PREDESTINACIÓN de KARL RAHNER

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  • 8/3/2019 PREDESTINACIN de KARL RAHNER

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    PREDESTINACIN

    KARL RAHNER

    1. Concepto e historia del problema

    Ante todo hay que distinguir claramente dos aspectos del

    problema: la presciencia divina pertenece slo al orden del

    conocimiento, pero la predestinacin implica mucho ms. A saber:

    Dios, causa primera, mueve las causas segundas, aun las

    voluntades humanas, de tal forma que sus libres decisiones son a la

    postre efecto de una causalidad suprema de Dios, y esta causalidad

    tiene por objeto el conjunto de una vida, no menos que las opciones

    particulares; y, sin embargo, el hombre permanece libre bajo la

    accin divina. Estas ideas generales estn confirmadas y precisadas

    en la sagrada Escritura.

    El AT evoca a menudo la ciencia infinita del creador. Recuerda

    tambin su omnipotencia, que le permite usar sus criaturas como

    instrumentos de su clera (Is 10, 5s 15 ) o de su misericordia (45, 1).

    Muestra como instrumentos de su clera (Is 10, 5ss (Ex 7, 3), pero

    insiste igualmente sobre la libertad del hombre y la misericordia

    divina, que puede crear en l un corazn nuevo (Ez 36, 26).

    Tambin el NT presenta a Dios cegando a los hombres y

    endureciendo al pecador (Jn 9, 39), pero habla tambin de la gracialiberadora (8, 36). Los textos ms caractersticos estn en la

    teologa de Pablo. Dios es absolutamente independiente, salva al

    que quiere y endurece a quien le place (Rm 9, 14-18). Nadie puede

    oponerse a su voluntad, ni discutir con l. Como el alfarero, es

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    dueo del barro que ha plasmado (9, 19-24). Antes de que

    nacieran, am a Jacob y rechaz a Esa (9, 11ss).

    Los padres griegos interpretaron estos y otros textos sobre todo

    de cara a la libertad humana. Pero, como escribieron antes del

    pelagianismo, no desarrollaron aquellos conceptos que permiten

    precisar las relaciones entre naturaleza y gracia, as como una

    distincin de los diversos aspectos de la gracia y una reflexin sobre

    el problema del initium fidei y de la perseverancia final. De ah que,

    sin razn, se haya podido acusar a alguno de ellos de haber cado

    en el error del semipelagianismo.

    Agustn es prcticamente el primero que vio y abord este

    problema con todas sus implicaciones. Aunque afirm la necesidad

    de la cooperacin del hombre a su salvacin, puso todo su ahnco

    en recordar la independencia de Dios. Al principio desconoca la

    necesidad de una gracia interior en el llamamiento a la salvacin,

    pero, desde 397 (Quaestiones ad Simplicianum, PL 40), corrigi su

    concepcin. Por esta poca, la mayora de los padres tendan a unir

    directamente el llamamiento al bautismo con la perseverancia final,

    como si todos los cristianos (fuera del caso de hereja, cisma o

    apostasa) tuvieran segura su salvacin. Tanto en sus sermones

    como en diversos tratados (De fide et operibus, PL 40), Agustn hizo

    ver que un cristiano puede condenarse. As el problema de lapredestinacin quedaba unido con el de la perseverancia final.

    Hacia el fin de su vida, respondiendo a preguntas de diversos

    monjes, Agustn precis su doctrina sobre la gracia en De

    correptione et gratia (426: PL 44, 915-946), De praedestinatione

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    sanctorum (ibid., 959-992) y De dono perseveranciae (429: PL 45,

    993-1027). Como consecuencia del pecado original, la humanidad

    est entregada a la condenacin; pero Dios rescata de esta massa

    damnationis a los que ha destinado a la salvacin, los cuales se

    salvan infaliblemente. El nmero de los elegidos est fijado desde la

    eternidad. Sin reprobar positivamente a los no predestinados, Dios

    permite que stos se condenen libremente por razn de sus

    pecados.

