Korsch, Karl - Marxismo y Filosofia

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    E L H O M B R E Y S U T I E M P O

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    K arl K orsch

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    Marxismoy filosofaPrlogo deAdolfo Snchez Vzquez

    TEdiciones Era

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    E d ic i n o r ig in a l e n a l e m n : Marxismus und Philosophie 196 4 , Les dit io ns M inuit . Par sP r im e r a e d i c i n e n e s p a o l : 1 9 7 1T r a d u c c i n d e l a l e m n : E l i z a b e t h B e n ie r sR e v i s a d a p o r A d o l f o S n c h e z V z q u e zDe r e c h o s r e s e r v a d o s e n l e n g u a e s p a o la 197 1 , Edic io nes , Era , S . A.Av e n a 1 0 2 , M x ic o 1 3 , D . F .I m p r e s o y h e c h o e n M x i c oPrinted and Made in Mxico

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    ndice

    Prlogo, por Adolfo Snchez Vzquez, 9Marxismo y filosofa, 19El estado actual del problema "marxismo y filosofa"[anticrtica], 67El punto de vista de la concepcin materialista de la historia, 99La dialctica de Marx, 109Sobre la dialctica materialista, 124Lenin y la Komintern, 129

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    P R L O G OE L M A R X I S M O D E K O R S C Hpor Adolfo Snchez Vzquez

    Con el presente volumen los lectores de lengua espaola podrn conocerdi rectamente los t rabajos fundamentales de Korsch de la dcada del 20.Durante largos aos estos t rabajos no fueron reedi tados y apenas ahoracomienzan a traducirse a diferentes lenguas. Las razones de que la obrade Korsch haya permanecido tanto t iempo relegada al olvido son fci l -mente comprensibles y lo sern an ms para el lector a medida que seadentre en el la. Se encuentran, sobre todo, en la si tuacin vivida por elpensamiento marxista a part i r justamente de los inicios de la dcadadel 30, es decir, de los aos en que comienzan a tomar cuerpo las abe-rraciontes tericas y prct icas del stal inismo. El colapso del vivo y po-lmico pensamiento marxista de los aos 20, su sucesivo envaramientoy, finalmente, su ahogo, sel laron por largo t iempo el dest ino de la obrade Karl Korsch. Es comprensible , asimismo, que el cambio operado enlos l t imos aos en la si tuacin del pensamiento marxista hiciera vol-ver los ojos, idealizndolos un tanto, hacia los aos en que, bajo el im-pacto de la Revolucin de Octubre y de la subsecuente oleada revolucio-naria , e l marxismo pugnaba por ajustar las ideas al movimiento impetuosode lo real . A ese mundo de ideas en ebul l icin e impregnado de unesp r i tu cr t ico que no se prosternaba ante ninguna autoridad, respondeel t raba jo Ma rxismo y filosofa, de 1923, al que sigue algunos aos des-pus, una Anticrtica en la que Korsch se enfrenta con todo denuedo y pa-sin a sus crticos.

    Ahora bien, qu sentido t iene esta vuelta de Korsch a la escena tericaactual , s i desechamos una razn puramente histrica, o cier ta nostalgiade una poca en que el marxismo se presentaba an con voces disonantesque la cr t ica no t rataba de acal lar ( textos como Marxismo y filosofafueron t raducidos precisamente al ruso, lengua en la que se le hacanlas m s severas cr t icas) ? N o se tr at a de n ad a de eso. El hec ho es queKorsch aparece, en nuest ros das , una y ot ra vez, asociado a nombres yact i tudes que, independientemente del valor que les at r ibuyamos, en modoalguno h an p erdid o su fue rza vi tal . Si Ko rsch pue de merecer hoy nuest raatencin no es como objeto de un piadoso recuerdo, o para recrearnosen una aceptacin o un rechazo total de sus soluciones, sino porque suspreocupaciones y sus problemas estn vivos de uno u otro modo para nosotros.Ciertamente, a l acercarnos a Korsch algunos problemas que para el marxis-mo son vitales se despliegan ante nosotros en toda su agudeza. Pero, antesde presentar a nuest ros lectores en qu reside su problemt ica fundamental

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    y, mostrar con el la, su significado actual , t racemos un breve esbozo desu vida y su obra.K ar l Korsch nac e en 1886 en To stedt , Alem ania, en el seno de u nafamil ia de la clase media. Estudia derecho, economa y f i losofa en Munich,Berl n , Ginebra y Jena. En 1910 se doctora en Derecho en la Universidadde Jena con la tesis t i tulada "El paso de la prueba en la cal ificacin dela confesin". Se casa en 1908 y de su matrimonio t iene dos hi jas. En losaos inmediatamente anter iores a la primera Guerra Mundial , reside enIngla ter ra donde en t ra en contac to con l a Sociedad Fabiana . Respondien-do todava a su formacin jurdica, publ ica en 1913 una Contribucin alconocimiento y comprensin del derecho ingls.Al estal lar la Guerra Mundial , es movil izado y, con grado de oficial delejrci to alemn, toma parte en el la. Esta experiencia histrica y personalinfluye decisivamente en su vida como en la de tantos ot ros: la guerralo l leva a la pol t ica. En 1919, el jurista de los aos de paz y el comba-t iente apenas desmovil izado, se convierten en un act ivo mil i tante pol t ico.Ingresa , primero, en las f i las del Part ido Social i s ta Alemn Independien-te, de orientacin centrista, en el que destacan las figuras de dos colososde la socialdemocracia: Karl Kautsky y Rudolph Hi l ferding, que habra deadqui r i r fama como autor de El capital financiero. Pronto abandona l ast ibias fi las del part ido social ista y se incorpora al Part ido Comunista Ale-mn Unif icado (VKPD) que surge de la escisin del Part ido Social i s taen octu bre de 1920 y l leva a la unificac in de la ma yor a del Pa rt id oSocial i s ta y del Part ido Comunista en el grupo Espartaco, fundado porRosa Luxemburgo en diciembre de 1920. As , despus de haber mi l i tadojunto a Kar l Kaus tky , lo encont ramos a l l ado de Rosa Luxemburgo quepersonif ica la tendencia opuesta .Su mil i tancia pol t ica de estos aos se conjuga con cierta actividad te-rica que da lugar a diversos art culos y ensayos como: Qu es la socia-lizacin?, 1919; La subversin de la ciencia natural por Albert Einstein,1921; Puntos nodales de la concepcin materialista de la historia, 1922(di r ig ido cont ra Kaut sky) , y Glosas marginales al programa del PartidoObrero, 1922.

    1923 es para Korsch un ao de intensa y variada act ividad: como p r o -fesor de derecho en la Universidad de Jena, como minist ro comunista deJust icia en Turingia, durante los meses de octubre y noviembre, a l calorde los xi tos ef meros de la Revolucin Alemana y como diputado comu-nista del Parlamento de Turingia. En 1923 aparece su famoso t rabajoMa rxismo y filosofa que habra de convert i rse en el cent ro de las msagudas y opuestas cr t icas. Este texto ve la luz en la revista de LeipzigArchiv fr die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung quepub lica asimismo los tra ba jos d e G eorg Lu kc s sobre Moses H ess yLasalle. 1923 es, finalmente, el ao en que aparece l a obra de Lukcs10

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    Historia y conciencia de clase. Desde entonces, el t tulo de este l ibro y el d eMarxismo y filosofa, as como los nombres de sus autores sern asociadospor sus cr t icos ms implacables.La act ividad prct ica pol t ica de Korsch, desde las f i las del Part idoComunista Alemn, se prolongar todava algunos aos en el curso delos cuales figura como director de Die Internationale, rgano tericodel part ido, diputado del Reichstag y delegado al V Congreso de la III In-ternacional , que se celebra en Mosc en 1925. Los ataques de que esobjeto su l ibro por Zinviev en dicho congreso y, part icularmente, suacti tud frente a la pol t ica exterior sovit ica, que se manifiesta sobre todoen su condena del t ratado germano-ruso, conducen a su exclusin delpart ido en 1926. Tras de su expulsin, prosigue su labor como diputadohasta 1928 y desarrol la una act ividad pol t ica de oposicin en torno alas revistas Kommunistische Politik, pr imero , Der Gegner (El adversar io) ,despus. En la primera publ ica La lucha de la izquierda por la Internacio-nal Comunista y Diez aos de lucha de clases en la Rusia de los Soviets;en la segunda, da a conocer sus Tesis sobre Hegel y la revolucin. En d i -chas revistas mantiene una posicin ul traizquierdista que, en el terrenoprctico mil i tante, l lega a su fin en 1928.Desde entonces se consagra a una act ividad terica sobre cuest ionesdiversas; en el la destaca su prlogo a una nueva edicin alemana deltomo I de El Capital. La l legada de Hi t ler al poder , e hace abandonarAlemania y t ras l adarse pr imero a Dinamarca y ms t a rde a Ingla ter rahasta que en 1936 se instala defini t ivamente en los Estados Unidos. Aqupublica en 1938 su l ibro Karl Marx en el que se ocupa de su doctrinacomo concepcin de la sociedad, de la economa pol t ica y de la historia.Las vicisi tudes de su vida y su obra no le han apartado de su visinoriginal , aunque ahora insis te sobre todo en la teora de Marx no comofilosofa sino com o ciencia social : "E n cu an to ciencia materia l ista deldesarrol lo contemporneo de la sociedad burguesa, la teora marxista es,al mismo t iempo, una gua prct ica para el proletar iado en su lucha porreal izar la sociedad proletaria." Korsch afirma su fidel idad al pensamiento-de Marx, pero destacando lo que, en su juventud, pareca olvidar: sucientificidad. Ciertamente, el tono fogosamente polmico e incisivo de sust rabajos juveni les , queda at rs , aunque permanece en pie aquel la aspi ra-cin de aos lejanos de dinamizar al marxismo, de ponerlo en consonanciacon el movimiento de la real idad. Es lo que reafi rma ahora al manifes-tar , quince aos despus, que su propsi to es exponer a Marx sal iendaal paso del procedimiento supuestamente "ortodoxo" de ci tar lo al margende su t iempo y de las condiciones histricas que hay que tener presentespara su interpretacin material i s ta .En estos aos de alejamiento de la pat r ia , colabora en Living Marxismy ot ras revistas norteamericanas de izquierda, reviviendo en cier to modolas preocupaciones de antao en sus ar t culos La ideologa marxista en

