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60 HISPANORAMA · 143 Februar 2014 LATEINAMERIKA a juventud chilena forma una parte importante del proceso de la transición y de la memoria. Centra su foco de atención sobre el sistema educativo y sus debilidades, pero ¿se interesa también por el en- frentamiento con la dictadura militar? Se ha comprobado que las demandas de los estudiantes se basan en la idea de justicia social y la juventud en la post-dictadura chilena es la primera generación que hace posible que en este país se analice la propia historia de forma crítica. Después de 17 años de dictadu- ra y 23 de transición El 11 de septiembre de 2013 se cum- plió el cuadragésimo aniversario de uno de los días más tristes de la his- toria de Chile. El 11 de septiembre de 1973 la Fuerza Aérea bombardeó el Palacio de la Moneda, la sede del Gobierno del presidente socialista Sal- vador Allende Gossens, por orden del general Augusto Pinochet. Solo unos pocos momentos después de la toma del edificio, Allende se suicidó, no sin dejar un mensaje para el pueblo de Chile. En su último discurso, que fue transmitido a partir de las 09:10 ho- ras en la frecuencia de la emisora de la radio Magallanes, se dirigió al pue- blo chileno. Probablemente era cons- ciente de que no sobreviviría ese día. Allende era conocido por ser un buen orador y, en este último discurso, sin preparación previa y en un clima de mucha tensión, mostró su excelente habilidad retórica. Con perspicacia predijo que se aveci- narían tiempos difíciles para el pueblo chileno. Pero al mismo tiempo dio áni- mo a los chilenos y subrayó que "las grandes alamedas" algún día volverían a abrir y el hombre libre pasaría en esas calles para construir una socie- dad mejor. La previsión de Allende de- mostró ser, con todo, correcta. Desde hace dos años, miles de chi- lenos se reúnen para marchar por la Alameda, la avenida principal de San- tiago de Chile. Hay estudiantes secun- darios y universitarios apoyados por profesores, padres, personal docente, sindicatos y organizaciones sociales. Desde 2011 se está formando un mo- vimiento social en Chile de esta forma completamente nueva. A primera vista parece que las protes- tas de la juventud chilena centra el foco de atención sobre el sistema edu- cacional y sus debilidades. Entonces, ¿se puede decir que las protestas sola- mente forman parte de un movimien- to estudiantil, lo cual se refiere a la vida cotidiana de los jóvenes? ¿Se pue- de decir que los estudiantes quieren mejorar su situación en los colegios y universidades, pero no se interesan en la política, ni en la democracia, ni en el enfrentamiento con el pasado? Es importante discutir si la rebelión de la primera generación post-dictatorial es parte de la cultura de la memoria chilena y, por lo tanto, un fragmen- to del mosaico dentro del proceso complejo de la superación activa del pasado. Además debe ser analizado si el movimiento estudiantil ya se ha transformado en un movimiento social y qué papel desempeña en la sociedad chilena del siglo XXI. A 40 años del golpe militar en Chile se abren las grandes alamedas y pasa la juventud libre Steve Kenner El presente artículo tiene como propósito exponer los resultados de un estudio cualitati- vo sobre los movimientos estudiantiles en la post-dictadura chilena. L La Universidad de Chile en toma Bild: © Kenner

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60 HISPANORAMA · 143 Februar 2014

LATEINAMERIKA

a juventud chilena forma una parte importante del proceso de la transición y de la memoria.

Centra su foco de atención sobre el sistema educativo y sus debilidades, pero ¿se interesa también por el en-frentamiento con la dictadura militar? Se ha comprobado que las demandas de los estudiantes se basan en la idea de justicia social y la juventud en la post-dictadura chilena es la primera generación que hace posible que en este país se analice la propia historia de forma crítica.

Después de 17 años de dictadu-ra y 23 de transición

El 11 de septiembre de 2013 se cum-plió el cuadragésimo aniversario de uno de los días más tristes de la his-toria de Chile. El 11 de septiembre de 1973 la Fuerza Aérea bombardeó el Palacio de la Moneda, la sede del Gobierno del presidente socialista Sal-vador Allende Gossens, por orden del general Augusto Pinochet. Solo unos pocos momentos después de la toma del edificio, Allende se suicidó, no sin dejar un mensaje para el pueblo de Chile. En su último discurso, que fue transmitido a partir de las 09:10 ho-ras en la frecuencia de la emisora de la radio Magallanes, se dirigió al pue-blo chileno. Probablemente era cons-ciente de que no sobreviviría ese día. Allende era conocido por ser un buen orador y, en este último discurso, sin preparación previa y en un clima de mucha tensión, mostró su excelente habilidad retórica. Con perspicacia predijo que se aveci-

