas
porque no se permitían conciertos de música punk. ¿Qué se siente actuar en un entorno, en el
que los Derechos Humanos y la democracia, en general, todavía no son moneda corriente?
-Las personas que conocimos en la Argentina nos mostraron un nivel de consciencia social y
política muy alto. En casi todos los conciertos que dimos aquí el tema de las secuelas de la
Dictadura era todavía palpable. Ser un punk durante esos años significó tener y demostrar un gran
coraje. No conocí a nadie que no se sintiera orgulloso de que el Che Guevara haya nacido en la
Argentina. Con cualquiera se puede discutir aquí sobre cómo debería ser un sistema económico y
político más justo.Tal vez por eso tuvimos tantos puntos de contacto: con nuestras canciones trata-
mos de generar conciencia contra todo tipo de racismo o xenofobia.También lo vivimos: durante la
última crisis bajamos los precios de las entradas de forma tajante. Ese tipo de gestos valen mucho.
-Ustedes también tocaron en Cuba: ¿Qué significa o representa América Latina para ustedes?
-Es imposible explicar eso en pocas palabras. Además, hay demasiadas diferencias entre cada
país como, por ejemplo, la Argentina, Brasil o México. Lo que sí puedo decir es que aquí, en la
Argentina, dimos algunos de los conciertos más memorables de nuestra carrera. Encontramos a
muchos amigos. Para nosotros siempre será algo muy especial venir a este país.
Lena Lenz
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El día en queSan Martín llegó a Berlín
Decirle a un argentino que San Martín
fue el Libertador más grande de América
del Sur es afirmar lo obvio. Sostener que
incluso llegó a superar a su colega vene-
zolano, Simón Bolívar, no mucho menos. Y a quien lo dude se lo puede remitir a la capital alemana,
Berlín. En pleno centro de esta ciudad, en el predio del Kulturforum, delante del Instituto Ibero-
Americano y a pocos metros del prestigioso museo Neue Nationalgalerie, se yergue la estatua del
Libertador. Con sus 2,55 metros de altura la figura del General San Martín supera claramente a la de
su vecino, Simón Bolívar, emplazada a pocos metros de allí, sobre la Potsdamer Straße.
No obstante, en ambos casos se trata de una pequeña transgresión histórica, ya que ninguno de
los dos Libertadores de América superaba la altura de un metro con setenta centímetros. El origen de
este homenaje se generó a partir de una iniciativa compartida entre la comunidad alemana y el
Gobierno argentino.
El impulsor fue el Senador Eduardo Menem. En una visita a Berlín durante 1999 y al encontrar-
se ante la imponente figura de Bolívar, la que desde abril de 1990 representaba allí en soledad a los
Libertadores latinoamericanos, el hermano del ex Presidente Carlos Menem descubrió que faltaba
una estatua del Libertador General San Martín. La idea de impulsar la presencia de un monumento
en honor a San Martín en alguna de las principales ciudades del mundo no era tampoco original:
Londres, Roma y Madrid ya contaban con una versión esculpida del Libertador.
De regreso a Buenos Aires, Eduardo Menem se comunicó con la Cámara de Industria y Comercio
Argentino-Alemana y en estrecha coordinación con la Federación de Asociaciones Argentino-
Germanas (FAAG) se formó la Comisión Pro Monumento General San Martín. A través de actos y
colectas la comunidad alemana en la Argentina contribuyó a la financiación del proyecto. Asimismo,
varias empresas participaron en el mismo. Entre ellas, la empresa Wintershall apoyó con gran genero-
sidad el proyecto, al igual que la línea aérea Lufthansa. El transporte quedó a cargo de la tradicional
naviera alemana Hamburg Süd.
La estatua fue encomendada al conocido escultor Carlos María Toto, Jefe del Departamento de
Monumentos y Obras de Arte de la Ciudad de Buenos Aires. Su escultura representa al Libertador
de pie, una posición poco habitual en su estatuaria. Gracias al oportuno consejo de la Embajada de
la República Argentina en Alemania, San Martín no viajó con su sable a Berlín.
La razón: su colega Simón Bolivar perdió el suyo a manos de jóvenes vándalos
berlineses. Para evitarle una experiencia semejante, el escultor prefirió poner el
Su monumento celebra la amistadargentino-alemana, como lo hicierala fuente de la Plaza Alemania
Pág. anterior: el General José deSan Martín en Berlín. (Foto: gen-tileza Thomas Leonhardt)
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acento en una imagen más relajada del héroe. Bajo su brazo de bronce únicamente sostiene su falu-
cho. Pero, por si acaso, también aumentó su altura unos centímetros.
La estatua del Libertador partió de Buenos Aires rumbo a su destino europeo en una fecha espe-
cial: el 3 de octubre de 2000, día en que se conmemora la Unidad Alemana. El punto de partida no
podría haber sido más propicio: la fuente emplazada en la Plaza Alemania, ubicada en Avenida del
Libertador y Cavia, en la Ciudad de Buenos Aires.
La fuente, también conocida como Riqueza Agropecuaria, fue donada por la comunidad alemana en
la Argentina con motivo del Centenario, en 1910. Según las estimaciones oficiales, en esa fecha la
Argentina ya había recibido 50.000 inmigrantes alemanes desde la firma del Tratado de 1857.
Fieles a su fama de organizadores natos, los representantes de la colectividad habían conformado
en 1909 la Comisión Alemana Pro Centenario. Su función fue reunir los fondos para la obra a través
de una gran colecta. Además, debían seleccionar a un artista que se encargara de ejecutar el proyec-
to. Para ello, la Comisión se puso en manos de la Sociedad Pro Arte Alemán en el Extranjero, con
sede en Berlín. Ciento veintidós artistas presentaron sus bosquejos. El elegido fue el escultor Gustav
Adolf Bredow, oriundo de Krefeld, entre cuyas obras figuraban trabajos para iglesias y municipios en
Wurtemberg y Hannover.
La piedra fundamental de la fuente fue colocada el 31 de mayo de 1910 en presencia del Presidente
de la Nación, José Figueroa Alcorta, el Enviado Extraordinario del Imperio, Colmar Freiherr von der
Goltz, y del Embajador en la Argentina, Hilmar Freiherr von dem Busche-Haddenhausen.
El lugar en el cual sería emplazada la fuente influyó en el diseño de la misma. Iba a estar en uno
de los lugares más relevantes de la capital argentina y a la vista permanente de muchísima gente. El
marco lo daba un parque con árboles de gran altura. Las miradas de los transeúntes que pasaran por
el lugar obligadamente se centrarían en la fuente.
Ante tal desafío Bredow parece no haber querido dejar nada librado al azar. No sólo trabajó como
escultor, sino que se encargó también de los trabajos de ingeniería y arquitectura, como lo recuerda el
trabajo La Fuente Alemana en Buenos Aires, la obra y el artista, de Wilhelm Keiper, de 1927.
El objetivo tampoco era menor: la fuente debía representar el agradecimiento de una colectividad
a la nueva patria, que la había acogido en tiempos difíciles.
Bredow ideó una fuente que estaría enmarcada por esculturas que reflejarían el intercambio de
valores entre Argentina y Alemania en ese entonces: la ganadería y la agricultura. “Las figuras del
friso hablan de las relaciones entre el progreso material y de la misión de los seres humanos, que es
la de cooperar entre pueblos para que los ideales humanitarios puedan ser llevados a cabo”, cita
Keiper a Bredow.
Cuatro años tardó el artista en terminar la obra. No sólo cuestiones políticas –como el conflic-
to entre Italia y Turquía– fueron un obstáculo. También lo fue el material escogido para las escul-
turas, el mármol pentélico, “de tinte ligeramente amarillento, que con el tiempo adquiere un matiz
cada vez más saturado y cálido que resalta la luz y la sombra”, según Keiper. El único lugar en el
cual podía conseguir este mármol eran las canteras de Pentelí, en la montaña de Pentelikon, en
Grecia. El mismo Bredow viajó a Grecia para asegurarse de la aptitud de las piezas seleccionadas.
Para poder trabajar cada grupo escultórico en un único bloque, las piedras debían tener al menos
tres metros de ancho, tres de altura y dos de profundidad.
Las piedras tuvieron que ser transportadas desde la montaña hasta el puerto de Pireo y desde allí
en vapor hasta Hamburgo. Un equipo de escultores al mando de Bredow se encargó de reproducir en
la piedra el modelo concebido por Bredow. Cuatro años más tarde, en julio de 1914, supervisó tam-
bién el embarque de la obra completa y viajó con ella para llevarla a la Argentina. Escapó así, por
muy poco, a uno de los conflictos que cambiarían el mundo. Pocas semanas después se iniciaron las
contiendas de la Primera Guerra Mundial, que finalmente también postergaron la inauguración de la
fuente alemana en Buenos Aires. El monumento quedó habilitado recién en 1923. Ironías de la histo-
ria: el único que faltó al acto fue el Intendente porteño, Carlos M. Noel. Aparentemente su ausencia
se debió a su inclinación por Francia.
La fuente, también conocida como Fuente RiquezaAgropecuaria fue donada por la comunidad alemanaen la Argentina con motivo del Centenario, en 1910.(Foto: Nico Pérez)
Hace seis años hubo ruido de cristales rotos.
Pero ninguno de los que asistió a la presenta-
ción de la primera película en competencia del
Festival de Cine de Berlín 2001 –la Berlinale–, pudo evitar escucharlo. No había elección: incluso
aquellos ojos que todavía luchaban contra las secuelas de una noche demasiado corta miraban hipnoti-
zados. El estruendo provenía de aquel vaso de vino tinto que se estrellaba en el borde de la pileta en las
primeras escenas de la película argentina La ciénaga. El ruido atravesó el silencio letárgico de la sala
de cine, como no se había sentido desde La piscina, de Jacques Deray, en 1969.
Nadie había tenido en cuenta a la Argentina como país de producción cinematográfica de categoría.Y
de repente ocurría algo así: una película de tremenda intensidad, desconcertante, extraña, llena de imágenes
que ejercían una atracción a la que era difícil escapar. Era como estar sentado allí, en medio de esa atmós-
fera de estancamiento y decadencia, de ese calor húmedo y de la lluvia, mucha lluvia, del Noroeste argenti-
no. La relación de aquel matrimonio estaba agotada, podrida. Casi tanto como lo estaría, en breve, la vaca
que, a cien metros, se moría a gritos. Sólo las plantaciones descuidadas hacían recordar que aquella tierra
alguna vez había visto tiempos mejores, dominados por una burguesía próspera.
La imagen de desolación estaba acentuada por los personajes: una mujer que bebía casi tanto
como chillaba. Un marido que había despilfarrado la fortuna familiar con su amante y una prole que
se comportaba como si ya fuera la dueña de lo que quedaba. En La ciénaga el mundo refleja un
estancamiento tan profundo, tan chejoviano, como el de la sucia y abandonada pileta. Ni la muerte, al
final de la película, le permite al espectador alguna sensación de desahogo, de catarsis, porque todo
seguirá igual que antes. No es casualidad que el nombre de la propiedad en la que transcurre la
mayor parte de la película fuera La Mandrágora. Es el nombre de la planta que ha servido de base
para preparar anestésicos.
Aunque la directora, que debutaba con esta obra, negara que La ciénaga fuera la alegoría de un
país destruido, resultaba muy difícil –en especial, desde la lejanía
de Europa– no ver ese asombroso trabajo como un espejo de una
sociedad estancada, en descomposición. Más
aún cuando en Alemania todavía se recordaba
muy bien el simbolismo y el realismo mágico
que habían caracterizado a las generaciones
anteriores de realizadores argentinos, en las
décadas de 1980 y 1990.
Pero La ciénaga abrió otro camino, por el
que transita hoy un nuevo y joven cine argen-
Un cine tan crudo como real
Pág. anterior: la Berlinale,Festival de Cine de Berlín, leotorgó al cine argentino algunosde sus máximos galardones enlos últimos años.
Derecha: el director Fernando“Pino” Solanas, celebra el pre-mio que recibió por su extensatrayectoria. (Fotos: gentilezaBerlinale)
Los realizadores argentinos vuelvena deslumbrar en Berlín
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Aires. Describe como, poco a poco, estos van desapareciendo en el agujero negro de la crisis económi-
ca, mientras el protagonista se enfrasca en la odisea de encontrar a su padre y, con él, su lugar en el
mundo. La película sirve también como una hermosa prueba de cuán capaces son los nuevos cineastas
argentinos para encaminarse con un ojo tan etnológico como nostálgico en el descubrimiento de histo-
rias de su propio país, que muchas veces resulta todavía un país extraño.Tal camino los lleva – y, con
ellos, al espectador– a recorrer topologías sociales e identidades culturales en descomposición, pero
también crisis existenciales tan íntimas como dignas de ser compartidas.
Por esto, no debe sorprender que los ejemplos de este nuevo cine latinoamericano cautiven a los
alemanes. Son películas como Tan de repente, con su curiosa historia de un secuestro, o Familia
rodante, de Trapero (2004), con su descripción de un país encantado, lleno de raras criaturas, al que
se le pasa revista desde las ventanas de una casa rodante destartalada. Sin olvidar, claro está, las her-
mosísimas tomas de áridos y vacíos paisajes en las que Carlos Sorín ambienta sus Historias mínimas
(2003) y El perro (2004). Sorín, nacido en 1944, no es justamente lo que se llamaría un realizador
nuevo, pero es fiel reflejo de aquellos que se decidieron por la argumentación clara, sobria, de estética
tan intransigente como documental.
Los nuevos directores argentinos cuentan historias que se apoyan en argumentos pequeños, con diá-
logos lacónicos, que brillan por su falta de exageración y que se enmarcan con la ayuda de una cámara
que cumple únicamente con su papel de testigo. Son las reducciones de películas de Extraño (2003), de
Santiago Loza, de El custodio (2005), de Rodrigo Moreno –también ésta galardonada con el Premio
Alfred Bauer– y de El otro, de Ariel Rotter, que no sólo le significó el Oso de Plata a su protagonista,
Julio Chávez, en la Berlinale 2007, sino que se llevó también el Gran Premio del Jurado.Todas describen
sin compasión la situación de hombres sin cualidades (personificados por actores tan maravillosamente
sobrios como Chávez), a los que la vida los desconcierta casi tanto como la muerte.Tanto Rubén, el cus-
todio, como Juan, el abogado, de El otro, son como figurantes de una comparsa viviendo su propia vida.