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    acaba por ser excluido de las f i las del part ido; Lukcs, cr i t icado primero,por el propio Lenin, por sus posiciones izquierdistas y, ms tarde, acusadode oportunista por sus famosas "Tesis de Blum", logra esquivar la exclu-sin. Lukcs responde a sus det ractores con una autocr t ica; Korsch, conuna "anticr t ica". Sin embargo, al cabo de los aos, despus de su pere-grinacin por universidades europeas y norteamericanas, la ant icr t ica deKorsch desemboca en una cr t ica casi total , en una verdadera abjuracindel marxismo, mient ras que Lukcs, como un nuevo Gal i leo, que se auto-cri t ica por razones tct icas, l lega al final de su existencia, reafirmandoen un rejuvenecimiento de su marxismo cr t ico, or iginario lo que ensu juventud fue la razn de su vida. Las vidas paralelas se separan total -mente en el l t imo t ramo: Korsch muere cal ladamente, vaco de s mismo,como el que muere en un val le olvidado; Lukcs, e l viejo Lukcs golpeadodurante tantos aos por todos, muere pleno de s , cargado an de pro-yectos; discutido, s , incluso con encono, pero entre el reconocimiento ge-neral salvo el de algunos pigmeos que an empuan la vara de la orto-doxia stalinista.Pero volvamos a Korsch, no al Korsch en ruinas de sus l t imos aos,sino al vivo, deslumbrante e incisivo de Marxismo y filosofa.El problema cent ral para Korsch es el de f i jar la verdadera relacin delma rxismo como fi losofa y la real idad. Conc ebida originariam ente com oteora de la revolucin social , la doctrina de Marx se ha convert ido, por obrade un marxi smo or todoxo, en una t eor a "pura" que no conduce a n ingnimperat ivo prct ico, aunque si rva para salvar , en defini t iva, una prct ica re-formista . Esta act i tud impl ica una interpretacin negat iva de las relacionesentre marxismo y fi los ofa ; es decir, un a ne gacin del con tenido fi los-f ico propio de la doct r ina de Marx. En este terreno se encuentran losintelectuales burgueses y, part icularmente, los tericos marxistas de laII Internacional . El marxismo se reduce as a una teora de la sociedado a una cr t ica cientfica de diversos aspectos de la sociedad modernaburguesa que no desemboca necesariamente en una praxis revolucionaria .El marxismo -en su ncleo originario, es decir, como teora de la revo-lucin social mantiene un nexo indisoluble entre la teora y la prct ica,pero los marxistas ortodoxos de la II Internacional , a l reduci r lo a unacr t ica cientfica, destruyen ese nexo. Ahora bien, para Korsch, su carcter fi -losfico y su na tura leza pr ct ica rev olucio naria son inseparab les, com o loson la teora y la prct ica. De ah que, a juicio suyo, el olvido del carcterrevolucionario prct ico (como lo olvida el reformismo) se exprese, a suvez, en el desprecio de los tericos socialdemcratas por su contenido fi lo-sfico y, en general, en el olvido de los principios de la dialctica. As,pues, para Korsch restablecer la relacin interna ent re la teora y lapraxis significa restablecer la verdadera relacin entre el marxismo y lafi losofa e, indisolublem ente con el lo, salvar la dialct ica.

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    una " teor a pura que descubre las verdades y de una praxis pura queaplica en la real idad estas verdades al fin descubiertas.As , pues, Korsch se pronuncia contra dos modos de concebir la rela-cin de la filosofa y la rea l idad qu e, pese a su oposicin en el p lan oterico y prct ico, coinciden en mantener el dual ismo de teora y praxis .No es de ext raar que el doble ataque de Korsch a un marxismo queniega la fi losofa y a otro que slo la restablece a un nivel material istanatural i s ta , "predialct ico e incluso pret rascendental" , fuera seguida ya en1924, a raz de la publicacin de Marxismo y filosofa, es decir, antes deque en su Anticrtica rechazara abier ta y francamente las dos posicionesantes sealadas, de una doble condena. En un caso es la de Wells, presidentedel part ido socialdemcrata en un Congreso del part ido y en el ot ro, la deZinviev, presidente de la III Internacional en el V Congreso Mundial desta, seguidos por los tericos ms importantes de ambas corrientes. Las cr-t icas alcanzan asimismo a Lukcs y a ot ros pensadores de Europa Centralde aquel t iempo como Fogarasi que, teniendo como punto de mira elManual de Bujar in La teora del ma terialismo histrico se haban enfren-tado a una concepcin cientifista, objet ivista, material ista-vulgar del mar-xismo. Hay que subrayar que en esta l nea de pensamiento, en la quese s i tan Korsch y Lukcs se encontrar asimismo un poco ms tarde elmarxista i ta l iano Gramsci con su cr t ica del Manual de Bu j a r i n .Pero en 1924 Lukcs y Korsch const i tuyen el blanco principal de losataques. El 25 de jul io de ese ao Pravda los tacha de revisionistas eidealistas y les rec ue rda com o postulados fi losficos fu nd am en tale s delma rxism o la teora del reflejo y la dialct ica de la natu rale za.El intento de Korsch de restablecer las relaciones entre marxismo yfi losofa y, con el las, de la teora y la praxis, dese mb ocab a as en un aoposicin i rreduct ible ent re su interpretacin del marxismo, como unidadindisoluble de teora y praxis, y el marxismo cientfico-posit ivista o ma-terial ista predialct ico que negaba esa unidad.Es en este terreno en el que debemos juzgar el significado de la con-cepcin de Korsch, y el grado de vigencia que pueda tener en nues-tros das.L a fi losofa de Ko rsch es, en defin i t iva, un a fi losofa de la praxis, ente n-dida sta como afi rmacin del momento decisivo de la prct ica de lacual la teora sera su expresin consciente. El nexo entre una y otra noslo es indisoluble, sino adems directo e inmediato. Podemos considerar,en este aspecto, su analoga con el pensamiento de Lukcs part icular-mente por la identificacin Iukacsiana de sujeto y objeto, de la concienciadel proletar iado y del movimiento histrico real . Pero en Lukcs la unidadde teora y prct ica que es, ciertamente, indisoluble no se da de un modoinmediato. Requiere de un elemento mediador que es para l , de acuerdocon la teora leninista de la organizacin, el part ido. Es el part ido el

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    que ayuda al proletariado a pasar de clase en s a clase para s y, de estemodo, le permite alcanzar una visin del todo social y actuar de un modocentral para transformarlo. Es, pues, el part ido el que asegura, con estamediacin, la unidad entre la teora y la prct ica revolucionarias. En vanobuscaremos en Korsch la presencia de este elemento mediador; ent re lateora y la praxis la relacin es directa; aqulla es la expresin de sta.Las l imi taciones del pensamiento de Korsch dejemos por ahora lasde Lukcs se encuentran en su propia concepcin de las relaciones ent rela teora y la prct ica. Es justa su cr t ica de las concepciones que ha-cen de la teora un saber "puro" que no desemboca en imperat ivos prc-t icos o un momento aparte que slo vuelve a la prct ica para guiarla ,para fi jarle sus objet ivos, o presentar verdades que deben ser aplicadasprct icamente. La cr t ica de Korsch de esta nueva forma de teoricismoexiga otra localizacin de la teora: en la praxis misma. Ahora bien,para Korsch, el modo de estar la teora en la praxis es el de la inmedia-tez: la expresin directa. La teora es interior con respecto a la praxis. Aspues, Korsch se si ta en un punto de vista opuesto al de la "exteriori-dad" de la conciencia de clase que el part ido debe int roduci r , desdefuera, en el movimiento obrero. Como es sabido, sta es la concepcinque pasa de Kautsky a Lenin, convirt indose en un elemento clave de lateora leninista de la organizacin.Podra pensarse que Korsch, al oponerse al dualismo de teora y praxis,que l encuentra en el marxismo de la III Internacional , lo hace preci -samente por negar ste el momento de la interioridad de la teora y, enconsecuencia, por su analoga con la concepcin cientifista-posi t ivista dela socialdemocracia. Y tal vez podra juzgarse que no le fal ta razn sitenemos presente que la teora leninista de la conciencia de clase "exte-r ior" al movimiento obrero procede, como reconoce el propio Lenin, delterico socialdemcrata Kautsky. Sin embargo, a nuest ro modo de ver ,simplificaramos demasiado las cosas si viramos en el modo leninista deconcebir la relacin conciencia-movimiento obrero, teora-praxis, un merocalco de la concepcin de Kautsky. En efecto, si bien es cierto que Leninha sealado la necesidad de inculcar la conciencia social ista desde fuera,no pretende mantener esta conciencia, una vez que el e lemento mediadorel part ido existe , como un saber apar te , s ino que aspi ra a que se nu t ra dela praxis y se integre como un elemento de el la. Con su propia act ividad co-mo ter i co pol t i co y como pol t i co prc t i coLenin ha dado v ida a es t aconcepcin. De este modo, un doble e indisoluble movimiento de interio-ridad y exterioridad sera propio de la teora en su relacin con lapraxis. Que en la aplicacin de la teora leninista de la organizacin hayadominado el momento de la exter ioridad da cier ta vigencia a la cr t icade Korsch de una concepcin de las relaciones entre teora y prct ica queya apuntaba en los aos de Ma rxismo y filosofa y que, sobre todo, conel uso aberrante del stal inismo, habra de conducir a la consumacin total16

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    del dual ismo de teora (como saber del Part ido; f inalmente, de Stal in) yprct ica. Prueba asimismo que en la ent rada misma de la teora leninistade la conciencia de clase y de la organizacin estaba ya dada la posibi-l idad (no la inevitabil idad) de dicho dualismo, ya que en el la ambosmomentos coexisten; bastaba olvidar uno olvidando as la propia con-cepcin de Marx para que el otro (el de la exterioridad) se elevar alplano de lo absoluto.El recurso de Korsch consiste , como ya hemos most rado, en negar unadoble "pureza" de la teora (como cr t ica cient f ica s in consecuencias prc-t icas, en un caso; como saber aparte y gua en ot ro) para af i rmar encambio su interioridad, su carcter expresivo. Con el lo, la teora pierdesu "pureza" y se integra en la prct ica como un elemento interno deel la . Sin embargo, Korsch no logra reivindicar la verdadera funcin prct icade la teora ( Tes i s [xi] sobre Feuerbach, de Marx), ya que el la no sloexpresa o ref leja la praxis (aspecto fundamental , subrayado por Korsch)sino que la esclarece y, de este modo contribuye a transformar lo real(aspecto cognoscit ivo que palidece en Korsch). La teora no es slo len-guaje de la prct ica o espejo en el que podemos contemplar su rost ro;es asimismo un indicador en medio de la marea que apunta a t ierras inex-plorables de la unidad de la teora y la prct ica.Todo el texto de Korsch t iende a rechazar la relacin ent re marxismoy f i losofa , o ent re ma rxismo y real ida d, com o u na relacin de teora yprct ica que niegue el momento de la inter ioridad. De ah su hincapien el carcter inmediato, directo o expresivo de esa relacin. Pero estecarcter expresivo se t ransparenta sobre todo en una prct ica revolucio-naria ya const i tuida o en movimiento y no en una prct ica que hay quepromover o consti tuir. Por eso se explica la aparicin de Marxismo yfilosofa en 1923, es decir, en un momento en que la prct ica revolucio-naria const i tuida en octubre de 1917 y puesta en movimiento en Europacentral parece avan zar como "prlogo de la Revolucin M un dia l" (Le-nin). Pese a las dificultades asombrosas con que tropiezan los bolcheviquesen esos aos y a los al t ibajos de la marea revolucionaria , Korsch comoLukcs y, en general , los ul traizquierdistas europeos creen que, efect iva-mente, se est escribiendo el prlogo de la revolucin mundial . Pero prontocae el teln; la perspectiva revolucionaria mundial se aleja para reducirse,en medio de la relat iva estabil izacin del capital ismo, a la "construccindel socialismo en un solo pas".