narían tiempos difíciles para el pueblo chileno. Pero al mismo tiempo dio áni-mo a los chilenos y subrayó que "las grandes alamedas" algún día volverían a abrir y el hombre libre pasaría en esas calles para construir una socie-dad mejor. La previsión de Allende de-mostró ser, con todo, correcta. Desde hace dos años, miles de chi-lenos se reúnen para marchar por la Alameda, la avenida principal de San-tiago de Chile. Hay estudiantes secun-darios y universitarios apoyados por profesores, padres, personal docente, sindicatos y organizaciones sociales. Desde 2011 se está formando un mo-vimiento social en Chile de esta forma completamente nueva. A primera vista parece que las protes-tas de la juventud chilena centra el foco de atención sobre el sistema edu-

cacional y sus debilidades. Entonces, ¿se puede decir que las protestas sola-mente forman parte de un movimien-to estudiantil, lo cual se refiere a la vida cotidiana de los jóvenes? ¿Se pue-de decir que los estudiantes quieren mejorar su situación en los colegios y universidades, pero no se interesan en la política, ni en la democracia, ni en el enfrentamiento con el pasado?Es importante discutir si la rebelión de la primera generación post-dictatorial es parte de la cultura de la memoria chilena y, por lo tanto, un fragmen-to del mosaico dentro del proceso complejo de la superación activa del pasado. Además debe ser analizado si el movimiento estudiantil ya se ha transformado en un movimiento social y qué papel desempeña en la sociedad chilena del siglo XXI.

A 40 años del golpe militar en Chilese abren las grandes alamedas y pasa la juventud libre

Steve Kenner

El presente artículo tiene como propósito exponer los resultados de un estudio cualitati-vo sobre los movimientos estudiantiles en la post-dictadura chilena.

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La Universidad de Chile en toma 

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AMÉRICA LATINA

Los movimientos sociales en el contexto histórico

La constitución de Chile, el sistema educativo y la economía neoliberal re-velan diversos puntos de ataque para una generación descontenta. Pero la rebelión de la juventud no es solo de-bido a la situación actual en el país latinoamericano. Más bien, hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que se enmar-ca la protesta organizada de la juven-tud. El movimiento de los trabajado-res en el entrante siglo XX, el Partido de la Unidad Popular bajo la dirección de Salvador Allende a principios de 1970, las luchas de resistencia duran-te la dictadura militar, su destitución por la “Campaña del No”, y las prime-ras protestas de los estudiantes, son los llamados “actores secundarios” y representan solamente una pequeña selección de los movimientos sociales que desde siempre han caracterizado a Chile.Especialmente la Campaña del No, esa campaña por la destitución de Pi-nochet, fue impulsada en gran medida por la joven generación de la década de los 80.

Pero a pesar de que su importan-cia se hizo visible en el proceso de (re)democratización, en la década de los 90 sobre todo los jóvenes chilenos eran considera-dos como pasivos y apáticos (De la Cuadra 2007: 258).

También el politólogo Jaime Sperberg, que nació en Chile y se trasladó en 1976 a Alemania, evalúa el tránsito a la democracia finalmente más como un factor moderador para el movi-miento de protesta de la juventud chilena. Según Sperberg la juventud chilena no quería arriesgar la demo-cracia recién recuperada y muchas de sus demandas quedaron desarti-culadas (Sperberg 2009: 225). Por lo tanto, sobre todo durante los prime-ros diez años después del plebiscito, no se produjo ninguna nueva moviliza-ción por parte de la juventud. Hasta el

año 2001, cuando convocó el llamado “mochilazo”. Por primera vez, los es-tudiantes secundarios articularon de nuevo su descontento, pero se man-tuvieron en gran medida ignorados. La consecuencia fue una reestructu-ración del movimiento y la fundación de la Asamblea Coordinadora de Estu-diantes Secundarios (ACES). Uno de los portavoces actuales de la ACES explica el trabajo de la Asam-blea de la siguiente manera:

Y básicamente lo que hace la Asamblea, como dice su nombre, es coordinar las acciones de los distintos representantes, de los distintos liceos para el movimien-to estudiantil que en el último año ha tenido bastante fuerza y se ha movido bastante en ese ám-bito (Toro 05.11.2012).