    Aceptada en principio por occidente, la sntesis agustiniana fue

    fuente de conflictos. As, en el siglo IX, provoc la disputa carolingia

    de la predestinacin (Gottschalk), en que dos concilios igualmente

    ortodoxos se oponan entre s (Quiercy y Valence, Dz 316-325). A

    fines de la edad media, Wiclef y Juan Hus se apropiaron

    nuevamente las tesis agustinianas, y las interpretaron en conexin

    con su eclesiologa dndoles el sentido de que un mal papa o un

    obispo infiel a sus deberes no pertenece al cuerpo de los

    predestinados y, por tanto, no puede exigir ninguna autoridad en la

    Iglesia (Dz 588 606 646ss).

    En el siglo XVI, Lutero y Calvino sacaron de contexto esta

    concepcin. Para Calvino (-calvinismo), como para Agustn, unos

    estn elegidos y otros condenados desde toda la eternidad; pero la

    predestinacin y la reprobacin son entendidas aqu

    independientemente del problema del pecado original. Dios, ser

    infinito, creador y dueo soberano de las criaturas, dispone de ellas

    como le place para su gloria (predestinacin supralapsaria: Institutio

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    christiana, lIl, 21-24). En el snodo de Dordrecht (1618-1619), los

    calvinistas intransigentes, discpulos de Gomar, vencieron a los

    arminianos, que haban reaccionado contra esta tesis despiadada.

    En la Iglesia catlica, Jansenio intent superar las disputas sobre

    la gracia volviendo directamente a Agustn (-jansenismo). Sin llegar

    a la predestinacin supralapsaria del calvinismo, basa su sistema en

    el pecado original, la impotencia del hombre, la gratuidad de la

    gracia y la independencia de Dios. As se viene a negar la eficaz

    voluntad salvfica universal de Dios. Contra tales afirmaciones, la

    Iglesia declara que Cristo muri por todos los hombres, no slo por

    los predestinados, y ni siquiera por los justos o los creyentes

    solamente (Dz 1096 1294 1379).

    La teologa escolstica postridentina batall mucho en torno a la

    eficacia de la gracia y en torno a la predestinacin y reprobacin. A

    decir verdad, el problema se abord entonces sobre una basedemasiado estrecha. Se crea que a los herejes, cismticos e

    infieles les esperan las penas del infierno. En este contexto se

    discuti el problema bajo el punto de vista de si los justos son

    predestinados antes o despus de considerar sus futuros mritos.

    Lessio hace depender la predestinacin de la consideracin del

    mrito. Esta tesis, rechazada no slo por la escuela tomista, sino

    tambin por Belarmino y Surez, prevaleci finalmente en la

    Compaa de Jess y en muchos otros telogos. La escuela

    dominicana, que se orienta ms fuertemente por Agustn, subraya

    ante todo la presciencia y omnipotencia de Dios, y afirma

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    precisamente que el mrito del hombre es tambin fruto de la gracia

    y que la perseverancia final es un don especial. Pero tiende a

    admitir una reprobacin negativa de quienes no caen bajo la

    predestinacin, que es indebida por esencia. Los telogos de esta

    escuela no quieren a ningn precio que Dios pueda parecer

    dependiente de sus criaturas. Segn ellos, hay una alternativa

    ineludible entre un Dios (soberano) que determina, o un Dios

    determinado (por la criatura).

    En nuestros das, los mejores tomistas piensan que se debe

    abandonar esta perspectiva del problema. Pues de hecho Dios no

    est en el tiempo; su trascendencia lo sita en una eternidad que no

    sabe de pasado ni futuro, sino que es un eterno presente, y todava

    este concepto es inadecuado. Agustn lo haba dicho ya, pero las

    necesidades de la polmica le obligaron a bajar al terreno de sus

    contrarios y hablar como si Dios hubiera escogido a Jacob y

    reprobado a Esa antes de todo acontecer. Este antes slo esadmisible a condicin de que se entienda metafsica y no

    histricamente. Segn Toms, Dios en un solo acto conoce todas

    las cosas en su esencia y las quiere a todas en su bondad. Si, pues,

    en Dios el entender la causa no es causa del conocimiento de los

    efectos, ya que los entiende en la causa, tampoco el querer el fin es

    causa de que quiera los medios; no obstante lo cual, quiere que los

    medios estn ordenados al fin. Por consiguiente, quiere que esto

    sea para aquello, pero no por aquello quiere esto (ST I q. 19 a. 5).