Incluso viviendo al margen del resto, se ponen en movimiento, de repente, por un error, por una decisión.
El miedo que sienten estos héroes ante cambios demasiado grandes se grafica de forma magistral al ser
mostrado con tomas largas, estáticas, íntimas y contraídas.
En la pantalla joven argentina se desarrollan historias en las que lo banal no se deja separar de lo
importante, en las que el gran drama está muchas veces entrelazado con la conmoción. Es un cine
osado, que se consagra a sus personajes con simpático radicalismo, pero sin
ningún tipo de aspiraciones psicológicas. Es un cine curioso, pero investigador,
que hurga en la rutina cotidiana. Busca encontrar aquello que pueda prevalecer
por encima del torbellino de enredos diarios. Es un cine lleno de incógnitas, de
pensamientos descontrolados, de imágenes misteriosas. Un cine que, esperemos,
seguirá enriqueciéndose también en el futuro.
Birgit Glombitza
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Arriba: La Ciénaga inició el renaci-miento del cine argentino ante laaudiencia alemana actual.
Centro: el cartel de la película que aca-paró el interés de la crítica internacio-nal en la edición de la Berlinale 2005.
Abajo: el actor Daniel Hendler en un diá-logo particular en Berlín, tras lograr elOso de Plata como mejor actor por sulabor en El abrazo partido.
(Fotos: gentileza Berlinale)
tino que no quiere tener más nada que ver con los fantasmas del pasado o
con la magia surrealista de los viejos precursores cinematográficos. Es un
cine que se quiere liberar de todo lo superfluo, de “los sustantivos, de los
adjetivos, de overacting (interpretaciones sobreactuadas), de plots (argu-
mentos) sobrecargados y de falsedades, porque hemos llegado al punto
cero”, tal como escribió el crítico Diego Lerer. Desde La ciénaga –que, como
muchas películas argentinas posteriores, logró hacerse de un premio en
Berlín (el premio Alfred Bauer)–, los festivales internacionales tomaron nota
del fenómeno. Cada cinemateca de cierto nivel sintió que debía presentar
muestras de este cine latinoamericano. Mundo Grúa, de Pablo Trapero
(1999), El bonaerense, de Adrián Caetano (2002) y La libertad, de
Lisandro Alonso (2001) se transformaron en favoritas, tanto de los periodis-
tas especializados como de las pequeñas comunidades de cinéfilos.
El nuevo cine argentino, que presentó en las salas alemanas entre 2003 y
2004 alrededor de siete u ocho películas, ofrece una mirada de la Argentina
tan nueva como fresca. Se muestra como un ámbito de vibrantes perfiles y rea-
lidades, con historias que todavía esperan ser elaboradas, con una crisis econó-
mica que todavía marca el presente y que no por nada fue recibida por los
jóvenes realizadores como una oportunidad para liberarse del lastre del pasa-
do. En trabajos como: Tan de repente (2002), que significó el debut de Diego
Lerman, o Un día de suerte (2001), de Sandra Gugliotta, con sus mundos
paralelos, el espectador puede sentir casi en carne propia la liberación que
parece haber significado el estallido de una tensión social contenida por dema-
siado tiempo. En Un día de suerte, la protagonista, la apolítica Elsa, se
encuentra de pronto en el caos de una protesta callejera de una clase media
desencantada, enojada y sin rumbo. Refleja así a toda una generación que
todavía tiene que inventar su propio sueño. No por nada, al final Elsa termina
en Italia, el país de sus antepasados, dándole otra vuelta de tuerca a la saga
familiar, en dirección contraria a la emigración de los abuelos.
Sólo por hoy (2002), el primer film de Ariel Rotter, hace que sus héroes
–actores sin éxito, mensajeros motorizados y románticos insalvables– vivan el
día a día también sin ningún tipo de ambición política. Resalta, al contrario,
que estos buscan la maduración como personas y que tratan de acortar la
distancia, que con el tiempo va aumentando, entre su ideal y lo que les per-
mite hacer el mercado del trabajo.
Como una perla particular de la nueva producción argentina se desta-
ca El abrazo partido (2004). El film de Daniel Burman obtuvo el Oso de
Plata en la Berlinale 2005. Cuenta la historia de los propietarios de quios-
cos y pequeños negocios en un barrio judío de la gran ciudad de Buenos
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Lo mejor todavía está por llegar
Desde Nadja Tiller a Florian Henckel von Donnersmarck: el cine alemán siguecautivando a la imaginación argentina
Los registros dicen que el cine alemán nunca fue de alcance masivo en nuestro país. Pero también
es cierto que nunca estuvo del todo ausente, a pesar de sus éxitos esporádicos, sus eclipses y resurrec-
ciones. Por supuesto, los cinéfilos más fervorosos conocen bien la historia, saben de la trascendencia
del expresionismo y del aporte decisivo del movimiento que tuvo su origen en el Manifiesto de
Oberhausen y siguen atentos el proceso renovador que ha llevado a la producción alemana a destacar-
se en Europa como la de mayor vitalidad y dinamismo. En ese circuito más o menos limitado,
Friedrich Wilhelm Murnau, Fritz Lang, Emil Jannings o la película El Gabinete del Dr. Caligari, de
Robert Wiene, son nombres tan familiares como Wim Wenders o Hanna Schygulla y hasta empiezan a
hacerse conocidos los más recientes, como Fatih Akin y Daniel Brühl.
Pero hablamos de un auditorio más vasto, el que aprecia la diversidad y busca en el cine algo dis-
tinto de las fórmulas probadas y el puro impacto que conforman el régimen de entretenimiento diario
impuesto por el mercado. Ese público, el que aplaudió el ingenio sardónico y agridulce de Good Bye,
Lenin!, el que algún tiempo antes había celebrado la ironía de Doris Dörrie (Hombres, hombres), y el
que bastante más cerca en el tiempo se conmovió con la resistencia heroica de Sophie Scholl y se
estremeció con la crudeza de Contra la pared, empieza a descubrir ahora que algún fenómeno alenta-
dor está sucediendo en el cine germano.
Entre esos cineastas jóvenes y los consagrados que, como Volker Schlöndorff (El noveno día), con-
servan intacta su energía creativa, están haciendo un cine que apunta al drama humano por caminos
variados, que aprovecha la lección de Rainer Werner Fassbinder y sabe afrontar con valentía la revi-
sión del capítulo más negro de su historia, libre ya de los estereotipos en los que había quedado atra-
pado.Tan libre como para haberse atrevido a explorar el lado humano de Hitler en La caída, precisa-
mente uno de los films que confirmó el interés de nuestro público por este renovado cine alemán.
Tras la reunificación, cuya consecuencia fue una fértil y enriquecedora mixtura, y una vez superada
la larga interrupción durante la década del 90, cuando la ausencia fue casi total quizá por obra de
una influencia de Hollywood, que se percibió incluso en eficaces productos de exportación (Corre,
Lola, corre), el actual es un momento promisorio para el cine alemán en la Argentina. Lo sustentan
obras que buscan robustecer una cultura fílmica de rasgos nacionales, como corresponde a una tradi-
ción cinematográfica identificada con la obra de grandes artistas más que con los éxitos populares.
Aunque también los hubo, como lo sabrán quienes recuerden, por ejemplo, los llorosos melodramas
de Maria Schell (Mientras estés conmigo), el dulzón romanticismo de En una pequeña carpa, un gran
amor o el retrato crítico del “milagro” contenido en Rosemarie entre los hombres, el film que lanzó a
la fama a Nadja Tiller, la primera femme fatale alemana de posguerra.
Por cierto, hubo que esperar bastante para este renacimiento de hoy. La muerte de Fassbinder en
1982 coincidió con el comienzo de la declinación de los grandes autores que habían alcanzado su
cumbre artística en los setenta. Con Wim Wenders (París, Texas), Volker Schlöndorff (El tambor de
hojalata), Werner Herzog (El enigma de Kaspar Hauser) y el propio Fassbinder (Desesperación, Lili
Marleen), por sólo nombrar a los más acreditados, el cine germano había ganado un público extenso y
en buena medida juvenil, que reconocía voces personales, audacia creativa y, en el caso de Fassbinder,
la voluntad de formular una suerte de crónica integral de su país.
“El nazismo ha infectado nuestro pensamiento y contaminado el aire que respiramos, las palabras
que pronunciamos y escribimos”, había escrito Heinrich Böll; Fassbinder quiso reaccionar contra ese
maleficio y por eso intentó, como algunos de los colegas de su generación, trazar un mapa de la reali-
dad histórica, política, social y cultural del país e invitar a reflexionar sobre la identidad alemana.
Los cineastas responsables del florecimiento de hoy también lo hacen, aunque no haya un programa
común que los anime. En general, prefieren hacer films pequeños, de presupuestos no demasiado ele-
vados (La caída o En un lugar de África son excepciones) y llegar al público hablándole de su expe-
riencia y de su realidad en un lenguaje accesible y con la vista puesta, sobre todo, en lo humano.
Como lo hace La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck, la última joya de la colec-
ción, que también se ha convertido en éxito. Como para pensar que lo mejor todavía está por llegar.
Fernando López
Posters de las películas alemanasque ultimamente impactaron enla Argentina.
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¿Qué es Alemania y lo alemán para nosotros, los argenti-
nos que no tenemos ascendencia germánica? Distintas cosas, incluso contradictorias, pero en primer
lugar está la idea de que si es alemán no puede fallar.
Cantan los hinchas del fútbol argentino, en cada uno de los temibles clásicos entre los dos
seleccionados: “El que no salta es un alemán”. Lo dicen para darse ánimo, porque saben que cuan-
do la habilidad o el azar dejen a un delantero rival en posición de gol frente a nuestro arco, el gol
será marcado, sin dudarlo, debido al principio de infalibilidad que caracteriza, según la impresión
predominante en esta tierra de trigo y pampa, a los alemanes, a cada uno de ellos en particular y a
todos como nación en su conjunto.
Cantamos “El que no salta es un alemán” por no cantar lo que nos hace temer lo peor desde el
fondo del alma: “El que no falla es un alemán”, porque para la mayoría de nosotros en el fútbol, como
en la vida, la efectividad alemana es un principio demostrado, incluso si a veces juegan un partido opaco.
Hace poco recibí un mensaje del Correo Argentino: me adjuntaban, en un sobre sellado, una carta
dirigida a mí que había sido abierta por alguien. No era una carta importante: un colaborador ocasio-
nal me mandaba la fotocopia de un poema que otro diario, que no es el diario en el que yo trabajo,
probablemente por error, le había publicado. Me la mandaba como una forma sutil de presionarme,
como diciendo: “¿Qué espera usted para hacer otro tanto?”, pero una mano desconocida había rasga-
do el sobre en el camino y la empresa estatal Correo Argentino se había enterado. Me remitían una
nota de disculpas, inusualmente extensa y personalizada, en la que aseguraban que si bien se trataba
de un hecho infrecuente la compañía se comprometía a poner lo mejor de sí para evitar que volviera a
darse una situación semejante. Cuando les mostré la carta a mis amigos quedaron asombrados.
“Parece que estuviéramos en Alemania”, dijo uno. Y todos asentimos, sin pensarlo.
Pero eso es exactamente lo que pensamos: si es alemán, no falla. Si el servicio es prestado por
un alemán, los términos serán claros y explícitos, cumplirán lo que ofrecen, sin excederse pero sin
quedarse tampoco por debajo. Y si el servicio no es prestado por un alemán, pero resulta, a pesar
de todo, un servicio excelente, lo mejor que se nos ocurre decir es que fue como si un alemán nos lo
hubiese prestado.
Puede haber algo de mito en esa idea. No importa eso: no me interesa su rango de verdad, sino
determinar qué es lo alemán para nosotros, los argentinos medios. Por otra parte, está lejos de ser
una idea falsa. Enviado como corresponsal al mundial del 2006, fui un usuario intensivo de la
Deutsche Bahn (DB), la compañía alemana de trenes. Cuando por algún misterio, una mano negra del
diablo, el tren, que en lugar de arribar a la ciudad de Nuremberg, pongamos por caso, a las 12.37,
arribaba a las 12.38, surgía por los parlantes, en cada uno de los vagones, una voz consternada. Era
la voz de la DB deshaciéndose en excusas interminables, repudiando la demora involuntaria y ponien-
El que no falla es un alemán
La imagen de una relación que cumple150 años en los ojos de un niño delHogar de Niños María Luisa.
Sobre etiquetas e intuiciones
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do, desde ya, todo el arsenal de recursos de la empresa para auxiliar a los pasajeros que por una
razón u otra hubieran podido perjudicarse por causa de aquel minuto de retraso.
En los increíbles vagones de primera clase de los trenes alemanes hay folletos que anuncian mili-
métricamente la llegada a los destinos intermedios. Si dice “17.52, Fürth”, a las 17.52 estaremos en
Fürth. Por cierto, hay también baños limpios, butacas reclinables y enchufes para la computadora per-
sonal. Y hay también, por supuesto, inspectores corteses pero muy profesionales. La posibilidad de via-
jar colado es una en doscientos cincuenta millones, aproximadamente.
Otro tópico positivo en la visión, sobre todo, porteña de la patria de Goethe es que estamos segu-
ros de que los alemanes son frontales. Pensamos que no engañan, que por muy terrible que sea lo que
se disponen a decirnos o a hacernos lo harán de frente, sin disimulos o ambages, cosas que -siempre
según los lugares comunes imperantes- podríamos esperar de un francés, de un portugués, hasta de un
italiano que nos haya caído, en principio, simpático.
Viajando uno ve que también esta figura de la transparencia y la honestidad tiene sustancias rea-
les. En las granjas del sur alemán hay carteles que invitan a los interesados en comprar flores, frutas
y huevos a pasar y servirse cuantos quieran, dejando luego el importe correspondiente en unas alcan-
cías que se han colocado allí al efecto. Lo mismo pasa en muchas iglesias y museos con los catálogos,
postales, libros, discos y objetos a la venta. No hay vendedor, pero si el libro elegido cuesta diez euros
a nadie se le ocurre que el que lo elige deje en la alcancía un centavo menos que diez euros.
Eso sí: cuando dicen que no, es no. El grado de adaptación a las excepciones es parecido a cero.