Las estructuras abiertas debían permi-tir una mayor participación así como una amplia base de este movimiento.La joven generación en Chile no pre-senció el golpe militar y solo conoce las atrocidades de la dictadura de cuentos. Sin embargo, el historiador chileno Gabriel Salazar también su-braya la dimensión intergeneracional de los movimientos sociales en Chi-le: “Ténganlo presente, no lo olviden nunca: ellos son hijos nuestros, vás-tagos directos, en primer lugar, del endeudamiento con el Mercado” (Sa-lazar 2011: 24).El año 2006, fueron los “Pingüinos” quienes se rebelaron por segunda vez contra la clase política. Al principio, los estudiantes chilenos demandaron solamente unas medidas modestas a los responsables de la política educa-tiva. Pidieron un aumento de las ra-ciones alimentarias en las escuelas, la abolición de las tasas (unos US $ 40) para el examen del ingreso a la uni-versidad (PSU) y una ampliación de los billetes de transporte público de cercanías, que no más debía permitir un paseo reducido solamente los días laborables, sino debía ser usable de manera ilimitada en el tiempo. Por medio de ocupaciones escolares

durante semanas, huelgas educativas y manifestaciones, los Pingüinos lo-graron poner el tema de la educación en el centro del interés público y en la agenda política. Aunque en aquella época no podía imponer sus demandas de un sistema de educación participa-tivo, gratuito y de calidad, la juventud del año 2006 contribuyó decisivamen-te a un fortalecimiento de la identi-dad colectiva. Además, la “Revolución de los Pingüinos” puede exhibir un éxito esencial respecto a la cultura de la memoria. Su movimiento despertó a la generación joven caracterizada por el coraje, la confianza y la fe en una alta autoeficacia. Los secundarios, como primera generación después de la destitución de Pinochet, dieron muestras de valor con la reapertura de las grandes alamedas. Es la primera generación que no pre-senciaba el miedo, el terror, la perse-cución, la tortura y el asesinato du-rante la dictadura militar. Esto explica la intrepidez de la generación joven. La Revolución de los Pingüinos desper-tó a Chile. Estudiantes, profesores, padres y sindicatos mostraron su so-lidaridad pero no se desarrolló ningún movimiento social. Los estudiantes tampoco podían aportar una contri-bución decisiva a la cultura de la me-moria, como exigió Theodor Adorno (2008) de los alemanes. No obstante, hay que constatar que el complejo proceso del enfrentamiento con el pa-sado en Chile no es comparable a la situación de la Alemania de la posgue-rra en los años 1950 y 1960. A pesar de que había campos de tortura en Chile, el Holocausto ha sido y es úni-co. Además, en Chile no se perdió una guerra y Pinochet no se suicidó como Hitler, sino que transfirió sus privile-gios de poder en el período posterior a la dictadura y en 2006 todavía formó parte del élite del poder político en Chile sin ser molestado en gran parte. Adorno denunció una y otra vez que el pueblo alemán tenía tantas dificulta-des para enfrentarse con la cuestión de la culpabilidad y el enfrenta-

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LATEINAMERIKA

miento con el pasado y, no obstante, en la República Federal se realizó un proceso abierto de la re-educación y la clase política dictó leyes que, entre otras cosas, penalizaban la negación del Holocausto. En Chile esas medidas radicales respecto al enfrentamiento con su propio pasado eran y hasta hoy en día son inimaginables.De todas formas, la Revolución de los Pingüinos puede ser considerada en suma como un primer paso decisi-vo que abrió nuevos horizontes hacia la recuperación de la sociedad civil. Los jóvenes estudiantes demostraron valentía y fuerza. Así fueron capaces de pasar por el proceso de buscar su identidad. El mensaje de los Pingüinos fue cla-ro: querían quitar de encima el manto de la dictadura militar, que todavía se encontraba como un abrigo pesado so-bre el sistema educativo y la sociedad chilena. Hay que destacar la valentía de los estudiantes al denunciar las cir-cunstancias del país, en vista del he-cho de que en 2006, el pueblo chileno todavía tenía una relación ambivalen-te con la democracia. Según un estudio longitudinal del Cen-tro de Estudios de la Realidad Contem-poránea (CERC), entre 1990 y 2005, sólo alrededor de 58 % de los chilenos preferían un sistema democrático ante cualquier otra forma de gobierno. Uno de cada seis encuestados declaró que en ciertos casos un régimen autorita-rio era preferible a la democracia (cf. Barómetros CERC 2010).