    Ma rxismo y filosofa responde a este momento de auge revolucionario.L a teora se ve en Korsch como expresin inm edia ta de la prax is; enuna si tuacin de este gnero el momento de la interioridad oscurece asu opuesto. Es la hora del ul traizquierdismo. Pero esta hora pasa; la propiaprct ica, con su ref lujo, demost rar que las maneci l las del reloj no puedenestar paradas en el mismo punto; dicho en ot ros trminos, la teora nopuede aferrarse a su funcin expresiva. Va a surgi r la necesidad im-17

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    puesta por la propia real idad de que vuelva sobre el curso de lo real , loanal ice y desent rae, para insertarse ms profundamente en la prct icamisma.Cuando Korsch escribe ms tarde su Anticrtica la real idad no es la mismade hace unos aos. En la medida en que se han ido alejando las perspec-t ivas que se acariciaban en los aos 20, el precio pagado por la construc-cin del social ismo incluye la elevacin de la teora como saber "puro"y de la organizacin como destacamento aparte al plano de lo absoluto.Es entonces cuando el marxismo de Korsch revela su doble faz: su debi-l idad y su fuerza. Debi l idad: porque contra lo que l sost iene la teorano puede ser simplemente expresin directa, sino que t iene que destacarse dela praxis para volver a establecer una relacin interna ms profunda conella. Fuerza: porque de acuerdo con l la teora no puede ser, cierta-mente, un saber "puro" ni la organizacin un destacamento aparte , aunqueesta concepcin de la pura exterioridad de la conciencia y del part ido hayapredominado terica y prct icamente, sobre todo despus de escribirse laAnticrtica.

    Los textos de Korsch no han perdido su validez en nuestros das, justa-mente porque en el los se reafirman con trazos no menos vigorosos, su debi-l idad y su fuerza. Los l mites con que tropez su concepcin hace cincoo cuatro dcadas son los mismos con que tropieza hoy: hacer de la teorala expresin directa e inmediata de la prct ica revolucionaria. Pero lacr t ica de Korsch conserva, asimismo, su sentido y su acento, aunque yaestn lejanos los das del reformismo y posi t ivismo de la vieja socialdemo-cracia , y aunque el s tal inismo haya perdido la preeminencia que tuvohasta hace unos aos; su cr t ica vale como una advertencia constantecontra toda tendencia a la exterioridad absoluta en las relaciones entrela teora y la prct ica, ya sea que sta se presente en forma de unaburocrat izacin de las vanguardias o en las concepciones el i t istas de unblanquismo reverdecido, ya sea que adopte la forma de un nuevo teori -cismo u objet ivismo cientifista que haga del marxismo una ciencia apartey absoluta que a la prct ica slo toca aplicar.

    M x ic o , D . F . , n o v i e m b r e d e 1 9 7 1

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    M A R X I S M O Y F I L O S O F A

    Debemos organizar e l e s tud io s i s temt ico de lad ia lc t ica de Hege l , gu iados por puntos de v is tamater ia l i s tas . L e n in , 1 9 2 2El afirmar que la cuest in de la relacin entre marxismo y fi losofa encierraun problema de gran importancia terica y prct ica, no hubiera encontradohasta hace poco mucha comprensin, ni por parte de los intelectuales bur-gueses, ni de los m arx istas. Pa ra los profesores de filosofa, el m arx ism orepresenta, en el mejor de los casos, un prrafo de importancia secundariaen el captulo de la historia de la fi losofa del siglo xix, en general , t ratadomuy someramente, bajo el t tulo de "la descomposicin de la escuela he-gel iana". 1 Pero tampoco los marxistas , aunque por mot ivos totalmente dis-t intos, concedan generalmente mayor importancia al "aspecto f i losfico"de su teora. Ya los propios Marx y Engels, quienes por otra parte tantasveces haban subrayado con gran orgullo el hecho histrico de que, con el"social ismo cientfico", el movimiento obrero alemn haba sido heredero

    1 As por e jemplo , Kuno F ischer , en su Geschichte der neueren Philosophia ( H i s -tor ia de la f i loso f a moderna) , en nueve vo lmenes , consagra una p g in a ( l a 1 1 7 0 )de los dos vo lmenes ded icados a la f i loso f a de Hege l , a l "soc ia l i smo de Estado"(e l de B ismarck) y a l "comunismo", cuyos fundadores son , segn l , FernandoLasa l le y Car los Marx , a qu ien despacha en dos l neas . Ci ta a Feder ico Enge lsnicamente para bur larse un poco de sus co legas de l ramo, f i lso fos , a travs deestas c itas . En Grundriss der Geschichte der Philosophie vom Beginn des XIXJahrhunderts bis auf die Gegenwart (L neas genera les de la h is tor ia de la f i loso f ad e s d e p r in c ip io s d e l s i g lo x i x ha s t a l a a c t u a l id a d ) ( l i a . e d i c i n , 1 9 1 6 , Os t e r r e i c h ) ,de berweg-Heintze , s iqu iera dos pg inas (208-209) tra tan de la v ida y doctr inade Marx y Enge ls ; y , en a lgunas l neas , tambin , se menc iona a la concepc inmater ia l i s ta de la h is tor ia como una doctr ina importante para la h is tor ia de laf i loso f a y se la def in e com o la " invers in exacta de la conc epc i n idea l i s ta"de Hege l . F . A. Lange , en su Historia del materialismo, s lo hace una re ferenc iah is tr ica a Marx como a "uno de los conocedores ms profundos de la historiade la economa nacional que v iven en la ac tua l idad" , s in tomar en cuenta a Marxy Enge ls como ter icos . La ac t i tud que es tamos descr ib iendo es caracter s t ica in -c luso de los autores de es tud ios monogrf icos sobre e l conten ido "f i los f ico" de lm a r x i s m o . De B e n n o E r d m a n n , p o r e j e m p lo , e n s u Die philosophischen Vorausset-zungen der materialistischen Geschichtsauffassung (Las premisas f i los f icas de laconcepc in mater ia l i s ta de la h is tor ia ) , Jahrb . f . Gesetzgbg . Verw. u . Volksw.x x x i ( 1 9 1 6 ) , e s p e c ia lm e n t e e n l a s p p . 9 7 0 - 7 2 . M s a d e la n t e s e d a r n n u e v o sd a t o s e n o t r o c o n t e x t o .19

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    de la fi losofa clsica alemana,2 se resist an, sin embargo, a que esta frasefuera interpretada como si el social ismo, o comunismo cient ;fico, const i tu-yera esencialmente una "f i losofa" . 3 Antes bien, consideraban que la tareade su social ismo "cientfico" consist a en superar y "abolir" formal y sus-tancialmente, no slo toda fi losofa idealista burguesa, sino al mismo t iem-po toda fi losofa en general . Ser necesario explicar de tal la da m nte m s ade-lante en qu consist a o deba consist ir dicha superacin y abolicin de lafi losofa, segn la concepcin de Marx y Engels. Por el momento, nica-mente anotamos el hecho histrico de que este punto ya no pareca ence-rrar ningn problema para la mayora de los marxistas de pocas ul ter io-res. La mejor caracterizacin de la manera como se las arreglaban con lafi losofa es por medio de la frase muy grfica de Engels para describir laact i tud de Feuerbach frente a la f i losofa hegel iana; di jo que Feuerbach"despreocupadamente hizo a un lado la f i losofa hegel iana". 4 D e m a n e r amuy similar procedieron despus muchos marxistas con toda fi losofa engeneral , en apego aparentemente muy "ortodoxo" a las indicaciones de losmaest ros. As , por ejemplo, Franz Mehring resumi ms de una vez enpocas palabras su punto de vista respecto al problema de la fi losofa, adhi-rindose a la "renuncia a todos los devaneos fi losficos" que fue "para losmaestros [Marx y Engels] la base de sus logros inmortales". 5 Esta a f i rma-cin hecha por un hombre que con toda razn pudo deci r de s que sehaba "ocupado ms detenidamente que nadie de los principios f i losfi -

    2 As se dice textualmente en la conocida frase f inal del escrito de Engels ,Ludw ig Feuerb ach y el fin de la filosofa clsica aleman a ( 1 8 8 8 ) , p e r o e x p r e s i o -nes s imilares se encuentran tambin en casi todas las obras de Marx y Engels desus diversos periodos. Vase , por ejemplo, la frase f inal del prefacio de Engelsa la primera edic in de su opsculo Del socialismo utpico al socialismo cientfico(1882).3 Vase al respecto, especialmente , la polmica del Manifiesto comunista d e1847-48 contra e l social ismo alemn o social ismo "verdadero", as como las ob-servaciones con las que Engels inic ia e l art culo sobre e l social ismo alemn quepubl ic en e l Almanaque del Partido Obrero para 1872 (en alemn en la revistaNeue Zeit, 10/1) . En este lugar, a l parecer coincidiendo totalmente con la historiaburguesa de la f i losof a , Engels caracteriza esta corriente del social ismo alemnanterior a las jornadas de marzo, "dominada desde un principio po r el nombrede Marx" , como "un movimiento ter ico , surg ido de la descompos ic in de laf i losof a de Hegel" y contrapone los seguidores de esta corriente , los "ex f i lsofos",a los "obreros" que, segn su exposic in, const i tuan la otra de las dos corrientesque en 1848 se fundirn para dar lugar a l comunismo a lemn.* Ludw ig Feuerb ach y el fin de la filosofa clsica alem ana. En C. Marx y F .Enge ls , Obras escogidas, Ed. en Lenguas Extranjeras , Mosc , 1952 , t. II, p. 3 4 9 .5 Neue Zeit 28 , i , 686 Dec larac iones s imi lares se encuentran tambin en e lcaptulo sobre La ideologa alemana de la b iograf a de Marx de Meh r ing (pp .116-17 de la ed. a lemana. Si se comparan estos pasajes de Mehring, con laparte correspondiente de la b iograf a de Enge ls e scr ita por Gustav M ayer (1 92 0) ,pp . 234-61 de la ed ic in a lemana , se pone en ev idenc ia has ta qu punto ha sub-es t imado Mehr ing la importanc ia de la obra f i los f ica de Marx y Enge ls , quelamentablemente no ha s ido publ icada has ta hoy en su to ta l idad .20

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    eos de Marx y Engels" , es especialmente representat iva de la opinin queprevaleca ent re los tericos marxistas de la Segun da In terna cion al (1889-1914) con respecto a todos los problemas "fi losficos". Los tericos marxis-tas competentes de la poca consideraban como un derroche de t iempo y es-fuerzo sumamente int i l e l ocuparse de problemas que en el fondo no eranfilosficos en un sentido estricto, sino que se referan a las bases generalesmetodolgicas y gnoseolgicas de la teora marxista. Se toleraba nolensvolens la discusin de este tipo de diferencias filosficas; incluso se parti-cipaba en el las , pero af i rmando siempre enft icamente que su solucin eratotalmente irrelevante para la prct ica de la lucha de clases del proletariadoy que siempre lo sera. Tal concepcin, desde luego, slo se justificabalgicamente s i e l marxismo como tal fuese una teora y una prct ica cuyasustancia esencial e i r remplazable no incluyera ninguna act i tud determina-da frente a cualquier cuest in f i losfica; de manera que no se hubieraconsiderado como un imposible el que, por ejemplo, un importante tericomarxista en su vida privada f i losfica hubiera s ido un discpulo de ArthurSchopenhaue r .