Insistir para que el empleado, el funcionario, el portero o el acomodador del teatro hagan una excep-
ción en nuestro caso, aún detallándoles razones atendibles para que dejen de aferrarse por una vez a
la regla pelada, es la mejor manera de convertir la amabilidad con que hasta ese fatal momento
hemos sido tratados en sequedad un tanto áspera y cortante.
Esta característica, más que el fantasma de una guerra ya lejana, da pie para que se diga, para
que los argentinos digamos, como si fuera una verdad revelada, que los alemanes son nuestra contra-
cara, que es verdad que aquí no respetamos mucho las leyes y las normas, lo que puede ser condena-
ble, pero que a cambio de eso somos más elásticos y creativos, que sabemos improvisar y que contem-
plamos cada caso según sus condiciones particulares. Esta opinión puede ser justa... sólo de a ratos,
puesto que en contra de la supuesta falta de creatividad y de inventiva alemana hay demasiados ejem-
plos capaces de dejarnos mal parados.
De la rigidez que señalamos surge otra crítica, además de la asociación de lo alemán con la disci-
plina de los militares y con los nazis.Tiene que ver con la presunta carencia en materia de humor y de
ternura. Este tipo de percepciones generales se reflejaban a la perfección en la sátira contra los chis-
tes demasiado blancos de Fritz y Franz que hacían los actores Iván Grey y Atilio Pozzobón en
Telecómicos, clásico de la televisión argentina de los años 60. Para probar la dureza en el trato con
los niños, se mencionan los cuentos alemanes clásicos. Por ejemplo, los de Der Struwwelpeter, de
Heinrich Hoffmann, en los que una niñita queda reducida a cenizas por jugar con fósforos, un duende
le corta los dedos a un pequeñín por chuparse el dedo y otro chico adelgaza hasta morir como castigo
por no tomar la sopa.
En estas etiquetas argentinas sobre el carácter alemán, ¿no hay, sin embargo, algo contradicto-
rio? Por un lado, se insinúa que les hacen gracia chistes demasiado infantiles. Por el otro, que asustan
a los chicos con moralejas crueles para imponerles lecciones sobrehumanas. Estas pifias las comete-
mos por estar demasiado lejos de Alemania. Sabemos cómo se divierte la gente en París y en Nueva
York. De las romerías madrileñas, el Trastevere y las góndolas de los canales venecianos no ignoramos
nada. Pero ¿quién que no haya estado allí o no venga de una familia de inmigrantes alemanes puede
decir lo que es la fiesta de una mañana soleada de julio en el Viktualienmarkt de Munich? ¿Quién
nos habla de los bares de Leipzig? ¿Quién nos lleva por los senderos infinitos del berlinés Tiergarten?
Aunque estuvimos siempre cerca, de algún modo, hay todavía una gran distancia por acortar y se
abren tiempos propicios para hacerlo. Mientras tanto, nos seguimos manejando con intuiciones, a
veces ciertas, a veces erróneas, y muchas veces... exageradas.
Después de todo, nadie mejor que un alemán para aplicar el bisturí sobre la propia esencia, nadie
más riguroso, más lúcido y más fértil en opiniones originales e inesperadas. Escuchemos al gran histo-
riador judeo-alemán Erich von Kahler (1885-1970): “Los alemanes son uno de los pueblos más
importantes de la historia humana, un pueblo sin cuyas contribuciones sería inconcebible el desenvol-
vimiento del hombre occidental, y sus contribuciones son resultado directo de su tendencia a pasar por
encima de las limitaciones humanas. Los alemanes son dados a extremos, tanto para el bien como
para el mal. Son capaces de totales sacrificios por causas u objetos, porque no tienen un soporte en sí
mismos. Es el objetivo externo -ideal o material- el que los sostiene y les da seguridad. En su desdén
por la realidad han sido engañados una y otra vez, no por los hombres, sino por las circunstancias”.
En sus filósofos, en sus intelectuales y artistas, quienes no tenemos ascendencia alemana encon-
tramos otra razón, tal vez la principal, para seguir creyendo que jamás fallan.
Hugo Caligaris
175174
Agradecimientos
Si usted, querida lectora, querido lector, nos acompañó hasta aquí en nuestro recorrido a lo largo
de 150 años de relaciones germano-argentinas, entonces no dudará de que estas relaciones tanto en
Argentina como en Alemania contaron y cuentan con muchos patrocinadores, promotores y amigos, al
igual que la presente publicación, que sólo pudo materializarse gracias al apoyo, a la colaboración,
incluso sólo debido al entusiasmo de numerosos alemanes, numerosos argentinos y numerosas perso-
nas que viven en una transición continua entre ambas formas de existencia.
El presente libro, que en realidad sólo pretendía ser una instantánea de un momento determinado
de nuestras relaciones bilaterales, se convirtió en un testimonio de nuestras estrechas y amistosas
relaciones. Debo confesar que cuando surgió la idea a mediados del 2006 sólo pensé en el desafío que
representaría. Jamás me imaginé que este trabajo pudiera ser tan grato para todos los que han inter-
venido en este proyecto.
Quisiera agradecer cordialmente a todos los que colaboraron para llegar a este resultado. En pri-
mer lugar, agradezco a Flavio Cannilla, quien ha sido el responsable del desarrollo conceptual y de
contenido. A partir de los meros hechos de la Historia buscó y encontró las historias que, en mi
modesta opinión, hacen digno de lectura al presente libro.
La acertada línea de diseño estuvo a cargo del diseñador Fabio Massolo, quien contó con la cola-
boración del equipo del Estudio de Jasmine Rossi.
Un reconocimiento especial le corresponde a Natascha Senftleben, quien con su brío inagotable se
convirtió dentro de la Embajada en el alma de este libro. Su fervor y su talento organizador fueron el
constante motor impulsor para que el proyecto se perfeccionara de esta forma.
También deseo expresar mi gratitud a Thomas Leonhardt, quien con su disposición a un generoso
aporte financiero inicial me alentó a llevar adelante el proyecto de publicación de un libro. Asimismo,
manifiesto mi cálido agradecimiento a las empresas e instituciones que nos apoyaron tanto en
Alemania como en Argentina. (Algunas de las empresas se presentan al final del presente libro.)
No quisiera dejar de mencionar la bondadosa colaboración del Diario LA NACIÓN, que gracias a
la labor de Hugo Caligaris y Ana D'Onofrio en todo momento brindó su apoyo profesional a nuestro
equipo de redacción.
Agradezco a Liliana Löwenstein y a Laura Veleda por su contribución al acabado final del
presente libro.
También participaron con energía y entusiasmo en la Embajada:
Baerbel Andreae, Ina Bretz, Johannes Damian, Shiva Hamid, Mareike Hoffmann, Anette Koch,
Lena Lenz, Christopher Raabe, Johanna Rudbach y Alexander Schwarz
Dr. Rolf Schumacher
Buenos Aires, octubre de 2007
Dank
Wenn Sie, liebe Leserin, lieber Leser, uns auf unserem Gang durch 150 Jahre deutsch-argentini-
sche Beziehungen bis hierher begleitet haben, dann ist Ihnen klar, dass diese Beziehungen in
Argentinien und Deutschland viele Unterstützer, Förderer und Freunde hatten und haben, ebenso wie
diese Veröffentlichung nur dank der Unterstützung, der Mitarbeit, ja sogar nur aufgrund des
Enthusiasmus vieler Deutscher, vieler Argentinier und vieler, die in einem fließenden Übergang zwi-
schen beiden Daseinsformen leben, zustande kommen konnte.
Dieses Buch, das eigentlich nur eine Momentaufnahme zu einem bestimmten Zeitpunkt unserer
bilateralen Beziehungen sein sollte, ist somit selbst zu einem Zeugnis unserer engen und freundschaft-
lichen Beziehungen geworden. Als Mitte 2006 die Idee dazu entstand, habe ich offen gestanden nur
an die Herausforderung gedacht, die dies darstellen würde. Dass die Arbeit daran allen Beteiligten so
viel Spaß machen würde – auf diese Idee bin ich gar nicht gekommen.
Allen, die an dem Ergebnis beteiligt waren, möchte ich herzlich danken. In erster Linie Flavio
Cannilla, der als konzeptioneller und inhaltlicher Gestalter die Hauptlast getragen hat. Er hat hinter
den trockenen Fakten der Geschichte die Geschichten gesucht und gefunden, die dieses Buch – nach
meiner bescheidenen Auffassung - so lesenswert machen.
Für die richtige Linie im Design sorgte der Designer Fabio Massolo, dem das Team des Studios
von Jasmine Rossi zur Seite stand.
Ein besonderes Dankeschön gebührt Natascha Senftleben, die sich innerhalb der Botschaft mit
ihrem unermüdlichen Schub zur Seele dieses Buches entwickelt hat. Ihre Begeisterung und ihr
Organisationstalent wirkten immer wieder als treibender Motor, um das Projekt in dieser Form zur
Vollendung zu bringen.
Ich möchte Thomas Leonhardt danken, der mir durch seine Bereitschaft zu einer großzügigen
Anschubfinanzierung Mut gemacht hat, das Projekt ‚Buchveröffentlichung’ anzugehen. Allen Firmen
und Institutionen in Deutschland und Argentinien, die uns unterstützt haben, meinen herzlichen Dank.
(Einige der Unternehmen stellen sich am Schluß des Buches vor.)
Nicht unerwähnt lassen möchte ich die großzügige Unterstützung der Zeitung LA NACION, die
unserem Redaktionsteam dank der Arbeit von Hugo Caligaris und Ana D´Onofrio jederzeit professio-
nell zur Seite gestanden hat.
Ich danke Liliana Löwenstein und Laura Veleda, die geholfen haben, dem Buch den letzten
Feinschliff zu geben. Außerdem waren in der Botschaft mit Schwung und Begeisterung beteiligt:
Baerbel Andreae, Ina Bretz, Johannes Damian, Shiva Hamid, Mareike Hoffmann, Anette Koch,
Lena Lenz, Christopher Raabe, Johanna Rudbach und Alexander Schwarz.
Dr. Rolf Schumacher
Buenos Aires, im Oktober 2007
176
AnexoCronología
Lista de asociaciones
Registro de nombres
Sponsors
Bibliografía
Créditos / Impressum
178
1810 Revolución de Mayo1816 Declaración de la Independencia.
1852 Batalla de Caseros. Buenos Aires mantiene su separación de la Confederación Argentina.1853 Sanción de la Constitución Nacional de la Confederación Argentina. Buenos Aires no adhiere.
1857 Se firma el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación.Inauguración de la primera línea de ferrocarril.
1860 Auge de la inmigración alemana a la Argentina.1861 Carl Hermann Burmeister llega a la Argentina.1862 Bartolomé Mitre asume la presidencia argentina. Final del conflicto entre Buenos Aires y las provincias.
1867 Se funda el Hospital Alemán1868 Domingo F. Sarmiento asume la presidencia argentina.
1871 Se conforma el Imperio alemán.1872 La naviera Hamburg Süd inaugura su primer servicio Hamburgo-Buenos Aires.
1878 Tras la Campaña del Desierto, el gobierno argentino asume el dominio territorial de la Pampa y la Patagonia.1880 Julio A. Roca asume la presidencia argentina. Desarrollo de la “Generación del 80”, representantes del
liberalismo, nucleados en el Partido Autonomista Nacional (PAN).1881 La Asociación Socialista Vorwärts inicia sus actividades.
1886 Finaliza la primera presidencia de Julio A. Roca.
1898 Julio A. Roca asume su segundo mandato.1900 El bandoneón llega a la Argentina de la mano de marineros alemanes.
1904 Manuel Quintana asume la presidencia argentina.
1901 Decreto para la fundación de Comodoro Rivadavia por iniciativa de Juan Plate.
1910 Roque Sáenz Peña asume la presidencia argentina.1912 La Ley Sáenz Peña establece el sufragio universal, secreto y obligatorio.1913 El subterráneo de Buenos Aires se convierte en el primero de América Latina.
1914 Se inicia la Primera Guerra Mundial: la Argentina se mantiene neutral.
1916 Hipólito Yrigoyen asume la presidencia después de las primeras elecciones bajo la Ley Sáenz Peña.1916 La Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana inicia sus actividades.1917 El incidente Luxburg empeora las relaciones bilaterales.1918 Fin de la Primera Guerra Mundial1919 República de Weimar, Friedrich Ebert asume como primer presidente alemán.1920 Las escuelas alemanas se establecen como centros de formación germanos-argentinos.1922 El intelectual argentino-germano Félix Weil impulsa la fundación de la Escuela de Frankfurt
1929 Crisis económica mundial a raíz del desplome de la bolsa de Nueva YorkCarlos Gardel actúa en el Teatro Ópera de París.
1930 El Instituto Ibero-Americano se crea en Berlín.Golpe de Estado contra el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen. El General José E. Uriburu asume al frentedel gobierno de facto.Comienza la “Década Infame” y se extiende hasta 1943, caracterizada por el fraude electoral.
1933 Adolf Hitler asume como Canciller alemán.La lucha entre los diarios Argentinisches Tageblatt y Deutsche La Plata Zeitung refleja la división en la comunidad alemana al subir al poder los nacionalsocialistas.
1934 El dirigible Graf Zeppelin llega a Buenos Aires.
1936 Siemens construye el Obelisco.1938 La Noche de los Cristales: los nacionalsocialistas atacan a sinagogas e instituciones judías en toda Alemania.
1850
CronologíaLa tabla cronológica debe entenderse sólo como un instrumento orientativo. No pretende ser una lista de hechos históricos completa.
179
1939 Se inicia la Segunda Guerra Mundial: bajo el Gobierno de Roberto M. Ortiz, la Argentina se mantiene neutral.
1939 El acorazado Graf Spee se hunde en el Río de la Plata.
1943 Golpe de Estado contra el Presidente Ramón S. Castillo. El General Arturo Rawson asume el poder al frente del gobierno de facto.
1944 Pedro P. Ramírez sucede a Rawson al frente del gobierno de facto.La Argentina rompe relaciones con Alemania y Japón en respuesta a presiones internacionales.
La Argentina le declara la guerra a Alemania y a Japón.Fin de la Segunda Guerra MundialAlemania queda dividida tras la Conferencia de Potsdam.