Movimiento social 2011 - 2013

El éxito más grande de los Pingüinos fue sin duda el de poner en la agen-da el tema de la igualdad de acceso a la educación y convencer a los ac-tores del sistema educativo -estudian-tes, padres y profesores - de la misma manera para tomar medidas activas a favor de una reforma. Los Pingüinos de 2006 son los estudiantes que están comprometidos hoy en día. Pero la nueva generación de estudiantes se-

cundarios también está politizada y se ve a sí misma como la heredera de la “Revolución de los Pingüinos”. De ese modo, hoy en día los estudian-tes secundarios y universitarios tienen una cosa en común: todos son parte de la generación post-dictatorial. No presenciaron ni el movimiento de la Unidad Popular, ni el golpe de Estado militar, ni la dictadura militar repre-siva que siguió después. No opusieron resistencia, ni participaron en el ple-biscito para la destitución de Pino-chet. Se trata de aquella generación a la que le reprocharon durante años un desinterés político. Pero este presunto desinterés de-muestra más bien una desconfianza en el sistema institucional político, como formuló Eloísa González, portavoz de la ACES, en octubre de 2012 en una en-trevista con el diario argentino Página 12 (González; Guzmán 19.10.2012).De esta afirmación se pueden deducir, además, los importantes elementos sociales estructurales del movimiento actual. Sobre todo el apoyo de los padres en los años 2011, 2012 y 2013 aumentó de manera significativa. Así fundaron en 2011 la organización CORPADE, cuya portavoz Dafne Concha fue entrevista-da para el presente trabajo. Impulsa-dos por la ambición y el entusiasmo de sus hijos, muchos padres decidieron apoyarlos activamente. Desde enton-ces, les acompañan en las manifes-taciones y les apoyan en ocupaciones escolares y otras formas de protesta.Aparte de los efectos intergeneracio-nales, la estructura heterogénea for-ma parte importante del movimiento actual. Gabriel Boric, presidente de la representación estudiantil FECh, subraya: "El movimiento estudiantil es muy heterogéneo, tiene mucha diver-sidad y eso es lo que nos ha permitido también llegar a tal cantidad de gen-te" (Bóric 30.10.2012).Daniel Giménez (nombre cambiado por el autor), un estudiante secunda-rio de 16 años, que fue entrevistado en el curso de la investigación, ve

en la heterogeneidad del movimien-to además su transformación en un movimiento social. Aunque todos los activos se convinieron en la cuestión de la educación, la protesta resultó ser además la base para que los po-bres se hicieran escuchar (Giménez 12.10.2012).El apoyo de la sociedad civil chilena aumentó de forma evidente, sobre todo cuando en 2011 el gobierno con-servador de la Derecha del presidente Piñera inicialmente ignoró las protes-tas para luego intentar a aplastarlas. Ya a mediados del año, el movimiento consiguió movilizar a más de 150 000 personas. A finales del mismo mes, in-cluso la principal confederación sindi-cal CUT proclamó una huelga general y lo explicó con el hecho de que no solo los jóvenes, sino también amplias clases sociales se sentían perjudicadas y requerían un cambio fundamental en el vigente sistema neoliberal.

Las demandas de la juventud chilena

En la conversación con el autor, Gi-ménez describió su motivación para participar en las manifestaciones de los años 2011, 2012 y 2013. Así men-ciona una de las demandas principales del movimiento de protesta: evitar los efectos socialmente exclusivos del sistema educativo causados por la municipalización de la educación sin compensación económica y la división del sistema de educación en escuelas privadas, subvencionadas y públicas.El historiador chileno Gabriel Salazar coincide con el movimiento social res-pecto al orden económico. Según Sa-lazar, el sistema neoliberal llevado a cabo por Augusto Pinochet es el más injusto de todo el mundo. El historia-dor dice que desde el retorno a la de-mocracia ningún gobierno ha refrena-do el neoliberalismo con instrumentos de la protección social (Salazar; Álva-rez 15.03.2012: 7).Las principales representaciones de intereses de los estudiantes, la ACES,