    As , en aquel t iempo, por ms grandes que hayan sido en general las diver-gencias entre las ciencias marxistas y burguesas, haba una concordanciaaparente en este nico punto. Los profesores de f i losofa se aseguraban mu-tuamente que el marxismo no tena un contenido fi losfico propio, y crean*haber d icho a lgo impor tan te contra l. Los marxistas ortodoxos por su par-te igualmente se confi rmaban mutuamente que su marxismo, por su carc-ter mismo, no tena nada que ver con la fi losofa y crean decir algo degran impor tancia en su favor. Por l t imo, tambin part a de esta concep-cin bsica una tercera corr iente que durante todo ese t iempo era la nicaen ocuparse un poco ms detenidamente del aspecto fi losfico del social is-mo: las diversas variantes de social istas "fi losofantes" que consideraban co-mo su tarea "completar" el s i s tema marxista mediante concepciones ge-nerales fi losfico-culturales o pensamientos de la fi losofa kantiana, dietzge-nista, machista o cualquier otra. Pues justamente al considerar que al sis-tema m arxista le hac a fa l ta un com pleme nto f ilosfico, pon an d e m ani-

    6 Un e j e m p lo m u y in t e r e s a n t e d e e s t o p o d e m o s v e r lo e n u n p e q u e o c o n f l i c t ode l cua l se encuentran trazas en Neue Zeit, 2 6 , i , ( 1 9 0 7 - 0 8 ) , p p . 6 9 5 - 8 9 8 . C o nmot ivo de la publ icac in de un art cu lo de Bogdnov sobre Ernst Mach y la re-volucin, la redacc in (Kar l Kautsky) publ ic una advertenc ia en la que e l tra -ductor annimo crey oportuno reprender a la soc ia ldemocrac ia rusa porque " lasd ivergenc ias tc t icas muy ser ias" entre los bo lchev iques y menchev iques se haban"agravado" en Rus ia "por una cuest in que , a nuestro modo de ver , e s totalmen-te independiente: la de saber s i , desde e l punto de v is ta gnoseo lg ico , e l marx ismoc o n c u e r d a c o n S p in o z a y Ho lb a c h o c o n M a c h y Av e n a r iu s " . Co n m o t iv o d e e s t ecomentar io , la redacc in de l Proletari b o lc h e v iq u e r u s o ( L e n in ) c o n s id e r n e c e s a -r io dec larar que "es ta quere l la f i los f ica en rea l idad no const i tuye un problemade fracc in , n i debe l legar a ser lo" , a ju ic io de la redacc in . S in embargo , e lautor de es te ment s formal , e l gran tc t ico Lenin , publ ic ese mismo ao , comoes sab ido , su obra f i los f ica Materialismo y empiriocriticismo ( e n r u s o ) .

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    fiesto que, tambin para el los, el marxismo en s careca de contenido fi lo-sfico.7Hoy resul ta relat ivamente fci l demost rar que esta concepcin puramen-te negativa de las relaciones entre marxismo y fi losofa que hemos observa-do, en aparente concordancia, tanto entre los intelectuales burgueses comoen los marxistas ortodoxos, surgi en ambos casos de una consideracin muysuperficial e incompleta de los hechos histricos y lgicos. Sin embargo, co-m o en parte las condiciones bajo las cuales uno y otro grupo han l legado aeste resul tado varan mucho, queremos presentarlas por separado. Se verentonces que, pese a la gran diferencia entre los motivos de cada grupo,las respectivas series causales se vuelven a en co ntra r en u n pu nto imp or-tante. Es decir, veremos que, de manera muy similar a como los eruditosburgueses de la segunda mitad del siglo xix, al olvidar totalmente la fi lo-sofa hegeliana, perdieron tambin la concepcin "dialct ica" de las relacio-7 Ellos ve an en es ta c ircunstanc ia un defec to de la teor a marx is ta y no , comolos "marxis tas or todoxos" , una ventaja de l soc ia l i smo, que se haba transformadode f i loso f a en c ienc ia ; pero , a l mismo t iempo, tra taban de sa lvar , en parte oto ta lmente , e l res to de la teor a soc ia l i s ta . De es te modo , en la d isputa entrela c ienc ia burguesa y la c ienc ia pro le tar ia , part an s iempre de antemano de l puntode v is ta de l adversar io burgus y s lo tra taban de esquivar , hasta donde fuerapos ib le , la s consecuenc ias necesar ias . S in embargo , cuando , a ra z de los sucesosde la guerra y la cris is de 1914, ya no fue posible e ludir por ms t iempo elproblema de la revo luc in pro le tar ia , todas las variantes de ese soc ia l i smo f i loso -fante mostraron su verdadero ros tro con la n i t idez deseab le . Tanto los soc ia l i s tasf i loso fantes , ab ier tamente ant imarx is tas o no marx is tas , por e jemplo: Bernste in y

    Ko ig e n , c o m o la m a y o r a d e l o s m a r x i s t a s f i l s o f o s ( p a r t id a r io s d e D ie t z g e n y M a c h )han demostrado desde entonces , con sus pa labras y sus hechos , que , no s lo en suf i losof a , s ino , tambin , como consecuenc ia necesar ia , en su teor a y prct icapo l t icas , no haban logrado l iberarse en rea l idad de l punto de v is ta de la soc ie -dad burguesa . No es necesar io ins is t ir en demostrar e l carcter re formista burgusde l marx ismo kant iano , ya que es impos ib le dudar de l . En cuanto a l marx ismomachis ta , ya en 1908 Lenin demostr cu l e s e l camino a l que conduc a necesa-r iamente a sus part idar ios (y a l que e fec t ivamente ha conduc ido a la mayor ade e l los ) . E l marx ismo d ie tzgen is ta ha a lcanzado su meta por ese mismo camino ,com o lo demuestra sin lugar a dud as un breve fo l le to de l h i jo de Di e tzg en (1 92 3)en e l que es te "neomarxis ta" bastante ingenuo no so lamente fe l ic i ta a su " f iador"Kautsky por haber abandonado la mayor a de las ideas de l "v ie jo marx ismo", s inoadems se lamenta de que Kautsky , tras de ver nuevamente , c laro en tantascosas , an conserve a lgunos res iduos de ese "v ie jo marx ismo" (p . 2 ) . S in embargo ,David Koigen aporta la mejor prueba de cun cer tero era e l ins t in to po l t ico deMehring a l prefer ir , ante devaneos f i los f icos de es ta ndo le , renunc iar def in i t iva-mente a toda f i loso f a . Para convencerse de e l lo , basta leer la cr t ica ex trema-d a m e n t e b e n v o la q u e M e h r in g h i z o a l p r im e r tr a b a j o f i l o s f i c o d e Ko ig e n ( " E ln e o m a r x i s m o " , e n eue Zeit, 20, i , pp. 385 y ss . , y en Marx-Engels Nachlass, t.a , p . 348) que es , desde cua lquier punto de v is ta , una obra inmadura; y luegotener presente con qu extrema rap idez es te f i lso fo se ha convert ido en un"soc ia l i s ta cu l tura l" ant imarx is ta de lo ms tr iv ia l , bajo la protecc in de Bernste in( 1 9 0 3 ) , y f in a lm e n t e e n u n o d e l o s r o m n t i c o s r e a c c io n a rio s m s c on f u s o s. ( S o b r ees ta l t ima fase , vase por e jemplo e l ar t icu lo de Koigen en la rev is ta Zeitschriftfr Politik, 1922, p . 304 y ss .)22

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    nes en tre fi losofa y rea l idad , entr e teora y pr ct ica , que e n la poca deHegel haba sido el principio vivo de toda la fi losofa y ciencia; as tambinentre los marxistas de la misma poca, haba cado ms y ms en el olvidoel significado original de este principio dialctico que, en los aos 40, losdos jvenes hegel ianos Marx y Engels haban conservado conscientemente"de la f i losofa alemana" ideal i s ta en el momento de apartarse de Hegely haban t rasladado a la concepcin "material i s ta" del proceso evolut ivohistrico-social.8Primero hablaremos brevemente de las razones por las cuales los fi lso-fos e historiadores burgueses se alejaron cada vez ms de la concepcindialct ica de la historia de la fi losofa, a part ir de mediados del sigloxix, y, por consiguiente, se volvieron incapaces de concebir y representarade cua dam ente el car cter indepe ndiente de la f i losofa ma rxista y su sig-nificado dentro del desarrol lo global de las ideas fi losficas del siglo xrx.