1946 Juan D. Perón asume la presidencia argentina.
1952 Alemania y Argentina reinician las relaciones diplomáticas.1954 El diseñador y artista Tomás Maldonado se incorpora como docente a la Hochschule für
Gestaltung de Ulm, en Alemania.Golpe de Estado contra Juan D. Perón. Eduardo Lonardi asume la presidencia argentina.
1957 El músico y compositor Mauricio Kagel se radica en Alemania.1958 Arturo Frondizi asume la presidencia argentina.
1960 El Presidente Arturo Frondizi visita Alemania como primer mandatario argentino1961 Se construye el Muro de Berlín.
Adolf Eichmann es capturado en la Argentina.1962 Golpe de Estado: José María Guido asume al frente del gobierno de facto.
1967 Fundación del Goethe-Institut Buenos AiresFleckvieh, la raza vacuna alemana, llega a la Argentina.
1973 Héctor J. Cámpora gana las elecciones en nombre del Justicialismo: Juan D. Perón asume la presidencia argentina.
1974 María Estela Martínez de Perón asume la presidencia argentina tras la muerte de Juan D. Perón.1976 Golpe de Estado: el General Jorge R. Videla asume al frente del gobierno de facto.
1978 Campeonato Mundial de Fútbol, Argentina se consagra campeón.
1982 Guerra por las Islas Malvinas1983 Retorno a la democracia. Raúl Alfonsín asume la presidencia argentina.1984 La nueva Embajada Alemana abre sus puertas.
El Secretario General del Partido Comunista de la U.R.S.S., Mikhail Gorbachov, inicia la Glasnost (Política de Apertura)
1989 Cae el Muro de Berlín1989 Carlos Menem asume la presidencia argentina.1990 Reunificación de Alemania
1999 Fernando De la Rúa asume la presidencia argentina.
2001 Crisis económica y política. Fernando De la Rúa renuncia en diciembre.
2002 Eduardo Duhalde asume la presidencia argentina tras la sucesión de varios presidentes temporarios.El jefe de gobierno alemán Gerhard Schröder visita la Argentina.
2003 Néstor Kirchner asume la presidencia argentina.Los Toten Hosen llenan el Luna Park
2005 El presidente Néstor Kirchner visita Alemania.La película El abrazo partido del director Daniel Burman gana el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlin.
2007 150 años de relaciones bilaterales entre Alemania y Argentina.
1860
1870
1880
1890
1900
1910
1920
1930
1940
1950
1960
1970
1980
1990
2000
180
Lista de Asociaciones Argentino-AlemanasSelección de instituciones y organismos de acción comunitaria, social y empresarial germano-argentinas elaborada en coordinación con la FAAG.
Tema
Escuelas
Deportes
Iglesias
Colectividades
Vida Social
Costumbres
Beneficencia
Economía
Nombre
Comunidad de Trabajo de Asociaciones Escolares Argentino-
Alemanas/Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schulen in Argentinien (AGDS)
Agrupación Deportiva Argentino-Germana / Deutsch-Argentinischer
Turn- und Sportverband
Comunidad Católicos de Habla Alemana St. Bonifatius / Gemeinschaft
Deutsch Sprechender Katholiken St. Bonifatius (DT.-Spr. Kath.)
Iglesia Evangélica del Río de La Plata / Evangelische Kirchen am La
Plata (E.K.L.P)
Asociación Argentina de
Descendientes de Alemanes del Volga /
Kulturverband der Wolgadeutschen Buenos Aires
Asociación Suabos del Danubio / Donauschwaben-Verein
Asociación de Sudete-Alemanes en la Argentina /
Sudetendeutsche Landsmannschaft in Argentinien
Club Alemán en Buenos Aires / Deutscher Klub in Buenos Aires
Sociedad de Bávaros / Bayern-Verein
Fundación y Hogar Rodolfo Funke / Stiftung Funke-Heim
Sociedad Alemana de Beneficencia /
Deutsche Wohltätigkeitsgesellschaft (DWG)
Asociación Filantrópica Israelita
Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana /
Deutsch-Argentinische Industrie- und Handelskammer
Centro de Ingenieros Alemanes en Argentina / Verein Deutscher
Ingenieure in Argentinien (VDI-A)
Calle
Reclus 2250
Calle 9 de julio 6200
Cuba 2981
Sucre 2855, piso 3
Pujol 662, dpto. 2
La Paz 650
Warnes 95
Av. Corrientes 327, piso 21
Entre Rios 2294
Maipu 671, of. 42
Colombia 1340
Vidal 2957
Av. Corrientes 327, piso 23
Balcarce 226, piso 3
181
Código postal
B7500XAF
B1653IHD
C1429AXC
C1428DY
C1405ALD
1653
B1602CBA
C1043AAD
B1636GBX
C1006ACG
B1618EMJ
C1429AHA
C1043AAD
C1064AAF
Lugar
Boulogne / Prov. de Buenos Aires
Va. Ballester / Prov. de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Va. Ballester / Prov. de Buenos Aires
Florida / Prov. de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Olivos / Prov. de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
El Talar / Prov. de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
Teléfono
011 4513 7131
011 4764 4830
011 4703 3021
011 4787 0436
011 4431 9715
011 4760 9900
011 4797 9484
011 4311 0716
011 4797 9043
011 4322 8613
011 4736 1876
011 4545 1955
011 5219-4000
011 4343 8234
isakessler@ yahoo.com.ar
182
Cultura
Hogares
Misiones
Córdoba
Entre Rios
San Juan
Chaco
Santa Fé
Mendoza
Federación de Asociaciones Corales Alemanas del Río de la Plata /
Deutscher Sängerbund am La Plata (DSB)
Institución Cultural Argentino-Germana
Hogar Los Pinos,Talar de Pacheco
Hogar Hirsch
Fundación Villa Champaquí
Hogar Alberto Magnus
Obra Social Argentino-Germana en Misiones - OSAGEM /
Argentinisches-Germanisches Sozialwerk in Misiones
Sociedad Cultural Alemana
Centro Cultural Germano-Argentino - Leandro N. Alem
Colectividad Alemana Puerto Rico
Círculo Alemán de Córdoba
Fundación ICALA / Intercambio Cultural Alemán - Latinoamericano
Alemanes del Volga - Filial Gualeguaychú
Asociación Sanjuanina de Intercambio Cultural Argentino-Alemana
Asociación Germano-Argentina
Asociación Alemanes del Volga de Castelli
Instituto Cultural Argentino-Germano - Santa Fe /
Deutsch-Argentinisches Kulturelles Institut (DAKI)
Asociación Alemana – Esperanza / Deutscher Verein – Esperanza
Club Alemán de Mendoza /
Deutscher Verein Mendoza
Ituzaingó 2055
M.T. de Alvear 2051
Colombia 1340
Gaspar Campos 2975
Jorge Newbery 311
Ruta 5/ Manuel Baguaga 202
Av. Libertad 155
Corrientes 2540
H.M. de Grubert 277
Av. 9 de Julio 2946
Av.Recta Martinolli esq.Juan Nepper 6150
Fatheringham 463
Ituzaingó 1259
Santa Fe 136 Este
25 de Mayo 1134
Av. Perón 865
Juan de Garay 2957
Güemes 1466
Gutiérrez 2588
183
B1653CTC
C1122AAE
B1618EMJ
B1663FDC
5194
5194
3360
N3300NLN
3315
N3334AQU
5147
X5800DGI
E2820AWM
S5402AAD
H3724ABD
H3705XBG
S3000CRK
S3080FGX
5519
Va. Ballester / Prov. de Buenos Aires
Ciudad de Buenos Aires
El Talar / Prov. de Buenos Aires
San Miguel / Prov. de Buenos Aires
Va. Gral. Belgrano / Prov. de Córdoba
Va. Gral. Belgrano / Prov. de Córdoba
Oberá / Prov. de Misiones
Posadas / Prov. de Misiones
L. N. Alem / Prov. de Misiones
Puerto Rico / Prov. de Misiones
Argüello / Prov. de Córdoba
Río Cuarto / Prov. de Córdoba
Gualeguaychú / Prov. de Entre Ríos
San Juan / Prov. de San Juan
La Breñas / Prov. de Chaco
Colonia J. J. Castelli / Prov. de Chaco
Santa Fe / Prov. de Santa Fe
Esperanza / Prov. de Santa Fe
Dorrego / Prov. de Mendoza
011 4767 1791
011 4824 4038
011 4740 5131
011 4664 0204
03546 461433
03546 461362
03755 421173
03752 423482
03754 423133
03754 421419
03543 424527
0358 4645174
03446 428290
0264 4213409
03731 15433628
03732 471201
0342 4592248
03496 422065
0261 4314585
--
--
185184
González, Joaquín V.
Gorbachov, Mikhail
Grass, Günter
Grey, Iván
Grimm, Hermanos
Gronau, Wolfgang von
Gropius, Walter
Guevara, Ernesto ("Che")
Gugelot, Hans
Gugliotta, Sandra
Guillermo I
Guillermo II
Gülich, Friedrich von
Gutjahr, Klaus
Habermas, Jürgen
Halbach, Franz
Hauman- Merck, Lucien
Hauthal, Rudolf
Heine, Heinrich
Heintze, Paul Friedrich
Heisenberg, Werner
Henckel von Donnersmarck,
Florian
Hepe, Rodolfo
Hermann, Lothar
Hermann, Sylvia
Herzog, Werner
Heuss,Theodor
Hicken, Christóbal M.
Hindemith, Paul
Hirsch, Alfredo
Hirsch, Narcisa
Hitler, Adolf
Hoffmann, Heinrich
Holst, Andreas von ("Kuddel")
Hölters, Hermann
Horkheimer, Max
Hoyer, Dore
Huergo, Delfín B.
Humboldt, Alexander von
Illia, Arturo
Itelman, Ana
Jacob, Paul Walter
Jannings, Emil
Jelenic, Nilda Esther
Jens, Walter
Jones, Lewis
Jörgensen, Juan
Juárez Celman, Miguel
Justo, Agustín P.
Kagel, Mauricio
Kahler, Erich von
Karajan, Herbert von
Kehlmann, Daniel
Keiper, Wilhelm
Keppel, Katharina
Keymer, Karl Wolfgang
Klement, Riccardo
Kölliker, Alfred
Korsch, Karl
Koutzi Saudemberg, Flavio
Kroyer, Silvia
Kühn, Franz
Laborde Calvo, Adriana
Lallemant, Germán Avé
Lang, Fritz
Langsdorff, Hans
Eckener, Hugo
Egger,Toni
Eichmann, Adolf
Epstein, Ernesto
Erhard, Ludwig
Espindola, Norma
Farell, Edelmiro J.
Farocki, Harun
Fassbinder, Rainer Werner
Faupel, Wilhelm
Federico Guillermo IV
Fernández de Lavigne, Beatriz
Fernández, Julio
Figueroa Alcorta, José
Flaskamp, Carlos
Francavilla, Mónica
Fregel, Andreas ("Campino")
Freude, Ludwig
Freude, Rodolfo
Frisch, Max
Fromm, Erich
Frondizi, Arturo
Frühwald, Wolfgang
Fuldner, Carlos
Furtwängler, Wilhelm
Gandini, Gerardo
García Moreno, Martín
García Wehbi, Emilio
Gelman, Juan
Goebbels, Joseph
Goethe, Johann Wolfgang von
Goldfarb Lucero, Dora
Goltz, Colmar Freiherr von der
Goñi, Uki
Abasolo, Máximo
Abdo, William
Adenauer, Konrad
Adorno,Theodor W.
Aicher-Scholl, Inge
Aicher, Otto ("Otl")
Akin, Fatih
Alem, Leandro N.
Alemann, Ernesto
Alemann, Johann
Alemann, Katja
Alemann, Marie-Louise
Alemann, Máximo J.
Alfonsín, Raúl
Alonso, Lisandro
Álvarez Carrera, Edgardo
Ameghino, Florentino
Amsinck, Heinrich
Antonio, Jorge
Aramburu, Pedro Eugenio
Arens, Gottfried
Arlt, Roberto
Band, Heinrich
Barbie, Klaus
Barbirolli, John
Bauer, Alfredo
Bauer, Fritz
Bausch, Pina
Bayer, Osvaldo
Bayer, Rodolfo Alejandro
Beethoven, Ludwig van
Bemberg, Otto
Benjamin, Walter
Berutti, Arturo
Berutti, Pablo
Bieckert, Emilio
Bill, Max
Bismarck, Otto von
Blaquier, familia
Blasco, Claudio Gustavo
Boelitz, Otto
Bolívar, Simón
Böll, Heinrich
Bolten, August
Borchers, Augusto
Borges, Jorge Luis
Bormann, Martin
Bouilloux-Lafont, Marcel
Boulez, Pierre
Brandt, Willy
Bravard, Auguste
Brecht, Bertholt
Bredow, Gustav Adolf
Breitkopf, Michael ("Breiti")
Brücklmaier, Roberto
Brückner, Jutta
Brühl, Daniel
Buechele,Tobías
Bunke, Erich
Bunke,Tania
Burman, Daniel
Burmeister, Carl Hermann Conrad
Busch, Hans
Busche-Haddenhausen,
Hilmar Freiherr von dem
Busnelli, Mirta
Caetano, Adrián
Cage, John
Caldini, Claudio
Candioti, Enrique
Cano, Luis
Castillo, Ramón S.
Castorf, Frank
Chávez, Julio
Conti, Haroldo
Cordón, Adela
Cortázar, Julio
Costa, Eduardo
Darwin, Charles
Dauert, Erich
David, Catherine
Debussy, Claude
Delfino, Antonio
Deray, Jacques
Die Toten Hosen
Diener, Adán
Dietrich, Marlene
Dörrie, Doris
Dreier, Stella Maris
Dressel, Heinz Friedrich
Dreyfus, Louis
Dung, Fritz
Dürnhöfer, Eduardo
Registro de nombres 79
39
113ss
105
100s.
131
76
121
168s.
69
12
131
40
162
131
131
157
116
116
137
67
101,111
148s.
116
105,107
121
40
121
136
75,116
57,157,172
131
162
115
58
154
137
172
88
79
109
33,158
103
166
12s.
53,63,67,73
11ss.,20
35
120
11
42
42
88
96
148
168s.
101
113ss.
113
121,169
146
42
105
62,67
120
47,75s.,80,87ss,
93,99,114,168
172
157
61
67
120
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84s.
105ss.
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113s.,116
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67
131
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33
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95s.
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99,111,145,147s.