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AMÉRICA LATINA

la CONES y la CONFECh, consensuaron cinco demandas elementales, cuyo cumplimiento consideran como condi-ción previa para poner fin a las protes-tas. En el documento ponen en claro que el sistema educativo chileno debe tener las siguientes características: a) pública b) gratuita c) autónoma, plu-ralista y democrática, d) de alta cali-dad e e) intercultural (CONFECh et al 2012: 1 ss).No solo mantienen una discusión de justicia, sino que también provocan por medio de su catálogo de deman-das un debate diferenciado sobre el sistema de valores de Chile. Critican la sociedad de clases, la marginación en guetos y la exclusión de determina-das clases sociales. Ellos exigen que el desarrollo de las competencias socia-les desempeñe un papel importante en el sistema educativo y que el co-nocimiento de los pueblos indígenas llegue a ser una parte evidente del canon curricular (íbid).Con el objetivo de un acceso gratuito a la educación, los actores del movi-miento combinan no solo el abandono de las tasas de matrícula de las es-cuelas y universidades, sino más bien lo justifican con la responsabilidad social de la sociedad. El estado debe ser responsable de la educación, pero independiente de la economía del mercado libre y de la maximización del beneficio.Por lo tanto, aparte de la demanda de gratuidad se formula a la vez la de-manda del fin de la obtención de be-neficios por parte de las instituciones educativas. "Fin inmediato al lucro con recursos públicos en todo el siste-ma educacional" (íbid).Además de la reducción de costos, que deben ser reunidos por la familia para la educación, la calidad de la educa-ción representa otro aspecto crucial del catálogo de demandas. Lo que tiene prioridad en este contexto es el acceso equivalente a la educación de calidad para todos los estudiantes, independientemente de su origen so-cial. Al referirse a la demanda de una

educación de calidad es ostensible con cuánta reflexión la generación joven de Chile analiza el sistema educativo. Según el documento de posición de ACES, CONES y CONFECh, en este sen-tido principalmente se refieren a la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, la protección del medio ambiente y la diversidad cultural (CONFECh et al 2012: 1ss).En consecuencia, el movimiento ahora exige oficialmente una renovación de la democracia chilena. Por eso ubica-ron su movimiento fuera de las políti-cas institucionalizadas. Gabriel González, vocero de la CO-NES, dice que la insatisfacción de los jóvenes chilenos no solo se relaciona con el sistema educativo injusto. Más bien son la clase política y la constitu-ción de Chile aquellas con las que los jóvenes no pueden identificarse. "Hoy día un país democrático tiene que te-ner por ejemplo una constitución ele-gida por todos y no por un mando mi-litar que se generó en los tiempos de la dictadura" (González 11.09.2012). La juventud no está aislada con esta crítica. En su obra La mala educación - Ideas que inspiran al movimiento estudiantil en Chile el jurisprudente Fernando Atria coincide con el movi-miento social (Atria 2012: 25).Pablo Toro insiste en que un aislamien-to de la protesta hacia una temática

solamente relativa a la política de educación no surtirá efectos. "Enton-ces, claramente es una demanda neta-mente educacional, pero que traspasa la frontera a veces de lo educacional porque no podemos aislarnos del mun-do que nos rodea" (Toro 05.11.2012).

Las formas de protestar

Con la reocupación de sus escuelas en mayo de 2011, los estudiantes mar-caron el comienzo de un nuevo movi-miento de protesta. Recurrieron a los canales de comunicación, asambleas y estructuras organizativas que se ha-bían consolidadas a más tardar con la Revolución de los Pingüinos. Un gran número de escuelas permanecieron cerradas durante semanas, a veces durante meses boicoteadas con huel-gas. Después de haber ocupado en 2011 un gran número de escuelas y universida-des durante más de siete meses, en 2012 solo hubo algunas ocupaciones durante poco tiempo. Sin embargo, esta forma de protesta resulta ser todavía un instrumento probado para dirigir el interés público hacia las de-mandas de la juventud chilena. Sin embargo, en los últimos meses reali-zaron unas ocupaciones más puntua-les. La última vez, los activos de la ACES aplicaron este instrumento y

Un colegio en toma (Santiago de Chile)