    Tal vez se podra aducir que el los tuvieron razones mucho ms obviasy fci les para ignorar o interpretar mal la f i losofa marxista; resul tar apues superfluo explicar su act i tud a travs de la prdida de la dialct ica.En efecto, no se puede negar el papel consciente de cierto inst into de cla-se en el t rato despectivo que dan al marxismo los historiadores burguesesde la fi losofa en el siglo xix. (Po r cierto, ha ba n p roce dido de igual m o-do con los fi lsofos "ateos" y "material istas" burgueses, como David Fried-r ich St rauss, Brun o Bau er y Lu dw ig Feuerb ach.) Sin embargo, nos ha-ramos una idea demasiado inexacta de los hechos, que en real idad sonmuy complejos, si nos l imitramos a imputar a los fi lsofos burgueses elhaber puesto su fi losofa o su historia de la fi losofa conscientemente alservicio de un inters de clase. Ciertamente, hay tambin casos que just i-ficaran esta burda suposicin;19 pero, por regla general , las relaciones en-tre los representantes fi losficos de una clase y la clase misma son muchoms complejas. Toda la clase dice Marx en El Dieciocho Brumario, don-de se ha ocupado un poco ms de este t ipo de relaciones crea y da for-

    8 E n g e l s , Anti-Dhring. La subversin de la ciencia por el seor Eugen Dhring( p r lo g o a l a s e g u n d a e d ic i n , d e 1 8 8 5 ) . V a n s e t a m b i n lo s c o m e n t a r io s d eMarx en es te mismo sent ido , a l f ina l de l ep logo de la segunda ed ic in de ElCapital ( 1 8 7 3 ) .9 El mejor e jemplo de es to lo encontramos en las s igu ientes observac iones deE. von Sydow en su l ibro Der Gedan ke des Idealreichs in der idealistischen Philo-sophie von Kant bis Hegel (E l concepto de l Estado idea l en la f i loso f a idea l i s tad e K a n t a H e g e l ) ( 1 9 1 4 , p p . 2 - 3 ) : " Al s e r h i s t or i z a d o e n e s ta f o r m a e l p e n s a -miento idea l (por e l idea l i smo a lemn que ' log i f ica ' la h is tor ia , y la conv ier tede una 'cadena de hechos ' en una ' ser ie de conceptos ' ) p ierde su fuerza exp lo -s iva . S i e l idea l e s una neces idad lg ico-h is tr ica , todo es fuerzo por a lcanzar lose vue lv e prec ip i tad o e int i l . Esta d isecac in de l pensam iento ide a l const i tuy e lmr i to de los idea l i s tas abso lutos . A e l los debemos que nuestro s i s tema soc ia ly econmico actua l s iga en p ie a lgn t iempo. Mientras las c lases gobernantes sel ibraban de la fantasmagor a de l idea l i smo y encontraban a menudo , con la vo lun-tad de ac tuar , e l va lor de hacer lo , e l pro le tar iado cree an en la escor ia mater ia -l izada de la concepc in idea l i s ta , y o ja l que es ta s i tuac in sa t i s fac tor ia preva lezca23

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    ma desde sus "bases materiales" a " toda una supraest ructura de impresio-nes, i lusiones, maneras de pensar y concepciones de la vida diferentes y pe-cul iares"; y una parte especialmente alejada de la "base material , econmi-ca" de esta supraest ructura, en este sent ido "condicionada por la clase" ,es tambin la fi losofa de la clase respectiva, primero en su contenido yfinalmente tambin en sus elementos formales. 10 Si queremos entender, enel sent ido de Marx, es deci r de manera realmente "material i s ta y por lotanto cient f ica" ,1 1 la incomprensin total de los historiadores burgueses dela fi losofa respecto al contenido fi losfico del marxismo, no podemos con-tentarnos con expl icar este hecho di rectamente y s in ninguna mediacin apart ir de su "ncleo terrestre" (la conciencia de clase y los intereses eco-nmicos que "en l t ima instancia" son su base) . Por el cont rar io, debemossealar una a una estas mediaciones, merced a las cuales resulta compren-sible, po r qu tam bi n los fi lsofos e historiadores burgueses q ue tra ta b ande indagar la verdad "pura" subjet ivamente, con la mayor "ausencia desupuestos" , forzosamente ignoraban el carcter de la f i losofa contenida enel marxismo o, si lo l legaban a advert ir , lo conceban de modo incompletoy equvoco. La ms importante de estas mediaciones es de hecho, en nues-tro caso, el que desde mediados del siglo xix toda la fi losofa burguesa, yen especial tambin la historia burguesa de la fi losofa, debido a su si tua-cin real , histrico-social , hayan renegado de la fi losofa hegeliana y su m-todo dialct ico y regresado a un mtodo de invest igacin en la fi losofa yen la historia de la fi losofa que efect ivamente les impeda entender "fi lo-sficamente" fenmenos tales como el social ismo cientfico de Marx.

    En las interpretaciones usuales de historiadores burgueses de la fi losofadel siglo xix se abre, en este punto, un profundo abismo que por lo gene-ral no es franqueado en absoluto o slo muy art i f ic ialmente. En efecto,an por mucho t iempo. El mrito principal de este trabajo corresponde, como enlas dems cuest ion es de principio , a Fichte ." En u na nota de pie de pg inaSidow dice expresamente, a este respecto, que se podra invocar este hecho contra"todos aque l los que a f irman, ms o menos ab ier tamente , que la filosofa no tieneningun a importanc ia poltica"\1 0 V a s e M a r x , El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, part icu larmente laspp . 247-48 (en C . Marx y F . Enge l s , Obras escogidas, ed. esp. c i t . , Mosc, 1952, t . i ) ,(sobre la relacin de las representaciones ideolgicas de una c lase y la c lase mismaen genera l ) ; vase tambin Enge ls , Ludw ig Feuerb ach y el fin de la filosofa cl-sica alemana (sobre la f i losof a) (C. Marx y F. Engels , Obras escogidas, ed. esp.c i t . , t . n) . Con esto se relaciona tambin la observacin de Marx en su tes is dedoctorado, en la que se opone en general a que se trate de expl icar los errorescomet idos por un f i lso fo "poniendo en cues t in su conc ienc ia part icu lar" , en vezde construir objet ivamente "la forma esencial de su conciencia esencial , de e le-varla a una c ierta forma y s ignif icado; y , con e l lo , a l mismo t iempo, sobrepasarla".1 1 V a s e Ma r x , El Capital (3* ed . , Fon do de Cul tura Econm ica , Mxico , 1959 ,t. i , cap. xiii, p . 336 , nota 4 ) , dond e M arx c o n re ferenc ia a la h i s tor ia de lasrel ig iones! seala que e l mtodo indicado en e l texto es "el nico que puedeconsiderarse como el mtodo material ista y por tanto c ient f ico". Ms adelantedaremos ms detal les a l respecto.24

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    no es posible imaginar que estos historiadores, t ratando de presentar laevolucin f i losfica de m an era totalme nte ideolgica y decidida me nte nodialct ica como un proceso que se desarrol la solamente en la "historia delas ideas", pudieran explicar racionalmente el hecho de que esta gran fi lo-sofa hegeliana (a cuya influencia espiri tual todopoderosa todava en losaos 30 no podan sustraerse ni sus enemigos ms enconados, como pore jemplo Schopenhauer y Herbar t ) , ya en l a dcada de l 50 prc t i camenteno tena part idarios en Alemania, y poco despus ni s iquiera era compren-dida. En efecto, la mayora de el los no intenta ni siquiera una explicacin.Se conforman con regist rar en sus anales, s implemente bajo la definicindeficiente y puramente negativa de "descomposicin de la escuela hegelia-na", todas aquel las disputas, muy importantes por su contenido y de unnivel f i losfico ext remadamente elevado desde el punto de vista actual ,que se desarrol laron desde la muerte de Hegel , durante muchos aos, ent relas diferentes corrientes de su escuela (la derecha, el centro, las diferentescorr ientes de la izquierda, especialmente St rauss, Bauer, Feuerbach, Marxy Engels) . Y como conclusin de este periodo improvisaban una especie de"f in " absoluto del movimiento f i losfico pa ra despus, con la vuel ta a K an t(Helmhol tz , Zel ler , Liebman, Lange), en los aos 60, empezar una nuevapoca f i losfica que aparentemente no guarda relacin con nada inmedia-tamente anter ior . Dos de las t res grandes l imi taciones que padece una "his-toria de la fi losofa" de esta ndole, sal tan a la vista, aun en una revisincr t ica que no abandone totalmente el punto de vista de "la historia de lasideas"; y, de hecho, en estos dos aspectos algunos historiadores de la fi loso-f a ms escrupulosos, part icularmente Di l they y su escuela, ya han am-pliado muy considerablemente el campo visual historiogrfico de la fi loso-fa t radicional . Por lo tanto, estas dos barreras pueden considerarse comoya franqueadas de principio, y slo de hecho existentes hasta el da dehoy, y probablemente seguirn exist iendo mucho t iempo ms. La tercerabarrera, s in embargo, es infranqueable desde el punto de vista de una his-toria pura de las ideas y, por consiguiente, an no ha sido salvada por laactual historia de la fi losofa burguesa.La primera de estas t res barreras de la historia de la fi losofa burguesade la segunda mi tad del s iglo xix puede l lamarse "al tamente f i losfica":los idelogos fi losficos no advirt ieron que el contenido ideolgico de unafilosofa puede subsistir, no slo en las filosofas sino tambin en las cien-cias posi t ivas y la prct ica social (como ha sucedido en al to grado con laf i losofa heg el ian a) . L a segun da barrera , especialmente caracter s t ica pa ralos profesores de fi losofa alemanes de la segunda mitad del siglo pasado,es " local" : los buenos alemanes ignoraban que tambin fuera de las fron-teras alema nas ex istan " fi lsofos" y, po r lo mismo, con m uy pocas excep-ciones, no se daban cuenta de que el sistema hegeliano, que en Alemaniadurante dcadas enteras se daba por muerto, en otros pases segua vigentesin interrupcin, no slo en su contenido material , sino incluso como siste-

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    ma y mtodo.Merced a que, en las l t imas dcadas del desarrol lo de la historia de lafi losofa, han sido el iminadas en principio del panorama general de lahistoria de la fi losofa estas dos primeras barreras, la imagen que damosarriba de la historiografa de la fi losofa usual alemana de la segunda mi-tad del s iglo xix en los l t imos t iempos ha cambiado muy ventajosamente.En cambio, la tercera barrera del conocimiento de la historia de la fi loso-fa no puede de ningn modo ser sal tada por los fi lsofos e historiadoresde la f i losofa burgueses, porq ue p ar a lograrlo tendran que ab an do na r elpunto de vista de clase burgus que representa el a priori ms esencial deto da su filosofa y ciencia de la historia de la fi losofa. El proceso de laevolucin de la fi losofa en el siglo xix, que en apariencia slo afecta "lahistoria de las ideas", en real idad slo puede ser concebido en su formaesencial y completa, si se le ve en relacin con todo el desarrollo real, his-trico de la sociedad burguesa. Justamente esta relacin es la que no escapaz de ver, en una invest igacin realmente rigurosa, sin supuestos, la his-toria burguesa de la fi losofa en su actual fase de desarrol lo. As se explicapor qu, para esta historia burguesa de la fi losofa, ciertos aspectos de laevolucin global de la historia d e la filosofa del siglo xi x ha sta el da dehoy, efect ivamente tuvieron que permanecer " t rascendentes" a el la; y porqu el mapa de cualquier historia burguesa de la fi losofa muestra aque-l las extraas "superficies en blanco" de las que hemos hablado antes (el"fin" del movimiento fi losfico de los aos 40, y el espacio vaco que siguehasta el "resurgimiento" de la fi losofa en los aos 60). Y as se explica ade-ms, por qu la historia burguesa de la fi losofa hoy ya ni siquiera puedeconcebir completa y correctamente la poca de la historia de la fi losofaalemana, cuyo carcter real haba interpretado perfectamente en un pe-riodo anterior. As como no es posible comprender el desarrol lo ul teriordel pensamiento fi losfico despus de Hegel , como un proceso que trans-curre netamente "en la historia de las ideas", resulta sencil lamente imposi-ble comprender desde este punto de vista la fase anterior, desde K a n t hastaHegel . Cualquier intento de comprender en su contenido esencial y en todasu importancia el desarrol lo de esta gran poca del pensamiento fi losfico,que en los l ibros de historia por lo general se registra como la poca del" ideal i smo alemn", forzosamente fracasar mient ras se ignoren del todoo se consideren slo superf icialmente, a manera de una consideracin aposteriori, los nexos, sumamente importantes para la forma y el curso deesta evolucin histrica, que vinculan al "movimiento del pensamiento" enesta poca con el "movimiento revolucionario" simultneo. Con respectoa toda la poca del l lamado " ideal ismo alemn", incluyendo a su grandio-so "remate" en el sistema hegeliano e incluyendo tambin las luchas ul terio-res entre las diversas corrientes hegelianas en los aos 40 del siglo xix, sonvlidas las frases con que Hegel caracteriza en su Historia de la filosofa, as como en otras partes de su obra, la esencia de la fi losofa de sus anteceso-26