67
103
103
168
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73,77
120
120
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105
28
103
12s.,31,73
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69
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132,153s.
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157s.
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28s.
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157
42
139
168
131
131
67
99
100
187186
Sullivan, Louis
Syberberg, Hans-Jürgen
Szuchmacher, Rubén
Tank, Kurt Waldemar
Tannert, Augusto
Tantanián, Alejandro
Tellas, Vivi
Tepp, Max
Terdenge, Hermann
Thalberg, Sigismund
Thermann, Edmund Freiherr von
Thunn, August von
Tietjen, Woltje
Tiller, Nadja
Tomé, Luis Héctor
Tomsen, Adolf
Tornquist, familia
Toto, Carlos María
Trapero, Pablo
Urondo, Paco
Urquiza, Justo José de
Vage, Hans
Valdés, Eduardo
Valéry, Paul
Vedia y Mitre, Mariano de
Velaz, Angel
Veronese, Daniel
Videla, Jorge Rafael
Viñas, David
Vogler, August
Walsh, Rodolfo
Waltz, Sasha
Weber, Adolph
Weil, Félix José
Weil, Hermann
Weizmann, Jaim
Wenders, Wim
Weyenbergh, Hendrik
Witte, Lutz
Wittfogel, Karl August
Wölfer, Joachim
Wuttke, Martin
Yrigoyen, Hipólito
Zeischegg, Walter
Zielke, Walter
Zieschank, Annemarie
Zieschank, Klaus
Zimmermann, Arthur
Zimmermann, Carl Friedrich
Zimmermann, Johann C.
Zkorenblut, Manuel Ricardo
Zorzoli, Ciro
Rudel, Hans-Ulrich
Saint-Exupéry, Antoine de
San Martín, José de
Santuccione, Brigadier
Sargent, Malcolm
Sarlo, Beatriz
Sarmiento, Domingo Faustino
Sassen van Elsloo, Wilhelm
Schaccheri, Iris
Schanton, Pablo
Scharf, Obispo
Schell, Maria
Schiller, Friedrich
Schlöndorff, Volker
Schlüter, Ferdinand D.
Schmidl, Ulrich
Scholl, Hans
Scholl, Sophie
Schopflocher, Roberto
Schröter, Werner
Schultz-Sellack, Carl
Schwabe, Auguste
Schwammberger, Josef
Schygulla, Hanna
Segovia, Claudio
Shakespeare, William
Siemens, Werner von
Sievert, Max
Silbermann, Pablo
Soerensen, María Mercedes
Sorín, Carlos
Spiecker, Carl
Stelzner, Alfred
Suardi, Luciano
Mengele, Josef
Mermoz, Jean
Meurer, Andreas ("Andi")
Minujín, Marta
Mitre, Bartolomé
Mohr, Franz
Morelli, Lidia Teresa
Moreno, Francisco Pascasio
Moreno, Rodrigo
Mosalini, Juan José
Müller, Heiner
Murnau, Friedrich Wilhelm
Musters, George Chaworth
Nau, Nicole
Naumann, Friedrich
Newbery, Jorge
Noel, Carlos M.
Nordenholz, Guillermo
Núñez, José Enrique
Ocampo, Pedro María de
Ocampo, Victoria
Ochoa de Eguileor, Jorge
Oesterlen, Dieter
Oetker, Rudolf August
Orezzoli, Héctor
Ortiz, Roberto M.
Otten, Fred
Paganini, Nicolás
Paucke, Florian
Pauls, Alan
Pazo, Esteban Enrique
Pellegrini, Carlos
Pereyra, Luís
Perón, Isabel Martínez de
Perón, Juan Domingo
Petrobelli, Franciso
Petroni, Doris
Pigna, Felipe
Plate, Alfredo ("Vito")
Plate, Juan
Plüschow, Günther
Pollock, Friedrich
Pozzobón, Atilio
Prebisch, Alberto
Prebisch, Raúl
Prelorán, Jorge
Priebke, Erich
Pueyrredón, Honorio
Pyenson, Lewis
Quesada, Ernesto
Quevedo, Francisco de
Quintana, Manuel
Quirno Costa, Norberto
Ramos Marrau, Francisco
Rawson, Arturo
Reger, Max
Reichert, Fritz
Renzis, Alfredo de
Richter, Ronald
Ritchie, Stephen George ("Vom")
Rivadavia, Juan Martín de
Roca, Julio A.
Rojas, Celia Marta
Roosevelt, Franklin Delano (FDR)
Roosevelt,Theodore
Rosales de Piévani, Susana
Rosas, Juan Manuel de
Rotter, Ariel
Latécoère, Pierre-Georges
Lehmann- Nitsche, Robert
Lengert, Alfredo Alberto
Lerer, Diego
Lermann, Diego
Liebknecht, Karl
Liebknecht, Wilhelm
Lilienthal, Matthias
Lindbergh, Charles
Linke, Susanne
Llamas Massini, Cosme
López, Bernabé
López, Hugo Julio
Lorentz, Paul G.
Löwenthal, Leo
Loza, Santiago
Lübke, Heinrich
Lukács, Georg
Lutero, Martín
Luxburg, Karl von
Madsen, Andreas
Malaccorto, Ernesto
Maldonado,Tomás
Mann,Thomas
Marcuse, Herbert
Marx, Ellen Pincus de
Marx, Leonor Gertrudis
Masur, Kurt
Meerapfel, Jeanine
Meier, Rosa
Melero, Daniel
Mendoza, Pedro de
Menem, Carlos
Menem, Eduardo
79
70
131
166
166
32
31s.
121
79
120
40
12
131
20
67
167
25,111
67
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53s.
39
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157
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127,129
127,129
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121
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83
161
161
114s.
79
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20,41
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123s.
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35s.
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99ss.
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19ss.,57s.
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116
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120
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100
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74s.
39
16
168
131
42
141
161
166s.
133,136s.
11s.
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83s.
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133,136s.
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67
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168s.
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67
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103
136
130
136
53
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11
131
121
189188
BASF – La empresa química líder a nivel mundial, pre-sente en Argentina desde hace más de 50 años.
BASF en Argentina forma parte del Centro de Negocios
Sudamérica - Sur, también integrado por Bolivia, Paraguay y
Uruguay. BASF comercializa sus productos a más de 2.000
clientes, los cuales se clasifican en cinco segmentos: Productos
para la Agricultura y Nutrición; Productos de Performance y
Pinturas; Químicos; Plásticos; Petróleo y Gas.
A través del contacto constante con la casa matriz en
Alemania y con las demás empresas del grupo a nivel mun-
dial, BASF aprovecha la experiencia y el conocimiento de
más de 95.000 colaboradores en todo el mundo y se garanti-
za la transferencia de know-how, de los desarrollos y avances
tecnológicos y de investigación, ajustándose a las normas de
calidad y protección del medio ambiente.
En Argentina trabaja actualmente un equipo de casi 800
colaboradores, distribuidos en cuatro plantas de producción
ubicadas en las localidades de Burzaco, Escobar, Gral Lagos
y Tortuguitas y en las oficinas centrales de Capital Federal.
En 1950 BASF se estableció en la Argentina comercia-
lizando diversos productos a través de la empresa Unión
Química SRL. En esa época, el sector industrial crecía en
forma acelerada y gozaba de un momento de gran auge
económico.
En 1963, BASF comenzó a fabricar pigmentos y for-
mulaciones de colorantes para la industria textil, en
Florida, Buenos Aires.
En 1969 empezó a utilizar su nombre actual: BASFArgentina SA y en 1972 se construyó la Planta de Gral.
Lagos, en la provincia de Santa Fe y se establecieron las ofi-
cinas en el edificio de la Av. Corrientes.
En los ‘80, BASF ingresa al mercado de coatings, adqui-
riendo las empresas Lusol y Crisa, produciendo pinturas en
su Planta de Tortuguitas, abasteciendo a la industria auto-
motriz.También se incorpora el mercado de Nutrición
Animal, adquiriendo la empresa Farmad en 1989.
En 1995 se inauguraron la Planta de Premezclas Lutavit
de Tortuguitas y el Centro de Desarrollo Profesional
Glasurit. Este último fue ideado para capacitar a talleristas
en el uso de tecnologías de repinturas automotrices. En
1997 se produjo la apertura del Centro de Distribución tam-
bién en la Planta de Tortuguitas.
En 1998, BASF adquirió la marca Casablanca de pin-
turas arquitectónicas. En ese mismo año también se creó
BASF Poliuretanos SA, empresa que comercializa siste-
mas poliuretánicos.
En el año 2000, BASF anunció la compra de Cyanamid
ocupando de esta forma un lugar de liderazgo en el mercado
de fitosanitarios.
En el 2002, BASF inauguró una nueva planta de premez-
clas para el mercado de nutrición animal que permitió dupli-
car la capacidad de producción, ofreciendo las mejores ven-
tajas de logística para sus clientes.
Entre los acontecimientos principales del 2004, BASF
cambia su imagen en todo el mundo anunciando su nueva
identidad corporativa: BASF, The Chemical Company apor-
tando innovación, dinamismo y color a la cultura de la
empresa.
El 2006 fue un año de adquisiciones, en primer lugar se
llevó a cabo la adquisición del negocio de químicos para la
construcción de Degussa, ampliando la oferta de productos y
el potencial de las sinergias internas. En segundo lugar,
BASF anunció la adquisición a nivel mundial de Engelhard
Corporation (NYSE: EC), una empresa líder en el mercado
de catalizadores con aplicación en diversas industrias, como
la automotriz.
A través de las constantes inversiones en el país, BASF
apuesta al fortalecimiento de las relaciones Argentino –
Alemanas, que al día de hoy llevan 150 años.
Allianz fue fundada en 1890 en Berlín con el nombre de
ALLIANZ Versicherung por Carl Thieme, empresario con 30
años de experiencia en seguros, y el banquero Wilhelm Fink.
Desde la ciudad de München,Thieme y Fink comenzaron la
gran expansión de la compañía por el mundo y en pocos
años Allianz continuaría su crecimiento fusionándose con la
exitosa Munich Re, orientada a los reaseguros, comenzando
así con la venta de seguros directos. En la misma época, la
empresa da muestras de su fortaleza afrontando, como rea-
segurador, acontecimientos de gran repercusión, como por
ejemplo el hundimiento del Titanic.
Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, Allianzya se había expandido por toda Europa.
La catástrofe de la Segunda Guerra Mundial dejó sus
rastros también en la empresa. Gracias a la fuerte posición y
a sus empleados, que transmitieron el espíritu de pertenencia
a Allianz, se comenzó a reconstruir desde las ruinas de la
oficina central, toda la empresa nuevamente.
Desde 1970 la expansión del Grupo se hace cada vez más
acelerada. Se suceden las compras y fusiones en Europa,
Asia y América comenzándose con la creación y desarrollo
de nuevos seguros: Automotores, Aeronavegación,
Transportes (aéreo, terrestre y marítimo), Explotación petro-
lífera, Minería, Industrias básicas y manufactureras.
A comienzos de los 90, Allianz alcanza el primer lugar
entre las aseguradoras de Europa, convirtiéndose en 1998
con la compra de AGF de Francia, en uno de los mayores
grupos aseguradores del mundo.
En el año 2000, Allianz AG es la primera compañía ale-mana en cotizar en la Bolsa de Nueva York.
Su crecimiento continúa con la adquisición de otras com-
pañías, como el Dresdner Bank en el 2001 y Pimco de
EEUU, posicionándose hoy entre los grupos de servicios
financieros más grandes del mundo, gestionando activos por
más de un trillón de dólares en más de 70 países.
La historia de Allianz en nuestro país comienza en 1988.
La compañía empieza a operar luego de la adquisición e
integración de tres empresas de prolongada actuación en la
plaza aseguradora local: Plus Ultra Compañía Argentina de
Seguros S.A. (1956), Colón Compañía de Seguros Generales
S.A (1962) y Compañía Aseguradora Argentina S.A. de
Seguros Generales (1919).
En 1995 al finalizar la fusión, comienza a trabajar bajo
la denominación Allianz RAS Argentina S.A. de Seguros
Generales.
En 1999 luego de la fusión por absorción de AGF
Argentina Compañía de Seguros SA. por parte de Allianz
RAS Argentina S.A., surge AGF Allianz Argentina, hasta
que en septiembre de 2007 producto de la adquisición del
100% de AGF, comienza a operar en nuestro país como
Allianz Argentina Compañía de Seguros S.A.
El Grupo también está presente a través de EulerHermes Argentina S.A. comercializando seguros de Crédito.
Euler Hermes, es a nivel internacional líder de mercado enseguros de crédito.
En la actualidad, Allianz Argentina orienta sus esfuerzos
hacia el desarrollo de soluciones de seguros para grandes ries-
gos industriales, comerciales y particulares, ofreciendo cober-
turas integrales adaptadas a las necesidades de sus clientes.
En nuestro país la empresa tiene un fuerte enfoque hacia
los standards de calidad, eficiencia y eficacia que caracteri-
zan a la cultura alemana, por lo que desde la selección de
riesgos, hasta la entrega final de una póliza, el valor de
Allianz puede sintetizarse en: “Entregar confianza en los
momentos de la verdad de sus clientes”.
191190
El viaje de Robert Bosch a Sudamérica, en el año 1921,
lo lleva a tomar la decisión de abrir un negocio de ventas en
Buenos Aires.
Esto hizo que, en junio de 1924, se fundara Robert Bosch
S.A. en la calle Rivadavia al 1800. En sus comienzos, la
firma se dedicó a la comercialización de bujías de encendido,
magnetos, baterías, arranques, faros, llaves de contacto,
bombas y toberas de inyección diesel. Pero muy pronto, el
desarrollo de este negocio hizo necesario que se montara una
red de talleres especializados en las principales ciudades de
la Argentina. Fue así que, con el correr del tiempo, ya en los
años 50, la empresa abrió el primer Servicio Bosch en el
país, y durante la década de 1960 se expandió aún más, con-
virtiéndose en una Sociedad Anónima y abriendo un nuevo
negocio de ventas en Buenos Aires que incluía la provisión
de equipamiento original para la Industria Automotriz así
como el abastecimiento del mercado de reposición (fabrica-
ción de bujías de encendido). En este mismo año, Robert
Bosch Argentina S.A. incorporó la fabricación de autoradios
y la comercialización de su línea de herramientas eléctricas.