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LATEINAMERIKA

ocuparon las oficinas del Instituto Na-cional de la Juventud (INJUV).Aparte de las tomas, realizaron de nuevo en 2011 y 2012 grandes mani-festaciones. Solo en los meses de in-vierno (julio-septiembre) de 2011, los jóvenes movilizaron en varias marchas en Santiago a cientos de miles de per-sonas. Recientemente, en septiembre de 2012, grandes manifestaciones tu-vieron lugar en la capital de Chile.La represión estatal aumentó nota-blemente en 2011 y luego algunas organizaciones de derechos humanos se sintieron obligadas a denunciar la actuación policial. En última instan-cia, el Estado de Chile tuvo que jus-tificarse ante la Comisión Interameri-cana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington por 117 casos de represión policial y violaciones de derechos hu-manos que habían descubiertas por la ONG Asesoría Ciudadana. Denuncia-ron entre otras cosas la amenaza de violencia y su aplicación (cf. Asesoría Ciudadana 2011).A pesar de esta represión estatal, los jóvenes chilenos siguen saliendo a las calles. La resonancia, así como el apo-yo de amplias partes de la población se intensificaron de nuevo en compa-ración con la Revolución de los Pin-güinos, porque había una ampliación del repertorio de formas de protesta. Fue sobre todo la protesta pacífica y creativa, realizada a menudo como una expresión de desobediencia civil sin autorización, la que contribuyó a que cada vez más gente simpatizara el movimiento. Entre otras cosas convocaron diferen-tes flashmobs, aquellos encuentros espontáneos acompañados en los que se baila, se participa en conciertos pú-blicos y acciones de disfraces. Cientos de personas se reunieron, por ejem-plo, vestidos de superhéroes para lu-char juntas por un sistema participa-tivo de educación y para enfrentarse con sus súper poderes a la injusticia educativa. Parecía que especialmente en 2011 la creatividad no tenía límites. Apenas

pasaba una semana sin protestas, ya fuera por una de las manifestacio-nes masivas registradas o actividades creativas, como una carrera de ma-ratón y marchas fúnebres alrededor del Palacio de la Moneda, así como un suicidio de masa simbólico también en referencia a la extinción de la educa-ción. Además de estas formas creativas de protesta, se formaron, como antes mencionado, nuevas brigadas. Peque-ños grupos pasan por las calles pintan-do paredes y conquistan así el espacio público. Desde entonces, se encuentra en cada esquina de Santiago mensajes del movimiento, que están expresados en pocas, pero obvias palabras o imá-genes creativas.Otra característica de la solidaridad fue la reactivación del así llamado ca-cerolazo. Se trata de un símbolo de la resistencia pacífica de la época de la dictadura militar. En los años 80, mu-chas personas recurrieron a sus mena-jes de cocina, abrieron sus ventanas y batieron sus cucharas, coberteras y todo lo que encontraron contra cace-rolas. Un ruido ensordecedor sacudió las calles de Santiago. Desde el fin de la dictadura hasta 2011 nunca más se había escuchado un cacerolazo. Pero ese año el movimiento convocó uno de nuevo y miles de chilenos acudieron a la llamada. La gente se mostró solida-ria con el movimiento de protesta y así lanzaron una señal contra la cre-ciente represión de la policía.Como antes descrito, el movimiento movilizó a cientos de miles de chile-nos para realizar diversas formas de protesta. También las asambleas orga-nizadas autónomamente tienen lugar con regularidad y crean un universo paralelo político.

Formación de la identidad, cul-tura de la memoria y enfrenta-miento con el pasado

La cuestión central a que se dedica el presente trabajo es explorar en qué medida los movimientos actuales de

protesta están conectados con la cul-tura de la memoria del país. Aunque los actores una y otra vez acentúan la actualidad de las recientes protestas y colocan la temática de la educación en el centro de interés, se sitúan al mismo tiempo en la serie de aquellos movimientos sociales que caracteriza-ron al país latinoamericano sobre todo durante el siglo XX. Dafne Concha subraya la importancia intergeneracional para el desarrollo actual en Chile. Está convencida de que una de las tareas más importantes de su generación es transmitir sus co-nocimientos.

Y nosotros les hemos traspasado quizás mucha de nuestra histo-ria, de cómo era el movimiento estudiantil, de cómo salíamos a la calle, de cómo organizábamos. Pero los muchachos hoy día es-tán en un camino propio (Concha 02.11.2012).

La mujer chilena de 44 años, comu-nista declarada incluso durante la dic-tadura militar, comprende en el com-promiso de su hijo aquella fuerza que fue lo fundamental del movimiento de resistencia en los años 70 y 80. Para Dafne Concha son la generación de sus padres, que se comprometió en el movimiento de la Unidad Popular, su propia generación, que puso fin a la dictadura por la Campaña del No, y la generación joven del Chile post-dicta-torial, las que caracterizan el pasado, el presente y el futuro del país.El valor que supone la historia de Chile para el movimiento actual se refleja en el ejemplo de los lugares de la me-moria. La Alameda por ejemplo, la gran ave-nida que pasa por el centro de San-tiago, por la Biblioteca Nacional, la Universidad de Chile y el Palacio del Gobierno, a más tardar desde las re-cientes protestas, puede ser consi-derada como un lugar de la memoria según la teoría de Pierre Nora. Aquí se formaron las manifestaciones y actos públicos del movimiento de la Unidad Popular. Y aquí terminó su época por