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    res inmediatos (Kant, Fichte y Schell ing). En los sistemas fi losficos detoda esta poca, que en su movimiento real , histrico es a todo trance revo-lucionaria , " la revolucin es formulada y expresada en la forma del pensa-miento" .1 2 Las expl icaciones que da a cont inuacin, demuest ran claramen-te que Hegel , al escribir esta frase, no tenia en mente lo que los historia-dores de la fi losofa actuales gustan l lamar la revolucin del pensamiento,es decir, un proceso que se desarrol la en los gabinetes de estudio, t ranquilay l impiamente, lejos del inhspito campo de las luchas reales; sino que elms grande pensador que produjo la sociedad burguesa en su poca revo-lucionaria consider la "revolucin en la forma del pensamiento" como par-te integrante, real , de todo el verdadero proceso social de la revolucinefect iva" . 1 3 "En esta gran poca de la historia universal cuyo carcter msntimo se comprende en la fi losofa de la historia, slo han part icipado dospueblos: e l a lemn y el f rancs, por ms opuestos que sean, o justamen-te porque lo son. Las dems naciones no tomaron parte nt imamente, aun-que s pol t icamente, tanto sus gobiernos como los pueblos. En Alemania,este principio se ha exter iorizado como pensamiento, esp r i tu , concepto;en Francia en la real idad; en cambio, lo que en Alemania se manifestcomo real idad, aparece como una imposicin de las ci rcunstancias exter-nas y una reaccin contra sta ." 14 Pocas pginas ms aba jo (p . 501) ,

    12 Hege l , Werke, t . xv , p . 485 .1 3 Dig a m o s d e p a s o q u e p a r a e l p r o p io Ka n t l a p a a b r a r e v o lu c i n , q u e e m p le ac o n f r e c u e n c ia e n e l d o m in io d e l p e n s a m ie n t o p u r o , t i e n e u n s ig n i f i c a d o m u c h oms rea l que para los kant ianos burgueses de hoy . Baste leer la en e l contextode las mlt ip les dec larac iones de Kant (en e l Conflicto de las facultades y en otraspartes ) sobre e l hecho rea l de la revo luc in . "La revo luc in de un pueblo esp ir i -t u a l q u e v e m o s a c o n t e c e r e n n u e s t r o s d a s d ic e d e s p ie r t a , e n e l n im o d etodos los espectadores (que no es tn invo lucra dos e l los mism os en e l jue go ) unas impat a que l inda con e l entus iasmo." "Un fenmeno de es ta ndo le en la h is tor iade la humanidad no se puede o lv idar ." "Este acontec imiento es tan grande , a fec tatan es trechamente a los in tereses de la humanidad , y su in f luenc ia es tan profundaen todas las partes de l mundo , que los pueblos no pueden o lv idar lo y sent irseimpulsados , en ia pr imera ocas in favorable , a emprender nuevos in tentos de es tet ipo ." Esta dec larac in de Kant y o tras s imi lares se encuentran recopi ladas en e lv o lu m e n i d e Politische Literatur der Deutschen im 18. Jahrhundert (L i teratura po l -t i c a d e l o s a l e m a n e s e n e l s i g lo x v m ) , p u b l i c a d o p o r Ge i s m a r e n l a s e d i c io n e sWigandscher en 1847 ( ! ) , p . 121 y s s .1 4 Es b ien sab ido que Ma rx h izo to ta lm ente suya y desarro l l cons c iente me ntees ta in terpretac in de Hege l de l reparto de pape les entre a lemanes y francesesen e l proceso g loba l de la revo luc in burguesa . Vase todos los escr i tos de supr imer per iodo ( N a c h l a s s a u s g a b e, i , de M eh rin g i ) , don de se encu entra n expres io -nes como s tas : "en po l t ica , los a lemanes han pensado lo que o tros pueblos hanh e c h o " ; " Ale m a n ia s lo h a a c o m p a a d o e l d e s a r r o l lo d e l o s p u e b lo s m o d e r n o scon la ac t iv idad abstracta de l pensamiento"; en e fec to , e l des t ino de los a lemanesen e l mundo rea l ha s ido e l "de compart ir las res taurac iones de los pueblos mo-dernos , s in haber tomado parte en sus revo luc iones" ( todas es tas expres iones perte -necen a "En torno a la cr t ica de la f i loso f a de l derecho , de Hege l" , en: G.Marx y F . Enge ls , La Sagrada Fam ilia y otros escritos folosficos de la primerapoca. E d . Gr i j a lb o , M x ic o , 1 9 5 8 ) .27

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    al describir la fi losofa ka ntia na , vuelve a la mism a ide a: "Y a Rou s-seau ha si tuado lo Absoluto en la l ibertad; Kant acepta el mismo princi -pio slo que en un sentido ms terico. Los franceses lo interpretan enel sent ido de la voluntad; ya que como dice su proverbio: Il a la tte prsdu bonnet. Francia t iene el sentido de la real idad, de la eficacia, porquela idea se tra ns fo rm a al l inm ed iata m en te en acc in. Por esto, los hom -bres se han dirigido al l prct icamente a la real idad. Sin embargo, por msque la l ibertad en s sea concreta, ha sido aplicada al l a la real idad comoconcepto poco desarrol lado, en su abst raccin; y hacer valer abst raccionesen la real idad significa destruir sta. El fanatismo de la l ibertad, en lasmanos del pueblo, se volvi terrible. En Alemania, el mismo principio hareclamado para s el inters de la conciencia; sin embargo, ha sido des-arrol lado slo tericamente. Tenemos mucho ruido en la cabeza; pero elalemn deja su gorro de dormir t ranqui lamente en su lugar , encima dela cabeza, y opera en su interior. Immanuel Kant naci en 1724 enKnigsberg", etc. En estas frases de Hegel , en efecto, se asienta el nicoprincipio que vuelve compresible la esencia nt ima de esta gran poca de lahistoria universal : el de la relacin dialct ica entre fi losofa y real idad,que hace, como Hegel di jo en otra ocasin en trminos ms generales, quetoda f ilosofa no sea s ino "su poca c ap tad a en pensam ientos" .15 Este prin-cipio que es de por s indispensable para comprender realmente la evolu-lucin del pensamiento fi losfico, lo es totalmente cuando se trata de com-prender la evolucin del pensamiento en una poca revolucionaria del des-arrol lo de la vida social . Y en esto consiste precisamente la fatal idad queuna fuerza demasiado grande hace pesar al desarrol lo ul ter ior de la in-vestigacin filosfica y de la historia de la filosofa de la clase burguesa,en el siglo xnc; esta clase, que a mediados del siglo haba dejado de seruna clase revolucionaria en su prctica social, perdi tambin desde; estemomento, por una necesidad interna, la capacidad de pensar en su verda-dero significado las relaciones dialct icas entre el desarrol lo de las ideas y eldesarrol lo histrico real , part ic ula rm en te en tre la filosofa y la rev olucin.As , pues, la decadencia real y el fin real que efect ivamente tuvo el movi-miento revolucionario de la clase burguesa a mediados del siglo xix en laprctica social , deban encontrar su expresin ideolgica en la decadenciay el fin aparentes del movimiento fi losfico del que hoy nos habla la his-toriografa burguesa de la fi losofa. Muy caracterst icas de lo anterior, sonlas observaciones sobre la filosofa en general de mediados del siglo xixcon las que Ueberweg-Heintze empieza el cap tulo correspondiente de sulibro (op. cit ., pp . 180-81) : la filosofa dice se en co ntra ba en u n "es-tado de agotamiento general" en esta poca y "cada vez ms se debil i ta-ba su influencia sobre la vida cul tural" . Segn Ueberweg, este fenmenolamentable se debe "en l t ima instancia" a tendencias "primarias , psquicas,

    1 5 Prlogo a Rechtsphilosophie ( F i lo s o f a d e l d e r e c h o ) . E d . M e in e r , p . 1 5 .28

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    a la inestabi l idad" mient ras que todos los momentos externos "actanslo secundariamente". El clebre historiador burgus de la fi losofa se"explica" a s mismo y a sus lectores el carcter de estas "tendencias ps-quicas a la inestabi l idad" de la s iguiente manera: "Se produjo un hast odel exagerado idealismo de las ideologas y de las especulaciones metafsi-cas [! ]; y se senta la necesidad de un al imento espiri tual ms sustancioso."En cambio, si se vuelve a la concepcin dialct ica, que entretanto habasido olvidada por la fi losofa burguesa, aunque sea en la forma poco des-arrol lada, y an no totalmente consciente de s misma, en que la apl icHe gel ( es dec ir, la dial ctica ide alista de Heg el por opo sicin a la dialcti-ca material i s ta de Marx!) , y se apl ica de manera int ransigente y consecuenteal estudio de la historia de la filosofa del siglo xrx, todo este desarrollo apa-rece en el acto de un modo muy di ferente y mucho ms acabado incluso conrespecto a la historia de las ideas. En lugar de un decaimiento y una deten-cin del movimiento revolucionario en el mbito del pensamiento, slo te-nemos ahora, desde este punto de vista, en los aos 40, un cambio pro-fundo y significat ivo en el carcter de ese movimiento. En vez del fin de lafi losofa clsica alemana se ve el paso de esta fi losofa, que haba consti-tuido la expresin ideolgica del movimiento revolucionario de la claseburguesa, a la nueva ciencia que aparece ahora como la expresin gene-ral del movimiento revolucionario de la clase proletaria en la historiade las ideas; esto es, su transformacin en la teora, del "social ismo cien-t f i co" t a l com o fue fundam en t ada y fo rm ul ada p r i m eram en t e po r M arxy Engels en los aos 40. Es decir, para entender correctamente este nexonecesario e importante entre el idealismo alemn y el marxismo, relacinque hasta l t imas fechas los historiadores burgueses de la fi losofa hanignorado o interpretado y descri to equivocadamente y de modo incom-pleto, basta con pasar del modo de pensar abstracto e ideolgico, usualen los historiadores burgueses de la fi losofa de hoy, a un punto devista no especficamente marxista, sino simplemente dialct ico (hege-l iano y marxista). En seguida comprendemos de un solo golpe, no sloel hecho de la relacin existente entre la fi losofa idealista alemana yel marxismo, s ino tambin su necesidad int r nseca. Comprendemos enton-ces que el sistema marxista, expresin terica del movimiento revolucio-nario de la clase proletaria, debe guardar en el plano de la historia de lasideas (ideolgicamente), la misma relacin con los sistemas de la fi losofaidealista alemana, expresin terica del movimiento revolucionario de laclase burguesa, que la que guarda, en el terreno de la prct ica social ypol t ica, el movimiento revolucionario de la clase del proletariado con elmovimiento revolucionario burgus. En vi r tud de un mismo proceso his-trico, surge por una parte del movimiento revolucionario del tercer esta-do un movimiento de clase proletar io " independiente" , y por ot ra una nue-va teora material i s ta del marxismo se enfrenta " independientemente" ala fi losofa idealista burguesa. Todos estos procesos t ienen una influen-