En 1971 se construyó, en la provincia de Tucumán, la
principal planta industrial de Bosch en el país, donde se
fabricaron, hasta el año 1988, equipos de inyección diesel,
bujías de encendido, motores de arranque, autoradios, tala-
dros y amoladoras.
Bosch continuó ampliando sus mercados incorporando, en
el año 1975, la comercialización de los equipos Blaupunkt.
En 1982 Robert Bosch Argentina S.A. se trasladó al edi-
ficio de Av. Córdoba 5160, donde actualmente funcionan las
unidades comerciales de Automotive Aftermarket,
Herramientas Eléctricas y Car Multimedia (Blaupunkt).
En el año 1995 se conformó la actual Robert Bosch
Argentina Industrial S.A., en forma conjunta con la firma
Argelite SAIC, para la fabricación de equipamiento automo-
triz en Argentina y Uruguay. Y con la adquisición de Allied
Signal Argentina S.A. se creó Robert Bosch Frenos S.A.
Hasta ese momento, la distribución de las acciones de la
empresa era de un 60% para Bosch Brasil y un 40% para
Argelite. A partir de entonces, Bosch Brasil adquirió el
100% de las acciones de Robert Bosch Argentina Industrial
S.A., lo que permitió la ampliación de la unidad de negocios
para mecanizados de aluminio, fabricación de cuerpo mari-
posa para sistema de inyección electrónica de gasolina y
montaje de sonda lambda.También por esa época Robert
Bosch GmbH adquirió el 100% de las acciones.
Entre 1995 y 2000, dentro de la división de
Herramientas Eléctricas, se incorporó la línea de accesorios
Vermont American y las marcas Skil y Dremel. Y, a princi-
pios de la década de 2000, con la adquisición mundial de
Rexroth, se creó la Bosch Rexroth S.A.I.C.
En el transcurso del año 2002, se establecieron los prime-
ros contratos de servicios con BSH (Electrodomésticos) y
BS (Sistemas de Seguridad) para el inicio de sus actividades
comerciales en las instalaciones de Robert Bosch Argentina
Industrial S.A. Hacia fines de este mismo año se llevó a
cabo la fusión de Bosch Frenos S.A. con Robert Bosch
Argentina Industrial S.A.
En los primeros meses de 2003, se efectuó el traslado de
las áreas administrativas a Robert Bosch Argentina
Industrial, unificándose los servicios de las áreas centrales
como Personal, Logística, Contabilidad e Informática.
En enero de 2005 Robert Bosch Argentina S.A. se
fusionó con Robert Bosch Argentina Industrial S.A.
tomando la denominación de «Robert Bosch Argentina
Industrial S.A.». Y, en el mismo mes, pero de 2006, Bosch
Sistemas de Seguridad se fusionó con Robert Bosch
Argentina Industrial S.A.
La historia de Bayer en la Argentina se remonta al pri-
mer año del siglo XX. Diez años más tarde, un primero de
enero de 1911, se inaugura una filial propia en Buenos Aires
bajo el nombre de Federico Bayer y Cía., en la calle
Rivadavia. Desde el comienzo la Aspirina, que ya se había
tornado popular, ocupaba cómodamente el primer puesto de
ventas entre todos los productos.
Los primeros años: un continuo crecimientoEn 1930 se abandonaron las oficinas de la calle Rivadavia,
que fueron resultando demasiado pequeñas, habilitándose un
nuevo local en Alsina 1644. El éxito de la compañía y su
constante desarrollo hicieron que su siguiente destino fuera la
esquina de Cerviño y Ocampo en Palermo, donde el programa
de fabricación pudo ampliarse considerablemente.
Ya en 1939 se comenzó con la construcción de un nuevo
edificio en un predio de 9.000 m2 en Coronel Díaz 2110.
En primavera de 1945, con el ingreso de la Argentina a la
guerra, se decretó la nacionalización de las empresas alema-
nas, entre las que también se encontraba Bayer.
En 1958, el gobierno de Frondizi optó por reanudar las
buenas relaciones con la nuevamente fortalecida República
Federal de Alemania. Fue entonces que se abrió la posibilidad
de restitución del patrimonio expropiado.
Poco después, Bayer se hizo cargo de “Proindar”, mudando
las oficinas a Corrientes 316. La nueva coyuntura y crecimien-
to consecuente llevaron a la compra del edificio de Villa del
Parque, que comenzó en 1959.
Bayer y la comunidad Más allá del éxito comercial y empresario que venía soste-
niendo Bayer desde su instalación en el país, sus directivos y
colaboradores siempre mantuvieron una fuerte participación en
el ámbito social. Ello sentó las bases de una cultura corporati-
va enfocada al compromiso social que se ve reflejada en los
amplios planes de Responsabilidad Social Empresaria que lleva
hoy a cabo la compañía.
Bayer hoyBayer es una empresa orientada a las “Ciencias de la
Vida” con actividades integradas en áreas tan diversas como
los cuidados de la salud, la protección de cultivos y producción
de materiales de altas prestaciones.
En el umbral de su centenario en el país, Bayer S.A. es el
eje de la Región Cono Sur que incluye las operaciones en
Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay. Bayer cuenta en Argentina
con más de mil doscientos colaboradores y cuatro centros de
producción.
El centro de producción de especialidades farmacéuticas de
venta libre -Pilar I-, fue inaugurado en junio de 1999. Allí se
concentra la producción de toda la línea de comprimidos y
granulados efervescentes.La Planta II de Pilar, inaugurada en
2001, concentra principalmente la producción de la amplia
línea de productos vitamínicos.
En el Parque Industrial de Zárate, Bayer posee dos plantas
para la formulación de insumos para la protección de cultivos.
Por su parte, las áreas administrativas y comerciales de
Bayer en Argentina, se encuentran desde 1994, en un moderno
edificio ubicado en la localidad de Vicente López. Allí trabajan
más de 400 colaboradores.
A través de los años, la reconocida calidad y confiabilidad
de sus productos, sus altos principios éticos, la eficiencia y
seguridad de sus procesos industriales y sus buenas prácticas
comerciales han contribuido a cimentar el prestigio de Bayer
en la Argentina. Prestigio que se puede resumir en un lema
que acompaña a varias generaciones de argentinos: Si esBayer, es bueno.
193192
Nuestra marca a nivel mundial y su historia…
En el 2003, Deutsche Post World Net consolidó todas sus
actividades de correo express y logística en un sólo nombre
comercial, “DHL”. La marca DHL se fortaleció aún más por
la adquisición de Exel en diciembre de 2005 quedando
determinadas sus 3 principales unidades de negocio: DHL
Global Forwarding, Supply Chain, Express.
El conocimiento de DHL proviene de varias empresas pre-
viamente adquiridas por Deutsche Post World Net. A modo
de ejemplo podemos mencionar: Exel, Deutsche Post Euro
Express, Danzas y Air Express Internacional.
Presentes en la Argentina desde 1947, DHL es líder en el
mercado de Forwarding ofreciendo una amplia gama de pro-
ductos y servicios dándole valor agregado a la cadena logísti-
ca One-Stop-Shopping. DHL, no sólo es líder del mercado de
Forwarding sino también en el mercado logístico con DHL
Supply Chain y en el Servicio de Courrier con DHL Express
cubriendo de esta forma todos los pasos en una cadena de
valor integrada.
Las oficinas centrales de DHL Global Forwarding, DHL
Supply Chain y DHL Express situadas en la ciudad de Buenos
Aires otorgan cobertura a nivel nacional en toda la extensión
del territorio argentino y a nivel internacional a más de 220
países y demás territorios del mundo.
A pesar de ocupar la posición líder en el mercado, las direc-
ciones de las unidades de negocio, como así también todo su
plantel, conocen la fuerte competencia. Es por esta razón que
en forma continua, la compañía se encuentra desarrollando
programas de capacitación para sus mejores talentos y trata
de estar cerca de los clientes mediante contactos personaliza-
dos para darles soporte, valor agregado y dedicación tanto a
los grandes, medianos, pequeños clientes y pymes.
Nuestras unidades de negocio
DHL ExpressDHL Express es el socio perfecto para cubrir todas sus nece-
sidades de envíos express y paquetería alrededor del mundo.
Ofrece los servicios de Entrega Mismo Día, Mensajería
Express, Paquetería y Carga.Nuestra red cuenta con más de 4,000 oficinas y 120,000
destinos en todo el planeta para cumplir este cometido.
DHL Global ForwardingDHL Global Forwarding, líder de mercado en envíos aéreos ymarítimos. En Argentina, con cobertura a nivel nacionalmediante oficinas en los puntos principales del país. Unagama de servicios de valores agregados como: despachosaduaneros, Customer Program Management, almacenaje ydistribución, seguro de las cargas, asesoramiento completoen la cartera de productos y servicios logísticos. DGF, ocupauna posición líder en el mercado de cargas sustentada por laconfianza de las empresas más importantes del país.
DHL Exel Supply ChainCon un enfoque orientado al cliente, DHL Supply Chain admi-
nistra la cadena de suministros buscando la optimización de los
procesos, la reducción del lead time, la visibilidad de la opera-
ción, el rastreo de los productos, la eficiencia y la agilidad.
La flexibilidad de DHL Exel Supply Chain permite su opera-
ción en instalaciones de clientes, centros de distribución
dedicados o compartidos, campus logísticos, vendor hubs,
parques de suministradores así como en centros de consoli-
dación y desconsolidación.
DHL cuenta con un dedicado equipo de Recursos Humanos
el cual se encuentra abocado al personal, retención y capaci-
tación de talentos, aspiraciones de carrera y a las necesidades
de la sociedad participando y colaborando activamente con
los sectores más necesitados del país y a nivel mundial apor-
tando toda su experiencia en redes logísticas.
DAIMLERCHRYSLER ARGENTINA S.A.
En 1951 se instala en Argentina la primera planta de
Mercedes-Benz fuera de Alemania. El Centro Industrial, ubica-
do en González Catán, bautizado con el nombre de Juan
Manuel Fangio en homenaje al quíntuple campeón del mundo,
fue pionero en Latinoamérica en la fabricación de vehículos de
transporte de carga, de pasajeros y componentes. Su gran des-
arrollo la convirtió en una de las empresas más admiradas de la
Argentina y, a partir de 1996, la planta se especializó en la pro-
ducción de vehículos utilitarios y buses urbanos de piso bajo, los
colectivos Mercedes-Benz, un clásico de las calles argentinas.
La especialización del Centro Industrial Juan Manuel
Fangio en la producción del Mercedes-Benz Sprinter y sus
altísimos niveles de calidad, han llevado a la ratificación por
parte de nuestra Casa Matriz de continuar siendo centro de
competencia mundial y de alta especialización en la produc-
ción de vehículos utilitarios. DaimlerChrysler Argentina está
concluyendo una inversión de más de U$S 50 millones desti-
nada a la reformación en su línea de montaje y chapistería
para incrementar la producción del utilitario Mercedes-Benz
Sprinter y aumentar el volumen de las exportaciones.
La fabricación del Mercedes-Benz Sprinter, en sus distin-
tas versiones, comienza en la planta de chapistería donde se
ensamblan todos los componentes de las carrocerías. Luego
son trasladadas a través de puentes automatizados a la
planta de pintura. En la línea de montaje, se incorporan
todos los elementos a la carrocería soldada y pintada.
Finalmente se llevan a la calle de ensayos en donde se hace
el último ajuste de cada unidad. Cada 10 minutos, un
Sprinter es entregado a la playa de ventas. El Mercedes-
Benz Sprinter ha sido premiado local e internacionalmente
por su alto estándar de calidad y tecnología, exportándose
en la actualidad a más de 50 países en los 5 continentes,
incluyendo la versión del Sprinter con volante a la derecha.
En la actualidad, el Sprinter fabricado en Argentina se
comercializa en mercados tan disímiles y exigentes como
Arabia Saudita, Australia, Bahrain, Bélgica, Brasil, Chile,
China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Egipto, España, Francia,
Inglaterra, Irlanda, Israel, Jamaica, Jordania, Kenia, Kuwait,
Líbano, Malasia, Nueva Zelanda, Pakistán, Qatar, Rusia,
Singapur, Sudáfrica,Turquía y Vietnam, entre otros.
Consciente de su responsabilidad ecológica,
DaimlerChrysler Argentina incluye la preservación del Medio
Ambiente entre los objetivos fundamentales de la empresa.
En ese sentido, nuestra política es desarrollar las operacio-
nes productivas integradas con la protección del medio
ambiente, tanto en operaciones propias como en aquellas
sobre las que influye de manera directa. Las unidades fabri-
cadas llevan motores con gerenciamiento electrónico, que eli-
minan la emisión de contaminantes y cumplen con las más
exigentes normas ambientales europeas.Tecnología, discipli-
na, pasión, integridad y respeto han convertido a la empresa
en la fuerza detrás del progreso de la industria automotriz.
Día a día, continuamos siendo líderes, debido a trabajo en
investigación y desarrollo de innovaciones tecnológicas. La
compañía tiene una larga historia productiva y comercial en
el país.Tener una participación activa frente a las necesida-
des de la comunidad, por encima de sus obligaciones propias
como son las de generar empleo, brindar desarrollo tecnoló-
gico y promover sus recursos humanos, es un compromiso de
responsabilidad social ineludible. Hoy como ayer, acompaña
los esfuerzos de su gente por crecer y progresar, con una
firme actitud de inversión y la renovada vocación por la tec-
nología y la calidad en el trabajo cotidiano. DaimlerChrysler
Argentina, un compromiso con la excelencia.
195194
El 18 de agosto de 1956 un Super Constellation de 48
plazas despegó de Hamburgo, cubriendo la nueva línea
transatlántica, vía Düsseldorf-Frankfurt-París-Dakar-Río de
Janeiro-San Pablo con destino final Buenos Aires.
El 19 de agosto, la para aquel entonces moderna aerona-
ve tocaba tierra en el aeropuerto de Morón en Buenos Aires.
Se iniciaba así la presencia de Lufthansa en Argentina, que
se ha mantenido ininterrumpida por más de 50 años. En rea-
lidad, se trató de un reinicio, ya que tras 17 años volvía a
aparecer Lufthansa en esta tradicional ruta hacia la
Argentina, repitiendo el viejo vuelo TO 191, con el cual en
1934 había iniciado el primer servicio regular transoceánico
del mundo.
La Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana
agasajó con un almuerzo en el Plaza Hotel a la delegación
llegada en ese vuelo inaugural, con la presencia de autorida-
des y empresarios de ambos países. El Ing. Gerhart Höltje,
miembro del Directorio de Lufthansa, aludió a “la extraordi-
naria importancia que la Argentina tiene para Alemania,
donde tantos alemanes han encontrado una segunda patria”.
Un año después, en 1957 los pasajeros trasladados en
Lufthansa entre Alemania, Brasil y Argentina sumaron
18.000. En 1960 comenzó la era de los aviones a reacción
en Lufthansa con el Boeing 707 y en 1971 ya llegaba a
estas tierras con el conocido Jumbo, Boeing 747.
Continuando su expansión, en 1997 Lufthansa fue miem-
bro fundador de Star Alliance, la mayor alianza de líneas
aéreas del mundo.
En 2003, Buenos Aires fue elegida por Lufthansa para
ser el primer destino a nivel mundial en recibir un vuelo
regular operado con el Airbus A 340-600. Hoy, la compañía
ofrece vuelos diarios a la Argentina con el Boeing B747-
400, actualmente el avión de mayor capacidad en el mundo.
Con motivo del aniversario, Dieter Rohde, Director
General para la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay desde
2003, comenta: “en los primeros 50 años de servicio en el
país, Lufthansa comprueba las cualidades que la distinguen
en todo el mundo: confiabilidad, seguridad, permanente inno-
vación y calidad. El nuevo producto Lufthansa Private Jet y
la imponente First Class Terminal de Frankfurt o la intro-
ducción de Internet a bordo son algunas pruebas de ello”.
Hoy, Lufthansa es una de las líneas aéreas líderes del
mundo, que con una flota de más de 377 aeronaves trans-
porta anualmente más de 50 millones de pasajeros a 187
destinos en 90 países.
El Estudio Leonhardt, Dietl, Graf & von der Fecht fuefundado en 1976 por los abogados Thomas Leonhardt yRodolfo Dietl.
El objetivo inicial del Estudio era asesorar principal-
mente a empresas pequeñas y medianas del ámbito de
habla alemana (Alemania, Austria y Suiza) en sus nego-
cios e inversiones en la Republica Argentina. Este objetivo
se logró ampliamente, siendo hoy el Estudio asesor de un
importante numero de empresas pequeñas, medianas y
grandes en las que prevalecen empresas originarias de los
países arriba mencionados.
El Estudio se especializó en el “asesoramiento jurídi-
co de las empresas”, tomando el llamado Derecho
Empresario, como principal actividad. Todas las conse-
cuencias jurídicas de las actividades empresarias son el
campo en que el Estudio se desenvuelve con mucha
comodidad.
Las necesidades de los clientes hicieron luego que se
ampliaran las actividades al Derecho de Familia, Sucesiones
y otros temas del Derecho Civil, para lo que se fueron incor-
porando especialistas específicos en cada materia.
Hoy el Estudio se maneja con una infraestructura pro-
pia y de terceros que le permite afrontar cualquier tipo de
asesoramiento jurídico empresario de cualquier enverga-
dura que se presente.
Los socios del Estudio desarrollan también múltiples
actividades culturales y sociales en instituciones de la
colectividad de habla alemana en la Argentina, lo que sir-
vió para acentuar la presencia del Estudio en el referido
nicho, aún cuando hoy sea el idioma inglés el que prevale-
ce en el asesoramiento de negocios internacionales.
Los abogados del Estudio conservan como principal
objetivo mantener el contacto directo con el cliente,
dando una importancia primordial al asesoramiento per-
sonalizado y adaptado a las necesidades individuales.
Entre los abogados del Estudio, que se manejan indis-
tintamente en castellano e inglés, hay 8 profesionales que
dominan el idioma alemán. La experiencia del Estudio en
el asesoramiento internacional le permite ser un puente y
guía adecuado para conocer e incorporarse al mercado de
negocios argentino.
197196
Breve Reseña histórica del Laboratorio PförtnerCornealent SACIF
Klaus Pförtner se recibió de óptico en la Escuela
Superior de Óptica de Berlín (Alemania) en 1937 y luego de
emigrar a la Argentina fundó el primer laboratorio especiali-
zado en lentes de contacto en ese país en 1943.
En 1962 ingresó a la compañía Tomás Pförtner, Óptico
Técnico y Doctor en Ciencias Económicas, imprimiendo una
reestructuración técnico-científica, administrativa y comercial,
dividiendo las actividades de la misma en dos grandes rubros:
- La atención al público en los centros de adaptación Pförtner
- La venta mayorista de lentes de contacto, soluciones de
limpieza, instrumental y accesorios para la óptica abaste-
cidos por sus propias fábricas elaboradoras.
En 1972 Laboratorio Pförtner introdujo las lentes blandas
Waicon en el país, con lo que aumentaron considerablemente
la difusión de este dispositivo corrector, y pocos años más
tarde, junto con los señores Mauriño, crearon la línea Natura
de soluciones de limpieza para lentes de contacto. A partir de
entonces, Pförtner se ubicó entre los principales productores
de lentes de contacto independientes a escala mundial.
Otro paso importante fue la incorporación a la empresa
en la década del noventa de Martín Pförtner y Máximo
Pförtner, hijos de Tomás. El primero se encuentra actualmen-
te coordinando la fabricación, mientras que el segundo se
encarga de los aspectos comerciales de la empresa.
En la actualidad esta empresa se ha transformado en un
complejo industrial y comercial que cuenta con más de 350
empleados; 16 centros de adaptación en los que se atienden
a más de 20.000 pacientes al año; una planta que produce
180.000 lentes por mes aprobados por la CE Mark y por las
normas ISO 9001/2000; una segunda planta que elabora
cerca de 5.000.000 botellas de soluciones para el cuidado de
las lentes y una estructura comercial que abastece de todos
estos y de otros productos a más de 3.000 profesionales en
la Argentina y a distribuidores en 26 países.
Los objetivos del Laboratorio Pförtner son claros y sim-
ples: brindar a la comunidad una línea completa de dispositi-
vos ópticos que resuelvan en forma eficaz los problemas
visuales. Es obvio que esto debe ocurrir en el marco de una
política comercial que haga accesibles estos productos a per-
sonas de todos los medios y recursos. Para lograr estos fines
se dispone de un grupo humano altamente capacitado, inte-
grado por profesionales de diversas disciplinas: ópticos, inge-
nieros, mecánicos especializados, expertos en computación,
economistas, etc. Todos ellos son conscientes del desafío
impuesto en aras del perfeccionamiento científico y técnico.
Una característica muy especial de esta empresa es que los
señores Klaus y Tomás Pförtner siguen activos en la atención
personalizada de la mayoría de los pacientes que asisten a la
Casa Central en Av. Pueyrredón 1706, Buenos Aires.
UNA LUMINOSA RELACIÓNLa marca OSRAM fue patentada en al año 1906 por la
empresa Auergesellschaft, creada por el excelente químico
vienés Dr. Auer, para fabricar sus lámparas eléctricas incan-
descentes de hilo metálico estirado y de luz de arco. El año
1906 fue, por tanto, el del nacimiento de una Marca que
conquistaría después fama mundial y sería sinónimo de la
buena luz: OSRAM.
Estas lámparas de “hilo estirado” conquistaron rápida-
mente el mercado mundial y fueron vendidas incluso en
Argentina. La Revista Fray Mocho de 1913 las publicita
como lámparas OSRAM: “las lámparas de hilo estirado
irrompible que proporcionan una economía del 75% en fluí-
do, dando luz pura y blanca”. La preocupación por fuentes
más eficientes ha sido sin duda una preocupación muy tem-
prana en OSRAM
La historia de OSRAM corre pareja al desarrollo de la
luz eléctrica. En OSRAM se reunieron, al asociarse en 1919,
los conocimientos científicos y experiencias que los tres
grandes fabricantes de lámparas incandescentes de
Alemania: Siemens & Halske, más la empresa Allgemeine
Electricitäts-Gesellschaft, y la Deutsche Gasglühlicht-
Aktiengesellschaft (Auergesellschaft).
En 1921 se funda una filial en la Argentina, ES LA
SEGUNDA EN TODO EL MUNDO, para la distribución de
sus productos. La empresa se denomina “OSRAM Limitada
Cía. Sudamericana” y se dedicaba a la venta de las lámpa-
ras importadas desde Alemania. Queda clara con esta funda-
ción la preferencia que tenía OSRAM por participar del
mercado Argentino.
El año 1935 marca una gran pérdida para los argentinos
ya que fallece Carlos Gardel. Se apaga una voz y se enciende
una luz pues en ese año se inicia la producción de lámparas
incandescentes OSRAM en Argentina. Se instala una fábrica
en la calle De Luca 2251 de la Capital Federal, modificán-
dose la razón social de la empresa por el nombre de
“OSRAM Argentina Cía. de Lámparas Eléctricas S.A.”.
El 24 de octubre de 1980 con una inversión de trece
millones de dólares se inaugura una nueva planta en
Boulogne sobre un terreno de 36.705 metros cuadrados de
los cuales 11.680 metros cuadrados son cubiertos y alber-
gan un complejo que incorpora oficinas de administración.
En este año se lanzan las DULUX LONG LIFE, lámparas de
bajo consumo electrónicas que han llegado a transformarse
en el sinónimo del ahorro energético.
La inauguración del LUMINARIO, el centro de demostra-
ción de luz, en 1986 marca una nueva inversión innovación
para que el mercado Argentino esté al tanto de las nuevas
tendencias en LUZ. Miles de profesionales han pasado por
sus cursos de iluminación, para capacitarse en los nuevos
productos y lograr efectos lumínicos imposibles de lograr
con anterioridad.
El año 1989 marca un hito importante, pues OSRAM
realiza la primera exportación de lámparas de Industria
Argentina con destino a Brasil. Esta fue la primera de una
larga serie de exportaciones que han llevado nuestras lámpa-
ras a 23 países de América, Europa y la lejana Asia.
OSRAM queda como la única fábrica de lámparas en la
Argentina en el año 2000. Para afianzar su calidad logra la
certificación de su “sistema de gestión integral”. Es la pri-
mera empresa en Sudamérica que logra certificar su planta
de acuerdo a las normas ISO 9002, ISO 14001 e IRAM
3800, en forma simultánea. Marca también una decisión
empresaria de invertir y permanecer en este país en que
tanto nos ha unido la historia.
199198
Impulsando del desarrollo del país desde hace 150 años
El espíritu de Siemens ha sido siempre la innovación.
Hace exactamente 150 años, en 1857, la Argentina inaugu-
raba su primer ferrocarril. Siguiendo su recorrido, Siemens
instaló el primer sistema telegráfico del país. Así, a sólo 10
años de que Werner von Siemens fundase la compañía en
Berlín, sus telégrafos ya contribuían a acelerar la comunica-
ción en Buenos Aires.
Durante las primeras décadas del siglo XX, Siemens jugó
un papel fundamental en el crecimiento del país con la insta-
lación de la red de comunicaciones y tranvías, el montaje de
instalaciones eléctricas para importantes sectores industria-
les, y la construcción de obras de gran valor histórico y
patrimonial para los argentinos como son las Avenidas 9 de
Julio, Costanera y el Obelisco.
Entre la década del ’30 y el ’50, Siemens suministró tec-
nología de punta para el sector energético, de transporte y
comunicaciones. En aquellos años la compañía proveyó de
turbogeneradores a la Central Dock Sud, a las termoeléctri-
cas de Corrientes y Villa María, y a la central hidroeléctrica
de Cacheuta (en su momento, la de mayor capacidad de
América del Sur). Simultáneamente, Siemens construyó y
equipó íntegramente las líneas de subtes B y C de Buenos
Aires y concretó hitos como el tendido del cable fluvial de
telecomunicaciones entre Buenos Aires y Colonia, Uruguay.
Ya en los años ´70, la compañía encabeza titulares con la
instalación de la central telefónica pública más austral del
mundo en Ushuaia, el montaje de los generadores para el com-
plejo hidroeléctrico El Chocón, la instalación del primer tomó-
grafo computarizado en un hospital y la iluminación del estadio
River Plate para el Campeonato Mundial de Fútbol ´78.
Durante los años ´80 y a comienzos de los ’90 Siemens
concluye una de las grandes obras para la Argentina, el des-
arrollo del Centro de Despacho Único de Cargas que permite
supervisar toda la red de alta tensión del país y los enlaces
eléctricos con los países limítrofes, y construye la central
termoeléctrica Genelba.
Durante esta década, Siemens comienza a especializarse
en servicios y soluciones informáticas, y en 1998 lanzó la
solución IMED®, el servicio informático que realiza online
la gestión de autorizaciones, control y auditoría de presta-
ciones de salud y que en 2006 logró el récord del sector de
salud al procesar 26.000.000 de transacciones al año.
También introduce otro proyecto informático con Red Bus®
en Córdoba, un avanzado sistema de administración del
transporte público de pasajeros con tarjetas sin contacto
para el pago de pasajes, sistemas GPS para el seguimiento
de flota en tiempo real, seguridad y monitoreo, y la realiza-
ción de toda la operación y administración del sistema de
cobro del transporte público.
En el 2000, Siemens inicia el desarrollo de la Red Digital
Hospitalaria en Córdoba, única en Latinoamérica, al interco-
nectar informáticamente 32 hospitales públicos de la provincia.
Hoy, como hace 150 años, Siemens continúa aportando
toda su innovación para el desarrollo de la infraestructura
del país – desde la electrificación integral y señalización de
avanzada para la nueva línea H y la automatización de 49
pasos a nivel en las líneas de trenes Mitre y Sarmiento hasta
la construcción de dos nuevas centrales energéticas que
aportarán 1.660 MW al sistema energético argentino,
pasando por la provisión e instalación de los más modernos
equipamientos médicos del país y los más eficientes sistemas
de control y automatización industrial que garantizan el
aumento de la producción en segmentos tan diversos como el
alimenticio, el químico y el minero.
Con más de 2.000 personas trabajando, sucursales en
Rosario, Córdoba y Mendoza, y cuatro centros de especiali-
zación en el país, Siemens Argentina ofrece soluciones a
medida con alto valor agregado local y tecnología de punta
para las infraestructuras de energía, industria, telecomunica-
ciones, informática, salud, iluminación y transporte.