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AMÉRICA LATINA

el bombardeo del Palacio de la Mone-da, sede del Gobierno el 11 de sep-tiembre de 1973. Además, es la ave-nida en la que se inició el fin de la dictadura militar por manifestaciones y marchas durante la Campaña del No. La Alameda es, incluso en el curso de los movimientos actuales de protes-ta de la generación joven, un lugar importante y el escenario de varios actos de protestas. Por casi todas las manifestaciones los estudiantes piden esta calle principal como punto de en-cuentro y recorrida de manifestación. También se refieren al último discurso de Salvador Allende. Eloísa González, vocera de la ACES, explica la importancia simbólica de la Alameda: "Para nosotros la Alameda, tal como en el discurso de Allende, es el lugar que se tiene que volver a abrir. Para él es simbólico y para nosotros también" (González; López 09.12.2012).Pero no solo las grandes alamedas pueden ser llamadas como lugares de memoria que forman parte de este movimiento social. La reactivación del cacerolazo ha cambiado la percepción de esta forma de protesta en la ge-neración de los padres, así como en la generación post-dictatorial. Para las chilenas y los chilenos que sufrie-ron conscientemente los horrores de

la dictadura se forman relaciones evi-dentes entre el pasado y el presente. La reactivación del cacerolazo tam-bién afecta a la memoria colectiva se-gún la teoría de Maurice Halbwachs. Al fin y al cabo, se puede hablar de una renovación de la memoria colectiva de esta generación porque los marcos y grupos de referencia cambiaron y el grupo de referencia se ensanchó de forma intergeneracional. Para la juventud chilena, la mirada hacia el pasado no solo importa a cau-sa de la fuerza simbólica de lugares de la memoria como las grandes ala-medas, el cacerolazo y o el Estadio Nacional, sino que los secundarios y los estudiantes entienden la reflexión crítica del pasado como condiciones previas para un futuro mejor, para un país democrático y libre y para que sea posible terminar verdaderamente con el proceso de la transición. Pablo Toro, portavoz de la ACES, su-braya la importancia de una altera-ción activa respecto a la cultura de la memoria, así como se lo exigió Adorno a los alemanes en la época post-dic-tatorial. Debe ser el camino chileno luchando contra el olvido. “Entonces, en este sentido, nosotros no queremos que el pasado se nos olvide [...]” (Toro 05.11.2012).En el actual movimiento social, el pro-

ceso omnipresente de la tematización del pasado y de la referencia a la dic-tadura militar, si bien de forma indi-recta, es un elemento característico del discurso público. En este caso, la juventud chilena está unida respecto a la importancia de una cultura de la memoria viva y crítica. Como mayor peligro en el proceso de transformación los jóvenes chilenos mencionan el olvido y un posible pun-to final. En este contexto se ve la gran diferencia entre la superación del pa-sado que quiere la clase política y el enfrentamiento activo con el pasado que reclama la juventud chilena.

“Jamás podrán detener la Pri-mavera”

Un día podrán cortar todos los árboles.

Una mañana podrán cortar todas las flo-

res. Pero jamás podrán detener la Pri-

mavera.

Pablo Neruda

Respecto al actual movimiento social no se trata de una protesta que se re-duce al tema de la política educativa. Es, más bien, una reconquista de las grandes alamedas, tal y como previó Salvador Allende en su último discurso el 11 de septiembre de 1973. Pero no solo las palabras de Allende han gana-do en importancia, sino que también los versos del gran poeta chileno Pablo Neruda se pueden transferir al movi-miento actual en Chile:

Jamás podrán detener la Prima-vera.

La protesta ya fue influenciada por la primera generación post-dictatorial de los estudiantes secundarios en el año 2006, pasando a la siguiente gene-ración de secundarios y universitarios en 2011. Mientras que los estudiantes secundarios estaban institucionalizan-do y generalizando el movimiento con asambleas regionales, los estudiantes universitarios unificaban sus recursos y habilidades. Ni mucho menos los científicos de renombre se han unido a este movimiento. En conjunto, meno-res y mayores aprovechan las lec-

Una manifestación de estudiantes y padres en el Parque O‘Higgins (Santiago de Chile)