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    cia mutua. Para decirlo en trminos hegeliano-marxistas: el origen de lateora marxista es slo el "otro lado" de la aparicin del movimiento declase proletario real , y nicamente los dos lados juntos forman la total i-dad concreta del proceso histrico.Esta perspectiva dialct ica nos permite concebir cuatro movimientos dis-t intos el movimiento revolucionario de la burguesa; la fi losofa idealis-ta desde Kant a Hegel ; e l movimiento revolucionario de clase del prole-tar iad o y la f i losofa material i s ta del marxismo como cu at ro mom entosde un solo proceso histrico. As podremos comprender el carcter realde la nueva ciencia que consti tuye la expresin general del movimiento declase revolucionario, independiente, del proletariado, y que Marx y Engelsformularon t er i camente .16 Comprenderemos al mismo t iempo las razonespor las que la historia burguesa de la fi losofa tena que ignorar totalmen-te esta fi losofa material ista que surgi de los sistemas, al tamente desarro-

    l lados, de la fi losofa idealista de la burguesa revolucionaria o tena queconcebirla exclusivamente en forma negativa en el sentido l i teral de la pa-labra: invert ida.17 As como no pueden ser real izados los principales finesprcticos del movimiento de clase del proletariado, dentro de la sociedadburguesa y de su Estado, la fi losofa de esta sociedad burguesa tampocopuede comprender el espri tu de las ideas generales con las que el movi-miento revolucionario proletar io encontr su expresin independiente yconsciente de s . As pues, el punto de vista burgus debe detenerse, tam-1 6 V a s e l a c o n o c id a f r a s e d e l Manifiesto comunista en la que la idea sobre la

    re lac in d ia lc t ica entre f i loso f a y rea l idad es despo jada d e la form a an mis t i -f icada que Hege l le hab a dado ( la f i loso f a es " la poca captada en pensamien-tos" ) y a dqu iere una form a m s ra cio na l: "Las tesis tericas d e los c om uni stas . . .no son s ino la expres in de conjunto de las condic iones rea les de una lucha dec lase ex is tente , de un movimiento h is tr ico que es t desarro l lndose ante nuestrosojos ." (C. Marx y F . Enge ls , Obras escogidas. E d . c i t . , t . i , p . 3 4 . )1 7 "Producto de la descompos ic in de la f i loso f a de Hege l" (op in in genera l izada) ;c a d a de l T i t n d e l id e a l is m o a l e m n ( P le n g u e ) ; u n a " c o n c e p c i n d e l m u n d o q u et iene sus ra ces en la nega c in de los va lores" (Sc hul ze -G ave rn i t z ) . La fa lsedadcaracter s t ica de es ta in terpretac in de l marx ismo se muestra con espec ia l ev iden-c ia en que prec isamente los e lementos de l s i s tema marx is ta en los que d icha in -terpretac in cree ver e f luv ios de l e sp r i tu mal igno de l marx ismo, prec ip i tado desdelas a l turas de l idea l i smo a lemn a l in f ierno de l mater ia l i smo, son aque l los ques iempre han es tado conten idos en los s i s temas de la f i loso f a idea l i s ta burguesay que Marx , aparentemente , los ha conservado ta les como son: por e jemplo , laidea de l mal necesar io para e l desarro l lo de l gnero humano (Kant , Hege l , Filo-sofa del derecho, pargrafos 243 , 244 , 245) . Se tra ta , pues , de las formas bajolas cuales la c lase burguesa, en e l apogeo de su desarro l lo , ha ten ido c ier to gradode conc ienc ia de sus propias contrad icc iones de c lase . E l gran ade lanto de Marxcons is te en haber captado es tas contrad icc iones de c lase que la conc ienc ia burguesahaba e levado a l p lano de lo abso luto , y no ya como a lgo natura l y abso luto ,s ino como h is tr ico y re la t ivo , y , por cons igu iente , como suscept ib le de ser supri-mido ter ica y prct icamente en una forma super ior de organizac in soc ia l . As ,pues , e sos f i lso fos burgueses conc iben an a l marx ismo en una forma l imitadapor e l hor izonte burgus; e s to es , en una forma negat iva y fa lsa .30

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    bin en la teora, en el mismo punto en que lo hizo en la prct ica social ,si no quiere dejar de ser "burgus", es decir, si no desea suprimirse a smismo. Slo en el momento en que la historia de la fi losofa t rasciendeeste obstculo, el social ismo cientfico deja de ser para el la un ms al ltrascendente y se convierte en un objeto de conocimiento posible. Lo pe-culiar de la si tuacin que tanto dificulta la comprensin correcta del pro-blem a "marxism o y f i losofa" , reside en esto: en a parien cia, precisamentecon esta transgresin de los lmites del punto de vista burgus, indispen-sable para poder captar el contenido esencialmente nuevo de la fi losofadel marxismo, este contenido es, al mismo tiempo, superado y destruidocom o objeto filosfico.Desde el principio de nuestra invest igacin hemos sealado que los fun-dadores del socialismo cientfico, Marx* y Engels, estaban muy lejos depreten der crear un a nuev a f i losofa . Ciertam ente, ambos, en contraste conlos burgueses, eran plenamente conscientes de la estrecha relacin histricaexistente entre su teora material ista y la fi losofa idealista burguesa. Elsocialismo cientfico (segn Engels) es por su contenido el producto de lasconcepciones nuevas que necesariamente surgen en un momento dado deldesarrol lo social de la clase proletaria, de su si tuacin material ; sin embargo,toma su forma especfica, cientfica (por la que se distingue del socialismoutpico) , part iendo de la filosofa idealista alemana, especialmente del sis-tema hegeliano. El social ismo, por lo tanto, ha sal ido de la fi losofa idea-l ista alemana, al evolucionar de la utopa a la ciencia. 18 Ahora bien,aceptar este origen (fo rm al) fi losfico, no significa en abso luto que estesocialismo, en su forma independiente y su futura evolucin haya de seguirsiendo una fi losofa. Marx y Engels, por lo menos desde 1845, caracteriza-ron su nuevo punto de vista material ista cientfico como no fi losfico. 19Y aunque se debe tomar en cuenta que para el los fi losofa era equivalentea fi losofa burguesa idealista, no debe pasarse por al to, precisamente, laim po rtan cia de esta equipa raci n d e toda fi losofa con la fi losofa bu rgu e-sa, pues se trata aqu de una relacin muy similar a la del marxismo y elEstado. As como Marx y Engels no han combat ido solamente una deter-

    1 8 V a s e E n g e l s , Anti-Dhring, Ed. Gri ja lbo , Mxico , 1962 , p . 6 . Sobre e l hechode que la f i loso f a c ls ica a lemana no ha s ido , n i s iqu iera en e l p lano ter ico , lanica fuente de l soc ia l i smo c ient f ico , vase la nota que Enge ls aadi poster ior -mente a l pr logo de la pr imera ed ic in de Del socialismo utpico al socialismocientfico; vanse tambin sus comentar ios a l fragmento de Four ier Sobre el co-mercio (Ed . Nachlass , t . n , p . 407 y s s ) .1 9 De es te ao datan , por una parte , las Tesis sobre Feuerbach d e M a r x q u ecomentaremos ms ade lante . Por o tra parte , Marx y Enge ls , en es te ao , hanhecho e l ba lance de su "ant igua" conc ienc ia f i los f ica , en forma de una cr t icade toda la f i loso f a poshege l iana (en La ideologa alemana). (Vase lo que d iceMarx en e l pr logo a la Contribu cin a la crtica de la econom a poltica d e1859 . ) Desde es te momento , la po lmica de Marx y Enge ls sobre cuest iones f i lo -s f icas no t iene o tro obje to que e l de i lus trar o re futar a sus adversar ios (Pro udh on ,Lassa l le , Dhr ing , por e jemplo) ; ya no se tra ta de "ac larac iones a s mismos" .31

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    minada forma histrica de Estado, s ino que equipararon de modo his-trico-material i s ta Estado en general y Estado burgus, y proclamaron sobreesta base que la final idad pol t ica del comunismo es la extincin de todoEstado, del mismo modo no combaten nicamente determinados sis temasfi losficos sino qu e pre tend en , en l t im a instan cia, s upe rar y abolir lafi losofa en general mediante su social ismo cientfico.20 En esto reside jus-tamente el cont raste fundamental ent re la concepcin "real i s ta" (es deci r"ma terial i s ta-dialct ica") del marx ismo y " las pa t ra as jur dicas y de ot randole" (Marx) del lassal l ismo y todas las dems variantes antiguas y mo-dernas del "marxismo vulgar" que bsicamente no ha superado an el"nivel burgus", es decir, el punto de vista de la "sociedad burguesa". 2 1Si queremos aclarar el problema de la relacin entre "marxismo y fi loso-f a" , debemos, por tanto, part i r forzosamente de las propias palabras ine-quvocas de Marx y Engels, segn las cuales es una consecuencia necesa-ria de su nuevo punto de vista material ista-dialct ico, no slo la superacinde la filosofa idealista burguesa, sino al mismo tiempo t ambin de la filo-sofa en general ; es decir de toda fi losofa. 22 Tampoco debemos subes t imar