    En este sentido explicaba la relacin entre gracia, mrito y gloria (ST

    I q. 23 a 5). Y dentro de esta visin hay que ordenar tambin la

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    oracin intercesora de los santos, a los que se atribuye la

    posibilidad de intervenir en la predestinacin (ST I q. 23 a. 8).

    Cuando se dice que el nmero de elegidos est inmutablemente

    fijado, eso slo significa que Dios no tiene que esperar el fin del

    mundo para conocer la suerte final de cada uno. Pero Toms mismo

    no fue capaz de mantener su punto de partida fundamental en esta

    pregunta, pues usa frmulas que falsean las perspectivas, como si

    Dios, antes de todos los tiempos, hubiera dibujado en su mente un

    cuadro del mundo en que la luz exiga las sombras (ST I q. 23, a. 5

    ad 3).

    El verdadero problema est en nuestra impotencia para expresar

    en trminos humanos la manera cmo Dios, causa primera de todo

    lo que es, obra por las causas segundas, en particular a travs de

    nuestra libertad, para hacer un mundo en que unos se salvan y

    otros se condenan, sin que nadie pueda acusar a Dios de injusticia

    ni de parcialidad (Dz 142 2007 805ss).

    Como la Iglesia misma, los autores espirituales hablan

    deliberadamente un lenguaje antropomrfico, asiendo como dijo

    Bossuetlos dos cabos de la cadena, sin saber cmo se juntan (cf.

    De Imitatione Jesu Christi, lib. I, c. 25, n. 2). Lo que a primera vista

    se presenta como una abstracta verdad metafsica, es la

    armonizacin concreta de la sutil yuxtaposicin y compenetracinentre la gracia y la libertad. En los siglos XVIl y XVIII, algunos

    telogos pensaron que Dios, cansado de las resistencias de ciertos

    pecadores, poda abandonarlos desde esta vida a su triste suerte y

    dejar que se condenaran. Sacaban una consecuencia demasiado

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    rpida de una frmula agustiniana recogida por el concilio de

    Trento: Deus neminem deserit nisi prius deseratur (Dz 804). Hoy

    comprendemos mejor que las afirmaciones de la Escritura sobre la

    omnipotencia de Dios y la eficacia de la gracia deben equilibrarse

    por la consideracin de la libertad del hombre y de la infinita

    misericordia divina.

    La teologa de la predestinacin debe tener siempre ante sus ojos

    los dos momentos. Cuanto hacemos de bueno viene de Dios; en el

    orden sobrenatural nada positivo puede hacerse sin la gracia; el

    llamamiento a la salvacin eterna y la perseverancia en la gracia,

    recibida en el bautismo o recuperada por el sacramento de la

    penitencia, son don de Dios. Es ms, hay que pensar que la

    perseverancia final es don ms grande que la totalidad de los otros

    dones (cf. Dz 806). En realidad, nuestra vida entera est en las

    manos misericordiosas de Dios. Sin embargo, nuestra vida espiritual

    es un dilogo con un Dios personal, no una simple relacin con elser absoluto.

    Estas reflexiones nos remiten al problema de la encarnacin

    redentora en relacin con el problema de la predestinacin en

    general, que Toms desarrolla hablando de la predestinacin de

    Jesucristo y de nuestra predestinacin en l: Si en la

    predestinacin se considera la accin predestinante, lapredestinacin de Cristo no es la causa de nuestra predestinacin,

    pues Dios en un mismo acto ha establecido su predestinacin y la

    nuestra. Si consideramos, en cambio, la predestinacin segn su fin,

    la predestinacin de Cristo es la causa de la nuestra. Pues por la

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    predestinacin Dios ha ordenado desde la eternidad nuestra

    salvacin de tal manera, que sta sea operada por Jesucristo. En

    efecto, cae bajo la predestinacin eterna no slo lo que ha de

    acontecer en el tiempo, sino tambin la manera y el orden de

    realizacin de esto en el tiempo (ST IlI q. 24 a 4).