Roemmers, un desafío a la excelencia
En 1921, don Alberto J. Roemmers nacido en Lennep,
Alemania, y radicado en la ciudad de Buenos Aires, fundó
Laboratorios Roemmers, un emprendimiento que encontró
en la Argentina el campo fértil para llevar adelante sus
actividades y que se destacó por la seriedad de su accionar
y la confiabilidad de sus productos, lo que le posibilitó
ganarse el respeto y la consideración del cuerpo médico y
la comunidad.
Desde 1969, Roemmers comenzó a elaborar en sus plan-
tas farmoquímicas principios activos y drogas para el sec-
tor farmacéutico. Actualmente, Maprimed –la empresa del
Grupo dedicada a tal producción- no sólo provee de mate-
rias primas a la industria farmacéutica argentina, sino que
también exporta a diversas regiones y países del mundo,
como Estados Unidos de Norteamérica, la Unión Europea,
América Latina, Australia, Ucrania y Turquía, entre otros.
En 1975 se creó la Fundación Alberto J. Roemmers
para apoyar la investigación básica y aplicada de las cien-
cias médicas, que ya lleva otorgados más de mil subsidios a
científicos y equipos de investigadores, además de realizar
múltiples actividades, entre las que merecen destacarse la
organización de simposios y jornadas, y la publicación de
libros de texto para estudiantes de medicina.
Rofina, es la empresa dedicada a la logística y distribu-
ción de especialidades farmacéuticas, cosméticas y odonto-
lógicas que presta servicios no sólo a las compañías del
Grupo, sino también a importantes laboratorios nacionales
y multinacionales.
A mediados de la década del ‘90, se crea la empresa
San Juan de los Olivos, que concreta importantes inversio-
nes en plantaciones de olivos en las provincias de San
Juan, La Rioja y Catamarca, de la Argentina, y cuya exten-
sión llega actualmente a 4.000 hectáreas cultivadas.
Asimismo, se han construido en esa zona dos plantas indus-
triales elaboradoras de aceite y de aceitunas de mesa para
abastecer el mercado local y, fundamentalmente, para la
exportación a los Estados Unidos de Norteamérica y, en
menor medida, a la Unión Europea, Brasil y otros.
En 2000 se pone en marcha en Argentina Roemmers
Pharma, una Planta modelo cuya ingeniería fue diseñada
en Alemania, en la que se elaboran medicamentos sólidos
no antibióticos, utilizando tecnología de última generación
sólo comparable con la existente en los países más desarro-
llados que rigen para la más avanzada actividad farmacéu-
tica internacional.
Dentro del marco del mercado farmacéutico argentino,
el Grupo Roemmers elabora y vende más de 120 productos
en distintas presentaciones, por un total de casi 100 millo-
nes de unidades anuales.
A lo largo de su dilatada trayectoria, Roemmers lanzó
al mercado un conjunto de medicamentos que marcaron
importantes capítulos en la terapéutica, como Amoxidal,
Sertal, Taural, Lotrial, Dorixina, Atlansil, Lanzopral,
Vasotenal, Losacor, Endial, Athos, Optamox y Acalix, entre
otros, que se convirtieron en productos líderes en sus res-
pectivas clases terapéuticas.
La calidad, uno de los valores más preciados y reconoci-
dos del Grupo Roemmers, se define a través de un sistema
de gestión basado en el total cumplimiento de los requeri-
mientos establecidos por FDA, OMS y CEE en lo referente
a Buenas Prácticas de Manufactura (GMP), Buenas
Prácticas de Laboratorio (GLP) y Normas ISO.
El cuidado del medio ambiente también es una de las
prioridades en materia de responsabilidad empresaria y, por
ello, los principios de la sustentabilidad y la ecoeficiencia
han sido claramente incorporados en la política ambiental
que aplica y sostiene.
201200
Wintershall Holding AG
Wintershall se dedica activamente a la búsqueda y extrac-
ción de petróleo y gas natural desde hace más de 75 años y
es hoy en día el mayor productor alemán de petróleo y gas
natural. Wintershall ha focalizado sus actividades de explo-
ración y producción en áreas estratégicas alrededor del
mundo, en las que la compañía cuenta con un alto grado de
conocimiento regional y tecnológico.
Wintershall en Argentina
Wintershall Energía S.A. es una filial perteneciente en un
100% a Wintershall Holding AG en Kassel y emplea unas
40 personas. Está presente en Argentina desde 1978, inicial-
mente como Deminex que, al ser escindida en 1998, pasó a
manos de Wintershall.
Un continuo crecimiento de las inversiones en exploración
y producción permitieron a Wintershall Energía fortalecer su
posición en el mercado argentino con el aumento de su pro-
ducción. Hoy es uno de los productores de gas más impor-
tantes del país luego de Repsol YPF, BP, Pluspetrol y Total
con una producción anual de gas natural de alrededor de
3.600 millones de metros cúbicos. La empresa produce
anualmente 0,8 millones de toneladas de petróleo, condensa-
do y LPG. Wintershall Energía consiguió incrementar en un
45% su producción (en BOE) desde el año 2000 y se espe-
ran futuros aumentos de la producción de gas para 2010.
Wintershall tiene altas exigencias en relación con la pre-
servación del medio ambiente y la seguridad en el trabajo, a
cuya satisfacción le otorga tanta importancia como a los
objetivos económicos.
Las actividades de producción de petróleo y gas en
Argentina se encuentran en la Cuenca Neuquina y en la
Cuenca Austral, en las que la empresa tiene participaciones en
4 bloques de producción: Aguada Pichana, San Roque, CMA-1
y Sierra Chata. En estas dos cuencas se encuentran concentra-
dos los yacimientos probados más importantes de la
Argentina. Wintershall tiene participación en 13 yacimientos
de petróleo y gas en el país. Los proyectos de exploración de
la empresa se encuentran en los bloques Ranquil Norte, La
Invernada y CN-V en la Cuenca Neuquina, así como también
en los bloques Gan Gan y CGSJ-V/A en la Cuenca Cañadón
Asfalto en la provincia del Chubut. Wintershall es el operador
del consorcio de todos estos bloques. Wintershall tiene partici-
pación, además, en los bloques exploratorios Bandurria y El
Churqui. La empresa cuenta también con una participación en
el Gasoducto Cruz del Sur, que une Argentina con Uruguay.
Wintershall sigue fortaleciendo su compromiso en
Argentina. Ha invertido en el país más de 800 millones de
Euros entre 1993 y 2006 y prevé futuras inversiones de más
de 400 millones de dólares entre 2007 y 2011 para el des-
arrollo de la producción existente y la búsqueda de nuevos
yacimientos de petróleo y gas.
Principales proyectos
Los proyectos más importantes de Wintershall Energía
realizados durante el año 2006 fueron orientados a asegurar
el abastecimiento de gas del país.
Entre ellos se encuentran:
- Una extensa campaña de perforación con más de 30
pozos en Aguada Pichana.
- Instalación de compresión de media presión en San Roque.
- Instalación de compresión de baja presión en Aguada
Pichana.
- Desarrollo de Rincón Chico Norte, donde se desarrolla-
ron y produjeron nuevas reservas.
- Comienzo de la producción de Aries, (Bloque CMA-1)
como parte de Carina-Aires, el desarrollo costa afuera más
grande de la Argentina y el yacimiento marítimo más aus-
tral del mundo. Carina comenzó la producción en 2005.
Volkswagen: empresa argentina con casa matriz alemana
Volkswagen Argentina inició sus actividades en el país
en 1980; más de 25 años con una clara visión: producir
y comercializar vehículos y autopartes en la Argentina
En las plantas de San Justo y Monte Chingolo fue pro-
ducido al comienzo el conocido VW 1500. Al mismo tiem-
po comenzó la importación de una paleta de vehículos,
entre otros el legendario Escarabajo, del cual fueron vendi-
dos más de 21,5 millones de unidades en todo el mundo.
Volkswagen Argentina se destacó siempre como pre-
cursora en la implementación de la más moderna tecno-
logía que garantiza, en gran medida, la calidad.
En marzo de 1982 Volkswagen presentó al mercado
argentino la primera línea de vehículos de producción
nacional: los utilitarios Kombi, Furgón y Pick up.
A partir de julio de 1987 Volkswagen y Ford formaron
un joint venture de sus operaciones: Autolatina Argentina
con sede en la zona norte del Gran Buenos Aires. Esta
relación se disolvió a fines de 1994 y Volkswagen decidió
construir un nuevo centro industrial en Gral. Pacheco,
inaugurado oficialmente pocos meses después, el 17 de
noviembre de 1995.
Durante los últimos años en las plantas de Pacheco y
Córdoba fueron invertidos más de US$ 350 millones
para producir en los centros industriales con tecnología
de punta vehículos y componentes para el mercado local
y para exportar a más de 30 países en el mundo.
En Planta Pacheco más de 1.700 colaboradores pro-
ducen diariamente alrededor de 200 vehículos. El orgullo
de esta planta es el Suran, producido únicamente en la
Argentina. Los otros modelos de la producción son el
Polo y el Caddy.
En Planta Córdoba 1.500 colaboradores producen
diariamente 2.500 cajas de cambio. En 2005 la planta
fue galardonada con el “Premio Nacional de la Calidad”
y en 2006 recibió el premio “Volkswagen Excellence”
como la mejor planta de componentes del Grupo
Volkswagen.
En un futuro próximo, está prevista una inversión a
través de la cual la producción anual podrá ser aumenta-
da a 1 millón de cajas de cambio. Además, Planta
Pacheco es una prometedora candidata para la produc-
ción de un vehículo, en cuyo segmento Volkswagen toda-
vía no ha incursionado.
Desde 2003 Volkswagen es líder indiscutible del mer-
cado de vehículos de la Argentina, Audi es líder en el
segmento Premium, la división Camiones y Buses está en
creciente desarrollo y Autoahorro Volkswagen es líder
del mercado de planes de ahorro. Sólo en 2006 fueron
vendidos 100.000 vehículos por el Grupo en la Argentina
Volkswagen Argentina es una empresa independiente,
que está integrada en la estructura mundial. Su
Presidente, el Dr. Viktor Klima, no sólo es representante
de la Argentina en la casa matriz, sino también de toda
Sudamérica, incluido Brasil.
A nivel mundial, Volkswagen tiene más de 320.000
empleados y desde su fundación ha producido más de 100
millones de vehículos. Sólo en 2006 se invirtieron US$ 5,7
mil millones. Al Grupo Volkswagen pertenecen, además de
Volkswagen, las marcas Audi SEAT, Bentley, Lamborghini,
Bugatti, Skoda y la división Camiones y Buses.
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nidad alemana y su escuela 1907-2004, Libros del
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Bibliografía
204
Edición y coordinaciónFlavio Cannilla
Diseño y diagramaciónFabio Massolo
FotocromíaRicardo Farías / AustralPrePress
ImpresiónLatingráfica s.r.l.
Salvo en el caso de las colaboraciones especiales y
de los textos institucionales –Cámara de Industria
y Comercio, Escuelas, Fundaciones,Goethe-Institut,
Instituto Ibero-Americano– todos los textos y las
entrevistas estuvieron a cargo de Flavio Cannilla.
Colaboraciónes especialesHugo Caligaris, La NaciónEsteban Cuya, Koalition gegen Straflosigkeit, Köln
Carlos Echeverría, director y realizador
Dr. Carlos Elbert, Alexander von Humboldt StiftungBirgit Glombitza, Die Zeit, tazFernando López, La NaciónPD. Dr. Holger Meding, Iberische und
Lateinamerikanische Abteilung, Universität zu Köln
Manuel Paulus
Dr.Wolfgang Schäffner, Cátedra Walter Gropius,
Facultad de Aquitectura y Urbanismo, Universidad de
Buenos Aires
Hans Schulz, Instituto Primo Capraro, San Carlos
de Bariloche
Fotografías especialesNico Pérez
FotografíasHoracio Coppola
Thorsten Buhe
Guido Gayk
Michael Grasman
JKP
Roberto Litvachkes
Rainer Pfisterer
Jorge Royan
Slavica Ziener
Nota del EditorTodos los textos y artículos que aparecen en este libro fueron realiza-
das en base a la información que proviene tanto de las fuentes biblio-
gráfícas como de las entrevistas realizadas con testigos de los hechos
que aquí se mencionan. Se prestó especial cuidado en reconfirmar la
información prestada a través de una fuente independiente.
Agradezco particularmente al equipo de colaboradores de la
Embajada que participó en el desafío que representó este trabajo.
El mismo agradecimiento corresponde a todos los entrevistados en la
Argentina y en Alemania, que con admirable paciencia respondieron a
todas las preguntas y participaron en el proceso de revisión de las
entrevistas realizadas. No obstante, cualquier error es responsabilidad
de este editor.
Finalmente, tengo el placer de agradecer a mis estimados colegas
del periodismo local. A pesar de estar inmersos en el trabajo que
significa elaborar hoy un medio en la Argentina, ellos estuvieron
siempre dispuestos a ayudar a resolver cualquier problema, cual-
quier dificultad. Sin su colaboración, apoyo y –en muchos casos–
dirección esta publicación hoy no estaría en sus manos.
Una mención especial le corresponde a Victoria Gandini que me
asistió con paciencia y determinación ejemplar en la búsqueda de
material y contactos. Su perseverancia acortó más de un camino.
Agradecemos el gentil apoyo de las siguientes institucionesy organizaciones:
Archivo General de la Nación (AGN), Biblioteca del Congreso de la
Nación, Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, Hotel de Inmigrantes,
Museo de Ciencias Naturales, Museo del Holocausto, Museo
Histórico Sarmiento, Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
Asociación Simmental Argentina, Cámara de Industria y Comercio
Argentino-Alemana, Club Alemán de Buenos Aires, C.F. Peters
Musikverlag, Colegio Goethe, Colegio Pestalozzi, Escuela Hölters,
Internationale Filmfestspiele Berlin (Berlinale), Institut für
Sozialforschung (Frankfurt), Fundación Konrad Adenauer,
Fundación Friedrich Ebert, Fundación Alexander von Humboldt,
Fundación Friedrich Naumann, Instituto Ballester, Instituto Ibero-
Americano, Instituto Primo Capraro (San Carlos de Bariloche),
Goethe-Institut Buenos Aires, Hospital Alemán, Koalition gegen
Straflosigkeit (Nürnberg)