    2 0 Vase a l respecto , e l pasaje correspondiente de l Manifiesto comunista (G .Marx y F . Enge ls , Obras escogidas. Ed. c i t . , t. i , pp . 30 -4 0) : "S in du da se nosd ir las ideas re l ig iosas , mora les , f i los f icas , po l t icas , jur d icas , e tc . , se han idomodif icando en e l curso de l desarro l lo h is tr ico . Pero la re l ig in , la mora l , la f i lo -so f a , la po l t ica , e l derecho , se han manten ido s iempre a travs de es tas trans-formaciones . Ex is ten , adems , verdades e ternas , ta les como la l iber tad , la jus t ic ia ,e tc . , que son comunes a todo es tado de la soc iedad . Pero e l comunismo quiereabolir estas verdades eternas, quiere abolir la rel ig in y la moral en lugar de darlesuna forma nueva , y , por eso , contrad ice a todo e l desarro l lo h is tr ico anter ior .A qu se reduce es ta acusac in? La h is tor ia de todas las soc iedades que han ex is -t ido hasta hoy se desenvue lve en medio de contrad icc iones de c lase , de contrad ic -c iones que rev is ten formas d iversas en las d i ferentes pocas . Pero cua lquiera quehaya s ido la forma de es tas contrad icc iones , la exp lo tac in de una parte de lasoc iedad por la o tra es un hecho comn a todos los s ig los anter iores . Por cons i -gu iente , no t iene nada de asombroso que la conc ienc ia soc ia l de todas las edades ,a despecho de toda d ivergenc ia y de toda d ivers idad , se haya movido s iempredentro de c ier tas formas comunes , dentro de unas formas de conciencia que nodesaparecern completamente ms que con la desaparicin definitiva de los anta-gonismos de clase. La revo luc in comunis ta es la ruptura ms rad ica l con las re la -c iones de propiedad trad ic iona les ; nada t iene de extrao que en e l curso de sudesarro l lo rompa de la manera ms rad ica l con las ideas trad ic iona les ." La re la -c in que mant iene e l marx ismo con la f i loso f a , la re l ig in , e tc . , e s , por lo tanto ,f u n d a m e n t a lm e n t e l a m i s m a q u e g u a r d a c o n la id e o lo g a e c o n m ic a b s i c a d e l asoc iedad burguesa , con e l fe t ich ismo de la mercanc a o e l va lor . Vase part icu lar-mente a es te respecto El Capital (ed. esp. c it . , t . i , pp. 44-45, nota 34) y laCrtica del programa de Gotha (G losas marginales al programa del Partido ObreroAlemn, 1875) sobre e l va lor , e l Estado , la re l ig in . (C. Marx y F . Enge ls , Obrasescogidas, ed. cit., t . n, p. 11 y ss.)

    2 1 V a s e Glosas marginales al programa del Partido Obrero A lemn, ibid. , p . 17.2 2 Vase , por e jemplo , la observac in de Enge ls , en Feuerbach, (que por suforma s u e n a b a s t a n t e id e o l g i c a ) : " E n g e n e r a l , c o n He g e l t e r m in a t o d a la f i l o -so f a ; por un lado , porque en su s i s tema se resume de l modo ms grandioso toda32

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    la importancia fundamental que t iene esta act i tud material i s ta frente a lafi losofa, inte rp re tan do tod a esta discusin como simple que rel la verb al ,diciendo por ejemplo que Marx y Engels nicamente han dejado de desig-nar con este trmino ciertos principios del conocimiento terico, que sehan conservado objet ivamente incluso en la t ransformacin material i s tade la dialct ica hegeliana y que, segn la terminologa hegeliana consti tu-yen justamente "el aspecto fi losfico de las ciencias".23 Es cierto, sin em-bargo, que en los t rabajos de Marx y de Engels , part icularmente los depocas ul teriores, se encuentran algunas consideraciones que parecen insi-nuar una interpretacin en este sent ido.24 Pero es fci l comprender que conuna simple supresin del vocablo fi losofa no se suprime la fi losofa mis-m a.2 5 Debemos, por tanto, dejar de lado los problemas simplemente ter-minolgicos de este t ipo al examinar, en sus principios bsicos, la relacinentre marxismo y f i losofa .la trayector ia f i los f ica ; y , por o tra parte porque es te f i lso fo nos traza , aunquesea inconsc ientemente , e l camino para sa l ir de es te laber into de los s i s temas hac ia e lc o n o c im ie n t o p o s i t i v o y r e a l d e l m u n d o " ( G . M a r x y F . E n g e l s , Obras escogidas,ed . c i t . , t . n , p . 340) .2 3 Efec t ivam ente hay ter icos burgueses e inc luso marx is tas , representantes de lmarx ismo vu lgar , que creen ser iamente que la ex igenc ia marx is ta comunis ta de laabo l ic in de l Estado (en contraste con la lucha contra c ier tas formas de Estado)t iene sobre todo es te s ign i f icado puramente termino lg ico!2 4 V a s e p a r t i c u l a r m e n t e : Anti-Dhring y Feuerbach (ed . c i t . , 1 ) . Ci tamos es tasobservac iones que por su conten ido son idnt icas en ambos trabajos , en la formac o m o a p a r e c e n e n e l Anti-Dhring: "En los dos casos [con respecto a la h is tor iay con respecto a la natura leza] es e s te mater ia l i smo senc i l lamente d ia lc t ico , y noneces i ta f i loso f a a lguna que es t por enc ima de las dems c ienc ias . Desde e l mo-mento en que se presenta a cada c ienc ia la ex igenc ia de ponerse en c laro acercade su pos ic in en la conex in to ta l de las cosas y de l conoc imiento de las cosas , sehace prec isamente superf lua toda c ienc ia de la conex in to ta l . De toda la anter iorf i loso f a , no subs iste a l f ina l con inde pen den c ia m s que la teor a de l p ensa m ientoy de sus leyes , la lg ica formal y la d ia lc t ica . Todo lo dems queda absorb idopor la c ienc ia pos i t iva de la natura leza y de la h is tor ia ." ( A n t i - D h r i n g , ed. esp.cit . , p . 11.)2 5 Las frases de Enge ls , que hemos c i tado , por lo pronto nos d icen tan so loq u e u n c a m b io t e r m in o l g i c o e s e v id e n t e . Ob j e t iv a m e n t e , n o p a r e c e h a b e r u n adiferenc ia entre lo que Enge ls desarro l la aqu como supuesta consecuenc ia de lad ia lc t ica marx is ta o mater ia l i s ta y , por o tro lado , lo que se deduce de la d ia lc -t i c a id e a l i s t a d e He g e l o l o q u e l m i s m o h a b a f o r m u la d o c o m o u n a c o n s e c u e n c iade su punto de v is ta idea l i s ta d ia lc t ico . Tambin Hege l ex ige aqu a las c ienc iaspart icu lares que vean con c lar idad e l lugar que ocupan en e l contexto g loba l , ylu e g o c o n t in a d i c i e n d o , s u s t a n c ia lm e n t e : E n c o n s e c u e n c ia , t o d a c i e n c ia v e r d a -d e r a s e v u e lv e n e c e s a r ia m e n t e f i l o s f i c a . De e s t e m o d o , v i n d o lo d e s d e e l p u n t ode v is ta termino lg ico , se l lega exactamente a lo contrar io de la transformacin dela f i loso f a en c ienc ia , anunc iada por Enge ls . Pero , en e l fondo , ambos parecenexpresar lo mismo. Ambos qu ieren supr imir la opos ic in entre las c ienc ias espec ia -les y la f i loso f a que se s i ta por enc ima de e l las . Hege l expresa es to e levando lasc ienc ias part icu lares a l n ive l de la f i loso f a , mientras que Enge ls , por e l contrar io ,hace que la f i loso f a sea absorb ida por las c ienc ias part icu lares . Objet ivamente pa-rece haberse logrado lo mismo en ambos casos: que las c ienc ias part icu lares dejen

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    Pa ra nosotros se t ra ta ms bien de aclarar qu debemos entende r poresta abolicin de la fi losofa de la que hablaron Marx y Engels especial-mente en los aos 40, pero tambin muchas veces despus. Cmo se suponeque se real izar este proceso o en qu forma se real iz ya? Por medio dequ actos? En qu t iempo? Y por quin? Debemos imaginarnos estasupresin de la fi losofa como real izada de una vez por todas, por decirloas, uno actu, mediante un acto cerebral de Marx y Engels , por los mar-xistas o por todo el proletar iado o por toda la humanidad? 2 6 O ms b ien(en forma similar a la desaparicin del Estado) como un proceso histri-co revolucionario, largo y penoso, que se prolonga a travs de las ms di-versas fases? Y en este l t imo ca so: q u relacin gu ar da en tonces el m ar-xismo con la fi losofa mientras ese largo proceso histrico no haya alcanzadosu meta defini t iva: la abolicin de la fi losofa?Si se formula as la cuest in de las relaciones entre marxismo y fi losofa,resal ta claramente que no se trata de divagaciones sin sentido, sobre asun-tos ya concluidos hace t iempo, s ino de un problema terica y prct icamentemuy importante an hoy, especialmente en la fase actual del desarrol lo dela lucha de clase del proletar iado. El comportamiento de los marxistas or-todoxos que durante tantos decenios han actuado como si aqu no hubieraningn problema, o cuando mucho uno solo cuya aclaracin no tendrainters para la prct ica de la lucha de clases ni la tendra nunca, apareceahora como sumamente problemt ico. Y esta impresin se acenta an ms,si se toma en cuenta el peculiar paralel ismo que tambin en este puntoparece exist ir entre los dos problemas: el de marxismo y filosofa y el demarxismo y Estado. "Los tericos y publicistas ms importante de la Se-gunda In ternac ional (1889- 1914) se han ocupado muy poco" t ambin deeste l t imo problema, como dice Lenin en su l ibro El Estado y la revolu-de ser c ienc ias part icu lares y , con es to , que la f i loso f a deje de ser una c ienc iapart icu lar s i tuada por enc ima de las dems c ienc ias . S in embargo , como veremosms ade lante , e s ta d i ferenc ia entre Hege l y Enge ls , en apar ienc ia s lo termino l -g ica , ocu l ta a lgo ms , que no es t v is ib le en es tas frases de Enge ls , y en genera len sus escr i tos tard os , que en lo que Marx ha escr i to anter iormente , so lo o conEnge ls . En es te contexto es importante comprobar que Enge ls , pese a su recono-c imiento de l va lor de la "c ienc ia pos i t iva" , qu iere , s in embargo , que subs is ta "dem o d o in d e p e n d ie n t e " u n d o m in io p r e c i s o y l im i t a d o d e l a " f i l o s o f a t r a d ic io n a l"( la teor a de l pensar y de sus leyes , la lg ica formal y la d ia lc t ica ) . E l problemadec is ivo , por o tra parte , cons is te en saber qu s ign i f icaba rea lmente para Marxy Enge ls e l concepto de c ienc ia pos i t iva o de c ienc ia en genera l !2 6 M s ade la nte verem os que muy b ueno s mater ia l i s tas se han acerc ado a v ecesd e u n m o d o a la r m a n t e a u n a c o n c e p c i n c o m o s t a , t a n p e r f e c t a m e n t e id e o l g i c a !T a m b i n la o b s e r v a c i n d e E n g e l s q u e c i t a m o s a n t e s ( n o t a 2 3 ) p u e d e in t e r p r e -tarse en e l sent ido de que la f i loso f a ha s ido ya superada y abo l ida , pr imeroin c o n s c i e n t e m e n t e p o r e l p r o p io He g e l , y lu e g o c o n s c i e n t e m e n t e p o r e l d e s c u b r i -miento de l pr inc ip io mater ia l i s ta , o sea , en todo caso en un proceso esenc ia lmenteesp ir i tua l . Veremos , s in embargo , que la in terpretac in que parece suger ir la formaen que se expresa Engels no corresponde en abso luto a l verdadero sentido de lac o n c e p c i n d e M a