    Rondet-Henry

    II. Reflexin teolgica

    La predestinacin, que est dada ya con el misterio de la

    causalidad universal de Dios en su relacin con la libertad autnoma

    de la criatura, es slo la aplicacin (en el plano del obrar) del

    misterio de la coexistencia de la infinita realidad divina con el ente

    creado, que es verdaderamente y tiene, por tanto, realidad

    autntica, distinta de Dios, vlida ante l mismo, y que precisamente

    como tal est sostenido totalmente por Dios (cf. relacin entre Dios y

    el mundo). As, pues, la predestinacin designa el eterno designiodivino respecto del fin sobrenatural del hombre como individuo, en

    cuanto este estado final (y los acontecimientos que lo deciden en la

    historia del hombre) es querido por Dios con absoluta voluntad, no

    slo como meramente debido, sino como meta que efectivamente ha

    de alcanzarse. A este respecto, la predestinacin se entiende de

    manera que incluya la reprobacin como una modalidad (aunque de

    otra especie) de predestinacin junto a la predestinacin para la

    gloria, o que, como predestinacin para la gloria, constituya la

    anttesis de la reprobacin.

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    Dios, como fundamento absoluto que por su accin libre confiere

    realidad a todo (-creacin), no slo contempla el mundo en su

    marcha, sino que debe quererlo para que sea lo que es. Este querer

    divino tiende de antemano al todo de la realidad querida y es

    igualmente inmediato respecto de cualquiera de sus momentos

    particulares. Ese querer no puede estar determinado por nada ms

    que por la libertad sabia y santa de Dios mismo, que es

    necesariamente incomprensible e inapelable. Slo el reconocimiento

    de esta libertad no fundada que es fundamento de todo, logra la

    criatura la recta relacin religiosa con Dios como Dios. Por eso hay

    una predestinacin a la gloria para los hombres que se salvan,

    porque ste es el punto culminante y el trmino de la historia del

    mundo y de la humanidad (Dz 805 825 827). En cuanto la

    predestinacin se refiere al todo de la salvacin humana como tal

    (por buena decisin moral y [o] por situacin salvfica gratuitamente

    concedida, ambas cosas posibilitadas por la gracia eficaz; por la

    perseverancia y por la gloria que de ella se sigue), la predestinacin

    tiene como origen nico el libre amor de Dios. Pero en cuanto tal

    amor quiere la gloria del hombre (en el caso del que ha llegado al

    uso de la libertad racional) como dependiente de su decisin moral

    (cf., sin embargo, limbo); quiere, pues, sin fundamento una salvacin

    eterna cuyos momentos tienen entre s una relacin de

    fundamentacin.

    La predestinacin a la gloria de la criatura racional en conjunto es

    una realidad que se ha hecho ya escatolgicamente patente en

    Jesucristo (-escatologa). Referida a cada hombre peregrinante en

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    particular, la predestinacin es desconocida, pero es objeto de

    confianza y oracin. La predestinacin no suprime la libertad de la

    criatura, su responsabilidad y su relacin dialogstica con Dios, sino

    que es fundamento de todo ello, porque la voluntad de Dios puede

    tender precisamente y tiende de hecho en la trascendencia de su

    causalidad a la constitucin del hombre libre y de su acto. Donde

    se entiende la predestinacin como eliminacin de la

    responsabilidad y libertad humanas en la obra de la salvacin eterna

    (determinismo teolgico), se da un predestinacianismo hertico (Dz

    300 316ss 320ss 816 827). No hay predestinacin positiva y activa

    al pecado ni, consiguientemente, al abuso de la libertad. Tal

    predestinacin es incompatible con la santidad de Dios y su voluntad

    salvfica universal (-salvacin), y tampoco es teolgicamente

    necesaria, porque la maldad de la accin pecadora como tal, por ser

    deficiencia ntica, no requiere causalidad divina positiva. Dios no

    quiere el pecado, aun cuando lo prev; lo permite simplemente; y

    quiere de manera positiva las penas del pecado (predestinacin a la

    condenacin como pena) en cuanto consecuencia de ste, no como

    razn del designio divino de permitir el pecado (Dz 300 316 322).

    SACRAMENTUM MUNDI/5/527ss.