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LATEINAMERIKA

ciones del pasado, están impulsando el proceso de la transición y se esfuer-zan por alcanzar la (re-)democratiza-ción y la (re-)socialización de su país. Durante las tomas de la Universidad de Chile, los estudiantes pegaron una pancarta monumental con la imagen de Salvador Allende en las paredes de la Casa Central. En las manifes-taciones en las que estudiantes se-cundarios, estudiantes universitarios, padres y profesores, trabajadores y obreros marchan juntos se oye a cada rato: ¡Va a caer, va a caer, la educa-ción de Pinochet! o ¡Chile no se ven-de!, inspirado en el grito de batalla de la resistencia chilena. La Revolución de los Pingüinos sobre todo fue útil para el descubrimiento de uno mismo y para que la juventud chilena pudiera cumplir su papel en la sociedad post-dictatorial. En el caso del movimiento social actual, se pue-de constatar que no solo se manifiesta la nueva identidad colectiva, sino que afecta también a la memoria colectiva de todos los chilenos.Una gran parte de la población chile-na se solidariza con el movimiento y se desarrolla una fuerza que no está claramente atribuida a los conceptos de Nuevos Movimientos Sociales, ni a conceptos más antiguos. Se trata de un movimiento social de tipo latinoa-mericano que tiene un desarrollo, mo-tivos y demandas parecidas a muchos otros movimientos latinoamericanos. Los elementos culturales, la estructu-ra social, la memoria, el proceso y la transformación política, la democra-

cia y la estructura social son como las dos caras de la misma moneda, sin una no es posible la otra.Ya no es un movimiento estudiantil, sino un movimiento social y los acto-res subrayan la mirada hacia el pasado como elemento imprescindible para reflexionar de forma crítica sobre el proceso de la transformación.La juventud chilena critica los exce-sos del desenfrenado orden econó-mico neoliberal, el sistema electoral binominal y las ganancias privadas de las empresas educativas. Piden una constitución que sea legitimada por el pueblo chileno y una (re-)democrati-zación de su país.La memoria cultural y la visión del fu-turo, la conciencia política y la teoría democrática: todos estos elementos afectan a este movimiento pluralista. Especialmente entre los años 2006 y 2011 se cambió la memoria colectiva del pueblo chileno. La confianza en las instituciones políticas disminuyó, mientras que la convicción personal de su auto-eficacia aumentó.La juventud chilena obliga al élite política a mirarse en el espejo. Lla-man a no votar y denuncian que los representantes han marginado los te-mas más importantes. El resultado de las elecciones presidenciales del año 2013 muestra la importancia del movi-miento social para el sistema político de Chile. Michelle Bachelet (Partido Socialista) ganó y por primera vez des-de hace 40 años el Partido Comunista forma parte de la coalición de izquier-da (Nueva Mayoría) y asume la res-

ponsabilidad gubernamental. Además cuatro de los ex-dirigentes del movi-miento estudiantil, como por ejemplo los ex-presidentes de la FECh Camila Vallejo (Partido Comunista) y Gabriel Boric (Izquierda Autónoma) son elec-tos diputados.La juventud chilena ha dado un gran paso: estremeció a la sociedad chile-na y consiguió que muchos formaran parte como ciudadanos independien-tes de la vida política en Chile.Allende deseó el 11 de septiembre de 1973 que algún día el hombre libre, podría recuperar las grandes alame-das de Chile para crear una sociedad mejor. Cuarenta años después de su último discurso, una joven generación puede satisfacer sus esperanzas.

Sobre el autor

Steve Kenner, Máster en Ciencias Políticas, Filología Hispánica y Pedagogía. Estudió en Potsdam (Alemania) y Valencia (España). Trabajó en el Colegio Alemán de Barranquilla (Colombia) y realizó estudios en Santiago de Chile. Actualmente trabaja en el Instituto Poelchau, Berlin.

Bibliografía

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AMÉRICA LATINA

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Entrevistas

Boric, Gabriel, 26 años, presidente de la Federación de los Estudiantes de la Uni-versidad de Chile (FECh) – 30.12.2012 - Santiago de Chile.

Giménez, Daniel (anonimizado a petición del encuestado), 16 años, estudiante se-

cundario de un colegio municipal de la comuna Providencia en Santiago de Chile - 12.10.2012 - Santiago de Chile.

González, Gabriel, 17 años, presidente del Centro de Alumnos del Instituto Nacional (CAIN) y vocero de la Coordinadora Na-cional Estudiantes Secundarios (CONES) - 09.11.2012 - Santiago de Chile.

Toro, Pablo, 18 años, vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) – 05.11.2012 - Santiago de Chile.

Concha, Dafne, 44 años, vocera de la Coor-dinadora de Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación (CORPADE) – 02.11.2012 - Santiago de Chile.

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ISSN 0720-1168